A B C . J U E V E S s 9 D S M A Y O D E 1910. E D I C I Ó N i.» P A U .
No sé por que me ha parecido hoy más
fresca la moza y su voz más dulce. Hasta
juraría que en su rígido rostro de alemana
de cepa se iniciaba temeroso el gesto que
intenta imitar una sonrisa. \ ñezcan y le roben belleza. Hoy es grande,
¿ Es que ha llegado, al fin, la primavera ?
Prudente es la duda. Pero, cuando menos,
el heraldo está aquí: es éste día de cielo
claro que ha" dado vida á las infinitas flo-
recillas blancas, rojas, amarillas, que al-
fombran los prados; que abrigó el aire y
puso notas alegres, regocijadas, en los pi-
cos inquietos de los pájaros.
Al abrir mi ventana han entrado á rauda-
les gérmenes^ de vida, no sé qué perfumes,
que^ han ensanchado mi pecho y han traí-
do á mis pulmones una impresión de rena-
cimiento.
Emma ha traído' los periódicos. He co-
menzado la tarea, la eterna excursión á lo
largo de las columnas de prosa.
Otra vez sobre el déficit de los ferroca-
rriles federales: siete millones. El mensaje
sobre el estado de la Hacienda: ''déficit de
tres millones, en lugar de los 18 previstos
•;n los presupuestos para 1909. Más cifras...
Me aburro. Recomienzo la faena entre
los árboles llenos de renuevos. Los números
Cfue me aburrían, ahora me marean. Les veo*
bailar una danza nerviosa.
Buse. Necesito noticias. He de hacer una
crónica y aun no sé de qué...
Mis ojos tropiezan, como cada día, con el
indefectible titulejo: la huega de Winther-
ton. Una huelga que no acaba nunca, que
fastidia durante cerca de un año á una po-
blación entera no sé con qué pretexto. Des-
pués, otra huelga: la de Basilea. Con gran
disgusto leo.
Resulta ser interesante. Una Compañía
de ferrocarriles ha querido aumentar en un
40 por 100 el precio de los abonos sema-
nales y mensuales que utilizan los obreros
que trabajan en las fábricas de la capital
del cantón, á la que van y de la que re-
gresan á su aldea cada día. Reunidos en
número de 4.000, se negaron á aumentar
los presupuestos domésticos, para no imitar
á la Hacienda en lo del déficit, y resolvie-
ron la huelga. Ahora cada mañana van á
pie ó en carretas, y acompañados de la
charanga de_ su aldea", á su tarea, y ni
uno soío utiliza el tren. Han acordado ade-
más pedir que se incaute de la línea el
Estado.
Paso adelante, no sin sentir grandes de-
seos de hacer propaganda en favor de
tina huelga semejante en España, aunque
fuera sin música, de todos mis compatrio-
tas, que tienen pagando, sufridos y calla-
dos, las tarifas de nuestros ferrocarriles.
Y me encuentro con el procese de una mu-
jer, un ángel... caído, que incendió y ase-
sinó. La víctima era un hermano: miel so-
bre hojuelas.
El asunto, el "interesante asunto de mi
crónica, no lo veo por ninguna parte.
—¿Viene usted conmigo á Montreux?—
me gritó mi buen amigo líerr Gottwalt, des-
de su ventana.
Montreux... Deut de Midi . Leman...
Chillón... La proposición es irresistible.
—I Cuándo ?
—Ahora.
Un momento después montamos en el
iren, y luego- en otro que nos arrastra por
el valle de Gruyere, el valle tranquilo, como
dormido ó muerto, lleno de un encanto irre-
sistible, dulce como una oda de Fray Luis
de León, callado y solitario como sus bos-
ques cuando descansa Eolo. Y el tren nos
muestra el Moleson gigante, cubierto de
nieve, á la que el sol arranca iris de nácar.
Y luego, Saint Denis, con su castillo encan-
tado perdido en las faldas de los mociles al-
tivos ; y después, ya, en el llano, Aigle, mirán-
ABC (Madrid) - 19/05/1910, Página 4
Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los
contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición
como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los
productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.
dose en el lago y contemplando enamorado
la joya del Lemau, el castillo de Chillón.
Si. es primavera. Lo dice el lago, que ya
no tiene nieblas plomizas que le empeque-
inmenso : es un mar de seda, tranquilo, quie-
to, muy azul, que recorren barcas con muy
blancas velas y matizan las gaviotas, que
se hunden, se levantan, inquietas, gallardas.
