septiembre de 1889 y murió en Friburgo de Brisgovia, Alemania el 26 de mayo de 1976. Jacques Marie Lacan
Nació París el 13 de abril de 1901 y
Murió en París 9 de septiembre de 1981.
Sigmund Freud (Una sombra que
ilumina)
(Nació el 6 de mayo de 1856, nació en
Freiberg, en la antigua Moravia (perteneciente entonces al Imperio austríaco), hoy Príbor (República Checa)
Murió el 23 de septiembre de 1939, en
Londres, Inglaterra. La obra de los pensadores y en especial la de los tres grandes que nos ocupan no me parece ajena a su perfil biográfico ya que en atenta lectura a los datos que nos brindan podemos atisbar muchas de las marcas iniciales que provocaron sus inquietudes, preocupaciones y producciones futuras.
Es este trabajo solamente un punto de
partida, que marcará el primer paso de un largo recorrido que podrá continuarse sólo con un permanente y total esfuerzo por los laberínticos senderos de estos tres grandes creadores.
Una obra colosal por su vastedad, también
por la rica y compleja estructuración de sus conceptos en pos de la verdad del ser y del deseo.
Filósofo el primero, psicoanalista el
segundo, de formaciones muy diferentes pero ambos disconformes y en rebeldía para con el curso de desarrollo de sus respectivos campos. Pero detrás, destacada, una sombra que ilumina: Sigmund Freud, un hijo “natural”al decir de Althusser, que se animó desde la subversión de su pensamiento en soledad a echar luz desde las sombras de lo inconciente a la opaca claridad de la conciencia.
Su presencia en este desarrollo no es
importante, es imprescindible, al menos para poder comenzar a referirnos a los múltiples trayectos de Lacan. Pero también para abrir la cerrada compuerta del racionalismo y el positivismo filosóficos conducida por Heidegger.
No existen datos escritos ni referencias
orales acerca de contactos, ni de intereses colaterales por sus respectivas investigaciones, por parte de Freud y Heidegger, pero no obstante puede cabernos la duda al respecto, por aquello de que no todo se explicita ni la certeza mora en lo manifiesto.
Lo aparentemente cierto es que Heidegger
jamás se intereso por el psicoanálisis y en cuanto a Freud hubo un deslumbre juvenil por la obra de Franz Brentano a cuyos seminarios concurrió en 1873.
Con el correr de los años y a medida que
maduraba el cuerpo de su obra la distancia con la filosofía a la que tuvo acceso se hizo aún mayor.
Sigmund Freud
Su padre comerciaba lanas y en 1859, la
fuerte crisis económica derrumbó el comercio paterno por lo cual al año siguiente la familia tuvo que trasladarse a Viena, en donde vivió largos años en medio dificultades y estrecheces económicas, siendo muy frecuentes las temporadas en las que su padre, durante el resto de su larga vida (falleció en octubre de 1896), sin trabajo. que, casado en segundas nupcias con su madre a la que llevaba veinte años y dos hijos habidos en un matrimonio anterior; el mayor de los cuales tenía casila misma edad que la madre de Freud. En su madurrez, Freud hubo de comentar que la impresión que le causó esta situación familiar un tanto complicada tuvo como consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia.
fieles a la comunidad judía y sus
costumbres; no era una familia especialmente religiosa; a su padre cabe considerarlo cercano al librepensamiento, habiendo el propio Freud alejado de las creencias religiosas en la adolescencia. Con excelentes calificaciones culminó en 1873, sus estudios secundarios, destacándose siempre como un buen estudiante, y correspondiendo plenamente a los sacrificios que en pro de su educación realizaban sus padres, prometiendo una futura carrera brillante para el, expectativas que el hijo compartía.
Luego de considerar en principio la
posibilidad de cursar los estudios de derecho, terminó decidiçendose por la medicina, aunque no con el ánimo de ejercerla, sino motivado por la inquietud de estudiar la condición humana con rigor científico. Al promediar la carrera, decidió dedicarse a la investigación biológica, trabajando desde 1876 a 1882, en el laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke, interesándose allí en las estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía del cerebro humano. En esta época comenzó su amistad con el médico vienés Josef Breuer, catorce años mayor que él, quien le proporcionó una gran ayuda, tanto moral como material.
En 1882 conoció a Martha Bernays, su
futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos; el deseo de contraer matrimonio, sus escasos recursos económicos y las pocas perspectivas de mejorar su situación trabajando con Von Brücke hicieron que renunciara a su carrera de investigador y decidiera sustentar su nueva familia ejerciendo la medicina en tanto poseía el título habilitante desde 1881, obtenido con tres años de retraso. No teniendo ninguna predilección por el ejercicio de la medicina general, y decidido a tener una experiencia clínica suficiente que le permitiera alcanzar un cierto prestigio, trabajó desde julio de 1882 hasta agosto de 1885 como residente en diversos departamentos del Hospital General de Viena, resolviendo finalmente especializarse en neuropatología. En 1884 le fue confiado un estudio sobre el uso terapéutico de la cocaína y, con cierta imprudencia, la experimentó en su persona. Felizmente no se convirtió en un toxicómano, pero provocó un daño al llevar a la adicción a su amigo Von Fleischl cuando de curarlo de su morfinomanía, agravando, de hecho, su situación. En el entorno médicos se dejaron oír algunas críticas y su reputación quedó un tanto ensombrecida. En 1885, fue nombrado Privatdozent de la Facultad de Medicina de Viena, y en ella enseñó a lo largo de toda su carrera, primeramente neuropatología, y, posteriormente, psicoanálisis, aunque sin acceder a ninguna cátedra.
De sutil y minuciosa observación, Freud se
apartó de la neurología al comprobar que ciertas afecciones que imperativamente y de acuerdo a los cánones académicos correspondían a su esfera, no hallaban mejoría ni solución satisfactoria con los tratamientos que aquellos proponían.
Es así que marcha con entusiasmo a París
para asistir a las prácticas y presentaciones clínicas de Charcot quien desde 1862 prestaba sus servicios en el Hospital de la Salpêtrière de París, hospital que había adquirido notoriedad por las investigaciones sobre la histeria. Se suma así a sus famosas clases de los martes que atraían a una concurrencia nutrida y selecta, entre los que se contaban celebridades como Gilles de la Tourette, Axel Munthe y otros.
En ellas demostraba que la hipnosis podía
inducir los síntomas de la histeria (parálisis) en sujetos normales y a la inversa podía aliviar los síntomas de los pacientes histéricos por sugestión hipnótica.
La estancia en París y su relación con
Charcot y Berheim le hicieron pensar en la aplicación de este método a sus enfermos, convirtiéndose a su regreso a Viena se convierte en su mundo médico en un firme defensor del hipnotismo. A partir de 1887 empieza a utilizar la sugestión hipnótica, al principio con el procedimiento de Berheim, más tarde aunada con la denominada “técnica catártica” de Joseph Breuer quien lo mantenía al tanto sobre sus experiencias hipnóticas con Anna “O” ( Berta pappenheim).
obtiene en principio el retroceso de los
síntomas en sus pacientes, pero para su decepción, comprueba luego que estos retornan al cabo de un corto tiempo.
Freud comenzó a transformar esa
metodología terapéutica en lo que denominó el método de «libre asociación». la deserción de Breuer lo dejó en absoluta soledad, pero desde ella renació con más fuerza su deseo de investigar y develar los motivos de ese concierto fenómenos clínicos que lo desvelaban.
Con lo obtenido en el tratamiento de sus
pacientes y su especulación forja los elementos esenciales de los conceptos psicoanalíticos: “inconsciente”, “represión» y “transferencia” y sus dos tópicas del aparato psíquico: Conciente_Preconciente_Inconciente y posteriormente: Yo_Superyo_Ello.
Se sucediéron sin pausa sus
investigaciones, manteniendo siempre el más absoluto respeto por el discurso de la clínica y no vacilando nunca en rectificar cimientos y aristas en el crecimiento de su edificio teórico rápidamente volcado en escritos
En 1899, apareció su famosa obra “La
interpretación de los sueños”, aunque con fecha de edición de 1900, y en 1905 publicó “Tres contribuciones a la teoría sexual”, la segunda en importancia de sus obras. Fueron estos los únicos libros que Freud revisó luego en cada una de sus reediciones.
