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HECHO HISTÓRICO

Se llama hecho histórico a la interpretación realizada, por los especialistas en Historia


acerca de algún suceso particular protagonizado por seres humanos y ocurrido en un lugar y
tiempo determinado. Por lo tanto, el hecho histórico no es el suceso en sí mismo, sino una
construcción intelectual hipotética, creada por el historiador a partir de datos de la realidad socio
y cultural que obtiene a través de las fuentes consultadas. Además para que un suceso sea digno
de ser estudiado y pueda transformarse en hecho histórico, debe cumplir con los siguientes
requisitos:

a) Relacionar un aspecto particular con respecto a un suceso sociocultural ocurrido en el


pasado.
b) Formar parte de un proceso de causa-efecto; ser efecto de un suceso anterior y causa de
uno posterior.
c) Tener relevancia, esto es utilizar categorías sociales complejas, como grupos, o conjuntos
integrantes de clases sociales, instituciones organizaciones, etc., o tratarse de
acontecimientos en los que intervengan personajes con poder político, económico o de
otro tipo.
d) Presentar la posibilidad de situarlo en un contexto o marco de referencia que permita
hacer todas las vinculaciones posibles con hechos de otra índole. Por ejemplo, si se trata
de un suceso político tal como un proceso electoral, se encuentra relacionado con los
indicadores demográficos, las expectativas socioeconómicas, las ideologías de partido,
etc.
e) Ser único e irrepetible, lo cual significa que no había ocurrido antes algo similar o de tal
magnitud, puesto que en la realidad social los acontecimientos aunque sean del mismo
tipo, no se dan nunca en circunstancias idénticas.
f) Tener impacto sobre una comunidad entera, país, región o en el ámbito mundial.
g) Estar lo suficientemente elejado del presente, de modo que pueda observarse su impacto
y sea analizado de la manera más imparcial posible. De otra manera, el estudio sobre un
acontecimiento del pasado inmediato quedaría en el ámbito de una simple crónica.
h) Propiciar la predicción científica. Aun cuando cada suceso de la realidad sociocultural es ú
irrepetible. Dado que las circunstancias en que ocurre nunca son idénticas, en la conducta
humana se pueden observar ciertas constantes y, por lo tanto, es posible establecer la
hipótesis de que si un hecho determinado, por ejemplo un movimiento social, ocurre en la
mayoría de las veces como efecto de una crisis económica, habrá una tendencia a que se
repita ese fenómeno aunque las circunstancias no sean exactamente las mismas.
Lo que la Historia puede darnos a conocer desde su punto de vista, no son hechos de
individuos aislados, ni hechos absolutamente individuales, sueltos, sino encadenamientos,
conjuntos de hechos, es decir estructuras configuradas de un modo u otro.

Lo individual de la Historia no está en el dato aislado, sino en la conexión irrepetible en


que se da. La individual es el conjunto, el hecho histórico no es un dato, es un
encadenamiento. La singularidad de la Historia es la singularidad del conjunto, un conjunto en
el que se da una reciproca solidaridad de las partes, en el que el todo es inmanente a éstas por
cuanto las partes solo existen con su propio sentido, en el conjunto. La Historia es la
articulación de las partes en un todo.

Solamente cuando contemplamos a un hecho comprendido y situado en un conjunto, lo


vemos adquirir toda su peculiaridad, todo su singular significado. El acontecimiento pues
resulta históricamente individualizado tan sólo en el conjunto.

El acontecimiento jamás es simple siempre es un vasto complejo en el que operan la


necesidad, la contingencia y la causalidad y es de la responsabilidad del historiador señalar
para cada situación importante lo que es necesario, lo que es contingente y lo que es causal, a
fin de descubrir el enlace o conexión; íntimo que constituye la trama histórica y permite la
comprensión.

