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Pensamiento situacional.

La educación de la inteligencia fue siempre el objetivo de la educación desde


siempre. Desde Aristóteles y desarrollado, aún más, por Santo Tomás de Aquino se
ha discernido diversos tipos de saberes, el conocimiento teórico: Ciencia,
Inteligencia o Razón y Sabiduría. Y el conocimiento práctico: Arte, Técnica y
prudencia.

Sin desligarnos de estos conceptos nuestro punto de vista más que filosófico es
pedagógico y nuestro objetivo es entender la inteligencia a través de objetivos
educativos.
En reflexiones anteriores hemos visto la inteligencia emocional. No quiere decir
que la misma es emotiva. La inteligencia es una facultad espiritual que tiene como
objeto el ser. Pues bien, en este caso, para la educación, seleccionamos al sistema
emocional como ámbito de ser, esta realidad son las vivencias emocionales de la
persona con el objetivo de integrarlas, armonizarlas y equilibrarlas de forma
orgánica. Responde a nuestra visión de la persona como ser-psicofísico” y es parte
de nuestra teoría de Inclusión intrapersonal ya que integra la intelección.
La inteligencia situacional, de forma similar, es educar a la inteligencia para
discernir las situaciones de vida cotidiana. No quiere decir que la inteligencia es
situacional, como si fuera relativa a las situaciones que se presentan en nuestras
vidas.
El Pensamiento Situacional o Conciencia Situacional o Conciencia de la
Situación es una representación mental y comprensión de eventos vividos,
gentes, interacciones, condiciones ambientales y cualquier otro tipo de
factores de una situación específica que puedan afectar al desarrollo de mis
actividades humanas, mi comportamiento, mis decisiones y mi propia
personalidad. Formulado en términos simples en la consciencia situacional, la
persona educada en este tipo de pensamiento, “sabe o prevé lo que ocurre para
poder discernir lo que debe hacer”. Educar este tipo de pensamiento trae las
siguientes ventajas para la vida:

1. “Interpretar de la realidad situacional próxima” (visión proyectiva)


a. como una capacidad para dar respuestas ante situaciones que pueden
suceder que puedan desencadenar problemas en mi vida personal:
accidentes, peligros (físicos o morales), malas experiencias y fracasos, entre
otros, etc. Detectarlas a tiempo evito problemas futuros.
b. Reconocer oportunidades que pueden sucederse o circunstancias que puedo
alentar para satisfacer mis objetivos.
2. “Afrontar situaciones presentes” (visión actual).
a. De situaciones problemáticas: ¿Qué situaciones suceden en mi entorno a la
cual debo dar respuesta? ¿Por qué ocurre? ¿Qué ocurrirá a partir de ahora?
Los problemas existenciales si suceden debo interpretarlos y asumirlos. Ya
sucedieron! y lo único que me queda es interpretarlos y decidir la mejor
solución. Esta es la manera de crecer como persona. Si no lo hago, me
atascado, me anulo, me acorralo existencialmente sesgando mi proyecto de
vida y mi futuro queda en una encrucijada.
b. De la misma manera, situaciones favorables que puedo aprovechar, fomentar
y canalizar acurdo a mi proyecto de vida

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En términos de psicología cognitiva la consciencia situacional se refiere al


contenido activo del modelo mental de un humano que toma decisiones de las
tareas que tiene que llevar a cabo, el propósito de la consciencia situacional es
permitir una forma de tomar decisiones apropiadas y efectivas. Logrando
mantener la consciencia situacional se potencia la adquisición, la representación, la
interpretación y la utilización de cualquier información relevante con el objeto de
poner sentido a los eventos que ocurren, pudiéndose anticipar a los acontecimientos
futuros y afrontar los problemas presentes, dando la capacidad de poder tomar
decisiones inteligentes y de poder mantener el control en vista a su proyecto de vida
y de su propia felicidad.
Aprender contenidos es importante que aún más si estos me brindan material
para discernir mi entorno existencial y dar respuestas adecuadas.

