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Colección Textos UAP

Serie Apoyo a la Docencia


MANUAL DE MORFOSINTAXIS
Nicolina Altieri Fernández

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla


Dirección General de Fomento Editorial
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA

Enrique Doger Guerrero


Rector
Guillermo Nares Rodríguez
Secretario General
Ricardo Moreno Botello
Vicerrector de Extensión y Difusión de la Cultura
Ricardo Escárcega Méndez
Director Editorial

Primera edición, 1995.


Segunda edición, corregida y aumentada, 1996.
Tercera edición, corregida y aumentada, 2002.
ISBN 968-863-185-X

© Benemérita Universidad Autónoma de Puebla


Dirección General de Fomento Editorial
Av. Juan de Palafox y Mendoza 406, Centro Histórico.
C. P. 72000, Puebla, Pue.
Tel. (01-222) 2295500 ext. 5768

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico
DATOS ACERCA DE LA AUTORA

Nicolina Graciela Altieri Fernández, originaria de la Ciu-


dad de Puebla, es licenciada en Letras Españolas por la Uni-
versidad Autónoma de Puebla y profesora titular de tiem-
po completo en el Colegio de Lingüística y Literatura
Hispánica de la Facultad de Filosofía y Letras de dicha
Universidad. Además, es egresada del doctorado en Lin-
güística Hispánica de El Colegio de México.
Tiene una amplia experiencia docente en prestigiosas
instituciones como la Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla, la Universidad Nacional Autónoma de México,
El Colegio de México, el Colegio Superior de Neurolingüística y Psicopedagogí-
a, la Universidad de Guanajuato, el Instituto Superior de Intérpretes y Traductores,
la Universidad de las Américas-Puebla, el Instituto de Estudios Avanzados Si-
glo XXI y la Escuela Normal Superior Benavente.
Como investigadora ha colaborado en los siguientes proyectos: Determina-
ción del léxico disponible y fundamental. Búsqueda de estructuras y reglas de
adquisición del léxico: desarrollos teóricos, descriptivos y aplicaciones en la en-
señanza de la lengua y Corrección de información en la base de datos del Her-
bario Nacional de México, en la UNAM, y La enseñanza del español a los indí-
genas mexicanos, en el Centro de Investigación para la Integración Social.
Ha asesorado varias tesis de licenciatura y ha tenido diversos cargos repre-
sentativos y comisiones académicas; entre ellos destacan el de Consejera Uni-
versitaria propietaria y suplente por la Facultad de Filosofía y Letras y el de
Consejera de Docencia propietaria por el Área de Ciencias de la Educación y Hu-
manidades de la BUAP.
Es miembro de la Asociación de Lingüística y Filología de la América Lati-
na y de la Asociación Mexicana de Lingüística Aplicada, y como tal ha partici-
pado en congresos nacionales e internacionales de su especialidad, en cuyas actas
han aparecido publicadas sus ponencias.

[5]
A mis padres, Angelo y Graciela,
con mi admiración, reconocimiento y afecto filial.
Todo el que tenga alguna experiencia
en la enseñanza gramatical, sabe que
en los textos vivos del idioma no abun-
dan las expresiones que se ajusten per-
fectamente a los esquemas sintácticos
que enseñamos. Necesitamos a menudo
ejemplos construidos ad hoc, o cuida-
dosamente entresacados de los autores
o de la conversación corriente. Y no es
porque nuestras doctrinas gramaticales
sean falsas, sino porque el enlace de
las oraciones en el discurso las enca-
balga y articula de tal modo, que es di-
fícil que un texto continuado nos dé
ocasión de graduar convenientemente
nuestra enseñanza.

SAMUEL GILI GAYA


PREFACIO

Nos ofrece Nicolina Altieri la segunda edición de su Manual de


Morfosintaxis. Celebro que haya aceptado en tan poco tiempo
—un año escaso— el reto y el compromiso de hacerla; de volver
sobre sus propios pasos, siempre didácticos, pero ahora dados con
un ritmo más firme y más maduro, como el que exige la investiga-
ción lingüística en su vertiginoso desarrollo teórico actual. Se re-
quiere de descripciones cada vez más elaboradas y de explicacio-
nes cada vez más profundas que lleven al conocimiento del
lenguaje en todos sus niveles y en todas sus dimensiones. Este
Manual da cuenta de la Morfosintaxis, campo de suyo complejo y
lleno de recovecos que buscan aún ser explorados. La sola fusión
de Morfología con Sintaxis es generosa área de investigación y de
discusión teórica.

Me toca en suerte y me complace grandemente hacer el Prefa-


cio de este Manual, pues el trabajo que le subyace me ha acompa-
ñado desde tiempo atrás. Su versión más primitiva, aquélla, la de
las hojas mimeografiadas, ya fue para mí una puerta de entrada
accesible y segura que me permitía introducir a mis estudiantes en
la complejidad de la estructura oracional. Ahora me corresponde,
según reza el significado de prefacio, disponer el ánimo de los
lectores para introducirlos en los nuevos caminos que Nicolina
Altieri transita para afinar y mejorar su trabajo anterior, a la luz de
su propia superación y de sus propias indagaciones.
Empiezo, pues, con mi encomienda resaltando los cambios más
relevantes del libro que nos ocupa. Sin perder la esencia de la primera
edición, la segunda se nutre con más ingredientes que le dan sabor

[ 11 ]
y consistencia al contenido conceptual y al método de análisis pro-
puesto. Aprovecha Altieri el andamiaje ya construido para seguir
dando vida a la oración, médula del trabajo. A partir de una revi-
sión de su concepto, afina y matiza otros como los de perífrasis,
sujeto y predicado, modificadores, cuya difícil naturaleza ha sido
tema de discusiones múltiples y de argumentaciones varias que
edifican la geometría gramatical de nuestros días. Bástenos, si no,
con asomarnos a los índices de los estudios modernos para com-
probar la vitalidad de estos temas y la diversidad de posturas teó-
ricas que los analizan. En esta dirección puede apreciarse un paso
adelante en la Bibliografía que ofrece Altieri. A las veinticuatro en-
tradas de la primera edición, todas de corte clásico y tradicional que
sustenta su modelo, se suman veintiuna en la nueva edición, las
cuales amplían las posibilidades de análisis sintáctico. Se da lugar
a autores como Demonte, Bosque, Rojo, Hernanz y Brucart, cuyos
trabajos pondrán a los estudiantes frente a otros enfoques y alcan-
ces explicativos. La gramática generativa, la cognoscitiva, la li-
minar, la relacional o la funcional buscan como la tradicional, que
trabaja Altieri, dar respuesta con los rasgos distintivos propios de
su teoría a muchos de los fenómenos que ella retoma en este tex-
to. Para el alumno es, pues, una buena oportunidad de encontrarse
con diferentes autores de los tradicionalmente conocidos; ya des-
pués habrá de ir a indagar en las nuevas propuestas. Conocer otras
formas de análisis estimulará su espíritu crítico y ampliará su ca-
pacidad analítica. Por otra parte, la decisión de incluir a estos au-
tores muestra un rasgo de flexibilidad en el pensamiento teórico de
Nicolina Altieri, quien, fiel a su postura, reconoce la necesidad de
explorar otras visiones, ensanchando el panorama de los apoyos
teóricos existentes.
El tema de la oración compuesta también ganó peso y solidez al
ser reestructurado. La yuxtaposición, la coordinación y la subor-
dinación son ahora desmenuzadas con mayor meticulosidad y ni
una sola de sus manifestaciones deja de ser traspasada por la lente
de la autora. Además, la adición de la nota sobre los enlaces extra-
oracionales fortalece el conocimiento de la oración compuesta. Se

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trascienden sus límites inter para abarcar ahora los extra, primor-
diales en el entramado del discurso oral y del discurso escrito, punto
de interés central en los estudios lingüísticos de hoy en día. La
Bibliografía también se ha enriquecido en esta área con la incor-
poración de recientes estudios especializados como los de Casado
Velarde, Carratalá y Fuentes Rodríguez.
Por su parte, los Esquemas siguen siendo el armazón bien traba-
do que da base sólida al Manual. Es de agradecerse la capacidad
sintética de Altieri al servicio de una visión global y abarcadora de
todos los fenómenos en torno a la construcción de oraciones simples
y compuestas. En unas cuantas páginas, resume la intrincada red
de relaciones que imbrica categorías gramaticales con plurifun-
cionales nexos. El maestro tendrá amplio espacio para bordar con
finura junto con los estudiantes, a partir de la información que
conjuntan y sistematizan con claridad estos Esquemas. En ellos,
cada oración es caracterizada en sus peculiaridades y reconocida
por sus nexos. Desde la adversación hasta la condicionalidad, Altieri
recorre todas las posibilidades en que una oración simple o compues-
ta expresa una forma del pensamiento humano. Ejemplo de esto es
el caso de los nexos, que, en virtud de su clasificación precisa, po-
drán ser estudiados en diversos contextos oracionales y descubrir
la variedad de matices de significación que conllevan, y para des-
cubrir también las borrosas fronteras de sentido que hay entre al-
gunos de ellos: un porque puede robar su esencia a un para, y un
si condicional puede abarcar el contenido de la mayoría de los
nexos. Ningún aunque, o, pero, que, sin embargo queda sin expli-
cación explícita dentro del juego gramatical presentado.
Otro acierto en pro de la coherencia del Manual es el que Altieri
haya dejado atrás los ejemplos construidos por sí misma. En esta
nueva versión los casos se ilustran en la literatura. Se consolida así
la voluntad de enfrentar a los estudiantes a una lengua viva y diná-
mica, por un lado, y por el otro, la de mostrar que tras la expresión
lingüística más sencilla o más sutil y poética hay siempre un fino
mecanismo oracional que la crea y le da vida. Ahora la parte concep-
tual del Manual, Principios Generales, está en plena armonía con

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la de Ejercicios Prácticos, donde la metodología propuesta por
Altieri se pone a prueba precisamente en el análisis de textos lite-
rarios. Esta parte —sustantiva— orquesta fragmentos selecciona-
dos con una estrategia inteligente: a la gramática por la literatura,
o a la literatura por la gramática, y por ellos al lenguaje como expre-
sión del hombre. El paso previo al análisis sintáctico minucioso es
el obligado encuentro con la palabra, transformada en ensayo, prosa
y poesía de grandes creadores hispanoamericanos. ¿Qué sensibi-
lidad podrá permanecer indiferente ante un texto de Sor Juana, Paz,
Borges, Pacheco, Fuentes o Benedetti? Tras el enamoramiento de
la forma, vendrá entonces el deseo de desentrañar los secretos de
su trabazón interna, de su función portadora de significados múlti-
ples. La Metodología entra en acción: detectar cláusulas, separar
periodos, encontrar oraciones principales, buscar su relación con
las subordinadas y coordinadas; descubrir nexos que relacionen
ideas, aquí y allá, de unas oraciones con otras en la causalidad, en
la finalidad o en la atribución.
Este Manual tiene la virtud de alcanzar cabalmente su meta final:
equipar al estudiante con las herramientas básicas del análisis morfo-
sintáctico. Si él mismo quisiera rebasar esta primera meta, lo logra-
ría. Las armas que proporciona Altieri son suficientes para entrar
con firmeza en un ámbito de mayor sofisticación y profundidad
teórica y metodológica. La Morfosintaxis es un campo vasto y
generoso que ofrece muchas formas de ser arado. Nicolina Altieri
siembra buena simiente para seguir cultivándolo.

Rebeca Barriga Villanueva


El Colegio de México
Enero de 1997
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

Este Manual de Morfosintaxis, que ve la luz gracias a la confianza


y cooperación de la Dirección General de Fomento Editorial, encie-
rra la intención de ofrecer a los estudiantes de las Universidades e
Institutos de Enseñanza Superior, y señaladamente a los alumnos
del Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Pue-
bla, una guía para un conocimiento más racional de la estructura
de la lengua española, con base en la experiencia adquirida en el
ejercicio profesional de la disciplina morfosintáctica, así como en
las notas y apuntes elaborados para los cursos.

La materia ha sido distribuida en dos apartados: principios gene-


rales —comprende lo relativo a las categorías morfofuncionales, la
oración simple y la oración compuesta o periodo— y ejercicios
prácticos —la parte aplicada. Mi esfuerzo se ha dirigido a hacer
más clara y amena la exposición de una asignatura no muy asequi-
ble, a fin de facilitar su aprendizaje; al efecto, deseo realzar la impor-
tancia de los tres Esquemas —Partes de la Oración, Clasificación
Funcional y Nexos—, con vistas a posibilitar el análisis de cualquier
texto en español. Asimismo, he puesto especial cuidado en asegu-
rar y mantener la justa proporción entre teoría y práctica; para ello,
se han transcrito numerosos textos literarios, unos ya analizados
—como ilustración y comprobación del método— y otros por ana-
lizar —como práctica para los estudiantes.
El objetivo principal ha sido, por un lado, el de evidenciar la
íntima relación entre forma y función: sólo en virtud de la natu-
raleza morfológica de los términos es factible su integración en

[ 15 ]
unidades superiores —frase, oración, periodo, etc.—, y, por otro
lado, destacar que entre lengua viva —máxime en su manifestación
artística y creativa— y gramática —la vieja gruñona— no hay opo-
sición, sino complementariedad: en las muestras analizadas han
aparecido todos y cada uno de los tipos de relaciones oracionales.
Confío en que mi labor se vea favorecida con la simpatía y prefe-
rencia de los amigos de la lingüística. Desde luego, no presumo
haber hecho obra perfecta; antes bien, siendo mi deseo mejorar cada
vez más, en lo posible, la presente investigación, recibiré todas las
sugerencias que se me quieran dar a ese propósito y que redunden
en una mayor utilidad pedagógica.
No me queda más que expresar mi agradecimiento a Gonzalo
Fernández Luna y a Víctor Jaime Medina Urízar, por su valiosa
colaboración en el trabajo de edición, y a colegas y alumnos, que
han apoyado y benévolamente aceptado mi modesta labor.

Nicolina G. Altieri Fernández


Septiembre de 1995
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

La favorable acogida que ha tenido mi Manual de Morfosintaxis ha


hecho que, en aproximadamente un año, se agotara la primera edi-
ción. Ello, a más de representar para mí un motivo de natural sa-
tisfacción, me ha estimulado para dar contenido y forma a una se-
gunda edición, corregida y aumentada, nuevamente con el apoyo
y auspicio de la Dirección General de Fomento Editorial de la Be-
nemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Mi intención ha sido, desde luego, mejorar la edición anterior


con leves retoques y oportunas adiciones, cuidando empero de no
alterar en demasía la fisonomía de la composición ni, mucho menos,
la finalidad didáctica del libro. He renovado mi esfuerzo agregan-
do otros textos y encarando nuevos problemas a fin de responder
a las exigencias de mis estudios e investigaciones más recientes en
la disciplina. Era preciso poner al día el Manual y conferirle, así,
en lo posible, aquella plenitud de información que nuestros alum-
nos justificadamente exigen. Me halaga poder ofrecer a los lecto-
res la posibilidad de acercarse más directa y eficazmente al apasio-
nante mundo de la gramática.
Detallo a continuación los cambios más notables que he lleva-
do a cabo:
a) Reelaboración del apartado sobre la oración compuesta y su
clasificación, fundamental para los propósitos del texto.
b) Inserción de ejemplos tomados de los pasajes literarios en la
mayor parte de los temas tratados, porque estoy convencida de que
el valerse de muestras vivas del idioma como materia de práctica
relaciona al estudiante de manera más objetiva y directa con su

[ 17 ]
entorno lingüístico real, lo cual no sucede cuando se utilizan ilus-
traciones construidas ad hoc.
c) Afinación y esclarecimiento de los capítulos relativos al concepto
de oración, las categorías morfofuncionales y las perífrasis verbales.
d) Enriquecimiento del inciso sobre el sujeto y el predicado, así
como sus modificadores, indispensable para un primer acercamien-
to.
e) Aumento de dos textos —uno de Carlos Fuentes y otro de
Elena Garro—, a fin de tener un total de veinticuatro, en la parte
aplicada, que así ofrece una mayor variedad de estilos comparables,
con diecisiete autores citados y un corpus de ochocientas veinticin-
co oraciones.
f) Agregación de una nota sobre los enlaces extraoracionales,
importante para complementar el análisis del discurso.
g) Anexión, en forma de Apéndice, de todos los ejercicios, ya
resueltos, que en la primera edición aparecían no analizados, con
el objetivo de poder comprobar el método, heredado de mi maes-
tro, Juan M. Lope Blanch.
h) Actualización de la bibliografía, con el añadido de títulos recien-
tes, los cuales se consultaron para la minuciosa revisión efectuada.
Espero que, con estas precisiones, el Manual contribuya sufi-
cientemente a la enseñanza de la morfosintaxis y siga viéndose
favorecido con la lectura y los comentarios de estudiosos y cole-
gas, ya que es siempre poco lo que podamos hacer para un cono-
cimiento más exacto y profundo de nuestra maravillosa lengua espa-
ñola, ampliamente difundida por el mundo.
Creo pertinente señalar que no siempre hay perfecta correspon-
dencia entre forma y función. Esto se debe a que no todas las
expresiones del habla viva encuentran, por su gran variedad, una
forma gramatical adecuada: de aquí el que a veces sean casi forza-
das a adoptar un esquema que sólo aproximadamente les es propio.
El mismo Esbozo… de la Real Academia Española hace referen-
cia a tal anomalía cuando señala que la gramática no constituye
nunca “un sistema de conceptos exclusivamente lógicos que puedan
delimitarse con nitidez completa; por esto nuestra clasificación

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debe tomarse como una guía aproximada para penetrar en la estruc-
tura movediza del habla oral y escrita”.1 Como quiera que sea, la
lingüística siempre preserva el significado.
Deseo dedicar muy especialmente este modesto (y, confío, útil)
trabajo a mis queridos alumnos —pasados, presentes y futuros—,
que han dado y siguen dando sentido a mi labor docente, y a mis
maestros, señaladamente el doctor Lope Blanch, de quienes tanto
he aprendido y que han contribuido a mi formación profesional.
Mi agradecimiento sincero a todos aquellos —amigos y cole-
gas— que me han hecho llegar sugerencias valiosas o con los cuales
he discutido algunos temas de mi exposición; a Víctor Jaime Medi-
na Urízar, quien ha colaborado, como en la ocasión anterior, en la
edición del libro; y a Rocío Rivera Castillo, por su ayuda en el di-
seño de los Esquemas. Pero de un modo particular me place expre-
sar mi gratitud a la doctora Rebeca Barriga Villanueva, la cual me ha
brindado innumerables pruebas de su amistad y estimación, apoyán-
dome en mis propósitos y proyectos, dispensándome generosamen-
te sus sabios consejos, prologando mi Manual y reseñándolo de una
forma altamente positiva en la Nueva Revista de Filología Hispá-
nica.

Nicolina G. Altieri Fernández


Diciembre de 1996

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PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN

Es para mí motivo de profunda satisfacción ofrecer a la conside-


ración de profesores y estudiantes de Lingüística, siempre con el
apoyo y auspicio de la Dirección General de Fomento Editorial de
la BUAP, una tercera edición de mi Manual de Morfosintaxis, que
vio la luz por primera vez en 1995.

Desde luego, al preparar esta nueva edición, mi intención y mi


esfuerzo se han dirigido a mejorar, en lo posible, las versiones an-
teriores, cuidando de no alterarlas en lo sustancial. Al efecto, me
he limitado a aportar aquel perfeccionamiento de contenido y de
forma que estuviera a mi alcance, en razón de mis renovados es-
tudios e investigaciones y de mi incesante experiencia docente.
En lo teórico, he añadido el complemento prepositivo (que no
había sido incluido en las ediciones anteriores), como un elemen-
to importante para un análisis lingüístico integral.
En lo tocante a la parte práctica, ella ha sido cuidadosamente re-
visada y corregida, con la finalidad de asegurar una posesión más
firme de la teoría.
Naturalmente, no pretendo que esta obra no sea perfectible. Es-
toy, por tanto, dispuesta, como siempre, a aceptar todas las suge-
rencias que colegas y estudiosos tengan a bien hacerme con vistas
a eliminar las inevitables insuficiencias.
Por último, deseo expresar mi sincera gratitud a Víctor Medina-
Urízar, por su invaluable ayuda en el trabajo de producción editorial.

Nicolina G. Altieri Fernández


Junio de 2002

[ 21 ]
PRINCIPIOS GENERALES

Importancia del estudio de la Gramática

La Gramática, es sabido, es la ciencia de las reglas para hablar y


escribir correctamente una lengua. Según el Esbozo de una Nueva
Gramática de la Lengua Española de la Real Academia Españo-
la, es “ciencia y arte de las formas de expresión lingüística”.2

En contra de su utilidad, hay quienes sostienen que la mayor


parte de las personas, aun no teniendo la menor idea de las reglas
gramaticales, habla adecuadamente, porque dichas reglas están pre-
sentes en el subconsciente de los hablantes. Desde luego, si se ha-
llan en el subconsciente, de cualquier modo han de haberse apren-
dido; y un estudio más profundo sirve precisamente para avivarlas
y darles en el sistema de la lengua el lugar preponderante que les
corresponde.
Igualmente suele objetarse que la lengua no es un organismo rígi-
do e inmóvil, sino vivo y en continua transformación; como el pueblo
que la habla, se forma, crece, florece, degenera y muere. En tal virtud,
quererla encerrar en un conjunto de reglas equivale más o menos a
sofocarla. Desde luego, las lenguas no tienen una existencia eterna:
son expresiones de la cultura de colectividades humanas determina-
das y siguen el curso de las vicisitudes de éstas. Por ello, tenemos
lenguas muertas, que ya no se hablan (y que, sin embargo, se siguen
estudiando, porque fueron vehículos de civilizaciones luminosas) y
lenguas vivas, que se hablan y escriben en el presente. Con todo,
mientras permanecieron vivas, ellas fueron reguladas, en su uso, por

[ 23 ]
la gramática; diversamente, no habrían podido cumplir con su función
de medios de comunicación. Lo que se quiere decir es que, como sis-
tema, una lengua ha de conservarse lo más posible inmune de altera-
ciones que reduzcan su eficiencia como instrumento de mutua com-
prensión entre los hablantes de una colectividad humana. A medida
que las perturbaciones y alteraciones, causadas por agentes internos
o externos, aumentan, la lengua acelera su marcha hacia la muerte.
Mientras tanto, hay que tratar de acomodar dentro del sistema los
hechos nuevos que inevitablemente se introducen en él. Un hecho lin-
güístico nuevo (de naturaleza fonética, morfológica o sintáctica) puede
ser aceptado como una simple alternativa del hecho preexistente, o
quedar limitado en uso (fijado en determinadas palabras, si se trata
de un hecho fonético o morfológico, o en determinadas combinacio-
nes de palabras, si se trata de un hecho sintáctico), y entonces se cons-
tituirá en una excepción.
Los mismos literatos, y en especial los poetas, violan a menu-
do las reglas gramaticales en aras de exigencias extralingüísticas:
metro, rima, armonía, calor sentimental, colorido imaginativo, etc.;
son las llamadas licencias poéticas. Pero la prosa, máxime cuando
expresa contenidos científicos, ha de ser, como la palabra enseña
(de prorsus, que va derecho), ordenada, conforme al curso lógico
del pensamiento; lo cual no podría conseguirse sin el sostenimiento
de la gramática. La gramática, en efecto, es condición del bien
pensar, cualquiera que sea el contenido del pensamiento, ya que su
organización lógica, sutil y firmemente articulada obliga, por así
decirlo, al pensamiento a ser claro y preciso. Cabe recordar lo expre-
sado por el poeta italiano, Giosué Carducci, al inquirírsele cómo
hacía para escribir bien: “Escribo bien porque hablo bien y hablo
bien porque leo buenos libros”. Y los buenos libros son precisamen-
te los que están escritos apropiadamente.
Por todo lo anterior, resulta evidente que el estudio de la gramá-
tica mira a crear en el estudiante un conocimiento claro y preciso
de la lengua que habla. Sea cual fuere la actividad o profesión que
uno está llamado a desempeñar en la sociedad, es indispensable la
posesión plena de los medios de expresión y comunicación. Es

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lamentable comprobar que profesionales de indiscutible prestigio
no logran transmitir sus conocimientos, o lo hacen defectuosamente,
por carencia de formación lingüística.
Ahora bien, puesta la utilidad del estudio de la gramática en ge-
neral, ¿de dónde deriva la conveniencia del estudio de la morfosin-
taxis? La Morfología abstrae las palabras de su contexto para clasi-
ficarlas en diferentes grupos según las funciones de que son capaces,
estudia las diferentes formas que pueden adquirir para representar las
categorías gramaticales y establece los medios que el idioma emplea
para enriquecer su léxico formando nuevas palabras a base de las ya
existentes. A la Sintaxis corresponde estudiar el contexto como tal,
es decir, las agrupaciones de palabras conexas o relacionadas entre
sí, con los medios para significar sus relaciones mutuas, y señala y
clasifica las unidades o agrupaciones que la intención del hablante
establece en el conjunto de la elocución.
Es fácil comprender que la separación entre Morfología y Sintaxis
es arbitraria y sólo fundada en la conveniencia metódica de exami-
nar el lenguaje desde diferentes puntos de vista. Cuando, por ejem-
plo, la Morfología clasifica las palabras como partes de la oración,
se vale a menudo de conceptos funcionales o sintácticos. Cuando
la Sintaxis establece las reglas de la concordancia, no hace más que
ajustar, repitiéndolo, el sistema de las desinencias estudiado en la
Morfología.3 Incluso en las gramáticas tradicionales, que mantie-
nen separadas la morfología y la sintaxis, la relación entre ambas
ramas parece evidente; si, por ejemplo, al analizar una forma ver-
bal, separamos la denominada desinencia, que es un elemento re-
lacionante, nos colocamos sin más ni más en el terreno de la sin-
taxis. Y ¿qué decir de las preposiciones y conjunciones, cada una
de las cuales tiene asignada una función de enlace específica?
Aunque se las estudie aisladamente, en su mero aspecto morfoló-
gico, son potencialmente materia de estudio de la sintaxis. Dada,
pues, la natural interdependencia de morfemas y fenómenos sintác-
ticos, un estudio que considera a la morfología como parte integran-
te de la llamada morfosintaxis resulta a las claras sumamente pro-
vechoso.

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El concepto de oración

La oración es la unidad fundamental de la gramática y puede definirse


de acuerdo con los siguientes criterios:

Lógico: La oración sería la expresión oral del juicio lógico (siglos


XVIIIy XIX).
Semántico: La oración sería la expresión de un pensamiento
completo (medieval y clásica).
Formal o gramatical: La oración sería la expresión formada por:
a) nombre y verbo, b) sujeto y predicado. La oración se construye
en torno a un verbo conjugado.
Psicológico: La oración sería la expresión que revela un propósito
comunicativo. Esta definición se refiere al aspecto genético y formativo
de la oración.
La oración debe definirse por su forma y función gramatical. Es
una unidad morfosintáctica.

ORACIÓN
Oración, según Lope Blanch,4 es el sintagma o expresión bimem-
bre entre cuyos dos elementos se establece una relación predicati-
va. Es la unidad más pequeña de sentido completo en sí misma en
que se divide el habla real.5 Ejemplos: La poesía se escapa de his-
toria y lenguaje; Eran preferibles los asientos más bajos.
Sintagma es la fórmula o esquema de estructura que se repite en
el idioma con independencia de las palabras que contenga.6
Frase es “la expresión constituida por un solo morfema o,
más comúnmente, por varios morfemas ordenados en torno a un
elemento nuclear —generalmente un nombre— pero no organi-
zada de acuerdo con la estructura sujeto-predicado. Su conteni-
do puede corresponder al de una oración, pero se distingue de
ésta por la manera de estructurar sus elementos constitutivos: en
la frase no se establece la relación predicativa esencial en toda
oración”.7 Es cualquier grupo de palabras conexo y dotado de

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sentido. 8 Ejemplos: “Diuturna enfermedad de la esperanza”;
“Adelante”.
Prooración es el “morfema o sintagma de estructura no oracio-
nal que implica —reproduce— una oración ya enunciada”.9 Por lo
tanto, se encuentra en una cláusula distinta. Ejemplos: “Para des-
truirme después con su indiscreción”, como respuesta a la pregun-
ta “¿Y todo para qué?”; “Despacio”, como comentario o especifi-
cación de la oración anterior “Les contaré esto sin apuraciones”.
Oración elíptica (del griego eléipsis = falta) es aquella en que uno
de los elementos constitutivos, sujeto o predicado —concretamen-
te, en el caso del periodo, el verbo—, se omite por sobrentenderse
fácilmente. Ejemplos: “Qué pregunta, padre, qué pregunta”; “La
visibilidad era allí menor pero también el impacto del derrumbe”.

PERIODO
Periodo u oración compuesta es la relación directa entre dos o
más oraciones simples, esto es, “la expresión constituida normal-
mente por dos —o, a veces, varias—oraciones o frases entre las
cuales se establece una sola relación sintáctica, ya hipotáctica, ya
paratáctica”.10 Las oraciones en el periodo, pues, se unen por simple
yuxtaposición o por coordinación (parataxis) o por subordina-
ción (hipotaxis).11 Ejemplos: “—Ni siquiera se bajará del buque —
le dijo”; “En tal caso, vi menos de diez pájaros y más de uno, pero
no vi nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos pájaros”; “Le
recordé que era lunes”.
Los factores principales para expresar la unidad de la oración
compuesta son la entonación, las pausas y las palabras de enlace
(pronombres relativos, adverbios, preposiciones y conjunciones).12

CLÁUSULA
“La cláusula, en cuanto unidad de manifestación, es la expresión
autónoma desde el punto de vista de la elocución. Corresponde a
lo que la gramática inglesa moderna denomina sentence, y, en esen-
cia, a lo que Andrés Bello dio en llamar oración. No tiene una for-
ma gramatical determinada, puesto que puede estar constituida por

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una sola palabra —interjección, vocativo, etc.—, por un sintagma
nominal o adverbial, por una frase, por una oración o por uno o
varios periodos. Lo que la define y delimita es, pues, su autonomía
dentro del acto de la comunicación”.13 Por tanto, puede consistir en
una sola oración (necesariamente independiente, esto es, no subor-
dinada gramaticalmente a otra) o, las más veces, en más de una ora-
ción, y está delimitada por la pausa final. Emilio Alarcos la denomina
enunciado, esto es, “manifestación de habla entre pausas”.14 En la
mayoría de los casos, las cláusulas se unen por yuxtaposición.
Ejemplos: “Necesito justicia”; “Así que adelante”; “Si Dios exis-
te, el número es definido, porque Dios sabe cuántos pájaros vi”.