Pese a que a esta altura sus teorías habían
superado ya la dificultad de los comienzos y se hallaban sólidamente consolidadas, lo acompañaban escasos discípulos, es en 1906 que advienen nuevos, ampliando el circulo de los que desde 1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de iniciarseen el campo de la investigación psicoanalítica.
Este círculo se fue ampliando y cambió,
incluso, varias veces sus integrantes, dando lugar a la primera sociedad psicoanalítica que, en 1908, por invitación de Karl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico. Al año siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos, invitados a pronunciar una serie de conferencias en la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts, viéndose sorprendidos por el entusiasmo que allí había suscitado el pensamiento freudiano con bastante antelación a provocado en Europa. Luego bajo la presidencia de Karl Gustav Jung se fundó en Nuremberg en 1910 la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, quien conservó su cargo hasta 1914, año en que se vio obligado a dimitir, como punto final de la ruptura acordada por Freud en 1913, al manifestarse en total desacuerdo con la ampliación jungiana del concepto de “líbido” más allá de su significación estrictamente sexual.
Prosiguieron sus publicaciones:
En 1913, “Tótem y tabú”: Imbuida del
evolucionismo biológico de Darwin y el evolucionismo social de Frazer, brinda testimonio de la preocupación y la importancia que le asigna el psicoanálisis a los factores determinantes en el pensamiento y comportamiento de los hombres, más allá de la eficacia terapéutica que pudiera obtenerse con él como instrumento; cosa que por otra parte Freud siempre juzgó restringida.
Luego en1916 “Introducción al
psicoanálisis”.
En 1923, le diagnostican un cáncer de
maxilar por el que sufrió un primera intervención quirurgica, a la que posteriormente habrían de sucederse otras.
Nada de ello mermó su ímpetu de trabajo
ni el afán de comunicar sus trabajos, siendo por en contrario un período altamente fructífero de su producción y contribución al estado de nuestra cultura:
El porvenir de una ilusión (1927)
El malestar en la cultura (1930)
Moisés y el monoteísmo (1939)
Hijo pródigo su psicoanálisis, instrumento que fue puliendo con la paciencia de un orfebre solitario y consumado, pequeña luz con la que avanzaba en medio de las sombras de la dimensión inconciente sin auxilio de antecesores previos que lo sustentaran.
Hijo pródigo devenido en padre que le
donó un discurso nuevo, original, que conmovía y provocaba la exaltación de algunos y el desprecio de un mundo académico que sentía temblar y fragmentarse la hegemonía de la razón.
Antes Kepler y Copérnico, luego Darwin y
ahora Freud provocaban sucesivas y profundas heridas al soberbio narcisismo del hombre.
El “homo rationalis” asiste a regañadientes
al doloroso traslado de su capital imperial; ya no será la certeza del cogito cartesiano, sino los suburbios, la estofa despreciada: la dimensión inconciente.
De su formación médica nunca desprendió,
no abjuró nunca de ella, otorgándole validez a la organicidad cuando correspondía, pero manteniendo muy en claro aquello que no le pertenecía, aunque esta firme decisión implicara el no reconocimiento del psicoanálisis como disciplina científica, estatuto por el que siempre luchó, reconocimientoque no logró ni logrará, pero que tampoco habrá de necesitar porque se lo dio a si mismo desde su propio linaje.
A esta síntesis de su actividad inicial habrá
de agregarse una intensa y variada actividad: la llegada paulatina de colegas vieneses afines a su pensamiento, mitigando en parte la soledad primera y dando fuerza de cuerpo al retoño en medio de los vientos : Karl Gustav Jung, Alfred Adler, Karl Abraham, Sandor Ferenczi, Theodor Reik. Hans Sachs, Otto Rank, Wilhelm Stekel, Paul Federn y luego una serie de deserciones, escisiones y nuevos acercamientos.
La fundación de la Sociedad vienesa de
psicoanálisis( núcleo inicial de la Asociación psicoanalítica internacional)y el fundamental aporte de sus construcciones: Las dos tópicas del aparato psíquico: Conciente_Preconciente_Inconciente y posteriormente: Yo_Superyo_Ello sumados a una extensa serie de publicaciones: “Estudios sobre la histeria”, La interpretación de los sueños”, Psicopatologia de la vida cotidiana”, “Los dos principios del suceder psíquico”, “Más alla deñ principio del placer”, “Psicología de las masa y análisis del yo”, “El porvenir de una ilusión”, “El Malestar en la cultura”etc.
Como paréntesis de un cierre imposible,
nos queda el último escrito de Freud: una carta a su amigo y poeta Albrecht Schaefeer: 19-9-1939
Querido señor Schaeffer:
¡Con qué alegría he recibido su
inesperada carta! ¡Cuántas veces he pensado en mi
poeta durante estos tiempos, vacíos en
ciertos aspectos, preguntándome a qué
rincón de este desbaratajustado mundo
le habían impulsado los acontecimientos de
su patria!
Me alegró muchísimo saber que lo que
yo temía no ocurrió y que ha encontrado una compañera tan valiosísima en su esposa.
No todo lo que pueda decirle de mí
coincidiría con sus deseos, pero tengo más de ochenta y tres años, debería haber muerto ya y sólo me queda seguir el consejo de su poema: Espera, espera.3
Muy sinceramente suyo,
Freud.
Tres días después de haber escrito estas
palabras-, en la noche del 23 de septiembre falleció Sigmund Freud dejándonos su legado.
Martin Heidegger
Continuaremos ahora con Martin
Heidegger, “un pensador insoslayable”, en palabras del filósofo Arturo García Astrada. Un bastión fundamental no sólo para la filosofía sino para mantener viva la dinámica de todo el pensamiento que pretenda el fluir de esclarecimientos que se suceden en respuestas que no clausuran y motivan nuevos interrogantes en una diadema de aperturas que impiden la anquilosis de los dogmas.
Una larga vida en la búsqueda del ser, de
su verdad, no de su representación como lo venía haciendo la metafísica occidental confundiéndolo con el ente: sí de su presentación parcial en ocasiones de un desocultar/ocultar con la “Aletheia” en el decir filosófico de “Ser y Tiempo”, y luego a partir de la “Khere” desde el poético, con el “Ereignis”
Larga vida, con un único empeño, en
medio de pasiones y catástrofes, atravesada por una serie de reconocimientos, caídas y rehabilitaciones.
Su lema era preguntar y no responder,
preguntar por el ser, que había sido “entificado” en y desde las múltiples maneras que pretendían enunciarlo.
Al igual que Freud y Lacan, alcanza este
punto de madurez desde una previa formación que en su caso es de fuerte raigambre teológica en una doble inscripción :su hogar paterno y su entorno cultural.
Nació en Messkirch (Baden) pequeña
ciudad ubicada entre el Lago Constanza, los Alpes suabos y el alto Danubio, en un hogar de profunda fe católica.
Su padre era tonelero y sacristán de la
iglesia católica de San Martín de Messkirch y provenía de pequeños campesinos y artesanos y su madre de granjeros del cercano pueblo de Gögingen.
Una infancia vivida en unión de su
hermano Gritz y de sus padres bajo el manto de la iglesia en esta pequeña ciudad, en una pequeña casa frente a la iglesia de San Martín.
Padres creyentes, con un catolicismo
incorporado a sus entrañas que no precisaba de fanatismos ni confesionalimos que probaran su fe ni la necesidad de imponerla a los otros.
Un hogar sencillo, un padre recto,
trabajador, austero y una madre activa, que llevaba con orgullo su descendencia de labradores.
Recursos económicos suficientes para una
vida sin privaciones, pero no para brindar a sus hijos una educación superior.
Fritz se quedará toda su vida en Messkirch
trabajando en el Banco de crédito local, destacado y querido por sus congéneres y desde siempre poniendo todo de sí para ayudar a su hermano Martin.
