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CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI

José Uveimar Muñoz


Ramiro Andrés Urbano
Daniel Francisco Melo
José Giovanni Pastuzan
Everth Marino Martinez

Pastoral Fundamental

Seminario Mayor los Sagrados Corazones.

San Juan de Pasto – Nariño

24 de Mayo de 2018
CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI

P. Milton Andrés Delgado

José Uveimar Muñoz


Ramiro Andrés Urbano
Daniel Francisco Melo
José Giovanni Pastuzan
Everth Marino Martinez

Pastoral Fundamental

Seminario Mayor los Sagrados Corazones.

San Juan de Pasto – Nariño

24 de Mayo de 2018
1. PREMISAS

La carta encíclica del Papa Francisco, “LAUDATO SI” es el llamado urgente para proteger
nuestra casa común. Además manifiesta la preocupación de unir a toda la familia. En ella
encontramos las siguientes premisas:

 Análisis de la realidad a la luz de los distintos saberes para ir a la raíz de la situación


crítica.

 Enriquecer ese análisis con las diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a
la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad, para construir una ecología que permita
sanar todo lo que se ha destruido.

 Apertura a un diálogo con todos para buscar juntos caminos de liberación.

 El papa ofrece las convicciones de la fe cristiana que conllevan grandes motivaciones


para el cuidado de la naturaleza y de las personas más frágiles. “Evangelio de la
creación”, a partir de los relatos bíblicos.

 Referencia muy profunda sobre la agenda ambiental, no desvincula ésta de una realidad
social, cultural, económica y política.
 Obligación moral de denunciar lo que a su juicio está afectando tanto a las actuales como
futuras generaciones. Las propuestas de solución presentadas tienen un carácter
integral.

 Una comunión universal: Siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del
universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia
universal, una comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde.

 Destino común de los bienes: Dios creó el mundo para todos. Todo planteamiento
ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos
fundamentales de los más débiles.

 Coherencia testimonial: No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás
seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y
preocupación por los seres humanos. Es necesaria una ecología integral (ambiental,
económica, social, cultural y de la vida cotidiana) que posibilite un cambio de rumbo,
una conversión ecológica.

2. MARCO CONTEXTUAL (REALIDAD)

Para analizar el marco contextual de la Carta Encíclica Laudato Si, es importante tener en
cuenta su mismo título. Esta frase, Laudato Si (Alabado Seas), refleja la famosa canción
“Cántico del Sol” de San Francisco de Asís, el santo patrono de la ecología. El subtítulo de la
encíclica, “Sobre el cuidado de la casa común”, se refiere a la Tierra como casa. Por lo cual,
la encíclica se ubica en una época donde se aprecia un verdadero deterioro del ecosistema
(de la casa común) un detrimento que afecta al hombre y la creación entera. Con su solo título,
se deja ver la urgente necesidad de tomar conciencia sobre el cuidado del Planeta Tierra, pues
es en este lugar donde vivimos, un sitio donde se necesita defender la naturaleza, la vida
animal y las reformas energéticas. Por este motivo, el papa Francisco realiza una crítica al
consumismo y al desarrollo irresponsable, con un alegato en favor de una acción mundial
rápida y unificada para combatir la degradación ambiental y el cambio climático.

Durante los últimos años el Magisterio ha ido profundizando en una verdadera aproximación
ecológica, buscando acompañar y dar una respuesta plenamente humana a uno de los
mayores signos de los tiempos. Exige “mirar la realidad con sinceridad” (Laudato Si 61) y llevar
adelante un cambio radical tanto personal como colectivo. Es un mensaje pastoral movido por
la esperanza en la capacidad de la humanidad de superar diferencias y actuar.

El texto de la encíclica papal, escrito con la ayuda de un gran equipo de teólogos, filósofos y
científicos, revela no sólo la gran autoridad moral del Papa Francisco, sino también su
completa familiaridad con muchos conceptos e ideas de la ciencia contemporánea.
Actualmente, una nueva concepción de la vida se ha convertido en la vanguardia de la ciencia
(una visión unificadora que integra las dimensiones biológicas, cognitivas, sociales y
ecológicas de la vida). En el mismo centro de esta nueva comprensión de la vida nos
encontramos con un profundo cambio en las metáforas: de ver el mundo como una máquina
hacia entenderla como una red. Esta nueva ciencia de la vida está siendo desarrollada ahora
por destacados investigadores y sus equipos alrededor todo el mundo. Sus conceptos e ideas
se integran en una gran síntesis en la Visión Sistémica de la Vida. O sea, la vida no se
comprende con elementos aislados, es necesario una buena relación con Dios, uno mismo,
los demás y el entorno.

El mismo papa Francisco presenta su evaluación de la situación del mundo, “lo que le está
pasando a nuestra casa”, dice. Hoy en día, existe un amplio consenso entre los estudiosos,
líderes comunitarios y activistas de que los principales problemas de nuestro tiempo (la
energía, el medio ambiente, el cambio climático, la inequidad, la violencia, la guerra, etc.) no
pueden entenderse de manera aislada. Son problemas sistémicos, lo que significa que están
todos interconectados y son interdependientes. El Papa Francisco está totalmente de acuerdo
con esta reflexión fundamental, lo podemos corroborar en algunos numerales de la Carta
Encíclica:

61. (…) los problemas del mundo no pueden analizarse ni explicarse de forma aislada.

139. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis
socio-ambiental.

175. La misma lógica que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al
calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza.

Al final de su amplio análisis sistémico y ético de la situación del mundo, el Papa Francisco
concluye que es necesario un consenso mundial para una acción eficaz; convocar y animar a
esta acción, es en cierta manera, darse cuenta de la realidad no tan buena en la que vivimos:

164. Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de países
aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una
agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes
de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover una gestión más adecuada
de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al agua potable.
3. MARCO PROSPECTIVO (IDEAL)

I. OBJETIVOS FUNDAMENTALES:
 « teniendo en cuenta las raíces éticas y espirituales de los problemas ambientales,
pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la
capacidad de compartir, en una ascesis que significa aprender a dar, y no simplemente
renunciar. Es un modo de amar, de pasar poco a poco de lo que yo quiero a lo que
necesita el mundo de Dios. Es liberación del miedo, de la avidez, de la dependencia»
Patriarca Bartolomé (No.9)
 El desafío de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la
familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral.(No. 13)

II. CONVERSIONES CONCRETAS DEL IDEAL


1. Una comunión universal: Paz, justicia y conservación de la creación
Siendo creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos unidos por lazos
invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos
mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde. (No 89)
2. Destino común de los bienes: perspectiva social de los bienes
Todo planteo ecológico debe incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los
derechos fundamentales de los más postergados. El principio de la subordinación de la
propiedad privada al destino universal de los bienes y, por tanto, el derecho universal a su uso
es una «regla de oro» del comportamiento social y el «primer principio de todo el ordenamiento
ético-social» (No 93)
3. La mirada de Jesús: creación redimida en camino hacia el Reino de Dios
Al final de los tiempos, cuando el Hijo entregue al Padre todas las cosas y «Dios sea todo en
todos» (1 Co 15,28), las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad
meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un
destino de plenitud y toda la creación vivirá en armonía con su creador. (No. 100

III. HACIA UNA ECOLOGÍA INTEGRAL.


1. Ecología ambiental, económica y social:
Es necesaria una ecología económica, donde «la protección del medio ambiente constituya
parte integrante del proceso de desarrollo». Como también la necesidad del humanismo, que
convoque a toda la humanidad hacia una mirada más integral e integradora del progreso. Hoy
el análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los problemas de la
sociedad. (No. 141)
2. Ecología cultural:
Junto con el patrimonio natural, hay un patrimonio histórico, artístico y cultural, igualmente
amenazado. La ecología también supone el cuidado de las riquezas culturales de la humanidad
en su sentido más amplio. (No. 145)
3. Ecología de la vida cotidiana:
Es necesario un nuevo orden social donde se promueva una calidad de vida para todo el
género humano, lo cual implica la relación de la vida del ser humano con la ley moral escrita
en su propia naturaleza, necesaria para poder crear un ambiente más digno. « Porque también
el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo»
Benedicto XVI (No. 155)
4. El principio del bien común:
El bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos
e inalienables ordenados a su desarrollo integral. Esto Requiere la paz social, es decir, la
estabilidad y seguridad de un cierto orden, que sea garantía de la justicia (No. 157).
5. Justicia entre las generaciones:
La creación es un don gratuito que recibimos y comunicamos. Es un préstamo que cada
generación recibe y debe transmitir a la generación siguiente. Además de la leal solidaridad
intergeneracional, es necesario reiterar la urgente necesidad moral de una renovada
solidaridad intergeneracional (No. 162)

IV. La necesidad de una educación y espiritualidad ecológica:


Los seres humanos pueden sobreponerse a los condicionamientos mentales y sociales que
les imponga el actual sistema consumista y volver a optar por el bien y regenerarse, mirarse
a sí mismos con honestidad, y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad. (No. 205)
La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, para crecer en
la solidaridad, la responsabilidad y el cuidado del medio ambiente, fundamentado en la
compasión del cristiano con respecto a la creación y a nivel general en una ética mundial, que
nos permita trabajar unidos en formar una consciencia ambiental que promueva una ecología
integral. (No. 210)
La crisis ecológica debe suscitar en todos una profunda conversión ecológica, que brota del
encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea, viviendo así la
vocación de ser protectores de la obra de Dios, para toda la humanidad (No. 217)

4. MARCO INTERPRETATIVO (DIAGNOSTICO)

El mundo está atravesando tal vez por una de sus peores etapas, a las guerras y el hambre
se le suma la crisis ecológica; estos signos de los tiempos, deben poner los diferentes estados
de vida en una misma sintonía frente a este grave problema. Entre las dificultades que el papa
analiza se encuentran:

 EI cambio climático: “El cambio climático es un problema global con graves


dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno
de los principales desafíos actuales para la humanidad” (25). Y aunque “el clima es un
bien común, de todos y para todos” (23), el impacto más grave de su alteración parece
recaer en los más pobres; pero muchos de los que “tienen más recursos y poder
económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o
en ocultar los síntomas” (26): “La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros
hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad
por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil” (25).

