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Son numerosos los estudios y las teorías e hipótesis establecidas sobre la etiología de la
esquizofrenia. Entre ellas la hipótesis del neurodesarrollo se considera en estos momentos como
la más consistente. Esta hipótesis señala que la historia familiar y el factor ambiental prenatal
son los factores de riesgo mejor establecidos de padecer esquizofrenia. Los expertos ahora
concuerdan que la esquizofrenia se desarrolla como resultado de una interrelación entre una
predisposición biológica, por ejemplo, la herencia de determinados genes y el tipo de medio
ambiente a la que la persona está expuesta en el período prenatal. Estas dos líneas de
investigación están convergiendo: la afectación del cerebro en desarrollo se sabe ahora que es
el resultado de una predisposición genética y de un agresor ambiental durante etapas
tempranas del desarrollo, durante el segundo trimestre de embarazo específicamente, lo que
da lugar a alteraciones estructurales del cerebro, que hace que una persona susceptible
desarrolle esquizofrenia. Otros factores medio ambientales pueden actuar sobre el cerebro
posteriormente durante la niñez temprana o en la adolescencia, y de este modo aumentar el
riesgo de padecer esquizofrenia o pueden atenuar la expresión de defectos genéticos o del
neurodesarrollo y disminuir el riesgo de esquizofrenia. De este modo las investigaciones
científicas recientes sobre las causas de la esquizofrenia sugieren cada vez más que es posible
prevenir muchos casos de esquizofrenia a través de acciones durante el embarazo, así como
acciones durante la niñez temprana y posteriormente. Tales medidas preventivas pueden ser
especialmente importantes en personas que se sabe tienen una historia familiar de la
enfermedad u otro tipo de enfermedad mental seria como depresión, trastorno bipolar,
trastorno obsesivo compulsivo, ansiedad, etc.
Factores genéticos
Factores ambientales
Ya es sabido que las personas con esquizofrenia muestran una susceptibilidad genética (Gur
2007), sin embargo, este componente no es suficiente para que se exprese la enfermedad.
Por tal razón, se han realizado investigaciones en busca de los factores que incrementan el riesgo
para padecer el trastorno. Entre los posibles factores externos se incluyen; la exposición
materna prenatal a ciertas condiciones infecciosas, tales como el virus de la influenza, la
toxoplasmosis, el virus del herpes simple tipo 2, (Mednick 1988, Alan 2010, 2004), infecciones
virales del sistema nervioso central, ya que las bacterianas no parecen asociarse, infecciones por
citomegalovirus (Dalman 2008), desnutrición durante el embarazo (Susser 1996), el consumo de
tabaco durante el embarazo y otras complicaciones obstétricas (Kinney 1994).
Se ha propuesto que la exposición al virus de la influenza en el segundo trimestre del embarazo
genera mayor riesgo de padecer esquizofrenia que en quienes no estuvieron expuestos,
posiblemente debido a que los anticuerpos maternos cruzan la barrera placentaria y reaccionan
contra las proteínas neuronales fetales (Brown 2004).
Las complicaciones perinatales y alteraciones intrauterinas pueden potencialmente desordenar
la organización neuronal (Volpe 2001). Basados en el incremento de su incidencia entre hijos de
madres esquizofrénicas que tuvieron complicaciones intrauterinas o perinatales, se sustenta
que la esquizofrenia puede incluir alteraciones en el neurodesarrollo (Murray 1987, Weinberger
1987, Hossein 2009).
Los hallazgos en cuanto a cuidados prenatales y antecedentes obstétricos son controversiales,
siendo las complicaciones más frecuentemente asociadas sobre todo a hipoxia neonatal
(posición fetal anormal, parto prolongado), así como la hemorragia previa o durante el parto, la
incompatibilidad de grupo sanguíneo o del factor Rh, la preeclampsia, una cesárea de urgencia,
la atonía uterina, así como el peso al nacer (menos de 2.5 kg o de más de 4 kg) (Mueser 2004,
Cannon 2002, Sullivan 2003, Dalman 2001, McGrath 2003, Van 2002, Brown 2004, Cannon 2002,
Singh 2004), aunque su presencia por sí sola no tiene un efecto específico sobre el desarrollo de
la enfermedad, requiriéndose la presencia de otros factores para ello, quizá estos hallazgos sólo
confieren vulnerabilidad a los sujetos, observándose que los pacientes con estos antecedentes
tienen un inicio más temprano de la enfermedad, síntomas negativos más intensos y peor
pronóstico.
Se propone que la incompatibilidad Rh actuaría como un cofactor etiológico del trastorno
debido a la lesión cerebral secundaria a hiperbilirubinemia que sea el detonante de una serie de
reacciones que culminen con la manifestación del padecimiento en la edad adulta.
Otro de los factores que se asocian con el riesgo de padecer esquizofrenia es el cuidado de la
madre durante el embarazo. Se ha determinado que las madres de los pacientes acudían menos
veces a consulta prenatal en comparación con las madres de controles sanos, con un promedio
de 9.1 y 9.8, de manera respectiva. Como resultado, en estos últimos se manifiesta una
reducción en 12% del riesgo de presentar esquizofrenia (Kawai 2004).
En otros estudios se pudo encontrar una asociación significativa del estrés, malestar y consumo
de tabaco durante el embarazo, con la presencia de síntomas psicóticos en los hijos adolescentes
(Cannon 2002, Spauwen 2004).
De igual forma se encontró que las madres de esquizofrénicos tienen índices de masa corporal
(IMC) mayores, lo cual aumenta la tasa de esquizofrenia a 1.24 y significa el 24% de incremento
en el riesgo de padecer el trastorno (Kawai 2004).
Los factores familiares y sociales pueden alterar el curso de la enfermedad pero no hay evidencia
de que la originen.
Algunos factores asociados a la estructura familiar se han sugerido como de riesgo para la
esquizofrenia, tales como la edad de la madre en el momento del embarazo (joven aumenta el
riesgo), edad del padre (joven lo disminuye), tamaño de la familia (aumenta en 11% por cada
hermano y 12% por cada ocupante en la misma habitación (Wahlbeck, 2001), el lugar que ocupa
entre los hermanos al nacimiento (primogénito), edad de los padres (madre joven, lo que podría
asociarse a complicaciones obstétricas, padre mayor de 30 años, quizás por la presencia de
mutaciones en las células germinales), y diferencia de edades entre los hermanos (menos de 5
años el riesgo aumenta, 10 años o más el riesgo disminuye), así como sexo de los hermanos
afectados (mayor riesgo si el probando es mujer). Estas observaciones pueden ser de utilidad
para comprender la naturaleza de los factores de riesgo ambiental y genético (Khashan 2008).
Al desarrollarse un estudio comparativo de la edad de los padres de pacientes con esquizofrenia
y sujetos sanos, se encontró que a mayor edad de los padres al concebir se incrementaba el
riesgo de los hijos de padecer esquizofrenia. Al ajustar el índice probabilístico con incrementos
de 10 años de edad, el riesgo aumentaba 1.3%. El fenómeno anterior no se observó para los
pacientes con otro tipo de psicosis (Zammit 2003, Byrne 2003, Malaspina 2001, Sipos 2004).
Fisiopatología