Finalizados sus estudios primarios en la
escuela municipal de Messkirch y carecer esta un instituto, fue el párroco de la ciudad quien ofreció a sus padres enviarlo al seminario católico de Constanza, adecuado para quien presentaba amén de sus capacidades, vocaciones sacerdotales y sobre todo para los jóvenes provenientes de zonas agrícolas..
Con la plena aceptación y orgullo de sus
progenitores la propuesta fue aceptada y sostenida con una beca otorgada por una fundación de Constanza a partir de las gestiones realizadas por el prefecto de dicho seminario. Era doble la formación e información que recibiría: una en el seminario de “La casa de Conrado”, al que asistían jóvenes en su mayoría provenientes del campo de modestos recurso e incluso de hogares pobres, y que allí convivían bajo un régimen estricto aunque no intolerante y la otra en el instituto que funcionaba en un antiguo colegio de jesuitas que estaba bajo la conducción estatal y por ende era secular, a la que acudían los hijos de profesionales, comerciantes y funcionarios.
El seminario brindaba, una sólida
formación religiosa, y además una suerte de vacunación y adiestramiento para convivir con los “laicos”.
La íntima vivencia de pertenecer al cerrado
mundo católico de una pequeña ciudad y la de hallarse en otra, cercana geográficamente donde se respiraban notoriamente los tiempos modernos, con el agregado de pertenecer a una clase social de campesinos donde abundaban las burlas y desprecios por parte de compañeros del instituto provenientes de un nivel socioeconómico más libre y holgado, le hacía difícil una adecuada convivencia más feliz convivencia.
Tal vez la visión de estos “dos mundos”: el
uno de costumbres austeras y rigurosas, lento y perseverante y el otro de mayor aceleración y superficialidad, basado en el “goce del instante” formó parte importante de su posición acerca de “la autenticidad” y la “in-autenticidad” en la existencia del Da-sein.
De un lado estaba un marcado esfuerzo
cotidiano, la lucha y un fuerte sentimiento de pertenencia, de absoluto y venerado respeto a las raíces, del otro los caminos más fáciles y superficiales conducentes tantas veces a la dispersión.
Nuevas becas otorgadas posteriormente,
una, para la formación de sacerdotes le permitió cubrir los últimos años del instituto y asistir a los cuatro primeros semestres de teología en Friburgo (hasta 1911) y la otra le fue destinada para mantener la filosofía y la teología de Santo Tomás de Aquino (hasta 1916).
Este encadenado acontecer ligó a
Heidegger a una dependencia económica y a una gratitud que lo obligó durante trece años (hasta 1916) a la tutela de la iglesia provocándole un doble sentimiento de vergüenza y humillación que no podía disculpar, según sus propias palabras al “sistema del catolicismo” que ingresaba con su política de intereses en la actividad pública.
Posiblemente estas heridas y el
resentimiento generado por ellas pudo haber tenido alguna participación, entre otras, para su adhesión al nazismo, que desde sus comienzos mostraba un perfil anticlerical.
No obstante y tal como lo expresara
posteriormente siempre guardó un buen recuerdo de sus años en el seminario de la casa de Conrado, no así de su estancia en el seminario arzobispal de San Jorge en Friburgo en el que asistió al importante Instituto de Bertold a favor de una beca obtenida para estudiantes de teología. Alumno destacado y con un fuerte deseo de progreso dirigía su mirada al campo de la actividad eclesiástica proponiéndose ingresar al término del bachillerato a la Compañía de Jesús, lo cual consigue al ser admitido en el noviciado, pero del que luego de un período de prueba de dos semanas es excluido, por presentar molestias cardíacas.
Ante esta situación y dado que la beca que
sustentaba sus estudios estaba ligada exclusivamente al campo teológico solicita ser admitido entre los teólogos del seminario de Friburgo. Luego de ser aceptado comienza a estudiar teología en el semestre invernal de 1909, pero dirá más adelante que las materias obligatorias le resultaban poco satisfactorias, ante lo cual se dedicó a estudiar por su cuenta los manuscritos escolásticos que a su parecer le proporcionaron un marco formal y lógico pero en lo filosófico no satisficieron su búsqueda.
Sí le resultó de especial relevancia el
vínculo establecido con Carl Braig, un teólogo de Friburgo del cual ya había leído anteriormente su obra “Sobre el ser. Compendio de ontología” (1896) en donde accedió a conceptos fundamentales de la ontología.
A partir de la valiosa compañía de este
teólogo antimodernista y de la potencia de sus ideas pudo comenzar a confrontar con el pensamiento de Hegel y Schelling, generando hacia su figura un eterno agradecimiento.
La larga serie de becas obtenidas en
ocasiones mediante cartas no exentas de humildes súplicas a las autoridades eclesiásticas, dada la persistente estrechez económica que le impedían continuar sus estudios, aunada a una paulatina maduración de su pensamiento fueros separando a Heidegger de una pertenencia dogmática a la iglesia católica aunque no de un espíritu religioso cuya marca aún a veces velada permanecería incólume a lo largo de toda su obra.
Una fuerte mística y poderosa devoción a
sus raíces sustentaron largas horas de meditación de cuya rica producción en su cabaña de Toadtneuberger emergía, para fumar una pipa y tomar un vaso de vino suabo con sus vecinos aldeanos, unido a ellos en un largo silencio que se hacía palabra.
Poseedor de una dura fibra sostenía sus
convicciones a ultranza, donde también hallaron lugar otras pasiones que logró enmarcar en estrategias para impedir situaciones peligrosas para la estabilidad de su hogar.
Desde su única preocupación: el ser, inicia
la destruktion (destrucción) de la metafísica occidental desde la fenomenología de Husserl de la que tanto se había embebido y alcanzado el status de discípulo dilecto de su maestro, pero también tomado su propio sesgo, convirtiéndola en un método fenomenológico que se alejaba de la conciencia trascendental donde aquel culminaba.
Construye un sistema filosófico lógico: el
dasein (Da=ahí / Sein=ser) que no constituye un sujeto y desde el cual inicia la búsqueda del ser que desde los filósofos presocráticos muchas maneras “ y como antecedentes más inmediatos en Duns Scoto, obras que el maestro alemán había profundizado.
Sienta sí las bases de “otro pensar” que
implica llegar al pensamiento original de los primeros pensadores griegos donde el Lôgos parecía decir el ser no para repetirlo en tanto pertenecía a otro tiempo sino para tomar de él lo que había sido olvidado.
Valga como sustancial ejemplo el
fragmento 50 de Heráclito en la traducción de Snell al alemán (aceptada por Heidegger): “ Si ustedes no lo han percibido de mí sino del sentido (lógou), entonces es sabio decir en el mismo sentido (homologeîn): Uno es Todo (Hen Panta)”
Aparece el logôs como palabra oída, que
no proviene de mí
Heidegger responde por su procedencia: el
lenguaje habla
En la ardua construcción de su sistema crea
nuevas terminologías a partir de las existentes dándoles nuevos sentidos, nuevos neologismos y bucea en su idioma natal antiguos significados de términos actuales para establecer entre ellos correlaciones significativas válidas para su búsqueda.
Privilegia al hombre sin pretender y en
absoluta oposición a la construcción de una antropología estructural, como un ente que si bien es entre los otros entes habita el lenguaje, habita su morada y lleva en sí un estado de abierto, una comprensión pre-ontológica del ser de sí y de los otros entes.
El Da-sein ec-siste (es abierto al ser) y el
logôs lo habita.
Este Da-sein que somos nosotros mismos,
en cada caso nuestros.
Nosotros, yectos (arrojados), sin haber
pedido, sin saber de dónde y adonde.
La esencia del Da-sein(ser- ahí) es
ec-sistencia (su ser-abierto)
Esta apretada síntesis tiene un amplio
desarrollo en su obra capital: “Ser y tiempo ” Más adelante Heidegger en su persistente búsqueda, desplazará su interés “del ser del ente” a “la verdad del ser”, no será ya la búsqueda del “Sein” , sino del “Seyn”, aquello que está más allá de todo ente, como verdad.
