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Encuentros _ coincidencias

_diferencias

Martin Heidegger(Un otro pensar)

Nació enMesskirch, Alemania el 26 de


septiembre de 1889 y murió en
Friburgo de Brisgovia, Alemania el 26
de mayo de 1976.
Jacques Marie Lacan

Nació París el 13 de abril de 1901 y


Murió en París 9 de septiembre de
1981.

Sigmund Freud (Una sombra que


ilumina)

(Nació el 6 de mayo de 1856, nació en


Freiberg, en la antigua Moravia
(perteneciente entonces al Imperio
austríaco), hoy Príbor (República
Checa)

Murió el 23 de septiembre de 1939, en


Londres, Inglaterra.
La obra de los pensadores y en especial la
de los tres grandes que nos ocupan no me
parece ajena a su perfil biográfico ya que
en atenta lectura a los datos que nos
brindan podemos atisbar muchas de las
marcas iniciales que provocaron sus
inquietudes, preocupaciones y
producciones futuras.

Es este trabajo solamente un punto de


partida, que marcará el primer paso de un
largo recorrido que podrá continuarse sólo
con un permanente y total esfuerzo por los
laberínticos senderos de estos tres grandes
creadores.

Una obra colosal por su vastedad, también


por la rica y compleja estructuración de sus
conceptos en pos de la verdad del ser y del
deseo.

Filósofo el primero, psicoanalista el


segundo, de formaciones muy diferentes
pero ambos disconformes y en rebeldía
para con el curso de desarrollo de sus
respectivos campos. Pero detrás, destacada,
una sombra que ilumina: Sigmund Freud,
un hijo “natural”al decir de Althusser, que
se animó desde la subversión de su
pensamiento en soledad a echar luz desde
las sombras de lo inconciente a la opaca
claridad de la conciencia.

Su presencia en este desarrollo no es


importante, es imprescindible, al menos
para poder comenzar a referirnos a los
múltiples trayectos de Lacan. Pero también
para abrir la cerrada compuerta del
racionalismo y el positivismo filosóficos
conducida por Heidegger.

No existen datos escritos ni referencias


orales acerca de contactos, ni de intereses
colaterales por sus respectivas
investigaciones, por parte de Freud y
Heidegger, pero no obstante puede
cabernos la duda al respecto, por aquello
de que no todo se explicita ni la certeza
mora en lo manifiesto.

Lo aparentemente cierto es que Heidegger


jamás se intereso por el psicoanálisis y en
cuanto a Freud hubo un deslumbre juvenil
por la obra de Franz Brentano a cuyos
seminarios concurrió en 1873.

Con el correr de los años y a medida que


maduraba el cuerpo de su obra la distancia
con la filosofía a la que tuvo acceso se hizo
aún mayor.

Sigmund Freud

Su padre comerciaba lanas y en 1859, la


fuerte crisis económica derrumbó el
comercio paterno por lo cual al año
siguiente la familia tuvo que trasladarse a
Viena, en donde vivió largos años en
medio dificultades y estrecheces
económicas, siendo muy frecuentes las
temporadas en las que su padre, durante el
resto de su larga vida (falleció en octubre
de 1896), sin trabajo. que, casado en
segundas nupcias con su madre a la que
llevaba veinte años y dos hijos habidos en
un matrimonio anterior; el mayor de los
cuales tenía casila misma edad que la
madre de Freud. En su madurrez, Freud
hubo de comentar que la impresión que le
causó esta situación familiar un tanto
complicada tuvo como consecuencia la de
despertar su curiosidad y aguzar su
inteligencia.

fieles a la comunidad judía y sus


costumbres; no era una familia
especialmente religiosa; a su padre cabe
considerarlo cercano al librepensamiento,
habiendo el propio Freud alejado de las
creencias religiosas en la adolescencia.
Con excelentes calificaciones culminó en
1873, sus estudios secundarios,
destacándose siempre como un buen
estudiante, y correspondiendo plenamente
a los sacrificios que en pro de su educación
realizaban sus padres, prometiendo una
futura carrera brillante para el, expectativas
que el hijo compartía.

Luego de considerar en principio la


posibilidad de cursar los estudios de
derecho, terminó decidiçendose por la
medicina, aunque no con el ánimo de
ejercerla, sino motivado por la inquietud de
estudiar la condición humana con rigor
científico. Al promediar la carrera, decidió
dedicarse a la investigación biológica,
trabajando desde 1876 a 1882, en el
laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke,
interesándose allí en las estructuras
nerviosas de los animales y en la anatomía
del cerebro humano. En esta época
comenzó su amistad con el médico vienés
Josef Breuer, catorce años mayor que él,
quien le proporcionó una gran ayuda, tanto
moral como material.

En 1882 conoció a Martha Bernays, su


futura esposa, hija de una familia de
intelectuales judíos; el deseo de contraer
matrimonio, sus escasos recursos
económicos y las pocas perspectivas de
mejorar su situación trabajando con Von
Brücke hicieron que renunciara a su carrera
de investigador y decidiera sustentar su
nueva familia ejerciendo la medicina en
tanto poseía el título habilitante desde
1881, obtenido con tres años de retraso.
No teniendo ninguna predilección por el
ejercicio de la medicina general, y decidido
a tener una experiencia clínica suficiente
que le permitiera alcanzar un cierto
prestigio, trabajó desde julio de 1882 hasta
agosto de 1885 como residente en diversos
departamentos del Hospital General de
Viena, resolviendo finalmente
especializarse en neuropatología. En 1884
le fue confiado un estudio sobre el uso
terapéutico de la cocaína y, con cierta
imprudencia, la experimentó en su persona.
Felizmente no se convirtió en un
toxicómano, pero provocó un daño al
llevar a la adicción a su amigo Von
Fleischl cuando de curarlo de su
morfinomanía, agravando, de hecho, su
situación. En el entorno médicos se dejaron
oír algunas críticas y su reputación quedó
un tanto ensombrecida.
En 1885, fue nombrado Privatdozent de la
Facultad de Medicina de Viena, y en ella
enseñó a lo largo de toda su carrera,
primeramente neuropatología, y,
posteriormente, psicoanálisis, aunque sin
acceder a ninguna cátedra.

De sutil y minuciosa observación, Freud se


apartó de la neurología al comprobar que
ciertas afecciones que imperativamente y
de acuerdo a los cánones académicos
correspondían a su esfera, no hallaban
mejoría ni solución satisfactoria con los
tratamientos que aquellos proponían.

Es así que marcha con entusiasmo a París


para asistir a las prácticas y presentaciones
clínicas de Charcot quien desde 1862
prestaba sus servicios en el Hospital de la
Salpêtrière de París, hospital que había
adquirido notoriedad por las
investigaciones sobre la histeria. Se suma
así a sus famosas clases de los martes que
atraían a una concurrencia nutrida y
selecta, entre los que se contaban
celebridades como Gilles de la Tourette,
Axel Munthe y otros.

En ellas demostraba que la hipnosis podía


inducir los síntomas de la histeria
(parálisis) en sujetos normales y a la
inversa podía aliviar los síntomas de los
pacientes histéricos por sugestión
hipnótica.

La estancia en París y su relación con


Charcot y Berheim le hicieron pensar en la
aplicación de este método a sus enfermos,
convirtiéndose a su regreso a Viena se
convierte en su mundo médico en un firme
defensor del hipnotismo. A partir de 1887
empieza a utilizar la sugestión hipnótica, al
principio con el procedimiento de
Berheim, más tarde aunada con la
denominada “técnica catártica” de Joseph
Breuer quien lo mantenía al tanto sobre sus
experiencias hipnóticas con Anna “O” (
Berta pappenheim).

obtiene en principio el retroceso de los


síntomas en sus pacientes, pero para su
decepción, comprueba luego que estos
retornan al cabo de un corto tiempo.

Freud comenzó a transformar esa


metodología terapéutica en lo que
denominó el método de «libre asociación».
la deserción de Breuer lo dejó en absoluta
soledad, pero desde ella renació con más
fuerza su deseo de investigar y develar los
motivos de ese concierto fenómenos
clínicos que lo desvelaban.

Con lo obtenido en el tratamiento de sus


pacientes y su especulación forja los
elementos esenciales de los conceptos
psicoanalíticos: “inconsciente”,
“represión» y “transferencia” y sus dos
tópicas del aparato psíquico:
Conciente_Preconciente_Inconciente y
posteriormente: Yo_Superyo_Ello.