 Los escases del agua: El Papa afirma sin temor que “el acceso al agua potable y
segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la
sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás
derechos humanos”. Privar a los pobres del acceso al agua significa “negarles el
derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable” (30).

 La pérdida de la biodiversidad: “Cada año desaparecen miles de especies vegetales


y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, pérdidas
para siempre” (33).

 debilidad de las reacciones frente a los dramas de tantas personas y poblaciones.


Aunque no faltan ejemplos positivos” (58), señala “un cierto adormecimiento y una
alegre irresponsabilidad” (59). Faltan una cultura adecuada (53) y la disposición a
cambiar de estilo de vida, producción y consumo (59), a la vez que urge “crear un
sistema normativo que…asegure la protección de los ecosistemas” (53).

La raíz del problema fundamental de todos estos males que atañen la casa común, dice el
papa francisco, está en el antropocentrismo, en donde el hombre toma como idea principal sus
intereses individuales y su propia satisfacción sin pensar en las consecuencias de sus
apetencias:

“En la raíz de todo ello puede diagnosticarse en la época moderna un exceso de


antropocentrismo (116): el ser humano ya no reconoce su posición justa respecto al
mundo, y asume una postura autorreferencial, centrada exclusivamente en sí mismo y
su poder. De ello deriva una lógica “usa y tira” que justifica todo tipo de descarte, sea
éste humano o ambiental, que trata al otro y a la naturaleza como un simple objeto y
conduce a una infinidad de formas de dominio. Es la lógica que conduce a la explotación
infantil, el abandono de los ancianos, a reducir a otros a la esclavitud, a sobrevalorar las
capacidades del mercado para autorregularse, a practicar la trata de seres humanos, el
comercio de pieles de animales en vías de extinción, y de “diamantes ensangrentados”.
Es la misma lógica de muchas mafias, de los traficantes de órganos, del narcotráfico y
del descarte de niños que no responde al deseo de sus padres” (123).

5. MARCO OPERATIVO (CAMINO)

Para llegar al ideal de la carta encíclica se proponen unas líneas de acción y orientativas donde
afronta la pregunta sobre qué podemos y debemos hacer.

El dialogo con diferentes ámbitos internacionales

Los análisis no bastan: se requieren propuestas “de diálogo y de acción que involucren tanto
a cada uno de nosotros como a la política internacional” (15) y “que nos ayuden a salir de la
espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo” (163). Es imprescindible que
la construcción de caminos concretos no se afronte de manera ideológica, superficial o
reduccionista. Para ello es indispensable el diálogo, En la actualidad “Hay discusiones sobre
cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difícil alcanzar consensos, la Iglesia no
pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero necesario un debate
honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al
bien común” (188).
Se debe llevar a cabo “un acuerdo sobre los regímenes de gobernanza global para toda la
gama de los llamados “bienes comunes globales” (174), dado que “la protección ambiental no
puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es
uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de
promover adecuadamente”, por la tanto es mediante el dialogo como se logra la pretensión
integral de la casa común.

Se debe caminar con el desarrollo de procesos de decisión honestos y transparentes, para


poder “discernir” las políticas e iniciativas empresariales que conducen a un “auténtico
desarrollo integral” (185). En particular, el estudio del impacto ambiental de un nuevo proyecto
“requiere procesos políticos transparentes y sujetos al diálogo, mientras la corrupción, que
esconde el verdadero impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores, suele llevar a
acuerdos falsificados que evitan informar y debatir ampliamente” (182).

La educación y espiritualidad ecológica

Otro camino para llegar a el ideal que se propone en la encíclica es la educación y la formación
puesto que “todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo” (15). Deben
involucrarse los ambientes educativos, ante todo “la escuela, la familia, los medios de
comunicación, la catequesis” (213), para que nos que los futuros ciudadanos crezcan con la
conciencia del cuidado integral por la casa común.

El punto de partida de este camino es “apostar por otro estilo de vida” (203-208), que abra la
posibilidad de “ejercer una sana presión sobre quienes detentan el poder político, económico
y social” (206). Es lo que sucede cuando las opciones de los consumidores logran “modificar
el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los
patrones de producción” (206).

En este proceso no se puede minusvalorar la importancia de cursos de educación ambiental


capaces de cambiar los gestos y hábitos cotidianos, desde la reducción en el consumo de agua
a la separación de residuos o el “apagar las luces innecesarias” (211). “Una ecología integral
también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia,
del aprovechamiento, del egoísmo” (230). Todo ello será más sencillo si parte de una mirada
contemplativa que viene de la fe. “Para el creyente, el mundo no se contempla desde afuera
sino desde adentro, reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los
seres. Además, haciendo crecer las capacidades peculiares que Dios le ha dado, la conversión
ecológica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su entusiasmo” (220).

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