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Cartografías de la Memoria

Semillario-Taller dirigido a Estudiantes indígenas y campesindios


de Abya Yala-América Latina

Prof. José Angel Quintero Weir

Dedicado a la memoria de:


María Francisca Sánchez y Alberto Sánchez (añuu)
Manuel y Joaquín Arostomba, y Benito Askeraya (Barí)
Ramón Paz Ipuana y Miguel Angel Jusayú (Wayuu),
mis hermanos-pueblo desaparecidos.
Pero también,
a Francisco Prada Barazarte y a Douglas Bravo,
a quienes una vez, en casa de Tito Núñez,
di mi palabra de nunca abandonar la lucha
con nuestras comunidades.

Universidad Autónoma Indígena - UAIN


Programa de Formación a distancia
FUINCEP-CEOCIAC
Primera Sesión
Presentación general del Curso.
Breve historia de sus motivaciones y propósitos.
Primeras definiciones y conceptos.

Fue alrededor del año 2000 cuando tuvimos el feliz encuentro con la palabra escrita del Maestro Carlos
Lenkersdorf con la lectura de su libro, “Los hombres verdaderos. Voces y testimonios tojolabales”;
posteriormente, tuvimos el honor de vivir y compartir su propia voz y ejemplo. Para nosotros, tal
encuentro resultó un verdadero parteaguas en nuestra vida, pues, no sólo cambió nuestro centro en la
búsqueda de conocer y explicar nuestra propia palabra y cultura añuu, sino que tal cambio de centro de
atención nos regresó, existencialmente, al verdadero camino de nuestro comunitario corazón que, por
alguna u otra razón, habíamos perdido.
Así, durante los cinco años (2002-207) que el Maestro Lenkersdorf dirigió nuestros trabajos de tesis de
Maestría y Doctorado en Estudios Latinoamericanos de la UNAM, pudimos aprender y comprender la
particular e indisoluble vinculación entre Lengua y Cosmovisión lo que, ciertamente, nos permitió ver y
entender en su justa dimensión nuestro propio sentipensar el mundo a partir de la palabra y discursos
con que, normalmente, nombramos y explicamos al mundo y a nuestras relaciones con el mismo; vale
decir, pudimos aprender a interpretar desde el Nosotros, nuestras propias creaciones verbales con las
que cotidianamente nos referimos a todo aquello que conforma nuestra existencia material y simbólica.
Posteriormente, entre los años 2006 y 2009, aproximadamente, vivimos un proceso similar con la
palabra comprometida con la lucha de los pueblos del Maestro Carlos Walter Porto-Goncalves,
geógrafo brasileño cuya experiencia nos permitió ampliar nuestra visión y, con ello, incorporar a la
relación inicial de Lengua-Cosmovisión la noción de Territorio porque, en efecto, con él aprendimos
que sólo durante el proceso de territorialización, esto es, la conversión de un determinado lugar en
territorio propio mediante un hacer del grupo que, por esa vía, se hace comunidad, ya que es en ese
momento que realiza el extraordinario acto de creación de nombres, descripciones y explicaciones del
hacer del lugar que, de esa forma es aprehendido, conocido y re-conocido como parte de su espacio
territorial y, por eso mismo, como expresión de su particular sentipensar y hacer territorial.
Por otro lado, debemos decir que, a pesar de que el relato de nuestra búsqueda pueda, por momentos,
parecer azaroso, nunca fue casual en modo alguno; por el contrario, siempre ha correspondido a nuestro
compromiso de lucha que, luego de la derrota de la fuerza y camino al que estuvimos comprometidos
hasta 1980, nos obligaba, en medio de una supuesta “horfandad”, a encontrar desde el nosotros y por
nosotros, la ruta que ciertamente habíamos perdido, lo que resultaba no sólo urgente sino posible, pues,
ya el estallido popular de Caracas en 89, las movilizaciones indígenas en Ecuador y Bolivia, pero sobre
todo, el levantamiento armado de las comunidades mayas zapatistas de Chiapas (México) en 94, ya nos
habían alertado, que sólo desde el nosotros debíamos interpretar y actuar en el nuevo contexto socio-
político y económico de Venezuela a comienzos de la década del 2000, sobre todo, luego de la victoria
electoral de Hugo Chávez en 1998 y, más aún, luego de la aprobación (en medio de un desastre
“natural”1), de la Constitución Bolivariana de Venezuela en diciembre de 1999.
Porque, en efecto, la Constitución Bolivariana no sólo sustituía al anterior “contrato social”, que nos
regía desde 1961, en cuanto a su definición del “nuevo” Estado como una “democracia participativa y
protagónica”, sino por su consideración de los pueblos indígenas a quienes reconocía en sus “derechos
1 El Referendo de aprobación de la nueva Constitución bolivariana se realizó en medio del llamado Desastre de Vargas,
donde una lluvia interminable, revivió ríos dados por desaparecidos que al recuperar sus antiguos cauces, provocaron un