Se sucediéron sin pausa sus


investigaciones, manteniendo siempre el
más absoluto respeto por el discurso de la
clínica y no vacilando nunca en rectificar
cimientos y aristas en el crecimiento de su
edificio teórico rápidamente volcado en
escritos

En 1899, apareció su famosa obra “La


interpretación de los sueños”, aunque con
fecha de edición de 1900, y en 1905
publicó “Tres contribuciones a la teoría
sexual”, la segunda en importancia de sus
obras. Fueron estos los únicos libros que
Freud revisó luego en cada una de sus
reediciones.

Pese a que a esta altura sus teorías habían


superado ya la dificultad de los comienzos
y se hallaban sólidamente consolidadas, lo
acompañaban escasos discípulos, es en
1906 que advienen nuevos, ampliando el
circulo de los que desde 1902, se reunían
algunas noches en su casa con el propósito
de iniciarseen el campo de la investigación
psicoanalítica.

Este círculo se fue ampliando y cambió,


incluso, varias veces sus integrantes, dando
lugar a la primera sociedad psicoanalítica
que, en 1908, por invitación de Karl
Gustav Jung, celebró en Salzburgo el
Primer Congreso Psicoanalítico. Al año
siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados
Unidos, invitados a pronunciar una serie de
conferencias en la Universidad Clark de
Worcester, Massachusetts, viéndose
sorprendidos por el entusiasmo que allí
había suscitado el pensamiento freudiano
con bastante antelación a provocado en
Europa. Luego bajo la presidencia de Karl
Gustav Jung se fundó en Nuremberg en
1910 la Sociedad Internacional de
Psicoanálisis, quien conservó su cargo
hasta 1914, año en que se vio obligado a
dimitir, como punto final de la ruptura
acordada por Freud en 1913, al
manifestarse en total desacuerdo con la
ampliación jungiana del concepto de
“líbido” más allá de su significación
estrictamente sexual.

Prosiguieron sus publicaciones:

En 1913, “Tótem y tabú”: Imbuida del


evolucionismo biológico de Darwin y el
evolucionismo social de Frazer, brinda
testimonio de la preocupación y la
importancia que le asigna el psicoanálisis a
los factores determinantes en el
pensamiento y comportamiento de los
hombres, más allá de la eficacia terapéutica
que pudiera obtenerse con él como
instrumento; cosa que por otra parte Freud
siempre juzgó restringida.

Luego en1916 “Introducción al


psicoanálisis”.

En 1923, le diagnostican un cáncer de


maxilar por el que sufrió un primera
intervención quirurgica, a la que
posteriormente habrían de sucederse otras.

Nada de ello mermó su ímpetu de trabajo


ni el afán de comunicar sus trabajos,
siendo por en contrario un período
altamente fructífero de su producción y
contribución al estado de nuestra cultura:

El porvenir de una ilusión (1927)

El malestar en la cultura (1930)

Moisés y el monoteísmo (1939)


Hijo pródigo su psicoanálisis, instrumento
que fue puliendo con la paciencia de un
orfebre solitario y consumado, pequeña luz
con la que avanzaba en medio de las
sombras de la dimensión inconciente sin
auxilio de antecesores previos que lo
sustentaran.

Hijo pródigo devenido en padre que le


donó un discurso nuevo, original, que
conmovía y provocaba la exaltación de
algunos y el desprecio de un mundo
académico que sentía temblar y
fragmentarse la hegemonía de la razón.

Antes Kepler y Copérnico, luego Darwin y


ahora Freud provocaban sucesivas y
profundas heridas al soberbio narcisismo
del hombre.

El “homo rationalis” asiste a regañadientes


al doloroso traslado de su capital imperial;
ya no será la certeza del cogito cartesiano,
sino los suburbios, la estofa despreciada: la
dimensión inconciente.

De su formación médica nunca desprendió,


no abjuró nunca de ella, otorgándole
validez a la organicidad cuando
correspondía, pero manteniendo muy en
claro aquello que no le pertenecía, aunque
esta firme decisión implicara el no
reconocimiento del psicoanálisis como
disciplina científica, estatuto por el que
siempre luchó, reconocimientoque no logró
ni logrará, pero que tampoco habrá de
necesitar porque se lo dio a si mismo desde
su propio linaje.

A esta síntesis de su actividad inicial habrá


de agregarse una intensa y variada
actividad: la llegada paulatina de colegas
vieneses afines a su pensamiento,
mitigando en parte la soledad primera y
dando fuerza de cuerpo al retoño en medio
de los vientos : Karl Gustav Jung, Alfred
Adler, Karl Abraham, Sandor Ferenczi,
Theodor Reik. Hans Sachs, Otto Rank,
Wilhelm Stekel, Paul Federn y luego una
serie de deserciones, escisiones y nuevos
acercamientos.

La fundación de la Sociedad vienesa de


psicoanálisis( núcleo inicial de la
Asociación psicoanalítica internacional)y
el fundamental aporte de sus
construcciones: Las dos tópicas del aparato
psíquico:
Conciente_Preconciente_Inconciente y
posteriormente: Yo_Superyo_Ello
sumados a una extensa serie de
publicaciones: “Estudios sobre la histeria”,
La interpretación de los sueños”,
Psicopatologia de la vida cotidiana”, “Los
dos principios del suceder psíquico”, “Más
alla deñ principio del placer”, “Psicología
de las masa y análisis del yo”, “El porvenir
de una ilusión”, “El Malestar en la
cultura”etc.

Como paréntesis de un cierre imposible,


nos queda el último escrito de Freud: una
carta a su amigo y poeta Albrecht
Schaefeer:
19-9-1939

Querido señor Schaeffer:

¡Con qué alegría he recibido su


inesperada carta! ¡Cuántas veces he
pensado en mi

poeta durante estos tiempos, vacíos en


ciertos aspectos, preguntándome a qué

rincón de este desbaratajustado mundo


le habían impulsado los
acontecimientos de

su patria!

Me alegró muchísimo saber que lo que


yo temía no ocurrió y que ha
encontrado una compañera tan
valiosísima en su esposa.

No todo lo que pueda decirle de mí


coincidiría con sus deseos, pero tengo
más de ochenta y tres años, debería
haber muerto ya y sólo me queda
seguir el consejo de su poema: Espera,
espera.3

Muy sinceramente suyo,

Freud.

Tres días después de haber escrito estas


palabras-, en la noche del 23 de
septiembre falleció Sigmund Freud
dejándonos su legado.

Martin Heidegger

Continuaremos ahora con Martin


Heidegger, “un pensador insoslayable”, en
palabras del filósofo Arturo García
Astrada. Un bastión fundamental no sólo
para la filosofía sino para mantener viva la
dinámica de todo el pensamiento que
pretenda el fluir de esclarecimientos que se
suceden en respuestas que no clausuran y
motivan nuevos interrogantes en una
diadema de aperturas que impiden la
anquilosis de los dogmas.

Una larga vida en la búsqueda del ser, de


su verdad, no de su representación como lo
venía haciendo la metafísica occidental
confundiéndolo con el ente: sí de su
presentación parcial en ocasiones de un
desocultar/ocultar con la “Aletheia” en el
decir filosófico de “Ser y Tiempo”, y luego
a partir de la “Khere” desde el poético, con
el “Ereignis”

Larga vida, con un único empeño, en


medio de pasiones y catástrofes, atravesada
por una serie de reconocimientos, caídas y
rehabilitaciones.

Su lema era preguntar y no responder,


preguntar por el ser, que había sido
“entificado” en y desde las múltiples
maneras que pretendían enunciarlo.

Al igual que Freud y Lacan, alcanza este


punto de madurez desde una previa
formación que en su caso es de fuerte
raigambre teológica en una doble
inscripción :su hogar paterno y su entorno
cultural.

Nació en Messkirch (Baden) pequeña


ciudad ubicada entre el Lago Constanza,
los Alpes suabos y el alto Danubio, en un
hogar de profunda fe católica.

Su padre era tonelero y sacristán de la


iglesia católica de San Martín de
Messkirch y provenía de pequeños
campesinos y artesanos y su madre de
granjeros del cercano pueblo de Gögingen.

Una infancia vivida en unión de su


hermano Gritz y de sus padres bajo el
manto de la iglesia en esta pequeña ciudad,
en una pequeña casa frente a la iglesia de
San Martín.

Padres creyentes, con un catolicismo


incorporado a sus entrañas que no
precisaba de fanatismos ni confesionalimos
que probaran su fe ni la necesidad de
imponerla a los otros.

Un hogar sencillo, un padre recto,


trabajador, austero y una madre activa, que
llevaba con orgullo su descendencia de
labradores.