Las categorías morfofuncionales o partes de la oración

La distribución de las palabras en clases o partes de la oración o


del discurso puede hacerse con criterios morfológicos o sintácticos,
es decir, atendiendo exclusivamente a la forma de la palabra o bien
a su función sintáctica. Frecuentemente uno y otro criterio se super-
ponen: la forma implica la función e inversamente. En otros casos
ambos criterios contribuyen a la clasificación, de manera comple-
mentaria. El significado constituye también un criterio de clasifi-
cación, no la significación específica de esta o la otra palabra, sino
lo que se entiende por significación gramatical, es decir, la que es
común a todas las palabras o a todas las formas de una misma cla-
se o subclase. En español y en otras lenguas de sistema análogo al
español, el criterio morfológico puede bastar por sí solo para cla-
sificar todas las palabras de la lengua en dos grandes grupos: las va-
riables y las invariables.15

Las categorías morfofuncionales, de las que daremos algunas


definiciones, son las siguientes: sustantivo, adjetivo, artículo, pronom-
bre, verbo, adverbio, preposición, conjunción e interjección.

28
SUSTANTIVO
Suele designársele con la denominación común de nombre sustanti-
vo, a diferencia del nombre adjetivo; ello prueba que ambos perte-
necen a una categoría superior, la del nombre.
Unidad lingüística o parte de la oración que se puede pensar en
sí misma y que goza de la máxima independencia.16
Es aquella parte de la oración que sirve para designar o dar a
conocer las cosas o las personas, por su esencia o sustancia, en
cuanto el hombre alcanza a concebirla.17
Parte variable con categorías de número y género (que es inherente).
Puede desempeñar las siguientes funciones en la oración: suje-
to, predicado nominal, objeto directo, objeto indirecto, complemen-
to con preposición de otro nombre, complemento circunstancial,
aposición, agente y vocativo.

ADJETIVO
Aquella parte de la oración que se junta al sustantivo para cali-
ficarlo o determinarlo.18
Toda palabra variable que modifica o determina a un sustanti-
vo, sea como atributo inmediato o como atributo predicativo.19
Está íntimamente relacionado con el sustantivo, o palabra que lo
represente, con el fin de describirlo, de señalarlo, de concretarlo.20
Restringe el significado del sustantivo. Reduce más o menos la
extensión indefinida del sustantivo, ya por la añadidura de una cua-
lidad descriptiva, ya delimitándolo por el establecimiento de rela-
ciones más complicadas. Es, por tanto, nota esencial de él la de
acompañar y modificar al sustantivo.21
Concierta con el sustantivo en género y número. Hay adjetivos
calificativos o cualitativos, cuantitativos (numerales cardinales,
indefinidos) y pronominales (demostrativos, posesivos, numerales
ordinales).
Modifica el sentido del sustantivo al restringir y precisar su ca-
pacidad de significar. Distingue e individualiza (especificativo) o
subraya redundantemente una cualidad implícita (explicativo).22

29
ARTÍCULO
Tiene variaciones de género y número.
Es un demostrativo debilitado que, por haber perdido su fuerza
localizadora, determina un objeto más vagamente que los otros
demostrativos, y sirve sólo para señalar un individuo conocido
efectiva o virtualmente por el que habla y por el que escucha.23
Posee función anafórica (remite al contexto lingüístico) y deíc-
tica (alude a la referencia situacional).
Supone una corporeización, una materialización de la esencia
expresada por el sustantivo solo, sin llegar a la concretización últi-
ma que supone ya el demostrativo. Anuncia el carácter sustantivo
de la expresión que le sigue, indicando al mismo tiempo los acci-
dentes gramaticales.24
Clase especial de morfemas libres de inventario limitado, a) que
no pueden constituir por sí mismos comunicación; b) que están cons-
tituidos por una base pronominal que les permite significar por alu-
sión, y que admiten los morfemas de género y número; c) que tie-
nen dos valores fundamentales: uno anafórico y otro como soporte de
los morfemas de género y número. Cuando introducen un segmen-
to secundario, desempeñan una función sustantiva y pronominal;
cuando uno primario, desempeñan una función adjetiva con diver-
sos valores semánticos y de meros categorizadores.25 Hay definidos o
determinados (el, la, los, las), indefinidos o indeterminados (un, una,
unos, unas), neutro (lo) y contractos (al, del).

PRONOMBRE
Posee morfemas de persona, número, género y caso (declina-
ción).
Tiene nulos o escasos contenidos semánticos. No expresa por sí
mismo un concepto fijo. Función deíctica y anafórica: señala, remi-
te a algo o lo representa.26
No expresa ningún concepto, sino que lo remplaza; repite un
concepto antes emitido, o sustituye uno que está determinado por
el mismo acto de la palabra, o por un gesto, una acción que acom-
paña la enunciación de una frase.27

30
Los pronombres forman sistemas morfológicos cerrados; la ma-
yoría recibe morfemas de género y número; funcionan como sustan-
tivos, adjetivos o adverbios; su significado no es pleno hasta que se
les relaciona con el contexto lingüístico o extralingüístico en que son
utilizados.28 Se clasifican en: personales (yo, tú, él, nosotros, voso-
tros, ellos; mí, ti; me, te, se, lo, la, le, nos, os, los, las, les —átonos—
), relativos (que, quien, [el] cual, cuyo, cuanto), interrogativos (qué,
quién, cuál, cúyo, cuánto), correlativos (tal… cual, tanto… cuanto),
demostrativos (éste, ése, aquél), indefinidos (uno, otro, alguno, nin-
guno, cualquiera), cuantitativos (todo, mucho, poco), posesivos (mío,
tuyo, suyo, nuestro, vuestro; mi, tu, su), numerales (uno, dos, tres…;
primero, segundo, tercero…; tercio, cuarto, décimo…; simple, do-
ble, triple…; sendos; decena, docena, ciento…).

VERBO
Por sus caracteres formales es aquella parte de la oración que tiene
morfemas flexivos de número, como el nombre y el pronombre,
morfemas flexivos de persona, como el pronombre personal, y ade-
más, a diferencia del nombre y del pronombre, morfemas flexivos
de tiempo y de modo. Suele aplicarse la denominación de desinen-
cias a los morfemas de número y persona, el de características a los
de modo y tiempo. Suprimidas de una forma verbal desinencias y
características, lo que queda es la raíz o radical del verbo. La agru-
pación de la raíz con la característica recibe el nombre de tema modal
o temporal. La serie entera de las formas verbales con una raíz co-
mún, es decir, todas las formas de un verbo determinado, constitu-
yen la flexión o conjugación de ese verbo. Dentro de ella se incluyen
también tres formas privadas por lo menos de desinencias verbales
de número y persona: el infinitivo, el participio y el gerundio.29
El verbo es la parte de la oración sobre la cual gira toda ella, la pa-
labra a la cual se subordinan las demás. Es el que da vida a la frase,
que no puede existir salvo que aquél se enuncie o sobrentienda. Como
tal designa una actividad o un estado que se predica de un sujeto.30
Verbo es la parte de la oración que designa esencia, existencia, esta-
do, acción o pasión, casi siempre con expresión de tiempo y persona.31

31
Indica proceso.32
Palabra que expresa el fenómeno con indicación de tiempo y de
persona. El verbo es la palabra por excelencia, que expresa el juicio
mental incluyendo sus términos esenciales: el predicado y el sujeto.33

ADVERBIO
Parte invariable de la oración que sirve para modificar la signi-
ficación del verbo o la del adjetivo, y a veces la de otro adverbio.34
No comporta un significado constante. Sólo significa en relación
con su contexto.35
Es la palabra que califica o determina al verbo o a las palabras
atributivas. Hay dos tipos de adverbios, como hay dos tipos de ad-
jetivos: unos, que expresan cualidades (calificativos), y otros, que
concretan circunstancias (determinativos).36 De acuerdo con su sig-
nificado, se clasifican en adverbios de modo (rápidamente, inteli-
gentemente, etc.), tiempo (ayer, hoy, mañana), lugar (aquí, ahí, allí,
acá, allá, acullá), afirmación (sí, también), negación (no, tampoco),
duda (acaso, quizá, tal vez), cantidad (más, menos, tanto, cuanto, algo,
nada), etc. Además, ciertos adverbios actúan específicamente como
nexos: son los llamados relativos (donde, cuando, como).
Los adverbios tienen carácter de palabras sintéticas, porque pueden
resolverse en un sustantivo como complemento circunstancial. Son,
por tanto, palabras circunstanciales.37

PREPOSICIÓN
Palabra invariable que enlaza un elemento sintáctico cualquie-
ra con un complemento sustantivo. El sustantivo o la expresión sus-
tantivada que la preposición introduce se llama término. La prepo-
sición precede siempre a su término, formando con él una unidad
sintáctica y fonética que no puede destruirse sin alterar el sentido
(criterio distribucional). Las preposiciones (excepto según) care-
cen de acento propio y se usan siempre en proclisis con su térmi-
no, con lo cual se expresa y fortalece su unidad sintáctica. Todas
las palabras aisladamente consideradas, tal como aparecen en los
diccionarios, tienen un significado abstracto que sólo se concreta

32
y determina en el contexto con su perfil exacto. Pero los sustanti-
vos, adjetivos, verbos y adverbios evocan por sí solos un conteni-
do semántico mucho más denso y complejo que las preposiciones
y conjunciones, cuyo papel es principalmente nexivo o relacionan-
te. No son las preposiciones nexos enteramente vacíos de sentido,
sino que apuntan con más o menos vaguedad a la clase de relacio-
nes que pueden expresar.38
La preposición establece relaciones más o menos complicadas en-
tre dos objetos, un fenómeno y un objeto o una cualidad y un objeto.39
Subordina gramaticalmente el término o constituyente marcado
por la preposición a otra palabra que la rige (regente o elemento
inicial). No tiene uso independiente.40
Preposiciones: A, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante,
en, entre, excepto, hacia, hasta, mediante, para, por, pro, según,
sin, so, sobre, tras.

CONJUNCIÓN
Si las preposiciones enlazan palabras, las conjunciones enlazan
oraciones enteras y establecen relaciones entre ellas. Las conjuncio-
nes enlazan también, dentro de la oración, elementos que desem-
peñan un oficio sintáctico equivalente.41
Uno de los caracteres más salientes de las conjunciones coordi-
nantes consiste en que, además de unir oraciones, unen también
elementos análogos de una misma oración simple.42
Sirve para unir: por un lado, oraciones del mismo grado (inde-
pendientes con independientes, subordinadas con subordinadas), o
partes iguales de la misma oración (dos o más sujetos, dos o más
predicados, dos o más complementos directos, etc.); por el otro,
oraciones de grado diverso (principales o regentes con subordina-
das). Hay, por consiguiente, dos especies de conjunciones: coor-
dinativas y subordinativas.43
Sirve para denotar el enlace entre dos o más palabras, cláusulas
u oraciones. Hay conjunciones de una sola palabra (simples) y otras
que constan de dos o más (compuestas).44
Las palabras que se inventarían tradicionalmente como conjuncio-

33
nes son formal y sintácticamente heterogéneas. Hay coordinantes
y subordinantes.45

INTERJECCIÓN
No puede ser considerada, por su carácter de inciso, como una
parte de la oración; antes bien, es ella misma una oración rudimen-
taria, aislada.46
La palabra con la cual expresamos repentina e impensadamen-
te, por lo general, la impresión que causa en nuestro ánimo lo que
vemos, oímos, sentimos, recordamos, queremos o deseamos.47
Constituye una clase de palabras que no tiene una completa y
cabal delimitación, ni ha podido ser justificada como parte de la
oración. Capacidad de constituir enunciados independientes. Entre
las interjecciones se pueden distinguir unas llamadas propias o
primarias constituidas por ordenaciones de fonemas, sancionadas
por el uso e incorporadas a la lengua con cierta fijeza, que por sí
mismas no tienen relación con el léxico del castellano y se pueden
emplear con variadas intenciones. Otras se suelen llamar impropias
o secundarias porque están constituidas por palabras de diversas
clases que por transposición se emplean con la misma intención que
las anteriores por proceso evolutivo de acomodación fácilmente
perceptible.48
Sin sentido por sí misma, sólo lo halla por su referencia a alguna
otra palabra que quizá no ha sido pronunciada, pero que en cuanto
es nombrada se enlaza con la interjección para formar una unidad
gramatical (K. Vossler).49
Su carácter independiente de las demás palabras dentro de la
oración hace que no pueda prescindir nunca del acento prosódico.50
Interjecciones: ¡Abur!, ¡ah!, ¡ay!, ¡bah!, ¡ca!, ¡caramba!, ¡caray!,
¡cáspita!, ¡ea!, ¡eh!, ¡guay!, ¡hola!, ¡huy!, ¡oh!, ¡ojalá!, ¡ox!, ¡puf!,
¡quia!, ¡sus!, ¡tate!, ¡uf!, ¡zape!, etcétera.

Las perífrasis verbales

34
Perífrasis o circunlocución es un rodeo de palabras con el cual
expresamos una idea que podría decirse con menos o con una sola.

En cuanto a las perífrasis verbales, la modificación que introdu-


cen en el concepto verbal es de naturaleza semántica (cf. aspecto,
que puede reforzar o alterar la clase de acción que cada verbo tie-
ne por su significado propio), no funcional, ya que son como verbos
enteros que tienen su conjugación completa en todos los modos,
tiempos, números y personas, y además se construyen con su suje-
to y complementos, como si se tratara de un verbo solo.
Las perífrasis consisten en el empleo de un verbo auxiliar conju-
gado seguido de un verboide (infinitivo, gerundio o participio). En
ciertos casos, se anteponen al infinitivo la conjunción que o alguna
preposición; la unión del auxiliar con el gerundio o el participio se
hace siempre sin intermediarios.51
Los verbos auxiliares son aquellos que, “al encabezar una perí-
frasis verbal pierden total o parcialmente su significado propio…
Como todos estos verbos —con excepción de haber— conservan
en la lengua su significado propio, habrá que decidir, en cada ora-
ción donde aparezca una de tales perífrasis, si su significación se
ha perdido u oscurecido en grado suficiente para estimarlos como
verbos auxiliares. Por otra parte, la función auxiliar de un verbo,
en cada caso, puede ser meramente ocasional, o bien puede repre-
sentar un esquema sintáctico en vías de consolidación más o menos
generalizada en la lengua”.52 O sea que “el fenómeno característico
de los auxiliares es el perder su significación propia, gramaticali-
zarse y servir para matizar la significación del verbo auxiliado”.53
Lope Blanch define así las perífrasis: “Unión de dos verbos que
forman un solo predicado; la forma conjugada sirve de auxiliar a
la forma no personal (infinitivo, gerundio o participio), a la que mo-
difica objetivamente, prestándole algunos de los matices que en
otras lenguas se expresan mediante las voces morfológicas”.54
MODOS DE PERÍFRASIS VERBALES
1º Los tiempos compuestos tanto de la voz activa como de la pa-
siva. Bien mirados, los comúnmente denominados tiempos com-

35
puestos son perífrasis formadas por un verbo auxiliar (haber, ser,
estar) y el participio del verbo que se conjuga. Ejemplos: En cier-
to sentido la Revolución ha recreado a la nación; El otro fue engen-
drado por un desconocido; Estuvo obligado a darme. La composi-
ción se da cuando dos formas verbales se integran, se sueldan en
una unidad. En latín, la composición verbal se obtiene añadiendo
a un determinado tiempo del verbo que se conjuga un tiempo del
verbo sum (ser); así, para formar el pluscuamperfecto (que es un
pasado en el pasado), se añade al tema del perfecto el imperfecto
del verbo sum: amav-eram (había amado). También en español hay
casos de composición verbal, como se nota en el futuro y en el con-
dicional, con la diferencia de que el auxiliar es haber y no ser:
amar-é (de “amar” y “he”), amar-ía (de “amar” y “había”).
2º Las perífrasis con el infinitivo, que tienen sentido general de
acción progresiva dirigida al futuro. Si es incoativa (que comien-
za a efectuarse), se construye con los verbos ir, pasar, empezar, co-
menzar, ponerse o echar y la preposición a (La Revolución iba a
inventar un México fiel a sí mismo; Severina ya empezaba a secar-
se; Comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones).
Si la acción es reiterativa, se construye con volver a (Mi hijita no
volvió a usar la palabra en muchos días). Si la acción es inminen-
cial, se construye con estar por (para, a punto de) (Ella estaba por
morirse y yo en plan de prometerlo todo). Si la acción es obligati-
va, se construye con haber que, haber de, tener que y deber de;
tener que expresa la obligación con mayor fuerza que haber de o
haber que, en tanto que deber de expresa la duda (Al primer toro
hubo que empujarlo; Casi todos tienen que aprender sus lecciones
en libros viejos).
3º Las perífrasis con el infinitivo, que tienen sentido de acción
perfectiva o terminativa. Se construyen con venir a, llegar a, aca-
bar de, alcanzar a, dejar de y el infinitivo (Su madurez vino a encon-
trarla inerme; Ser uno mismo es, siempre, llegar a ser ese otro;
Acabo de verlo contigo; Cuanto arriero recorría esos rumbos alcan-
zó a saber de ella; Deja de expresarla y la traiciona).
4º Las perífrasis del infinitivo y algunos verbos llamados servi-

36
les (o modales, porque añaden al concepto del infinitivo una modi-
ficación que indica la actitud del sujeto ante la acción), que por sí
solos no tienen sentido completo, tales como saber, querer, poder,
deber, soler y análogos (v.g. intentar: Eróstrato intentó triunfar
como poeta dramático; pretender: Su empresa pretende fundar la
educación sobre ciertos principios implícitos en nuestra tradición;
necesitar: Necesito saberlo).
La perífrasis con saber expresa la factibilidad de la acción en
virtud de los conocimientos que el sujeto posee para su ejecución
(Yo no sabía contestar).
La perífrasis con querer expresa la factibilidad de una acción por
el simple hecho de “ser deseada” (No quiero discutirlo otra vez).
El deseo puede indicarse también con los modos subjuntivo, con-
dicional e, incluso, imperativo (Ejemplo: no quiero discutir = que
yo no discuta; no discutiría).
La perífrasis con poder expresa la factibilidad de la acción en
virtud de la capacidad (la noción de capacidad, por cierto, inclu-
ye las de saber y querer) que el sujeto tiene para su ejecución (Las
pianolas que hasta un niño podía hacer funcionar; Nadie pudo llevar
la cuenta); o bien la simple probabilidad de cualquier tipo de mani-
festación (El producto puede ser más barato).
La perífrasis con deber expresa la necesidad de que una acción
se cumpla, bien porque no puede ser de otro modo, bien porque está
presente una fuerza (un precepto moral, una ley civil, etc.) que
garantiza su realización, o expresa una simple exigencia de ser,
independientemente de que se dé o no en la realidad (Debo pertur-
bar su fascinación).
La perífrasis con soler expresa la frecuencia de una acción, que
se ha convertido en habitual (Yo suelo estudiar lingüística).
Cabe mencionar que los verbos auxiliares poder y soler no admiten,
a diferencia de los demás de su clase, objeto directo que no sea el in-
finitivo; por lo tanto, sólo se emplean en construcciones perifrásticas.
5º Las perífrasis con el gerundio, que tienen sentido de acción du-
rativa (con estar: Los perros estaban ladrando; con seguir: De tanto
decírselo se lo seguí diciendo). La acción durativa se completa con la

37
idea de movimiento, si se emplean los verbos ir, venir o andar (De este
modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza).
6º Las perífrasis del participio con algunos verbos que excepcio-
nalmente actúan como auxiliares: tener, llevar, quedar, dejar, ir (El
cielo que me tienes prometido; Ese otro que llevamos escondido en
nuestro interior, más que nada como promesa o posibilidad de ser;
Los helenos, con la sola excepción de los espartanos, quedaron
subordinados a los macedonios). Éstas equivalen a los tiempos
compuestos. Ejemplos: me tienes prometido = me has prometido;
llevamos escondido = hemos escondido; quedaron subordinados =
fueron subordinados.

UTILIDAD (Y NECESIDAD) DE LAS PERÍFRASIS


Por lo visto arriba, y de acuerdo con la definición generalmente acep-
tada, la perífrasis verbal es un recurso para expresar ciertos matices de
tiempo y modo de la conjugación —es decir, de aspecto— que no son
expresables con una sola forma. Así, para expresar la acción incoati-
va (o “próxima futura”) se emplean los auxiliares ir, pasar o echar con
la preposición a: No iban a volver hasta el día nueve; El espectáculo
que iba a presenciar. Claro está que no hay perífrasis cuando el verbo
ir es usado en su significado fundamental de movimiento a o hacia un
lugar con vistas a realizar ciertos fines, es decir, en su carácter de ver-
bo predicativo: Y me fui, señor, a caminar mi vida; No fue a verle.

Clasificación y nomenclatura de las oraciones simples55

Criterios de clasificación. En el análisis de cualquier oración debe-


mos distinguir entre el contenido de la representación psíquica, lo
que en ella se dice, y la actitud del que habla con respecto a dicho
contenido. Llamamos dictum al contenido representativo, a lo que
se dice en cada oración; y llamamos modus a la actitud subjetiva.
El modus, o manera de decir, puede hallarse implícito y deducirse

38
del contexto o de la situación; o puede hallarse explícito en el gesto,
las variaciones fonéticas, o los signos léxicos y gramaticales que
la lengua posee, entre ellos los modos del verbo, que por esto se
llamaron así. La actitud del hablante es, pues, un criterio para clasifi-
car las oraciones.

Desde otro punto de vista, la naturaleza gramatical y semántica


del sujeto y del predicado tienen exigencias formales que originan
diversos tipos de oraciones que nos ofrecen un segundo criterio cla-
sificador.56
La primera clasificación (según la actitud del hablante) corres-
ponde al modus; la segunda (según la naturaleza gramatical del
predicado), al dictum; y, como ambos valores se dan siempre juntos
en la realidad del habla, para caracterizar plenamente cualquier
oración tendremos que superponer, por lo menos, dos denomina-
ciones tomadas de una y otra clasificación.57

SEGÚN LA ACTITUD DEL HABLANTE


Pueden ser: enunciativas, exclamativas, de posibilidad, dubita-
tivas, interrogativas, desiderativas, exhortativas.
Según la actitud del hablante, notamos que cada oración se carac-
teriza por la función específica que está llamada a desempeñar de
conformidad con la intención del hablante.
Oraciones enunciativas. Pueden ser afirmativas o negativas.
Expresan la conformidad o disconformidad lógica del sujeto con
el predicado. Se llaman también declarativas o aseverativas. Llevan
el verbo en modo indicativo. Ejemplos: La poesía se escapa de histo-
ria y lenguaje; Su obra no está tanto en libros y escritos.
Oraciones exclamativas. Expresan emociones y sentimientos.
Ejemplo: ¡Qué me importa!
Oraciones de posibilidad y dubitativas. Expresan la correspon-
dencia del predicado al sujeto sólo como posible.
Las de posibilidad se expresan en modo indicativo o subjunti-
vo. Ejemplos: Serán las diez; Nunca me lo hubiera figurado.
Las dubitativas se enuncian con adverbios de duda (acaso, quizá,

39
tal vez) seguidos de un verbo en modo subjuntivo o indicativo. El
empleo del subjuntivo aumenta el sentido dubitativo de la oración;
con el indicativo la duda se atenúa y se acerca a la afirmación o a
la negación. Ejemplos: La visión dura un segundo o acaso menos;
Mañana, tal vez, bajen los precios de los textos de Química y Ana-
tomía, los manuales de Álgebra y de Física.
Oraciones interrogativas. Expresan una pregunta. Pueden ser
generales o parciales. Ejemplos: ¿Será cierta la esperanza?; ¿Para
qué sirve lo que estudias?
Oraciones desiderativas. Expresan el deseo de que ocurra o no un
hecho. Se llaman también optativas y se caracterizan por llevar el verbo
en subjuntivo. Ejemplos: En paz descanse; Que te lleve el diablo.
Oraciones exhortativas. Son las que indican exhortación, mandato
o prohibición.
La exhortación es un mandato que a la vez incluye ruego, y por
eso se expresa con el presente de subjuntivo. Ejemplos: Acuéste-
se, mamá; Arrójela.
El mandato se expresa con el modo imperativo. Ejemplo: Exí-
gele lo nuestro.
La prohibición es lo contrario del mandato y la expresamos con
el presente de subjuntivo. Ejemplo: No vayas a pedirle nada.

SEGÚN LA NATURALEZA GRAMATICAL DEL PREDICADO


Pueden ser: con verbo copulativo, intransitivas, transitivas, pa-
sivas, reflexivas, recíprocas, impersonales.
En toda oración bimembre se establece una relación entre su-
jeto y predicado. Hay dos clases de predicados: nominal y verbal.
El primero se compone de un verbo copulativo (ser o estar) y
un complemento predicativo, formado esencialmente por un nom-
bre (adjetivo o sustantivo) que es el núcleo o base del predicado.
En los predicados verbales el núcleo o palabra esencial es un
verbo.
Oraciones con verbo copulativo. Son las de predicado nominal.
Enuncian cualidades del sujeto. Ejemplo: Santiago Nasar era ale-
gre y pacífico.

40
Oraciones intransitivas. Son aquellas cuyo verbo no lleva comple-
mento directo. Ejemplo: Allá voy.
Oraciones transitivas. Son las que se construyen con un verbo
que admite complemento u objeto directo. Ejemplo: Busca un rei-
no a la medida de tu grandeza.
Oraciones pasivas. Cuando el interés principal del que habla está
en el objeto de la acción y no en el sujeto, suele expresarse el jui-
cio por medio del verbo en construcción pasiva. El sujeto en estas
oraciones recibe o sufre la acción verbal que otro ejecuta; por esto
se denomina sujeto paciente. Ejemplo: El otro fue engendrado.
Cuando interesa el agente o productor de la acción, éste se añade
al verbo como complemento con las preposiciones por o de: El otro
fue engendrado por un desconocido.
Oraciones de pasiva refleja. Con el sujeto en tercera persona del
singular o del plural, se emplea con frecuencia creciente en nuestra
lengua la pasiva refleja, con se y el verbo en activa. Ejemplos: Se
firmó la paz por los embajadores; Un lugar más arriba que se nombra
Chupaderos. Si desaparece el interés por el agente, en el primer
ejemplo diremos: Se firmó la paz; en este último caso nos hallamos
en los límites que separan las oraciones de pasiva refleja de las
impersonales (Nunca se les vio armados en el pueblo).
Oraciones reflexivas. En estas oraciones el sujeto es a la vez
agente y paciente. Se expresan con el verbo en voz activa acom-
pañado de las formas átonas de los pronombres personales: me, te,
se, nos, os. Ejemplo: Yo me tendí junto a ella.
Oraciones recíprocas. Son una especie de las reflexivas, de las
cuales no se distinguen por la forma, sino porque dos o más sujetos
ejecutan la acción del verbo y a la vez la reciben mutuamente. Ejem-
plos: Nos mirábamos; Nos dimos entre doscientos y trescientos besos.
Oraciones impersonales. Cuando el sujeto no se expresa ni se
sobrentiende por el contexto o la situación de los interlocutores, la
oración se llama impersonal. Ejemplo: El día en que lo iban a matar.
Oraciones unipersonales. Son una modalidad de las impersona-
les, de las cuales se distinguen porque sólo se usan en la tercera
persona del singular y en las formas no personales. Ejemplos: Aún

41
era demasiado temprano para visitas; Hay gente.

El sujeto y el predicado

Generalmente la oración establece una relación lógica entre dos


términos o miembros: sujeto y predicado. El sujeto es la persona
o cosa de la cual decimos algo; por predicado entendemos todo lo
que decimos (predicamos) del sujeto.58

El concepto clásico de sujeto fue ilustrado con claridad por Aris-


tóteles como uno de los modos de la sustancia: “El sujeto es aque-
llo de lo cual puede predicarse cualquier cosa, pero que no puede
ser predicado de nada”. Este sentido quedó fijado (a lo largo de una
tradición) hasta la edad moderna y constituye el fundamento de la
definición gramatical de sujeto.
En efecto, sujeto es la persona o animal o cosa de que se ha-
bla, o sea, de que se afirma o niega un modo de ser (ser blanco,
ser bueno, ser tonto, etc.) o una modificación de su ser (estudiar,
comer, correr, trabajar, etc.). Ordinariamente, el sujeto es un nom-
bre sustantivo; ocasionalmente, cualquier parte de la oración (usa-
da sustantivamente) e incluso una oración entera (oración sustan-
tiva): la poesía se escapa de historia y lenguaje; más exacto será
decir; claro está que son los enemigos de la medida; etc. Ténga-
se presente que en las lenguas flexivas, como el español, ya que la
persona es fácilmente identificable por la terminación verbal, el
pronombre personal, como sujeto, suele callarse, a menos que se
tenga un particular interés en llamar la atención sobre él (por ejem-
plo, en la antítesis): (yo) estudio, (nosotros) llegamos, yo creo y
tú dudas, etcétera.
También el concepto de predicado quedó primeramente ilustrado
en la lógica aristotélica: puesto que la proposición consiste en afir-
mar (o negar) algo de algo, ella se divide en dos términos esencia-

42
les: el sujeto, es decir, aquello de lo cual se afirma (o niega) algo,
y el predicado, que es precisamente aquello que se afirma (o nie-
ga) del sujeto: “La visibilidad era allí menor”. Esta doctrina pasó
luego a la lógica medieval: “Sujeto es aquello de lo cual se dice
algo; predicado es lo que se dice de lo otro”.
Desde el punto de vista estrictamente gramatical, se distingue un
predicado verbal, si consiste en un verbo, con el cual se expresa por
lo regular una modificación del ser del sujeto, y un predicado no-
minal, si consiste en un nombre, unido al sujeto, del cual expresa
un estado o modo de ser, mediante una forma de un verbo copulati-
vo (ser o estar): El lector lo sabe dolorosamente; Matilde era una
muchachita; etcétera.

