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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales


Teoría Sociológica Contemporánea 0002
Bautista Hernández Moisés
03 – Junio – 2015

La institucionalización de la novela

Se ha creído comúnmente que el escritor es una especie de genio al cual en algún punto de
su vida le llega una inspiración divina y que, de la noche a la mañana, termina por crear una
novela que revolucionará el mundo. Sin embargo, más allá de ese mito que acompaña al
escritor durante el tiempo que escribe una obra, tenemos que existen ciertos mecanismos con
los cuales el autor debe contar, para que así consiga ser reconocido por sus contemporáneos,
y posteriormente, él y su obra puedan convertirse en clásicos de la literatura universal.

El presente ensayo tiene como objetivo ahondar en las dinámicas que convierten a un escritor
y a su obra en clásicos de la literatura universal, por ende, nos preguntamos, ¿mediante qué
mecanismos una novela llega a ser reconocida como un clásico? Para ello es necesario
precisar en la lógica estructural del campo literario; ese espacio en el cual un autor se
desarrolla y compite con otros similares a él por sobresalir. De igual manera, pretendemos
dar cuenta de las múltiples relaciones que se entablan entre un escritor y sus editores; puesto
que ellos serán parte fundamental en la creación de la obra. Por último, la relación existente
entre la novela y sus lectores; pues serán éstos los que determinen en última instancia si una
novela es digna de seguir reproduciéndose en el mercado, o simplemente puede ser
rechazada.

Antes de comenzar el análisis, es preciso indicar a qué nos referiremos cuando hablemos de
campo. Así, siguiendo la teoría de Pierre Bourdieu, observaremos que el campo es definido
como

una red o configuración de relaciones objetivas entre posiciones. Estas posiciones se definen
objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes, ya sean
agentes o instituciones, por su situación (situs) actual y potencial en la estructura de la
distribución de las diferentes especies de poder (o de capital) —cuya posesión implica el acceso
a la ganancias específicas que están en el juego dentro del campo— y, de paso, por sus relaciones
objetivas con las demás posiciones (dominación, subordinación, homología, etc.). ”1

Más aun, el campo es un microcosmos dentro del espacio social en el cual los agentes (o
grupos) se encuentran en conflicto por hacerse del dominio de dicho campo. De esta manera,

1
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc. Respuestas. Por una antropología reflexiva. Grijalbo, México, 1995. p.
64
se sobreentiende que en el mundo social existen distintos campos, y uno de ellos será campo
literario; siendo este al que hemos de darle mayor relevancia.

Diremos entonces, que el campo literario es ese espacio en disputa que los agentes (los
escritores), deberán conquistar a partir de los distintos capitales que posean. Más aún, serán
las estrategias que generen dentro del campo las que le permitirán desarrollar un mejor
dominio del juego. Ahora bien, recordemos que un campo no es una estructura fija, como lo
ha creído la corriente estructuralista, sino que es una estructura en constante cambio; una
estructura que ha sido el resultado de luchas anteriores, con la posibilidad de ser modificada
si se genera otra lucha en su interior. A partir de esto, tendremos que los escritores se
encontrarán constantemente modificando “el funcionamiento del campo debido a su
existencia misma, y a las reacciones que en él suscitan”2. Y digo que los escritores se
encontrarán constantemente modificando el campo debido a que éstos, al presentar sus
creaciones, presentan una forma que defienda los postulados artísticos ya establecidos, o
bien, traten de romperlos presentando algo innovador.

Paralelamente, diremos que la novela es el ejercicio de escritura que un individuo ha


realizado —más adelante veremos que esta afirmación no es del todo correcta—, al igual que
el medio por el cual se le permite ingresar en la lógica del campo literario. La novela será el
instrumento que le permitirá competir con otros escritores por un prestigio dentro del campo.
Será la cuota por pagar para entrar en el juego de los escritores. Su novela se habrá de
convertir en la expresión objetiva del capital cultural incorporado que el agente posea, es
decir, del conocimiento que posea sobre algún tema. Empero, esto no será suficiente para
poder competir dentro del juego.