Chillón: la vieja morada de los duques,
enclavada sobre un espejo que copia el cie-
lo, se levanta poética, con su sabor de otra
edad, recia y delicada. Los peregrinos de su
gentileza la admiramos. Llegamos á sentir
un verdadero amor por ella, como el que
sentimos por las viejas reliquias de los que
nos obligaron con sus bondades ó nos rin-
dieron con su hermosura.
Y ha llegado la noche... Y faltaba el
asunto... Y la crónica, sin escribir...
Perdona, lector. ¿No has dejado nunca
algo por hacer porque hizo buen sol, un día
tibio de primavera?
PEDRO MARB A.DES
Montreux, Mayo.
MADRID AL DÍA
A la hora convenida de antemano se
acabó el mundo esta madrugada. El último
día fue bastante animado. Ya por la maña-
na vendían los golfos en la Puerta del
Sol y sus alrededores un suplemento con
el nombre y señas del Halley que^ se ha
de lidiar esta noche. Algunos simplificaban
el nombre ó le traducían libre/nente, con-
virtiéndole en Ole. Por la noche estaba ya
todo el mundo en Ole neto y puro...
Por la mañana cayeron las últimas llu-
vias; á media tarde salió-el sol por última
vez, y cuando empezó la noche, se hizo la
vida ordinaria, como si tal cosa. ¡ Frescura
más grande no se ha visto en la,vida!
Hasta la Comisión municipal de Espec-
táculos se reunió y acordó reanudarlos
hoy, sin tener en cuenta lo que iba á su-
ceder. Eso sí, dio como de iniciativa suya
algunos de los que lo son de iniciativa
particular, como el concurso hípico. Es ver-
dad que ¿quién iba á protestar después de
la catástrofe universal?
Halley %e adelantó para un pobre hombre
que trabajaba en los derribos del cuartel
de San Gil, y se le vino encima una bó-
veda, dejándole muerto.
También se adelantó para Barcelona en
forma de bombas, que estallaron sin pro-
ducir más víctimas que la propia Barcelona,
porque á matarla lenta y cruelmente tien-
den esos bárbaros atentados.
El Jurado declaró inculpable á una pobre
chica que mientras jugaba al tute con los
porteros de su casa desaparecían de la ha-
bitación de su ama unos cuantos miles de
pesetas. Pensarían los jueces qtie para lo
que iba á disfrutar de libertad... Hasta la
madrugada.
El concurso hípico estuvo animado y
agradó á la concurrencia. Los caballos que
más gustaron, los ingleses, porque por no
parecerse á Halley tienen poca cola.
De política... ¿quién se acordaba ayer de
política? Por pensar en ella se puso enfer-
mo el conde de Romanones, aunque, por
fortuna, levemente.
Por la noche... por la noche, en pleno Car-
naval. A media noche, más gente por las
calles que á mediodía. Gran mascarada,
abundante vino, mucha chirigota... ¡y vá-
yanles ustedes con cianógenos á los tras-
nochadores madrileños ! ¡ El perihelio que
les pedía el cuerpo era el de la broma y el
ingenio!
No faltó gente que se guardó el susto
en casa; pero como no se exhibió, su can-
guelo pasó inadvertido.
De modo que Halley habrá traído & no
cola, eso ¡ allá los sabios!; pero lo que es
la noche del 18 de Mayo, ¡vaya si la ha
traído...!
LOS GRANDES CRJMENES
UN DOBLE
PARRICIDIO
POR TELÉGRAFO
París 18, 3 tarde. El pintoresco pueblo
de Birmandreis, barrio de Alger, ha sido
teatro de un doble crimen, cuyo autor ha
sido Edmundo Carrere, joven de veinticin-
co años, y cuyas víctimas son su padre.
maestro, y su madre.
El suceso ocurrió en la propia escue»a.
El joven Carrere debía salir esta ma»
ñaña para Guyotville, donde debía pasai
una temporada de reposo cerca de un mé-
dico especialista en enfermedades nervio-
sas
- Salió el padre para comprar tabaco, J
cuando entró de nuevo en su casa halló
á su hijo armado de una escopeta, con la
cual acababa de matar á su madre, dis-
parándola á boca de jarro un tir&.
Se interpuso el pobre padre, pero ma
nuevo disparo le hizo rodar muerto.
El parricida se encerró entonces ea Stt
habitación, cargada de nuevo su escopeta.
