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Aprender a
convivir tiene, en
primer lugar, una
componente
emocional y
afectiva y, en segundo
lugar, un factor moral
y ético; por ello, se
debe procurar que el
aprendizaje de la
convivencia escolar
es organizar de
manera solidaria,
agradable y justa las
relaciones
interpersonales de la vida en el aula y la preparación del educando para poder
ejercerla en otros contextos sociales. Sin embargo, entender y comprender dicha
preparación es también consecuencia de asumir actitudes y modos de comportamiento
aceptables.
La escuela es donde se aprende a practicar la democracia aceptando y
respetando las diferencias individuales no permitiendo ni la exclusión, ni el
maltrato, ni las faltas de respeto o indisciplina. Es decir, la escuela es donde se
Para desarrollar con eficacia esta tarea es necesario poseer y desarrollar la capacidad
de confiar en los demás, la habilidad para ejercer nuevos papeles y adecuar los
comportamientos y actitudes a distintos contextos, o la capacidad de mostrarse
sensible y empático con los demás (Inteligencia emocional). Así como los
profesores son los que trasmiten a sus educandos nuevos conocimientos,
procedimientos y estrategias, igualmente la enseñanza y el aprendizaje de otros
contenidos como las actitudes y valores suponen una atención consciente por parte de
los profesores. Elcontrol sobre nuestros propios mecanismos no-verbales de
comunicación en nuestro rol docente (miradas, gestos, expresiones corporales,
entre otros) manifiesta nuestros valores y actitudes, el alumnado va elaborando,
construyendo e interiorizando esos esquemas de actuación. Sin embargo, estos
esquemas de actuación poseen dos vertientes:
El profesorado condiciona los procesos de aprendizaje del alumnado y las
relaciones entre ellos; sin embargo, además,
es el propio grupo de educandos los que forman y fomentan unas
condiciones organizativas y relacionales que escapan al control del
profesor.
Por tanto, el grupo de iguales ejerce un gran poder social sobre los sujetos de forma
individual, de manera que se genera una microcultura de valores y normas de
convivencia que son respetadas y asumidas por todos y cada uno de ellos. Las
interpretaciones de esta “cultura de adolescentes” justifica la necesidad que tienen
de afirmar su propia identidad personal que trasciende su propia decisión individual
y sentirse reafirmados grupalmente.
Con respecto a esto último, nos preguntamos ¿Por qué las conductas disruptivas
tienden a imitarse? ¿Por qué muchos se sienten atraídos a imitar estas conductas
de otros compañeros conflictivos? El adolescente en su necesidad de reafirmar su
personalidad y manifestar que el mismo ya no es un niño y de sentirse que ya es un
adulto busca reafirmase como tal y tiende a desafiar las normas. Las normas, de alguna
manera, llevan a cumplir y obedecer lo que los adultos consideran como
comportamientos correctos, lo que debemos seguir y hacer según los adultos. Al
desafiarlas busco reafirmar mi personalidad y ser yo mismo el que critica y opta como
corresponde actuar. Ahora bien, ¿Con quién se atreve el adolescente en ese
desafío?Con los adultos que muestran poca seguridad y poca personalidad. ¿Y con
sus iguales?Con aquellos que poseen poca autoestima y sumisos (Bullying). Ahora
bien, este tipo de conductas son atractivas para imitar, para muchos de sus
compañeros, pues creen que al imitarlas logran esa reafirmación tan valorada en esta
edad. Esta explicación corresponde a lo normal y propio de la edad adolescente y que
como tal también la poseen los mamíferos (aunque personas también los
somos): desafiar al igual o al adulto más débil para mostrar mi madurez insipiente.
Por supuesto, hay otras causas que no son propias de la edad:
través de sus mecanismos no-verbales como los gestos, el manejo del tiempo de
espera cuando les preguntan. La influencia del profesor en el comportamiento de los
educandos (Cuadrado y Fernández, 2007; 2008) determinan que cuando el profesor se
esfuerza por interactuar positivamente con sus educandos, se observa esta actitud en
un comportamiento de proximidad ofreciendo una atención individualizada, confianza y
respeto. Este acercamiento provoca una mejora en el rendimiento académico de
los estudiantes y una disminución de comportamientos agresivos. Por el contrario,
el distanciamiento y la frialdad del docente llevan aparejado un comportamiento
irrespetuoso y desatención hacia sus estudiantes, recibiendo menos elogios y más
críticas por parte del profesor aspecto que fomentan en ellos la agresividad.