Por otra parte, a cada momento los historiadores están descubriendo nuevas conexiones
entre los acontecimientos y nuevos significados a los procesos y estructuras. Lo que hasta
ayer parecía no tener efectividad, un nuevo interés del presente, un anhelo nuevo se la
concede y desde la oscuridad saltan a la luz del pensamiento histórico, hombres y cosas que
habían permanecido ocultas en el silencio de su humildad. Los problemas que nos plantea
nuestro propio tiempo iluminan la investigación del pasado: nuevas experiencias nos permiten
comprender otras que fueron cerradas para nuestros antecesores. A la luz de la psicología
contemporánea, los errores, las exageraciones, la incongruencias del pasado pasan a ser
verdades, realidades y armonías. El hombre, ser histórico, sólo alcanza el conocimiento de sí
en la Historia.

Si pudiéramos realizar una Historia del hecho histórico, tendríamos que decir que:

El siglo XIX fue una gran época para los hechos. Ranke protesta contra la Historia
moralizadora y, afirma, que la tarea de la Historia o, mejor dicho, del historiador era “solo
mostrar lo que realmente aconteció”. Este aforismo tuvo un éxito asombroso ya que se le
ahorró al historiador la obligación de pensar por su cuenta. Los positivistas, ansiosos por
consolidar su defensa de la Historia como ciencia, contribuyeron con el peso de su influjo a
este culto de los hechos. Primero averiguad los hechos –decían-; luego deducid de ellos las
conclusiones. En Gran Bretaña, esta visión de la historia encajó perfectamente con la
tradición empírica. La teoría empírica del conocimiento presupone una total separación entre
el sujeto y el objeto. Los hechos, lo mismo que las impresiones sensoriales, inciden en el
observador desde el exterior, y son independientes de su conciencia. La escuela empírica
define al hecho como: “dato de la experiencia distinto de las conclusiones”. A esto puede
llamársele concepción de sentido común de la Historia.

La Historia consiste en un cuerpo de hechos verificados. Los hechos los encuentra el


historiador en los documentos, en las inscripciones, etc., lo mismo que los pescados sobre el
mostrador de una pescadería. El historiador, los reúne, se los lleva a casa, donde los guida y
los sirve como a él más le apetecen,

“Cerciórence primero de los datos, y luego podrán aventurarse por su cuenta y riesgo en
las arenas movedizas de la interpretación”: tal es la última palabra de la escuela histórica
empírica del sentido común. Los hechos son sagrados, la opinión, libre. Nuestro
razonamiento topa con el obstáculo de que no todos los datos acerca del pasado son hechos
históricos.

¿Qué es un hecho histórico? Existen hechos básicos que son los mismos para todos los
historiadores y que constituyen, por así decirlo, la espina dorsal de la historia. El historiador
tiene que saber cosas con exactitud. La precisión es un deber, no una virtud. Elogiar a un
historiador por la precisión de sus datos es como encomiar a un arquitecto por utilizar, en su
edificio vigas debidamente preparadas. Ello es condición necesaria de su obra pero no su
función esencial. En cuestiones de éstas se reconoce al historiador el derecho a fundarse en
las que se han llamado: “ciencias auxiliares de la historia”: arqueología, epigrafía, cronología,
etc. Los llamados datos básicos, suelen pertenecer a las categorías de materias primas del
historiador que a la historia misma.

Los hechos solo hablan cuando el historiador apela a ellos: él es quien decide a que hechos
se da paso y, en qué orden y contexto hacerlo. Es el historiador quien ha decidido, por
razones suyas, si un hecho pertenece a la historia o no.

El historiador es necesariamente selectivo. Confiere al dato el atributo de histórico. Su


condición de hecho histórico dependerá de una cuestión de interpretación. Este elemento
interpretativo interviene en todos los hechos históricos.