Evoluciona su pensamiento hacia otra
noción de existencia (ec-sistencia) que no tendrá el anterior sentido de los Sein (de las cosas en el mundo), ni de los “otros”, sino el sentido del ser (Seyn) en el lenguaje, en una torsión que lleva desde la Aletheia (des-ocultamiento) al Ereignis ( verdadero evento_Acontecimiento apropiador) del ser.
El Da-sein, el ahí del ser es así llevado a la
máxima potencia de su exterioridad y el hombre como cura (cuidado) del lenguaje lo recibe como un don desde su nacimiento y luego lo alimenta con el habla (logôs).
En su khere (viraje) encuentra los poetas
que serán de su elección, Hölderlin, Rilke, Trackl, entre otros; que trascienden la poesía como género literario, haciendo poesía del sentido de la poesía; entendida como Dichtung (meditación poética), capaz de desocultar el “rastro de los dioses huidos” a diferencia de la poesie, que referida a la versificación literaria no supera el vacío narcisístico de la poesía subjetiva.
El pensar meditativo del filósofo alemán
acerca de lo abierto no lleva al vacío sino al relampagueo de un destello que hiende en la dichtung de Hölderlin el velo que cubre al ser, lo cual no ocurre en la poesie.
Si el primer Heidegger ante la insistencia
de la pregunta : ¿quién habla? Responde: el Dasein habla: será el segundo el que afirmará: el lenguaje habla; y dando un paso más allá, agregará: “es poéticamente que el hombre habita la tierra”
El Ereignis (acaecimiento apropiador, más
precisamente trans-apropiador en que el pensar meditativo del hombre, el ser y el tiempo se tras-apropian) acontece, ocurre, porque y sin porqué, como nos dice Angelus silesius acerca del crecer de la rosa: crece porque crece; en lo “abierto” del Da (Ahí) donde el Dasein y el ser se encuentran en el donar del tiempo.
Silencio en el inicio, olvido del olvido del
ser, punto de arranque de largos y laberínticos caminos en donde no vacila Heidegger en dar pasos hacia atrás porque ello lo llevará hacia delante. Revisión y Destuktion (Destrucción) de toda la metafísica occidental en su camino al pensamiento original de los presocráticos, cimiento y lumbre de su “otro pensar” desde un Dasein de-subjetivado como antípoda del sujeto del cogito cartesiano.
Dasein, ente privilegiado por su
comprensión pre-ontológica de sí y de los otros entes en la Aletheia(des-ocultamiento/ocultamiento) del ser y posteriormente en el Ereignis (acaecimiento apropiador) de la verdad del ser (seyn).
Ser que se da al ente para su representación
en tanto se oculta como ser (jamás representable).
El ser, incalificable, irrepresentable como
qué o quién, se da, se acoge en el ente, “serea”, se dona, se destina, ilumina……..ser/nada.
¿Será el fin de la filosofía al llegar al limite
de la palabra, punto de encuentro de otro silencio al no poder “hablar” el ser con palabras que lo representen?
Parece ser el punto al que arriba Heidegger
En tanto la ciencia acota su objeto, toma al
ente como su fin y a la técnica como su instrumento apartándose de la filosofía, su fuente originaria; el Dasein acorde al decir de Parménides “Me es indiferente donde comience, porque allí volveré de nuevo” se en cuentra siempre con el mismo.
Cabe un alto, para proseguir más adelante
por los senderos de un pensar que Heidegger nos ofreció no como brújula de sus pensamientos sino de su pensamiento.
La muerte de un gran pensador
Transcribo textualmente las palabras que
pronunciara Bernhard Welte el 28 de mayo de 1976 , al que Heidegger sorprendiera al comunicarle que deseaba, cuando llegara el momento, ser enterrado en el cementerio de Messkirch, lugar natal común a ambos y además que hablara en su entierro: “El camino de Martín Heidegger ha llegado a su fin. ¿Qué se puede decir ante este fin, ante este ataúd, frente a esta muerte? Alguna vez el mundo entero lo escuchó. Tal vez, ante la noticia de esta muerte, lo escuche nuevamente.
Quizás, ante esta muerte que nos
conmueve, sería mejor callar que hablar.
Pero, con todo, se puede y se debe hablar,
dedicar unos instantes a una breve reflexión. El 14 de enero de este año Martín Heidegger me obsequió con un largo diálogo. Me pidió entonces que dijera unas palabras ante su tumba. Por ello me animo a hablar aquí. ¿Qué podemos hacer aquí mejor que pensar una vez más, en esta hora, en el camino de Heidegger, y ante todo en lo que él ha pensado sobre la muerte?
Surgió una vez de esta hogareña tierra
natal de Messkirch. Sus pensamientos conmovieron luego al mundo y el siglo. Aportó también nuevas luces, cuestiones e interpretaciones a la historia entera de Occidente. Después de Heidegger miramos hacia atrás de manera distinta hacia nuestra historia. ¿Y no vemos también de manera distinta el futuro? Fue siempre un buscador en camino. Con energía caracterizó muchas veces su pensamiento como un camino. Peregrinó sin descanso por ese camino; hubo sinuosidades y giros, y hubo también ciertamente tramos de errancia. Heidegger entendió siempre su camino como algo que le había sido destinado y encomendado. Intentó entender su propia palabra como una respuesta a una señal, a la que prestó su oído de continuo. Pensar (Denken) era para él agradecer (Danken); respuesta agradecida al llamado.
¿Qué pensó este gran pensador de la
muerte, esa muerte que ahora lo ha recogido? Ya en su primera obra fundamental, Ser y Tiempo, describe el anticiparse a la muerte (parágr. 46 y ss.). Ya desde joven estuvo en ese camino y anticipación. El 7 de mayo de 1960, en la celebración de Hebel, citaba él al poeta alemán que habla de la tumba silenciosa y de su misteriosa puerta. *
Y ahora Heidegger mismo ha traspuesto la
puerta misteriosa. ¿Hacia dónde conduce? En la misma breve alocución (Hebel-Feier. Reden zum 200. Geburtstag des Dichters, Karlsruhe, pp. 27 y ss.) cita Heidegger nuevamente versos del poeta
Ninguna palabra de la lengua lo dice
ninguna imagen de la vida lo refleja
Lo que ninguna palabra dice y ninguna
imagen refleja es el misterio. Heidegger siempre lo buscó. Lo buscó en su camino y sobre todo lo buscó en el misterioso destino de la muerte. ¿Qué es? ¿La nada? ¿El ser? ¿Lo sereno y salvífico?
En los dos ensayos Bauen, Wohnen,
Denken y Das Ding (Construir, habitar, pensar y La cosa) se habla del siempre buscado y también de la muerte. En estos ensayos aparece el cuarteto de Tierra y Cielo, Mortales e Inmortales. Aquí, al confiar su cuerpo a la tierra y mientras se abre sobre nosotros el amplio cielo, podemos acordarnos de ello. Los mortales son mortales porque son capaces de la muerte. Y de la muerte se dice allí: “La muerte es el relicario de la nada, a saber, de aquello que en ningún sentido nunca es meramente algo que es, pero que sin embargo se presenta; y se presenta como el misterio del ser mismo. La muerte, como relicario de la nada, entraña en sí el hacerse presente del ser. Como relicario de la nada, la muerte es la custodia del ser” (Vortrage und Aufsatze, Pfullingen, 1954, p.177).
La custodia del ser: la muerte entonces
entraña y oculta algo. Su nada no es nada. Entraña y oculta la meta de todo el camino. Meta que aquí es denominada el ser. ¿Y qué son los divinos? Según se nos dice allí, son los mensajeros de la divinidad que hacen señas. (Vortrage und Aufsatze pp. 150 y 177). Hacen señas desde la región del morir, de la muerte, de la nada y del ser. Y el camino del pensar heideggeriano salió al encuentro de esas señales. Se trataba precisamente de prestarles oídos y, con estas señales de los divinos, aguardar y salir al encuentro de la epifanía del Dios divino. Hacia allí se encaminó todo el pensamiento de este gran pensador.