Acudieron los gendarmes, quienes habla».
ron con él desde el pasillo, consiguiendo
persuadirle de que debía entregarse para
no agravar su situación.
Le engañaron diciendo que no había ma-
tado á sus padres, y que las heridas de
éstos eran leves
Entonces- el' parricida se entregó, y al
"ver los - inanimados cuerpos de sus padres.
exclamó:
—Me habéis engañado;- pero bien arnera
tos están. Lo único que siento es no haber
hecho lo mismo con el -empleado de Co-
rreos que ayudaba ó, mi padre' á martirio
zarme con sus experiencias de magnetismo.
Se ha comprobado que_ el ~ infeliz estaba
loco, y que los cuidados de sus padres los
tomaba como tormentos y mortificaciones.
LA ESPAÑA
PINTORESCA
Los días pasados se na escrito macho
sobre el pintor Zuloaga, hasta el punto de
denominarse al asunto "La cuestión Zuloa-
ga". He ahí un pintor ilustre que, á pesar
de ser el más ilustre de los pintores con-
temporáneos, no puede penetrar en Espa-
ña, donde se le ignora, se le discute y aun
se le detesta. Y lo particular del caso es
que Zuloaga, discutido y como expulsadoa
de España, hace un arte cuyo asunto e
absoluta y exclusivamente español.
Pero todas las cosas tienen un motiva
de ser. La especie de antipatía que mere-
cen á muchos españoles las obras de Zu-
loaga, ¿de dónde nace, por qué es...? Yo
creo que el espíritu español rechaza ins-
tintivamente el arte de Zuloaga por un mo-
tivó capital: porque no es español.
Hay dos maneras de sentir las cosasí
una desde dentro y otra desde fuera. Eí
que siente las cosas desde dentro las co-¡
menta inconscientemente, con un sentido
normal y justo, sin darse cuenta de las
efectos: éste es el modo con que comenta-
ron la vida e'spañola Velázquez, Zurbaráo,
Cervantes, Hurtado de Mendoza. Pero el
que nente las cosas desde fuera se sitúa
en el lugar del espectador, y, por consi-
guiente, su ánimo no está tranquilo ni es
justo nunca: se entusiasma,, se apasiona, se
 A B C . J U E V E S s 9 D S M A Y O D E 1910. E D I C I Ó N i.» P A U . 4
No sé por que me ha parecido hoy más
fresca la moza y su voz más dulce. Hasta
juraría que en su rígido rostro de alemana
de cepa se iniciaba temeroso el gesto que
intenta imitar una sonrisa. \ ñezcan y le roben belleza. Hoy es grande,
¿ Es que ha llegado, al fin, la primavera ?
Prudente es la duda. Pero, cuando menos,
el heraldo está aquí: es éste día de cielo
claro que ha" dado vida á las infinitas flo-
recillas blancas, rojas, amarillas, que al-
fombran los prados; que abrigó el aire y
puso notas alegres, regocijadas, en los pi-
cos inquietos de los pájaros.
Al abrir mi ventana han entrado á rauda-
les gérmenes^ de vida, no sé qué perfumes,
que^ han ensanchado mi pecho y han traí-
do á mis pulmones una impresión de rena-
cimiento.
Emma ha traído' los periódicos. He co-
menzado la tarea, la eterna excursión á lo
largo de las columnas de prosa.
Otra vez sobre el déficit de los ferroca-
rriles federales: siete millones. El mensaje
sobre el estado de la Hacienda: ''déficit de
tres millones, en lugar de los 18 previstos
•;n los presupuestos para 1909. Más cifras...
Me aburro. Recomienzo la faena entre
los árboles llenos de renuevos. Los números
Cfue me aburrían, ahora me marean. Les veo*
bailar una danza nerviosa.
Buse. Necesito noticias. He de hacer una
crónica y aun no sé de qué...
Mis ojos tropiezan, como cada día, con el
indefectible titulejo: la huega de Winther-
ton. Una huelga que no acaba nunca, que
fastidia durante cerca de un año á una po-
blación entera no sé con qué pretexto. Des-
pués, otra huelga: la de Basilea. Con gran
disgusto leo.
