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Abstract:
Juan Zorrilla de San Martin publica este clásico inmortal de la literatura en 1888 bajo la
editorial Barreiro y Ramos. Es una obra que llega en un contexto social sumamente
adecuado.
Más de uno podría objetar que el Romanticismo iba perdiendo terreno en América
latina y que fue un error recurrir a este estilo, ya que esta se encontraba en los
primeros pasos de un proceso de migración estilística al recientemente inaugurado
Modernismo, con un Rubén Darío que nos entregaría su obra maestra “Azul” también
publicada en 1888, considerada la primera obra de esta nueva corriente altamente
influenciada por la poesía francesa y que marcaría una nueva generación literaria.
”… En el este (La Cautiva, Martín Fierro) el indio resalta como enemigo del blanco.
Debemos esperar un tiempo hasta que surja una obra como Tabaré, de Zorrilla de San
Martín. Sin olvidar que el canto del poeta uruguayo es, esencialmente, el canto a una
raza indígena prácticamente extinguida....”.
La nación estaba dando los primeros pasos de su consolidación, pero cargando en sus
hombros el irónico peso del vacío identitario, entre nuestro pasado colonial y el
mestizaje, es difícil encontrar un sentido de pertenencia o una herencia directa. El
autor tiene algo claro: la sensibilidad es prioritaria y perteneciente únicamente a los
seres civilizados.
Eduardo Piazza aborda esta problemática del problema fundacional en su artículo “La
nación épica de Zorrilla de San Martin” (2016, Encuentros Uruguayos), en este plantea
que es una costumbre europea remontarse a un mito ya extendido, volviendo a
tiempos pasados y caballerescos (en los que aún no existía el estado) afianzando de
esta manera el sentimiento nacionalista y de pertenencia a algo trascendental con
orígenes épicos que se convertirá en orgullosa herencia de un pueblo.
Aquí la teoría de la triangulación del deseo de René Girard entra en juego, ya que se
vuelve evidente que el autor pretende una sociedad católica e ilustrada, idealizada
bajo el canon español.
Tabaré es un héroe romántico debido a que cumple con todas las características de
este: Es sentimental y solitario, actúa motivado por el amor a una mujer (ya sea su
madre o Luz quien le recuerda a ella), vive atrapado en el limbo de dos mundos a los
que no puede pertenecer completamente y se encuentra con un final trágico que no
merece.
Este origen genera algo diferente en Tabaré con respecto a los demás indígenas, el
autor nos quiere hacer ver que los salvajes son incapaces de sentir emociones
trascendentes y puras, lo único que conocen es la euforia al concretar placeres
carnales.
"Esos personajes, que no son de carne y hueso, figuran en el poema... Todos esos
personajes lo son del drama; lo son tanto o más que don Gonzalo y que Blanca, y tanto
como el mismo Tabaré, su interlocutor".