deslave que acabó con la vida de miles y convirtió en camposanto varios lugares del mencionado estado. Al momento
que los pobladores vivían su desgracia, el Presidente llamaba a votar, sin importar la lluvia y la muerte, y citaba para
ello, el supuesto dicho de Bolívar durante el terremoto de Caracas en 1812: “ Si la naturaleza se opone, lucharemos
contra ella y haremos que nos obedezca”.
culturales”, lo que a todos pareció un “gran avance”, toda vez, que la anterior del 61 taxativamente
establecía la necesidad de “integrar” a los pueblos y comunidades indígenas a la “cultura nacional” y,
en tal sentido, otorgaba a las misiones religiosas católicas y protestantes la potestad para el desarrollo
de planes y programas educativos al interior de los pueblos indígenas a fin de lograr su “integración” lo
que, de hecho, significaba la desintegración de su memoria territorial expresada en cada una de sus
cosmovisiones y, con ello, la des-civilización2 de las mismas.
Por el contrario, esta de 1999 dedica todo un capítulo para el reconocimiento de los “derechos
culturales”, en sus términos, referidos a sus lenguas, costumbres, tradiciones, vestimenta, y hasta su
derecho a poseer un “hábitat de tierras para su reproducción biológica; pero además (y esto es lo
importante), tales hábitats y tierras debían ser estrictamente delimitados y demarcados por el Estado en
función de su acoplamiento al re-ordenamiento territorial y a su papel en la nueva división
internacional del trabajo en el contexto de la nueva etapa de acumulación establecido por el sistema-
mundo capitalista que otorga a Venezuela el papel de suplidor de energéticos de hidrocarburos y
minerales que la “Revolución” bolivariana extraería en función del “Socialismo del siglo XXI”.
Así, la convocatoria a la demarcación de hábitats y tierras de los pueblos indígenas, condujo a todos a
activar la memoria territorial que, de hecho, cada uno ejerce como praxis cotidiana de una soberanía
territorial que nunca habían considerado puesta en duda, pues, cada pueblo tiene muy claros y presentes
los límites de su territorio, y muy bien conocidos y re-conocidos todos los lugares que lo conforman,
así como las comunidades de seres que los habitan y con quienes comparten y complementan su
existencia material y simbólica como comunidades humanas.
Sin embargo, la activación de la memoria territorial nos condujo, no sólo a inventariar los lugares de
habitación, como era la pretensión del Estado-gobierno, sino la totalidad del territorio en el que, por
supuesto, contamos el inventario del despojo territorial históricamente sufrido por todos y cada uno de
los pueblos; por ello, lo que para el poder debió ser un proceso no traumático a sus intereses, para las
etnias-naciones significó el replanteamiento de su lucha territorial que, aparentemente, habían dado por
cancelada, pero pronto demostraron que bien presente estaba en la memoria de cada uno de los pueblos
despojados, y que activamente se puso de manifiesto al momento que, como parte del proceso de
demarcación, debíamos realizar el ejercicio que los técnicos del gobierno denominaron “Mapa Mental”,
porque ciertamente, jamás habíamos tenido necesidad de grafiar sobre papel nuestros ríos, nuestros
caminos y montañas, nuestros lugares de cacería, de siembra o de pesca; mucho menos, el lugar de
nuestros muertos o donde habitan los más sagrados seres invisibles como nuestros eternos compañeros;
pero además, nosotros agregamos todos aquellos lugares y acontecimientos en los que nuestros
antecesores realizaron grandes descubrimientos o perdieron la vida defendiendo el territorio de todos;
en fin, a todos los pueblos se les planteó el problema y la necesidad de aprender a grafiar en papel lo
que siempre ha sido parte de nuestra palabra y que, a lo sumo, sólo graficamos sobre la tierra utilizando
un ramito como lápiz, a la hora de contar y plasmar la ruta de alguna importante historia del Nosotros.
Fue así como, finalmente, apoyados por el hermano Pablo Mansilla, joven geógrafo chileno, quien vino
hasta nosotros y en un breve curso que él denominó como Cartografía Social, aprendimos (de acuerdo a
nuestro lugar de ver), no sólo a reconstruir el mapa de todo nuestro territorio sino que, entendimos, es
posible cartografiar toda nuestra memoria a través de lo que constituye la expresión verbal del
Nosotros a la que convenimos en denominar como nuestra Oralitura, pues, se trata de todos aquellos
discursos que relatados o cantados en lengua propia, resumen nuestra historia y nuestro saber que, a su
vez, constituye el fundamento de nuestra enseñanza que realizamos mediante lo que también hemos