MODIFICADORES DEL SUJETO


Todo modificador del núcleo del sujeto, que es el sustantivo, es
una función adjetiva.
Los modificadores del núcleo del sujeto son: adjetivo, aposición
y complemento con preposición o adnominal.
Adjetivo. El oficio propio del adjetivo es el de referir al sustanti-
vo una caracterización o especificación.59 Puede llevar un modifica-
dor (generalmente un adverbio o complemento adnominal) y , en
este caso, se denomina frase adjetiva. Ejemplos: Significados histó-
ricos; Las tentativas y tendencias, a veces contradictorias; Los
liberales más lúcidos.
Aposición. Cuando queremos explicar o precisar el concepto
expresado por un sustantivo por medio de otro sustantivo, ponemos
los dos, uno a continuación de otro. La aposición, al igual que el
adjetivo, puede ser explicativa —frase sustantiva en aposición—,
cuando indica algo propio del sustantivo, pero sin precisarlo ni
determinarlo distinguiéndolo de otros; y especificativa, cuando in-
dica una cualidad o circunstancia que restringe el significado del
sustantivo, distinguiéndolo de todos los demás de su clase.60 Ejem-
plo: José Vasconcelos, el fundador de la educación moderna en
México.
Adnominal (o Nombre con preposición complemento de otro

43
nombre). La significación del nombre sustantivo se completa con
más frecuencia mediante un nombre con preposición, pero siempre
que el concepto expresado por la preposición y el nombre sea, por
su función gramatical, equivalente a un adjetivo. La preposición
más usada es de indicando propiedad, posesión, origen, pertenen-
cia o materia. Esta relación equivale a un adjetivo, y por él puede
sustituirse, si lo tiene la lengua y la propiedad lo consiente.61 Ejem-
plo: Ciertas actitudes de la “inteligencia” mexicana.

MODIFICADORES DEL PREDICADO


Todo modificador del núcleo del predicado, que generalmente
es el verbo, es una función adverbial.
Los modificadores del núcleo del predicado son: complemento
directo, complemento indirecto, complementos circunstanciales y
complemento predicativo o atributivo.
Complemento directo. Llamamos complemento u objeto directo
al vocablo que precisa la significación del verbo transitivo, y deno-
ta a la vez el objeto (persona, animal o cosa) en que recae directamente
la acción expresada por aquél. Se llama directo, porque en él se cum-
ple y termina la acción del verbo, y ambos forman una unidad sin-
táctica: “verbo + objeto directo”.62 La división de los verbos en tran-
sitivos e intransitivos se funda en la aptitud de los mismos para poder
tener o no lo que hemos llamado complemento directo.63 El objeto
directo es permutable por los pronombres átonos lo, la, los, las, según
su género y número, y permite el cambio a la oración pasiva, en la cual
es el sujeto. Está encabezado por la preposición a, cuando es perso-
na o cosa personificada, y contesta a la pregunta ¿qué? Ejemplo:
Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros.
Complemento prepositivo. Llamado también suplemento. Es una
clase especial de objeto directo con preposición; por ello recibe
también el nombre de regido.64 Ejemplo: La poesía tiende siempre
a la abolición de la historia.
Complemento indirecto. Se designa con el nombre de comple-
mento u objeto indirecto el vocablo que expresa la persona, animal
o cosa en que se cumple o termina la acción del verbo transitivo

44
ejercida ya sobre el objeto directo.65 El complemento indirecto lleva
siempre las preposiciones a o para, excepto cuando sea un pronom-
bre átono.66 Es sustituible por le, les y se, y se localiza preguntan-
do ¿a quién? o ¿para quién? Ejemplo: La Revolución la ha exten-
dido (a la nación) a razas y clases.
Complemento circunstancial. Llamamos complemento circuns-
tancial al vocablo, locución o frase que determina o modifica la
significación del verbo, denotando una circunstancia de lugar, tiempo,
modo, materia, contenido, etcétera.67
Dichos complementos, ya que denotan el modo, lugar, tiempo,
causa, medio o instrumento de la acción verbal, responden a la pregun-
ta correspondiente a la índole de la circunstancia que representan:
¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿por qué?, ¿con qué?, etc. En la
oración simple, los medios más usuales para expresar estas relacio-
nes circunstanciales son los siguientes:
—Adverbios, frases o locuciones adverbiales. Ejemplos: Aún no
termina; En realidad sólo introdujo un sueño dentro de otro.
—Sustantivos o frases sustantivas introducidos por alguna de las
preposiciones. Ejemplo: Se tendió en su camita con los ojos abier-
tos.
—Frases de significado temporal o cuantitativo, sin preposición
alguna. Ejemplo: Éste murió de repente tres años antes.68
Complemento predicativo. El predicado nominal se compone de
un verbo copulativo (ser o estar) y un complemento predicativo,
formado esencialmente por un nombre (adjetivo o sustantivo) que
es el núcleo o base del predicado.69 Este último admite la permu-
tación por el pronombre átono lo, independientemente de su género
y número. Ejemplo: Son caros los alimentos de la mente; Su obra,
breve pero fecunda, aún está viva en lo esencial.
—Complemento predicativo con otros verbos. Otros verbos,
además de los copulativos ser y estar, pueden desempeñar el ofi-
cio de nexo o enlace entre el sujeto y el complemento predicativo.
Si decimos, por ejemplo, El niño duerme tranquilo, el adjetivo
enuncia una cualidad o estado del sujeto, pero significa conjunta-
mente una modificación adverbial del verbo, como si dijéramos que

45
duerme con tranquilidad o tranquilamente. Esta construcción es
frecuente con numerosos verbos de estado, de situación, de movimien-
to, de apariencia y de otras significaciones, como: Él parecía feliz
con su padre; La noche pasó larga; etc. Tales verbos conservan ge-
neralmente su significado propio.
Nótese que las oraciones que forman estos verbos tienen de común
con las de ser y estar la concordancia del adjetivo con el sujeto;
pero se diferencian de ellas en que el núcleo de la predicación recae
en el verbo. Por consiguiente, constituyen un tipo oracional de transi-
ción entre las de verbo copulativo y las de predicado verbal.70

El vocativo

El sustantivo se emplea a menudo como vocativo. En este empleo


no es complemento de ninguno de los componentes de la oración, ni
guarda con ellos relación gramatical alguna. Por esto va sin preposi-
ción. Los vocativos son, como las interjecciones, palabras aisladas
del resto de la oración por medio de pausas, refuerzo de intensidad
y entonación especial en el lenguaje hablado, y de comas en el es-
crito. Desempeñan principalmente la función apelativa del lenguaje.

El vocativo es el nombre de la persona o cosa personificada a


quien dirigimos la palabra. No suele llevar artículo ni demostrativo,
pero sí posesivos: No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo;
Ya sé, padre, ya sé; La tisana que me recetó usted, doctor, no me
ha hecho provecho alguno. Puede colocarse al principio, en medio
o al fin de la oración. Al principio, llama la atención del interlocutor
hacia lo que va a decirse; es la posición más frecuente en el habla
coloquial. En medio o al fin de la oración es casi siempre enfáti-
co; su papel suele limitarse a reforzar la expresión o a suavizarla
según los matices que la entonación refleje: Además usted bien
sabe, padre, cómo ha subido todo; El olvido, mi hijo, cóbraselo

46
caro; ¡Qué me importa que te lleve el diablo, oficialillo grosero! En
la lengua literaria, como de ordinario el lector no es la persona a
quien se refiere el vocativo, es mucho más frecuente que en el ha-
bla ordinaria la colocación en medio o al fin, y a veces no tiene el
vocativo más objeto que dar a conocer al lector o recordarle ana-
fóricamente la persona o cosa a quien la frase va dirigida.71

Los distintos usos del pronombre se

El pronombre se puede considerarse desde un triple punto de vista:


como dativo del pronombre personal de tercera persona, en susti-
tución de le y les; como pronombre reflexivo, conforme al uso y a
la forma originales; como signo de la voz pasiva.

USO DEL SE COMO DATIVO


En los grupos se lo, se la, se los y se las, el se sustituye a le y a
les, es decir, actúa como pronombre personal de tercera persona.
Cuando el dativo del pronombre personal de tercera persona iba
unido al acusativo del mismo pronombre, el castellano antiguo em-
pleaba las formas gelo,s y gela,s, que eran el resultado del grupo
latino illi-illu, que fue modificándose así: (i)lliello- gello- gelo-
selo. Este se pasó por analogía al plural: dá-se-lo por dá-les-lo. El
cambio de gelo en selo se generalizó gracias a la influencia analó-
gica ejercida por expresiones reflexivas como echóselo, atóselo. La
analogía morfológica fue apoyada por la analogía fonética existente
entre g y s. Lo anterior explica por qué en español no se dice, como
debería decirse, le lo, le la, le los, le las, etc. En cambio, el francés
y el italiano combinan, en los mismos casos, las formas vulgares: le
lui, glielo, sin atenerse al grupo originario latino illi-illu.
Claro es que esta forma se, aplicada a ambos géneros y a ambos
números, da lugar a anfibologías, las que se trata de evitar de diver-
sas maneras, si bien la mejor consiste en añadir las formas tónicas

47
del mismo pronombre con la preposición a del dativo: “se lo digo
a él”, “se lo digo a ella”, “se lo digo a ellos”, “se lo digo a ellas”.

USO DEL SE COMO REFLEXIVO


Muy distinto del se como dativo del pronombre personal es el
se reflexivo, derivado directamente del latín y que puede desem-
peñar tanto la función de dativo como de acusativo. Para distinguir
las dos clases de se, la Academia (Gramática, 249 b)72 da las siguien-
tes reglas: 1a. El se reflexivo se refiere siempre al sujeto de la ora-
ción, como se ve en ejemplos tales como: “Juan se vuelve”, “Pedro
se lava”, “mis hermanas se visten”, etc.; 2a. En el se personal el
género y el número se distinguen empleando el pronombre él solo
o seguido del adjetivo mismo (v.g.: “se lo di a él” o “se lo di a él
mismo”), en tanto que en el se reflexivo empleamos la forma tónica
del propio reflexivo (v.g. “Juan se lavó a sí mismo”).
Reflexivo es, pues, el verbo en que la acción se refleja sobre el
sujeto que la cumple, o sea, el verbo en que el sujeto es a la vez
agente y paciente, hace y recibe la acción. Aparte del se (singular
y plural de la tercera persona), se usan las demás formas átonas de
los pronombres personales: me, te, nos y os, las cuales desempe-
ñan el papel tanto de complemento directo como de complemento
indirecto: “yo me lavo” (me: complemento directo de lavar), “yo
me lavo las manos” (me: complemento indirecto de lavar, cuyo
complemento directo es las manos).
Pseudorreflejos han de considerarse los verbos intransitivos que
suelen acompañarse con dichas partículas: irse, salirse, caerse,
morirse, casarse, etc. Algunos de ellos no admiten más que la forma
de expresión pronominal: arrepentirse, atreverse, quejarse, jactar-
se, etc. Otros aceptan ambas formas, la pronominal y la no prono-
minal, si bien, a veces, una, respecto de la otra, es más pura (desa-
yunarse se prefiere a desayunar, que se tiene por un barbarismo)
o más vigente (es más del uso vivo de la lengua decir enfermar que
enfermarse, que es un arcaísmo aún muy usado en América y algo
en España). A partir de su edición 19a. (1970), el Diccionario de
la Real Academia Española califica como pronominales a los verbos

48
intransitivos que se conjugan en unión de me, te, se, nos y os. La
calificación de reflexivos, que el mismo Diccionario aplicaba antes
a estos verbos, resultaba impropia, ya que, repetimos, reflexivo no
es más que el verbo en que la acción vuelve, regresa, de un modo
u otro (directa o indirectamente) sobre el sujeto que la realiza.
Una variante del verbo reflexivo es el verbo recíproco, que no
se distingue por la forma, sino porque la acción es ejecutada por dos
o más sujetos, que al propio tiempo la reciben mutuamente. Por
supuesto, también los verbos recíprocos han de ser transitivos, al
igual que los reflexivos, ya que, si fueran intransitivos, no podría
verificarse la reciprocidad. Para una mayor comprensión de lo dicho,
comparemos las oraciones: “Pedro y Juan se quejan” y “Pedro y
Juan se odian”: en la primera, se expresan dos acciones distintas,
es decir, cada uno de los dos sujetos se queja sin mutua repercu-
sión; en cambio, en la segunda, es evidente la acción recíproca,
pues la acción de odiar que cada uno de los dos sujetos cumple
repercute en el otro. De todos modos, podemos hacer más clara la
significación recíproca añadiendo palabras o frases complementa-
rias, con las cuales se evita cualquier ambigüedad: “Pedro y Juan
se odian mutuamente”, “amaos unos a otros”, “se ayudan entre sí”,
etcétera.

EL SE COMO SIGNO DE LA VOZ PASIVA


Desde antiguo ha existido cierta identidad formal entre el verbo
reflexivo y el verbo pasivo. En griego, por ejemplo, la voz media
(que tenía sentido reflexivo) coincidía en muchas de sus formas con
la voz pasiva. En latín el infinitivo presente pasivo moveri signifi-
caba tanto ser movido como moverse. Pero, en latín vulgar, el presente
y sus formas derivadas tuvieron también una forma refleja (como:
facit se, se hace, lavat se, se lava), al paso que el perfecto (simple
y compuesto) y sus derivados conservaban la forma pasiva: factus
est, fue hecho o se hizo, lavatus est, fue lavado o se lavó.
¿Cómo se llegó, en español, a la pasiva con se? La analogía con
el latín es débil (y, por tanto, no podrá ser invocada para dar razón
de este hecho), ya que, en español, contrariamente a lo que ocurrió

49
en latín, fue la voz reflexiva la que se prestó a servir como pasiva,
y no viceversa. Según Martínez Amador73, para llegar a la forma-
ción de la pasiva con se, hay que partir de la construcción reflexi-
va, que implica al mismo tiempo el sentido activo y el sentido pasi-
vo. Si yo digo “Pedro se viste”, puedo entender tanto “Pedro viste
a Pedro” (forma activa) como “Pedro es vestido por Pedro”. Entre
los dos casos hay una diferenciación lógica del sujeto, pues en el
primer caso me lo represento como agente y en el segundo como
paciente del verbo. Desde luego, si se añaden a estas construccio-
nes nuevos elementos que las precisen, es fácil determinar en cuál
de los dos sentidos la oración ha de interpretarse. Por ejemplo: si
digo “Pedro se viste para ir al teatro”, no cabe duda de que es Pedro
el que realiza la acción de vestirse, con una finalidad (ir al teatro);
pero, si digo “Pedro se viste a la última moda”, ya no concibo a
Pedro como agente de la acción, sino como el resultado de la misma,
como que “va vestido a la última moda”. Igualmente, si digo “Pedro
se viste en casa del sastre X”, ya se ve claramente que no es Pedro
el que realiza la acción, sino es el que es vestido por el sastre X, o
sea, es un sujeto paciente. Llegamos, así, a una verdadera construc-
ción pasiva, que expresamos con el pronombre se.
La explicación que nos da Martínez Amador no nos satisface
plenamente. En efecto, de ser así, no acabamos de comprender por
qué la aplicación de la voz reflexiva a la pasiva se limitó a la tercera
persona (del singular y del plural) y no se extendió a las demás
personas. También en “yo me visto”, “tú te vistes”, etc., podemos
considerar tanto la construcción activa (“yo me visto a mí mismo”,
“tú te vistes a ti mismo”, etc.) como la pasiva (“yo soy vestido por
mí mismo”, “tú eres vestido por ti mismo”, etc.), puesto que también
el yo, el tú, etc. son a la vez agentes y pacientes de la acción del
verbo. Es preciso, pues, dar una explicación más satisfactoria de
aquella formación que se ha dado en llamar pasiva refleja. Para
nosotros, se trata de una construcción sólo aparentemente pasiva;
bien mirada, es, como en origen, una formación reflexiva. Ténga-
se presente que la llamada pasiva refleja se usa preferentemen-
te cuando el agente o productor de la acción no se expresa, porque

50
es desconocido o no interesa mencionarlo; no habiendo, entonces,
más que el objeto, podemos representárnoslo como agente y
paciente al propio tiempo de la acción del verbo, es decir, como
sujeto de una construcción refleja. Considérese el ejemplo: “la casa
se vende”; desde luego, hay alguien encargado de venderla, pero,
al no expresarse y al decir escuetamente “la casa se vende”, es la
propia casa la que se manifiesta como productora de una acción que
vuelve sobre ella misma (como si dijéramos: “la casa se vende a sí
misma”).
Cuando el objeto es un objeto personal que requiere la a (v.g.:
“se ensalza a los héroes”) o es una oración sustantiva (“se dice que
Homero fue ciego”), o cuando el verbo es intransitivo (v.g.: “se
corre”, “se camina”, etc.), la pasiva refleja, fijada en la tercera perso-
na del singular, pasa a ser la equivalente de una oración imperso-
nal. La oración impersonal se construye normalmente en la terce-
ra persona del plural de un verbo de voz activa; ejemplos: “llaman
a la puerta”, “me han regalado un reloj”, “cuentan que Rómulo y
Remo fueron criados por una loba”, “dicen que han llegado las tro-
pas”, “lo tienen por tonto”, “aquí ríen y allá lloran”, etc. Sin em-
bargo, en muchos idiomas el sujeto es expresado por un pronombre
indeterminado: en francés por on (contracción de homme, hombre), en
alemán por man (reducción del sustantivo mann, hombre), en ca-
talán por hom (también derivado de homo, hombre), etc. En tal
virtud, para ejemplificar, el francés on dit quiere decir “alguien (o
uno o, más literalmente, un hombre) dice”. Inclusive en el castella-
no antiguo encontramos con este sentido ombre, omne, ome (v.g.:
“deve ome aver grand seso en ell lidiar”; en Crónica General, 398a,
30). Pero este uso se perdió conforme iba formándose el idioma y,
en lugar de ome, entró el se, el cual, en esta acepción, ya no signi-
fica se o a sí o para sí, sino que equivale a uno o a alguien. El se
impersonal se halla ya en Cervantes: “Al rucio se le tratará como
a su mesma persona” (Quijote, II, 31).74
El Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Española así
explica el tránsito de la pasiva refleja a la impersonal activa. El uso
de la pasiva refleja aparece consolidado desde los primeros textos

51
literarios: “Non se faze assí el mercado” (Mio Cid, v. 139); “Hobo
Santa María siete placeres muy grandes del su fijo, que se cantan en
santa eglesia” (Partidas, prólogo), y sigue en progresión creciente
hasta nuestros días. Tratándose de cosas, esta construcción no ofre-
cía dificultad; pero, cuando se aplicaba a personas, nacía ambigüe-
dad entre los significados reflexivo, recíproco y de pasiva refleja. Así
ocurre, con el sujeto pasivo en plural, en los siguientes textos: “Vien-
do la muchedumbre de cristianos que cada día se mataban” (Grana-
da, Símbolo, II, 12); “Que el señor del castillo era un follón y mal
nacido caballero, pues de tal manera consentía que se tratasen los
andantes caballeros” (Quijote, I, 3). Para resolver esta ambigüedad
posible, el idioma fue extendiendo la práctica de poner el verbo en
singular acompañando al sujeto pasivo con la preposición a. Por
ejemplo, la frase ambigua “se obsequian las señoras” se convierte en
“se obsequia a las señoras”, donde no hay duda posible. Pero enton-
ces, inmovilizado el verbo en singular y acompañando las señoras
con la preposición a, las construcciones de este tipo quedan conver-
tidas en oraciones activas de sujeto indeterminado (se, con el mismo
sentido del on francés o del man alemán) y un complemento direc-
to de persona con la preposición a (a las señoras). Generalizada ya
esta construcción con complementos de persona, tiende a propagar-
se con complementos de cosa, claro está que sin preposición en este
caso. La vacilación que en nuestros días se produce entre “se ven-
den botellas” y “se vende botellas”, “se alquilan coches” y “se alquila
coches”, tan discutida por los gramáticos, depende de que prevalezca
la idea de que “las botellas son vendidas” (impersonal pasiva), con-
certando el verbo con el sujeto pasivo, o bien de que un sujeto inde-
terminado (se) “vende botellas” (impersonal activa). La construcción
pasiva es la tradicional, la recomendada por los gramáticos y que do-
mina en la lengua literaria; la impersonal activa se abre camino en
el habla corriente, aunque no faltan ejemplos de los dos usos en ambas
zonas del idioma, la culta y la popular.75
La Academia ha permanecido firme en reservar la impersonal
activa a las personas. Al convertir en segunda de pasiva (o sea, en
una oración de voz pasiva en que no se expresa el agente) la imper-

52
sonal transitiva (o sea, la impersonal de la forma: dicen, cuentan,
cantan, etc.), debemos distinguir —opina la Academia— dos casos,
según que el complemento directo de ésta exija o no la preposición
a. Si no la exige, expresamos la pasiva con el pronombre se y la
forma activa del verbo (pasiva refleja). El verbo ha de concertar,
en este caso, con el sujeto en número, por lo que pecan contra la
sintaxis los que dicen: “aquí se da socorros a los necesitados” (lo
correcto es: “aquí se dan socorros a los necesitados”). Si, en cambio,
el complemento directo de la impersonal transitiva requiere la pre-
posición a, lo más propio es recurrir a la voz pasiva: “obsequian a
las señoras” = “las señoras son obsequiadas”. Ahora bien, cuando Cer-
vantes dice “al rucio se le tratará como a su mesma persona”, se le
tratará no puede considerarse como segunda de pasiva, sino como
impersonal transitiva equivalente a le tratarán (Gramática, 279, a
y b).76
En conclusión, la llamada impersonal pasiva (“se venden…”) no
es más que la pasiva refleja, en tanto que la impersonal activa (“se
premia a los buenos”) es la equivalente de la denominada impersonal
transitiva (“premian a los buenos”). No está de más señalar que la
fortuna con la que corrió la pasiva refleja, a expensas de la pasiva
perifrástica con ser, se ha debido a que nuestro idioma ha mostra-
do siempre cierta preferencia por la construcción activa (aunque sea en
la forma reflexiva). Ya en el Cantar de Mio Cid, la pasiva con ser
se usa menos que en latín, y este uso relativamente escaso ha ido
decreciendo desde entonces acá. En contra, las lenguas francesa, ita-
liana e inglesa emplean la pasiva con ser, y otras construcciones
nominales, en proporciones mucho mayores que la nuestra.
Y, para terminar, una aclaración más. Los verbos intransitivos
admiten, como muestran los ejemplos que hemos dado anterior-
mente, tanto la construcción impersonal transitiva (“corren, luchan”,
etc.) como la impersonal activa (“se camina por la aspereza de la
inmortalidad”, “se trata de un asunto importante”, etc.). Pero no
cabe emplear el se impersonal con los verbos intransitivos prono-
minales (es decir, con los intransitivos que suelen conjugarse con
las partículas: me, te, se, nos y os); en estos casos, el se imperso-

53
nal ha de sustituirse por el indefinido uno, una. Ejemplos: “se atre-
vería uno a hacer lo mismo”, “a veces se queja uno sin razón”, “se
acostumbra uno a todo”, etc. Pero de ningún modo puede decirse,
con sentido impersonal, se arrepiente, se duele o se casa, como no
sea con referencia a personas determinadas (“Antonio se arrepien-
te”, “el niño se duele”, “la joven se casa”).

La oración compuesta

Las oraciones pueden relacionarse de tres formas: yuxtaposición,


coordinación (o parataxis) y subordinación (o hipotaxis).

l Coordinación
l
l
Yuxtaposición l ------------
l
l
l Subordinación

(–nexo) (+nexo)

En la yuxtaposición de oraciones las dos o más oraciones son


concebidas como una totalidad comunicativa, y se suceden sin nexo
gramatical alguno (enlace asindético); por ello, la yuxtaposición,
funcionalmente, es una coordinación o subordinación sin nexo. La
coordinación es la unión de dos o más oraciones independientes o
dependientes del mismo nivel. La subordinación es la unión de dos
oraciones, una dependiente de la otra. La diferencia fundamental
entre coordinación y subordinación es que, en la segunda, por lo

54
menos una oración no es autónoma. La oración subordinada es la
que desempeña el oficio correspondiente a una parte esencial de la
oración simple.
Ya Guillermo Rojo ha dicho77 que el concepto de yuxtaposición
no puede ser utilizado en la misma dimensión que la coordinación
y la subordinación; éstas dos son relaciones sintácticas diferentes
que se pueden dar entre elementos de distintas categorías, y cualquiera
de ellas puede aparecer con marca gramatical del tipo de relación
(unión sindética o nexual) o sin marca gramatical (unión asindé-
tica o yuxtaposición).
Las oraciones yuxtapuestas, entonces, se suceden sin nexo gramati-
cal alguno y serán o todas independientes o todas dependientes de
la misma especie, o bien una principal y otra subordinada. Ejem-
plo: El maestro José Miranda sentenció en uno de sus arranques de
escepticismo: “El conocimiento histórico no sirve para resolver los
problemas del presente; no nos inmuniza contra las atrocidades del
pasado; no enseña nada; no evita nada; desde el punto de vista práctico
vale un comino”. También las oraciones coordinadas son o todas
independientes o todas dependientes de la misma especie, pero, sin
excluir el enlace asindético, cuando menos algunas de ellas están
unidas mediante conjunciones coordinativas. Ejemplos: Perseo se
trasladó a Argos, derrocó al usurpador Preto y devolvió el poder a
Acrisio; La profecía se cumplió: durante los juegos que celebraron
la victoria Perseo lanzó un disco de metal y sin proponérselo dio
muerte a Acrisio. Por otra parte, es frecuente en la coordinación el
enlace polisindético, el cual, contrariamente al asindético (que
suprime toda ligadura para acelerar el periodo, es decir, para expresar
una rápida sucesión de conceptos), emplea repetidamente la misma
conjunción (por lo común, una copulativa), a fin de llamar la atención,
aislándolas, sobre cada una de las oraciones coordinadas. Ejemplos:
Solicité la beca, y cuando me la concedieron la acepté; y es más,
Sarita también la solicitó y también la aceptó. ¿Y qué?; Había cum-
plido 21 años la última semana de enero, y era esbelto y pálido, y
tenía los párpados árabes y los cabellos rizados de su padre.
Las oraciones subordinadas (o dependientes o secundarias o

55
incorporadas) se distinguen, fundamentalmente, en sustantivas,
adjetivas y adverbiales, según que el oficio que desempeñan respecto
de la oración principal o subordinante78 equivalga al de un sustanti-
vo (esto es, representan su sujeto, objeto directo e indirecto, complemento
adnominal, predicado nominal o aposición), al de un adjetivo (esto
es, representan una determinación atributiva) o al de un adverbio
(esto es, representan un complemento circunstancial). Las oracio-
nes sustantivas tienen, en español, unas veces el verbo en infiniti-
vo (y, por ello, se consideran implícitas) y otras en uno de los modos
personales precedido de la conjunción que u otras partículas conjun-
tivas; las adjetivas se unen a la oración subordinante mediante un
pronombre o adverbio relativo; las adverbiales, mediante una conjun-
ción subordinativa, según la naturaleza de la cual (si es causal, final,
consecutiva, etc.) se subdividen en causales, finales, consecutivas,
etc. Ejemplos: No me importa (oración principal) que los Estados
Unidos sean un país (oración sustantiva con función de sujeto) en
donde existe la explotación del hombre por el hombre (oración
subordinada adjetiva especificativa); Si Dios no existe (oración
secundaria adverbial condicional), el número es indefinido (oración
principal), porque nadie pudo llevar la cuenta (oración subordina-
da adverbial causal).

Clasificación de las oraciones compuestas79

COORDINACIÓN
I) Copulativa.
Enlaza, sin connotaciones especiales, como sumandos, dos ora-
ciones. De acuerdo con sus nexos (conjunciones), se distingue en:
1) Normal.
Y, ni. Ejemplos: Muchas veces la cultura se adelanta a la histo-
ria y la profetiza; Solicité la beca, y la acepté; No todo es oscuro,
ni todo resulta propicio a la censura o a la queja.

56
2) Intensiva.
(Y) además, aparte (de que), aun, hasta, también. Ejemplos:
Es más, Sarita también la solicitó y también la aceptó; Son los ene-
migos de la medida porque, aparte de que les resta clientes ingenuos,
demuestra claramente que el producto puede ser más barato.
II) Ilativa o continuativa.
Expresa la consecuencia de un hecho o de una declaración. Sus
nexos (conjunciones y locuciones consecutivas) más empleados
son: pues, así (que), luego, por (lo) tanto, entonces, por eso (o
esto). Ejemplos: Por ese tiempo ella estaba comprometida conmi-
go, así que no me imaginé; Ese número entero es inconcebible;
ergo, Dios existe; Son caros los alimentos de la mente y por eso,
ay, pululan intelectuales desnutridos, hambrientos investigadores
y anémicos fabricantes de teorías.
III) Distributiva.
Se refiere alternativamente a varias oraciones que se sienten con
diferencias lógicas, temporales, espaciales o de otro orden, y las
enlaza por medio de palabras correlativas, o bien repitiendo pala-
bras iguales. He aquí sus principales estructuras: ora… ora, ya…
ya, bien… bien, uno… otro, primero… segundo, aquí… allá.
Ejemplo: Así, en cierto sentido la Revolución ha recreado a la nación;
en otro, no menos importante, la ha extendido a razas y clases.
IV) Disyuntiva.
Expresa una distinción o alternativa, de manera que la segunda
oración excluye lo dicho en la primera. Su nexo corriente es la
conjunción o. Ejemplo: Ciertos principios que el positivismo había
olvidado o ignorado.
V) Adversativa.
Expresa generalmente una objeción, mediante la contraposición
de una oración afirmativa y una negativa; es decir, opone juicios
de cualidad lógica contraria. Se distingue en:
1) Restrictiva o correctiva.
Modifica el sentido de la oración antecedente, sin excluirlo. Sus
nexos más usuales son: pero, mas, sin embargo, no obstante, sólo
que. Ejemplos: Lo había visto doblar la esquina, pero no lo encon-

57
tró entre los grupos; Hay gente que sin leer un solo libro en toda
su vida, a no ser los de la contabilidad, permanece hambrienta del
espíritu, mas con el cuerpo bien refaccionado; Es nada menos que
esto, sin embargo: mis sueños pesados en las tardes de verano se
parecen como gemelos a la ciudad de Savannah.
2) Exclusiva.
Entre las dos oraciones enlazadas hay incompatibilidad de senti-
do. Tal incompatibilidad se evidencia más con la conjunción sino
(que) —que exige negación en la primera oración—, pero también
se emplean otras locuciones con el mismo valor: en cambio, en vez
(lugar) de, al contrario. Cabe señalar que, en este tipo de construc-
ciones, es frecuente que se elidan elementos análogos sobrentendi-
dos.80 Ejemplos: No trabajaba sino que se distraía; Entre paréntesis,
ella no era de Corazón de María, sino de un lugar más arriba.
VI) Declarativa.
Sirve para explicar o aclarar lo dicho en la oración anterior. Sus
nexos más usuales son: o sea, esto es, es decir. Ejemplo: Búsqueda
y momentáneo hallazgo de nosotros mismos, el movimiento revolu-
cionario transformó a México, (es decir) lo hizo “otro” —formal-
mente yuxtapuesta.

