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Se considera maltrato infantojuvenil, o abuso, a todas las formas de maltrato físico y/o
emocional, abuso sexual, negligencia o trato negligente, o a cualquier tipo de explotación
comercial o de cualquier otra índole, que ocurren en el contexto de relaciones de
responsabilidad, confianza o poder, y que resulten en daño real o potencial para la salud, la
supervivencia o la dignidad de los niños.
La definición del maltrato estipulada por la OMS en 1999 dice: "Cualquier acción u
omisión de acción que viole los derechos de los niños y afecte su supervivencia, su
desarrollo y la posibilidad de que disfruten de un grado óptimo de salud".
Tal y como se desprende de esta postura, el maltrato hacia los niños y jóvenes no es sólo un
problema de salud sino que queda enmarcado en el respeto de los derechos establecidos por
la Convención por los Derechos del Niño.
Los responsables
Aunque toda la familia está involucrada, la responsabilidad del hecho recae sobre
los adultos que maltratan activamente: una cuestión es la responsabilidad ética y/o
legal y otra los problemas que suelen aquejar a las familias violentas que
generalmente son trastornos en el funcionamiento familiar graves, crónicos y que se
transmiten de una generación a otra.
Intervención
Indicadores
Si un niño....
... tiene reacciones de agresividad verbal o física desmesurada desde las edades mas
precoces
Raramente el maltrato obedece a una sola causa. A lo largo del tiempo coexisten
varios factores que facilitan la existencia de situaciones violentas: vulnerabilidad de
los niños, circunstancias estresantes que desbordan la capacidad de tolerancia a la
frustración y manejo de emociones violentas por parte de los cuidadores, factores
culturales que toleran o alimentan malos tratos como forma aceptable de resolver
conflictos...siempre hay una compleja trama donde se entrecruzan conflictos
personales y sociales.
Existe una diferencia importante entre a) probabilidad de que el niño sufra un daño
y
Los factores que se toman en cuenta para evaluar el riesgo se agrupan en 5 áreas:
Cronicidad del maltrato y lesiones graves en el niño. (abuso sexual: riesgo alto x
def)
Cercanía temporal del último incidente.
Lesiones en zonas vitales u órganos sexuales.
Informes previos de maltrato o abandono.
Acceso libre del abusador al niño e inexistencia de personas adultas capaces de
protegerlo.
Edad inferior a 5 años y /o escasa visibilidad del niño por parte de agentes externos
a la familia (escuela, guardería, vecinos).
Niños sin capacidad de defenderse ( menores de 5 años o por deficiencias)
Presencia de problemas severos de conducta que le impiden interactuar en su medio
adecuadamente.
Existencia de limitaciones físicas, intelectuales y emocionales que impiden al
cuidador hacerse cargo del niño aún con ayuda complementaria, no esperándose
mejoría en un futuro próximo.
Cuidador adolescente sin apoyos positivos en su entorno.
Desconocimiento del cuidador del desarrollo evolutivo infantil, necesidades de
estimulación del niño.
Uso de la fuerza y la agresión física y verbal como métodos disciplinarios.
Fuerte e incontrolable dependencia física y/o psicológica del cuidador hacia
drogas/alcohol.
Historia previa de agresiones en el cuidador.
Historia de maltrato personal, carencia de modelos positivos en la infancia por
parte del cuidador.
Ausencia de afecto en la interacción cuidador/niño.
Conflictos severos de pareja y manipulación del niño. Violencia conyugal.
Reiterada inestabilidad de las relaciones de pareja.
Identificación del padre/madre sustituto como el sujeto que ha infligido el maltrato.
Negativa total de los padres a cooperar con los Servicios de protección infantil.
Factores de protección
Son los que parecen modificar, mejorar o cambiar la posibilidad de que el niño sea
dañado en el futuro. Se relacionan con la evaluación de la situación de riesgo, ya
que al momento de evaluar debería contarse con la información que permita
predecir si la capacidad cuidadora de los adultos encargados del niño pueden
mejorar significativamente en un tiempo razonable. Aquí es importante incluir la
percepción que tiene la familia de sus puntos fuertes, debilidades y de su
responsabilidad de generar cambios. Se consideran factores protectores los que se
relacionan con los puntos fuertes del niño y la familia.
Las personas que trabajan con niños en distintos ámbitos se encuentran en posición
privilegiada para detectar información sobre factores de riesgo y sobre grupos de
niños vulnerables a situaciones de maltrato y violencia familiar. El rol de las
personas que están en contacto con familias y niños se extiende más allá de las
instituciones en las que trabajan, ya que les permite observar no sólo la seguridad
que puede ofrecer el entorno físico, sino también valorar la calidad de las relaciones
familiares en función del desarrollo y del bienestar infantiles.
