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Aparición y leyenda

APARICIÓN Y LEYENDA
VIRGEN DE LA CUEVA

Al recordar nuestra historia,


los trovadores nos cuentan
que el Señorío de Haza
originó esta leyenda:

Mirador de plaza fuerte,


atalaya de defensa;
entorno de labrantíos
y a los pies la hermosa vega.
Un soldado, en una noche
de vigilante cautela,
ve que una luz en el monte
reluce como una estrella.
El soldado no se asusta,
aunque razones tuviera;
y de inmediato confirma
el despliegue de una hoguera.

Advierte a su superior
lo que ha visto con sorpresa
y le pide entusiasmado
desplazarse a la ribera.
Ante tan grata noticia
que el asunto representa,
asiente el buen capitán:
ambos irán hoy a verla.
Caminan con precaución,
con temor y reverencia
río arriba -río Riaza-,
utilizando veredas.
Sin olvidar en la ruta
el brillo de aquella estela
avanzan con ilusión
en dirección a la cueva.

La luz de llama encendida


que observan en la ladera
es de signo celestial
y no una simple quimera.
Ante sus ojos y asombro
descubren en forma cierta,
sin averiguar misterios,
una figura en madera.

- ¿Y el destello refulgente?
- Emerge de la Doncella.
Al Hijo tiene en sus brazos,
con su carita risueña.
Es la imagen de María,
“llena de gracia” y pureza,
lo que deslumbra sus ojos
y al corazón embelesa.

Ambos caen de rodillas


en actitud manifiesta,
dando gracias al Dios vivo
con espíritu de fiesta.
Discurren unos instantes
qué hacer con la imagen bella
y deciden transportarla
en esta noche serena.

Con voluntad decidida,


de momento, allí la dejan;
volverán para llevarla
sin que levanten sospechas.
Llegan gozosos a Haza
y en breve tiempo regresan,
para llevarse la talla,
con bueyes, en la carreta.

La recogen en sus brazos,


la montan y se la llevan…
A la salida de Hontangas
se paraliza la escena.
Insisten una y mil veces
en su decisión primera;
quieren que sea su Reina
en la plaza que ellos sueñan.

Los bueyes trabajan duro


y sin alivio resuellan;
pero el convoy no se mueve,
aunque mentira parezca.
Nada vale que fustiguen
a las bestias en la brega;
recuperan movimiento
sólo cuando dan la vuelta.

- La Virgen no quiere irse,


deducen cuando lo piensan;
ella prefiere las fuentes
de agua limpia en las praderas.
El capitán y el soldado,
usando de inteligencia,
aceptan la voluntad
de la celestial Princesa.

- Quiere quedarse en Hontangas,


en lo hondo de la cueva,
para recibir el culto
que cada uno profesa.

Como les honra la gracia


y actúan en consecuencia;
desisten de su intención
con sentido de inocencia.

Avisan a los vecinos,


aunque algunos no los crean:

- Ha aparecido esta imagen


en un rincón de la cueva;
nos damos por bien honrados.
María, de gracia llena,
nos advierte con su gesto
que quiere quedarse cerca.
Fijaos bien en la imagen:
no engañen las apariencias;
tiene corazón de carne,
aunque parezca madera.
De inmediato la recogen
y a todos se la presentan;
habrán de hacer una Ermita
donde el cariño florezca.

- Si quieren buscar un nombre


para esta figura excelsa,
no han de ocupar mucho tiempo
ni romperse la cabeza.
El lugar de aparición
ha sido una gruta fresca.
Nuestra Madre ha de llamarse:
¡Virgen Santa de la Cueva!

Todos proclaman y cantan


canciones de primavera;
su fiesta será en abril,
cuando se esponja la tierra.

Desde tiempo inmemorial


es querida en La Ribera:
la rezan los más fervientes
y la cantan los poetas.
Si hay sequía en el campo,
a la Madre se encomiendan:
¡Que llueva, que llueva!, piden
a la Virgen de la Cueva.

Es la Patrona de Hontangas.
“Mujer fuerte” y Madre tierna;
consuelo para el creyente…
¡Virgen Santa de la Cueva!

*****
Serafín de la Hoz Veros.
Hontangas, 1 de abril de 2016. Fiesta patronal.

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