SUBORDINACIÓN81
I) Sustantiva.
Son oraciones subordinadas sustantivas las que desempeñan, res-
pecto de la oración principal, una función que podría ser ejercida por
un sustantivo; es decir, que representan de aquélla su sujeto, objeto
directo o indirecto, predicado nominal, complemento con preposi-
ción de un sustantivo o adjetivo —adnominal—, aposición o agen-
te. Se unen a la oración subordinante ordinariamente por la conjun-
ción que (la cual puede ir acompañada de una preposición, cuando
así lo requiera su oficio), pero también por medio de dos puntos (en
su variedad de objetiva enunciativa de estilo directo y de apositiva)
o de un nexo interrogativo (oraciones interrogativas indirectas).
1) Sujetiva.
La oración sustantiva sujetiva se construye en español en un modo

58
personal precedido de la conjunción que. Se encuentra principalmente
con verbos impersonales o usados impersonalmente (conviene,importa,
parece, precisa, etc.), con frases formadas por un predicado nominal y
el verbo ser (es útil, es necesario, es justo, etc.), con verbos transitivos
en pasiva refleja (se dice, se declara, se ve, etc.) y, raramente, con transi-
tivos activos. Además, acepta la sustitución pronominal por ello, que
pone de manifiesto su función de sujeto, y puede ir precedida del artí-
culo, para enfatizar su carácter sustantivo. Ejemplos: Le pareció impo-
sible que hubiera llegado a su casa en tan poco tiempo; Es bueno que
tan elevada cantidad de libros sea distribuida entre los niños; Claro está
que son los enemigos de la medida; Se advierte que suspendes el alma
entretenida; … no importa cuánto cobra —interrogativa indirecta.
2) Objetiva.
La oración sustantiva objetiva, denominada también complemen-
taria directa, se subdivide en enunciativa —estilo directo e indirec-
to— e interrogativa indirecta. Depende de un verbo necesariamen-
te transitivo y es remplazable por el pronombre neutro lo, que
evidencia su papel de objeto.
a) Oración enunciativa.
La construcción de la oración enunciativa difiere según que el
periodo se halle en estilo directo (o sea, se reproducen textualmente
las palabras con que se ha expresado su autor) o en estilo indirec-
to (o sea, el narrador refiere por sí mismo lo que otro ha dicho). En
el primer caso, la subordinante y la subordinada están yuxtapues-
tas y separadas por dos puntos o un signo equivalente —coma,
raya, etc. En el segundo caso, la oración enunciativa va, por regla,
en un modo personal precedido de la conjunción que. Ejemplos:
“Le recordé que era lunes”, me dijo; Él me manifestó que le sería
desagradable; No me imaginé que a ella se le agotara de pronto el
sentimiento, ni que comenzaran a enfriársele los suspiros, y que su
corazón se lo hubiera agenciado otro.
b) Oración interrogativa indirecta.
La oración interrogativa indirecta contiene una interrogación
expresada de forma indirecta, en dependencia de: un verbo o locu-
ción de entendimiento y lengua (saber, entender, decir, preguntar,

59
mirar, informarse, ver, replicar, etcétera).
La oración interrogativa indirecta llámase parcial, si está circuns-
crita a uno de los términos (sujeto o complemento); en este caso,
el nexo es un pronombre o adverbio interrogativo: quién, qué,
cuál, cuánto, cómo, cuándo, (a, de) dónde, etc. En cambio, de-
nomínase general, cuando se refiere al contenido total de la ora-
ción; en este caso, se introduce por medio de la partícula átona si.
Ejemplos: Habrá que decirles antes quién y qué cosa era Matilde
Arcángel; Usted bien sabe, padre, cómo ha subido todo; Cristo Be-
doya le preguntó si Santiago Nasar estaba en casa; Necesito saberlo para
decidir si puedo encomendarle una misión —oración dubitativa.
De los ejemplos observados se infiere que las oraciones interro-
gativas indirectas dependen de verbos transitivos; en tal virtud, aun
conservando su específico significado interrogativo, cumplen la
función de oración sustantiva objetiva o sujetiva, según que el verbo
de la oración subordinante se use personal —en voz activa— o
impersonalmente —en pasiva refleja—: No quiero discutir otra vez
por qué acepté una beca de la Fundación Katz (oración interroga-
tiva objetiva); Puede explicarse por qué hay tantas almas desnu-
tridas y tantas mentes anémicas (oración interrogativa sujetiva).
3) Prepositiva.
En esta clase de subordinación, también llamada suplementaria
o regida, la oración sustantiva depende de un verbo que rige una
determinada preposición; bien mirada, dicha oración es general-
mente convertible en una subordinada objetiva (si la preposición
se puede omitir) y, además, es el término (o suplemento) del verbo.82
Nexo: preposición + conjunción que. Ejemplo: Para convenir en
que el fallo había sido injusto.
4) Indirecta.
Esta oración ejerce la función de complemento indirecto. Algu-
nos estudiosos no la consideran en sus clasificaciones porque, de
hecho, se trata casi siempre de una adjetiva sustantivada por medio
de un artículo o de una relativa de generalización —o con ante-
cedente callado— encabezada por quien. Sus nexos, por tanto, suelen
ser pronombres relativos precedidos de las preposiciones a o para

60
—indicativas de su papel de objeto indirecto— y del artículo, cuando
sea necesario: a (para) quien; a (para) lo (el, la, los, las) que.
Generalmente indica persona y se puede remplazar por los pronom-
bres le y les. Ejemplo: No consultamos nuestras simpatías para ser
útiles a los que sufren.
5) Predicativa.
Aquí la oración subordinada hace el oficio de predicado nominal,
es decir, tiene una función atributiva, y va, por tanto, con un verbo
copulativo. Su nexo más común es la conjunción que o un pronom-
bre relativo precedido de artículo —también puede ser el relativo de
generalización quien (ver “sustantivación”). Ejemplos: El que no se
atrevía a comparecer ante el tribunal popular era el amante, temero-
so; A su madre lo único que le interesaba de la llegada del obispo era
que el hijo no se fuera a mojar en la lluvia. Dicha subordinación es
convertible, de manera que el sujeto se puede volver predicado nomi-
nal y el predicado nominal sería una auténtica oración sustantiva su-
jetiva83: El que no se atrevía a comparecer era el amante = El aman-
te era el que no se atrevía a comparecer.
6) Apositiva.
Esta oración ejerce la función que corresponde a la frase sustan-
tiva en aposición. Por consiguiente, explica a un sustantivo —que
es su antecedente—, indicando algo propio de él, y, por su carác-
ter de inciso, es formalmente yuxtapuesta —esto es, carece de nexo
o elemento formal de enlace y está separada generalmente de la
oración regente por dos puntos o un signo similar. Ejemplos: Varias
personas le dieron la misma respuesta: —Acabo de verlo contigo;
Siempre la contestaba con la fórmula de Dilthey: “sólo la historia
puede decir lo que el hombre sea”.
7) Agentiva o agencial.
De acuerdo con Juan M. Lope Blanch, dentro de la subordina-
ción sustantiva, hay que incluir a la oración que desempeña la función
de un sustantivo agente de la voz pasiva, de muy rara aparición.84
Se trata de una oración de relativo sustantivada e introducida por
las preposiciones por o de. Ejemplo: El asaltante fue detenido por
quien estaba más interesado en ello: el asaltado.

61
8) Adnominal —subordinación especial.
Por su papel de sustantivo, la oración sustantiva puede depen-
der también de un nombre (sustantivo o adjetivo); el nexo de esta
oración es siempre una preposición seguida de la conjunción que:
la preposición es invariablemente de, si se trata de una oración
complementaria de un sustantivo; cuando la subordinada es comple-
mento de un adjetivo, pueden emplearse otras preposiciones. Ejem-
plos: Mantenerse en la creencia de que no trabajaba, sino de que
se distraía; Estoy segura de que le dará gusto conocerte.
El empleo de la preposición de hace evidente la función de geniti-
vo de la oración adnominal y, por tanto, la posibilidad de ser conce-
bida también como oración adjetiva85 —además de que, sintáctica-
mente, modifica a un nombre, función, ésta, característica del
adjetivo—; sin embargo, por la presencia de la conjunción que y
por ser término de una preposición, no pasa de ser una oración
sustantiva.
II) Adjetiva.
Llámanse oraciones subordinadas adjetivas las que desempe-
ñan, respecto de un sustantivo, u otra palabra a él equivalente, de
la subordinante, la misma función atributiva que realizaría un ad-
jetivo.
La oración adjetiva o de relativo se une a la oración regente por
medio de un pronombre o adverbio relativo (que, quien, el cual,
cuyo, donde, etc.), que puede ir precedido de una preposición. Al
igual que el atributo, la oración adjetiva especifica (oración rela-
tiva especificativa) o simplemente explica (oración relativa expli-
cativa), el sentido de un sustantivo, u otra palabra a él equivalen-
te, o de un pronombre demostrativo o de un adverbio de lugar, que
se encuentran en la subordinante (antecedentes del relativo).
Conviene aclarar que el nexo puede contener en sí al antecedente
(ver sustantivación de la oración de relativo): quien = el que, cualquie-
ra, quienquiera (= sea el que sea), etc.; cuanto (relativo de genera-
lización) = (todo) lo que. Ejemplos: El examen lo hace el doctor
Philbrick, que es un yanqui que vive en las Lomas, en una casa
cerrada a piedra y cal, y que cobra…; Varias personas a quienes les

62
preguntó por él le dieron la misma respuesta; Adoptando actitudes
de postal por medio de las cuales trataba de hacer patentes sus
méritos y su modestia; Entró el viejo avaro, cuya familia aguardaba
afuera la narración del espectáculo que iba a presenciar; Cuanto
arriero recorría esos rumbos alcanzó a saber de ella; Un lugar caí-
do en el crepúsculo, allí donde se nos acababa la jornada.
Los pronombres quien y el cual, con función de sujeto, no pueden
introducir una oración adjetiva especificativa. En tal virtud, podrá
decirse: En ese caso no me podría dar ese nuevo trabajo, el cual
estaría mejor remunerado que de costumbre; pero no podrá decir-
se: Hay gente quien (o la cual) permanece hambrienta del espíri-
tu; en este caso, debe aparecer que.
Para mayor aclaración, en la adjetiva especificativa se expresa
un atributo necesario del miembro de la subordinante al cual se
refiere (esto es, lo distingue e individualiza), al paso que, en la ad-
jetiva explicativa, se expresa un atributo accidental (es decir, su-
braya redundantemente una cualidad implícita; por ello, común-
mente va entre pausas, las cuales indican su carácter incidental),
pues, aun sin él, el ser u objeto representado por el sustantivo seguiría
siendo tal; y por esta independencia que la explicativa tiene respec-
to de la principal, algunos gramáticos la consideran como sencilla-
mente coordinada.86 Además, por su naturaleza intrínseca, los nom-
bres comunes suelen ser los que se especifican —aunque también se
pueden explicar—, mientras que los propios generalmente se ex-
plican.
—Sustantivación de la subordinada relativa.
Ya que toda subordinada de relativo, en el aspecto funcional,
corresponde a un adjetivo referido a un sustantivo de la oración
subordinante, es susceptible de sustantivarse anteponiéndole un
artículo o un demostrativo (en cualquiera de los tres géneros: masculi-
no, femenino y neutro) —el cual puede ir reforzado por el pronom-
bre indefinido todo—, y, también, por medio del relativo de gene-
ralización quien(es) —que equivale a el que, la que, los que y las
que. Ejemplos: Sólo tengo de ti lo que es ausencia, lo que termi-
na, lo que está perdido; Quienes lucran con los libros son los enemi-

63
gos de la medida; A todos los que no eran comunistas los mandaban al
paredón.
Deseamos hacer notar que el presunto artículo que sustantiva a
la oración adjetiva puede equivaler también a aquél, etc., el cual,
efectivamente, delante de que o de de suele reducirse a el. En este
caso, el análisis sería el siguiente: Sólo tengo de ti lo que es ausen-
cia = Sólo tengo de ti aquello (oración principal) que es ausencia
(oración adjetiva especificativa).
III) Adverbial.
En tanto que las oraciones subordinadas sustantivas desempe-
ñan la función de las partes esenciales de la oración (la de sujeto,
predicado nominal y complemento directo, principalmente), las
oraciones denominadas adverbiales cumplen la función de las partes
accidentales de la oración (la de complemento circunstancial); por
ello, son de naturaleza semántica87 y se clasifican según este punto
de vista, más que el gramatical, y con frecuencia representan zonas
de delimitación dudosa entre distintas clases.
1) Relación circunstancial.
Este subgrupo engloba a las oraciones subordinadas adverbia-
les que corresponden a las tres relaciones circunstanciales básicas:
tiempo (temporal), lugar (locativa) y modo (modal). Suelen estar
encabezadas por un adverbio correlativo —cuando, donde, como—,
y de ahí su estrecha vinculación con la oraciones de relativo.
a) Temporal.
La oración adverbial temporal indica una circunstancia de tiempo
relativa a lo que se dice en la subordinante y, por lo tanto, responde
a la pregunta ¿cuándo? Va precedida de los nexos: cuando, mientras,
mientras que, mientras tanto, en tanto que, en cuanto, apenas, al
tiempo que, no bien, tan pronto como, antes (de) que, después
(de) que, desde (que), hasta (que) y análogos. Ejemplos: Cuando
iniciaba la carrera de historia en El Colegio de México, parientes
y amigos me preguntaban ¿para qué sirve lo que estudias?; Mientras
yo subía la escalera, nos mirábamos; Yo le prometí que vendría a
verlo en cuanto ella muriera; Todo iba muy bien hasta que llegamos
al examen médico; Su empresa, al mismo tiempo que prolonga la

64
tarea iniciada por Justo Sierra, pretende fundar la educación sobre
ciertos principios implícitos en nuestra tradición.
b) Locativa.
Esta oración es muy similar a la que el Esbozo denomina ora-
ción circunstancial de lugar. La diferencia estriba en que, en la que
nos ocupa, el adverbio de lugar carece de antecedente, aunque es
fácil sobrentenderlo: Quiero morir (en un lugar) donde parezca
sueño la agonía. Ambas pueden considerarse como casos particula-
res de la oración adjetiva o de relativo. Esta clase de oración subor-
dinada suele introducirse por medio del adverbio relativo donde,
el cual puede ir acompañado de una preposición, y, por consiguien-
te, contesta a la pregunta ¿dónde? Ejemplo: Se irá por donde vino.
c) Modal.
La oración modal indica el modo o la manera en que se verifica
lo que se dice en la subordinante, y se puede localizar preguntan-
do ¿cómo?
La oración modal se introduce mediante el adverbio como (del
cual puede callarse el antecedente así) o la locución según que (de
la cual puede callarse que), y, a veces, por el adjetivo adverbiali-
zado conforme. Ejemplos: Los perros estaban ladrando como ladran
en la noche; O deja de expresarla y la traiciona, según se observa
en ciertos momentos de la dictadura de Díaz.
La oración modal puede expresarse también por sin que, seguido
del indicativo o del subjuntivo. Ejemplo: Por eso pululan intelectua-
les desnutridos, hambrientos investigadores y anémicos fabricantes
de teorías, sin que nadie haya pensado todavía en un instituto de
las enfermedades de la nutrición espiritual.
2) Relación cuantitativa.
Esta subclase incluye, como su nombre lo indica, a las oracio-
nes que expresan cantidad, o sea, a la adverbial de comparación
(comparativa) y a la que denota consecuencia (consecutiva). Son
fácilmente identificables porque su nexo lo constituyen palabras
correlativas88 generalmente, la conjunción que o el adverbio como,
precedidos de un elemento cuantitativo: más, menos, tanto, tal,
etcétera.

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a) Comparativa.
La oración comparativa expresa una comparación o confronta-
ción con lo que se dice en la subordinante. Las partículas o locu-
ciones que la introducen pueden ser de igualdad (o diversidad), de
semejanza (o desemejanza) y de desigualdad. Las primeras son:
(no) tanto… cuanto, (no) tanto… como, tal… cual, tal… como,
lo mismo que, (al) igual que. Las de semejanza (o desemejanza)
son: (no) símil o semejante… que, semejantemente que. Los es-
quemas mediante los cuales se expresa la desigualdad son: más…
que (superioridad) y menos… que (inferioridad). Las locuciones
tanto más… cuanto que (o cuanto más), como advierte la Aca-
demia, son de uso frecuente en la lengua literaria. Las oraciones
comparativas de igualdad y de desigualdad suelen ser elípticas, por
sobrentender las partes comunes —generalmente el verbo y, a ve-
ces, ciertos complementos—, que no viene al caso repetir o reite-
rar.89 Ejemplos: El trazo misterioso que dio a Savannah tantas pla-
zas como estrellas tiene el firmamento; Lo mismo que te quiero te
quisiera; Para él la historia era un conocimiento legítimo e inútil
igual que para don Silvio; Cada página cuesta más que una pieza
de pan; Usted lo sabe mejor que nadie; Es mucho menos grave que
si fuese con otro cualquiera.
El Esbozo… de la Real Academia Española de la Lengua y algu-
nos autores90 al tratar la oración comparativa, consideran, al lado
de la relación cuantitativa, la relación cualitativa (véase oración
comparativa de modo), que, para otros, como Lope Blanch y Alar-
cos,91 no es sino una variedad de la oración modal. Las partículas o
locuciones introductorias más empleadas son: cual, como si, lo mismo
que si (a las que pueden corresponder, en la subordinante, otras par-
tículas como: así, tal, etc., que no siempre están expresadas). Ejem-
plo: Increpas a tus mayores como si pudieras hacerlo mejor. Si se
reflexiona, se advierte que, en este tipo de oración, la comparativa
se sobrentiende; ejemplo: Increpas a tus mayores como si pudieras
hacerlo mejor = Increpas a tus mayores como los increparías (ora-
ción comparativa) si pudieras hacerlo mejor (oración condicional).
b) Consecutiva.

66
La oración consecutiva indica la consecuencia o el efecto de lo
que se dice en la oración subordinante. En español, pide por lo co-
mún el modo indicativo y se introduce mediante la conjunción que,
la cual se refiere a los antecedentes correlativos, expresos o táci-
tos, tanto, tan, tal, de modo, de manera, así, al grado de y aná-
logos. Este tipo de oración representa un contenido similar al de la
ilativa, pero se diferencia de ella en que “implica, como determinante
de la relación, al factor cuantitativo que permitió a Rafael Seco
emparentarla con la comparativa”.92 Ejemplos: Fueron tantas las
risas y las burlas que la representación tuvo que interrumpirse;
Díjome estas palabras con tal desdén, con tal acento, que en un
arranque de cólera le repliqué; Una realidad se acopla a otra, defor-
mándola al grado de que parece un sueño.
3) Relación causativa.
En este subtipo se incluyen todas aquellas oraciones vinculadas
con la causalidad, es decir, las que se refieren a la causa eficiente
(causal), la causa final (final), la causa hipotética (condicional) y
la causa contraria (concesiva).
a) Causal.
La oración causal expresa la causa o razón o motivo de lo que se
dice en la oración subordinante, y, por ende, se puede localizar pregun-
tando ¿por qué? Se introduce mediante las conjunciones o locucio-
nes siguientes: que, pues (que), porque, puesto que, ya que, como
(que), por razón de que, en vista de que, a causa (de) que, etc.; el
verbo va ordinariamente en indicativo y a veces también en subjunti-
vo y en potencial o condicional. Ejemplos: Vine a Comala porque me
dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo; ¿Dónde fue mi
hija que no ha vuelto?; Como yo no sabía contestar para qué servía una
de las profesiones más viejas y hermosas del mundo, pues la había
escogido por mera afición al cuento o discurso histórico, sondeaba a
mis ilustres profesores sobre la utilidad de estudiarla; Se había ves-
tido de pontifical por si tenía ocasión de besarle el anillo al obispo (he
aquí un periodo causal hipotético93).
b) Final.
La oración final expresa el fin o la intención de lo que se dice

67
en la subordinante y responde a la pregunta ¿para qué? Se intro-
duce mediante los nexos conjuntivos a que, para que, a fin de que,
por que, porque, con el objeto (de) que y análogos; el modo del
verbo es el subjuntivo. Ejemplos: Avisé a alguno de mis compañe-
ros para que fuese a asistirle; No me tienes que dar porque te quie-
ra; Fui a presentarle a la muchacha, un poco por presumirla y otro
poco para que él se decidiera a apadrinarnos la boda.
c) Condicional.
La oración condicional es la que expresa una condición o concausa
para el cumplimiento de lo que se dice en la oración subordinante.
Lleva el verbo en indicativo o en subjuntivo y se introduce mediante
las conjunciones y locuciones conjuntivas si, como, cuando, donde, siem-
pre que, con tal que, caso (de) que. La oración condicional, llamada
prótasis (o sea, premisa), y la oración subordinante, llamada apódo-
sis (o sea, consecuencia), relacionadas entre sí por medio de la con-
junción si, forman el periodo hipotético. Ejemplos: ¿Cuál es su eter-
nidad, si muere un día?; Si Dios existe, el número es definido.
d) Concesiva.
La oración concesiva expresa, respecto del contenido de la ora-
ción subordinante, una objeción o dificultad, pero no lo suficien-
temente fuerte para invalidarlo. Las conjunciones y locuciones
concesivas más usuales son: aunque, aun cuando, si bien, así, a
pesar de que, como, siquiera, bien que, mal que, por… que.
Como el Esbozo… de la Academia señala,94 existen también nume-
rosas fórmulas sintácticas con significación concesiva, formadas
por un verbo repetido con un relativo interpuesto, tales como diga
lo que diga (= aunque diga lo que quiera), sea como sea (=
aunque sea así), sea cual fuere (= como quiera que sea) y análo-
gas. El modo del verbo en la concesiva es el indicativo o el subjunti-
vo, según que la objeción a lo que se dice en la subordinante se dé
como real o como posible. Ejemplos: Aunque no hubiera cielo yo
te amara y aunque no hubiera infierno te temiera; El “principio de
autoridad” —esto es: la fuerza, cualquiera que sea su origen y jus-
tificación— ceda el sitio a la libertad responsable.
La oración concesiva es convertible en la adversativa restricti-

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va, por cuanto ambas objetan, pero sin negarlo, el sentido de un
enunciado, pero en aquélla aparece la relación causal que no se da
en ésta. A ello tal vez se deba el que la conjunción aunque, de su
primitivo empleo como concesiva, tomó el de adversativa. La di-
ferencia está en que la oración adversativa se limita a restringir, co-
rregir, atenuar el sentido de un enunciado; en cambio, la concesi-
va expresa una condición negativa (o causa contraria) con vistas a
la efectuación de lo que se dice en la subordinante, pero limitada
en acción (es decir, insuficiente).95

Una nota acerca de los enlaces extraoracionales

Hasta aquí hemos aludido a las relaciones interoracionales, es decir,


las vinculaciones que se dan en el nivel de la oración compuesta.
De acuerdo con Gili Gaya, “Hay casos, sin embargo, en que las
conjunciones no son ya signo de enlace dentro de un periodo, sino
que expresan transposiciones o conexiones mentales que van más
allá de la oración”.96 Así, ciertos nexos relacionan a veces no la
oración en que se hallan, sino la cláusula o enunciado, con el senti-
do general de lo que se viene diciendo. En este papel sobresalen los
conectores copulativos (y, además, por lo demás), los adversativos
(pero, sin embargo, no obstante, en cambio) y los ilativos o conti-
nuativos (así, pues, entonces, luego) —aunque, en principio, pue-
den usarse todos los demás—; ellos son el signo más visible de
enlace extraoracional. Abundan en la lengua literaria, y algunos son
exclusivos del habla culta; pero otros se usan más comúnmente con
esta función en la conversación popular.
“La continuidad del discurso, y a la vez la transición a otro miem-
bro del mismo, tienen su signo gramatical en tales conjuncio-
nes y en numerosas frases conjuntivas como pues bien, ahora
bien, por el contrario, con todo, en segundo lugar, por otra
parte, etc., las cuales pueden preceder al nuevo miembro segui-

69
das de pausa (coma o dos puntos), o intercalarse en él entre comas,
a manera de incisos que establecen un nexo de continuidad,
contraste o distribución en el sentido general del razonamiento”.97

Carmen Leñero llama a estas unidades discursivas mayores ele-


mentos relacionantes interclausulares y dice:

“Su presencia establece las funciones de enlazar a las cláusu-


las y a los conjuntos clausulares en el discurso oral”.98

Según Catalina Fuentes:

“Forman un subsistema propio dentro de los conectores. Son


elementos necesarios en toda comunicación y de uso muy fre-
cuente en todas las lenguas. Su misión específica es conectar dos
enunciados o grupos de enunciados indicando el sentido de la
conexión. […] Se sitúan en el margen oracional y pueden va-
riar su posición. […] Categorialmente pertenecen a los llamados
adverbios o expresiones adverbiales, pero a un grupo de ellos: los
relacionantes supraoracionales.”99

Ejemplos:

“En este sentido sí se puede decir que la historia de nuestra cultu-


ra no es muy diversa a la de nuestro pueblo, aunque esta rela-
ción no sea siempre estricta. Y no es estricta ni fatal, porque mu-
chas veces la cultura se adelanta a la historia y la profetiza. O
deja de expresarla y la traiciona, según se observa en ciertos mo-
mentos de la dictadura de Díaz. Por otra parte, la poesía, en vir-
tud de su misma naturaleza y de la naturaleza de su instrumento,
las palabras, tiende siempre a la abolición de la historia, no por-
que la desdeñe sino porque la trasciende. Reducir la poesía a sus
significados históricos sería tanto como reducir las palabras del
poeta a sus connotaciones lógicas o gramaticales. La poesía se
escapa de historia y lenguaje aunque ambos sean su necesario

70
alimento. Lo mismo puede decirse, con las naturales salvedades,
de la pintura, la música, la novela, el teatro y el resto de las ar-
tes. Pero las páginas que siguen no tienen por tema las obras de
creación sino que se limitan a describir ciertas actitudes de la
‘inteligencia’ mexicana, es decir, de ese sector que ha hecho del
pensamiento crítico su actividad vital. Su obra, por lo demás,
no está tanto en libros y escritos como en su influencia pública
y en su acción política.”

“Le dio el encargo de ir a la isla de las Gorgonas, que estaba en


Occidente, cerca del Gran Océano, y traerle la cabeza de Medu-
sa. Así, Polidecto condenaba a muerte a Perseo: nadie en el mundo
podía sobrevivir a la Gorgona, que con sólo mirarlos petrifica-
ba a los vivos.
No obstante, como hijo de Zeus, Perseo era un semidiós y mere-
cía la ayuda del Olimpo.”

“El día en que lo iban a matar, su madre creyó que él se había


equivocado de fecha cuando lo vio vestido de blanco. ‘Le re-
cordé que era lunes’, me dijo. Pero él le explicó que se había
vestido de pontifical por si tenía ocasión de besarle el anillo al
obispo. Ella no dio ninguna muestra de interés.
—Ni siquiera se bajará del buque —le dijo—. Echará una bendi-
ción de compromiso, como siempre, y se irá por donde vino.
Odia a este pueblo.
Santiago Nasar sabía que era cierto, pero los fastos de la igle-
sia le causaban una fascinación irresistible. ‘Es como el cine’, me ha-
bía dicho alguna vez. A su madre, en cambio, lo único que le in-
teresaba de la llegada del obispo era que el hijo no se fuera a mojar
en la lluvia, pues lo había oído estornudar mientras dormía.”
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un
tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que
vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en
señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan
de prometerlo todo. “No dejes de ir a visitarlo”, —me recomen-

71
dó—. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que
le dará gusto conocerte”. Entonces no pude hacer otra cosa sino
decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí dicien-
do aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus
manos muertas.
Todavía antes me había dicho:
—No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estu-
vo obligado a darme y nunca me dio… El olvido en que nos
tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.
—Así lo haré, madre.
Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta ahora pronto que co-
mencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de
este modo se me fue formando un mundo alrededor de la espe-
ranza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de
mi madre. Por eso vine a Comala.”