Existe una reducidísima selección de datos entre los miles y miles de hechos que alguna
vez tuvieron que ser conocidos por alguien, para convertirse en los hechos de la historia: la
movediza barrera que separa a los hechos históricos de los que no lo son, se esfuma porque,
los pocos hechos conocidos, son todos ellos hechos históricos. “La Historia antigua medieval
está plagada de lagunas”. Más, el problema principal no estriba en las lagunas. Nuestra
imagen ha sufrido una selección y una determinación previas antes de llegar a nosotros por
parte de aquellos que pensaron que los datos que apoyaban tal punto de vista merecían ser
conservados. Así por ejemplo, se afirma que la gente en la edad media era profundamente
religiosa. Yo me pregunto como lo sabemos y si es cierto. Los que conocemos como hechos
de la Historia medieval han sido casi todos seleccionados por generaciones de cronistas que
por su profesión se ocupaban de la teoría y la práctica de la religión y que, por lo tanto, la
consideraban como algo de suprema importancia. Así, la Historia que leemos es una serie de
juicios admitidos.

Pero pasemos ahora a la carga del historiador que se ocupa de la época moderna y
contemporánea. Como dijera Lytton Strachey: “el primer requisito del historiador es la
ignorancia, una ignorancia que simplifica y aclara, selecciona y omite”. El historiador de
épocas más recientes no goza de ninguna de las ventajas de esta inexpugnable ignorancia. Le
incumbe la doble tarea de descubrir los pocos datos relevantes y convertirlos en hechos
históricos, y de descartar los muchos datos carentes de importancia por ahistórico.

Ya en el siglo XX, Croce declaró que toda historia es “historia contemporánea”, queriendo
con ello decir que la Historia consiste esencialmente en ver el pasado por los ojos del
presente, a la luz de los problemas de ahora y, que la tarea primordial del historiador no es
recoger datos sino, valorarlos.

Ciertas verdades olvidadas:

a) Ante todo los hechos de la Historia nunca nos llegan en estado puros ya que, ni existen ni
pueden existir en una forma pura: siempre hay una refracción al pasar por la mente de
quien lo recoge. De ahí que, cuando llega a nuestras manos un libro de Historia nuestro
primer interés deba ir al historiador que lo escribió, y no a los datos que contiene.
Historiar significa interpretar.
b) La segunda observación es la necesidad, por parte del historiador, de una comprensión
imaginativa de las mentes de las personas que le ocupan, “comprensión imaginativa”, y
no “simpática”, por temor a que se crea que ello implica acuerdo. No se puede hacer
Historia si el historiador no llega a establecer algún contacto con la mente de aquellos
sobre los que escribe.
c) Sólo podemos captar el pasado y lograr comprenderlo a través del cristal del presente. El
historiador pertenece a su época y está vinculado a ella por las condiciones de la
existencia humana. Las mismas palabras de que se vale –términos como democracia,
imperio, guerra, revolución- tienen sus connotaciones en curso de las que no puede
divorciarlas. Al historiador, el uso del lenguaje le veda la neutralidad. El historiador no
pertenece al ayer sino al hoy. La función del historiador no es ni amar el pasado ni
emanciparse de él, sino dominarlo y comprenderlo, como clave para la comprensión del
presente.

El énfasis puesto en el papel del historiador como hacedor de la Historia tiende, llevado a
sus lógicas consecuencias, a descartar toda Historia como algo brotado del cerebro humano por lo
cual, no existe verdad histórica objetiva.
El deber de respeto a los hechos que cae sobre el historiador, no termina en la obligación
de verificar su exactitud. Tiene que intentar que no falte en su cuadro ninguno de los datos
conocidos o susceptibles de serlo, que sean relevantes en un sentido u otro para el tema que le
ocupa o para la interpretación propuesta. Pero esto a su vez no significa que pueda eliminar la
interpretación que es la savia de la Historia.

El historiador divide su tarea en dos fases:

1. Dedica un largo tiempo a leer sus fuentes y a colmar de datos sus cuadernos de notas.
2. Se pone a escribir, no forzosamente por el principio, sino por alguna parte, por cualquiera.
Luego leer y escribir van juntos.

