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REFLEXIÓN

La Iglesia, desde sus inicios, no dudó en considerar que Jesús de Nazaret, Aquel que
fue crucificado en aquel viernes a las afueras de Jerusalén, fuese, sin lugar a dudas, el
Emmanuel, es decir, el Dios con nosotros (cf. Is 7, 14; Mt 1, 23). Su mismo nombre (en
hebreo ַ‫ יֵׁשּוע‬- Yehosuá o Yeshua) denota la misión que le fue encomendada por el Padre. Él
es el Salvador,ַ“porqueַÉl salvará a su pueblo de sus pecados”ַ(Mtַ1,ַ21).ַÉlַseráַquienַ
confiese que el salvador es Yahveh, soloַ queַ “Él fue herido por nuestras transgresiones,
molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él, y por sus heridas
hemos sido sanados”ַ(Isַ53,ַ5).ַ
En fin, la cristología solo se limitará a un ejercicio teológico y especulativo de la
figura divina y humana de Jesús, el Cristo, apoyado de las Escrituras, profundizado por los
Padres de la Iglesia, dogmatizado por el Magisterio y reflexionado por los teólogos, ya sea
en la línea eclesial, ya sea de avanzada.
Sinַembargo,ַ“¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?”ַ(Mtַ16,13-20; Lc
9,18-21). ¿Qué significado tiene, para el hombre de hoy, Jesús de Nazaret? Tristemente,
descubrimos que Él ya no representa mucho para tantos que, de hecho, creen conocerlo. Tan
sencillo es evidenciar este argumento, que los cristianos de piedad se familiarizan más con
los santos que con Jesús, y los teólogos se matriculan con uno que otro exégeta o hermeneuta,
todo por la familiaridad de pensamientos y de posiciones frente a la Doctrina de la Iglesia
Católica. ¡Qué insensatez!
¿Por qué no volver a Jesús de Nazaret? Él no es un Dios inaccesible, no está lejos de
los hombres. ¿Cómo puede abandonar a aquellos con quienes compartió, antes de su
Resurrección, la condición humana? Y mientras pensamos eso (aparte de ocuparnos de una
“Pastoralַdeַmantenimiento”),ַlosַqueַnoַloַconocenַoַtieneַunaַideaַabstractaַdeַSuַpersona,ַ
estaránַ expuestosַ aַ falsasַ doctrinas,ַ aַ falsosַ profetasַ yַ maestros,ַ “que introducirán
encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo
sobre sí mismos destrucción repentina”ַ(2ַPeַ2,ַ1).ַDeַesteַmodo,ַJesúsַnoַpasaráַdeַserַ
reconocido,ַ conַ muchaַ razón,ַ comoַ “uno de los profetas”ַ (Mtַ 16,ַ 14).ַ Laַ fe,ַ entonces,ַ
tenderá a ser un asunto meramente relativo, tal y como lo es su fundador.
¿Puede el cristiano dormir indiferente frente a tanto desconocimiento del Hijo de
Dios? Es la tarea de quienes, en la comunidad, hemos creído que Jesús es el Cristo, el Hijo
del Dios viviente (cf. Jn 6, 69). Pero, con mayor delicadeza, es la tarea más ardua, pero
apremiante, de los que hemos conocido a Jesús en persona, desde una experiencia profunda
y kerigmática, aquellos que confesamos como los que seַencontraronַconַÉl:ַ“ya no creemos
por lo que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que éste es en
verdad el Salvador del mundo”ַ(Jnַ4,ַ42).ַ
Considero, finalmente, que los cristianos debemos preocuparnos y ocuparnos por
conocer mejorַloַqueַsignificaַserַ“cristianos”,ַpuestoַque,ַloַdeַserַ“católicos”,ַyaַestáַmásַ
que reconocible. Debemos volver a Jesús, el Hijo del Hombre, el Señor, el Salvador, el
Cristo, el Hijo de Dios. Él nos enseña a ser más humanos que cualquier otro, Él gobierna los
destinos del mundo con autoridad, Él nos salva de nuestra indiferencia y egocentrismo, Él
lleva a cabo los designios de amor del Padre sobre la Creación, y Él, en definitiva, nos revela
elַrostroַpaternomaternalַdelַ“ABBÁ”,ַcomoַningúnַotroַloַhabía hecho ni lo hará jamás.
Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie va al Padre sino por Él (cf. Jn, 14, 6),
llámenlo como lo quieran nombrar.

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