Resulta ser interesante. Una Compañía
de ferrocarriles ha querido aumentar en un
40 por 100 el precio de los abonos sema-
nales y mensuales que utilizan los obreros
que trabajan en las fábricas de la capital
del cantón, á la que van y de la que re-
gresan á su aldea cada día. Reunidos en
número de 4.000, se negaron á aumentar
los presupuestos domésticos, para no imitar
á la Hacienda en lo del déficit, y resolvie-
ron la huelga. Ahora cada mañana van á
pie ó en carretas, y acompañados de la
charanga de_ su aldea", á su tarea, y ni
uno soío utiliza el tren. Han acordado ade-
más pedir que se incaute de la línea el
Estado.
Paso adelante, no sin sentir grandes de-
seos de hacer propaganda en favor de
tina huelga semejante en España, aunque
fuera sin música, de todos mis compatrio-
tas, que tienen pagando, sufridos y calla-
dos, las tarifas de nuestros ferrocarriles.
Y me encuentro con el procese de una mu-
jer, un ángel... caído, que incendió y ase-
sinó. La víctima era un hermano: miel so-
bre hojuelas.
El asunto, el "interesante asunto de mi
crónica, no lo veo por ninguna parte.
—¿Viene usted conmigo á Montreux?—
me gritó mi buen amigo líerr Gottwalt, des-
de su ventana.
Montreux... Deut de Midi . Leman...
Chillón... La proposición es irresistible.
—I Cuándo ?
—Ahora.
Un momento después montamos en el
iren, y luego- en otro que nos arrastra por
el valle de Gruyere, el valle tranquilo, como
dormido ó muerto, lleno de un encanto irre-
sistible, dulce como una oda de Fray Luis
de León, callado y solitario como sus bos-
ques cuando descansa Eolo. Y el tren nos
muestra el Moleson gigante, cubierto de
nieve, á la que el sol arranca iris de nácar.
Y luego, Saint Denis, con su castillo encan-
tado perdido en las faldas de los mociles al-
tivos ; y después, ya, en el llano, Aigle, mirán-
ABC (Madrid) - 19/05/1910, Página 4
Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los
contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición
como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los
productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.
dose en el lago y contemplando enamorado
la joya del Lemau, el castillo de Chillón.
Si. es primavera. Lo dice el lago, que ya
no tiene nieblas plomizas que le empeque-
inmenso : es un mar de seda, tranquilo, quie-
to, muy azul, que recorren barcas con muy
blancas velas y matizan las gaviotas, que
se hunden, se levantan, inquietas, gallardas.
Chillón: la vieja morada de los duques,
enclavada sobre un espejo que copia el cie-
lo, se levanta poética, con su sabor de otra
edad, recia y delicada. Los peregrinos de su
gentileza la admiramos. Llegamos á sentir
un verdadero amor por ella, como el que
sentimos por las viejas reliquias de los que
nos obligaron con sus bondades ó nos rin-
dieron con su hermosura.
Y ha llegado la noche... Y faltaba el
asunto... Y la crónica, sin escribir...
Perdona, lector. ¿No has dejado nunca
algo por hacer porque hizo buen sol, un día
tibio de primavera?
PEDRO MARB A.DES
Montreux, Mayo.
MADRID AL DÍA
A la hora convenida de antemano se
acabó el mundo esta madrugada. El último
día fue bastante animado. Ya por la maña-
na vendían los golfos en la Puerta del
Sol y sus alrededores un suplemento con
el nombre y señas del Halley que^ se ha
de lidiar esta noche. Algunos simplificaban
el nombre ó le traducían libre/nente, con-
virtiéndole en Ole. Por la noche estaba ya
todo el mundo en Ole neto y puro...
Por la mañana cayeron las últimas llu-
vias; á media tarde salió-el sol por última
vez, y cuando empezó la noche, se hizo la
vida ordinaria, como si tal cosa. ¡ Frescura
más grande no se ha visto en la,vida!
Hasta la Comisión municipal de Espec-
táculos se reunió y acordó reanudarlos
hoy, sin tener en cuenta lo que iba á su-
ceder. Eso sí, dio como de iniciativa suya
algunos de los que lo son de iniciativa
particular, como el concurso hípico. Es ver-
dad que ¿quién iba á protestar después de
la catástrofe universal?
Halley %e adelantó para un pobre hombre
que trabajaba en los derribos del cuartel
de San Gil, y se le vino encima una bó-
veda, dejándole muerto.
También se adelantó para Barcelona en
forma de bombas, que estallaron sin pro-
ducir más víctimas que la propia Barcelona,
porque á matarla lenta y cruelmente tien-
den esos bárbaros atentados.
