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EL QUIJOTE
2. GÉNESIS
Francia difundió en el S. XII por toda Europa un modelo de novela
caballeresca en verso (Tristán, Camelot, Perceval, Merlín). A partir del S. XIII, a
este género le sucede toda una serie de novelas que, en prosa, introducen el
amor como tema literario y cuyo argumento se desarrolla en un mundo cortés
y elegante. Los caballeros andantes ya no encarnan figuras nacionales, sino que
son personajes que vagan en busca de aventuras.
Hacia 1492, García Rodríguez de Montalvo refundió una antigua novela del S.
XIV: Amadís de Gaula. Ésta tuvo gran éxito y fue traducida a los principales idiomas
europeos. Durante el Renacimiento las aventuras de caballeros se multiplicaban.
Para Ramón Menéndez Pidal, quien publicó un estudio fundamental sobre la
composición del Quijote en 1973, el Quijote no es sino el último libro de una larga
serie caracterizada por la presencia de elementos cómicos en el relato caballeresco.
Cervantes conocía los relatos de caballerías, pero contempla la materia
literaria desde otra posición, la de criticar la inverosimilitud de los lances
caballerescos.
Según Menéndez Pidal, una obra exhumada por Adolfo de Castro en el S. XIX
llamada el Entremés de los romances, sirvió de inspiración a Cervantes para los
primeros capítulos del Quijote.
Cierto sector del cervantismo concluye que Cervantes concibió la primera
parte del Quijote una obra independiente. Sin embargo otros como Juan Bautista
Avalle-Arce (1979) no lo creen así y defienden una concepción unitaria de la novela.
Parece claro que el Quijote se escribió a lo largo de un periodo extenso de
tiempo, lo que dio lugar a que la obra creciera y se fuera transformando. Es probable
que los capítulos del I-XVII se escribieran seguidos y luego Cervantes abandonara la
obra, para después retomarla y dividirla en capítulos a los que luego añadiría
pasajes.
En la segunda parte encontramos una mayor concreción de aventuras y se
despliegan totalmente las personalidades de don Quijote y Sancho. El proceso de
elaboración fue más sereno y menos problemático.
3. FUENTES Y PRECEDENTES
El que Cervantes se inspirara en el Entremés de los romances para crear su
Quijote no debe servir más que para dejar claro cómo el autor supera su fuente
hasta que alcanza un nuevo valor.
En sentido estricto el Quijote no debe considerarse un libro de caballerías, ya
que es una parodia de los mismos. Sin embargo, estos libros sirven de inspiración al
protagonista de la novela. Tópicos como el ritual de investidura de armas, la elección
de un escudero, el amor a una dama, los combates contra enemigos desconocidos,
la intervención de maligno encantadores o el uso de léxico arcaizante son recursos
que el novelista emplea a su manera dándoles un sesgo humorístico.
El género de las novelas de caballerías logró que permanecieran vivos en el
recuerdo modos de vivir, hablar y pensar ya pasados. Constituyeron para los lectores
de la época un refugio de la vida cotidiana. Don Quijote lo explica muy bien “…lea
estos libros, y ya verá cómo le destierra la melancolía que tuviere y le mejoran la
condición, si acaso la tiene mala…”
Menéndez Pidal considera el Quijote como “antagonista de los libros de
caballerías”. Sin embargo, Cervantes no ataca el ideal de la nobleza caballeresca sino
que nos hace ver cómo choca con la vida cotidiana, pone en evidencia este conflicto
entre ideales y realidad.
Martín de Riquer ha recordado ciertas obras que parodian la literatura épica o
caballeresca que pueden considerarse precedentes literarios del Quijote. Por
ejemplo, con igual intención burlesca y en el mismo siglo, Juan Ruiz, Arcipreste de
Hita, parodia los cantares de gesta en el episodio de la Pelea que hubo don Carnal
con doña Cuaresma, incluido en su Libro de buen amor.