2 Concordamos aquí con lo expresado por Robert Jaulin cuando dice: “El individuo no existe más que dentro de un marco
(la cosmovisión), de una comunidad ordenada; olvidarlo no nos lleva más que a negar ese marco, a negar el hecho de
la civilización, es decir, de la multiplicidad de civilizaciones. Esta negación fue el fruto de los grandes Estados
“occidentales”, incluyendo desde luego, a la URSS”. Jaulin, Robert. El Etnocidio, intento de definición. En: La des-
civilización. Teoría y práctica del Etnocidio. Jaulin (compilador). Editorial Nueva Imagen. México. (Los paréntesis son
nuestros).
convenido en definir como una Pedagogía del Nosotros, esto es, como uno de los fundamentos del
proceso de socializción al interior de la cultura; pero también, como estímulo a la búsqueda de producir
y reproducir todos los conocimientos que garanticen nuestra persistencia, lo que sólo es posible a partir
de nuestra capacidad de mantener una armonía que se expresa en las relaciones de complementariedad
con todas las comunidades de seres (plantas, animales, ríos, montañas, insectos, etc), presentes en los
lugares/tiempo que conforman nuestro territorio; pero también, con las otras comunidades humanas
diferentes a nosotros, la de los blancos incluida.
He allí, pues, la breve historia de lo que a continuación presentamos como un Semillario-Taller para la
reconstrucción de la memoria territorial de las comunidades a partir del Nosotros presente en el relato
de su oralitura como pueblos-etnias-naciones o comunidades indígenas; pero también, campesindias y
negras, y aún de las más desgajadas, menospreciadas, intervenidas y manipuladas por la colonialidad
del poder, pero a cuya conformación todas las anteriores (indígenas, negros y campesinos), han sido
tributarias; nos referimos a las comunidades de pobres “urbanas”.
Esto supone, en primer lugar, activar el relato oral de la memoria del Nosotros, para así poder
confrontarlo con todas aquellas crónicas y registros escritos por los otros acerca de nosotros y que de
esa forma nos es impuesta como natural, indiscutible e ineludible verdad histórica. Pero, por eso
mismo, en segundo lugar, el propósito de activar el relato de la memoria es poder generar la cartografía
de una reconstrucción territorial que, no sólo debe incluir el mapa del proceso originario de nuestra
construcción territorial; sino también, los desplazamientos inherentes a la territorialización de la cultura
(construcción de rutas, caminos, poblados, etc.), así como de los provocados por el despojo colonial y
la colonialidad, y, finalmente, el mapa de la re-configuración territorial para la nosótrica persistencia
que, hoy día, nos permite enfrentar lo que para muchos resulta un verdadero quiebre civilizatorio que a
todos por igual (indígenas y no indígenas), nos pone en el disparadero de enfrentar un posible fin, o la
alternativa de re-construir, de a de veras, nuestra continuidad histórica como comunidades humanas;
puesto que, ante la nueva etapa de acumulación capitalista no nos es posible resistir otra vuelta de
tuerca; por lo que, o somos capaces de recuperar el camino de nuestro propio corazón, o dócilmente
aceptamos desaparecer desintegrados en el mismo proceso de corporativización de los Estados, que ya
en toda Abya Yala-América Latina, los gobiernos de arriba han iniciado sin que para ello importe las
supuestas diferencias ideológicas (de derecha e izquierda) de quienes detentan su poder, pues, sólo en
función de ello lo ejecutan.
Todo lo anterior nos conduce a un tercer momento que, como quiera que sea, depende de la posibe
reconstitución espiritual de los sujetos como parte del espíritu nosótrico que, a su vez, en mucho va a
depender del poder personal del sujeto particular, quien, al re-asumir el nosotros de la comunidad o
cultura a la que pertenece, debe disponerse a deslastrar de su piel exterior 3 toda imposición colonial o
manifestación de colonialidad, que por más de 500 años, por todos los medios en su poder, pero muy
especialmente, a través de todo un sistema educativo sustentado en una pedagogía de la dominación y
para la aceptación de la dominación, nos conduce a pensar que somos lo que no somos y, por ello, a