Recursos económicos suficientes para una


vida sin privaciones, pero no para brindar a
sus hijos una educación superior.

Fritz se quedará toda su vida en Messkirch


trabajando en el Banco de crédito local,
destacado y querido por sus congéneres y
desde siempre poniendo todo de sí para
ayudar a su hermano Martin.

Finalizados sus estudios primarios en la


escuela municipal de Messkirch y carecer
esta un instituto, fue el párroco de la
ciudad quien ofreció a sus padres enviarlo
al seminario católico de Constanza,
adecuado para quien presentaba amén de
sus capacidades, vocaciones sacerdotales y
sobre todo para los jóvenes provenientes
de zonas agrícolas..

Con la plena aceptación y orgullo de sus


progenitores la propuesta fue aceptada y
sostenida con una beca otorgada por una
fundación de Constanza a partir de las
gestiones realizadas por el prefecto de
dicho seminario.
Era doble la formación e información que
recibiría: una en el seminario de “La casa
de Conrado”, al que asistían jóvenes en su
mayoría provenientes del campo de
modestos recurso e incluso de hogares
pobres, y que allí convivían bajo un
régimen estricto aunque no intolerante y la
otra en el instituto que funcionaba en un
antiguo colegio de jesuitas que estaba bajo
la conducción estatal y por ende era
secular, a la que acudían los hijos de
profesionales, comerciantes y funcionarios.

El seminario brindaba, una sólida


formación religiosa, y además una suerte
de vacunación y adiestramiento para
convivir con los “laicos”.

La íntima vivencia de pertenecer al cerrado


mundo católico de una pequeña ciudad y la
de hallarse en otra, cercana
geográficamente donde se respiraban
notoriamente los tiempos modernos, con el
agregado de pertenecer a una clase social
de campesinos donde abundaban las burlas
y desprecios por parte de compañeros del
instituto provenientes de un nivel
socioeconómico más libre y holgado, le
hacía difícil una adecuada convivencia más
feliz convivencia.

Tal vez la visión de estos “dos mundos”: el


uno de costumbres austeras y rigurosas,
lento y perseverante y el otro de mayor
aceleración y superficialidad, basado en el
“goce del instante” formó parte importante
de su posición acerca de “la autenticidad”
y la “in-autenticidad” en la existencia del
Da-sein.

De un lado estaba un marcado esfuerzo


cotidiano, la lucha y un fuerte sentimiento
de pertenencia, de absoluto y venerado
respeto a las raíces, del otro los caminos
más fáciles y superficiales conducentes
tantas veces a la dispersión.

Nuevas becas otorgadas posteriormente,


una, para la formación de sacerdotes le
permitió cubrir los últimos años del
instituto y asistir a los cuatro primeros
semestres de teología en Friburgo (hasta
1911) y la otra le fue destinada para
mantener la filosofía y la teología de Santo
Tomás de Aquino (hasta 1916).

Este encadenado acontecer ligó a


Heidegger a una dependencia económica y
a una gratitud que lo obligó durante trece
años (hasta 1916) a la tutela de la iglesia
provocándole un doble sentimiento de
vergüenza y humillación que no podía
disculpar, según sus propias palabras al
“sistema del catolicismo” que ingresaba
con su política de intereses en la actividad
pública.

Posiblemente estas heridas y el


resentimiento generado por ellas pudo
haber tenido alguna participación, entre
otras, para su adhesión al nazismo, que
desde sus comienzos mostraba un perfil
anticlerical.

No obstante y tal como lo expresara


posteriormente siempre guardó un buen
recuerdo de sus años en el seminario de la
casa de Conrado, no así de su estancia en
el seminario arzobispal de San Jorge en
Friburgo en el que asistió al importante
Instituto de Bertold a favor de una beca
obtenida para estudiantes de teología.
Alumno destacado y con un fuerte deseo
de progreso dirigía su mirada al campo de
la actividad eclesiástica proponiéndose
ingresar al término del bachillerato a la
Compañía de Jesús, lo cual consigue al ser
admitido en el noviciado, pero del que
luego de un período de prueba de dos
semanas es excluido, por presentar
molestias cardíacas.

Ante esta situación y dado que la beca que


sustentaba sus estudios estaba ligada
exclusivamente al campo teológico solicita
ser admitido entre los teólogos del
seminario de Friburgo. Luego de ser
aceptado comienza a estudiar teología en el
semestre invernal de 1909, pero dirá más
adelante que las materias obligatorias le
resultaban poco satisfactorias, ante lo cual
se dedicó a estudiar por su cuenta los
manuscritos escolásticos que a su parecer
le proporcionaron un marco formal y
lógico pero en lo filosófico no satisficieron
su búsqueda.

Sí le resultó de especial relevancia el


vínculo establecido con Carl Braig, un
teólogo de Friburgo del cual ya había leído
anteriormente su obra “Sobre el ser.
Compendio de ontología” (1896) en donde
accedió a conceptos fundamentales de la
ontología.

A partir de la valiosa compañía de este


teólogo antimodernista y de la potencia de
sus ideas pudo comenzar a confrontar con
el pensamiento de Hegel y Schelling,
generando hacia su figura un eterno
agradecimiento.

La larga serie de becas obtenidas en


ocasiones mediante cartas no exentas de
humildes súplicas a las autoridades
eclesiásticas, dada la persistente estrechez
económica que le impedían continuar sus
estudios, aunada a una paulatina
maduración de su pensamiento fueros
separando a Heidegger de una pertenencia
dogmática a la iglesia católica aunque no
de un espíritu religioso cuya marca aún a
veces velada permanecería incólume a lo
largo de toda su obra.

Una fuerte mística y poderosa devoción a


sus raíces sustentaron largas horas de
meditación de cuya rica producción en su
cabaña de Toadtneuberger emergía, para
fumar una pipa y tomar un vaso de vino
suabo con sus vecinos aldeanos, unido a
ellos en un largo silencio que se hacía
palabra.

Poseedor de una dura fibra sostenía sus


convicciones a ultranza, donde también
hallaron lugar otras pasiones que logró
enmarcar en estrategias para impedir
situaciones peligrosas para la estabilidad
de su hogar.

Desde su única preocupación: el ser, inicia


la destruktion (destrucción) de la
metafísica occidental desde la
fenomenología de Husserl de la que tanto
se había embebido y alcanzado el status de
discípulo dilecto de su maestro, pero
también tomado su propio sesgo,
convirtiéndola en un método
fenomenológico que se alejaba de la
conciencia trascendental donde aquel
culminaba.

Construye un sistema filosófico lógico: el


dasein (Da=ahí / Sein=ser) que no
constituye un sujeto y desde el cual inicia
la búsqueda del ser que desde los filósofos
presocráticos muchas maneras “ y como
antecedentes más inmediatos en Duns
Scoto, obras que el maestro alemán había
profundizado.

Sienta sí las bases de “otro pensar” que


implica llegar al pensamiento original de
los primeros pensadores griegos donde el
Lôgos parecía decir el ser no para repetirlo
en tanto pertenecía a otro tiempo sino para
tomar de él lo que había sido olvidado.

Valga como sustancial ejemplo el


fragmento 50 de Heráclito en la traducción
de Snell al alemán (aceptada por
Heidegger): “ Si ustedes no lo han
percibido de mí sino del sentido (lógou),
entonces es sabio decir en el mismo
sentido (homologeîn): Uno es Todo (Hen
Panta)”

Aparece el logôs como palabra oída, que


no proviene de mí

Heidegger responde por su procedencia: el


lenguaje habla

En la ardua construcción de su sistema crea


nuevas terminologías a partir de las
existentes dándoles nuevos sentidos,
nuevos neologismos y bucea en su idioma
natal antiguos significados de términos
actuales para establecer entre ellos
correlaciones significativas válidas para su
búsqueda.

Privilegia al hombre sin pretender y en


absoluta oposición a la construcción de una
antropología estructural, como un ente que
si bien es entre los otros entes habita el
lenguaje, habita su morada y lleva en sí un
estado de abierto, una comprensión
pre-ontológica del ser de sí y de los otros
entes.

El Da-sein ec-siste (es abierto al ser) y el


logôs lo habita.

Este Da-sein que somos nosotros mismos,


en cada caso nuestros.

Nosotros, yectos (arrojados), sin haber


pedido, sin saber de dónde y adonde.

