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Biogeoquímica de vegetales

Esta, al igual que los suelos, caracteriza la totalidad de los ambientes geoquímicos y da
carácter a los suelos (principalmente al horizonte superficial), participando de forma
activa en la configuración del paisaje geoquímico.

Por sus características, ya que las raíces de algunas plantas pueden alcanzar elevadas
profundidades, son susceptibles de lixiviar y solubilizar elementos poco solubles como
metales preciosos y Tierras raras. Por ello, reflejan perfectamente el quimismo del
substrato geológico y de los elementos que los encierran, como los vertidos industriales.
La vegetación además del reflejo del substrato, es un excelente indicador medio
ambiental, tanto atmosférico como hidrológico ya que al igual que el agua, actúa
directamente sobre los seres vivos por la cadena trófica. Por ello, es un método directo
de exploración geoquímica, ya que de forma simultánea nos indica la presencia de
elementos químicos y su posible influencia en la cadena trófica ( biodisponivilidad),
siempre y cuando su comportamiento sea de no barrera, en el sentido que la planta sea
susceptible de absorber los elementos del suelo (Kovalevskii, 1967).

Para determinar el efecto barrera de la vegetación, es necesario correlacionar los


distintos elementos del suelo y del substrato rocoso, con los de la vegetación que en
ellos se desarrolla (Viladevall, 1993).

Fuente: Geoquímica aplicada al medio ambiente Manuel VILADEVALL SOLÉ, Ramon VAQUER NAVARRO
y David PÉREZ GUERRERO. Dep. Geoquimica, Petrologia y Prospección Geológica. Universidad de
Barcelona. Zona Universitaria de Pedralbes. Barcelona

El rol de las marismas del estuario de Bahía Blanca en el ciclo bio-


geoquímico de nutrientes inorgánicos y de materia órganica

Las marismas son ecosistemas valiosos porque, al ocupar zonas transicionales, juegan
un rol central en el intercambio de materia orgánica, nutrientes y contaminantes entre
las planicies de marea y las aguas adyacentes. En este trabajo se evalúa si la presencia
de especies halófitas modifica significativamente los ciclos biogeoquímicos de nutrientes
y materia orgánica en el estuario de Bahía Blanca. Se trabajó en dos marismas, Villa del
Mar (VM) y Puerto Cuatreros (PC), dominadas por Spartina alterniflora y Sarcocornia
perennis, respectivamente, las dos halófitas más abundantes en el sistema. Se midió
pH y potencial redox (Eh) en el sedimento y concentraciones de nutrientes disueltos y
materia orgánica particulada (MOP) en agua intersticial, con el fin de determi-nar el
efecto de la vegetación y de la inundación por la marea sobre los mismos. También se
determinó la productividad pri-maria neta, tasa de descomposición y concentración de
carbono, nitrógeno y fósforo en los tejidos aéreos y subterrá-neos y los pooles de estos
elementos disponibles para el sistema, para ambas especies. En ambas marismas el
pH varió en un rango estrecho (VM= 6,2 - 8,7 y PC= 7 - 8) y fue afectado por la presencia
de vegetación pero no por la inundación. El Eh en VM varió entre -300 y 250 mV y fue
influenciado por la marea, y por la vegetación sólo en zonas altas. En PC el Eh (rango=
50 250 mV) dependió de la inundación y de la vegetación. La concentración de MOP
fue alta (VM ~5,5 mg/L y PC ~7,8 mg/L) y afectada sólo por la inundación en VM y sólo
por la vegetación en PC. Tanto en VM como en PC, los nutrientes nitrogenados
estuvieron en altas concentraciones, siendo generalmente el amonio la especie
dominante, y tanto la vegetación como la inundación modificaron sus concentraciones.
El fosfato y el silicato estuvieron siempre presentes en ambas áreas. El fosfato fue
afectado sólo por la vegetación en VM, mientras que en PC sólo por la inundación. El
silicato no se vió influenciado por ninguno de los dos factores considerados. La
productividad total de S. alterniflora fue de 907 g p.s./m2.año, debida principalmente a
tejidos subterráneos, y la de S. perennis de 1243 de g p.s./m2.año, correspondiendo
mayormente a tejidos aéreos. En el caso de S. alterniflora, la productividad fue mayor
en la marisma alta que en la baja. Las tasas de descomposición de tejidos aéreos y
subterráneos de S. alterniflora fueron ~ 47 y ~ 29 % de material perdido luego de un
año, respectivamente, mientras que para S. perennis fueron de ~ 64 y ~ 71 %,
respectivamente.Los pooles de los elementos considerados fueron mayores para S.
perennis que para S. alterniflora; en este ultimo caso, fueron mayores para marisma alta
que para baja. Los resultados obtenidos mues-tran que existe un efecto de la vegetación
así como de la inundación en los parámetros analizados. El efecto de la vegetación es
mayor en marismas dominadas por S. perennis debido a los mayores pooles observados
y sus mayores tasas de descomposición, en comparación con S. alterniflora. Por lo
tanto, se puede concluir que las marismas del estuario de Bahía Blanca, especialmente
las dominadas por S. perennis, efectivamente afectan los ciclos biogeoquímicos en el
sistema.