1. ¿Cómo afrontar los problemas para vivir mejor?


a. Algunas consideraciones
Los problemas, dificultades y contrariedades que se nos presentan en la vida
tienen un conjunto de características que es necesario conocer y comprender
apropiadamente para interactuar con ellas. De esta manera se facilita mucho la
tarea de solucionarlas.
Afortunadamente la naturaleza de los conflictos tiene una estructura,
responde a una mecánica, presenta un estado y un sistema interdependiente
con su entorno. Se puede conocer su dinámica puede entenderse cómo se
forman, cómo se desenvuelven, qué tan graves son, cuanto pueden durar y
qué daños pueden provocar. También, pueden predecirse y dan margen a la
anticipación. Un problema presenta un paralelo de fuertes emociones: ansiedad,
angustia, miedo.
Introducirse en el conocimiento profundo de la naturaleza de los problemas y
discernirlos con inteligencia situacional es importante porque ella está
comprometida nuestra calidad de vida y nuestro potencial de realización plena
como personas.

b. Conozcamos algunos aspectos básicos:


En primer lugar, es importante diferenciar los problemas en sí mismos de
sus causas y sus efectos. Lo primero, es decir la identificación precisa de las
causas, constituye el factor principal para encontrar la solución del problema. Lo
segundo, la identificación y tratamiento de sus efectos, determinará si la solución
puede, o no, llevarse a cabo. El entendimiento de esta relación causal permite ser
eficiente en la resolución de conflictos.
Lo primero que provoca en nosotros la aparición del problema es una
reacción. Nuestros pensamientos y nuestras acciones se sitúan primero en la
parte de los efectos que tiene esta relación causal. Allí se dirige la atención y los
primeros esfuerzos. Habitualmente este comportamiento tiene un contenido
altamente emotivo y por ello mismo confunde más la percepción integral del
problema y dificulta su solución posterior. Tarde iniciamos el acercamiento
reflexivo hacia el problema para visualizarlo mejor y comenzar a entenderlo y por
supuesto, más tarde aún el proceso de identificación y evaluación de las causas
del problema. A veces esto último no se realiza en absoluto.
Cuando llega el momento de resolver el problema, la dificultad de la tarea
queda íntimamente relacionada con el carácter de las primeras reacciones y con el

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grado de entendimiento que se alcanzó del problema y de sus causas. Hay que
tener en cuenta que los problemas no solo son inevitables en el curso de la vida
sino que forman parte de una incansable rutina de la que nadie está exento.
Probablemente el resultado más triste (y el más costoso) que produce este
circuito vicioso sea la negación de un hecho fundamental de la naturaleza
misma de los problemas: y es que cada uno de ellos en realidad nos
presenta una oportunidad. Los problemas son SIEMPRE potenciales
oportunidades, más allá de su intensidad, de su gravedad o de la gran
contrariedad que ocasionen. Emerger victorioso de un problema cambia el
estado de una persona: lo hace crecer, lo fortalece, aumenta su experiencia y
su capacidad de enfrentar futuras contrariedades.
Cuando el problema surge ya nada puede hacerse con respecto a él,
simplemente ya está allí. Pero esto es una cosa y otra muy distinta es la forma que
tome nuestra reacción. Sobre ella si tenemos control, esto sí está a nuestro
alcance.
El problema en sí es sólo un conjunto de hechos, es algo completamente
impersonal; somos nosotros quienes le insuflamos vida y lo convertimos en
una entidad activa, dominante. Entonces el problema crece y muta de un estado
a otro volviéndose ingobernable. Para vencer es indispensable saber anticiparse e
interpretar la realidad circundante evitando el estado emocional y activar la
racionalidad. A esto apuntar forjar un pensamiento situacional, que lo que
aprendamos también sirva para la vida y para estos casos innegables de toda vida
humana.
La reacción primaria cuando se presenta el problema debe ser solamente
una larga pausa. No hacer y no decir nada: desactivar los circuitos nerviosos.
Inmediatamente después debe activarse la razón y debe ser enfocada
estrictamente al análisis y a la evaluación del problema, es decir a los hechos
concretos que éste presenta. En esta tarea es también recomendable tomarse
todo el tiempo que fuese posible, el tiempo debe jugar siempre a favor de la
solución y no del problema.
Luego del análisis racional del problema como conjunto de hechos debemos
ejercer una primera respuesta. Esta primera respuesta debe ser sólo eso: una
aproximación a la solución, un acto que “acote el terreno” en el que se
desenvuelven los hechos, un esfuerzo para evitar que el problema tome más
proporciones de las que ya ha alcanzado. Esta primera respuesta es una forma de
aplicar “paños fríos” a la situación. Un “paño frío” clásico es la serenidad que
pueda demostrarse (no la indispensable que debe tenerse sino aquella que puede
exhibirse). Otro “paño frío” útil es la comunicación activa con todas las personas
que puedan verse involucradas en la solución del problema, informándoles de los
hechos y evitando que tomen cualquier acción que proyecte el problema más allá
de los límites que estamos fijando. Otra acción rápida debe establecer con claridad
los conductos autorizados para el tratamiento del problema.

