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ARMAS MARCELO,
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Emilio González Déniz, Sala Ámbito de El Corte Inglés. Las Palmas de G.C. 16 de mayo de 2014
pequeño pueblo de Birán, en la Cuba más genuinamente postcolonial,
vino a nacer Fidel Castro Ruz, que a los 14 años fue llevado a estudiar a
La Habana, al otro extremo de la isla, pero que nunca perdió esa
retranca oriental, dicen que gallega por su ascendencia paterna. Tenía
ancestros canarios a través de su madre, pero como solo se conocía su
primer apellido en las noticias del comienzo de la revolución, los de mi
pueblo, que son muy dados a adjudicarse cunas y paternidades, decían
que era familia de los Castro isleños, lo mismo que aseguraban
incorrectamente ser paisanos de Juan Negrín, e incluso oí afirmar en mi
niñez que en mi pueblo nació el tipo que mató a Lenin, que había
viajado a Rusia con la División Azul y que era conocido como Rasputín.
Es evidente que para la gente de mi pueblo documentos, fechas y datos
históricos son menudencias de gente muy tiquis-miquis.
Pero esa retranca, que yo creo más gallega que canaria, es en buena
medida la que ayudó a Fidel a marcar la distancia y convertirlo en un
ser alado, bien es cierto que los de Granma tuvieron buenos maestros en
los de Pravda para forjar el culto a la personalidad desde una voz única
y excluyente, aunque parece ser que un tal Goebbels y otro tal Queipo
de Llano también sabían mucho de crear mitos con pies de barro desde
la repetición atosigante del mismo mensaje dicho de mil maneras. Y ese
Fidel que es el dios oriental que descendió sobre La Habana, ya
apuntaba maneras en Sierra Maestra, y el destino (vamos a llamarlo
destino para no forzar) hizo desaparecer con cierta premura a los Che
Guevaras y Camilos Cienfuegos que podrían hacerle sombra, y cuando
el destino necesitaba ayuda, pues se le ayudaba, como ocurrió con
Arnaldo Ochoa y Tony de la Guardia.
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Emilio González Déniz, Sala Ámbito de El Corte Inglés. Las Palmas de G.C. 16 de mayo de 2014
acusan de contrarrevolucionario al gran Lezama Lima porque escribía
“raro” y eso no cuadraba con el realismo socialista. Se enquistan en una
creencia a la que les da pereza analizar, porque seguramente es más
cómodo seguir en la ceguera para la que están bien entrenados,
amparados en la tremenda coartada del exterior, que los marcó desde el
principio en Playa Girón y en la crisis de los misiles de octubre de 1962.
Da igual que sea muy evidente lo que ocurre con los “marielitos”, los
Ochoa o los Padilla. Y eso que el proceso a Heberto Padilla significó un
antes y un después del idilio de los intelectuales internacionales de
prestigio con la revolución cubana: Susan Sontang, Juan Goytisolo,
Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y sobre todo, lo que
más dolió fue el distanciamiento de Simone de Beauvoir y Jean-Paul
Sartre, hasta entonces, 1971, paladines externos del castrismo.
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Emilio González Déniz, Sala Ámbito de El Corte Inglés. Las Palmas de G.C. 16 de mayo de 2014
Juancho es un centrocampista de la escritura, y por ello puede
organizar, bajar a defender y subir al gol. Es tan clásico que finalmente
resulta ultramoderno, y lo mismo puede armar un diálogo sosegado y
profundo, como el que entablan en su ficción Miranda y Bolívar, que
sigue una línea casi detectivesca cuando se mueve por el doble fondo
de la dictadura de Pinochet. ¿Qué iba a hacer con Fidel Castro? ¿Una
novela con dictador, siguiendo la estela de Asturias, Gabo, Roa Bastos,
Vargas Llosa y el referente inicial de Valle-Inclán?
Pues lo mismo le habría salido otro Tirano Banderas muy versado en los
cuadernos de Marta Harnecker. Y utilizó un recurso muy sinuoso en el
que Castro no está nunca y está siempre. Es una novela con Fidel pero
sin él, no le da voz porque seguramente es mejor solución que el
Comandante hable por los hechos. Hay un pasaje de la novela en la que
aparece el propio Juancho, ironizando sobre sí mismo, supongo que
presumiendo de mestizo como lo hizo con un taxista mulato de otra isla
caribeña, que, sorprendido por la transparencia de su piel le dijo
aquello de “¿mestizo? Pero si es usté blanquito del tó. ¿Dónde se ha
visto un mestizo blanco?”.
Y para ello utiliza una estructura aparentemente muy sencilla, pero que
es muy compleja, porque se combinan el monólogo dramático con la
narración en primera persona, que a veces deja dialogar a terceras voces
y a menudo se vuelve hacia adentro en monólogos interiores, sobre
todo inducidos por Darsy Galarza, una psiquiatra a la que envía Raúl al
narrador, tal vez para que lo reeduque, porque ella es de la revolución,
pero menos. Y así se va definiendo la personalidad del que cuenta, un
testigo excepcional que lo ha visto todo y no ha querido pensar nada,
pero que ahora, ya jubilado y en el papel de taxista chivato, empieza a
pensar porque, una vez más, la avisan que Fidel se ha muerto. También
hay ensoñaciones que funcionan como coros griegos y el sonsonete de
la voz de Mami, su esposa al teléfono, que es una especie de conciencia
realista.
Para hacer esto hay que saber jugar en muchas ligas, conocer a los
clásicos y beber no solo de sus mitos sino de sus procedimientos. Y esa
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apariencia frugal que tiene la novela, con ese cubaneo constante de los
personajes, con esa mamadera de gallo continental trasplantada a la
isla, contiene un diálogo cervantino entre la realidad del
desmoranamiento de una época, en el que la esposa del protagonista es
el Sancho Panza con ritmo de danzón.
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Emilio González Déniz, Sala Ámbito de El Corte Inglés. Las Palmas de G.C. 16 de mayo de 2014
es la duda, esa es la magnífica novela Réquiem habanero por Fidel cuya
lectura recomiendo porque es buena hasta para rebatirla. ¿Quieren que
les diga si Fidel Castro se murió, al menos al final de la novela? ¿Pero,
Mami, cómo va a morilse alguien que es inmoltal? ¡Gualtel, negrón, pero
si se murió hasta el Papa polaco que nos trajeron en el 98, y eso que
hablaba con Dios!
Pues a lo mejor sí… o no. Eso quien lo sabe seguro es la hija de Walter
Cepeda, coronel reti… Bueno, ¡la hija de Gualtel, carajo!, que anda la
niña por un cabaret de Barcelona bailándose el capitalismo con acordes
de blues yanqui. Pregúntenle… o, mejor, lean la novela.
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Emilio González Déniz, Sala Ámbito de El Corte Inglés. Las Palmas de G.C. 16 de mayo de 2014