La esencia del Da-sein(ser- ahí) es


ec-sistencia (su ser-abierto)

Esta apretada síntesis tiene un amplio


desarrollo en su obra capital: “Ser y tiempo

Más adelante Heidegger en su persistente
búsqueda, desplazará su interés “del ser del
ente” a “la verdad del ser”, no será ya la
búsqueda del “Sein” , sino del “Seyn”,
aquello que está más allá de todo ente,
como verdad.

Evoluciona su pensamiento hacia otra


noción de existencia (ec-sistencia) que no
tendrá el anterior sentido de los Sein (de
las cosas en el mundo), ni de los “otros”,
sino el sentido del ser (Seyn) en el
lenguaje, en una torsión que lleva desde la
Aletheia (des-ocultamiento) al Ereignis (
verdadero evento_Acontecimiento
apropiador) del ser.

El Da-sein, el ahí del ser es así llevado a la


máxima potencia de su exterioridad y el
hombre como cura (cuidado) del lenguaje
lo recibe como un don desde su nacimiento
y luego lo alimenta con el habla (logôs).

En su khere (viraje) encuentra los poetas


que serán de su elección, Hölderlin, Rilke,
Trackl, entre otros; que trascienden la
poesía como género literario, haciendo
poesía del sentido de la poesía; entendida
como Dichtung (meditación poética),
capaz de desocultar el “rastro de los dioses
huidos” a diferencia de la poesie, que
referida a la versificación literaria no
supera el vacío narcisístico de la poesía
subjetiva.

El pensar meditativo del filósofo alemán


acerca de lo abierto no lleva al vacío sino
al relampagueo de un destello que hiende
en la dichtung de Hölderlin el velo que
cubre al ser, lo cual no ocurre en la poesie.

Si el primer Heidegger ante la insistencia


de la pregunta : ¿quién habla? Responde: el
Dasein habla: será el segundo el que
afirmará: el lenguaje habla; y dando un
paso más allá, agregará: “es poéticamente
que el hombre habita la tierra”

El Ereignis (acaecimiento apropiador, más


precisamente trans-apropiador en que el
pensar meditativo del hombre, el ser y el
tiempo se tras-apropian) acontece, ocurre,
porque y sin porqué, como nos dice
Angelus silesius acerca del crecer de la
rosa: crece porque crece; en lo “abierto”
del Da (Ahí) donde el Dasein y el ser se
encuentran en el donar del tiempo.

Silencio en el inicio, olvido del olvido del


ser, punto de arranque de largos y
laberínticos caminos en donde no vacila
Heidegger en dar pasos hacia atrás porque
ello lo llevará hacia delante. Revisión y
Destuktion (Destrucción) de toda la
metafísica occidental en su camino al
pensamiento original de los presocráticos,
cimiento y lumbre de su “otro pensar”
desde un Dasein de-subjetivado como
antípoda del sujeto del cogito cartesiano.

Dasein, ente privilegiado por su


comprensión pre-ontológica de sí y de los
otros entes en la
Aletheia(des-ocultamiento/ocultamiento)
del ser y posteriormente en el Ereignis
(acaecimiento apropiador) de la verdad del
ser (seyn).

Ser que se da al ente para su representación


en tanto se oculta como ser (jamás
representable).

El ser, incalificable, irrepresentable como


qué o quién, se da, se acoge en el ente,
“serea”, se dona, se destina,
ilumina……..ser/nada.

¿Será el fin de la filosofía al llegar al limite


de la palabra, punto de encuentro de otro
silencio al no poder “hablar” el ser con
palabras que lo representen?

Parece ser el punto al que arriba Heidegger

En tanto la ciencia acota su objeto, toma al


ente como su fin y a la técnica como su
instrumento apartándose de la filosofía, su
fuente originaria; el Dasein acorde al decir
de Parménides “Me es indiferente donde
comience, porque allí volveré de nuevo” se
en cuentra siempre con el mismo.

Cabe un alto, para proseguir más adelante


por los senderos de un pensar que
Heidegger nos ofreció no como brújula de
sus pensamientos sino de su pensamiento.

La muerte de un gran pensador

Transcribo textualmente las palabras que


pronunciara Bernhard Welte el 28 de mayo
de 1976 , al que Heidegger sorprendiera al
comunicarle que deseaba, cuando llegara el
momento, ser enterrado en el cementerio
de Messkirch, lugar natal común a ambos y
además que hablara en su entierro:
“El camino de Martín Heidegger ha
llegado a su fin. ¿Qué se puede decir ante
este fin, ante este ataúd, frente a esta
muerte? Alguna vez el mundo entero lo
escuchó. Tal vez, ante la noticia de esta
muerte, lo escuche nuevamente.

Quizás, ante esta muerte que nos


conmueve, sería mejor callar que hablar.

Pero, con todo, se puede y se debe hablar,


dedicar unos instantes a una breve
reflexión. El 14 de enero de este año
Martín Heidegger me obsequió con un
largo diálogo. Me pidió entonces que dijera
unas palabras ante su tumba. Por ello me
animo a hablar aquí.
¿Qué podemos hacer aquí mejor que
pensar una vez más, en esta hora, en el
camino de Heidegger, y ante todo en lo que
él ha pensado sobre la muerte?

Surgió una vez de esta hogareña tierra


natal de Messkirch. Sus pensamientos
conmovieron luego al mundo y el siglo.
Aportó también nuevas luces, cuestiones e
interpretaciones a la historia entera de
Occidente. Después de Heidegger miramos
hacia atrás de manera distinta hacia nuestra
historia. ¿Y no vemos también de manera
distinta el futuro?
Fue siempre un buscador en camino. Con
energía caracterizó muchas veces su
pensamiento como un camino. Peregrinó
sin descanso por ese camino; hubo
sinuosidades y giros, y hubo también
ciertamente tramos de errancia. Heidegger
entendió siempre su camino como algo que
le había sido destinado y encomendado.
Intentó entender su propia palabra como
una respuesta a una señal, a la que prestó
su oído de continuo. Pensar (Denken) era
para él agradecer (Danken); respuesta
agradecida al llamado.

¿Qué pensó este gran pensador de la


muerte, esa muerte que ahora lo ha
recogido? Ya en su primera obra
fundamental, Ser y Tiempo, describe el
anticiparse a la muerte (parágr. 46 y ss.).
Ya desde joven estuvo en ese camino y
anticipación. El 7 de mayo de 1960, en la
celebración de Hebel, citaba él al poeta
alemán que habla de la tumba silenciosa y
de su misteriosa puerta. *

Y ahora Heidegger mismo ha traspuesto la


puerta misteriosa. ¿Hacia dónde conduce?
En la misma breve alocución (Hebel-Feier.
Reden zum 200. Geburtstag des Dichters,
Karlsruhe, pp. 27 y ss.) cita Heidegger
nuevamente versos del poeta

Ninguna palabra de la lengua lo dice


ninguna imagen de la vida lo refleja

Lo que ninguna palabra dice y ninguna


imagen refleja es el misterio. Heidegger
siempre lo buscó. Lo buscó en su camino y
sobre todo lo buscó en el misterioso
destino de la muerte. ¿Qué es? ¿La nada?
¿El ser? ¿Lo sereno y salvífico?

En los dos ensayos Bauen, Wohnen,


Denken y Das Ding (Construir, habitar,
pensar y La cosa) se habla del siempre
buscado y también de la muerte. En estos
ensayos aparece el cuarteto de Tierra y
Cielo, Mortales e Inmortales. Aquí, al
confiar su cuerpo a la tierra y mientras se
abre sobre nosotros el amplio cielo,
podemos acordarnos de ello. Los mortales
son mortales porque son capaces de la
muerte. Y de la muerte se dice allí: “La
muerte es el relicario de la nada, a saber,
de aquello que en ningún sentido nunca es
meramente algo que es, pero que sin
embargo se presenta; y se presenta como el
misterio del ser mismo. La muerte, como
relicario de la nada, entraña en sí el hacerse
presente del ser. Como relicario de la nada,
la muerte es la custodia del ser” (Vortrage
und Aufsatze, Pfullingen, 1954, p.177).

La custodia del ser: la muerte entonces


entraña y oculta algo. Su nada no es nada.
Entraña y oculta la meta de todo el camino.
Meta que aquí es denominada el ser.
¿Y qué son los divinos? Según se nos dice
allí, son los mensajeros de la divinidad que
hacen señas. (Vortrage und Aufsatze pp.
150 y 177). Hacen señas desde la región
del morir, de la muerte, de la nada y del
ser. Y el camino del pensar heideggeriano
salió al encuentro de esas señales. Se
trataba precisamente de prestarles oídos y,
con estas señales de los divinos, aguardar y
salir al encuentro de la epifanía del Dios
divino. Hacia allí se encaminó todo el
pensamiento de este gran pensador.