La espinosa tarea que le incumbe al historiador es la de reflexionar acerca de la naturaleza


del hombre. El historiador no es el humilde siervo ni el tiránico dueño de sus datos. Como dice E.
Carr, “La relación entre el historiador y sus datos es de igualdad, de intercambio”. El historiador y
los hechos de la Historia se son mutuamente necesarios. Sin sus hechos, el historiador carece de
raíces y es hueco, y los hechos, sin el historiador, muertos y falsos sin sentido. Concuerdo con E.
Carr en el sentido de que la Historia será “un proceso continuo de interacción entre el historiador
y sus hechos, un dialogo sin fin entre el presente y el pasado.

“El hombre no es cosa ninguna, sino un drama –su vida, un puro y universal
acontecimiento que acontece a cada cual y en que cada cual no es, a su vez, sino acontecimiento”.

Dentro del quehacer histórico la realidad objetiva está constituida por los hechos, los
cuales, para que alcancen la categoría de hechos históricos deben estar íntimamente ligados con
el fundamental papel desarrollado por el historiador, es el quien recoge, quien selecciona y quien
en definitiva revitaliza los hechos históricos.

Así como la realidad del hombre no se puede encasillar en términos que lo abarquen
analecticamente, por ser, por excelencia una realidad que va siendo, de la misma manera, la
Historia no puede ser sometida a rígido esquemas conceptuales porque la realidad histórica es
como un manantial de hechos, los cuales son inagotables.

Así como no se puede definir al hombre, no se puede definir un hecho histórico, ya que
ambos escapan a leyes, determinaciones y delimitaciones. El hecho histórico es indeterminable,
indelimitable e indefinible.

Se ha tratado de enmarcar esta realidad en cierto esquema que busco en el hecho


histórico una causa y un efecto, tomándolo desde el punto de vista de las ciencias naturales, e
indudablemente lo encontró, la exactitud estaba allí; pero lo que olvido, es que en las ciencias del
Hombre no cabe el concepto de Naturaleza, ya que el hombre no tiene naturaleza, tiene Historia.
El hecho histórico es uno y singular, es irrepetible, quien pretenda buscar en el causas y
efectos ira contra la irrepetibilidad de la Historia y contra la esencia misma del hombre.

Sin embargo, aunque el hecho histórico es singular, no se encuentra solo, aislado, está
dentro de una concatenación de otros hechos, del cual no se le puede sacar, si así lo hacemos,
pierde esencia de histórico para ser un mero dato. El historiador da relieve y significación a los
hechos históricos, lo cual le permite hacer una interpretación de ellos.

Los hechos históricos son aspectos de la vida ¿pero son todos los aspectos de la vida
hechos históricos? No, todo historiador está dentro de la Historia que observa y registra, los
elementos o datos provenientes de cualquier sector de la actividad humana, sólo interesan en la
medida en que se ponen en conexión entre sí y son ordenados por el historiador en una lógica
interpretativa que sirva para la construcción de conjuntos articulados en el tiempo y al espacio con
el fin de construir la estructura conjunta del pasado con vista a una correcta lectura y
comprensión del presente. El hecho histórico no es un dato es un encadenamiento ante un objeto
histórico lo único que cuenta para llegar a él, es el método para conocerlo casi por entero, es
como un “camino real” (principal) que conduce directamente al objeto es forma rápida y expedita.

La Historia es un espejo en el cual desfilan los hechos conforme los vayamos buscando. El
mejor modo de descubrir la verdadera esencia de los hechos es tratar de interpretar, desvelar la
mentalidad, ideología de los hombres que hicieron la Historia.

A GÉNESIS DEL HECHO HISTÓRICO

I. La Acción Histórica

Esta acción se refiere, describe una situación “in fieri” (latín), que significa que una acción se está
haciendo, que no se ha terminado de hacer. La acción histórica es la que se está desarrollando en
un momento del presente, en un determinado espacio.