También el libro de El caballero Zifar es un precedente, aunque de naturaleza
diferente, ya que en éste la caballería es algo serio y sagrado.
Tirante el Blanco, de Joanot Martorell, escrita hacia 1460 y publicada en 1511
en español, representa para Martín de Riquer un caso distinto. Es uno de los libros
que se salvan del fuego en el escrutinio de la biblioteca de don Quijote. Por boca del
cura, Cervantes muestra su gran admiración “…por su estilo es éste el mejor libro del
mundo…”. Es muy probable que algunos personajes del Quijote se basen en la
novela de Martorell. Así por ejemplo, los tipos de Atisidora y de doña Rodríguez
basados en los de Placerdemivida y la Viuda Reposada del Tirante.
Otras cualidades del libro que se reflejan en su obra debieron ser del gusto de
Cervantes: el gusto por los refranes, el diálogo coloquial presentado hábilmente,
creación de tipos verdaderamente humanos y el contar las aventuras de un héroe de
proporciones humanas en una geografía auténtica.
Un claro precedente del Quijote lo hallamos en un episodio del Primaleón
(continuación del Palmerín de Oliva), publicada como anónima en 1512 en
4. COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA
Refleja la disposición típica de los libros de caballerías, pues consisten en un
encadenamiento de aventuras protagonizadas por el hidalgo y su escudero. El
carácter episódico que domina la estructura, facilita que estos dos grandes
caracteres fueran evolucionando desde las páginas iniciales.
Julián Marías (1990) ha insistido también en la discontinuidad, en las
sucesivas “dilataciones” que se corresponden con sus distintas salidas.
Dos salidas de don Quijote ocupan la primera parte. Cuando hablamos del
Entremés de los romances ya nos referimos a los lances que le ocurren en la
primera. En la segunda sale de su casa acompañado de Sancho, tras la destrucción
de la biblioteca. Ocurren entonces la aventura de los molinos, la de los frailes y la del
vizcaíno. Se nos cuenta el hallazgo de la historia de don Quijote escrita por un
misterioso cronista árabe llamado Cide Hamete Benengeli que dará juego en toda la
novela. Prosigue el relato con la victoria de don Quijote sobre vizcaíno, la aventura
de los yangüeses, los sucesos de la venta (bálsamo de fierabrás, manteo de Sancho),
los rebaños que toma por ejércitos, la del cuerpo muerto, el episodio de los batanes,
la ganancia del yelmo de Mambrino, la liberación de los galeotes, la penitencia de
don Quijote en la Sierrra Morena, nuevos sucesos en la venta con el encantamiento
del caballero y por último, su regreso a la aldea conducido en una jaula por el cura y
el barbero. En el hilo constituido por todas estas aventuras se entremete otro
conjunto de relatos accesorios, que Cervantes usa para exponer sus opiniones
literarias. También podemos hallar todos los tipos de relatos que aparecen en la
producción novelística cervantina anterior. En palabras de Francisco Ayala (1971) “el
nuevo arte de hacer novela introducido por Cervantes, la revolución que él llevó a
cabo, no está basada en eliminar y hacer tabla rasa, sino en utilizar, absorber y
transformar todos los elementos de la tradición literaria de que disponía, para
obtener así un producto de superior riqueza”.
Por lo demás, el Quijote se eleva por encima de lo literario mediante el
procedimiento de aludir a la literatura conocida. Es pues, un libro de libros. Responde
al propósito de “deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y en el vulgo tienen
los libros de caballerías” utilizando la parodia, pero cargada de alusiones literarias.
Francisco Ayala habla de “perspectivismo”, como el procedimiento de
introducir en la obra una pluralidad de perspectivas integrada en una única unidad
estructural, que integra ámbitos imaginativos muy diferentes. El protagonista
pertenece como hidalgo de la aldea al mundo del realismo, pero empujado por su
locura ingresa en el campo de la novela de caballerías y en otros.