En camino hacia allí, estaba él llamado a


cargar sobre sí, pensando, la miseria del
tiempo de la lejanía de Dios, y a la vez a
interpretar el camino del tiempo y del
mundo como un camino en aquella
dirección. Interpretó a su vez a Nietzsche
como el intérprete de este tiempo y de este
mundo, y le preguntó si no había él
entonado el De profundis (Holzwege,
Frankfurt am Main, 1950, p. 246; Sendas
perdidas, Losada, Buenos Aires, 1960, p.
221). De profundis, desde lo profundo, es
el salmo que desde la profundidad de la
lejanía de Dios clama hacia el Dios divino.
El clamor que Heidegger advirtió en
Nietzsche era ciertamente su propio
clamor.

Al cumplir 80 años habló Heidegger en


Amriswill acerca de la estancia del habitar
del hombre en nuestra época. Y se
preguntaba: “¿Es el habitar del hombre hoy
el permanecer en el retirarse de lo Alto?”
(Neue Zürcher Zeitung del 6.10.1969, N0
606, p. 51). Veía esto como lo más
profundo que afecta a los hombres de hoy.
El retirarse de lo Alto significa, en la
palabra de Hölderlin, el retirarse del Dios
divino. El retirarse que provoca el grito de
profundis.

El retirarse o, como también se indica, la


falta de Dios, significa, según él, no una
mera carencia, sino más bien “la presencia
aún por apropiar de la oculta plenitud de lo
sido”. Martín Heidegger escribe en la carta
al joven estudiante que “la oculta plenitud
de lo sido es lo divino en los griegos, en
los profetas judíos, en la predicación de
Jesús” (Vortráge und Aufsátze, p. 182).
Ahora el camino ha llegado a su fin. La
muerte, la custodia del ser, ha recogido a
Martín Heidegger en su misterio de oculta
plenitud. Nosotros, conmovidos por el
Evangelio, pero esperanzados, podemos
decir: “El que busca encuentra y al que
llama se le abrirá” (Mt. 7, 7). “El que
busca”, tal puede ser el título de toda su
vida y su pensamiento.

“Encuentra”, tal puede ser el secreto título


de su muerte. Desde su misterio ilumina
hasta la lejanía del mundo de los mortales.

¿Es adecuado enterrar cristianamente a


Martín Heidegger? ¿Es conforme al
mensaje del Cristianismo? ¿Es conforme al
camino de pensamiento de Heidegger? En
todo caso, él lo ha deseado. Por otra parte,
él no interrumpió nunca su relación con la
comunidad de los creyentes. Ciertamente,
él hizo su propio camino, y debió hacerlo,
siguiendo su llamado; y no se podrá
denominar sin más ese camino como
cristiano en el sentido habitual de la
palabra. Pero fue el camino del quizás más
grande buscador de este siglo. En la espera
y con el oído atento al mensaje, buscó al
Dios divino y su resplandor. Y lo buscó
también en la prédica de Jesús. Entonces,
sobre la tumba de este gran buscador, se
pueden pronunciar las palabras de consuelo
del Evangelio y la oración de los salmos,
ante todo del salmo De profundis, y la
oración más grande de las oraciones, la que
Jesús nos enseñó”.
Jacques Marie Emile Lacan (París, 13 de
abril de 1901 —París, 9 de septiembre de
1981)

Desciende de una rica familia de


vinagreros (Casa Dessaux) en Orleans por
parte de su abuela paterna, Marie Julie
Dessaux, empresa en la cual su marido
Ëmile Lacan pasó a desempeñarse como
representante en el área de
comercialización.

Hombre de carácter autoritario, aunque de


fácil acatamiento a los mandatos de su
esposa y de acuerdo con ella en la
observancia rigurosa del dogma católico,
envían a su primogénito Alfred al
seminario de Notre-Dame-des-Champs del
cual egresa con un fuerte resentimiento
hacia sus padres por haber sido privado por
estos del calor familiar.

Posteriormente siguiendo los pasos de su


padre, con el cual mantenía una relación de
fuerte sometimiento, se ligó a las exitosas
actividades de la casa Dessaux guardando
gran celo en el cuidado de sus intereses.

No tenía inquietudes culturales y


desarrollaba sus actividades comerciales
con suma prolijidad y siempre en estricta
dependencia de su padre.

Alfred se casa más adelante con Émilie


Baudry, quien provenía de un padre batidor
de oro, posteriormente devenido rentista,
fijando su residencia el matrimonio en el
mismo edificio de los padres de Alfred.
A este hogar llega Jacques Marie Emile y
posteriormente sus hermanos Raymond,
fallecido dos años después, Madeleine
Marie y finalmente luego de unos años
Marc marie que más tarde cambiará su
nombre por Marc Francoise al seguir su
vocación religiosa.

Una vida familiar unida por la piedad y los


ritos religiosos, pero debajo de los cuales
bullían las desavenencias entre su madre
sus suegros y cuñadas.

En este clima se criaron estos tres


hermanos, pero Jacques se sentía
particularmente afectado por esta
atmósfera religiosa asfixiante y los
permanentes y cotidianos conflictos
subterráneos, a lo que se agrega el dolor
provocado por el sometimiento de su padre
a un abuelo tiránico al que más tarde
calificaría en durísimos términos al año
siguiente de la muerte de su progenitor:
“De lo que se trata en ”Mi abuelo es mi
abuelo” quiero decir esto: que aquel
execrable pequeño burgués que era dicho
tipo, ese horrible personaje gracias al cual
llegué prematuramente a esa función
fundamental que es la de maldecir a Dios,
ese personaje es el mismo que consta en el
registro civil como estando demostrado por
los lazos del matrimonio ser padre de mi
padre, por cuanto es justamente del
nacimiento de éste de lo que se trata en el
acta en cuestión”

Para Jacques este abuelo había ejercido


una paternidad que había rebajado la
función paterna, al punto que su hermano
Marc Francois dirá más tarde que influyo
mucho más en su concepción de
nombre-del-padre que su padre Alfred con
el mantuvo en los años de infancia un
vínculo de gran calidez y cariño.

Desde pequeño mostraba un carácter


posesivo y caprichoso aunque de gran
afecto a su hermano Marc, siendo una tía
materna la que distinguió su precocidad y
le posibilitó la oportunidad de estudiar en
el colegio Stanislas, en París una
institución a cargo en principio de los
hermanos maristas, con una larga tradición
y numerosas reformas posteriores.

Allí en esta fortaleza cristiana recibió lacan


una formación clásica, cerrada a “la
modernidad” y al “espíritu de las luces”
basada en los emblemas de una casa de
estudios cristiana sustentada en el
pensamiento cartesiano

La gran guerra irrumpió e interrumpió la


aquietada vida de la familia lacan y
debiendo su padre Alfred alistarse en filas,
tuvo su madre que suplirlo en las funciones
comerciales que desempeñaba en la firma
Dessaux.

De carácter altanero, soberbio y caprichoso


buscaba siempre destacarse y obtener
siempre el primer lugar, manteniéndose
aparte de los juegos y chanzas de sus
compañeros.

Destacado en las materias religiosas, no así


en otras asignaturas padecía al decir de sus
profesores de fantasiosas fugas de
“delectación amorosa” que numerosas
veces culminaban en ausencias por
aburrimiento.

Es así que junto a sis hermano se halla


inmerso en un clima de religiosidad que su
madre había sabido transmitir desde la
concepción jansenista: “A causa del
pecado de Adán, nuestra naturaleza que se
halla desprovista de los elementos
esenciales para su integridad, es desde sus
raíces corrupta y depravada. Habitada y
dominada por la concupiscencia, que en
cada uno de nosotros constituye
propiamente el pecado original, y ante la
cual la voluntad impotente para resistir se
ha tornado puramente pasiva. No es
posible escapar a la atracción del mal salvo
si surge la ayuda de un movimiento de
gracia superior, que pueda triunfar sobre la
fuerza de la concupiscencia. Nuestra alma,
desde aquel entonces, se encuentra
obediente a un único placer: un deleite,
terrenal o celestial, que por momentos la
atrae con la mayor fuerza., este deleite
inevitable e irresistible, si proviene del
cielo o de la gracia, lleva al hombre a la
virtud y si viene de la naturaleza o de la
concupiscencia, lo determina al pecado. En
una situación como en otra, la voluntad
será barrida por el impulso preponderante.
Los dos deleites nos dice Jansenio, son
como los dos brazos de una balanza, de los
cuales uno no puede subir a menos que sea
bajado el otro y viceversa. De acuerdo a
ello el hombre, pese a su voluntad hará el
bien o el mal en tanto y en cuanto sea
dominado por la gracia o por la
concupiscencia.