72
73
74
75
76
NOTAS

1
Real Academia Española: Esbozo de una Nueva Gramática de la Lengua Espa-
ñola, Espasa Calpe, Madrid, 1978, p. 514, §3.19.1a.
2
RAE: Esbozo…, p. 505, §3.18.1.
3
RAE: Esbozo…, p. 349, §3.1.1.
4
Juan M. Lope Blanch: Análisis Gramatical del Discurso, UNAM, México, 1987, p.13.
5
RAE: Esbozo…, p. 350, §3.1.2.
6
RAE: Esbozo…, p. 351, §3.1 n.1.
7
J. Lope Blanch: Análisis…, p. 13.
8
RAE: Esbozo…, p. 351, §3.1.5.
9
J. Lope Blanch: Análisis…, p. 14.
10
J. Lope Blanch: Análisis…, p. 14.
11
Yuxtaposición, coordinación y subordinación son, respectivamente, las trans-
cripciones latinas de las palabras griegas parataxis, sintaxis e hipotaxis. No
está, por tanto, muy acertada la Real Academia Española en hacer correspon-
der coordinación a parataxis, con lo cual priva de paso al término yuxtaposi-
ción de su correspondiente griego. Coordinación debería corresponder a sin-
taxis, cuya composición reproduce con exactitud. El inconveniente de que el
término sintaxis se emplee en una acepción mucho más amplia y genérica de
lo que justifica su estructura etimológica podría soslayarse remplazando di-
cho término compuesto, en su definición usual, con el término simple taxis,
a saber, “orden que guardan entre sí las palabras en la oración (sintaxis sim-
ple) y las oraciones en el periodo (sintaxis compuesta)”. Angelo Altieri Me-
gale: Gramática Latina, UAP, Puebla, 1988, p. 287.
12
RAE: Esbozo…, p. 500, §3.17.1.
13
J. Lope Blanch: Análisis…, p. 13.
14
Emilio Alarcos Llorach: Gramática de la Lengua Española, Espasa Calpe,
Madrid, 1994, p. 49, §51.
15
RAE: Esbozo…, p. 171, §2.2.1.
16
Emilio Martínez Amador: Diccionario Gramatical, Sopena, Barcelona, 1961, p. 1373.
17
Real Academia Española: Gramática de la Lengua Castellana, Tip. Primera
Calle de la Providencia Nº 18, México, 1889, p. 16.
18
RAE: Gramática…, p. 39.

[ 77 ] 77
19
Rodolfo Lenz: La Oración y Sus Partes, Publicaciones de la “Revista de Filología Es-
pañola”, Madrid, 1925, p. 205, §138.
20
E. Martínez Amador: op. cit., p. 68.
21
Rafael Seco: Manual de Gramática Española, Aguilar, Madrid, 1980, p. 26.
22
Juan Alcina Franch y José Manuel Blecua: Gramática Española, Ariel, Barcelona,
1980, pp. 510-511.
23
E. Martínez Amador: op. cit., p. 174.
24
R. Seco: op. cit., pp. 56-57.
25
J. Alcina y J. Blecua: op. cit., pp. 557-558.
26
RAE: Esbozo…, pp. 202-203, §2.5.1.
27
R. Lenz: op. cit., p. 62, §38.
28
J. Alcina y J. Blecua: op. cit., pp. 589-590.
29
RAE: Esbozo…, p. 249, §2.10.1a.
30
E. Martínez Amador: op. cit., p. 1432.
31
RAE: Gramática…, p. 54.
32
J. Alcina y J. Blecua: op. cit., p. 730.
33
R. Seco: op. cit., pp. 60-61.
34
RAE: Gramática…, p. 168.
35
J. Alcina y J. Blecua: op. cit., p. 493.
36
R. Seco: op. cit., p. 115.
37
E. Martínez Amador: op. cit., pp. 92-93.
38
RAE: Esbozo…, pp. 434-435, §3.11.1.
39
R. Seco: op. cit., p. 124.
40
J. Alcina y J. Blecua: op. cit., pp. 827-828.
41
R. Seco: op. cit., p. 127.
42
RAE: Esbozo…, pp. 505 y 549, §3.18.1a y §3.22 n.2.
43
A. Altieri: op. cit., p. 201.
44
RAE: Gramática…, p. 192.
45
J. Alcina y J. Blecua: op. cit., pp. 839-841.
46
A. Altieri: op. cit., p. 211.
47
R. Seco: op. cit., p. 128.
48
J. Alcina y J. Blecua: op. cit., pp. 817-820.
49
Referido por E. Martínez Amador: op. cit., p. 769.
50
E. Martínez Amador: op. cit., p. 770.
51
RAE: Esbozo…, p. 444, §3.12.1b.
52
RAE: Esbozo…, p. 444, §3.12.2.
53
Mª Luz Gutiérrez Araus: Las Estructuras Sintácticas del Español Actual, Sociedad
General Española de Librería, Madrid, 1993, p. 118.
54
Referido por Elizabeth Luna Traill: Sintaxis de los Verboides en el Habla Culta
de la Ciudad de México, UNAM, México, 1991, p. 142.
55
Extracto de los Capítulos 3.2 a 3.5 del Esbozo… de la RAE.

78
56
RAE: Esbozo…, p. 353, §3.2.1.
57
RAE: Esbozo…, p. 354, §3.2.2.
58
RAE: Esbozo…, p. 350, §3.1.3.
59
RAE: Esbozo…, p. 408, §3.9.1.
60
RAE: Esbozo…, p. 401, §3.8.3.
61
RAE: Esbozo…, p. 403, §3.8.5.
62
RAE: Esbozo…, p. 371, §3.4.3.
63
RAE: Esbozo…, p. 372, §3.4.4.
64
Ver Bosque y Demonte (dirs.): Gramática Descriptiva de la Lengua Españo-
la, Espasa-Calpe, Madrid, 1999, pp 2032-2077.
65
RAE: Esbozo…, p. 371, §3.4.3.
66
RAE: Esbozo…, p. 375, §3.4.7.
67
RAE: Esbozo…, p. 371, §3.4.3.
68
RAE: Esbozo…, p. 375, §3.4.9.
69
RAE: Esbozo…, p. 364, §3.3.1a.
70
RAE: Esbozo…, p. 369, §3.3.5.
71
RAE: Esbozo…, p. 407, §3.8.8.
72
Referido por E. Martínez Amador: op. cit., p. 1304.
73
E. Martínez Amador: op. cit., pp. 1100-1101.
74
E. Martínez Amador: op. cit., pp. 1099-1100.
75
RAE: Esbozo…, p. 382, §3.5.6.
76
Referido por E. Martínez Amador: op. cit., p. 1305.
77
Referido por Antonio Narbona Jiménez: Sintaxis Española: Nuevos y Viejos
Enfoques, Ariel, Barcelona, 1989, p. 119.
78
La oración principal, necesariamente independiente, denomínase también subordi-
nante o regente, por cuanto rige o sostiene todos los demás miembros del periodo.
Pero una oración dependiente puede ser subordinante, con relación a otra, sin por
ello adquirir el carácter de principal (A. Altieri: op. cit., p. 288, n.19). Ejemplo: No
me atrevería a continuar si no fuera porque quiero que se me haga justicia.
79
Extracto de los Capítulos 3.18 a 3.22 del Esbozo… de la RAE, con el comple-
mento de varios textos más.
80
RAE: Esbozo…, p. 512, §3.18.7g.
81
Esta clasificación —lo mismo que todas las que se proponen en las gramáti-
cas— no constituye un todo lógico cerrado cuyos términos se excluyan sin
residuo, porque superpone tres criterios de distinción de los diferentes gru-
pos de subordinadas: en primer lugar, la función gramatical que desempeñan;
después, la naturaleza del nexo; y finalmente, el significado total del perio-
do como unidad lingüística. RAE: Esbozo…, p. 514, §3.19.1.
82
Cf. J. Lope Blanch: Análisis…, pp. 40-41, y La Clasificación de las Oraciones, UNAM/
COLMEX, México, 1995, p. 96; y Hortensia Martínez García: El Suplemento en
Español, Gredos, Madrid, 1986.

79
83
Cf. “Oraciones Ecuativas o Ecuacionales”, en E. Alarcos: op. cit., p. 302, §362.
84
J. Lope Blanch: Clasificación…, p. 95.
85
J. Lope Blanch: Clasificación…, p. 97.
86
RAE: Esbozo…, p. 525, §3.20.2.
87
E. Alarcos: op. cit., p. 357, §423.
88
E. Alarcos: op. cit., p. 355, §422.3º.
89
E. Alarcos: op. cit., p. 342, §408.
90
Cf. RAE: Esbozo…, p. 543, §3.21.6A; y A. Altieri: op. cit., p. 320.
91
J. Lope Blanch: Clasificación…, p. 95; y E. Alarcos: op. cit., pp. 362-363, §428.
92
Referido por J. Lope Blanch: Clasificación…, p. 94.
93
Lidia Contreras: “El periodo causal hipotético con si”, en Boletín de Filolo-
gía, 11-12, 1959-60, pp. 355-359.
94
RAE: Esbozo…, p. 558, §3.22.8c.
95
Cf. J. Lope Blanch: Clasificación…, p. 92.
96
Samuel Gili Gaya: Curso Superior de Sintaxis Española, Biblograf, Barcelo-
na, 1980, p. 326, §251.
97
S. Gili Gaya: Curso…, p. 326, §251.
98
Carmen Leñero: Elementos Relacionantes Interclausulares en el Habla Culta de la
Ciudad de México, UNAM, México, 1990, p. 7.
99
Catalina Fuentes Rodríguez: La Sintaxis de los Relacionantes Supraoracio-
nales, Arco/Libros, Madrid, 1996, pp. 11-13.
EJERCICIOS PRÁCTICOS

Metodología

Para analizar los textos, escogidos como materia de práctica tanto


por su importancia intrínseca como por el interés de vincular el
aspecto lingüístico con el literario, se aplica el siguiente procedimiento:

1. Se localizan los verbos conjugados.


2. Se separan las oraciones simples con una barra (l) y se numeran
con arábigos.
3. Si una oración queda interrumpida, por intercalarse otra, se
señala que continúa mediante un calderón (¶).
4. Se delimitan las cláusulas con dos barras (ll) y se numeran con
romanos.
5. Se establecen las relaciones de coordinación y subordinación
de oraciones —esto es, los periodos— por cláusula, con base en el
esquema de nexos y el de clasificación funcional.
6. Se indican las correspondencias entre cláusulas, siempre que
se encuentren enlazadas por conectivos.

[ 81 ]
82
Incurriría en una grosera simplificación1l quien afirmase2l que la
cultura mexicana es un reflejo de los cambios históricos operados
por el movimiento revolucionario.3llI Más exacto será decir4l que
esos cambios,5¶ tanto como la cultura mexicana,6l expresan de alguna
manera las tentativas y tendencias, a veces contradictorias, de la
nación —esto es, de esa parte de México5l que ha asumido la responsa-
bilidad y el goce de la mexicanidad—.7llII En este sentido sí se puede decir8l
que la historia de nuestra cultura no es muy diversa a la de nuestro
pueblo,9l aunque esta relación no sea siempre estricta.10llIII Y no es
estricta ni fatal11l porque muchas veces la cultura se adelanta a la
historia12l y la profetiza.13llIV O deja de expresarla14l y la traiciona,15l
según se observa en ciertos momentos de la dictadura de Díaz.16llV
Por otra parte, la poesía, en virtud de su misma naturaleza y de la
naturaleza de su instrumento, las palabras, tiende siempre a la abolición
de la historia,17l no porque la desdeñe18l sino porque la trasciende.19llVI
Reducir la poesía a sus significados históricos sería tanto20l como
reducir las palabras del poeta a sus connotaciones lógicas o
gramaticales.21llVII La poesía se escapa de historia y lenguaje22l
aunque ambos sean su necesario alimento.23llVIII Lo mismo puede
decirse, con las naturales salvedades, de la pintura, la música, la
novela, el teatro y el resto de las artes.24llIX Pero las páginas 25¶ que
siguen 26l no tienen por tema las obras de creación25l sino que se
limitan a describir ciertas actitudes de la “inteligencia” mexicana,
es decir, de ese sector27l que ha hecho del pensamiento crítico su
actividad vital.28llX Su obra, por lo demás, no está tanto en libros
y escritos29l como en su influencia pública y en su acción política.30llXI
Si la Revolución fue una brusca y mortal inmersión en nosotros
mismos, en nuestra raíz y origen,31l nada ni nadie encarna mejor este
fértil y desesperado afán32l que José Vasconcelos, el fundador de la
educación moderna en México.33llXII Su obra, breve pero fecunda, aún
está viva en lo esencial.34llXIII Su empresa,35¶ al mismo tiempo que
prolonga la tarea iniciada por Justo Sierra —extender la educación
elemental y perfeccionar la enseñanza superior y universitaria—36l
pretende fundar la educación sobre ciertos principios implícitos en
nuestra tradición35l y que el positivismo había olvidado37l o

83
ignorado.38llXIV Vasconcelos pensaba39l que la Revolución iba a re-
descubrir el sentido de nuestra historia, buscado vanamente por
Sierra.40llXV La nueva educación se fundaría en “la sangre, la lengua
y el pueblo”.41llXVI

PAZ, Octavio. “La ‘Inteligencia’ Mexicana”, en El Laberinto de la Soledad, Fon-


do de Cultura Económica, México, 1983, pp. 135-136.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada sustan-


tiva sujetiva de (1). 3 Oración subordinada sustantiva objetiva de (2).
CLÁUSULA II. 4 Oración principal. 5 Oración subordinada
sustantiva objetiva de “decir” (4). 6 Oración subordinada adverbial
comparativa de igualdad de (5) (elíptica) . 7 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “parte” (5).
CLÁUSULA III. 8 Oración principal. 9 Oración subordinada
sustantiva sujetiva de (8). 10 Oración subordinada adverbial conce-
siva de (9).
CLÁUSULA IV. Coordinada copulativa con III. 11 Oración prin-
cipal. 12 Oración subordinada adverbial causal de (11). 13 Oración coor-
dinada copulativa con (12).
CLÁUSULA V. Coordinada disyuntiva con IV. 14 y 15 Oracio-
nes principales, coordinadas copulativas. 16 Oración subordinada
adverbial modal de (14) y (15).
CLÁUSULA VI. Coordinada distributiva con I, II, III, IV y V.
17 Oración principal. 18 Oración subordinada adverbial causal de
(17). 19 Oración subordinada adverbial causal de (17) y oración
coordinada adversativa exclusiva con (18).
CLÁUSULA VII. 20 Oración principal. 21 Oración subordina-
da adverbial comparativa de igualdad de (20) (elíptica).
CLÁUSULA VIII. 22 Oración principal. 23 Oración subordina-
da adverbial concesiva de (22).
CLÁUSULA IX. 24 Oración independiente.
CLÁUSULA X. Coordinada adversativa restrictiva con VI, VII,

84
VIII y IX. 25 Oración principal. 26 Oración subordinada adjetiva
especificativa de “páginas” (25). 27 Oración coordinada adversa-
tiva exclusiva con (25). 28 Oración subordinada adjetiva especifi-
cativa de “sector” (27).
CLÁUSULA XI. Coordinada copulativa intensiva con X. 29
Oración principal. 30 Oración subordinada adverbial comparativa
de inferioridad de (29) (elíptica).
CLÁUSULA XII. 31 Oración subordinada adverbial condicio-
nal de (32). 32 Oración principal. 33 Oración subordinada adver-
bial comparativa de superioridad de (32) (elíptica).
CLÁUSULA XIII. 34 Oración independiente.
CLÁUSULA XIV. 35 Oración principal. 36 Oración subordina-
da adverbial temporal de (35). 37 Oración subordinada adjetiva espe-
cificativa de “principios” (35). 38 Oración coordinada disyuntiva
con (37) (elíptica).
CLÁUSULA XV. 39 Oración principal. 40 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (39).
CLÁUSULA XVI. 41 Oración independiente.

85
Búsqueda y momentáneo hallazgo de nosotros mismos, el movimiento
revolucionario transformó a México, lo hizo “otro”. Ser uno mismo es,
siempre, llegar a ser ese otro que somos y que llevamos escondido en
nuestro interior, más que nada como promesa o posibilidad de ser. Así,
en cierto sentido la Revolución ha recreado a la nación; en otro, no me-
nos importante, la ha extendido a razas y clases que ni la Colonia ni el
siglo XIX pudieron incorporar. Pero, a pesar de su fecundidad extraordi-
naria, no fue capaz de crear un orden vital que fuese, a un tiempo, vi-
sión del mundo y fundamento de una sociedad realmente justa y libre. La
Revolución no ha hecho de nuestro país una comunidad o, siquiera, una
esperanza de comunidad: un mundo en el que los hombres se reconozcan
en los hombres y en donde el “principio de autoridad” —esto es: la fuer-
za, cualquiera que sea su origen y justificación— ceda el sitio a la liber-
tad responsable. Cierto, ninguna de las sociedades conocidas ha alcan-
zado un estado semejante. No es accidental, por otra parte, que no nos
haya dado una visión del hombre comparable a la del catolicismo colo-
nial o el liberalismo del siglo pasado. La Revolución es un fenómeno
nuestro, sí, pero muchas de sus limitaciones dependen de circunstancias
ligadas a la historia mundial contemporánea.
La Revolución mexicana es la primera, cronológicamente, de las
grandes revoluciones del siglo XX. Para comprenderla cabalmente es
necesario verla como parte de un proceso general y que aún no termi-
na. Como todas las revoluciones modernas, la nuestra se propuso, en
primer término, liquidar el régimen feudal, transformar el país median-
te la industria y la técnica, suprimir nuestra situación de dependencia eco-
nómica y política y, en fin, instaurar una verdadera democracia social.
En otras palabras: dar el salto que soñaron los liberales más lúcidos,
consumar efectivamente la Independencia y la Reforma, hacer de Méxi-
co una nación moderna. Y todo esto sin traicionarnos. Por el contrario,
los cambios nos revelarían nuestro verdadero ser, un rostro a un tiempo
conocido e ignorado, un rostro nuevo a fuerza de sepultada antigüedad.
La Revolución iba a inventar un México fiel a sí mismo.

PAZ, Octavio. “Nuestros Días”, en El Laberinto de la Soledad, Fondo de Cultura Eco-


nómica, México, 1983, pp. 156-157.

86
Cristo Bedoya tuvo tiempo apenas de escuchar la información de Ya-
mil Shaium1l cuando salió corriendo de la tienda para alcanzar a San-
tiago Nasar.2llI Lo había visto doblar la esquina,3l pero no lo encontró
entre los grupos4l que empezaban a dispersarse en la plaza.5llII Varias
personas6¶ a quienes les preguntó por él7l le dieron la misma respuesta:6l
—Acabo de verlo contigo.8llIII
Le pareció imposible9l que hubiera llegado a su casa en tan poco
tiempo,10l pero de todos modos entró a preguntar por él,11l pues encon-
tró sin tranca y entreabierta la puerta del frente.12llIV Entró sin ver el
papel en el suelo,13l y atravesó la sala en penumbra tratando de no hacer
ruido,14l porque aún era demasiado temprano para visitas,15l pero los perros
se alborotaron en el fondo de la casa16l y salieron a su encuentro.17llV Los
calmó con las llaves,18l como lo había aprendido del dueño,19l y siguió
acosado por ellos hasta la cocina.20llVI En el corredor se cruzó con
Divina Flor21l que llevaba un cubo de agua y un trapero para pulir los pisos
de la sala.22llVII Ella le aseguró23l que Santiago Nasar no había vuelto.24llVIII
Victoria Guzmán acababa de poner en el fogón el guiso de conejos25l cuan-
do él entró en la cocina.26llIX Ella comprendió de inmediato.27llX “El corazón
se le estaba saliendo por la boca”,28l me dijo.29llXI Cristo Bedoya le
preguntó30l si Santiago Nasar estaba en casa,31l y ella le contestó con
un candor fingido32l que aún no había llegado a dormir.33llXII

GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Crónica de una Muerte Anunciada, La Oveja Negra


y Diana, Bogotá y México, 1981, pp. 136-137.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada


adverbial temporal de (1).
CLÁUSULA II. 3 y 4 Oraciones principales, coordinadas adver-
sativas restrictivas. 5 Oración subordinada adjetiva especificativa
de “grupos” (4).
CLÁUSULA III. 6 Oración principal. 7 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “personas” (6). 8 Oración subordinada
sustantiva apositiva de “respuesta” (6).

87
CLÁUSULA IV. 9 Oración principal. 10 Oración subordinada
sustantiva sujetiva de (9). 11 Oración coordinada adversativa res-
trictiva con (9). 12 Oración subordinada adverbial causal de (11).
CLÁUSULA V. 13 y 14 Oraciones principales, coordinadas co-
pulativas. 15 Oración subordinada adverbial causal de “tratando de
no hacer ruido” (14). 16 Oración coordinada adversativa restrictiva
con (14). 17 Oración coordinada copulativa con (16).
CLÁUSULA VI. 18 Oración principal. 19 Oración subordinada
adverbial modal de (18). 20 Oración coordinada copulativa con (18).
CLÁUSULA VII. 21 Oración principal. 22 Oración subordina-
da adjetiva explicativa de “Divina Flor” (21).
CLÁUSULA VIII. 23 Oración principal. 24 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (23).
CLÁUSULA IX. 25 Oración principal. 26 Oración subordina-
da adverbial temporal de (25).
CLÁUSULA X. 27 Oración independiente.
CLÁUSULA XI. 28 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(29), formalmente yuxtapuesta. 29 Oración principal.
CLÁUSULA XII. 30 Oración principal. 31 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (30). 32 Oración coordinada copulativa
con (30). 33 Oración subordinada sustantiva objetiva de (32).

88
Había cumplido 21 años la última semana de enero, y era esbelto
y pálido, y tenía los párpados árabes y los cabellos rizados de su
padre. Era el hijo único de un matrimonio de conveniencia que no
tuvo un solo instante de felicidad, pero él parecía feliz con su padre
hasta que éste murió de repente, tres años antes, y siguió parecién-
dolo con la madre solitaria hasta el lunes de su muerte. De ella
heredó el instinto. De su padre aprendió desde muy niño el domi-
nio de las armas de fuego, el amor por los caballos y la maestran-
za de las aves de presas altas, pero de él aprendió también las buenas
artes del valor y la prudencia. Hablaban en árabe entre ellos, pero
no delante de Plácida Linero para que no se sintiera excluida.
Nunca se les vio armados en el pueblo, y la única vez que trajeron
sus halcones amaestrados fue para hacer una demostración de alta-
nería en un bazar de caridad. La muerte de su padre lo había forza-
do a abandonar los estudios al término de la escuela secundaria,
para hacerse cargo de la hacienda familiar. Por sus méritos propios,
Santiago Nasar era alegre y pacífico, y de corazón fácil.
El día en que lo iban a matar, su madre creyó que él se había
equivocado de fecha cuando lo vio vestido de blanco. “Le recordé
que era lunes”, me dijo. Pero él le explicó que se había vestido de
pontifical por si tenía ocasión de besarle el anillo al obispo. Ella no
dio ninguna muestra de interés.
—Ni siquiera se bajará del buque —le dijo—. Echará una bendi-
ción de compromiso, como siempre, y se irá por donde vino. Odia
a este pueblo.
Santiago Nasar sabía que era cierto, pero los fastos de la igle-
sia le causaban una fascinación irresistible. “Es como el cine”, me
había dicho alguna vez. A su madre, en cambio, lo único que le in-
teresaba de la llegada del obispo era que el hijo no se fuera a mo-
jar en la lluvia, pues lo había oído estornudar mientras dormía. Le
aconsejó que llevara un paraguas, pero él le hizo un signo de adiós
con la mano y salió del cuarto. Fue la última vez que lo vio.

GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Crónica de una Muerte Anunciada, La Oveja Negra


y Diana, Bogotá y México, 1981, pp. 14-16.

89
Eran preferibles los asientos más bajos.1llI La visibilidad era allí
menor2l pero también el impacto del derrumbe.3llII
Las amigas se sentaron4l y, a su vez, rieron5l cuando entró un
flemático cornudo, renuente a admitir su condición ni con la evi-
dencia de los anónimos más precisos.6llIII Daba el brazo, con de-
ferencia excesiva, a una esposa insolentemente joven, guapa y
satisfecha.7llIV El que no se atrevía a comparecer ante el tribunal
popular8l era el amante, temeroso9l de que cualquier escándalo
desbaratase la boda de conveniencia10l que urdía.11llV
Entró la muchacha pobre pastoreando a una idiota rica,12l cuyos pa-
dres pagaban con esplendidez los cuidados y la compañía13l de los que
ellos quedaban eximidos.14llVI Entró, cohibida, la pareja en plena luna
de miel.15llVII Sus esfuerzos por aparentar inocencia y distancia16¶ (no
se atrevían, siquiera, a tomarse de la mano)17l aumentaban a los ojos
ajenos el aura de erotismo16l que los nimbaba.18llVIII Entró el viejo
avaro,19l cuya familia aguardaba afuera la narración del espectáculo20l
que iba a presenciar.21llIX Entró la Reina de la Feria, adoptando acti-
tudes de postal22l por medio de las cuales trataba de hacer patentes sus
méritos y su modestia.23llX La acompañaba una corte de princesas y
chambelanes;24l ellas procurando25¶ que no se trasluciese su despecho
de no haber resultado triunfadoras26l y con un ansia25l de que el públi-
co descubriera los defectos de la elegida para convenir27l en que el fallo
había sido injusto;28l ellos, orgullosos de su papel e incómodos den-
tro de sus trajes solemnes y sus corbatas de moño.29llXI
Entró, por fin, el juez de plaza30l que dio la orden de comenzar
la corrida.31llXII
Una corneta aguda, destemplada (cortesía del jefe de Guarni-
ción), el rápido pasodoble ejecutado por una marimba, fueron los
preámbulos de la aparición de los toreros.32llXIII Caminaban con el
garbo de su profesión,33l aunque no alcanzasen a ocultar lo deslu-
cido y viejo de su vestuario.34llXIV
Los capotes revolaron un instante por el aire hasta ir a caer,
como homenaje, a las plantas de las autoridades municipales, de
la Comisión Organizadora de la Feria, de la reina y sus acom-
pañantes,35l quienes ocupaban palcos especiales.36llXV

90
Al primer toro hubo que empujarlo37l para que saliera a la lid.38llXVI
Reculaba tercamente, acechando la primera oportunidad de volver
a su refugio.39llXVII Su pánico era tan manifiesto40l que contagió de
él a sus adversarios41l que corrían desordenadamente, dándose de
encontronazos, en su afán de esconderse tras los burladeros.42llXVIII

CASTELLANOS, Rosario. “Los Convidados de Agosto”, en Los Convidados de


Agosto, Era, México, 1991, pp. 84-85.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración independiente.


CLÁUSULA II. 2 y 3 Oraciones independientes, coordinadas
adversativas restrictivas (3 elíptica).
CLÁUSULA III. 4 y 5 Oraciones principales, coordinadas copula-
tivas. 6 Oración subordinada adverbial temporal de (5).
CLÁUSULA IV. 7 Oración independiente.
CLÁUSULA V. 8 Oración subordinada sustantiva predicativa de
(9). 9 Oración principal. 10 Oración subordinada sustantiva adno-
minal de “temeroso” (9). 11 Oración subordinada adjetiva especi-
ficativa de “boda” (10).
CLÁUSULA VI. 12 Oración principal. 13 Oración subordina-
da adjetiva explicativa de “idiota” (12). 14 Oración subordinada ad-
jetiva especificativa de “cuidados y compañía” (13).
CLÁUSULA VII. 15 Oración independiente.
CLÁUSULA VIII. 16 Oración principal. 17 Oración indepen-
diente (incrustada). 18 Oración subordinada adjetiva especificati-
va de “aura” (16).
CLÁUSULA IX. 19 Oración principal. 20 Oración subordina-
da adjetiva explicativa de “viejo” (19). 21 Oración subordinada ad-
jetiva especificativa de “espectáculo” (20).
CLÁUSULA X. 22 Oración principal. 23 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “actitudes” (22).
CLÁUSULA XI. 24 Oración principal. 25 Oración subordina-
da sustantiva apositiva de “princesas” (24) (implícita). 26 Oración

91
subordinada sustantiva objetiva de (25). 27 Oración subordinada
sustantiva adnominal de “ansia” (25). 28 Oración subordinada sus-
tantiva prepositiva de “convenir” (27). 29 Oración subordinada sus-
tantiva apositiva de “chambelanes” (24) (elíptica) y oración coor-
dinada distributiva con (25).
CLÁUSULA XII. 30 Oración principal. 31 Oración subordina-
da adjetiva explicativa de “juez” (30).
CLÁUSULA XIII. 32 Oración independiente.
CLÁUSULA XIV. 33 Oración principal. 34 Oración subordina-
da adverbial concesiva de (33).
CLÁUSULA XV. 35 Oración principal. 36 Oración subordina-
da adjetiva explicativa de “autoridades, comisión, reina y acompa-
ñantes” (35).
CLÁUSULA XVI. 37 Oración principal. 38 Oración subordina-
da adverbial final de (37).
CLÁUSULA XVII. 39 Oración independiente.
CLÁUSULA XVIII. 40 Oración principal. 41 Oración subordi-
nada adverbial consecutiva de (40). 42 Oración subordinada adje-
tiva especificativa de “adversarios” (41).

92
La civilización, que todo lo destruye, minó aquel prestigio que pare-
cía inconmovible. Primero llegaron a Comitán las pianolas que
hasta un niño podía hacer funcionar. Después hubo una epidemia
de gramófonos que prescindían hasta de los ejecutantes.
La estrella de Natalia se opacó. Su madurez vino a encontrar-
la inerme y su decadencia la hizo despeñarse hasta las lecciones
particulares.
Sus alumnas eran hijas de las buenas familias, empobrecidas
por la Revolución y arruinadas definitivamente por el agrarismo.
Como no estaban ya en posibilidades de adquirir ningún aparato
moderno, se apegaron con fanatismo a unas tradiciones que, bien
contadas, se reducían a los rudimentos del solfeo, la letra redonda,
uniforme y sin ortografía y el bordado minucioso de iniciales so-
bre pañuelos de lino.
La señorita Trujillo hacía hincapié en lo módico de las cuotas
que cobraba su academia. A pesar de ello los parientes de las discípu-
las regateaban con intransigencia, pagaban con retraso o se endeu-
daban sin pena.
Lo exiguo de sus ganancias proporcionaba una doble satisfac-
ción a Natalia: mantenerse en la creencia de que no trabajaba, sino
de que se distraía para calmar sus nervios y, por otra parte, ayudar
al sostenimiento decoroso de una casa que no compartía más que
con otra hermana soltera, Julia, quien si hubiese sido mayor no lo
habría admitido nunca y si menor no lo habría proclamado jamás.

CASTELLANOS, Rosario. “Vals Capricho”, en Los Convidados de Agosto, Era,


México, 1991, pp. 31-32.