tener que separarnos del Nosotros que en verdad somos; no de balde, es común observar y escuchar a
algunos hermanos decir y establecer diferencias entre un ellos y nosotros, incluso, al momento que
algunos deciden solidarizarse con la defensa de nuestros derechos; por lo que, no dudan en decir para
“aclarar”, que ellos no son indios como nosotros, pero creen y luchan por la justicia; con esto asumen
lo que la colonialidad ha adosado a su piel como su definición originaria y, con ello, aún sin conciencia,
reproducen la dominación de arriba al naturalizar nuestra supeditación a las iniciativas que su caritativa
visión, supone, alivianará nuestra “pobreza”.
Es por ello que, pensamos, requerimos de una re-configuración del Nosotros, pues, tenemos conciencia
de la necesidad de complementariedad de nuestras luchas por la defensa de la existencia de todos; por
3 Esto requiere comprender, que todo lo que posterior al proceso de alfabetización ha cubierto nuestra piel es tejido
apenas adosado, pero nunca parte originaria de nuestro corazón y espíritu; por tanto, es susceptible de ser lavado de
nuestro cuerpo; más sin embargo, la decisión de su remoción siempre termina siendo personal.
tanto, el Nosotros del que hablamos no es, en modo alguno, excluyente de los no nacidos de vientre
indígena; de hecho, para los pueblos arawakos la integración de un sujeto al Nosotros comunitario no
depende exclusivamente de su origen genético o racial, sino de su disposición a vivir y convivir en el
marco de un horizonte ético común, de allí que algunas de sus lenguas hayan creado términos como
Ka’inchi4 (en wayuunaiki) o ke’inchi (en añunnükü); y mucho menos, depende de un estar arriba o
abajo en relación al poder, o ver el mundo desde la derecha o la izquierda, sino que el Nosotros del que
hablamos implica asumir y fortalecer un común corazonar y, por esa vía, la posibilidad de construir
un camino propio y bueno para todos.
Sin embargo, igual sabemos, que el corazón que palpita como nuestro espíritu social, ha sido forjado
durante el proceso de territorialización o establecimiento territorial del Nosotros como cultura; esto
siempre significa una continua, constante y sistemática experiencia con los lugares; de tal manera que,
podemos decir, todo lugar territorializado es conocimiento y saber de la comunidad cuyo hacer lo ha
conformado como su territorio.
Tal conocimiento y saber se expresa o manifiesta, en coordenadas de tiempo y hacer que, a su vez,
urgen la creación de discursos que son especialmente construidos mediante el uso y disposición de
imágenes y personajes trascendentes, pues, su relato (o cantar), constituye y representa la historia oral
de todo el proceso, así como de sus resultados que de la misma trascendente forma, han de ser
reproducidos y transmitidos como parte el cuerpo de contenidos fundamentales del proceso de
socialización de los nuevos miembros del grupo en el contexto del hacer de la territorialidad y el
horizonte ético comunitario que, a partir del momento de su aprendizaje, orienta sus relaciones con el
mundo, con los demás miembros del grupo, y con los otros diferentes al en-grupo5. Es a esta
modalidad y proceso, que como parte del ejercicio de la territorialidad del grupo es conformada como
todo un sistema educativo propio que así, pone de manifiesto lo que en adelante denominaremos como
la Pedagogía del Nosotros.
Así, pues, y resumiendo lo planteado hasta ahora diremos; en primer lugar, que luego de más de 500
años de colonialismo y colonialidad que al despojarnos de nuestros territorios provocaron la separación
del Nosotros de su territorialidad, su horizonte ético y, sobre todo, de la Pedagogía del Nosotros,
pues, el Nosotros del que hablamos sólo surge como concreción de una Cosmovisión configurada
durante el proceso mismo de territorialización del grupo, y que éste realiza como ejercicio de una
territorialidad conformada como Cosmovivencia, que a todos los sujetos exige un hacer personal y
colectivo orientado por el horizonte ético o propósito último aspirado por el colectivo social y que, de
esa forma, constituye el Nosotros que la comunidad sostiene en el tiempo y el territorio por intermedio