Nunca podrá resistirse, ni a una, ni a la


otra. En este sistema no hay lugar,
evidentemente, para gracia completamente
suficiente; por otra parte es fácil discernir
los principios de las cinco proposiciones
condenadas”; y que ella había adoptado a
partir de la fuerte influencia de una amiga
íntima, contrastando notoriamente con la
práctica provinciana de sus abuelos
paternos.

Protector de su hermano Marc, se disgustó


más tarde consigo mismo por no haber
logrado convencerlo para que renunciara a
su vocación sacerdotal y siguiera el rumbo
de las finanzas.

En la agitada vida intelectual de su época,


atraen su atención figuras como André
Breton, Dalí, André Gide, Jules Romains,
James Joyce, impactándole de tal manera
que rechaza los valores familiares y
cristianos en los que había sido educado.

En el inicio de su carrera médica las ideas


de Freud se extendían y ocupaban cada vez
más espacio dentro del pensamiento
francés; y Jacques luego de culminar sus
estudios cursa entre1927 y 1931 los
estudios y la práctica necesarias para su
especializarse en psiquiatría con tres
maestros que dejarán en él una fuerte
impronta: Georges Dumas, Henri Claude y
G.Clérembault. también en esta época se
relaciona con otras futuras figuras
importantes: Henri Ey, Pierre Mâle entre
otros.

En la preparación de su tesis de doctorado


en Medicina publicada en 1932 fúe
fuertemente influido por un artículo
publicado por Dalí en 1930 con el título de
“burro podrido” en la que proponía una
nuevo y original abordaje de la paranoia,
que ponía al servicio del surrealismo
mediante su técnica de la paranoia crítica,
donde Dalí explicaba el funcionamiento de
la misma como una deformación de la
realidad (alucinación) y que de acuerdo a
este nuevo sentido le permitió crear un
método que le posibilitaba lograr la
aparición de imágenes dobles en donde se
podía pasar de una a otra de manera
pseudo-alucinatoria.

Este importante aporte contradecía y


pretendía rectificar la clásica concepción
psiquiátrica de la paranoia como un “error”
del juicio y el criterio del delirio como
“razonante”, para pasar a pensarlo como
una interpretación de la realidad y a toda la
paranoia como una actividad creadora
provista de lógica.

Presenta entonces un extenso trabajo para


su doctorado sobre la psicosis paranoica en
sus relaciones con la personalidad, basado
en dos hechos criminales que sacudieron la
sociedad francesa de su época: El caso
Aimée (Marguerite Pantaine_madre de de
Didier Anzieu) protagonista de un atentado
a una famosa actriz y el de las hermanas
Christine y Lea Papin, dos hermanas
domésticas que asesinaron y descuartizaron
a sus empleadoras.

A partir de aquí toma distancia de la


psiquiatría, que si bien tenía un ángulo de
observación fenomenológico proveniente
de Husserl y Jaspers e influencias de
Spinoza que le proveían dinamismo, no
ingresaba aún los contenidos
psicoanálíticos y los posteriores y valiosos
aportes de la filosofía que recibiría cuatro
años más tarde a partir de las enseñanzas
de Kojève y de Koyré sobre Hegel y sus
lecturas de Nietzsche y Heidegger que en
1927 había publicado “Ser y Tiempo”.

Más adelante llegaría la antropología


estructural de lévi-Strauss, la lingüística de
Ferdinand de Saussure y la topología de la
mano

Esto sobrevendría posteriormente,


acompañado de una larga serie de
conflictos con la Asociación Psicoanalítica
Internacional que culminaron en su
expulsión (excomunión) basada entre otro
motivos en el incumplimiento por parte de
Lacan en la frecuencia del número de
sesiones y tiempo de su duración en los
tratamientos que conducía y que él
fundamentaba, por una parte en el tiempo
de “apertura y cierre del inconciente” y por
otra en un salto o pasaje, para nada
coincidentes con los tiempos cronológicos
que las autoridades de la IPA exigían
cumplir dogmaticanente.
Conclusiones

Sigmund Freud abre la compuerta para


intentar mirar allí donde bulle el
“desórden” de lo despreciable en múltiples
amalgamas con lo sublime.

Solo, se anima a correr los velos uno tras


otro de las telarañas que ocultan los tesoros
de la “estofa” en el castillo mundano donde
reina la pretendida luz de la verdad
cartesiana.

Su palabra, portavoz del logos oculto


pesquisa las huellas de la enunciación
filtrada en prolijo “orden” de los
enunciados.

Heidegger caminante por otros senderos


destruye para re-construir una nueva
dimensión de ventanas y puertas abiertas
que conectan laberintos que nunca
concluyen, preguntas que convocan
preguntas avanzando en pos de los
misterios sin ambición de alcanzarlos para
someterlos.

Lacan, atento a sus voces penetra en sus


territorios desde el bagaje acumulado
desde la versatilidad de sus inquietudes.

Tres pensadores animados al gran salto de


ser creadores, el último de ellos en la
posición de un encuentro con la rica y
vasta argamasa que los otros dos le
brindaban no para fundirse en ella, sino
para batirse debatiendo, hurgando además
en todas las fuentes que pudieran aportarle
elementos para ir elevando su propio
edificio.

Dos médicos y un filósofo, pero cuya


procedencia para nada los enmarca ni los
ubica en compartimientos estancos.

El uno neurólogo, marcado por el


rigorismo de las ciencias naturales, pero
desmarcándose, desde la pretensión de
alcanzar un muevo estatuto de ciencia para
su creación; el otro considerándose el
único y verdadero heredero de este
pensamiento que siempre llevará como
estandarte contra todos los desvíos que
percibe y adjudica a otros sucesores del
maestro.

Heidegger, atravesado por el denso


“corpus” de la metafísica denuncia la
pretensión de todos los sistemas que
pretendieron alcanzar el absoluto del saber
cerrando los ojos de su búsqueda, y dedica
todo su esfuerzo y atención a al hallazgo
ocasional del ser y su verdad, hasta el
límite que marca la palabra.

Lacan en su debatirse tomará distancia de


los resabios biologistas de Freud y de sus
construcciones topográficas a partir de su
encuentro con la antrpología, la lingüística
saussuriana, la filosofía y la topología.

Rompe la unidad del signo de Saussure,


elevando al significante a la máxima
potencia, y la barra que articulaba al rango
de resistencia, debajo de la cual coloca el
significado.

A partir de esta ruptura y torsión del signo


será la cadena de significantes la que en su
deslizamiento metonímico arrojarán la
significancia en puntos de cierre de
sentido.

Reubica y traslada al sujeto desde la


posición hegemónica del cogito cartesiano

Al devenir de la cadena significante donde


este lo representa para otro significante.

Sujeto del inconciente, sujeto-sujetado y


barrado, tachado por la barra de la
represión, ya no el sujeto que domina
desde la lúcida certeza de la conciencia
como faro del saber filosófico.

Concibe al inconciente estructurado como


un lenguaje, según todos sus giros y tropos,
y en la equivalencia de la metáfora y la
metonimia, a partir de su contacto con la
obre de Roman Jacobson, con la
condensación y el desplazamiento
freudianos desarrollados por este en la
“Interpretación de los sueños”.

Lenguaje que funda el inconciente, por el


que estamos atravesados e inmersos en él
antes de nuestro nacimiento, en tanto nos
aguarda un nombre que nos ha sido
asignado y que desde el orden simbólico
nos designa un lugar y nos numera en la
progenie.

Lenguaje que nos mediatiza elevando “la


cosa a la dignidad de la palabra” tajante
diferencia con la inmediatez animal dotado
de un instinto fijo y certero que siempre
acierte con su objeto, a diferencia del
“cachorro humano” advenido inmaduro y
fragmentado en un caos pulsional, hasta el
jubiloso grito anticipado con el que desde
su inermidad habrá de alcanzar desde la
imagen de sí reflejada en un espejo y en
principio tomada como “otro” una
posterior identificación con ella,
nacimiento de un yo por siempre frágil por
el que andará por el mundo reforzándolo
con emblemas, pavoneos y paradas no
debiendo olvidar, si de esto tiene
conciencia la precariedad de su origen.