En camino hacia allí, estaba él llamado a
cargar sobre sí, pensando, la miseria del tiempo de la lejanía de Dios, y a la vez a interpretar el camino del tiempo y del mundo como un camino en aquella dirección. Interpretó a su vez a Nietzsche como el intérprete de este tiempo y de este mundo, y le preguntó si no había él entonado el De profundis (Holzwege, Frankfurt am Main, 1950, p. 246; Sendas perdidas, Losada, Buenos Aires, 1960, p. 221). De profundis, desde lo profundo, es el salmo que desde la profundidad de la lejanía de Dios clama hacia el Dios divino. El clamor que Heidegger advirtió en Nietzsche era ciertamente su propio clamor.
Al cumplir 80 años habló Heidegger en
Amriswill acerca de la estancia del habitar del hombre en nuestra época. Y se preguntaba: “¿Es el habitar del hombre hoy el permanecer en el retirarse de lo Alto?” (Neue Zürcher Zeitung del 6.10.1969, N0 606, p. 51). Veía esto como lo más profundo que afecta a los hombres de hoy. El retirarse de lo Alto significa, en la palabra de Hölderlin, el retirarse del Dios divino. El retirarse que provoca el grito de profundis.
El retirarse o, como también se indica, la
falta de Dios, significa, según él, no una mera carencia, sino más bien “la presencia aún por apropiar de la oculta plenitud de lo sido”. Martín Heidegger escribe en la carta al joven estudiante que “la oculta plenitud de lo sido es lo divino en los griegos, en los profetas judíos, en la predicación de Jesús” (Vortráge und Aufsátze, p. 182). Ahora el camino ha llegado a su fin. La muerte, la custodia del ser, ha recogido a Martín Heidegger en su misterio de oculta plenitud. Nosotros, conmovidos por el Evangelio, pero esperanzados, podemos decir: “El que busca encuentra y al que llama se le abrirá” (Mt. 7, 7). “El que busca”, tal puede ser el título de toda su vida y su pensamiento.
“Encuentra”, tal puede ser el secreto título
de su muerte. Desde su misterio ilumina hasta la lejanía del mundo de los mortales.
¿Es adecuado enterrar cristianamente a
Martín Heidegger? ¿Es conforme al mensaje del Cristianismo? ¿Es conforme al camino de pensamiento de Heidegger? En todo caso, él lo ha deseado. Por otra parte, él no interrumpió nunca su relación con la comunidad de los creyentes. Ciertamente, él hizo su propio camino, y debió hacerlo, siguiendo su llamado; y no se podrá denominar sin más ese camino como cristiano en el sentido habitual de la palabra. Pero fue el camino del quizás más grande buscador de este siglo. En la espera y con el oído atento al mensaje, buscó al Dios divino y su resplandor. Y lo buscó también en la prédica de Jesús. Entonces, sobre la tumba de este gran buscador, se pueden pronunciar las palabras de consuelo del Evangelio y la oración de los salmos, ante todo del salmo De profundis, y la oración más grande de las oraciones, la que Jesús nos enseñó”. Jacques Marie Emile Lacan (París, 13 de abril de 1901 —París, 9 de septiembre de 1981)
Desciende de una rica familia de
vinagreros (Casa Dessaux) en Orleans por parte de su abuela paterna, Marie Julie Dessaux, empresa en la cual su marido Ëmile Lacan pasó a desempeñarse como representante en el área de comercialización.
Hombre de carácter autoritario, aunque de
fácil acatamiento a los mandatos de su esposa y de acuerdo con ella en la observancia rigurosa del dogma católico, envían a su primogénito Alfred al seminario de Notre-Dame-des-Champs del cual egresa con un fuerte resentimiento hacia sus padres por haber sido privado por estos del calor familiar.
Posteriormente siguiendo los pasos de su
padre, con el cual mantenía una relación de fuerte sometimiento, se ligó a las exitosas actividades de la casa Dessaux guardando gran celo en el cuidado de sus intereses.
No tenía inquietudes culturales y
desarrollaba sus actividades comerciales con suma prolijidad y siempre en estricta dependencia de su padre.
Alfred se casa más adelante con Émilie
Baudry, quien provenía de un padre batidor de oro, posteriormente devenido rentista, fijando su residencia el matrimonio en el mismo edificio de los padres de Alfred. A este hogar llega Jacques Marie Emile y posteriormente sus hermanos Raymond, fallecido dos años después, Madeleine Marie y finalmente luego de unos años Marc marie que más tarde cambiará su nombre por Marc Francoise al seguir su vocación religiosa.
Una vida familiar unida por la piedad y los
ritos religiosos, pero debajo de los cuales bullían las desavenencias entre su madre sus suegros y cuñadas.
En este clima se criaron estos tres
hermanos, pero Jacques se sentía particularmente afectado por esta atmósfera religiosa asfixiante y los permanentes y cotidianos conflictos subterráneos, a lo que se agrega el dolor provocado por el sometimiento de su padre a un abuelo tiránico al que más tarde calificaría en durísimos términos al año siguiente de la muerte de su progenitor: “De lo que se trata en ”Mi abuelo es mi abuelo” quiero decir esto: que aquel execrable pequeño burgués que era dicho tipo, ese horrible personaje gracias al cual llegué prematuramente a esa función fundamental que es la de maldecir a Dios, ese personaje es el mismo que consta en el registro civil como estando demostrado por los lazos del matrimonio ser padre de mi padre, por cuanto es justamente del nacimiento de éste de lo que se trata en el acta en cuestión”
Para Jacques este abuelo había ejercido
una paternidad que había rebajado la función paterna, al punto que su hermano Marc Francois dirá más tarde que influyo mucho más en su concepción de nombre-del-padre que su padre Alfred con el mantuvo en los años de infancia un vínculo de gran calidez y cariño.
Desde pequeño mostraba un carácter
posesivo y caprichoso aunque de gran afecto a su hermano Marc, siendo una tía materna la que distinguió su precocidad y le posibilitó la oportunidad de estudiar en el colegio Stanislas, en París una institución a cargo en principio de los hermanos maristas, con una larga tradición y numerosas reformas posteriores.
Allí en esta fortaleza cristiana recibió lacan
una formación clásica, cerrada a “la modernidad” y al “espíritu de las luces” basada en los emblemas de una casa de estudios cristiana sustentada en el pensamiento cartesiano
La gran guerra irrumpió e interrumpió la
aquietada vida de la familia lacan y debiendo su padre Alfred alistarse en filas, tuvo su madre que suplirlo en las funciones comerciales que desempeñaba en la firma Dessaux.
De carácter altanero, soberbio y caprichoso
buscaba siempre destacarse y obtener siempre el primer lugar, manteniéndose aparte de los juegos y chanzas de sus compañeros.
Destacado en las materias religiosas, no así
en otras asignaturas padecía al decir de sus profesores de fantasiosas fugas de “delectación amorosa” que numerosas veces culminaban en ausencias por aburrimiento.
Es así que junto a sis hermano se halla
inmerso en un clima de religiosidad que su madre había sabido transmitir desde la concepción jansenista: “A causa del pecado de Adán, nuestra naturaleza que se halla desprovista de los elementos esenciales para su integridad, es desde sus raíces corrupta y depravada. Habitada y dominada por la concupiscencia, que en cada uno de nosotros constituye propiamente el pecado original, y ante la cual la voluntad impotente para resistir se ha tornado puramente pasiva. No es posible escapar a la atracción del mal salvo si surge la ayuda de un movimiento de gracia superior, que pueda triunfar sobre la fuerza de la concupiscencia. Nuestra alma, desde aquel entonces, se encuentra obediente a un único placer: un deleite, terrenal o celestial, que por momentos la atrae con la mayor fuerza., este deleite inevitable e irresistible, si proviene del cielo o de la gracia, lleva al hombre a la virtud y si viene de la naturaleza o de la concupiscencia, lo determina al pecado. En una situación como en otra, la voluntad será barrida por el impulso preponderante. Los dos deleites nos dice Jansenio, son como los dos brazos de una balanza, de los cuales uno no puede subir a menos que sea bajado el otro y viceversa. De acuerdo a ello el hombre, pese a su voluntad hará el bien o el mal en tanto y en cuanto sea dominado por la gracia o por la concupiscencia.