La segunda parte se puede resumir diciendo que Sansón Carrasco, para curar
a su vecino de la locura, le anima a una nueva salida. Luego se disfraza de caballero
(del Bosque y de los Espejos) va a su encuentro y lo desafía, primero pierde, pero
luego le derrota. El caballero impone a don Quijote que se retire a su aldea y
renuncie a la caballería durante un año. Don Quijote regresa y después de recuperar
la cordura muere.
En este esquema, Cervantes incluye aventuras de todo tipo y como en la
primera parte es también un libro de libros. En cualquier caso, los personajes de la
segunda parte observan la anterior, que tiene ya existencia pública, como un texto
establecido, frente al cual actúan con su propio criterio.
Julián Marías habla de una perfecta continuidad entre las dos partes, pero
percibe en la segunda un cambio de perspectiva. Cervantes olvida la sátira y la
parodia de los libros de caballerías e introduce otros aspectos en la segunda parte.
En la primera parte nadie sabe quién es don Quijote, excepto sus vecinos para
los que es un hidalgo honrado y bueno. Don Quijote se va dando a conocer como un
loco que a veces razona muy cuerdamente. En la segunda parte ya es una figura
pública.
El autor también observa una diferencia en el tratamiento de la figura de
Dulcinea. En la primera parte es una convención: el caballero andante necesita una
dama, pero en la segunda parte la figura se ha transformado en algo público. Don
Quijote está pendiente de Dulcinea, suspirando por ella, esperando a que se
desencante, luchando entre la repulsión que le ha producido la que le ha presentado
Sancho y la Dulcinea en la cual cree y la que sigue esperando. En la melancolía que
envuelve toda la segunda parte tienen también que ver los episodios que ocurren en
la ínsula Barataria.
7. LOS PERSONAJES
DON QUIJOTE Y SANCHO
Los dos héroes alcanzan un sentido trascendente, no sólo por la ideas que
encontramos en el libro, sino por el valor simbólico que encarnan y reflejan en
actitudes humanas diferentes. Son dos grandes mitos de la literatura universal
porque en sus modos de ser vienen a resumirse todas las actitudes humanas
posibles.
La universalidad está perfectamente integrada en existencias individuadas y
personales. Ambos se presentan como personajes concretos que viven problemas
trascendentes, pero no han sido creados para demostrar ninguna tesis. Don Quijote
trasciende la simple función de provocar efectos cómicos y la mera sátira contra los
libros de caballerías, según Francisco Ayala. La ficción de la locura introduce un
factor de organización de la imaginación del héroe. “Su objetividad quimérica, en
contraste con la realidad no es ocasional o cambiante, sino firme y articulada dentro
de una estructura”.
Mediante el artificio de la demencia, don Quijote hace suyo un orden histórico
decaído y pretérito, al que se halla vinculado socialmente como hidalgo que es. Don
Quijote se eleva por encima de esa condición social para enfrentarse a la sociedad
con un proceder basado en el ethos caballeresco.
El resultado de este enfrentamiento es el encontronazo con una sociedad
desconcertada e incapaz de vivir el ethos caballeresco, pero que aún no ha aceptado
la vida burguesa que se extiende por toda Europa (s. XVI).
Los más frecuente es que Don Quijote perciba un aspecto de las cosas y los
demás personajes, y nosotros, otro.
El hondo valor humano del libro procede de la dialéctica entre duda y fe.
Cuando Don Quijote revela a Sancho que Dulcinea es una criatura que
procede de su imaginación se aventura sin miedo por el plano de la realidad, pero
Cervantes apunta agudamente la inhabilidad e nuestro caballero en sus trotes por
tan bajo nivel. La fe de don Quijote debilitada tiene que poner en marcha
9. LA LENGUA Y EL ESTILO
Cervantes declara sus principios estilísticos en el prólogo: la naturalidad ( a la
llana) la propiedad (palabras significantes) la sintaxis adecuada (palabras bien
colocadas) el ritmo (periodo sonoro y festivo) la claridad (sin intricarlas y
oscurecerlas) La multiplicidad de estilos, niveles y usos lingüísticos manejados por
Cervantes (caballeresco, amoroso pastoril, oratoria renacentista, niveles culto y
popular, palabras procedentes de ámbitos muy diferentes) constituye uno de los
rasgos más evidentes de la obra, es la “polifonía lingüística”, dice Lázaro Carreter.