de un proceso educativo y formación de acuerdo a un sistema de enseñanza-aprendizaje que se expresa
mediante una Pedagogía del Nosotros, particular al proceso de territorialización (Cosmovisión) y al
ejercicio de la territorialidad (cosmovivencia) que, finalmente, resguarda y reproduce a través de esa
Pedagogía del Nosotros.
Por tanto, nuestro Semillario-Taller es una propuesta de reconstrucción territorial a partir de la memoria
oral individual y colectiva de las comunidades; pero también, de la registrada en documentos escritos
por los otros, pues, todo ello forma parte del largo proceso de construcción territorial originario y de su
continuidad histórica como pueblos indígenas, comunidades campesindias, negras, y hasta de pobres en
barriadas urbanas; pero también, del relato (oral o escrito) del proceso de intervención colonial europeo
4 Ka’inchi (Wayuunaiki): Tener corazón presente. Se habla de un sujeto que tiene presente su corazón en su cotidiana
existencia, lo que lo de por sí lo hace miembro de la comunidad y la cultura, muy a pesar de que su madre no sea
wayuu.
Lo mismo puede decirse para Ke’inchi (añunnükü).
5 La noción de en-grupo la tomamos de Roy Preiswerk y Dominique Perrot, quienes, en su libro: “Etnocentrismo e
Historia: América Indígena, África y Asia en la visión distorsionada de la cultura occidental”. Editorial Nueva Imagen.
México. 1979, la desarrollan como definición de la construcción histórica de lo que hoy insistimos en denominar
expresión de un Nosotros ajeno a eso que llaman “cultura nacional” y, con todo, mucho más espiritualmente alejado del
Estado que la promueve.
y de la colonialidad republicana en esos mismos lugares del territorio comunitario; porque esto supone,
entre otras cosas, revisar y debatir para precisar lo que llamamos nuestro lugar de ver como punto de
origen de nuestro proceso de conocer y aprender el mundo, que mediante su hacer espacio/temporal
particular hace posible que un determinado lugar pueda formar parte material o simbólica de la
totalidad de nuestro territorio. Así, la relación entre nuestro originario Lugar de ver y el Hacer de cada
lugar se convierte en constante elemento de referencia comparativo y de debate con lo que la ciencia
occidental define como episteme en la búsqueda y producción de conocimientos.
En segundo lugar, debemos insistir en señalar, que el actual contexto histórico se nos plantea como la
encrucijada que, abiertamente, nos coloca ante la real posibilidad de liquidación definitiva de nuestra
existencia como pueblos/naciones/comunidades/culturas; por tanto, recobrar el camino de nuestro
propio corazón es hoy, nuestra más urgente necesidad y, para ello, es vital la recuperación, transmisión
y sustentación espacio/temporal de la conciencia del Nosotros, y esto no es otra cosa que nuestro deber
de recuperar para su resguardo y multiplicación de nuestra semilla como pueblos 6, lo que sólo será
posible a través de una Educación Propia, esto es, mediante la reconstitución de la Pedagogía del
Nosotros como expresión material y simbólica de nuestra existencia en el espacio/tiempo de nuestros
territorios.
En este sentido, lo que nuestro Semillario-Taller de Cartografías de la Memoria se propone, de última
cuenta, es establecer la posibilidad de un camino para pensarnos, convivir y gobernarnos desde un
Nosotros radicalmente ajeno a la historicidad pendular y eurocéntrica, que ya por más de un siglo nos
ha llevado a oscilar nuestro destino entre la derecha y la izquierda, atando nuestro destino a las
definiciones previamente elaboradas y presentadas como justicia por los otros; porque, en todo caso,
para nosotros de lo que se trata es reinstalar la historicidad espiral del caracaol/guarura que en verdad
nos expresa como pueblos indígenas, negros, campesindios, pobres urbanos y hasta como intelectuales
dispuestos a desnudar nuestros cuerpos de todo ropaje occidentalizado y luchar por algo más que
aquella justicia, pues, todos ellos conforman, finalmente, lo que consideramos el Nosotros del que
hablamos y al que aspiramos como horizonte ético de toda nuestra actual Abya Yala - América Latina.