El Jurado declaró inculpable á una pobre
chica que mientras jugaba al tute con los
porteros de su casa desaparecían de la ha-
bitación de su ama unos cuantos miles de
pesetas. Pensarían los jueces qtie para lo
que iba á disfrutar de libertad... Hasta la
madrugada.
El concurso hípico estuvo animado y
agradó á la concurrencia. Los caballos que
más gustaron, los ingleses, porque por no
parecerse á Halley tienen poca cola.
De política... ¿quién se acordaba ayer de
política? Por pensar en ella se puso enfer-
mo el conde de Romanones, aunque, por
fortuna, levemente.
Por la noche... por la noche, en pleno Car-
naval. A media noche, más gente por las
calles que á mediodía. Gran mascarada,
abundante vino, mucha chirigota... ¡y vá-
yanles ustedes con cianógenos á los tras-
nochadores madrileños ! ¡ El perihelio que
les pedía el cuerpo era el de la broma y el
ingenio!
No faltó gente que se guardó el susto
en casa; pero como no se exhibió, su can-
guelo pasó inadvertido.
De modo que Halley habrá traído & no
cola, eso ¡ allá los sabios!; pero lo que es
la noche del 18 de Mayo, ¡vaya si la ha
traído...!
LOS GRANDES CRJMENES
UN DOBLE
PARRICIDIO
POR TELÉGRAFO
París 18, 3 tarde. El pintoresco pueblo
de Birmandreis, barrio de Alger, ha sido
teatro de un doble crimen, cuyo autor ha
sido Edmundo Carrere, joven de veinticin-
co años, y cuyas víctimas son su padre.
maestro, y su madre.
El suceso ocurrió en la propia escue»a.
El joven Carrere debía salir esta ma»
ñaña para Guyotville, donde debía pasai
una temporada de reposo cerca de un mé-
dico especialista en enfermedades nervio-
sas
- Salió el padre para comprar tabaco, J
cuando entró de nuevo en su casa halló
á su hijo armado de una escopeta, con la
cual acababa de matar á su madre, dis-
parándola á boca de jarro un tir&.
Se interpuso el pobre padre, pero ma
nuevo disparo le hizo rodar muerto.
El parricida se encerró entonces ea Stt
habitación, cargada de nuevo su escopeta.
Acudieron los gendarmes, quienes habla».
ron con él desde el pasillo, consiguiendo
persuadirle de que debía entregarse para
no agravar su situación.
Le engañaron diciendo que no había ma-
tado á sus padres, y que las heridas de
éstos eran leves
Entonces- el' parricida se entregó, y al
"ver los - inanimados cuerpos de sus padres.
exclamó:
—Me habéis engañado;- pero bien arnera
tos están. Lo único que siento es no haber
hecho lo mismo con el -empleado de Co-
rreos que ayudaba ó, mi padre' á martirio
zarme con sus experiencias de magnetismo.
Se ha comprobado que_ el ~ infeliz estaba
loco, y que los cuidados de sus padres los
tomaba como tormentos y mortificaciones.
LA ESPAÑA
PINTORESCA
Los días pasados se na escrito macho
sobre el pintor Zuloaga, hasta el punto de
denominarse al asunto "La cuestión Zuloa-
ga". He ahí un pintor ilustre que, á pesar
de ser el más ilustre de los pintores con-
temporáneos, no puede penetrar en Espa-
ña, donde se le ignora, se le discute y aun
se le detesta. Y lo particular del caso es
que Zuloaga, discutido y como expulsadoa
de España, hace un arte cuyo asunto e
absoluta y exclusivamente español.
Pero todas las cosas tienen un motiva
de ser. La especie de antipatía que mere-
cen á muchos españoles las obras de Zu-
loaga, ¿de dónde nace, por qué es...? Yo
creo que el espíritu español rechaza ins-
tintivamente el arte de Zuloaga por un mo-
tivó capital: porque no es español.
Hay dos maneras de sentir las cosasí
una desde dentro y otra desde fuera. Eí
que siente las cosas desde dentro las co-¡
menta inconscientemente, con un sentido
normal y justo, sin darse cuenta de las
efectos: éste es el modo con que comenta-
ron la vida e'spañola Velázquez, Zurbaráo,
Cervantes, Hurtado de Mendoza. Pero el
que nente las cosas desde fuera se sitúa
en el lugar del espectador, y, por consi-
guiente, su ánimo no está tranquilo ni es
justo nunca: se entusiasma,, se apasiona, se