II. Hecho Histórico

La situación “in fieri”, puede concluir en una situación de “factum”, o sea en algo que este hecho.
La acción puede concluir en un hecho histórico.
Cuando decimos que algo es un hecho histórico, este es diferente, a cualquier otro tipo de hecho.
El hecho histórico es lo que permite que la acción histórica llegue a ser tal, que esta acción pasa a
tener una dimensión.
Todo hecho histórico no es puro pasado, por haber tenido su presente, tiene su espacio y tiempo
propio, pero por haber sido generado como hecho histórico incorpora algo que lo hace trascender
a su propio ser.

“Los hechos no son solo datos, indicios, síntomas en que aparece la realidad histórica”.
Todo hecho es potencialmente histórico. Los datos en la Historia son generales,
repetibles, no así los hechos históricos. ¿Cuando un dato adquiere significación histórica? Un dato
pasa a ser histórico cuando es incluido en una estructura o conjunto, cuando entra en una
conexión construida en el plano de la Historia. Una batalla es un mero dato, pero si la
consideramos como batalla de Rancagua dentro de la estructura de la guerra de Independencia es
hecho histórico.

Puede ser un hecho psíquico considerado como dato? O debe ser un hecho sucedido en el
mundo del mero acaecer? Para los nominalistas, esto no contaba, para ellos solo importaban los
datos mensurables, cuantificables, repetibles, lo captable por los sentidos, y ello era lo único
concreto que tenía validez, por lo tanto un hecho psíquico carecía de valor.

La historiografía moderna es partidaria o va tras el hecho psíquico, “hay que tratar de filiar
el repertorio de convicciones de una época”.

El hablar de génesis nos lleva necesariamente a considerar otro aspecto dentro de los
datos, nos lleva a preocuparnos de quien es el gestor, la causa eficiente en el sentido aristotélico,
lo cual nos lleva a encontrarnos con el Hombre.

Junto a esto existen otras categorías de datos, en los que el hombre no intervendría en su
génesis, [serian los hechos de la naturaleza] el rasgo en común que tienen estos datos son el
haber sucedido en el pasado, ser realidades de hecho – factum -. Todo este conjunto de datos
forma parte de una masa informe, fluctuante y abigarrada, realidades fácticas que no tienen real
valor histórico.

Se da una segunda etapa, donde entra a jugar el historiador, su papel es insustituible, aquí
cabe hablar de la causa eficiente que es el hombre, que es el historiador; a él le corresponde
seleccionar y ordenar los hechos adecuados, porque no cualquier dato tiene validez para la
Historia, porque es falso creer que los hechos hablen por si solos, ya que solo lo hacen cuando el
historiador los coge, es el quien decide, si tal o cual hecho merece ser considerado histórico, en
este sentido la labor del historiador es netamente selectiva; a continuación el historiador integra
el dato que ha seleccionado previamente y lo integra en el conjunto histórico al cual pertenece,
logrando con esto que el hecho sea históricamente entendible al relacionarlo con otros hechos e
interpretarlos, que es dar coherencia y significación al hecho histórico.

Para Auguste Comte, filósofo francés del siglo XVIII, señalaba que la tarea del historiador
era recoger datos y la interpretación estaría reservada para los sociólogos.

Para los positivistas “hecho” sería “algo dado inmediatamente por la percepción”; para
Robin Collingwood al hecho histórico se llegaría solo por la interpretación de lo que nos dio antes
la percepción.
B ESTRUCTURA Y LIMITACIÓN DEL HECHO HISTÓRICO

De lo anteriormente visto se desprende que el hecho histórico no posee estructura, no


puede poseerla, porque se encuentra inserto en un conjunto, en una realidad más compleja, más
amplia, desde donde no se le puede sacar, tiene que ser visto, analizado e interpretado en relación
a ese conjunto del cual forma parte.

En un sentido pedagógico puede recomendarse cierta limitación del hecho histórico, pero
en el estudio científico de la Historia no es susceptible de limitación, porque al hacerlo se está
atentando contra la esencia misma que es inabarcable.

