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COLAPSO PESQUERO: UN VACÍO AZUL PROFUNDO

La Fundación Vida Silvestre de Argentina advirtió que la merluza común (hubssi), principal recurso
pesquero del país, está al borde del colapso por exceso de capturas. Según el Instituto Nacional de
Investigación y Desarrollo Pesquero de La Argentina, en los últimos 20 años la población adulta de
merluza se redujo 70%. Vida Silvestre aseguró que las medidas de preservación adoptadas por las
autoridades fueron insuficientes, que se declara menos de lo que se pesca y hay descarte. La
Auditoría General de la Nación denunció que las "falencias" en la fiscalización de esta actividad
llevaron a una "alarmante depredación" de la merluza.

A principios del 2004, desde los micrófonos de “Prende la Luz” alertamos a nuestros oyentes
respecto de que estábamos al borde de un colapso del sistema pesquero, situación que se
prolongaba desde finales de los ’90. En dicha oportunidad dimos cuenta de algunos datos
significativos que hoy repasamos y actualizamos:

El escenario de los caladeros argentinos se caracteriza por la pesca excesiva, el descarte de las
especies ya capturadas y la degradación del medio acuático y costero [1]. Durante los ‘80 la flota
argentina capturaba unas 400.000 toneladas anuales entre merluza hubbsi, calamar illex y
langostino. Sin embargo, hacia 1992 la modificación del ordenamiento legal realizada por el
menemismo produjo una verdadera privatización del recurso: se permitió el arrendamiento de
buques extranjeros, la transferencia de permisos de pesca y se le otorgó en 1994 un cupo de
250.000 toneladas a la Unión Europea. El consiguiente ingreso de flota extranjera elevó la captura
anual a más de un millón de toneladas y las exportaciones pasaron de los 300 a los 1000 millones
de dólares. Los números de la depredación son contundentes: las exportaciones pesqueras
argentinas superaron 1.100 millones de dólares en 2007.

La biomasa de la merluza comenzó a descender cuando la captura superó las 250.000 toneladas,
es decir, el valor histórico de mediados de los ‘80. Inmerso en una crisis de proporciones y hacia el
cierre de su primer mandato, la Secretaría de agricultura, ganadería, pesca y alimentación del
kirchnerismo decide fijar un tope de capturas de 270.000 toneladas, 20% menor a las definidas
para el 2007.
La explotación pesquera, como otras tantas, repite el carácter “minero” del resto de la economía
argentina. La escandalosa sobrepesca terminó por enfrentar a las corporaciones de buques
congeladores y factorías, que realizan procesos a bordo y se llevan casi el 70% de las capturas, con
las empresas locales de buques fresqueros que procesan sus capturas en plantas en tierra. Las
congeladoras y factorías se llevan más de la mitad de la merluza hubbsi y casi el ciento por ciento
del calamar y el langostino. La cantidad de pescado que tiran al mar por tratarse de “pesca
incidental” en muchos casos alcanza la cuarta parte de la captura y tiene un impacto anual del 40%
sobre la biomasa. Este “desperdicio” se valúa en más de 200 millones de dólares.

Esta depredación redujo la biomasa de la merluza hubbsi a casi la tercera parte desde mediados de
los 80 al presente. En los últimos 20 años, la población de adultos de merluza común disminuyó un
70%. La merluza alcanza su madurez a los 4 años pesando algo más de medio kilo. Hoy por hoy, la
proporción de individuos maduros del total de la captura es del 5% y la población se concentra en
los dos primeros grupos de edad (hasta dos años). Esto implica un feroz retroceso de la capacidad
reproductora de la especie puesto que ha caído drásticamente la llamada “biomasa reproductiva”
de la merluza producto de esta economía de saqueo.. Esta situación ubica a la merluza argentina,
siendo más que optimistas, en la antesala del agotamiento del recurso .

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