93
La madre se llamó Matilde Arcángel.1llI Entre paréntesis, ella no era de
Corazón de María,2l sino de un lugar más arriba3l que se nombra
Chupaderos,4l al cual nunca llegó a ir el tal Cedillo5l y que6¶ si acaso lo
conoció7l fue por referencias.6llII Por ese tiempo ella estaba comprometi-
da conmigo;8l pero uno nunca sabe9l lo que se trae entre manos,10l así
que11¶ cuando fui a presentarle a la muchacha,12l un poco por presumirla13l
y otro poco para que él se decidiera a apadrinarnos la boda,14l no me
imaginé11l que a ella se le agotara de pronto el sentimiento15l que decía
sentir por mí,16l ni que comenzaran a enfriársele los suspiros,17l y que su
corazón se lo hubiera agenciado otro.18llIII Lo supe después.19llIV
Sin embargo, habrá que decirles antes20l quién21l y qué cosa era
Matilde Arcángel.22llV Y allá voy.23llVI Les contaré esto sin apura-
ciones.24llVII Despacio.25llVIII Al fin y al cabo tenemos toda la vida por
delante.26llIX
Ella era hija de una tal doña Sinesia, dueña de la fonda de Chupaderos;
un lugar caído en el crepúsculo como quien dice, allí27l donde se nos aca-
baba la jornada.28llX Así que cuanto arriero recorría esos rumbos29l alcan-
zó a saber de ella30l y pudo saborearse los ojos mirándola.31llXI Porque por
ese tiempo,32¶ antes de que desapareciera,33l Matilde era una muchachita32l
que se filtraba como el agua entre todos nosotros.34llXII

RULFO, Juan. “La Herencia de Matilde Arcángel”, en El Llano en Llamas, Fondo


de Cultura Económica, México, 1976, pp. 144-145.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración independiente.


CLÁUSULA II. 2 y 3 Oraciones principales, coordinadas adversa-
tivas exclusivas (3 elíptica). 4 Oración subordinada adjetiva especi-
ficativa de “lugar” (3). 5 Oración subordinada adjetiva explicati-
va de “lugar” (3). 6 Oración subordinada adjetiva explicativa de
“lugar” (3) y oración coordinada copulativa con (5). 7 Oración subor-
dinada adverbial condicional de (6).
CLÁUSULA III. 8 y 9 Oraciones principales, coordinadas adver-
sativas restrictivas. 10 Oración subordinada sustantiva objetiva de

94
(9). 11 Oración coordinada ilativa con (8). 12 Oración subordina-
da adverbial temporal de (11). 13 Oración subordinada adverbial
final de (12) (implícita). 14 Oración subordinada adverbial final de
(12) y oración coordinada distributiva con (13). 15 Oración subor-
dinada sustantiva objetiva de (11). 16 Oración subordinada adje-
tiva especificativa de “sentimiento” (15). 17 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (11) y oración coordinada copulativa con
(15). 18 Oración subordinada sustantiva objetiva de (11) y oración
coordinada copulativa con (17).
CLÁUSULA IV. 19 Oración independiente.
CLÁUSULA V. Coordinada adversativa restrictiva con IV. 20
Oración principal. 21 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(20) (elíptica). 22 Oración subordinada sustantiva objetiva de (20)
y oración coordinada copulativa con (21).
CLÁUSULA VI. Coordinada copulativa con V. 23 Oración inde-
pendiente.
CLÁUSULA VII. 24 Oración independiente.
CLÁUSULA VIII. 25 Prooración independiente.
CLÁUSULA IX. 26 Oración independiente.
CLÁUSULA X. 27 Oración principal. 28 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “allí” (27).
CLÁUSULA XI. Coordinada ilativa con X. 29 Oración subor-
dinada sustantiva sujetiva de (30). 30 Oración principal. 31 Ora-
ción coordinada copulativa con (30).
CLÁUSULA XII. Subordinada adverbial causal de XI. 32 Ora-
ción principal. 33 Oración subordinada adverbial temporal de (32).
34 Oración subordinada adjetiva especificativa de “muchachita”
(32).

95
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal
Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría
a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que
lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo
todo. “No dejes de ir a visitarlo —me recomendó—. Se llama de
este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto cono-
certe”. Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo
haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a
mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.
Todavía antes me había dicho:
—No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo
obligado a darme y nunca me dio… El olvido en que nos tuvo, mi
hijo, cóbraselo caro.
—Así lo haré, madre.
Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta ahora pronto que
comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de
este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperan-
za que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi
madre. Por eso vine a Comala.

RULFO, Juan. Pedro Páramo, Fondo de Cultura Económica, México, 1964, p. 7.

96
Sarita me sacó del fango,1l porque antes de conocerla el porvenir de la Hu-
manidad me tenía sin cuidado.2llI Ella me mostró el camino del espíritu,3l
me hizo entender4l que todos los hombres somos iguales,5l que el único ideal
digno es la lucha de clases y la victoria del proletariado;6l me hizo leer a Marx,
a Engels y a Carlos Fuentes,7l ¿y todo para qué?8llII Para destruirme después
con su indiscreción.9llIII No quiero discutir otra vez10l por qué acepté una beca
de la Fundación Katz para ir a estudiar en los Estados Unidos.11llIV La acepté
y ya.12llV No me importa13l que los Estados Unidos sean un país14l en don-
de existe la explotación del hombre por el hombre,15l ni tampoco16l que la funda-
ción Katz sea el ardid de un capitalista (Katz) para eludir impuestos.17llVI
Solicité la beca,18l y19¶ cuando me la concedieron20l la acepté;19l y es más,
Sarita también la solicitó21l y también la aceptó.22llVII ¿Y qué?23llVIII
Todo iba muy bien24l hasta que llegamos al examen médico…25llIX No
me atrevería a continuar26l si no fuera27l porque quiero28l que se me haga
justicia.29llX Necesito justicia.30llXI La exijo.31llXII Así que adelante…32llXIII
La Fundación Katz sólo da becas a personas fuertes como un caba-
llo l y el examen médico es muy riguroso.34llXIV
33

No discutamos este punto.35llXV Ya sé36l que este examen médico es


otra de tantas argucias37l de que se vale el FBI para investigar la vida
privada de los mexicanos.38llXVI Pero adelante.39llXVII El examen lo hace
el doctor Philbrick,40l que es un yanqui41l que vive en las Lomas (por
supuesto), en una casa cerrada a piedra y cal42l y que cobra…43l no
importa44l cuánto cobra,45l porque lo pagó la Fundación.46llXVIII

IBARGÜENGOITIA, Jorge. “La Ley de Herodes”, en La Ley de Herodes, Joaquín


Mortiz, México, 1992, p. 17.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada adver-


bial causal de (1).
CLÁUSULA II. 3, 4, 7 y 8 Oraciones principales, coordinadas
copulativas; 4 y 7 formalmente yuxtapuestas (8 elíptica). 5 Oración
subordinada sustantiva objetiva de “entender” (4). 6 Oración subor-
dinada sustantiva objetiva de “entender” (4).

97
CLÁUSULA III. 9 Prooración independiente.
CLÁUSULA IV. 10 Oración principal. 11 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (10).
CLÁUSULA V. 12 Oración independiente.
CLÁUSULA VI. 13 Oración principal. 14 Oración subordi-
nada sustantiva sujetiva de (13). 15 Oración subordinada adjeti-
va especificativa de “país” (14). 16 Oración coordinada copula-
tiva intensiva con (13) (elíptica). 17 Oración subordinada sustantiva
sujetiva de (16).
CLÁUSULA VII. 18, 19, 21 y 22 Oraciones principales, coor-
dinadas copulativas; 21 y 22 intensivas. 20 Oración subordinada
adverbial temporal de (19).
CLÁUSULA VIII. Coordinada copulativa con VII. 23 Oración
independiente (elíptica).
CLÁUSULA IX. 24 Oración principal. 25 Oración subordina-
da adverbial temporal de (24).
CLÁUSULA X. 26 Oración principal. 27 Oración subordinada
adverbial condicional de (26). 28 Oración subordinada adverbial
causal de (27). 29 Oración subordinada sustantiva objetiva de (28).
CLÁUSULA XI. 30 Oración independiente.
CLÁUSULA XII. 31 Oración independiente.
CLÁUSULA XIII. Coordinada ilativa con X, XI y XII. 32 Frase
independiente.
CLÁUSULA XIV. 33 y 34 Oraciones independientes, coordina-
das copulativas.
CLÁUSULA XV. 35 Oración independiente.
CLÁUSULA XVI. 36 Oración principal. 37 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (36). 38 Oración subordinada adjetiva es-
pecificativa de “argucias” (37).
CLÁUSULA XVII. Coordinada adversativa restrictiva con XVI.
39 Frase independiente.
CLÁUSULA XVIII. 40 Oración principal. 41 Oración subordi-
nada adjetiva explicativa de “doctor Philbrick” (40). 42 Oración
subordinada adjetiva especificativa de “yanqui” (41). 43 Oración
subordinada adjetiva especificativa de “yanqui” (41) y oración coor-

98
dinada copulativa con (42). 44 Oración subordinada sustantiva ob-
jetiva de (43), formalmente yuxtapuesta. 45 Oración subordinada
sustantiva sujetiva de (44). 46 Oración subordinada adverbial cau-
sal de (44) y (45).

99
Ella, con su marido y sus hijos, se habían ido a vivir a otra parte
de la República.
Una vez, por su negocio, tuve que ir precisamente a esa ciudad;
cuando acabé lo que tenía que hacer el primer día, busqué en el
directorio el número de teléfono de ella y la llamé. Le dio mucho
gusto oír mi voz y me invitó a cenar.
La puerta tenía aldabón y se abría por medio de un cordel. Cuando entré
en el vestíbulo, la vi a ella, al final de una escalera, vestida con unos
pantalones verdes muy entallados, en donde guardaba lo mejor de
su personalidad. Mientras yo subía la escalera, nos mirábamos y ella me
sonreía sin decir nada. Cuando llegué a su lado, abrió los brazos,
me los puso alrededor del cuello y me besó. Luego, me tomó de la
mano y mientras yo la miraba estúpidamente, me condujo a través de un
patio, hasta la sala de la casa y allí, en un couch, nos dimos entre
doscientos y trescientos besos… hasta que llegaron sus hijos del
parque. Después, fuimos a darles de comer a los conejos.

IBARGÜENGOITIA , Jorge. “La Mujer Que No”, en La Ley de Herodes, Joaquín


Mortiz, México, 1992, pp. 26-27.

100
Uno de los artículos más caros en México es el libro.1llI Cada pági-
na cuesta más2l que una pieza de pan3l y4¶ si se considera5l que la
letra es el alimento del espíritu,6l puede explicarse4l por qué hay
tantas almas desnutridas y tantas mentes anémicas.7llII No se ha
hecho un cálculo exacto;8l pero bueno sería saber, a ciencia cierta,
el precio9l que paga un lector por un teorema, un postulado, una fór-
mula, una metáfora o un alejandrino, impresos en las planas de los
volúmenes10l que lee.11llIII
Hay gente12l que sin leer un solo libro en toda su vida, a no ser
los de la contabilidad, permanece hambrienta del espíritu,13l mas
con el cuerpo bien refaccionado.14llIV Gente15l que no lee,16l pero
vende los libros.17llV
Esto es muy bien sabido por los estudiantes de las escuelas
superiores.18llVI Casi todos tienen que aprender sus lecciones en
libros viejos19l que han pasado por muchas manos y ante muchos
ojos.20llVII
Pobres libros desencuadernados y rotos,21l que hicieron ricos
a sus vendedores después de empobrecer a los lectores.22llVIII
¿Cuánto valen un texto de Física, un tratado de Fisiología, un
manual de Química, un cuaderno de sonetos o un folleto con una
novela?23llIX El lector lo sabe dolorosamente.24llX Son caros los
alimentos de la mente25l y por eso, ay, pululan intelectuales desnu-
tridos, hambrientos investigadores y anémicos fabricantes de
teorías,26l sin que nadie haya pensado todavía en un instituto de las
enfermedades de la nutrición espiritual.27llXI

ALVARADO, José. “El Precio de los Libros”, en Visiones Mexicanas y Otros Escri-
tos, Fondo de Cultura Económica, México, 1985, p. 95.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración independiente.


CLÁUSULA II. 2 Oración principal. 3 Oración subordinada
adverbial comparativa de superioridad de (2) (elíptica). 4 Oración
coordinada copulativa con (2). 5 Oración subordinada adverbial

101
condicional de (4). 6 Oración subordinada sustantiva sujetiva de
(5). 7 Oración subordinada sustantiva sujetiva de (4).
CLÁUSULA III. 8 y 9 Oraciones principales, coordinadas adver-
sativas restrictivas. 10 Oración subordinada adjetiva especificati-
va de “precio” (9). 11 Oración subordinada adjetiva especificati-
va de “volúmenes” (10).
CLÁUSULA IV. 12 Oración principal. 13 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “gente” (12). 14 Oración coordinada
adversativa restrictiva con (13) (elíptica).
CLÁUSULA V. 15 Oración principal (elíptica). 16 Oración subor-
dinada adjetiva especificativa de “gente” (15). 17 Oración coordi-
nada adversativa restrictiva con (16).
CLÁUSULA VI. 18 Oración independiente.
CLÁUSULA VII. 19 Oración principal. 20 Oración subordina-
da adjetiva explicativa de “libros” (19).
CLÁUSULA VIII. 21 Prooración principal. 22 Oración subor-
dinada adjetiva explicativa de “libros” (21).
CLÁUSULA IX. 23 Oración independiente.
CLÁUSULA X. 24 Oración independiente.
CLÁUSULA XI. 25 y 26 Oraciones principales, coordinadas
copulativas (reforzadas con una locución ilativa). 27 Oración subor-
dinada adverbial modal de (26).

102
No todo, sin embargo, es oscuro, ni todo resulta propicio a la censu-
ra o a la queja. El acto de proporcionar libros de texto gratuitos a
cuatro millones de escolares, puede ser el primer paso importante
contra la carestía de la letra impresa. Al menos los libros donde los
niños aprenden las nociones primeras, no servirán ya para enrique-
cer a ignaros mercaderes ni empobrecer a padres de familia. Es algo
positivo.
Claro está que quienes lucran con los libros son los enemigos
de la medida porque, aparte de que les resta clientes ingenuos,
demuestra claramente que el producto puede ser más barato. Si los
libros que la Secretaría de Educación proporciona quedaran en
manos de los mercaderes, éstos los venderían a un precio por lo
menos cuatro veces mayor que su costo. Así sucede con los libros
de texto de las escuelas universitarias.
Cuatro millones de niños han escapado a las cadenas de los
vendedores y eso resulta benéfico, aunque, por otra parte, pueda
pensarse que son futuros clientes llamados a pagar un precio caro
por los teoremas y las fórmulas, los postulados, las hipótesis y los
alejandrinos. De todos modos, es bueno que tan elevada cantidad
de libros sea distribuida entre los niños. Mañana, tal vez, bajen los
precios de los textos de Química y Anatomía, los manuales de
Álgebra y de Física. ¿Será cierta la esperanza?

ALVARADO, José. “Lucha contra la Carestía”, en Visiones Mexicanas y Otros Es-


critos, Fondo de Cultura Económica, México, 1985, pp. 95-96.

103
Tiempo atrás el Oráculo de Delfos vaticinó a Acrisio, rey de Argos,1l
que moriría a manos de su nieto.2lll Para impedirlo encerró a Dánae
en una cámara subterránea de bronce, con sólo una abertura3l que
dejaba pasar el aire y la luz.4llII Dánae era la única hija de Acrisio
y la mujer más bella del reino.5llIII Zeus, convertido en lluvia de oro,
logró violar la cárcel inexpugnable6l y engendró a Perseo en el
vientre de Dánae.7llIV
Nueve meses después Acrisio no se atrevió a matarlos por temor
a las Furias8l que persiguen9l a quienes derraman su propia sangre.10llV
Metió en un cofre a la madre y al hijo11l y los echó al mar.12llVI Las
olas llevaron su carga a la isla de Sérifos.13llVII Polidecto recibió en
su corte a Dánae y al niño14l que llevaba en los brazos.15llVIII
Perseo llegó a la adolescencia.16llIX Polidecto quiso alejarlo para
quedarse con Dánae.17llX Le dio el encargo de ir a la isla de las
Gorgonas,18¶ que estaba en Occidente, cerca del Gran Océano,19l y
traerle la cabeza de Medusa.18llXI Así, Polidecto condenaba a muerte
a Perseo:20l nadie en el mundo podía sobrevivir a la Gorgona21l que
con sólo mirarlos petrificaba a los vivos.22llXII
No obstante, como hijo de Zeus, Perseo era un semidiós23l y
merecía la ayuda del Olimpo.24llXIII Cubierto por el escudo de Ate-
nea, defendido por la espada de Hermes y el casco de Hades, Perseo
entró en la cueva de las Gorgonas.25llXIV Para no verla de frente y
transformarse en piedra bajo su mirada, se guió por la imagen de
Medusa reflejada en el escudo.26llXV Se acercó a ella27l y la decapitó
de un solo tajo.28llXVI
Un caballo alado brotó de su sangre.29llXVII El héroe montó en
Pegaso30l y fue a Sérifos para liberar a su madre.31llXVIII Petrificó a
Polidecto y a sus cortesanos al mostrarles la cabeza muerta de la
Gorgona.32llXIX En vez de asumir el trono33l Perseo dio el reino de
la isla a su amigo Lidys, el pescador34l que había rescatado el co-
fre en la playa.35llXX
Dánae le pidió reconciliarse con su abuelo.36llXXI Perseo se trasla-
dó a Argos,37l derrocó al usurpador Preto38l y devolvió el poder a
Acrisio.39llXXII A pesar de todo, el Oráculo de Delfos era infalible.40llXXIII
La profecía se cumplió:41l durante los juegos42¶ que celebraron la

104
victoria43l Perseo lanzó un disco de metal42l y sin proponérselo dio
muerte a Acrisio.44llXXIV No quiso permanecer en la ciudad mancha-
da de sangre45l y decidió fundar a Micenas.46llXXV

PACHECO, José Emilio. “La Sangre de Medusa”, en La Sangre de Medusa, Era,


México, 1990, p. 24.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada sustan-


tiva objetiva de (1).
CLÁUSULA II. 3 Oración principal. 4 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “abertura” (3).
CLÁUSULA III. 5 Oración independiente.
CLÁUSULA IV. 6 y 7 Oraciones independientes, coordinadas
copulativas.
CLÁUSULA V. 8 Oración principal. 9 Oración subordinada
adjetiva explicativa de “Furias” (8). 10 Oración subordinada sustan-
tiva objetiva de (9).
CLÁUSULA VI. 11 y 12 Oraciones independientes, coordina-
das copulativas.
CLÁUSULA VII. 13 Oración independiente.
CLÁUSULA VIII. 14 Oración principal. 15 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “niño” (14).
CLÁUSULA IX. 16 Oración independiente.
CLÁUSULA X. 17 Oración independiente.
CLÁUSULA XI. 18 Oración principal. 19 Oración subordina-
da adjetiva explicativa de “isla de las Gorgonas” (18).
CLÁUSULA XII. Coordinada ilativa con XI. 20 Oración principal.
21 Oración subordinada adverbial causal de (20), formalmente yuxta-
puesta. 22 Oración subordinada adjetiva explicativa de “Gorgona” (21).
CLÁUSULA XIII. Coordinada adversativa restrictiva con XII.
23 y 24 Oraciones independientes, coordinadas copulativas.
CLÁUSULA XIV. 25 Oración independiente.
CLÁUSULA XV. 26 Oración independiente.

105
CLÁUSULA XVI. 27 y 28 Oraciones independientes, coordi-
nadas copulativas.
CLÁUSULA XVII. 29 Oración independiente.
CLÁUSULA XVIII. 30 y 31 Oraciones independientes, coordi-
nadas copulativas.
CLÁUSULA XIX. 32 Oración independiente.
CLÁUSULA XX. 33 y 34 Oraciones principales, coordinadas
adversativas exclusivas (33 implícita). 35 Oración subordinada ad-
jetiva especificativa de “pescador” (34).
CLÁUSULA XXI. 36 Oración independiente.
CLÁUSULA XXII. 37, 38 y 39 Oraciones independientes, coor-
dinadas copulativas; 38 formalmente yuxtapuesta.
CLÁUSULA XXIII. 40 Oración independiente.
CLÁUSULA XXIV. 41 y 42 Oraciones principales, coordinadas
ilativas, formalmente yuxtapuestas. 43 Oración subordinada adje-
tiva especificativa de “juegos” (42). 44 Oración coordinada copulati-
va con (42).
CLÁUSULA XXV. 45 y 46 Oraciones independientes, coordi-
nadas copulativas.

106
Cuando se acerca el fin ya no quedan imágenes
del recuerdo; sólo quedan palabras.
Jorge Luis Borges

Cuenta Estrabón que mientras Filipo y Olimpia celebraban en


Pella, capital de Macedonia, el nacimiento de Alejandro, Eróstrato
llegó al mundo en Éfeso, ciudad jónica dominada por el imperio
persa. Los dos fueron pequeños e indefensos. Uno abrió los ojos
entre los fastos de la corte. El otro fue engendrado por un descono-
cido y sólo asistieron al parto unas cuantas vecinas de su madre. Sin
embargo, por caminos opuestos, ambos lograron la inmortalidad.
Adolescente, Eróstrato quiso aprender a montar. Tres veces fue
derribado. A la cuarta recibió una coz que le dejó en la cara una
cicatriz en forma de tea. Aquel mismo día ofrecieron a Filipo un
caballo negro con una mancha blanca en la cabeza. El rey lo encon-
tró indómito.
“Qué animal pierden por no saber manejarlo”, afirmó el príncipe.
“Increpas a tus mayores como si pudieras hacerlo mejor”, respon-
dió su padre. Alejandro acarició a Bucéfalo y montó en él de un
salto. Caballo y jinete se perdieron en la distancia. Filipo se preocupó
por la tardanza. Alejandro volvió tras alcanzar su meta. El rey le
dijo: “Ya no cabes en Macedonia. Busca un reino a la medida de
tu grandeza.”
Como todos los hombres de su época Alejandro y Eróstrato anhela-
ban la gloria. Triunfo sobre la muerte, contra el resto de los morta-
les y las humillaciones de aquí abajo, la gloria valía más que los
placeres, daba la eternidad negada a la efímera carne corruptible.
Alejandro tuvo como preceptor a Aristóteles. Se aficionó a la
literatura, a la filosofía y a las ciencias. La Ilíada fue el libro que
lo acompañó a todas partes. Homero predicaba la paz. Alejandro
vio en su poema una incitación para acabar con el imperio enemi-
go de Grecia. Antes de Alejandro los griegos eran una serie de
pueblos rivales sólo unificados por el odio a los persas.
Eróstrato intentó triunfar como poeta dramático. La música del
verso se negaba a su oído. Gastó el dinero de su madre en esceni-

107
ficar una tragedia, “Polidecto en Sérifos”. Fueron tantas las risas
y las burlas que la representación tuvo que interrumpirse.
A los dieciocho años Alejandro libró al lado de su padre la bata-
lla de Queronea y destruyó a la mejor unidad militar griega: la
Falange Sagrada de Tebas. Los helenos, con la sola excepción de
los espartanos, quedaron subordinados a los macedonios, a quienes
juzgaban casi bárbaros. Alejandro ascendió al trono a los veinte
años. Reprimió las sublevaciones de Tracia e Iliria y a los veintidós
se lanzó a conquistar el imperio persa. El pretexto fue vengar la inva-
sión de Grecia por Jerjes y el asesinato de Filipo, así como civili-
zar a los bárbaros.

PACHECO, José Emilio. “La Noche del Inmortal”, en La Sangre de Medusa, Era,
México, 1990, pp. 27-28.

108
El viejo actor ruso monsieur Plotnikov, me visitó el día mismo de
su muerte.1llI Me dijo2l que pasarían los años3l y que yo vendría a
visitarle el día de mi muerte.4llII
No entendí muy bien sus palabras.5llIII El calor de Savannah en
agosto es comparable a una siesta intermitente interrumpida por sobre-
saltos indeseados:6l uno cree7l que abrió los ojos8l y en realidad sólo
introdujo un sueño dentro de otro.9llIV Inversamente, una realidad se
acopla a otra, deformándola al grado10l de que parece un sueño11llV.
Pero es sólo esto, la realidad sometida a una temperatura de 101 grados
Fahrenheit.12llVI Es nada menos que esto,13l sin embargo: mis sueños
pesados en las tardes de verano se parecen como gemelos a la ciudad
de Savannah14l, que es una ciudad dentro de otra dentro de…15llVII
Esta sensación de estar capturado en un dédalo urbano viene del
trazo misterioso16l que dio a Savannah tantas plazas17¶ como estre-
llas tiene el firmamento,18l o algo por el estilo17llVIII. Cuadriculada
como un tablero de ajedrez, mi ciudad sureña rompe su monoto-
nía con una plaza tras otra, plazas rectangulares19l de las que salen
cuatro, seis, ocho calles20l que conducen a tres, cuatro, cinco plazas21l
de las cuales, en suma, se irradian doce, catorce calles22l que a su
vez conducen a un número infinito de plazas.23llIX
El misterio de Savannah, de este modo, es su transparente senci-
llez geométrica.24llX Su laberinto es la línea recta25llXI. De esta clari-
dad nace, sin embargo, la sensación más agobiante de pérdida26llXII.
El orden es la antesala del horror27l y28¶ cuando mi esposa, espa-
ñola, revisa un viejo álbum de Goya29l y se detiene en el más céle-
bre grabado de los Caprichos,30l yo no sé28l si debo perturbar su fas-
cinación, comentando:31l
—La razón32¶ que nunca duerme33l produce monstruos.32llXIII

FUENTES, Carlos. “Constancia”, en Constancia y Otras Novelas para Vírgenes,


Fondo de Cultura Económica, México, 1990, p. 11.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración independiente.

109
CLÁUSULA II. 2 Oración principal. 3 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (2). 4 Oración subordinada sustantiva objeti-
va de (2) y oración coordinada copulativa con (3).
CLÁUSULA III. 5 Oración independiente.
CLÁUSULA IV. 6 y 7 Oraciones principales, coordinadas ila-
tivas, formalmente yuxtapuestas. 8 Oración subordinada sustanti-
va objetiva de (7). 9 Oración coordinada copulativa con (7).
CLÁUSULA V. Coordinada adversativa exclusiva con IV. 10 Ora-
ción principal. 11 Oración subordinada adverbial consecutiva de (10).
CLÁUSULA VI. Coordinada adversativa restrictiva con V. 12
Oración independiente.
CLÁUSULA VII. 13 y 14 Oraciones principales, coordinadas
adversativas restrictivas. 15 Oración subordinada adjetiva explica-
tiva de “ciudad de Savannah” (14).
CLÁUSULA VIII. 16 Oración principal. 17 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “trazo” (16). 18 Oración subordina-
da adverbial comparativa de igualdad de (17).
CLÁUSULA IX. 19 Oración principal. 20 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “plazas” (19). 21 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “calles” (20). 22 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “plazas” (21). 23 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “calles” (22).
CLÁUSULA X. Coordinada ilativa con IX. 24 Oración indepen-
diente.
CLÁUSULA XI. 25 Oración independiente.
CLÁUSULA XII. Coordinada adversativa restrictiva con X y
XI. 26 Oración independiente.
CLÁUSULA XIII. 27 y 28 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 29 Oración subordinada adverbial temporal de (28). 30
Oración coordinada copulativa con (29). 31 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (28). 32 Oración subordinada sustantiva ob-
jetiva de “comentando” (31), formalmente yuxtapuesta. 33 Oración
subordinada adjetiva especificativa de “razón” (32).

110
Y me fui, señor, a caminar mi vida. Y vi que todos los caminos esta-
ban llenos con las huellas de mis pies. ¡Cuánto se camina! ¡Cuánto
se rodea! Y todo para nada o para encontrar una mañana a su hiji-
to tirado en la milpa con la cabeza rota por los máuseres y la san-
gre saliéndole por la boca. No lloré, señor. Si el pobre empezara a
llorar, sus lágrimas ahogarían al mundo, porque motivo para llan-
to son todos los días. Ya me dará Dios lugar para llorar, me estaba
yo diciendo, cuando me vi que estaba en el corredor de mi casa es-
perando la vuelta de mi hijita Severina. La lumbre estaba apagada
y los perros estaban ladrando como ladran en la noche, cuando las
piedras cambian de lugar. Recordé que mis hijos se habían ido
con su papá a la peregrinación del Día de la Cruz en Guerrero y que
no iban a volver hasta el día nueve. Luego recordé que Severina
había ido a “El Capricho”. “¿Dónde fue mi hija que no ha vuelto?”
Miré el cielo y vi cómo las estrellas iban a la carrera. Bajé mis ojos
y me hallé con los de Severina, que me miraban tristes desde un pi-
lar.
—Aquí tiene su refresco —me dijo con una voz en la que aca-
baban de sembrar a la desdicha.
Me alcanzó la botella de refresco y fue entonces cuando vi que
su mano estaba hinchada y que el anillo no lo llevaba.
—¿Dónde está tu anillo, hija?
—Acuéstese, mamá.
Se tendió en su camita con los ojos abiertos. Yo me tendí junto
a ella. La noche pasó larga y mi hijita no volvió a usar la palabra
en muchos días. Cuando Gabino llegó con los muchachos, Seve-
rina ya empezaba a secarse.

GARRO, Elena. “El Anillo”, en La Semana de Colores, Grijalbo, México, 1989,


pp. 115-116.