Nunca podrá resistirse, ni a una, ni a la
otra. En este sistema no hay lugar, evidentemente, para gracia completamente suficiente; por otra parte es fácil discernir los principios de las cinco proposiciones condenadas”; y que ella había adoptado a partir de la fuerte influencia de una amiga íntima, contrastando notoriamente con la práctica provinciana de sus abuelos paternos.
Protector de su hermano Marc, se disgustó
más tarde consigo mismo por no haber logrado convencerlo para que renunciara a su vocación sacerdotal y siguiera el rumbo de las finanzas.
En la agitada vida intelectual de su época,
atraen su atención figuras como André Breton, Dalí, André Gide, Jules Romains, James Joyce, impactándole de tal manera que rechaza los valores familiares y cristianos en los que había sido educado.
En el inicio de su carrera médica las ideas
de Freud se extendían y ocupaban cada vez más espacio dentro del pensamiento francés; y Jacques luego de culminar sus estudios cursa entre1927 y 1931 los estudios y la práctica necesarias para su especializarse en psiquiatría con tres maestros que dejarán en él una fuerte impronta: Georges Dumas, Henri Claude y G.Clérembault. también en esta época se relaciona con otras futuras figuras importantes: Henri Ey, Pierre Mâle entre otros.
En la preparación de su tesis de doctorado
en Medicina publicada en 1932 fúe fuertemente influido por un artículo publicado por Dalí en 1930 con el título de “burro podrido” en la que proponía una nuevo y original abordaje de la paranoia, que ponía al servicio del surrealismo mediante su técnica de la paranoia crítica, donde Dalí explicaba el funcionamiento de la misma como una deformación de la realidad (alucinación) y que de acuerdo a este nuevo sentido le permitió crear un método que le posibilitaba lograr la aparición de imágenes dobles en donde se podía pasar de una a otra de manera pseudo-alucinatoria.
Este importante aporte contradecía y
pretendía rectificar la clásica concepción psiquiátrica de la paranoia como un “error” del juicio y el criterio del delirio como “razonante”, para pasar a pensarlo como una interpretación de la realidad y a toda la paranoia como una actividad creadora provista de lógica.
Presenta entonces un extenso trabajo para
su doctorado sobre la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, basado en dos hechos criminales que sacudieron la sociedad francesa de su época: El caso Aimée (Marguerite Pantaine_madre de de Didier Anzieu) protagonista de un atentado a una famosa actriz y el de las hermanas Christine y Lea Papin, dos hermanas domésticas que asesinaron y descuartizaron a sus empleadoras.
A partir de aquí toma distancia de la
psiquiatría, que si bien tenía un ángulo de observación fenomenológico proveniente de Husserl y Jaspers e influencias de Spinoza que le proveían dinamismo, no ingresaba aún los contenidos psicoanálíticos y los posteriores y valiosos aportes de la filosofía que recibiría cuatro años más tarde a partir de las enseñanzas de Kojève y de Koyré sobre Hegel y sus lecturas de Nietzsche y Heidegger que en 1927 había publicado “Ser y Tiempo”.
Más adelante llegaría la antropología
estructural de lévi-Strauss, la lingüística de Ferdinand de Saussure y la topología de la mano
Esto sobrevendría posteriormente,
acompañado de una larga serie de conflictos con la Asociación Psicoanalítica Internacional que culminaron en su expulsión (excomunión) basada entre otro motivos en el incumplimiento por parte de Lacan en la frecuencia del número de sesiones y tiempo de su duración en los tratamientos que conducía y que él fundamentaba, por una parte en el tiempo de “apertura y cierre del inconciente” y por otra en un salto o pasaje, para nada coincidentes con los tiempos cronológicos que las autoridades de la IPA exigían cumplir dogmaticanente. Conclusiones
Sigmund Freud abre la compuerta para
intentar mirar allí donde bulle el “desórden” de lo despreciable en múltiples amalgamas con lo sublime.
Solo, se anima a correr los velos uno tras
otro de las telarañas que ocultan los tesoros de la “estofa” en el castillo mundano donde reina la pretendida luz de la verdad cartesiana.
Su palabra, portavoz del logos oculto
pesquisa las huellas de la enunciación filtrada en prolijo “orden” de los enunciados.
Heidegger caminante por otros senderos
destruye para re-construir una nueva dimensión de ventanas y puertas abiertas que conectan laberintos que nunca concluyen, preguntas que convocan preguntas avanzando en pos de los misterios sin ambición de alcanzarlos para someterlos.
Lacan, atento a sus voces penetra en sus
territorios desde el bagaje acumulado desde la versatilidad de sus inquietudes.
Tres pensadores animados al gran salto de
ser creadores, el último de ellos en la posición de un encuentro con la rica y vasta argamasa que los otros dos le brindaban no para fundirse en ella, sino para batirse debatiendo, hurgando además en todas las fuentes que pudieran aportarle elementos para ir elevando su propio edificio.
Dos médicos y un filósofo, pero cuya
procedencia para nada los enmarca ni los ubica en compartimientos estancos.
El uno neurólogo, marcado por el
rigorismo de las ciencias naturales, pero desmarcándose, desde la pretensión de alcanzar un muevo estatuto de ciencia para su creación; el otro considerándose el único y verdadero heredero de este pensamiento que siempre llevará como estandarte contra todos los desvíos que percibe y adjudica a otros sucesores del maestro.
Heidegger, atravesado por el denso
“corpus” de la metafísica denuncia la pretensión de todos los sistemas que pretendieron alcanzar el absoluto del saber cerrando los ojos de su búsqueda, y dedica todo su esfuerzo y atención a al hallazgo ocasional del ser y su verdad, hasta el límite que marca la palabra.
Lacan en su debatirse tomará distancia de
los resabios biologistas de Freud y de sus construcciones topográficas a partir de su encuentro con la antrpología, la lingüística saussuriana, la filosofía y la topología.
Rompe la unidad del signo de Saussure,
elevando al significante a la máxima potencia, y la barra que articulaba al rango de resistencia, debajo de la cual coloca el significado.
A partir de esta ruptura y torsión del signo
será la cadena de significantes la que en su deslizamiento metonímico arrojarán la significancia en puntos de cierre de sentido.
Reubica y traslada al sujeto desde la
posición hegemónica del cogito cartesiano
Al devenir de la cadena significante donde
este lo representa para otro significante.
Sujeto del inconciente, sujeto-sujetado y
barrado, tachado por la barra de la represión, ya no el sujeto que domina desde la lúcida certeza de la conciencia como faro del saber filosófico.
Concibe al inconciente estructurado como
un lenguaje, según todos sus giros y tropos, y en la equivalencia de la metáfora y la metonimia, a partir de su contacto con la obre de Roman Jacobson, con la condensación y el desplazamiento freudianos desarrollados por este en la “Interpretación de los sueños”.
Lenguaje que funda el inconciente, por el
que estamos atravesados e inmersos en él antes de nuestro nacimiento, en tanto nos aguarda un nombre que nos ha sido asignado y que desde el orden simbólico nos designa un lugar y nos numera en la progenie.
Lenguaje que nos mediatiza elevando “la
cosa a la dignidad de la palabra” tajante diferencia con la inmediatez animal dotado de un instinto fijo y certero que siempre acierte con su objeto, a diferencia del “cachorro humano” advenido inmaduro y fragmentado en un caos pulsional, hasta el jubiloso grito anticipado con el que desde su inermidad habrá de alcanzar desde la imagen de sí reflejada en un espejo y en principio tomada como “otro” una posterior identificación con ella, nacimiento de un yo por siempre frágil por el que andará por el mundo reforzándolo con emblemas, pavoneos y paradas no debiendo olvidar, si de esto tiene conciencia la precariedad de su origen.