EL MALTRATO FISICO
El maltrato físico de niños es aquella forma de maltrato infantil que origina daño
físico real o potencial a partir de algún tipo de interacción ubicable dentro de los
márgenes razonables de control de uno o ambos progenitores, o de alguna persona
en posición de responsabilidad, confianza o poder. Los incidentes pueden ser únicos
o múltiples.
Existe una "delgada línea roja" que el adulto se arriesga a cruzar en cualquier
momento, aunque no se lo haya propuesto. De hecho muchos padres que terminan
acusados de maltrato y crueldad alguna vez comenzaron con una simple cachetada;
estaban demasiado furiosos, o querían que el niño se portara mejor, o no veían nada
malo en pegar porque así los criaron a ellos. Sin embargo el niño está siempre en
inferioridad de condiciones físicas y lo que inicialmente estaba destinado a un
simple "chirlo" puede tener efectos graves:
De acuerdo con la intensidad del golpe (que el adulto no siempre puede controlar)
una "simple cachetada" que impacte contra la oreja puede ocasionar rotura de
tímpano.
También una "simple cachetada" es capaz de hacerle perder el equilibrio a un niño
pequeño, con riesgo de que golpee su cabeza contra el piso u otra superficie. En ese
caso los daños son imprevisibles.
Indicadores de sospecha
Hematomas y moretones.
Luxaciones.
Fracturas.
Quemaduras.
Excoriaciones.
Heridas cortantes.
Traumatismos internos.
Lesiones en lactantes
Son indicadores de sospecha aquellas señales que el bebé no pudo producirse por su
cuenta:
Lesiones en la cabeza
La actitud del profesional que realiza el examen físico y recaba los datos de la
historia clínica es crucial para la posterior intervención.
Los indicadores siguientes constituyen una guía para maestros, vecinos o parientes
que sospechan que algún niño con el que tienen contacto frecuente está siendo
víctima de MF. Si reconocen la mayoría de estos comportamientos, habrá llegado el
momento de actuar.
En el padre y/o madre o adulto cuidador
En el niño
MALTRATO EMOCIONAL
Detección
Sin embargo, el MNE puede ocurrir sin asociarse a otras formas de maltrato. Por
ejemplo, es evidente que la negligencia física se acompaña siempre de negligencia
emocional, pero no ocurre lo mismo con la negligencia emocional, que puede
detectarse como un tipo de maltrato en si mismo.
Es conveniente recordar que por el carácter crónico de la relación vincular que
determina el MNE, la gravedad de los efectos aumenta cuando el maltrato comenzó
en las etapas tempranas de la vida del niño y no ha recibido asistencia efectiva
precozmente.
NEGLIGENCIA
Falta de supervisión apropiada, que provoca daño físico o facilita abusos sexuales.
Para detectar a las familias que tratan a sus hijos de manera negligente, es necesario
y operativo tener presente que los niños tienen el derecho a recibir, y los
padres/cuidadores la obligación razonable y prudente de brindar:
Alimentación
Vestimenta
Vivienda
Es el refugio que se le ofrece a los niños para protegerlos de manera eficaz de los
cambios climáticos, a la vez que brinda seguridad y un lugar de descanso.
Supervisión
Es la posibilidad de :
o Prevenir que el niño se vea afectado por daños previsibles y evitables
o Intervenir con rapidez cuando el daño está ocurriendo o ya ha ocurrido.
Atención médica
Contención
Escolaridad
Efectos
Es primordial considerar que los efectos de las conductas negligentes dependen de la etapa
del desarrollo que está atravesando el niño. Por lo gral, la N ocurre desde las primeras
etapas de la vida y tiene efectos acumulativos en el desarrollo y en las limitaciones
posteriores. Lo que determina la severidad de las consecuencias no es tanto el tipo de
negligencia sufrida sino su cronicidad. Y provoca efectos físicos (bebés, lactantes), efectos
en el desarrollo cognitivo, social, emocional y conductual en la niñez. En la adolescencia
persisten los trastornos de aprendizaje y los problemas en el rendimiento escolar. Existen
posibilidades de fugas del hogar con los riesgos consiguientes (prostitución, delincuencia,
conductas criminales violentas).
Abuso Sexual Infantil
Es importante destacar que raramente la confirmación del abuso se basa tan sólo en
el hallazgo de signos físicos directos o en la presencia de sólo uno de los
indicadores. En ese sentido, la tarea se asemeja a la del investigador que va
articulando diversas pistas (los indicadores) para obtener un panorama lo más
cercano posible a lo que verdaderamente sucedió.
El develamiento
¿Mienten los niños?
El relato espontáneo de los niños es uno de los indicadores más específicos de abuso
sexual, sin embargo menos del 15 % de los casos en que el niño lo relata es denunciado.