Propuesta de tarea para l@s participantes

Como parte del Semillario y para estimular el debate o intercambio de opiniones, al final de cada
sesión propondremos alguna tarea que haga propicio lo que en añuunnükü definimos como Atiyera,
esto es, aprender/enseñar entre dos; esto por cuanto, hasta este momento hemos hablado nosotros, pero
ahora nos toca escuchar la palabra del pensar del corazón de quienes nos han escuchado.
En este sentido, les proponemos en primer lugar, nos presenten un resumen (verbal o escrito) de lo que
expusimos como presentación del Semillario, sus propósitos y, sobre todo, su particular visión desde el
sentipensar de sus propios pueblos, comunidades o culturas, acerca de los conceptos e ideas que apenas
fueron delineadas en esta primera sesión, pues, esperamos puedan ser desarrolladas en las sesiones
siguientes. Tal resumen (verbal o escrito), pueden hacerlo llegar a través de nuestro correo electrónico
jqarostomba@gmail.com; así como también, pueden colgarlo en nuestra página web: laguarura.info., o
a través del facebok de laguarura.info. La idea es poder escuchar su pensar y, a partir de allí, dar
continuidad al Semillario atendiendo hasta donde nos sea posible, las particularidades del sentipensar
del colectivo participante; porque para la Pedagogía del Nosotros una cosa es siempre irrefutable: ni lo
sabemos todo, ni podemos pretender imponernos por sobre lo que no sabemos.
Esperando su palabra de vuelta, les envío un fuerte abrazo.
José Angel.

6 Para este punto, recomendamos a todos los compañeros y compañeras participantes del Semillario, la lectura de la
novela del hermano africano Wole Soyinka: “La Estación del Caos”, pues, su relato forma parte de la historia del
Nosotros que, estamos seguros, nos ayudará a entender y ejecutar el regreso al corazón de nuestro propio camino.

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