2. Cómo aprovechar las oportunidades que se nos presentan.


En nuestra vida misma debemos tener la capacidad para aprovechar las
oportunidades que se nos presentan. Y para ello, lo primero que debemos hacer
es estar siempre atentos a la aparición de éstas.
En caso de que estemos esperando una oportunidad en particular, debemos
saber esperarla con paciencia, pero a la vez buscarla.

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Mientras que buscar una oportunidad podría implicar mantenernos informados,


cultivar y mantener relaciones, hablar con ciertas personas que podrían conducirnos
a la oportunidad que buscamos, ir a ciertos lugares en donde podríamos encontrar la
oportunidad que buscamos, buscar nuevas experiencias, etc.
Al momento de esperar y buscar una oportunidad debemos tener en cuenta lo
siguiente:
a. prepararse: mientras esperamos y buscamos una oportunidad, debemos
aprovechar el tiempo en prepararnos, de tal modo que en cuanto ésta
aparezca, sepamos identificarla y aprovecharla al máximo.
b. escuchar nuestra intuición (conciencia situacional): nuestra intuición es
capaz de guiarnos hacia el encuentro de una oportunidad, debemos hacerle
caso cuando nos diga, por ejemplo, que hablemos con determinada persona
o que vayamos a determinado lugar.
c. no descartar posibilidades: no debemos descartar posibilidades de
encontrar una oportunidad, debemos tener en cuenta que las mejores
oportunidades aparecen cuando uno menos las espera, y en los momentos
menos pensados.
Una vez que aparezca una oportunidad debemos tener la capacidad para
identificarla.
Debemos tener en cuenta que si nos demoramos mucho en analizar o
aprovechar una oportunidad, al final podríamos terminar encontrando una excusa
para no actuar, podría ser demasiado tarde para aprovecharla (oportunidad que
podría presentarse una sola vez) o, lo que es peor, alguien más podría terminar
aprovechándola antes que nosotros.
Debemos tener en cuenta también que nunca podremos preverlo o planificarlo
todo, sino que siempre habrá cierto riesgo que debemos asumir, que ya habrá
tiempo en el camino para recabar más información, para prepararnos mejor, o para
hacer las correcciones que sean necesarias, y que en caso de que cometamos un
error o fracasemos, ello nos hará más fuertes y será ahí en donde más
aprenderemos.
Al momento de analizar y aprovechar una oportunidad, debemos tener en cuenta
lo siguiente:
a. confiar en nuestra intuición (conciencia situacional): nuestra intuición
sabe cuándo una oportunidad es efectivamente una oportunidad, y cuándo no
lo es. Si nos dice que debemos aprovechar una oportunidad, no debemos
perder más tiempo y actuar aun cuando no nos sintamos preparados; pero si
nos dice que no debemos tomarla, no debemos hacerlo por ningún motivo.
b. no esperar el momento oportuno: en ocasiones puede que sea necesario
ser pacientes y esperar el momento oportuno para actuar, pero en la mayoría
de casos el momento oportuno siempre será en cuanto podamos aprovechar
la oportunidad. Si nos dedicamos a esperar el momento oportuno puede que
al final sea demasiado tarde o que el momento oportuno que tanto esperamos
nunca llegue.
c. actuar a pesar de lo que digan los demás: la mayoría de las buenas
oportunidades no son evidentes y, en algunos casos, hasta parecen
insensatas; por lo que es común escuchar las críticas o los comentarios
desalentadores de los demás cuando uno se propone aprovechar una de
estas oportunidades. Por lo que ante una buena oportunidad, antes que
escuchar las críticas o los comentarios negativos de los demás, debemos
escuchar nuestra intuición.

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Una vez que hemos tomado una oportunidad, sabremos que hemos elegido el
camino correcto cuando disfrutamos lo que hacemos, y veamos que todo fluye y nos
sale bien.
Pero si, por el contrario, empezamos a encontrar obstáculos en el camino o las
cosas empiezan a salirnos mal, no debemos declinar tan rápido y procurar superar
estos obstáculos, teniendo en cuenta que las cosas podrían mejorar más adelante, o
que la oportunidad que hemos tomado podría conducirnos a mejores oportunidades.
Sin embargo, si el camino presenta demasiadas dificultades, así como debemos
tener la capacidad para identificar y aprovechar una oportunidad, debemos también
tener la capacidad para reconocer que tomamos el camino equivocado y para dar
marcha atrás.

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