Estos argumentos abundan, por eso es muy importante que cuando un niño devela que ha
sufrido abusos sexuales, la persona que lo escuche, actúe de manera eficaz.
Inicialmente, el niño suele relatar una parte de lo sucedido para poner a prueba la reacción
del adulto; si se siente seguro, procederá a contar más detalles. Como primera medida se
debe mantener la calma y controlar la expresión de emociones como indignación,sospresa,
disgusto o rechazo. No se debe expresar desaprobación hacia el agresor: es posible que el
niño lo quiera y lo proteja a pesar de haber sido victimizado, por lo que se deben evitar
comentarios tales como: "te arruinó la vida", "cómo podes decir tal cosa", etc.
Es una forma de maltrato infantil en la cual el adulto cuidador falsea el historial clínico de
un niño, o altera los resultados de sus análisis, o produce signos y/o síntomas físicos y/o
psicológicos en el niño, de tal manera que se lo llega a considerar enfermo o disminuído.
La intencionalidad del comportamiento del cuidador que incurre en SMP, es satisfacer sus
propias necesidades psicológicas, de ahí que se lo califica como un "trastorno del
maternaje".
La mayoría de los casos, la persona causante de este cuadro es una mujer, por lo general la
madre.
Los casos más severos se deben al daño que le inflige la cuidadora de manera directa, para
provocar o simular una enfermedad en el niño; también puede falsificar información
médica, con lo cual el daño puede producirse precisamente a consecuencia de los repetidos
ingresos hospitalarios y el sinfin de exploraciones complementarias y procedimientos
nocivos.
Las necesidades emocionales subyacentes que la agresora intenta satisfacer suelen ser
variadas, pero están relacionadas con sus deseos de ser considerada una buena cuidadora,
de recibir atención y cuidado de los demás y/o ser considerada una mártir o una víctima.
Indicadores
Presencia de síntomas o signos clínicos persistentes.
Repetidas hospitalizaciones del niño y abundantes exploraciones complementarias,
sin que se pueda establecer un diagnóstico preciso.
Discordancia entre la exploración clínica y las manifestaciones que se presentan en
el niño.
Los síntomas solo se manifiestan cuando el niño está con su familia; si está
separado de ella, estas manifestaciones tienden a ceder o desaparecer.
El nivel intelectual de los padres suele ser alto.
Los profesionales llegan a pensar que están ante un caso insólito.
Dado que identificar las causas subyacentes suele requerir una evaluación médica y
psicológica cuidadosa y abarcativa de los cuidadores, el abordaje de esta forma de maltrato
infantil, demanda la intervención de un equipo interdisciplinario que disponga de los
recursos necesarios para documentar los hallazgos.
Apreciaciones finales
Aunque haya muchas dudas respecto a la intervención o no, la gente común y los
profecionales suponen que frente a la violencia contra niños y adolescentes es muy poco lo
que se puede hacer, notificar a las autoridades es el primer paso que sí se puede dar y que
permite empezar por "algo" que puede resultar en mucho. En este punto la duda más
frecuente es si esa denuncia no terminará complicando aún más la situación, ya sea porque
no se puede corroborar la so, por el temor a ser acusado de falso testimonio, porque tal vez
las autoridades intervengan drásticamente o no intervengan... Sin embargo, es importante
aclarar que no es la persona que notifica la que deberá "probar" la sospecha: solo mediante
una investigación especializada es posible confirmar o desechar sospechas y/o evidencias.
Y si los especialistas y las autoridades no se enteran ¿qué oportunidad les estamos dando de
que cumplan con su tarea?
Nos conviene saber si existe legislación acerca de la violencia familiar y/o el maltrato
infantil, qué formas de maltrato incluye, quienes deben notificar y dentro de qué plazos,
qué medidas de protección garantiza la notificación.
Ningún asesor de menores, ningún juez ni profesional de este tema puede acercarse por si
mismo a los domicilios para averiguar si los niños están siendo victimizados. son los
familiares, los vecinos, los maestros, los profesionales de la salud y de la educación, así
como toda institución que trabaje con niños, los sque deben acercarse a los especialistas o a
la instancia legal para comunicar lo que han visto o escuchado y solicitar colaboración.
Para tener una función preventiva exitosa, el sistema judicial tiene que actuar de manera
coordinada con otras disciplinas e instituciones. Los niños no pueden defenderse por sí
solos; tampoco los profesionales que los apoyan.
El objetivo de la intervención es reducir el nivel de riesgo del grupo familiar de manera tal
que el niño pueda permanecer en él. Muchas veces esto no es posible sin proceder a una
separación transitoria y a una intervención terapéutica. En los casos en que no queda otra
alternativa que separar al niño de su hogar, se aconseja evaluar los recursos de la familia
extensa para albergarlo transitoriamente. El último recurso es que el niño pase a una
institución o a personas desconocidas para él.