Si bien es cierto que el capital cultural es el que ha de predominar dentro del campo literario,
éste no es el único que el agente necesita para poder salir victorioso del juego. Tendrá
entonces que echar mano de los otros dos tipos de capital que posee; siendo el primero el
capital económico, y el segundo el capital social. El funcionamiento de ambos capitales será
esencial en la medida en que, por ejemplo, su capital económico permita pagarle a publicistas
y editores para que promocionen su novela en las distintas librerías, y a su vez, que ésta se

2
Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario. Anagrama, Barcelona, 2011.
p. 112
vuelva un record en ventas. Pero más aún, la puesta en juego del capital social será la que
sobresalga al momento de insertar la novela dentro del campo literario.

Por capital social, nos referimos a “la suma de los recursos, actuales o potenciales,
correspondientes a un individuo o grupo, en virtud de que éstos poseen una red duradera de
relaciones, conocimientos y reconocimientos mutuos más o menos institucionalizados, esto
es, la suma de los capitales y poderes que semejante red permite movilizar”3. De este modo,
la cantidad de capital social que los escritores posean será fundamental para que su obra sea
reconocida por los otros en el campo literario. Dicho de otra forma, en tanto que el capital
social es una red duradera de relaciones tendremos que, a mayor capital social, mayor será la
red de lectores que lean su obra, y a su vez, observaremos que mayor será el prestigio que
los lectores le otorguen a su obra al momento de insertarse dentro del campo. Incluso, dado
que el capital social permite al escritor movilizar los recursos que el grupo social al que
pertenece posee, se podrá apreciar que el escritor conoce una red de editores, publicistas,
diseñadores, etc., que le ayuden a mejorar la divulgación de su obra, e insertarla con mayor
precisión en el campo literario. Es aquí donde reside la verdadera ventaja del capital social
en el campo literario; ya que permite que la obra llegue y sea reconocida por el mayor número
posible de lectores, siendo éstos, en última instancia, los que determinen si una obra puede o
no seguir reproduciéndose.

Anteriormente he dicho que la novela es el ejercicio de escritura que un individuo ha


realizado, sin embargo, esta afirmación no es del todo verdadera. Y digo que no es del todo
verdadera debido a que, desde la perspectiva de Howard Becker, “todo trabajo artístico
comprende una actividad conjunta de una serie —con frecuencia numerosa— de personas.
Por medio de su cooperación, la obra de arte que finalmente vemos o escuchamos cobra
existencia y perdura”4. De esta manera, hemos dejado de lado el concepto de campo de
Bourdieu porque, si bien es cierto que éste concepto nos permite entender la disputa que un
escritor entabla con otros escritores, no nos permite estudiar con detalle la red de cooperación

3
Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc. op. cit. p. 82
4
Becker, Howard. Mundos del arte. Sociología del trabajo artístico, Universidad Nacional de Quilmes,
Buenos Aires, 2008. p. 17
que se instaura cuando se produce una obra literaria. Así, damos una vuelta al concepto de
Bourdieu, y no enfocamos al concepto que Becker nos presenta.

Becker nos habla de mundos del arte, que no son otra cosa sino las formas de cooperación,
los patrones de actividad colectiva que acompañan a la producción de una obra artística. Son
“las redes cooperativas a través de las cuales tiene lugar el arte, de la forma en que las
actividades […de los escritores…] se entrelazan con las de los impresores, editores, críticos,
bibliotecarios y lectores en el mundo de la literatura”5. A simple vista podría decirse que el
mundo del arte conservan un paralelismo con el campo literario, sin embargo, es conveniente
recordar; primero, que el campo literario es un espacio en disputa, a diferencia del mundo
del arte, que es una red de cooperación; segundo, para el campo literario el escritor es el
elemento predominante, sólo él es el representante de la obra, en cambio, para el mundo del
arte el escritor es sólo uno de los tantos agentes que interactúan en la producción de la obra.
Por ello Becker dirá, “es el mundo de arte, más que el artista en individual, el que hace el
trabajo”6.

