Mg. César E. Vásquez Olcese Los conflictos familiares son la expresión de puntos de vista discrepantes sobre diferentes aspectos de la vida cotidiana. Pueden darse entre los padres entre padres e hijos, entre los hermanos, etc. Estos conflictos pueden ser desgastantes, si duran mucho tiempo, y erosionar las relaciones y el afecto que une a los miembros de la familia. El enfoque sistémico en psicología y comunicación humanas nos propone que ninguna persona puede ni debe ser entendida fuera del contexto más amplio de su vida. El contexto, es decir, el inacabable y cambiante círculo de situaciones en las que cada uno vive, es lo que permite captar el significado del comportamiento de las personas. Descontextualizar, es decir, “entender” a la persona por la persona misma y fuera de las circunstancias a las que pertenece, lleva, inexorablemente, a juzgar. Si juzgo al otro tengo dos opciones: o lo “tolero” o lo condeno. Juzgar, entonces, es condición para el conflicto. Contextualizar es “entender” el verdadero sentido de la conducta ajena. “Entender” al otro neutraliza el conflicto. “Entender” no significa, necesariamente, estar de acuerdo. “Entender” sí permite dialogar. Y dialogar es la condición para llegar a acuerdos. La contextualización sistémica nos ayuda a entender la violencia familiar desde una perspectiva relacional, no individualista y no moralizante. No se pretende aquí justificar la violencia, sino darle la dimensión que le corresponde, a fin de facilitar intervenciones terapéuticas que permitan en lo posible reconstituir a la familia y superar el ciclo de la violencia, saliendo de ella en condiciones más o menos intactas. Se proponen diversas formas de comprender la violencia, principios rectores de la praxis, y dos protocolos de intervención para guiar la labor del terapeuta.