Esta polifonía se va haciendo más compleja en el transcurso de la novela y se
concreta en la presencia de una gran variedad de estilos orales y escritos propios de
la época. Con todo, el estilo más empleado es el oratorio. Pero don Quijote usa otros
tonos idiomáticos, desde el propio de la sencillez campestre hasta el de la emoción
directa. La caracterización lingüística de Sancho es, en opinión de Lázaro Carreter,
uno de los grandes éxitos de Cervantes. Uno de los rasgos que identifican esta figura
son los refranes. Sin embargo, este procedimiento es acumulativo ya que Sancho
empieza a utilizar abundantes refranes justo después de la conversación que
mantiene con su mujer en el capítulo V de la segunda parte.
Hay que sumar su extraordinario valor como narrador, destaca la creación del
diálogo, componente fundamental y estructural del Quijote. Se produce una
dramatización del arte de narrar y con ello el nacimiento de la novela moderna. La
intertextualidad es otro rasgo de la modernidad de Cervantes. La elección de la
parodia es una de sus concreción es, pues en este género las revelaciones
intertextuales son más transparentes y localizables.
El Quijote es en muchos sentidos la primera novela moderna. Su estilo lleno
de comparaciones, hallazgos léxicos, metáforas y figuras del lenguaje le dan una
gran capacidad sugestiva. También el humor tiene un papel estructurante si tenemos
en cuenta que la obra se plantea en principio como una parodia.
las justas, don Quijote y Sancho viven una serie de aventuras. La obra termina con la
reclusión de don Quijote en la casa de locos de Toledo. La continuación de una obra
literaria no era en absoluto raro en la época.
Pero la de Avellaneda tiene alguna notas peculiares: el autor se oculta detrás
de un seudónimo y en el prólogo insulta al autor de la primera parte. A estas
ofensas, Cervantes responde en el prólogo de su segunda parte, que constituye una
pieza magistral llena de seguridad en sí mismo, contención e ironía.
La obra de Avellaneda sirvió, no obstante, como fuente de inspiración a
Cervantes cuando éste estaba terminando la segunda parte de su libro. La cuestión
de la autoría del Quijote de Avellaneda ha sido uno de los grandes misterios de la
literatura española. No obstante, ha cobrado peso la hipótesis de Martín Riquer
(1988), que sostienen que el autor fue Jerónimo de Passamonte. Él y Cervantes
fueron compañeros de armas y muy probablemente tenían alguna enemistad.
Recuérdese que en el capítulo XXII de la primera parte de Quijote Cervantes hace
intervenir a un malhechor llamado Ginés de Passamonte. Martín Riquer apoya su
teoría con estos argumentos:
Gerónimo de Passamonte es aragonés, como Avellaneda y ambos estaban
familiarizados con la zona de Calatayud y cercanías. Ambos introducen en sus
escritos abundantes aragonesismos y tics y rasgos gramaticales coincidentes.
Manifiestan simpatía por la Orden de Santo Domingo y devoción por el rosario.
Avellaneda acusa a Cervantes de haberle ofendido con “sinónimos voluntarios”;
Ginés de Passamonte y Gerónimo de Passamonte son sinónimos. Dos episodios
intercalados en el Quijote apócrifo abordan el tema del rompimiento del voto
religioso, lo que guarda relación con la vida espiritual de Gerónimo de Passamonte.
Cabe añadir alguna coincidencia textual entre la autobiografía de Passamonte y el
Quijote apócrifo.
Juan Antonio Frago (2005) llega a las mismas conclusiones que Riquer y dice
que la autoría del Quijote apócrifo está prácticamente demostrada.