Así, la novela es un escrito que presenta distintas modificaciones a través de su proceso de


elaboración. En la novela se ven reflejados los intereses de los distintos editores al producir
la obra. De esa manera, el boceto inicial presentado por el artista, no será del todo fiel al
producto final lanzado al mercado. Estos intereses aluden al estado actual del arte; al estado
actual de las técnicas empleadas en la impresión; al estilo narrativo de una novela; a la
temática en boga, etc. Por poner un ejemplo, supongamos que actualmente se escriben
novelas con una temática de naves espaciales y viajes interestelares, no obstante, dentro de
esas múltiples publicaciones existe un escritor que no se acopla a la temática prestablecida y
publica algo sobre viajes submarinos, será evidente que esa publicación no pueda penetrar
en el mercado global debido a que su publicación no se acopla a las demandas del público
lector. Empero, existen dos opciones: 1) Si el escritor se ha percatado de que la novela
publicada ha sido un rotundo fracaso, y mediante el consejo de sus editores, publicistas,
críticos, es orientando a publicar algo nuevo que siga a las tendencias en boga, su carrera
podría proseguir, a pesar de que no le guste publicar sobre naves espaciales, pero sólo así

5
ibid. p. 18
6
ibid. p. 228
estaría respondiendo a los intereses del mundo del arte que lo ha posicionado como artista.
2) El escritor puede echar mano del capital social y económico que posee para conseguir
mayor publicidad, y de esta manera causar un mayor impacto en el público lector, siendo
capaz de trasgredir la estructura establecida por las novelas de ciencia ficción.

Se suscita en el ejemplo anterior una correspondencia entre el mundo del arte y el campo
literario. A saber, que el mundo del arte nos explica el proceso mediante el cual se está
produciendo una obra, y el campo literario aborda el conflicto que existe entre un escritor y
otro. Pero como hemos notado, un autor no es el único que produce la novela; son toda una
red de editores los que modifican el boceto original y lo presentan a un público. Entonces,
sería apropiado decir que en el campo literario no sólo es el autor el que ingresa, sino también
todo el equipo que ha trabajo en la producción de esa novela. Así, el conflicto no sólo es entre
un autor y otro, es entre un mundo del arte y otro; entre los intereses de un grupo y otro; entre
los deseos de un grupo por sobresalir y otro; entre la suma de capitales que los distintos
grupos posean. Pero en última instancia, será el grupo de lectores el decida quién ha de salir
victorioso en el campo literario.

La pregunta inicial ha sido, ¿mediante qué mecanismos una novela llega a ser reconocida
como un clásico?, y hasta el momento sólo hemos hablado de los grupos de intereses que
giran alrededor de una novela, y del capital que estos grupos poseen. No obstante, el
problema de reconocimiento no se encuentra del todo en el campo literario. Éste es sólo un
espacio en disputa, en donde participan otros autores, otros editores, otros críticos, otros
mundos del arte. La novela se legitima, al interior del campo, sólo a través de los críticos
literarios. Éstos son los únicos capaces de sumarle o restarle prestigio al trabajo del artista, y
pueden incidir en la perspectiva de los otros escritores, creando aceptación o rechazo, según
sea el caso. Los críticos también inciden en la perspectiva de los lectores, producen buena o
mala reputación de la obra que el escritor ha producido. Y serán éstos los que otorguen el
verdadero reconocimiento a una novela; estos agentes, que no se encuentran del todo
inmersos en la disputa por el campo literario, son en última instancia los que deciden si una
novela es concebida o no como un clásico de la literatura.

La novela es un producto lanzado a al mercado artístico; un producto que se puede consumir,


pero que también se puede desechar. No obstante, la novela se encuentra supeditada a lo que
algunos teóricos han denominado industrial cultural. Esta industria, concebida como la
fabricación “más o menos planificada (de) unos productos que están pensados para ser
consumidos por las masas”7. Focaliza los intereses de los distintos lectores y produce
productos que a dichos grupos pudieran interesar.