Para el caso histórico, salvo aquellos hechos sencillísimos, no puede ser aislado nunca de
la comprensión más amplia de datos el cual se nos revela. ¡Cuáles son los hechos que pertenecen
al Renacimiento o a la Revolución Francesa? No existe tal pertenecer, pertenecerán al fenómeno
tantos hechos cuantos se pueden relacionar con él. No se han puesto límites de extensión y al
contenido de un conjunto histórico.

El historiador percibe ciertas formas en el pasado. Para hacerlas visibles también a los
demás, trata de ordenar los hechos de tal modo que se vea en ellos un sentido, una coherencia.

Lo importante para la historia es la distancia, contraste, perspectiva. En el pasado no solo


buscamos lo idéntico que responda a nuestras propias relaciones, sino también el contraste, lo
totalmente extraño. Comprender el mundo en y por el pasado ésta es la ocupación de la Historia.
La verdadera Historia busca el pasado también por su propia importancia.

C DESDE CUANDO EL HECHO SE CONSIDERA COMO PARTE DE LA HISTORIA

A partir de Heródoto de Halicarnaso el hecho comienza a tomar su real dimensión, es él,


quien por primera vez ve que la Historia está constituida por los hechos del hombre y no por
designio de los dioses. Al escribir sus Nueve Libros de la Historia, tiene clara conciencia de estar
construyendo un conjunto homogéneo fundamentado en los datos recogidos. El se movilizó al
lugar de los acontecimientos, al escenario de las Guerras Médicas para recoger de testigos
oculares relatos en la forma más fidedigna posible y así poder realizar una historia verídica.

Con Tucidides el hecho sigue teniendo un papel preponderante, aunque su obra estará
encaminada en la búsqueda de causas en la Guerra del Peloponeso y poder proyectarla a modo de
enseñanza a las generaciones posteriores.

Con la corriente positivista, se cayó en el extremo de considerar a la Historia como una


mera recopilación de datos. El siglo XIX fue una gran época para los hechos, Gradgrind dirá “lo
que yo quiero son hechos… lo único que se necesita en la vida son hechos”. Todos los
historiadores decimonónicos, estaban de acuerdo con él. Los positivistas ansiosos por consolidar
su defensa de la Historia como ciencia, contribuyeron con el peso de su influjo a este culto de los
hechos. Primero averiguad los hechos –decían – luego deducid de ellos las conclusiones.

Esta concepción marcó mucho la historiografía moderna llegando hasta comienzos de


nuestro siglo, por contar con una inspiración naturalista no se adecua al quehacer histórico.

Actualmente la fe que se tenía en el concepto de ciencia, se encuentra en crisis. La ciencia


pretende ser la ciencia sobre el hombre, pero no sabe nada acerca del hombre. La rigidez de la
ciencia natural hizo imposible la comprensión del hombre y por lo tanto, de la Historia.

La ciencia física había permanecido inmóvil desde Galileo y Copernico, pero aun el mismo
científico se sintió prisionero y buscó tener una noción del mundo, volvió su mirada hacia el
mismo, hacia su quehacer, el científico buscó hacer Historia.

Las ciencias han absorbido tanto al hombre que lo han deshumanizado, lo han hecho un
ser vacio, este ha comenzado a tener una actitud humilde, a volver al pasado para conocerlo, para
rescatar aquellos hechos históricos que le sirvan para interpretar su propia existencia. Por lo tanto
el hecho histórico es único, no acepta en su territorio hechos repetidos. Para el historiador
italiano Croce, los hechos concretos y los problemas concretos que se presentan o plantean al
hombre son siempre hechos históricos.

Cómo afirma Ortega y Gasset.

“Un hecho aislado, asi sea el de más enorme calibre, no explica ninguna realidad histórica;
es preciso antes integrarlo en la figura total de un tipo de vida humana. Lo demás es muerto dato
de cronicón de volver a vivir imaginariamente lo ya sido. La historia tiene que dejar de ser una
exposición de momias y convertirse en lo que verdaderamente es: un entusiasta ensayo de
resurrección. La Historia es una guerra ilustre contra la muerte. Por eso no puede decirse que de
verdad se ha contado algo, se ha hecho historia de algo, sino se ha enseñado a verlo nacer del
hontanar perenne del que brota y donde únicamente tiene su realidad todo lo humano que es la
vida del hombre”.