111
Primero me explicó todo eso del castrismo y del peligro1l que re-
presentaba para el Mundo Libre,2l porque esa gente era comunista
y de los peores,3l y a las madres les arrancaban los hijos para enviar-
los a Rusia,4l y5¶ a todos los que no eran comunistas,6l los man-
daban al paredón.5llI Claro que a mí todo eso me parecía espan-
toso,7l y así se lo dije.8llII De pronto se calló,9l me miró fijo,10l y me
preguntó:11l “Usted me va a perdonar la impertinencia, señorita,12l
pero necesito saberlo para decidir13l si puedo encomendarle una
misión14l que esta vez será más importante:15l ¿usted es vir-
gen?”16llIII Qué pregunta, padre, qué pregunta.17llIV Le dije:18l “Pero
míster Cooper”,19l y entonces él, muy fino, con mucho tacto, me
explicó20l que yo no tenía obligación de contestarle21l pero que, cla-
ro, en ese caso no me podría dar ese nuevo trabajo,22l el cual esta-
ría mejor remunerado23l que de costumbre.24llV En realidad, yo ya
me había habituado a los nuevos ingresos.25llVI Además usted bien
sabe, padre,26l cómo ha subido todo27l y que ahora la plata no al-
canza para nada.28llVII Yo no soy virgen, padre,29l y usted lo sabe
mejor30l que nadie,31l porque vine a confesarme con usted32l y se
lo dije.33llVIII Pero fue solamente con mi novio.34llIX Ya sé, padre,
ya sé,35l que eso no justifica mi pecado,36l pero no me va a negar37l
que es mucho menos grave38l que39l si fuese con otro cualquie-
ra.40llX

BENEDETTI, Mario. “Relevo de Pruebas”, en Con y sin Nostalgia, Siglo XXI, Méxi-
co, 1988, pp. 74-75.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada adjeti-


va especificativa de “peligro” (1). 3 Oración subordinada adverbial
causal de (2). 4 Oración coordinada copulativa con (3). 5 Oración
coordinada copulativa con (4). 6 Oración subordinada sustantiva
objetiva de (5).
CLÁUSULA II. 7 y 8 Oraciones independientes, coordinadas
copulativas.

112
CLÁUSULA III. 9, 10, y 11 Oraciones principales, coordinadas
copulativas; 10 formalmente yuxtapuesta. 12 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (11), formalmente yuxtapuesta. 13 Oración
coordinada adversativa restrictiva con (12). 14 Oración subordi-
nada sustantiva objetiva de “decidir” (13). 15 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “misión” (14). 16 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (13), formalmente yuxtapuesta.
CLÁUSULA IV. 17 Oración independiente (elíptica).
CLÁUSULA V. 18 Oración principal. 19 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (18) (elíptica y formalmente yuxtapuesta).
20 Oración coordinada copulativa con (18). 21 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (20). 22 Oración subordinada sustantiva
objetiva de (20) y oración coordinada adversativa restrictiva con
(21). 23 Oración subordinada adjetiva explicativa de “trabajo” (22).
24 Oración subordinada adverbial comparativa de superioridad de
(23) (elíptica).
CLÁUSULA VI. 25 Oración independiente.
CLÁUSULA VII. Coordinada copulativa intensiva con VI. 26
Oración principal. 27 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(26). 28 Oración subordinada sustantiva objetiva de (26) y oración
coordinada copulativa con (27).
CLÁUSULA VIII. 29 y 30 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 31 Oración subordinada adverbial comparativa de su-
perioridad de (30) (elíptica). 32 Oración subordinada adverbial cau-
sal de (30). 33 Oración coordinada copulativa con (32).
CLÁUSULA IX. Coordinada adversativa restrictiva con VIII. 34
Oración independiente.
CLÁUSULA X. 35 Oración principal. 36 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (35). 37 Oración coordinada adversativa
restrictiva con (36). 38 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(37). 39 Oración subordinada adverbial comparativa de inferiori-
dad de (38) (elíptica). 40 Oración subordinada adverbial condicio-
nal de (39).

113
Cierro los ojos y veo una bandada de pájaros. La visión dura un se-
gundo o acaso menos; no sé cuántos pájaros vi. ¿Era definido o
indefinido su número? El problema involucra el de la existencia de
Dios. Si Dios existe, el número es definido, porque Dios sabe cuántos
pájaros vi. Si Dios no existe, el número es indefinido, porque nadie
pudo llevar la cuenta. En tal caso, vi menos de diez pájaros (diga-
mos) y más de uno, pero no vi nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro,
tres o dos pájaros. Vi un número entre diez y uno, que no es nueve,
ocho, siete, seis, cinco, etcétera. Ese número entero es inconcebi-
ble; ergo, Dios existe.

BORGES, Jorge Luis. “Argumentum Ornithologicum”, en El Hacedor, Alianza,


Madrid, 1984, p. 27.

114
Francamente, hasta nosotros los médicos, hombres de caridad1¶ y que
no consultamos nuestras simpatías para ser útiles2l a los que sufren,3l
hasta nosotros,1¶ digo,4l repugnábamos acercarnos a él,1l porque sen-
tíamos una invencible antipatía viendo a ese pequeño oficial con su
mirada ceñuda, su color pálido e impuro y su boca despreciativa.5llI
—La tisana6¶ que me recetó usted, doctor,7l no me ha hecho prove-
cho alguno6l— me dijo un día en Querétaro8l cuando estaba atacado
de fiebre a consecuencia de la herida.9llII
Díjome estas palabras con tal desdén, con tal acento,10l que en
un arranque de cólera le repliqué:11l
—Pues12¶ si no le hace a usted provecho,13l arrójela.12llIII
Él me miró fijamente con sus ojos hundidos,14l y temblando por
la calentura, se levantó,15l tomó su jarro de agua fría,16l bebió has-
ta hartarse17l y se volvió del lado de la pared.18llIV
Indignado yo de tamaña insolencia, salí refunfuñando.19llV
¡Qué me importa 20l que te lleve el diablo, oficialillo grosero!21llVI
Creí22l que se pondría peor23l y avisé a alguno de mis compañeros24l
para que fuese a asistirle;25llVII él me manifestó26l que le sería
desagradable,27l y no fue a verle.28llVIII
Al día siguiente salimos de Querétaro.29llIX

ALTAMIRANO, Ignacio Manuel. Clemencia, Porrúa, México, 1989, pp. 8-9.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada adje-


tiva explicativa de “médicos” (1). 3 Oración subordinada sustan-
tiva indirecta de (2). 4 Oración independiente (incrustada). 5 Ora-
ción subordinada adverbial causal de (1).
CLÁUSULA II. 6 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(8), formalmente yuxtapuesta. 7 Oración subordinada adjetiva es-
pecificativa de “tisana” (6). 8 Oración principal. 9 Oración subor-
dinada adverbial temporal de (8).
CLÁUSULA III. 10 Oración principal. 11 Oración subordina-
da adverbial consecutiva de (10). 12 Oración subordinada sustan-

115
tiva objetiva de (11), formalmente yuxtapuesta. 13 Oración subor-
dinada adverbial condicional de (12).
CLÁUSULA IV. 14, 15, 16, 17 y 18 Oraciones independientes,
coordinadas copulativas; 16 y 17 formalmente yuxtapuestas.
CLÁUSULA V. 19 Oración independiente.
CLÁUSULA VI. 20 Oración principal. 21 Oración subordina-
da sustantiva sujetiva de (20).
CLÁUSULA VII. 22 Oración principal. 23 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (22). 24 Oración coordinada copulativa
con (22). 25 Oración subordinada adverbial final de (24).
CLÁUSULA VIII. 26 Oración principal. 27 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (26). 28 Oración coordinada copulativa
con (26).
CLÁUSULA IX. 29 Oración independiente.

116
Cuando iniciaba la carrera de historia en El Colegio de México
parientes y amigos me preguntaban ¿para qué sirve lo que estudias?
Como yo no sabía contestar para qué servía una de las profesiones
más viejas y hermosas del mundo, pues la había escogido por mera
afición al cuento o discurso histórico, sondeaba a mis ilustres profe-
sores sobre la utilidad de estudiar “lo que fue” para la vida comu-
nitaria de hoy. El maestro Ramón Iglesias decía: “No creo que el
historiador pueda jugar un papel decisivo en la vida social, pero sí
un papel importante. La historia no es puramente un objeto de lujo”.
Recuerdo vagamente que al doctor Silvio Zavala no le caía bien la
pregunta aunque siempre la contestaba con la fórmula de Dilthey:
“sólo la historia puede decir lo que el hombre sea”. Historia = Antro-
pología. El maestro José Miranda sentenció en uno de sus arran-
ques de escepticismo: “El conocimiento histórico no sirve para
resolver los problemas del presente; no nos inmuniza contra las
atrocidades del pasado; no enseña nada; no evita nada; desde el
punto de vista práctico vale un comino”. Para él la historia era un
conocimiento legítimo e inútil igual que para don Silvio.

GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ, Luis. Todo Es Historia, Cal y Arena, México, 1989, p. 15.

117
A CRISTO CRUCIFICADO

No me mueve, mi Dios, para quererte


el cielo1l que me tienes prometido,2l
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.3llI

Tú me mueves, Señor,4l muéveme el verte


clavado en esa cruz y escarnecido,5l
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,6l
muévenme tus afrentas y tu muerte.7llII

Muéveme en fin tu amor, de tal manera8l


que9¶ aunque no hubiera cielo10l yo te amara9l
y11¶ aunque no hubiera infierno12l te temiera.11llIII

No me tienes que dar13l porque te quiera,14l


pues15¶ aunque16¶ lo que espero17l no esperara16l
lo mismo que te quiero18l te quisiera.15llIV

Fray Miguel de Guevara

MONTES DE OCA, Francisco. Poesía Mexicana, Porrúa, México, 1971, p. 9.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada ad-


jetiva especificativa de “cielo” (1). 3 Oración coordinada copu-
lativa con (1).
CLÁUSULA II. 4, 5, 6, y 7 Oraciones independientes, coordi-
nadas copulativas, formalmente yuxtapuestas.
CLÁUSULA III. 8 Oración principal. 9 Oración subordinada
adverbial consecutiva de (8). 10 Oración subordinada adverbial
concesiva de (9). 11 Oración coordinada copulativa con (9). 12
Oración subordinada adverbial concesiva de (11).

118
CLÁUSULA IV. 13 Oración principal. 14 Oración subordinada
adverbial final de (13). 15 Oración subordinada adverbial causal de
(13). 16 Oración subordinada adverbial concesiva de (15). 17 Ora-
ción subordinada sustantiva objetiva de (16). 18 Oración subordi-
nada adverbial comparativa de igualdad de (15).

119
¿CUÁL ES LA ETERNIDAD DE TODA COSA?

¿Cuál es la eternidad de toda cosa


si el espacio que ocupa se vacía?
¿Cuál es su eternidad, si muere un día
lo que fuera presencia milagrosa?

¿Dónde está lo que ayer fuera la rosa


y dónde el aire que la sostenía?
¿Y el color y el dibujo que tenía?
¿Y dónde su fragancia deliciosa?

Ni la forma quedó, ni el contenido.


Sólo tengo de ti lo que es ausencia,
lo que termina, lo que está perdido.

Nada que me reviva tu existencia…


Y al faltarle a los ojos tu presencia,
lo que fue puro amor hoy es olvido.

Alí Chumacero

MONTES DE OCA, Francisco. Poesía Mexicana, Porrúa, México, 1971, p. 362.

120
CONDENA POR CRUELDAD DISIMULADA
EL ALIVIO QUE LA ESPERANZA DA

Diuturna enfermedad de la esperanza1l


que así entretienes mis cansados años2l
y en el fiel de los bienes y los daños
tienes en equilibrio la balanza;3l

que siempre suspendida en la tardanza


de inclinarse, no dejan tus engaños4l
que lleguen a excederse en los tamaños
la desesperación o la confianza:5llI

¿quién te ha quitado el nombre de homicida,6l


pues lo eres más severa,7l si se advierte8l
que suspendes el alma entretenida9l

y entre la infausta o la felice suerte


no lo haces tú por conservar la vida
sino por dar más dilatada muerte?10llII

Sor Juana Inés de la Cruz

MONTES DE OCA, Francisco. Poesía Mexicana, Porrúa, México, 1971, p. 35.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Frase principal. 2 Oración subordinada adjetiva


especificativa de “enfermedad” (1). 3 Oración coordinada copulativa con
(2). 4 Oración subordinada adverbial causal de (3). 5 Oración subor-
dinada sustantiva objetiva de (4).
CLÁUSULA II. 6 Oración principal. 7 Oración subordinada adver-
bial causal de (6). 8 Oración subordinada adverbial condicional de (6).
9 Oración subordinada sustantiva sujetiva de (8). 10 Oración coordi-
nada copulativa con (8).

121
PARA ENTONCES

Quiero morir cuando decline el día,


en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.

No escuchar en los últimos instantes,


ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz retira


sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven; antes que destruya


el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: “Soy tuya”,
aunque sepamos bien que nos traiciona.

Manuel Gutiérrez Nájera

MONTES DE OCA, Francisco. Poesía Mexicana, Porrúa, México, 1971, p. 186.


APÉNDICE

En este apartado aparecen, ya resueltos —en el nivel de la oración


compuesta—, todos los textos que en la parte de ejercicios están sin
analizar, con la misma secuencia, a fin de que tanto el profesor de
la materia como los alumnos puedan comprobar la adecuada apli-
cación de la metodología propuesta; por supuesto, hay que tener
siempre en cuenta que es factible el que ciertos enunciados admi-
tan más de una opción en el análisis.

Por lo demás, con este notable incremento de estructuras anali-


zadas, se evidencia aún más la gran riqueza, variedad y compleji-
dad sintáctica de la lengua literaria; al tiempo que se convalida el
procedimiento sugerido y se reconfirma nuestra hipótesis, sostenida
desde la primera edición de este Manual de Morfosintaxis, de que
entre habla viva —sobre todo en su expresión artística y creati-
va— y gramática —el modelo ideal— no hay oposición, sino
adecuación, mediante la aparición de un buen número de relacio-
nes interoracionales e interclausulares de prácticamente todos los
tipos.

[ 123 ]
124
Búsqueda y momentáneo hallazgo de nosotros mismos, el movi-
miento revolucionario transformó a México,1l lo hizo “otro”.2llI Ser
uno mismo es, siempre, llegar a ser ese otro3l que somos4l y que lle-
vamos escondido en nuestro interior, más que nada como prome-
sa o posibilidad de ser.5llII Así, en cierto sentido la Revolución ha
recreado a la nación;6l en otro, no menos importante, la ha exten-
dido a razas y clases7l que ni la Colonia ni el siglo XIX pudieron
incorporar.8llIII Pero, a pesar de su fecundidad extraordinaria, no fue
capaz de crear un orden vital9l que fuese, a un tiempo, visión del
mundo y fundamento de una sociedad realmente justa y libre.10llIV
La Revolución no ha hecho de nuestro país una comunidad o, si-
quiera, una esperanza de comunidad: un mundo11l en el que los
hombres se reconozcan en los hombres12l y en donde el “principio
de autoridad” —esto es: la fuerza,13¶ cualquiera que sea su origen
y justificación—14l ceda el sitio a la libertad responsable.13llV Cier-
to, ninguna de las sociedades conocidas ha alcanzado un estado
semejante.15llVI No es accidental, por otra parte,16l que no nos haya
dado una visión del hombre comparable a la del catolicismo colo-
nial o el liberalismo del siglo pasado.17llVII La Revolución es un
fenómeno nuestro, sí,18l pero muchas de sus limitaciones dependen
de circunstancias ligadas a la historia mundial contemporánea.19llVIII
La Revolución mexicana es la primera, cronológicamente, de
las grandes revoluciones del siglo XX.20llIX Para comprenderla
cabalmente es necesario verla como parte de un proceso general21l
y que aún no termina.22llX Como todas las revoluciones modernas,
la nuestra se propuso, en primer término, liquidar el régimen feu-
dal, transformar el país mediante la industria y la técnica, supri-
mir nuestra situación de dependencia económica y política y, en
fin, instaurar una verdadera democracia social.23llXI En otras pa-
labras: dar el salto24¶ que soñaron los liberales más lúcidos,25l
consumar efectivamente la Independencia y la Reforma, hacer de
México una nación moderna. 24llXII Y todo esto sin traicionar-
nos.26llXIII Por el contrario, los cambios nos revelarían nuestro ver-
dadero ser, un rostro a un tiempo conocido e ignorado, un rostro
nuevo a fuerza de sepultada antigüedad.27llXIV La Revolución iba

125
a inventar un México fiel a sí mismo.28llXV.

PAZ, Octavio. “Nuestros Días”, en El Laberinto de la Soledad, Fondo de Cultu-


ra Económica, México, 1983, pp. 156-157

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 y 2 Oraciones independientes, coordinadas


declarativas, formalmente yuxtapuestas.
CLÁUSULA II. 3 Oración principal. 4 Oración subordinada ad-
jetiva especificativa de “otro” (3). 5 Oración subordinada adjetiva
especificativa de “otro” (3) y oración coordinada copulativa con (4).
CLÁUSULA III. Coordinada ilativa con I y II. 6 y 7 Oraciones
principales, coordinadas distributivas. 8 Oración subordinada adje-
tiva especificativa de “razas” y “clases” (7).
CLÁUSULA IV. Coordinada adversativa restrictiva con III. 9
Oración principal. 10 Oración subordinada adjetiva especificativa
de “orden” (9).
CLÁUSULA V. 11 Oración principal. 12 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “mundo” (11). 13 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “mundo” (11) y oración coordinada copu-
lativa con (12). 14 Oración subordinada adverbial concesiva de (13).
CLÁUSULA VI. 15 Oración independiente.
CLÁUSULA VII. Coordinada distributiva con I, II, III, IV, V y VI.
16 Oración principal. 17 Oración subordinada sustantiva sujetiva de (16).
CLÁUSULA VIII. 18 y 19 Oraciones independientes, coordina-
das adversativas restrictivas.
CLÁUSULA IX. 20 Oración independiente.
CLÁUSULA X. 21 Oración principal. 22 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “proceso” (21).
CLÁUSULA XI. 23 Oración independiente.
CLÁUSULA XII. Coordinada declarativa con XI. 24 Oración
principal (elíptica). 25 Oración subordinada adjetiva especificati-
va de “salto” (24).
CLÁUSULA XIII. Coordinada copulativa con XII. 26 Oración

126
independiente (elíptica).
CLÁUSULA XIV. Coordinada adversativa exclusiva con XIII.
27 Oración independiente.
CLÁUSULA XV. 28 Oración independiente.

Había cumplido 21 años la última semana de enero,1l y era esbelto y

127
pálido,2l y tenía los párpados árabes y los cabellos rizados de su pa-
dre.3llI Era el hijo único de un matrimonio de conveniencia4l que no
tuvo un solo instante de felicidad,5l pero él parecía feliz con su padre6l
hasta que éste murió de repente, tres años antes,7l y siguió parecién-
dolo con la madre solitaria hasta el lunes de su muerte.8llII De ella he-
redó el instinto.9llIII De su padre aprendió desde muy niño el dominio
de las armas de fuego, el amor por los caballos y la maestranza de las
aves de presas altas,10l pero de él aprendió también las buenas artes del
valor y la prudencia.11llIV Hablaban en árabe entre ellos,12l pero no
delante de Plácida Linero13l para que no se sintiera excluida.14llV Nunca
se les vio armados en el pueblo,15l y la única vez16¶ que trajeron sus
halcones amaestrados17l fue para hacer una demostración de altanería
en un bazar de caridad.16llVI La muerte de su padre lo había forzado a
abandonar sus estudios al término de la escuela secundaria, para ha-
cerse cargo de la hacienda familiar.18llVII Por sus méritos propios, San-
tiago Nasar era alegre y pacífico, y de corazón fácil.19llVIII
El día20¶ en que lo iban a matar,21l su madre creyó20l que él se ha-
bía equivocado de fecha22l cuando lo vio vestido de blanco.23llIX “Le
recordé24l que era lunes”,25l me dijo.26llX Pero él le explicó27l que se
había vestido de pontifical28l por si tenía ocasión de besarle el ani-
llo al obispo.29llXI Ella no dio ninguna muestra de interés.30llXII
—Ni siquiera se bajará del buque31l —le dijo—.32llXIII Echará una
bendición de compromiso, como siempre,33l y se irá34l por donde
vino.35llXIV Odia a este pueblo.36llXV
Santiago Nasar sabía37l que era cierto,38l pero los fastos de la iglesia le
causaban una fascinación irresistible.39llXVI “Es como el cine”,40l me ha-
bía dicho alguna vez.41llXVII A su madre, en cambio, lo único42¶ que le in-
teresaba de la llegada del obispo43l era42l que el hijo no se fuera a mojar
en la lluvia,44l pues lo había oído estornudar45l mientras dormía.46llXVIII Le
aconsejó47l que llevara un paraguas,48l pero él le hizo un signo de adiós con
la mano49l y salió del cuarto.50llXIX Fue la última vez51l que lo vio.52llXX

GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Crónica de una Muerte Anunciada, La Oveja Ne-


gra y Diana, Bogotá y México, 1981, pp. 14-16.
ANÁLISIS GRAMATICAL

128
CLÁUSULA I. 1, 2 y 3 Oraciones independientes, coordinadas
copulativas.
CLÁUSULA II. 4 Oración principal. 5 Oración subordinada
adjetiva explicativa de “matrimonio” (4). 6 Oración coordinada ad-
versativa restrictiva con (4) y (5). 7 Oración subordinada adverbial
temporal de (6). 8 Oración coordinada copulativa con (6).
CLÁUSULA III. 9 Oración independiente.
CLÁUSULA IV. 10 y 11 Oraciones independientes, coordina-
das adversativas restrictivas (intensivas).
CLÁUSULA V. 12 y 13 Oraciones principales, coordinadas adver-
sativas restrictivas (13 elíptica). 14 Oración subordinada adverbial
final de (13).
CLÁUSULA VI. 15 y 16 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 17 Oración subordinada adjetiva especificativa de
“vez” (16).
CLÁUSULA VII. 18 Oración independiente.
CLÁUSULA VIII. 19 Oración independiente.
CLÁUSULA IX. 20 Oración principal. 21 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “día” (20). 22 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (20). 23 Oración subordinada adverbial temporal
de (22).
CLÁUSULA X. 24 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(26), formalmente yuxtapuesta. 25 Oración subordinada sustanti-
va objetiva de (24). 26 Oración principal.
CLÁUSULA XI. Coordinada adversativa restrictiva con IX y X.
27 Oración principal. 28 Oración subordinada sustantiva objetiva
de (27). 29 Oración subordinada adverbial causal de (28).
CLÁUSULA XII. 30 Oración independiente.
CLÁUSULA XIII. 31 Oración subordinada sustantiva objetiva
de (32), formalmente yuxtapuesta. 32 Oración principal.
CLÁUSULA XIV. 33 y 34 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 35 Oración subordinada adverbial locativa de (34).
CLÁUSULA XV. 36 Oración independiente.
CLÁUSULA XVI. 37 Oración principal. 38 Oración subordina-

129
da sustantiva objetiva de (37). 39 Oración coordinada adversativa
restrictiva con (37) y (38).
CLÁUSULA XVII. 40 Oración subordinada sustantiva objeti-
va de (41), formalmente yuxtapuesta. 41 Oración principal.
CLÁUSULA XVIII. Coordinada adversativa exclusiva con XVI
y XVII. 42 Oración principal. 43 Oración subordinada adjetiva es-
pecificativa de “lo único” (42). 44 Oración subordinada sustanti-
va predicativa de (42). 45 Oración subordinada adverbial causal de
(44). 46 Oración subordinada adverbial temporal de (45).
CLÁUSULA XIX. 47 Oración principal. 48 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (47). 49 Oración coordinada adversativa
restrictiva con (47) y (48). 50 Oración coordinada copulativa con
(49).
CLÁUSULA XX. 51 Oración principal. 52 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “vez” (51).

La civilización,1¶ que todo lo destruye,2l minó aquel prestigio 1l

130
que parecía inconmovible.3llI Primero llegaron a Comitán las pianolas4l
que hasta un niño podía hacer funcionar.5llII Después hubo una
epidemia de gramófonos6l que prescindían hasta de los ejecu-
tantes.7llIII
La estrella de Natalia se opacó.8llIV Su madurez vino a encon-
trarla inerme9l y su decadencia la hizo despeñarse hasta las leccio-
nes particulares.10llV
Sus alumnas eran hijas de las buenas familias, empobrecidas por
la Revolución y arruinadas definitivamente por el agrarismo.11llVI
Como no estaban ya en posibilidades de adquirir ningún aparato
moderno,12l se apegaron con fanatismo a unas tradiciones13l que, bien
contadas, se reducían a los rudimentos del solfeo, la letra redonda,
uniforme y sin ortografía y el bordado minucioso de iniciales sobre
pañuelos de lino.14llVII
La señorita Trujillo hacía hincapié en lo módico de las cuotas15l
que cobraba su academia.16llVIII A pesar de ello los parientes de las
discípulas regateaban con intransigencia,17l pagaban con retraso18l
o se endeudaban sin pena.19llIX
Lo exiguo de sus ganancias proporcionaba una doble satisfac-
ción a Natalia:20l mantenerse en la creencia21l de que no trabajaba,22l
sino de que se distraía para calmar sus nervios23l y, por otra parte,
ayudar al sostenimiento decoroso de una casa24l que no compartía
más que con otra hermana soltera, Julia,25l quien26¶ si hubiese sido
mayor27l no lo habría admitido nunca26l y28¶ si menor29l no lo habría
proclamado jamás.28llX

CASTELLANOS, Rosario. “Vals Capricho”, en Los Convidados de Agosto, Era,


México, 1991, pp. 31-32.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada


adjetiva explicativa de “civilización” (1). 3 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “prestigio” (1).
CLÁUSULA II. Coordinada distributiva con III. 4 Oración principal.

131
5 Oración subordinada adjetiva especificativa de “pianolas” (4).
CLÁUSULA III. Coordinada distributiva con II. 6 Oración princi-
pal. 7 Oración subordinada adjetiva especificativa de “gramófonos”
(6).
CLÁUSULA IV. 8 Oración independiente.
CLÁUSULA V. 9 y 10 Oraciones independientes, coordinadas
copulativas.
CLÁUSULA VI. 11 Oración independiente.
CLÁUSULA VII. 12 Oración subordinada adverbial causal de
(13). 13 Oración principal. 14 Oración subordinada adjetiva espe-
cificativa de “tradiciones” (13).
CLÁUSULA VIII. 15 Oración principal. 16 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “cuotas” (15).
CLÁUSULA IX. Subordinada adverbial concesiva de VIII. 17,
18 y 19 Oraciones independientes, coordinadas disyuntivas.
CLÁUSULA X. 20 Oración principal. 21 Oración subordinada
sustantiva apositiva de “satisfacción” (20) (implícita). 22 Oración
subordinada sustantiva adnominal de “creencia” (21). 23 Oración
subordinada sustantiva adnominal de “creencia” (21) y oración
coordinada adversativa exclusiva con (22). 24 Oración subordinada
sustantiva apositiva de “satisfacción” (20) (implícita) y oración co-
ordinada copulativa con (21) (reforzada con un nexo distributivo).
25 Oración subordinada adjetiva especificativa de “casa” (24). 26
Oración subordinada adjetiva explicativa de “Julia” (25). 27 Ora-
ción subordinada adverbial condicional de (26). 28 Oración coordi-
nada copulativa con (26). 29 Oración subordinada adverbial condi-
cional de (28) (elíptica).

Vine a Comala1l porque me dijeron2l que acá vivía mi padre, un tal Pe-

132
dro Páramo.3llI Mi madre me lo dijo.4llII Y yo le prometí5l que vendría
a verlo6l en cuanto ella muriera.7llIII Le apreté sus manos en señal8l de
que lo haría;9l pues ella estaba por morirse10l y yo en plan de prometerlo
todo.11llIV “No dejes de ir a visitarlo12l —me recomendó—.13llV Se lla-
ma de este modo y de este otro.14llVI Estoy segura15l de que le dará gusto
conocerte.”16llVII Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle17l que
así lo haría,18l y de tanto decírselo se lo seguí diciendo19l aun después
que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.20llVIII
Todavía antes me había dicho:21l
—No vayas a pedirle nada.22llIX Exígele lo nuestro.23llX Lo que
estuvo obligado a darme24l y nunca me dio…25llXI El olvido26¶ en
que nos tuvo,27l mi hijo, cóbraselo caro.26llXII
—Así lo haré, madre.28llXIII
Pero no pensé cumplir mi promesa.29llXIV Hasta ahora pronto que
comencé a llenarme de sueños,30l a darle vuelo a las ilusiones.31llXV
Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la
esperanza32l que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el mari-
do de mi madre.33llXVI Por eso vine a Comala.34llXVII

RULFO, Juan. Pedro Páramo, Fondo de Cultura Económica, México, 1964, p. 7.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada adver-


bial causal de (1). 3 Oración subordinada sustantiva objetiva de (2).
CLÁUSULA II. 4 Oración independiente.
CLÁUSULA III. Coordinada copulativa con II. 5 Oración princi-
pal. 6 Oración subordinada sustantiva objetiva de (5). 7 Oración su-
bordinada adverbial temporal de (6).
CLÁUSULA IV. 8 Oración principal. 9 Oración subordinada sustan-
tiva adnominal de “señal” (8). 10 Oración subordinada adverbial causal
de (8) y (9). 11 Oración coordinada copulativa con (10) (elíptica).
CLÁUSULA V. 12 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(13), formalmente yuxtapuesta. 13 Oración principal.
CLÁUSULA VI. 14 Oración independiente.

133
CLÁUSULA VII. 15 Oración principal. 16 Oración subordina-
da sustantiva adnominal de “segura” (15).
CLÁUSULA VIII. Coordinada ilativa con V, VI y VII. 17 Ora-
ción principal. 18 Oración subordinada sustantiva objetiva de “de-
cirle” (17). 19 Oración coordinada copulativa con (17). 20 Oración
subordinada adverbial temporal de (19), reforzada con un nexo in-
tensivo.
CLÁUSULA IX. 21 Oración principal. 22 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (21), formalmente yuxtapuesta.
CLÁUSULA X. 23 Oración independiente.
CLÁUSULA XI. Subordinada sustantiva objetiva de X. 24 y 25
Oraciones independientes, coordinadas copulativas.
CLÁUSULA XII. 26 Oración principal. 27 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “olvido” (26).
CLÁUSULA XIII. 28 Oración independiente.
CLÁUSULA XIV. Coordinada adversativa restrictiva con XIII.
29 Oración independiente.
CLÁUSULA XV. Subordinada adverbial temporal de XIV. 30
y 31 Oraciones independientes, coordinadas copulativas, formal-
mente yuxtapuestas (31 elíptica).
CLÁUSULA XVI. Coordinada copulativa con XV, reforzada
con un nexo ilativo. 32 Oración principal. 33 Oración subordinada
adjetiva especificativa de “esperanza” (32).
CLÁUSULA XVII. Coordinada ilativa con XVI. 34 Oración
independiente.