Para todos hay algo previsto, a fin de que ninguno pueda escapar; las diferencias son preparas y
propagadas. Este proveer al público de una jerarquía de cualidades en serie sirve sólo a una
cuantificación tanto más perfecta. Cada uno debe comportarse más o menos espontáneamente
con su «nivel» que le ha sido previamente asignado a partir de indicios, y echar mano de la
categoría de productos de masas que ha sido fabricada para su tipo. Reducidos a material
estadístico, los consumidores son distribuidos sobre los mapas de las oficinas de investigación,
que ya no se diferencian de las de propaganda, en grupos según ingresos, en campos rojos, verdes
y azules.8

Por ende, el centro de atención para los escritores serán los lectores, que son los únicos
capaces de concederle poder simbólico dentro del campo literario, es decir, ese prestigio que
tanto necesita para poder sobresalir de entre sus competidores. Sin embargo, el escritor, si
tiene la pretensión de que su obra sea reconocida como un clásico de la literatura universal,
no podrá escribirla para todos los grupos sociales; habrá de escribirla a cierto sector de la
sociedad que detente un capital cultural, social y económico, altamente aceptable; tendrá que
escribir para un público que le aporte algo simbólicamente. Para el campo literario, y más
aún, para el escritor, no será lo mismo tener gratificaciones de un grupo altamente
posicionado, que de un grupo cuyo capital global es muy bajo. Con ello no queremos decir
que el escritor excluye a sus lectores, sino más bien, centra su atención —en un primero
momento— en obtener mayor aprobación por parte de un grupo que de otro; y posteriormente
espera continuar abarcando los demás grupos sociales, siendo reconocido en todos ellos.

Por último, el mecanismo que posibilita al escritor insertarse en el cosmos social es la


habituación de las practicas, es decir, la constante lectura de su obra en distintas generaciones.
En palabras de Peter Berger y Thomas Luckman, un producto que es externalizado
(producido) por un agente y es repetido “con frecuencia, crea una pauta que luego puede
reproducirse con economía de esfuerzos y que ipso facto es aprehendida como pauta por el
que la ejecuta”9. Más aún, “la institucionalización aparece cada vez que se da una tipificación

7
Adorno, Theodor. Crítica de la cultura y sociedad I. Ediciones Akal, Madrid, 2008. p. 295
8
Adorno, Theodor y Horkheimer, Max. Dialéctica de la ilustración. Ediciones Akal, Madrid, 2007. p. 136
9
Berger, Peter y Luckmann Thomas. La construcción social de la realidad. Amorrortu Editores, Argentina,
1995. p. 72
recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores”10. De esta manera, la
institucionalización de la novela hace referencia al uso constante, a la habituación, a la
relectura que el público frecuentemente hace de una novela. Es de este modo que se le puede
dar reconocimiento a una obra a través de los años, ya que se inserta en el imaginario
colectivo, y a pesar de que un individuo no haya leído nunca sobre el El Quijote, sabrá lo
mínimo necesario de la obra. Así, desde la perspectiva de los lectores es que se puede ver
cómo una novela se convierte en un clásico de la literatura universal.

A manera de conclusión diré que la novela es el dispositivo mediante el cual los escritores, y
el grupo que ha colaborado con ellos, pretende abarcar a un amplio número de lectores, y a
su vez, hacer que ese público le otorgue el reconocimiento necesario para disputar con otros
escritores el dominio del campo literario. Por ello, la clave fundamental para que una novela
se vuelva un clásico de la literatura universal, es que el público la acepte totalmente; que al
público le entusiasme leer la propuesta narrativa. Y esto sólo será logrado gracias, en un
primero momento, a la red de editores que tratan de entender las demandas del público de
lectores y, en un segundo momento, al capital social y económico que el grupo que produce
la novela posea, ello con el fin de generar una publicidad positiva para el producto.

Bibliografía:
- Adorno, Theodor. Crítica de la cultura y sociedad I. Ediciones Akal, Madrid, 2008.
- Adorno, Theodor y Horkheimer, Max. Dialéctica de la ilustración. Ediciones Akal,
Madrid, 2007.
- Becker, Howard. Howard Becker. Mundos del arte. Sociología del trabajo artístico,
Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2008.
- Berger, Peter y Luckmann Thomas. La construcción social de la realidad. Amorrortu
Editores, Argentina, 1995.
- Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario.
Anagrama, Barcelona, 2011.
- Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loïc. Respuestas. Por una antropología reflexiva.
Grijalbo, México, 1995.
10
ibid. p. 74

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