D DISTINTOS TIPOS DE HECHOS

Hechos Reales:

Todos los hechos son reales, si se parte por el principio del ser. Si no hiciéramos esta
consideración, caeríamos en una elucubración. Si no hubieran tenido presente, no se hubieran
transformado en hechos reales.
Hechos Reales, Concretos:

Son aquellos hechos que pueden ser ponderados medidos. Se materializaron y esta materia sigue
existiendo, es, por ejemplo: las viviendas, los navíos, las calles, los puentes, las iglesias, etc.

Hechos Reales No Concretos e Históricos:

Son aquellos hechos que son productos del pensamiento. La acción fue real, fue concreta, pero
perdió su condición de concreto, pero ganó la dimensión histórica. Ejemplos:

Las revoluciones: La Revolución Francesa, La Revolución Americana, etc.

Las doctrinas: Las doctrinas económicas, filosóficas, etc.

Las ideologías: El Facismo, el Marxismo, etc.

Las crisis: Crisis de gobiernos, crisis políticas en general, crisis económicas, etc.

Las coyunturas: Situación que se da en España, como consecuencia de la invasión Napoleónica,


que incide en sus colonias en América.

Las hazañas: Leonidas y sus espartanos, en las Termopilas. Prat y La Esmeralda, el 21 de mayo de
1879 en Iquique.

CITAS TEXTUALES

“La palabra “mar” no constituye por si misma ningún hecho histórico. Por el contrario el grito de
los diez mil griego a la vista del mar lo fue en cuanto que partió de ellos a consecuencia de efectos
reales o ideales”. (1)

“Los hechos históricos son por esencia hechos psicológicos…” (2)

“Si somos testigos en un tribunal de un juicio por hurto, de interés secundario, para la generalidad,
no lo consideraremos un suceso histórico”. (3)

“Si los hechos de la historia se pueden interpretar como el desarrollo de una cualidad humana
específica, entonces la historia a su vez cobra coherencia y significado”. (4)

Para que un hecho sea “….digno de la historia se halla condicionado: I, por los signos externos de
sus efectos (juicios contemporáneos o de la posteridad), II, por la influencia que probadamente ha
ejercido sobre otros fenómenos y III, en lo que se refiere a la obtención del promedio de valores
históricos”. (5)
BIBLIOGRAFÍA

1. Bauer, W. “Introducción al Estudio de la Historia”. página 35


2. Bloch, M. “Introducción a la Historia”. página 149
3. Bauer, W. op., cit, página 33
4. Kahler, E. “Historia Universal del Hombre”. Página 17
5. Bauer, W. op., cit., página 35

REFLEXIÓN

Entre 1939 y 1945, durante este tiempo, se llevó a cabo la Segunda Guerra Mundial. Era
una acción que se estaba desarrollando en un momento del presente; en un espacio que llegó
abarcar a gran parte del planeta.

Fue una acción histórica, envolvió a gran parte de la Humanidad. Fue acción hasta el
instante en que la guerra cesó.

Cuando este conflicto finiquitó, lo que había sido una situación que se estaba haciéndose,
se transformó en algo que estaba hecho.

Pero este hecho que fue la Segunda Guerra Mundial, no fue un hecho más, o sea un hecho
que pasó y que el hombre no lo volvió a considerar jamás. Este hecho no es solo pasado, por ser
hecho histórico, tuvo su presente y fue hecho con dimensión de futuro.

Los hombres que participaron en el conflicto, estuvieron consciente de que la acción que
estaban llevando a cabo, no era una acción corriente, sabían que en esa guerra se estaban jugando
cuestiones cruciales para el futuro de la existencia del hombre.

Porque fue generado como hecho histórico, por la riqueza de contenido que este hecho
tiene, está en condiciones de trascender a su propio ser y proyectarse hacia el porvenir.

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