Lenguaje que portando la ley que separa,
segrega y prohíbe, abre la posibilidad del ingreso a la exogamia, a partir de una adecuada resolución edípica no siempre lograda.
repetidamente afirmará el maestro francés
que no hace lingüística, que ésta en el fondo “le importa un bledo”, sino lingüistería, lingühisteria, utilizando de ella aquello que le importa e importa para esta vuelta a Freud, que más que retorno aparece como una radical transformación, por más que asevere con insistencia que lo dicho en este, su retorno a Freud ya había sido dicho por él y que para ello se tenía que actuar con una escucha más atenta en la lectura de sus obras.
En los finales de su larga trayectoria
pronunciará: “….ustedes si quieren sean lacanianos, yo seguiré siendo freudiano”.
Es al promediar 1932 que comienza su
análisis con Rudolph Loewenstein, que en aquella época era considerado un destacado analista didáctico de la SPP(Sociedad Psicoanalítica de París). Fue este el único tránsito de una experiencia psicoanalítica en el lugar de analizando y que luego de seis años culminaría en un abrupto final, en una interrupción de su parte que le acarrearían de inmediato largas dificultades como miembro de la Asociación Psicoanalítica internacional. A través de los datos de que disponemos es de presumir que este análisis fue producto de un inexorable requisito que debía cumplir si deseaba escalar posiciones jerárquicas de mayor nivel dentro de la institución.
Nada menos parecido a una cura iniciada
desde la singularidad transferencial de su deseo.
Más adelante y con la mordacidad que lo
caracterizaba manifestó que Loewestein no era lo suficientemente inteligente para analizarlo. Por su parte, tampoco Loewenstein se abstuvo de comentar entre sus allegados que Lacan era inanalizable.
Transitó la obra de Freud con
minuciosidad, pero también desde una exterioridad: psiquiatría, antropología, surrealismo, filosofía y topología embebiéndose de las obras de Lévi-Strauss, Nietzche, Hegel Husserl y Heidegger, así como de matemáticos y topólogos. fue un médico psiquiatra y psicoanalista francés conocido por los aportes teóricos que hiciera al psicoanálisis basándose en la experiencia analítica y en la lectura de Freud, incorporando a su vez elementos del estructuralismo, de la lingüística estructural, de las matemáticas, y de la filosofía. Sus aportes los define él mismo como un «retorno a Freud» y a sus teorías, por un lado, y como su radicalización, nueva interpretación («Freud contra Freud»[cita requerida]) o desarrollo ulterior, por otro.
Lacan buscó reorientar el psicoanálisis
hacia la obra original de Freud, ya que consideraba que el psicoanálisis post-freudiano se había desviado cayendo en una lógica a veces biologicista, u objetivadora del sujeto propio del psicoanálisis. Lacan acusó a muchos de los psicoanalistas coetáneos por haber distorsionado y parcializado la teoría de Freud. Reinterpretó y amplió la práctica psicoanalítica. Incorporó además a nivel teórico nociones de origen lingüístico, filosófico y topológico que lo llevaron a redefinir muchos de los principales términos del léxico psicoanalítico y, por ejemplo, a formular la tesis:
«El inconsciente está estructurado 'como'
un lenguaje»
Con esta formulación Lacan afirma realizar
un retorno a la concepción de inconsciente propuesta por Freud, al tiempo que se distancia de la posición de los teóricos de las relaciones objetales (psicólogos del yo), quienes intentan dar un lugar al inconsciente. Con su concepto, Lacan pone al inconsciente en la imposibilidad de representar los Objetos reales de manera absoluta en el lenguaje.
Las nociones lingüísticas tomadas de
Ferdinand de Saussure se hacen en su obra aplicables a la relectura de Freud. Modificando algunas de las fórmulas relativas al significante, Lacan introduce el concepto de lógica del significante para re-explicar la teoría freudiana, aunque sosteniendo -según sus propias palabras- el espíritu freudiano que puede leerse tanto en el análisis de los sueños, como en el chiste, en su Proyecto de Psicología y a lo largo de su obra. La obra de Lacan ha despertado interés en otros campos además del psicoanálisis, particularmente en la lingüística, la teoría crítica, en el post-estructuralismo, la filosofía y la política.
La importancia de lo lingüístico (si bien en
términos estrictos y a los fines de diferenciar la disciplina analítica de la lingüística, Lacan denomina "lingüistería" a su concepción del lenguaje) en la reformulación lacaniana del psicoanálisis lo llevó a modificar numerosas ideas de la práctica clínica y a proponer un complejo esquema de constitución psíquica del hombre. El yo se constituye en un reconocimiento en torno su imagen en el espejo y gracias a la garantía de la mirada del otro. A esta instancia Lacan la llamó el estadio del espejo. Con todo, afirmó reiteradamente que su intención era refinar y mejorar el marco original de las obras de Freud: es famosa su boutade de que quien quiera ser lacaniano es libre de serlo, pero que él mismo se consideraba freudiano.
Su obra, lejos de haber cosechado
aceptación universal, es fuente de grandes controversias (incluso dentro de la comunidad psicoanalítica). Los filósofos Slavoj Zizek y Alain Badiou han sido algunos de sus más fuertes defensores. En contrapartida, Lacan fue objeto de críticas epistemológicas de los físicos Alan Sokal y Jean Bricmont así como del lingüista Noam Chomsky, y filosóficas por parte de Jacques Derrida y de autores feministas. Más allá de las críticas, resulta indiscutible su fuerte influencia en la práctica del psicoanálisis en algunos países europeos y latinoamericanos. Sus concepciones han dado pie a numerosas escuelas de orientación lacaniana como la Escuela de la Causa Freudiana (Francia), la Scuola Lacaniana de Psicoanálisis (Italia), la Escuela de Orientación Lacaniana (Argentina), la Escuela Brasilera de Psicoanálisis (Brasil), etc. Otro autor que comenta a Lacan es el traductólogo Antoine Berman
La agitada vida intelectual de su época, en
la que figuras como André Breton, André Gide, Jules Romains, James Joyce atraían cada vez más su atención, es vivida por él de forma tal que rechaza los valores familiares y cristianos en los que había sido educado. En 1929, sufre una profunda decepción por la partida de su hermano Marc hacia la Abadía de Hautecombe. Había decidido ordenarse sacerdote y Jacques, quien siempre había sido su protector, no había podido evitarlo.
Al iniciar su carrera médica. las ideas de
Freud estaban ganando cada vez más espacio dentro del pensamiento francés. Se había creado la revista l'Evolution Psichiatrique y había sido fundada, el mismo día en que Lacan hacía su primera presentación de enfermo como médico neurólogo, la SOCIETE PSYCHANALYTIQUE DE PARIS. Por otro lado, la literatura tambien había acogido con entusiasmo la nueva concepción de la sexualidad humana que provenía del psicoanálisis.
Entre 1927 y 1931 realizó los estudios
necesarios para la especialización en psiquiatría. De esta época resaltan sus contactos con Henri Ey, Pierre Mâle y otras figuras de aquel entonces. Tres maestros que dejaron su impronta en él fueron Georges Dumas, Henri Claude y G.Clérembault.
En junio de 1932 empieza su análisis con
Rudolph Loewenstein, quien por aquellos tiempos era considerado como el mejor analista didáctico de la SPP. Este único paso de Lacan por una experiencia psicoanalítica en la que ocupara el lugar del analizando, finalizaría abrupta y violentamente seis años más tarde. En realidad, se presume que las razones que lo llevaron a Lacan a analizarse con Loewenstein fueron más políticas que científicas, transformándose así la cura en algo más parecido a un requisito que sabía indispensable si quería ocupar posiciones de mayor nivel dentro de la SPP. En alguna ocasión se ocupó de manifestar que, en verdad, Loewenstein no era lo suficientemente inteligente para analizarlo a él. Por su lado, tampoco Loewenstein se privó de comentar entre sus allegados que Lacan era inanalizable.
Luego de algunas relaciones amorosas
vacilantes, en 1934 contrae matrimonio con Marie Louise Blondin, quien era hermana de un antiguo compañero de estudios de Lacan, al que éste admiraba profundamente. De la unión nacieron tres hijos: Caroline (1936), Thibaut (1938) y Sibylle (1940). La paternidad no afectaría. sin embargo, el tiempo que dedicaba a sus trabajos y la divulgación de los mismos.