Ella, con su marido y sus hijos, se habían ido a vivir a otra parte

134
de la República.1llI
Una vez, por su negocio, tuve que ir precisamente a esa ciudad;2llII
cuando acabé3l lo que tenía que hacer el primer día,4l busqué en el
directorio el número de teléfono de ella5l y la llamé.6llIII Le dio mucho
gusto oír mi voz7l y me invitó a cenar.8llIV
La puerta tenía aldabón9l y se abría por medio de un cordel.10llV
Cuando entré en el vestíbulo,11l la vi a ella, al final de una escale-
ra, vestida con unos pantalones verdes muy entallados,12l en donde
guardaba lo mejor de su personalidad.13llVI Mientras yo subía la
escalera,14l nos mirábamos15l y ella me sonreía sin decir nada.16llVII
Cuando llegué a su lado,17l abrió los brazos,18l me los puso alrede-
dor del cuello19l y me besó.20llVIII Luego, me tomó de la mano21l y22¶
mientras yo la miraba estúpidamente,23l me condujo a través de un
patio, hasta la sala de la casa22l y allí, en un couch, nos dimos entre
doscientos y trescientos besos…24l hasta que llegaron sus hijos del
parque.25llIX Después, fuimos a darles de comer a los conejos.26llX

IBARGÜENGOITIA, Jorge. “La Mujer Que No”, en La Ley de Herodes, Joaquín Mor-
tiz, México, 1992, pp. 26-27.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración independiente.


CLÁUSULA II. 2 Oración independiente.
CLÁUSULA III. 3 Oración subordinada adverbial temporal de
(5). 4 Oración subordinada sustantiva objetiva de (3). 5 Oración
principal. 6 Oración coordinada copulativa con (5).
CLÁUSULA IV. 7 y 8 Oraciones independientes, coordinadas
copulativas.
CLÁUSULA V. 9 y 10 Oraciones independientes, coordinadas
copulativas.
CLÁUSULA VI. 11 Oración subordinada adverbial temporal de
(12). 12 Oración principal. 13 Oración subordinada adjetiva expli-
cativa de “pantalones” (12).
CLÁUSULA VII. 14 Oración subordinada adverbial temporal de

135
(15). 15 Oración principal. 16 Oración coordinada copulativa con
(15).
CLÁUSULA VIII. 17 Oración subordinada adverbial temporal
de (18). 18 Oración principal. 19 Oración coordinada copulativa
con (18), formalmente yuxtapuesta. 20 Oración coordinada copu-
lativa con (19).
CLÁUSULA IX. Coordinada distributiva con VIII. 21, 22 y 24
Oraciones principales, coordinadas copulativas. 23 Oración subor-
dinada adverbial temporal de (22). 25 Oración subordinada adver-
bial temporal de (24).
CLÁUSULA X. Coordinada distributiva con IX. 26 Oración
independiente.

No todo, sin embargo, es oscuro,1l ni todo resulta propicio a la cen-

136
sura o a la queja.2llI El acto de proporcionar libros de texto gratui-
tos a cuatro millones de escolares, puede ser el primer paso impor-
tante contra la carestía de la letra impresa.3llII Al menos los libros4¶
donde los niños aprenden las nociones primeras5l no servirán ya
para enriquecer a ignaros mercaderes ni empobrecer a padres de
familia.4llIII Es algo positivo.6llIV
Claro está7l que8¶ quienes lucran con los libros9l son los enemi-
gos de la medida8l porque,10¶ aparte de que les resta clientes in-
genuos,11l demuestra claramente10l que el producto puede ser más
barato.12llV Si los libros13¶ que la Secretaría de Educación propor-
ciona14l quedaran en manos de los mercaderes,13l éstos los vende-
rían a un precio por lo menos cuatro veces mayor que su costo.15llVI
Así sucede con los libros de texto de las escuelas universitarias.16llVII
Cuatro millones de niños han escapado a las cadenas de los vende-
dores17l y eso resulta benéfico,18l aunque, por otra parte, pueda
pensarse19l que son futuros clientes llamados a pagar un precio caro
por los teoremas y las fórmulas, los postulados, las hipótesis y los
alejandrinos.20llVIII De todos modos, es bueno21l que tan elevada
cantidad de libros sea distribuida entre los niños.22llIX Mañana, tal
vez, bajen los precios de los textos de Química y Anatomía, los
manuales de Álgebra y de Física. 23llX ¿Será cierta la esperan-
za?24llXI

ALVARADO, José. “Lucha contra la Carestía”, en Visiones Mexicanas y Otros Es-


critos, Fondo de Cultura Económica, México, 1985, pp. 95-96.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. Coordinada adversativa restrictiva. 1 y 2 Oracio-


nes independientes, coordinadas copulativas.
CLÁUSULA II. 3 Oración independiente.
CLÁUSULA III. 4 Oración principal. 5 Oración subordinada adje-
tiva especificativa de “libros” (4).
CLÁUSULA IV. 6 Oración independiente.
CLÁUSULA V. 7 Oración principal. 8 Oración subordinada

137
sustantiva sujetiva de (7). 9 Oración subordinada sustantiva suje-
tiva de (8). 10 Oración subordinada adverbial causal de (8). 11
Oración coordinada copulativa intensiva con (10). 12 Oración subor-
dinada sustantiva objetiva de (10).
CLÁUSULA VI. 13 Oración subordinada adverbial condicional
de (15). 14 Oración subordinada adjetiva especificativa de “libros”
(13). 15 Oración principal.
CLÁUSULA VII. 16 Oración independiente.
CLÁUSULA VIII. 17 y 18 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 19 Oración subordinada adverbial concesiva de (17)
y (18). 20 Oración subordinada sustantiva sujetiva de (19).
CLÁUSULA IX. Coordinada adversativa restrictiva con VIII. 21
Oración principal. 22 Oración subordinada sustantiva sujetiva de
(21).
CLÁUSULA X. 23 Oración independiente.
CLÁUSULA XI. 24 Oración independiente.

Cuando se acerca el fin ya no quedan imágenes

138
del recuerdo; sólo quedan palabras.
Jorge Luis Borges

Cuenta Estrabón1l que2¶ mientras Filipo y Olimpia celebraban en


Pella, capital de Macedonia, el nacimiento de Alejandro,3l Eróstrato
llegó al mundo en Éfeso, ciudad jónica dominada por el imperio
persa.2llI Los dos fueron pequeños e indefensos.4llII Uno abrió los
ojos entre los fastos de la corte.5llIII El otro fue engendrado por un
desconocido6l y sólo asistieron al parto unas cuantas vecinas de su
madre.7llIV Sin embargo, por caminos opuestos, ambos lograron la
inmortalidad.8llV
Adolescente, Eróstrato quiso aprender a montar.9llVI Tres veces
fue derribado.10llVII A la cuarta recibió una coz11l que le dejó en la
cara una cicatriz en forma de tea.12llVIII Aquel mismo día ofrecieron
a Filipo un caballo negro con una mancha blanca en la cabeza.13llIX
El rey lo encontró indómito.14llX
“Qué animal pierden por no saber manejarlo”,15l afirmó el prínci-
pe.16llXI “Increpas a tus mayores17l como si pudieras hacerlo mejor”,18l
respondió su padre.19llXII Alejandro acarició a Bucéfalo20l y montó en
él de un salto.21llXIII Caballo y jinete se perdieron en la distancia.22llXIV
Filipo se preocupó por la tardanza.23llXV Alejandro volvió tras alcan-
zar su meta.24llXVI El rey le dijo:25l “Ya no cabes en Macedonia.26llXVII
Busca un reino a la medida de tu grandeza.”27llXVIII
Como todos los hombres de su época, Alejandro y Eróstrato anhela-
ban la gloria.28llXIX Triunfo sobre la muerte, contra el resto de los mortales
y las humillaciones de aquí abajo, la gloria valía más29l que los placeres,30l
daba la eternidad negada a la efímera carne corruptible.31llXX
Alejandro tuvo como preceptor a Aristóteles.32llXXI Se aficionó a
la literatura, a la filosofía y a las ciencias.33llXXII La Ilíada fue el
libro34l que lo acompañó a todas partes.35llXXIII Homero predicaba la
paz.36llXXIV Alejandro vio en su poema una incitación para acabar con
el imperio enemigo de Grecia.37llXXV Antes de Alejandro los griegos
eran una serie de pueblos rivales sólo unificados por el odio a los
persas.38llXXVI
Eróstrato intentó triunfar como poeta dramático.39llXXVII La música

139
del verso se negaba a su oído.40llXXVIII Gastó el dinero de su madre
en escenificar una tragedia, “Polidecto en Sérifos”.41llXXIX Fueron
tantas las risas y las burlas42l que la representación tuvo que inte-
rrumpirse.43llXXX
A los dieciocho años Alejandro libró al lado de su padre la bata-
lla de Queronea44l y destruyó a la mejor unidad militar griega: la
Falange Sagrada de Tebas.45llXXXI Los helenos, con la sola excep-
ción de los espartanos, quedaron subordinados a los macedonios,46l
a quienes juzgaban casi bárbaros.47llXXXII Alejandro ascendió al tro-
no a los veinte años.48llXXXIII Reprimió las sublevaciones de Tracia e
Iliria49l y a los veintidós se lanzó a conquistar el imperio persa.50llXXXIV
El pretexto fue vengar la invasión de Grecia por Jerjes y el asesi-
nato de Filipo, así como civilizar a los bárbaros.51llXXXV

PACHECO, José Emilio. “La Noche del Inmortal”, en La Sangre de Medusa, Era,
México, 1990, pp. 27-28.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada sustan-


tiva objetiva de (1). 3 Oración subordinada adverbial temporal de (2).
CLÁUSULA II. 4 Oración independiente.
CLÁUSULA III. Coordinada distributiva con IV. 5 Oración inde-
pendiente.
CLÁUSULA IV. Coordinada distributiva con III. 6 y 7 Oracio-
nes independientes, coordinadas copulativas.
CLÁUSULA V. Coordinada adversativa restrictiva con III y IV.
8 Oración independiente.
CLÁUSULA VI. 9 Oración independiente.
CLÁUSULA VII. 10 Oración independiente.
CLÁUSULA VIII. Coordinada distributiva con VII. 11 Oración
principal. 12 Oración subordinada adjetiva especificativa de “coz”
(11).
CLÁUSULA IX. 13 Oración independiente.
CLÁUSULA X. 14 Oración independiente.

140
CLÁUSULA XI. 15 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(16), formalmente yuxtapuesta. 16 Oración principal.
CLÁUSULA XII. 17 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(19), formalmente yuxtapuesta. 18 Oración subordinada adverbial
comparativa de modo de (17). 19 Oración principal.
CLÁUSULA XIII. 20 y 21 Oraciones independientes, coordina-
das copulativas.
CLÁUSULA XIV. 22 Oración independiente.
CLÁUSULA XV. 23 Oración independiente.
CLÁUSULA XVI. 24 Oración independiente.
CLÁUSULA XVII. 25 Oración principal. 26 Oración subordi-
nada sustantiva objetiva de (25), formalmente yuxtapuesta.
CLÁUSULA XVIII. 27 Oración independiente.
CLÁUSULA XIX. 28 Oración independiente.
CLÁUSULA XX. 29 Oración principal. 30 Oración subordina-
da adverbial comparativa de superioridad de (29) (elíptica). 31 Ora-
ción coordinada copulativa con (29), formalmente yuxtapuesta.
CLÁUSULA XXI. 32 Oración independiente.
CLÁUSULA XXII. 33 Oración independiente.
CLÁUSULA XXIII. 34 Oración principal. 35 Oración subordi-
nada adjetiva especificativa de “libro” (34).
CLÁUSULA XXIV. 36 Oración independiente.
CLÁUSULA XXV. 37 Oración independiente.
CLÁUSULA XXVI. 38 Oración independiente.
CLÁUSULA XXVII. 39 Oración independiente.
CLÁUSULA XXVIII. 40 Oración independiente.
CLÁUSULA XXIX. 41 Oración independiente.
CLÁUSULA XXX. 42 Oración principal. 43 Oración subordi-
nada adverbial consecutiva de (42).
CLÁUSULA XXXI. 44 y 45 Oraciones independientes, coordi-
nadas copulativas.
CLÁUSULA XXXII. 46 Oración principal. 47 Oración subor-
dinada adjetiva explicativa de “macedonios” (46).
CLÁUSULA XXXIII. 48 Oración independiente.
CLÁUSULA XXXIV. 49 y 50 Oraciones independientes, coor-

141
dinadas copulativas.
CLÁUSULA XXXV. 51 Oración independiente.

Y me fui, señor, a caminar mi vida.1llI Y vi2l que todos los caminos es-

142
taban llenos con las huellas de mis pies.3llII ¡Cuánto se camina!4llIII
¡Cuánto se rodea!5llIV Y todo para nada o para encontrar una mañana
a su hijito tirado en la milpa con la cabeza rota por los máuseres y la
sangre saliéndole por la boca.6llV No lloré, señor.7llVI Si el pobre empe-
zara a llorar,8l sus lágrimas ahogarían al mundo,9l porque motivo para
llanto son todos los días.10llVII Ya me dará Dios lugar para llorar,11l me
estaba yo diciendo,12l cuando me vi13l que estaba en el corredor de mi
casa esperando la vuelta de mi hijita Severina.14llVIII La lumbre estaba
apagada15l y los perros estaban ladrando16l como ladran en la noche,17l
cuando las piedras cambian de lugar.18llIX Recordé19l que mis hijos se
habían ido con su papá a la peregrinación del Día de la Cruz en Gue-
rrero20l y que no iban a volver hasta el día nueve.21llX Luego recordé22l
que Severina había ido a “El Capricho”.23llXI “¿Dónde fue mi hija24l que
no ha vuelto?”25llXII Miré el cielo26l y vi27l cómo las estrellas iban a la
carrera.28llXIII Bajé mis ojos29l y me hallé con los de Severina,30l que
me miraban tristes desde un pilar.31llXIV
—Aquí tiene su refresco32l —me dijo con una voz33l en la que
acababan de sembrar a la desdicha.34llXV
Me alcanzó la botella de refresco35l y fue entonces36l cuando vi37l
que su mano estaba hinchada38l y que el anillo no lo llevaba.39llXVI
—¿Dónde está tu anillo, hija?40llXVII
—Acuéstese, mamá.41llXVIII
Se tendió en su camita con los ojos abiertos.42llXIX Yo me tendí
junto a ella.43llXX La noche pasó larga44l y mi hijita no volvió a usar
la palabra en muchos días.45llXXI Cuando Gabino llegó con los mucha-
chos,46l Severina ya empezaba a secarse.47llXXII

GARRO, Elena. “El Anillo”, en La Semana de Colores, Grijalbo, México, 1989,


pp. 115-116.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. Coordinada copulativa. 1 Oración indepen-


diente.
CLÁUSULA II. Coordinada copulativa con I. 2 Oración princi-

143
pal. 3 Oración subordinada sustantiva objetiva de (2).
CLÁUSULA III. 4 Oración independiente.
CLÁUSULA IV. 5 Oración independiente.
CLÁUSULA V. Coordinada copulativa con III y IV: 6 Oración
indeopendiente (elíptica).
CLÁUSULA VI. 7 Oración independiente.
CLÁUSULA VII. 8 Oración subordinada adverbial condicional
de (9). 9 Oración principal. 10 Oración subordinada adverbial cau-
sal de (9).
CLÁUSULA VIII. 11 Oración subordinada sustantiva objetiva
de (12), formalmente yuxtapuesta. 12 Oración principal. 13 Oración
subordinada adverbial temporal de (12). 14 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (13).
CLÁUSULA IX. 15 y 16 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 17 Oración subordinada adverbial modal de (16). 18
Oración subordinada adverbial temporal de (17).
CLÁUSULA X. 19 Oración principal. 20 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (19). 21 Oración subordinada sustantiva ob-
jetiva de (19) y oración coordinada copulativa con (20).
CLÁUSULA XI. Coordinada distributiva con X. 22 Oración
principal. 23 Oración subordinada sustantiva objetiva de (22).
CLÁUSULA XII. 24 Oración principal. 25 Oración subordina-
da adjetiva especificativa de “hija” (24).
CLÁUSULA XIII. 26 y 27 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 28 Oración subordinada sustantiva objetiva de (27).
CLÁUSULA XIV. 29 y 30 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 31 Oración subordinada adjetiva explicativa de “los
(ojos)” (30).
CLÁUSULA XV. 32 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(33), formalmente yuxtapuesta. 33 Oración principal. 34 Oración
subordinada adjetiva especificativa de “voz” (33).
CLÁUSULA XVI. 35 y 36 Oraciones principales, coordinadas
copulativas. 37 Oración subordinada adverbial temporal de (36). 38
Oración subordinada sustantiva objetiva de (37). 39 Oración subor-
dinada sustantiva objetiva de (37) y oración coordinada copulativa

144
con (38).
CLÁUSULA XVII. 40 Oración independiente.
CLÁUSULA XVIII. 41 Oración independiente.
CLÁUSULA XIX. 42 Oración independiente.
CLÁUSULA XX. 43 Oración independiente.
CLÁUSULA XXI. 44 y 45 Oraciones independientes, coordi-
nadas copulativas.
CLÁUSULA XXII. 46 Oración subordinada adverbial tempo-
ral de (47). 47 Oración principal.

Cierro los ojos1l y veo una bandada de pájaros.2llI La visión dura un

145
segundo3l o acaso menos;4llII no sé5l cuántos pájaros vi.6llIII ¿Era defi-
nido o indefinido su número?7llIV El problema involucra el de la exis-
tencia de Dios.8llV Si Dios existe,9l el número es definido,10l porque Dios
sabe11l cuántos pájaros vi.12llVI Si Dios no existe,13l el número es inde-
finido,14l porque nadie pudo llevar la cuenta.15llVII En tal caso, vi menos
de diez pájaros16¶ (digamos)17l y más de uno,16l pero no vi nueve, ocho,
siete, seis, cinco, cuatro, tres o dos pájaros.18llVIII Vi un número entre diez
y uno,19l que no es nueve, ocho, siete, seis, cinco, etcétera.20llIX Ese núme-
ro entero es inconcebible;21l ergo, Dios existe.22llX

BORGES, Jorge Luis. “Argumentum Ornithologicum”, en El Hacedor, Alianza,


Madrid, 1984, p. 27.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 y 2 Oraciones independientes, coordinadas


copulativas.
CLÁUSULA II. 3 y 4 Oraciones independientes, coordinadas
disyuntivas (4 elíptica).
CLÁUSULA III. 5 Oración principal. 6 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (5).
CLÁUSULA IV. 7 Oración independiente.
CLÁUSULA V. 8 Oración independiente.
CLÁUSULA VI. 9 Oración subordinada adverbial condicional
de (10). 10 Oración principal. 11 Oración subordinada adverbial
causal de (10). 12 Oración subordinada sustantiva objetiva de (11).
CLÁUSULA VII. 13 Oración subordinada adverbial condicional
de (14). 14 Oración principal. 15 Oración subordinada adverbial
causal de (14).
CLÁUSULA VIII. Coordinada ilativa con VII. 16 y 18 Oraciones
independientes, coordinadas adversativas restrictivas. 17 Oración
independiente (incrustada).
CLÁUSULA IX. 19 Oración principal. 20 Oración subordinada
adjetiva explicativa de “número” (19).
CLÁUSULA X. 21 y 22 Oraciones independientes, coordinadas

146
ilativas.

Cuando iniciaba la carrera de historia en El Colegio de México1l

147
parientes y amigos me preguntaban2l ¿para qué sirve3l lo que estu-
dias?4llI Como yo no sabía contestar5l para qué servía una de las
profesiones más viejas y hermosas del mundo,6l pues la había esco-
gido por mera afición al cuento o discurso histórico,7l sondeaba a
mis ilustres profesores sobre la utilidad de estudiar8¶ “lo que fue”9l
para la vida comunitaria de hoy.8llII El maestro Ramón Iglesias
decía:10l “No creo11l que el historiador pueda jugar un papel deci-
sivo en la vida social,12l pero sí un papel importante.13llIII La historia
no es puramente un objeto de lujo”.14llIV Recuerdo vagamente15l
que al doctor Silvio Zavala no le caía bien la pregunta16l aunque
siempre la contestaba con la fórmula de Dilthey:17l “sólo la histo-
ria puede decir18l lo que el hombre sea”. 19llV Historia=Antro-
pología.20llVI El maestro José Miranda sentenció en uno de sus arran-
ques de escepticismo:21l “El conocimiento histórico no sirve para
resolver los problemas del presente;22l no nos inmuniza contra las
atrocidades del pasado;23l no enseña nada;24l no evita nada;25l des-
de el punto de vista práctico vale un comino”.26llVII Para él la his-
toria era un conocimiento legítimo e inútil27l igual que para don
Silvio.28llVIII

GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ, Luis. Todo Es Historia, Cal y Arena, México, 1989, p. 15.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración subordinada adverbial temporal de


(2). 2 Oración principal. 3 Oración subordinada sustantiva objetiva
de (2). 4 Oración subordinada sustantiva sujetiva de (3).
CLÁUSULA II. 5 Oración subordinada adverbial causal de (8).
6 Oración subordinada sustantiva objetiva de (5). 7 Oración subordinada
adverbial causal de (5). 8 Oración principal. 9 Oración subordinada
sustantiva objetiva de “estudiar” (8).
CLÁUSULA III. 10 Oración principal. 11 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (10). 12 Oración subordinada sustantiva objetiva
de (11). 13 Oración coordinada adversativa restrictiva con (12)
(elíptica).

148
CLÁUSULA IV. 14 Oración independiente.
CLÁUSULA V. 15 Oración principal. 16 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (15). 17 Oración subordinada adverbial
concesiva de (16). 18 Oración subordinada sustantiva apositiva de
“fórmula de Dilthey” (17). 19 Oración subordinada sustantiva
objetiva de (18).
CLÁUSULA VI. 20 Oración independiente (elíptica).
CLÁUSULA VII. 21 Oración principal. 22 Oración subordinada
sustantiva objetiva de (21), formalmente yuxtapuesta. 23 Oración
subordinada sustantiva objetiva de (21), formalmente yuxtapuesta.
24 Oración subordinada sustantiva objetiva de (21), formalmente
yuxtapuesta. 25 Oración subordinada sustantiva objetiva de (21),
formalmente yuxtapuesta. 26 Oración subordinada sustantiva
objetiva de (21), formalmente yuxtapuesta. (22, 23, 24, 25 y 26
oraciones coordinadas copulativas, formalmente yuxtapuestas.)
CLÁUSULA VIII. 27 Oración principal. 28 Oración subordinada
adverbial comparativa de igualdad de (27) (elíptica).

149
¿CUÁL ES LA ETERNIDAD DE TODA COSA?

¿Cuál es la eternidad de toda cosa1l


si el espacio2¶ que ocupa3l se vacía?2llI
¿Cuál es su eternidad,4l si muere un día5l
lo que fuera presencia milagrosa?6llII

¿Dónde está7l lo que ayer fuera la rosa8l


y dónde el aire9l que la sostenía?10llIII
¿Y el color y el dibujo11l que tenía?12llIV
¿Y dónde su fragancia deliciosa?13llV

Ni la forma quedó,14l ni el contenido.15llVI


Sólo tengo de ti16l lo que es ausencia,17l
lo que termina,18l lo que está perdido.19llVII

Nada20l que me reviva tu existencia…21llVIII


Y al faltarle a los ojos tu presencia,22¶
lo que fue puro amor23l hoy es olvido.22llIX

Alí Chumacero.

MONTES DE OCA, Francisco. Poesía Mexicana, Porrúa, México, 1971, p. 362.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA. I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada


adverbial condicional de (1). 3 Oración subordinada adjetiva espe-
cificativa de “espacio” (2).
CLÁUSULA II. 4 Oración principal. 5 Oración subordinada
adverbial condicional de (4). 6 Oración subordinada sustantiva
sujetiva de (5).
CLÁUSULA III. 7 Oración principal. 8 Oración subordinada sustan-
tiva sujetiva de (7). 9 Oración coordinada copulativa con (7) (elípti-
ca).10 Oración subordinada adjetiva especificativa de “aire” (9).

150
CLÁUSULA IV. Coordinada copulativa con III. 11 Oración princi-
pal (elíptica). 12 Oración subordinada adjetiva especificativa de
“color” y “dibujo” (11).
CLÁUSULA V. Coordinada copulativa con IV. 13 Oración inde-
pendiente (elíptica).
CLÁUSULA VI. 14 y 15 Oraciones independientes, coordina-
das copulativas (15 elíptica).
CLÁUSULA VII. 16 Oración principal. 17 Oración subordina-
da sustantiva objetiva de (16). 18 Oración subordinada sustantiva
objetiva de (16). 19 Oración subordinada sustantiva objetiva de
(16). (17, 18 y 19 Oraciones coordinadas copulativas, formalmente
yuxtapuestas.)
CLÁUSULA VIII. 20 Oración principal (elíptica). 21 Oración
subordinada adjetiva especificativa de “nada” (20).
CLÁUSULA IX. Coordinada copulativa con VIII. 22 Oración
principal. 23 Oración subordinada sustantiva sujetiva de (22).

151
PARA ENTONCES

Quiero morir1¶ cuando decline el día2l


en alta mar y con la cara al cielo,1l
donde parezca sueño la agonía3l
y el alma un ave4l que remonta el vuelo.5llI

No escuchar en los últimos instantes,


ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.6llII

Morir7l cuando la luz retira


sus áureas redes de la onda verde,8l
y ser como ese sol9¶ que lento expira:10l
algo muy luminoso9l que se pierde.11llIII

Morir,12l y joven;13l antes que destruya


el tiempo aleve la gentil corona,14l
cuando la vida dice aún:15l “Soy tuya”,16l
aunque sepamos bien17l que nos traiciona.18llIV

Manuel Gutiérrez Nájera.

MONTES DE OCA, Francisco. Poesía Mexicana, Porrúa, México, 1971, p. 186.

ANÁLISIS GRAMATICAL

CLÁUSULA I. 1 Oración principal. 2 Oración subordinada adver-


bial temporal de (1). 3 Oración subordinada adverbial locativa de
(1). 4 Oración coordinada copulativa con (3) (elíptica). 5 Oración
subordinada adjetiva especificativa de “ave” (4).
CLÁUSULA II. 6 Oración independiente (elíptica).
CLÁUSULA III. 7 Oración principal (elíptica). 8 Oración subor-
dinada adverbial temporal de (7). 9 Oración coordinada copulativa

152
con (7) (elíptica). 10 Oración subordinada adjetiva especificativa
de “sol” (9). 11 Oración subordinada adjetiva especificativa de
“algo” (9).
CLÁUSULA IV. 12 y 13 Oraciones principales, coordinadas
copulativas (elípticas). 14 Oración subordinada adverbial tempo-
ral de (12) y (13). 15 Oración subordinada adverbial temporal de
(12) y (13). 16 Oración subordinada sustantiva objetiva de (15), for-
malmente yuxtapuesta. 17 Oración subordinada adverbial concesiva
de (15) y (16). 18 Oración subordinada sustantiva objetiva de (17).

153
BIBLIOGRAFÍA

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158
ÍNDICE

DATOS ACERCA DE LA AUTORA 5

PREFACIO 11

PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN 15

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN 17

PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN 21

PRINCIPIOS GENERALES
Importancia del estudio de la Gramática 23
El concepto de oración 26
Las categorías morfofuncionales o partes de la oración 28
Las perífrasis verbales 35
Clasificación y nomenclatura de las oraciones simples 38
El sujeto y el predicado 42
El vocativo 46
Los distintos usos del pronombre se 47
La oración compuesta 54
Clasificación de las oraciones compuestas 56
Una nota acerca de los enlaces extraoracionales 69
Esquema de las Partes de la Oración 73
Esquema de Clasificación Funcional 74
Esquema de Nexos 76
Notas 77

[ 159 ] 159
EJERCICIOS PRÁCTICOS
Metodología 81
Octavio Paz 83
Gabriel García Márquez 87
Rosario Castellanos 90
Juan Rulfo 94
Jorge Ibargüengoitia 97
José Alvarado 101
José Emilio Pacheco 104
Carlos Fuentes 109
Elena Garro 111
Mario Benedetti 112
Jorge Luis Borges 114
Ignacio Manuel Altamirano 115
Luis González y González 117
Fray Miguel de Guevara 118
Alí Chumacero 120
Sor Juana Inés de la Cruz 121
Manuel Gutiérrez Nájera
122

APÉNDICE 123

BIBLIOGRAFÍA 155

ÍNDICE 159

160
Esta tercera edición de Manual de Morfo-
sintaxis, de Nicolina G. Altieri Fernán-
dez, se terminó de imprimir en el mes de
julio de 2002 en los talleres de la Edito-
rial DUCERE, S.A. de C.V., con domicilio
en Rosa Esmeralda 3 bis, colonia Moli-
no de Rosas, en la Ciudad de México,
D.F., teléfono 56 80 22 35.
La composición tipográfica y el cuida-
do de la edición estuvieron a cargo de la
autora y de Víctor Jaime Medina Urízar.
La tirada consta de 1000 ejemplares más
sobrantes para reposición.

161
El mayor mérito del Manual de Morfosintaxis
de Nicolina G. Altieri Fernández es el de
presentar una lengua viva, dinámica, a la que se
le pueden desentrañar sus misterios al hacer
conscientes los mecanismos que la estructuran y
le permiten ser; al poner en juego formas y
categorías gramaticales, que relacionadas —ya
en oraciones simples, ya en oraciones
compuestas— funcionan de diversas maneras y
con variados significados; en fin, en todas
aquellas relaciones que la lengua permite y que
se muestran con ejemplos tomados de textos de
Paz, Chumacero, Sor Juana y otros catorce
autores latinoamericanos. En suma, cumple
cabalmente con sus objetivos y con el propio
significado de su nombre, Manual: “fácil de
manejar”. Sin más, puede tomársele como
pórtico de entrada a problemas más complejos
de la lengua española y de sus relaciones
morfosintácticas.

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