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Formaciones Discursivas
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5. Mostrar, en fin, cómo pueden establecerse de una positividad a
otra, relaciones de subordinación o de complementariedad (...) y
establecer las correlaciones arqueológicas.
Sin embargo, es preciso para Foucault reconocer que la arqueología
también manifiesta unas relaciones entre las formaciones discursivas y
unos dominios no discursivos: instituciones, acontecimientos políticos,
prácticas y procesos económicos. Sin embargo, mientras que para la
historia de las ideas la sucesión y el encadenamiento temporal se
circunscriben a un análisis de evolución, para la arqueología es central la
búsqueda de reglas generales cuya validez atraviesen todos los puntos
del tiempo, de tal suerte que se evade de las series temporales y
sincronías. Aunque, para Foucault, esto no significa que la arqueología
trate como simultáneo lo que se da como sucesivo, no pretende fijar el
tiempo. Lo que pretende es poner en suspenso lo absoluto de la
sucesión. Para Foucault el discurso no está constituido por una serie de
acontecimientos homogéneos, más bien, distingue, en el espesor mismo
del discurso, diversos planos de acontecimientos posibles, siendo la
arqueología, un modo de hacerlos visibles.
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Para ingresar a esta cuestión, es preciso identificar aquellos textos
específicamente arqueológicos: “Enfermedad mental y personalidad”
(1954), “Historia de la locura en la época clásica” (1961), “El nacimiento
de la clínica” (1963), “Las palabras y las cosas” (1966), “La arqueología
del saber” (1969), y finalmente, lo que podríamos llamar “un texto de
transición a la genealogía”, “El orden del discurso” (1970).
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Foucault explica que el Hospital General tiene un estatuto ético.
Sus directores están revestidos de este cargo moral, y se les ha
confiado todo el aparato jurídico y material de la represión. Dice el
reglamento de su fundación que: “Tienen todo el poder de autoridad,
dirección, administración, policía, jurisdicción, corrección y castigo”.
Para cumplir esta tarea, se han puesto a su disposición postes y argollas
de tormento, prisiones y mazmorras.
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olvidada poco a poco a medida que el positivismo imponía sus
mitos de la objetividad científica; práctica de la cual se han
olvidado los principios y el sentido, pero siempre utilizada y
siempre presente. Lo que se llama práctica psiquiátrica es una
cierta táctica moral, contemporánea del fin del siglo XVIII,
conservada dentro de los ritos de la vida del asilo, y recubierta
por los mitos del positivismo.
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II. CARACTERIZACIÓN GENERAL DEL ANÁLISIS GENEALÓGICO.
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específicamente donde se ocupa de la cuestión del gobierno, la ética y la
estética de la subjetividad.
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igualmente situado en relaciones de poder extremadamente
complejas, pero para el estudio de esas relaciones de poder, carecía de
sistemas categoriales o analíticos suficientemente hábiles para explicar la
cuestión del poder. Sólo se contaba con los modelos legales e
institucionales, que remiten siempre al Estado y la economía. Por ese
motivo ha debido repensar el problema del poder. Si se quería examinar
la relación del poder con la objetivación del sujeto, era preciso
reformular y ampliar las perspectivas comprensivas del poder.
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2. Analizar los métodos punitivos no como simples consecuencias de
reglas de derecho o como indicadores de estructuras sociales,
sino como técnicas específicas del campo más general de los
demás procedimientos de poder. Adoptar en cuanto a los castigos
la perspectiva de la táctica política.
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cuerpo. Indudablemente, esta tecnología es difusa, rara vez formulada
en discursos continuos y sistemáticos; se compone a menudo de
elementos y de fragmentos, y utiliza unas herramientas o unos
procedimientos inconexos. A pesar de la coherencia de sus resultados,
no suele ser sino una instrumentación multiforme. Además, no es
posible localizarla ni en un tipo definido de institución, ni en un
aparato estatal. Éstos recurren a ella; utilizan, valorizan e imponen
algunos de sus procedimientos. Pero ella misma en sus mecanismos y sus
efectos se sitúa a un nivel muy distinto. Se trata en cierto modo de una
microfísica del poder que los aparatos y las instituciones ponen en
juego, pero cuyo campo de validez se sitúa en cierto modo entre esos
grandes funcionamientos y los propios cuerpos con su materialidad y sus
fuerzas1.
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Foucault, M. “Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión”. Siglo XXI Editores. México, 1997.
Traducción de Aurelio Garzón del Camino. pp.11-15.
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con los ciudadanos o en la frontera de las clases y que no se limitan a
reproducir al nivel de los individuos, de los cuerpos, unos gestos y unos
comportamientos, la forma general de la ley o del gobierno; que si bien
existe continuidad, no existe analogía ni homología, sino especificidad de
mecanismo y de modalidad. Finalmente, no son unívocas; definen
puntos innumerables de enfrentamiento, focos de inestabilidad, cada
uno de los cuales comporta sus riesgos de conflicto, de luchas y de
inversión, por lo menos transitoria de las relaciones de fuerzas. El
derrumbamiento de esos “micropoderes” no obedece, pues, a la ley del
todo o nada; no se obtiene de una vez para siempre por un nuevo control
de los aparatos ni por un nuevo funcionamiento o una destrucción de las
instituciones; en cambio, ninguno de sus episodios localizados puede
inscribirse en la historia como no sea por los efectos que induce sobre
toda la red en la que está prendido.
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alianza, de familia, de sexualidad) donde juegan un papel a la vez
condicionante y condicionado; c) Que dichas relaciones no obedecen a la
sola forma de la prohibición y del castigo, sino que son multiformes; d)
Que su entrecruzamiento esboza hechos generales de dominación; que
esta dominación se organiza en una estrategia más o menos coherente
y unitaria; que los procedimientos dispersados, heteromorfos y locales
de poder son reajustados, reforzados, transformados por estas
estrategias globales; e) Que las relaciones de poder “sirven” en efecto,
pero no porque estén “al servicio” de un interés económico
primigenio, sino porque pueden ser utilizadas en las estrategias; f) Que
no existen relaciones de poder sin resistencias; que éstas son más
reales y más eficaces cuando se forman allí mismo donde se ejercen las
relaciones de poder; la resistencia al poder no tiene que venir de fuera
para ser real, pero tampoco está atrapada por ser compatriota del poder.
Ella existe porque está allí donde el poder está: es pues como él, múltiple
e integrable en estrategias globales.
2
Foucault, M. “Seguridad, Territorio y Población”. p.15.
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ejercicio, ha sido el de la disciplina, donde la ley es encuadrada por los
mecanismos de vigilancia y corrección. Una tercera forma, es la centrada
en el dispositivo de seguridad. Si bien ninguna matriz es reductible a la
otra, explica Foucault, habría una cierta relación interna entre Código,
Disciplina y Seguridad; de algún modo ellos se co-implican y se requieren.
De modo que no se trata de una superación progresiva y el abandono de
uno por otro, sino de un desplazamiento y complejización en sus tácticas
y técnicas3.
3
Foucault, M. “Seguridad, Territorio y Población”. pp.20-21.
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