Vegetación de afloramientos carbonáticos de montañas del centro de Argentina

En las montañas del centro de Argentina, con una intensa fragmentación y reemplazos
de la vegetación natural, los afloramientos rocosos constituyen hábitats importantes
para la conservación de la biodiversidad, como refugios de especies endémicas y raras.
En este trabajo se exploró la variación composicional local de la vegetación en
afloramientos de mármoles cálcicos y dolomíticos de las sierras de Córdoba y se
compararon las asociaciones entre diferentes tipologías geoquímicas y la composición
florística en un gradiente altitudinal. Se relevaron cuatro afloramientos adyacentes de
tipologías geoquímicas diferentes localizados en diferentes posiciones en un gradiente
de altitud desde 1000 hasta 1800 msm, estimándose abundancia-cobertura de todas las
plantas vasculares en 216 censos. Los atributos composicionales estructurales de la
vegetación revelaron diferencias significativas entre litologías similares en diferentes
estratos altitudinales y entre diferentes litologías para un mismo estrato altitudinal. La
composición florística local está relacionada con la tipología geoquímica de los
afloramientos y la altitud se sobrepone a ese patrón. Se establecieron relaciones entre
la presencia de diferentes especies vegetales y tipologías de rocas calcíticas y
dolomíticas de manera independiente a su posición en el gradiente de altitud. Se
confirma la importancia de estas variables en la estructuración del hábitat y filtrado
abiótico de especies y la importancia de su conocimiento para establecer prioridades en
su conservación.
Geobotánica y bioindicadores de la contaminación
Están los de carácter geobotánico. Bajo un punto de vista geológico, la geobotánica
estudia las múltiples relaciones existentes entre el substrato en que crecen las plantas
y su desarrollo. Determinados terrenos, por ejemplo, calcáreos, pueden impedir que
determinadas especies vegetales puedan desarrollarse en esas condiciones, y que su
flora sea diferente a la desarrollada en terrenos, por ejemplo, graníticos o esquistosos.
Por ejemplo, aquellas plantas que se desarrollan exclusivamente en terrenos calcáreos
(dominados por calizas) son denominadas calcícolas. Así, como sería de esperar, existe
un nexo notable entre las características químicas de las rocas (y por lo tanto de los
suelos que desarrollan sobre estas) y las plantas que pueden crecer sobre estas. Las
plantas también pueden entregar una valiosa información cuantitativa sobre las
características químicas del substrato. Así, el uso de la vegetación como método de
prospección involucra la respuesta de las plantas al substrato químico que las soporta.
Esta metodología se basa en el análisis químico de las plantas como medio para obtener
evidencias acerca de las posibles anomalías geoquímicas que se oculten en
profundidad. La biogeoquímica se adapta muy bien a aquellas regiones que presentan
una vegetación muy densa y donde la cartografía geológica es difícil de ser llevada a
cabo (ausencia de afloramientos). Aunque esta técnica ha probado ser de indudable
ayuda, también presenta sus limitaciones, ejemplificadas en el denominado efecto
barrera: con pocas excepciones, las plantas pueden acumular un determinado elemento
solamente hasta cierto nivel. En este sentido la plantas pueden ser clasificadas en
cuatro categorías:
1) sin efecto de barrera, las que concentran linealmente el elemento químico
investigado;
2) con semi-barrera, que concentran entre 30 y 300 veces el valor de fondo del elemento
en la planta;
3) con barrera, contenidos de hasta 3-30 veces el valor de fondo; y
4) con barrera de fondo, que no superan las concentraciones normales del elemento en
una determinada planta. En otro esquema de clasificación, se habla de plantas
hiperacumuladoras para aquellas especies que toleran 10-100 veces los valores
normales de un determinado elemento.

Existe una famosa flor en el Cinturón de Cobre de Zambia (Zambian Copperbelt),


conocida como the Zambian copper flower, el nombre científico de la planta es Becium
centraliafricanum (= B. homblei), cuya presencia es diagnóstica de suelos ricos en
cobre, y por lo tanto, de zonas con alta probabilidad de contener mineralizaciones de
este metal (Brummer y Woodward, 1999). A otra escala, en España existe una planta
llamada Rumex bucephalophorus. Se trata de una planta anual, de hasta unos 40 cm
de altura, que se asocia a antiguos suelos mineros. Por ejemplo, en la Faja Pirítica
(Huelva) R. bucephalophorus se asocia a las mineralizaciones sulfuradas y ha servido
para la detección de antiguas escombreras (Hunt Ortiz, 1996). Esta planta se observa
además en los suelos de San Quintín, donde aparece junto a Spergularia purpurea.
A otro nivel también están los líquenes. Estos, aunque no son plantas en un sentido
estricto (se trata de un organismo simbionte: hongo-alga) también proporcionan una
excelente información ambiental, particularmente sobre la calidad del aire. Hace más de
200 años atrás el abuelo de Darwin (Erasmus Darwin) fue el primero en darse cuenta
de que los líquenes no crecían cerca de las fundiciones de cobre de Parys Mountain
(País de Gales).
Pero no sería hasta los años 1960‟s que los científicos volverían a darse cuenta de ello,
cuando lograron relacionar los altos contenidos de dióxido de azufre (SO2) en el aire
con la ausencia de líquenes. Un fenómenos similar es observado en San Quintín.
Fuente: Geoquímica Ambiental e Indicadores Geobotánicos R. Oyarzun, P. Higueras y P. Cubas

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