Lenguaje que portando la ley que separa,


segrega y prohíbe, abre la posibilidad del
ingreso a la exogamia, a partir de una
adecuada resolución edípica no siempre
lograda.

repetidamente afirmará el maestro francés


que no hace lingüística, que ésta en el
fondo “le importa un bledo”, sino
lingüistería, lingühisteria, utilizando de ella
aquello que le importa e importa para esta
vuelta a Freud, que más que retorno
aparece como una radical transformación,
por más que asevere con insistencia que lo
dicho en este, su retorno a Freud ya había
sido dicho por él y que para ello se tenía
que actuar con una escucha más atenta en
la lectura de sus obras.

En los finales de su larga trayectoria


pronunciará: “….ustedes si quieren sean
lacanianos, yo seguiré siendo freudiano”.

Es al promediar 1932 que comienza su


análisis con Rudolph Loewenstein, que en
aquella época era considerado un
destacado analista didáctico de la
SPP(Sociedad Psicoanalítica de París). Fue
este el único tránsito de una experiencia
psicoanalítica en el lugar de analizando y
que luego de seis años culminaría en un
abrupto final, en una interrupción de su
parte que le acarrearían de inmediato
largas dificultades como miembro de la
Asociación Psicoanalítica internacional. A
través de los datos de que disponemos es
de presumir que este análisis fue producto
de un inexorable requisito que debía
cumplir si deseaba escalar posiciones
jerárquicas de mayor nivel dentro de la
institución.

Nada menos parecido a una cura iniciada


desde la singularidad transferencial de su
deseo.

Más adelante y con la mordacidad que lo


caracterizaba manifestó que Loewestein no
era lo suficientemente inteligente para
analizarlo. Por su parte, tampoco
Loewenstein se abstuvo de comentar entre
sus allegados que Lacan era inanalizable.

Transitó la obra de Freud con


minuciosidad, pero también desde una
exterioridad: psiquiatría, antropología,
surrealismo, filosofía y topología
embebiéndose de las obras de
Lévi-Strauss, Nietzche, Hegel Husserl y
Heidegger, así como de matemáticos y
topólogos.
fue un médico psiquiatra y psicoanalista
francés conocido por los aportes teóricos
que hiciera al psicoanálisis basándose en la
experiencia analítica y en la lectura de
Freud, incorporando a su vez elementos del
estructuralismo, de la lingüística
estructural, de las matemáticas, y de la
filosofía.
Sus aportes los define él mismo como un
«retorno a Freud» y a sus teorías, por un
lado, y como su radicalización, nueva
interpretación («Freud contra Freud»[cita
requerida]) o desarrollo ulterior, por otro.

Lacan buscó reorientar el psicoanálisis


hacia la obra original de Freud, ya que
consideraba que el psicoanálisis
post-freudiano se había desviado cayendo
en una lógica a veces biologicista, u
objetivadora del sujeto propio del
psicoanálisis. Lacan acusó a muchos de los
psicoanalistas coetáneos por haber
distorsionado y parcializado la teoría de
Freud. Reinterpretó y amplió la práctica
psicoanalítica. Incorporó además a nivel
teórico nociones de origen lingüístico,
filosófico y topológico que lo llevaron a
redefinir muchos de los principales
términos del léxico psicoanalítico y, por
ejemplo, a formular la tesis:

«El inconsciente está estructurado 'como'


un lenguaje»

Con esta formulación Lacan afirma realizar


un retorno a la concepción de inconsciente
propuesta por Freud, al tiempo que se
distancia de la posición de los teóricos de
las relaciones objetales (psicólogos del yo),
quienes intentan dar un lugar al
inconsciente. Con su concepto, Lacan pone
al inconsciente en la imposibilidad de
representar los Objetos reales de manera
absoluta en el lenguaje.

Las nociones lingüísticas tomadas de


Ferdinand de Saussure se hacen en su obra
aplicables a la relectura de Freud.
Modificando algunas de las fórmulas
relativas al significante, Lacan introduce el
concepto de lógica del significante para
re-explicar la teoría freudiana, aunque
sosteniendo -según sus propias palabras- el
espíritu freudiano que puede leerse tanto
en el análisis de los sueños, como en el
chiste, en su Proyecto de Psicología y a lo
largo de su obra. La obra de Lacan ha
despertado interés en otros campos además
del psicoanálisis, particularmente en la
lingüística, la teoría crítica, en el
post-estructuralismo, la filosofía y la
política.

La importancia de lo lingüístico (si bien en


términos estrictos y a los fines de
diferenciar la disciplina analítica de la
lingüística, Lacan denomina "lingüistería"
a su concepción del lenguaje) en la
reformulación lacaniana del psicoanálisis
lo llevó a modificar numerosas ideas de la
práctica clínica y a proponer un complejo
esquema de constitución psíquica del
hombre. El yo se constituye en un
reconocimiento en torno su imagen en el
espejo y gracias a la garantía de la mirada
del otro. A esta instancia Lacan la llamó el
estadio del espejo.
Con todo, afirmó reiteradamente que su
intención era refinar y mejorar el marco
original de las obras de Freud: es famosa
su boutade de que quien quiera ser
lacaniano es libre de serlo, pero que él
mismo se consideraba freudiano.

Su obra, lejos de haber cosechado


aceptación universal, es fuente de grandes
controversias (incluso dentro de la
comunidad psicoanalítica). Los filósofos
Slavoj Zizek y Alain Badiou han sido
algunos de sus más fuertes defensores. En
contrapartida, Lacan fue objeto de críticas
epistemológicas de los físicos Alan Sokal y
Jean Bricmont así como del lingüista
Noam Chomsky, y filosóficas por parte de
Jacques Derrida y de autores feministas.
Más allá de las críticas, resulta indiscutible
su fuerte influencia en la práctica del
psicoanálisis en algunos países europeos y
latinoamericanos. Sus concepciones han
dado pie a numerosas escuelas de
orientación lacaniana como la Escuela de
la Causa Freudiana (Francia), la Scuola
Lacaniana de Psicoanálisis (Italia), la
Escuela de Orientación Lacaniana
(Argentina), la Escuela Brasilera de
Psicoanálisis (Brasil), etc. Otro autor que
comenta a Lacan es el traductólogo
Antoine Berman

La agitada vida intelectual de su época, en


la que figuras como André Breton, André
Gide, Jules Romains, James Joyce atraían
cada vez más su atención, es vivida por él
de forma tal que rechaza los valores
familiares y cristianos en los que había
sido educado. En 1929, sufre una profunda
decepción por la partida de su hermano
Marc hacia la Abadía de Hautecombe.
Había decidido ordenarse sacerdote y
Jacques, quien siempre había sido su
protector, no había podido evitarlo.

Al iniciar su carrera médica. las ideas de


Freud estaban ganando cada vez más
espacio dentro del pensamiento francés. Se
había creado la revista l'Evolution
Psichiatrique y había sido fundada, el
mismo día en que Lacan hacía su primera
presentación de enfermo como médico
neurólogo, la SOCIETE
PSYCHANALYTIQUE DE PARIS. Por
otro lado, la literatura tambien había
acogido con entusiasmo la nueva
concepción de la sexualidad humana que
provenía del psicoanálisis.

Entre 1927 y 1931 realizó los estudios


necesarios para la especialización en
psiquiatría. De esta época resaltan sus
contactos con Henri Ey, Pierre Mâle y
otras figuras de aquel entonces. Tres
maestros que dejaron su impronta en él
fueron Georges Dumas, Henri Claude y
G.Clérembault.

En junio de 1932 empieza su análisis con


Rudolph Loewenstein, quien por aquellos
tiempos era considerado como el mejor
analista didáctico de la SPP. Este único
paso de Lacan por una experiencia
psicoanalítica en la que ocupara el lugar
del analizando, finalizaría abrupta y
violentamente seis años más tarde. En
realidad, se presume que las razones que lo
llevaron a Lacan a analizarse con
Loewenstein fueron más políticas que
científicas, transformándose así la cura en
algo más parecido a un requisito que sabía
indispensable si quería ocupar posiciones
de mayor nivel dentro de la SPP. En alguna
ocasión se ocupó de manifestar que, en
verdad, Loewenstein no era lo
suficientemente inteligente para analizarlo
a él. Por su lado, tampoco Loewenstein se
privó de comentar entre sus allegados que
Lacan era inanalizable.

Luego de algunas relaciones amorosas


vacilantes, en 1934 contrae matrimonio
con Marie Louise Blondin, quien era
hermana de un antiguo compañero de
estudios de Lacan, al que éste admiraba
profundamente. De la unión nacieron tres
hijos: Caroline (1936), Thibaut (1938) y
Sibylle (1940). La paternidad no afectaría.
sin embargo, el tiempo que dedicaba a sus
trabajos y la divulgación de los mismos.