La mejor respuesta a la disrupción parece ser que es la que dan aquellos
profesores que no muestran sobreenfado ni confusión, pero que tampoco
ignoran la prueba a la que están siendo sometidos, y saben responder de forma
serena y asertiva a la misma.
Ante la disrupción, es aconsejable no centrarse en ella, sino plantear
alternativas centrando la atención en la tarea. El profesor eficaz, ante la disrupción,
la atiende (no la soslaya), pero no reacciona de forma desproporcionada. Evita que el
conflicto “escale” y se agrande.
Como norma general, el profesor debe intentar no alterarse, no interpretar los
comportamientos disruptivos como agresiones a su persona.
Si los comportamientos no hacen imposible seguir con el proceso de enseñanza-
aprendizaje, se deben ignorar. En cambio ante incumplimiento de normas no se debe
hacer caso omiso, porque se daría a entender que las normas a veces se pueden
incumplir, con lo que restaríamos consistencia a la normativa.
La conducta del profesor tiene que tener consistencia y predictibilidad, así el
docente se va haciendo “fiable” para los educandos. Es importante ser sistemático, con
las normas, evaluación diaria, plazos de entrega de trabajos, etc.
Las expectativas y predisposición del profesor hacia los educandos (efecto
Pigmalión) juegan un papel importante en los comportamientos del alumnado: los
educandos intentan responder a las expectativas del profesorado, tanto si son positivas,
como negativas. De ahí que el profesorado deba evitar “etiquetas” o
“generalizaciones excesivas” (“eres un vago”, “siempre estás haciendo el payaso”,
“nunca acabas las tareas”…), sustituyéndolas por descripciones de las conductas (“no
has traído los dos últimos trabajos”, “deja ahora las bromas y empieza con el trabajo”,
“esta tarea está sin terminar”…)
Las explicaciones básicas sobre la motivación que lleva a los adolescentes a buscar
a sus iguales y a comprender el porqué de estas relaciones se podría señalar los
siguientes motivos:
1. Deseo de competencia. Se trata de la necesidad de logro, eficacia y destreza,
con el fin de ser considerado importante por los compañeros.
2. Deseo de afiliación. Conlleva la urgencia de sentir la sensación de ser aceptado
y querido por el grupo.
3. Deseo de poder. A veces se lleva el deseo de dominio y sumisión interpersonal
como capacidad efectiva de controlar a otras personas. Está relacionado con la
necesidad de una vivencia de seguridad.
La integración social en los grupos de adolescentes no depende exclusivamente de
factores personales y habilidades sociales individuales de los estudiantes; existe una
microcultura estructurada por un marco de normas, creencias y hábitos de
comportamiento que apuntan hacia donde reside esa necesidad de integración
satisfactoria para los individuos que se encuentran dentro. Por todo ello, el educando
se irá adaptando al grupo de iguales a medida que vaya adquiriendo e integrando las
normas y valores del grupo de compañeros. Tenemos indicios de que hay educandos
que presentan dificultades para hacer y mantener amigos, por diversas razones. El no
tener amigos o fracasar en ese empeño provoca en ocasiones sentimientos de
inseguridad afectando a su autoestima y viéndose a sí mismo como un sujeto con
escasa competencia social y limitada valía. Por esto, es importante educar a los
educandos en ser asertivo (Asertividad y resiliencia en la educación) y como mejorar
sus autoestima (La baja autoestima infantil y el refuerzo positivo, ¿Cómo mejorar la
autoestima de mi hijo? 5 prácticos consejos que debes seguir, La importancia de la
autoestima en educación)
Bibliografía:
1. La gestión de la disciplina en el aula y su influencia en el bienestar emocional y
competencia social en el alumnado. Isabel Cuadrado Gordillo
– https://www.carm.es/web/pagina?IDCONTENIDO=23331&IDTIPO=100&RAS
TRO=c303$m5917,23241,23279,23318,23302
2. Conductas disruptivas en el aula y su relación con las dificultades de
aprendizaje
– http://digibug.ugr.es/bitstream/10481/40484/1/MORENCIA_GONZALEZ_ION
E%20VICTORIA.pdf
3. Conductas disruptivas y gestión eficaz del aula
– https://es.scribd.com/document/172273387/59366-Conductas-disruptivas-y-
gestion-eficaz-del-aula-Angel-R-Calvo-Rodriguez
4. Estudio del impacto de las Conductas Disruptivas en niños y niñas
– http://dspace.ucuenca.edu.ec/bitstream/123456789/2371/1/tps667.pdf