En 1941 se divorcia de M.L.Blondin y se
une con Sylvia Bataille, ex-esposa de Georges, con quien tiene una hija: Judith Sophie(1941). Curiosamente, el creador del nombre del padre, no pudo darle el suyo a esta nueva hija, por cuanto la ley francesa se lo prohibía por no estar oficialmente divorciado hasta entonces de su primera esposa, y la niña fue inscripta como Judith Sophie Bataille
En 1934 pasa a ser miembro adherente de
la SPP. Asiste al congreso de la ASOCIACION INTERNACIONAL DE PSICOANALISISen Marienbad, donde presenta su trabajo sobre el estadío del espejo (1936). Lacan consigue, finalmente en 1938, ser nombrado titular de la SPP, luego de ejercer presión para que no se tuviera en cuenta algunas opiniones desfavorbles a su candidatura, entre ellas las de Loewenstein.
Bajo la consigna de un retorno a Freud,
replanteó conceptos psicoanalíticos a través del estructuralismo y la linguística, lo que marca la influencia de Saussure y de la antropología de Lévi-Strauss en su obra. Asimismo, fueron muy importantes para las conceptualizaciones teóricas que desarrolló las lecturas de Husserl, Nietzche, Hegel y Heidegger. Podría decirse que Lacan leyó a Freud desde una exterioridad: psiquiatría, surrealismo y filosofía.
A partir del interés común por la obra de
Hegel, comienza una amistad con Georges Bataille, de quien toma su interés por Sade, sus reflexiones sobre lo imposible y sobre la heterología, de donde toma el concepto de "real", concebido primero como "resto" y después como "imposible". La concepción lacaniana del inconsciente como estructura también esta teñida de la influencia de la obra de Lévi-Strauss. Por otro lado, los lazos que Lacan establece con Koyré, Kojève, Corbin, Heidegger, Hyppolite, Ricoeur, Althusser y Derrida, muestran que para él todo cuestionamiento del freudianismo debía pasar por una interrogación de tipo filosófico.
La notoriedad que le proporcionó la
frecuentación del medio intelectual parisino había aportado a Lacan una pequeña clientela privada, pero hasta 1947 no recibió demasiados pedidos de análisis didácticos. Fue el médico personal de Picasso. En 1953 presenta su dimisión a la SPP. Las nuevas formulaciones que jabía introducido, en particular las relativas a la práctica de la cura, hicieron que los sectores más ortodoxos de la SPP lo acusaran de sembrar la discordia en la institución y la rebelión en los que eran sus alumnos.
Se une con Lagache para fundar la
Sociedad Francesa de Psicoanálisis (SFP)y durante los diez años que duró la SFP, encontrará en Francoise Dolto, que también se incorpora a la nueva institución, a una interlocutora que valoraba en forma notable. 1953 también señala el comienzo de sus seminarios públicos. En 1963 fue expulsado de la ASOCIACION INTERNACIONAL DE PSICOANALISIS, y un año más tarde fundó la Escuela Freudiana de París, junto a Dolto, Leclaire, Octave y Maud Mannoni. Su objetivo, según sus propias palabras, era la restauración de la verdad en el campo abierto por Freud, denunciando las desviaciones que obstaculizaban su progreso. Para ello, decía, estaban habilitados de participar únicamente aquellos que se habían formado con él. El nuevo grupo estuvo compuesto inicialmente por 134 miembros, la mayoría de los cuales había pertenecido a la SFP.
Paradójicamente, la razón de su posterior
disolución quizás haya estado en su éxito: a partir de 1966 comenzó un proceso de masificación incontrolable, que produjo un abultado incremento en el número de miembros, que para 1979 eran ya 609. Esto no era precisamente lo deseable para una institución que se había propuesto ser una república de las elites. Fue en este período que Lacan propuso el pase como nueva forma de acceder al título de didáctico, sosteniendo aquello de que el psicoanalista no se autoriza sino en sí mismo.
Habiendose ya iniciado su declinación
física e intelectual, en particular luego de un accidente automovilístico que sufre en 1978, disuelve en 1980 la escuela y funda la Causa Freudiana, que luego sería la Escuela de la Causa Freudiana. En estas últimas disoluciones y fundaciones ya no actúa sólo, sino que su yerno J.A.Miller es quien toma la posta con su consentimiento.
En esos tiempos todavía daba algunos
seminarios, pero sin el despliegue que tanto lo había caracterizado y que tan profunda fascinación provocaba en su auditorio. Padecía una patología vascular muy lenta en su evolución, pero de origen claramente cerebral. Además, desde 1980 se le había declarado un cáncer de colon.
Falleció el 9 de septiembre de 1981 en
París. Basó su obra en una revisión de las teorías de Freud y fue una de las figuras más importantes del estructuralismo francés contemporáneo. Como teórico y médico suscitó casi siempre adhesiones y rechazos radicales. Su relación con el movimiento freudiano contrastaba con sus fuertes tensiones con la IPA, la Asociación Psicoanalítica Internacional (su estilo didáctico y la brevedad de sus sesiones desencadenaron un rechazo que tiene raíces más profundas), y con el progresivo distanciamiento de sus colegas franceses a lo largo de una serie de escisiones.
En 1964 fundó la École Française de
Psychanalyse (más tarde École Freudienne de Paris). En los años sesenta y setenta, el "lacanismo" consiguió una amplia aceptación incluso fuera de Francia, sobre todo en América del Sur y en Italia, y promovió una vasta actividad interdisciplinar de desigual nivel, que aumentó su notoriedad.
En enero de 1980, después de la
publicación de L'Effet'Yau de Poêle (1979), donde el filósofo y crítico F. George describe su experiencia "lacaniana" y, con un estilo brillante y sin medias tintas, trata a Lacan de "charlatán", éste disolvió la École. Acusado de autoritarismo por sus seguidores, un mes más tarde fundó una nueva asociación, La Cause Freudienne. Después de De la psychose paranoïque dans ses rapports avec la personnalité (1932), Lacan desarrolló su complejo pensamiento en los ensayos reunidos en los Escritos (Écrits, 1966) y, entre otras obras, en Le Stade du miroir (1937), Les formations de l'inconscient (1956-1957), El seminario: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (Les quatre concepts fondamentaux de la psycanalyse, 1973), El seminario: aún y El seminario: Las psicosis.
A pesar de proclamar un "retorno a Freud",
desarrolló un pensamiento personal y heterodoxo. Autor elíptico y de difícil interpretación, situó en el centro de su sistema una lingüística estructural, relacionada con Jakobson y Saussure. Pero para Lacan no es el subconsciente el que determina el lenguaje, sino al contrario. Es fundamental el significado del símbolo fálico que estructura la propia función simbólica. En Die Bedeutung des Phallus (1958), aparecido en los Escritos, se ocupa de la autoridad paterna, la prohibición y el falo como objeto del deseo materno, deseo que nace de la carencia.
Lacan parece sostener que no se puede dar
una respuesta a la carencia del Otro: la aceptación de este hecho constituiría la madurez del individuo. Gran parte del psicoanálisis no está de acuerdo con este planteamiento. Algunas actitudes autoritarias y sacerdotales de Lacan, su estilo a veces ambiguo y su visión nihilista del mundo han sido objeto de estudio junto con su obra. Una vez calmadas las polémicas, Lacan ha sido reconsiderado: F. Fornari muestra cómo no acepta el inconsciente freudiano, sino que investiga el preconsciente; mientras, J. A. Miller seleccionaba de su producción lo que es heurística y clínicamente válido. Sin embargo, el "caso Lacan" puede considerarse también como un síntoma del descontento de la institución psicoanalítica, de los nudos no resueltos de su estructura corporativa, de su tendencia a negar y difundir las incongruencias. Lacan intuyó estos fenómenos, aunque confundidos con su propia conflictividad, y los interpretó dramáticamente, sin poder, por otra parte, dar una respuesta que fuera más allá de una protesta elaborada y atractiva.