En 1941 se divorcia de M.L.Blondin y se


une con Sylvia Bataille, ex-esposa de
Georges, con quien tiene una hija: Judith
Sophie(1941). Curiosamente, el creador
del nombre del padre, no pudo darle el
suyo a esta nueva hija, por cuanto la ley
francesa se lo prohibía por no estar
oficialmente divorciado hasta entonces de
su primera esposa, y la niña fue inscripta
como Judith Sophie Bataille

En 1934 pasa a ser miembro adherente de


la SPP. Asiste al congreso de la
ASOCIACION INTERNACIONAL DE
PSICOANALISISen Marienbad, donde
presenta su trabajo sobre el estadío del
espejo (1936). Lacan consigue, finalmente
en 1938, ser nombrado titular de la SPP,
luego de ejercer presión para que no se
tuviera en cuenta algunas opiniones
desfavorbles a su candidatura, entre ellas
las de Loewenstein.

Bajo la consigna de un retorno a Freud,


replanteó conceptos psicoanalíticos a
través del estructuralismo y la linguística,
lo que marca la influencia de Saussure y de
la antropología de Lévi-Strauss en su obra.
Asimismo, fueron muy importantes para
las conceptualizaciones teóricas que
desarrolló las lecturas de Husserl,
Nietzche, Hegel y Heidegger. Podría
decirse que Lacan leyó a Freud desde una
exterioridad: psiquiatría, surrealismo y
filosofía.

A partir del interés común por la obra de


Hegel, comienza una amistad con Georges
Bataille, de quien toma su interés por Sade,
sus reflexiones sobre lo imposible y sobre
la heterología, de donde toma el concepto
de "real", concebido primero como "resto"
y después como "imposible".
La concepción lacaniana del inconsciente
como estructura también esta teñida de la
influencia de la obra de Lévi-Strauss. Por
otro lado, los lazos que Lacan establece
con Koyré, Kojève, Corbin, Heidegger,
Hyppolite, Ricoeur, Althusser y Derrida,
muestran que para él todo cuestionamiento
del freudianismo debía pasar por una
interrogación de tipo filosófico.

La notoriedad que le proporcionó la


frecuentación del medio intelectual
parisino había aportado a Lacan una
pequeña clientela privada, pero hasta 1947
no recibió demasiados pedidos de análisis
didácticos. Fue el médico personal de
Picasso.
En 1953 presenta su dimisión a la SPP. Las
nuevas formulaciones que jabía
introducido, en particular las relativas a la
práctica de la cura, hicieron que los
sectores más ortodoxos de la SPP lo
acusaran de sembrar la discordia en la
institución y la rebelión en los que eran sus
alumnos.

Se une con Lagache para fundar la


Sociedad Francesa de Psicoanálisis (SFP)y
durante los diez años que duró la SFP,
encontrará en Francoise Dolto, que
también se incorpora a la nueva institución,
a una interlocutora que valoraba en forma
notable. 1953 también señala el comienzo
de sus seminarios públicos.
En 1963 fue expulsado de la
ASOCIACION INTERNACIONAL DE
PSICOANALISIS, y un año más tarde
fundó la Escuela Freudiana de París, junto
a Dolto, Leclaire, Octave y Maud
Mannoni. Su objetivo, según sus propias
palabras, era la restauración de la verdad
en el campo abierto por Freud,
denunciando las desviaciones que
obstaculizaban su progreso. Para ello,
decía, estaban habilitados de participar
únicamente aquellos que se habían
formado con él. El nuevo grupo estuvo
compuesto inicialmente por 134 miembros,
la mayoría de los cuales había pertenecido
a la SFP.

Paradójicamente, la razón de su posterior


disolución quizás haya estado en su éxito:
a partir de 1966 comenzó un proceso de
masificación incontrolable, que produjo un
abultado incremento en el número de
miembros, que para 1979 eran ya 609. Esto
no era precisamente lo deseable para una
institución que se había propuesto ser una
república de las elites. Fue en este período
que Lacan propuso el pase como nueva
forma de acceder al título de didáctico,
sosteniendo aquello de que el psicoanalista
no se autoriza sino en sí mismo.

Habiendose ya iniciado su declinación


física e intelectual, en particular luego de
un accidente automovilístico que sufre en
1978, disuelve en 1980 la escuela y funda
la Causa Freudiana, que luego sería la
Escuela de la Causa Freudiana. En estas
últimas disoluciones y fundaciones ya no
actúa sólo, sino que su yerno J.A.Miller es
quien toma la posta con su consentimiento.

En esos tiempos todavía daba algunos


seminarios, pero sin el despliegue que
tanto lo había caracterizado y que tan
profunda fascinación provocaba en su
auditorio. Padecía una patología vascular
muy lenta en su evolución, pero de origen
claramente cerebral. Además, desde 1980
se le había declarado un cáncer de colon.

Falleció el 9 de septiembre de 1981 en


París.
Basó su obra en una revisión de las teorías
de Freud y fue una de las figuras más
importantes del estructuralismo francés
contemporáneo. Como teórico y médico
suscitó casi siempre adhesiones y rechazos
radicales. Su relación con el movimiento
freudiano contrastaba con sus fuertes
tensiones con la IPA, la Asociación
Psicoanalítica Internacional (su estilo
didáctico y la brevedad de sus sesiones
desencadenaron un rechazo que tiene
raíces más profundas), y con el progresivo
distanciamiento de sus colegas franceses a
lo largo de una serie de escisiones.

En 1964 fundó la École Française de


Psychanalyse (más tarde École Freudienne
de Paris). En los años sesenta y setenta, el
"lacanismo" consiguió una amplia
aceptación incluso fuera de Francia, sobre
todo en América del Sur y en Italia, y
promovió una vasta actividad
interdisciplinar de desigual nivel, que
aumentó su notoriedad.

En enero de 1980, después de la


publicación de L'Effet'Yau de Poêle
(1979), donde el filósofo y crítico F.
George describe su experiencia "lacaniana"
y, con un estilo brillante y sin medias
tintas, trata a Lacan de "charlatán", éste
disolvió la École. Acusado de
autoritarismo por sus seguidores, un mes
más tarde fundó una nueva asociación, La
Cause Freudienne. Después de De la
psychose paranoïque dans ses rapports
avec la personnalité (1932), Lacan
desarrolló su complejo pensamiento en los
ensayos reunidos en los Escritos (Écrits,
1966) y, entre otras obras, en Le Stade du
miroir (1937), Les formations de
l'inconscient (1956-1957), El seminario:
Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis (Les quatre concepts
fondamentaux de la psycanalyse, 1973), El
seminario: aún y El seminario: Las
psicosis.

A pesar de proclamar un "retorno a Freud",


desarrolló un pensamiento personal y
heterodoxo. Autor elíptico y de difícil
interpretación, situó en el centro de su
sistema una lingüística estructural,
relacionada con Jakobson y Saussure. Pero
para Lacan no es el subconsciente el que
determina el lenguaje, sino al contrario. Es
fundamental el significado del símbolo
fálico que estructura la propia función
simbólica. En Die Bedeutung des Phallus
(1958), aparecido en los Escritos, se ocupa
de la autoridad paterna, la prohibición y el
falo como objeto del deseo materno, deseo
que nace de la carencia.

Lacan parece sostener que no se puede dar


una respuesta a la carencia del Otro: la
aceptación de este hecho constituiría la
madurez del individuo. Gran parte del
psicoanálisis no está de acuerdo con este
planteamiento. Algunas actitudes
autoritarias y sacerdotales de Lacan, su
estilo a veces ambiguo y su visión nihilista
del mundo han sido objeto de estudio junto
con su obra.
Una vez calmadas las polémicas, Lacan ha
sido reconsiderado: F. Fornari muestra
cómo no acepta el inconsciente freudiano,
sino que investiga el preconsciente;
mientras, J. A. Miller seleccionaba de su
producción lo que es heurística y
clínicamente válido. Sin embargo, el "caso
Lacan" puede considerarse también como
un síntoma del descontento de la
institución psicoanalítica, de los nudos no
resueltos de su estructura corporativa, de
su tendencia a negar y difundir las
incongruencias. Lacan intuyó estos
fenómenos, aunque confundidos con su
propia conflictividad, y los interpretó
dramáticamente, sin poder, por otra parte,
dar una respuesta que fuera más allá de una
protesta elaborada y atractiva.

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