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El Hijo de Dios bajará en una nube no tardando


mucho y mandará a sus ángeles que sieguen la mies
seca de la tierra que no da fruto; que sus escogidos
estén preparados;

Nace en la provincia de Albacete el 13 - 3 - 31. Casada.


Siete hijos. Reside en San Lorenzo de El Escorial.
Apenas sabe leer y escribir. Gravemente enferma de
corazón, sanó en una peregrinación a Lourdes. Su
marido, de poca salud, cultiva un huerto y es portero
suplente en la casa donde Amparo trabaja de
asistenta.
Criada en suma pobreza, sacrificio y duro trabajo,
desde niña, sin saber rezar, ha invocado filialmente a
la Stma. Virgen. Siempre ha sentido tierno amor
compasivo hacia el prójimo necesitado. Afirma ella
que, aunque suponía ha de haber un Ser Supremo,
vivía despreocupada de sus deberes religiosos que no
practicaba. Pero, a mediados de noviembre de 1.980,
oye una voz que le dice: "reza por la paz del mundo y
por la conversión de los pecadores. Amaos los unos a
los otros. Vas a recibir pruebas de dolor".
Efectivamente, comienza a sangrar por la frente y las
manos sintiendo agudos dolores y clama: "Pero ¿qué
es esto?". Se le muestra el Señor clavado en la cruz y le
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dice: "Hija mía, esto es la Pasión de Cristo. La tienes que
pasar entera". Dice Amparo: "Yo no lo resisto". Le
arguye Él: "Si tú en unos segundos no lo resistes,
¿cuánto pasaría Yo, horas enteras en una cruz,
muriendo por los mismos que me estaban
crucificando? Puedes salvar muchas almas con tus
dolores". Le pregunta Jesús si acepta, y ella responde:
"Con vuestra ayuda, Señor, lo soportaré".
Desde este momento Amparo es otra: al mismo tiempo
que intensifica ejemplarmente su vida espiritual, se
multiplican en ella tan raros como extraordinarios
fenómenos: sangraciones por la frente, ojos, boca, un
hombro, espalda, costado, manos, rodillas, pies; unas
veces con llagas visibles, otras con sangre sin llagas y
otras sin llagas y sin sangre, pero con el
correspondiente agudo dolor, según la escena de la
pasión que contempla. Se le ha visto en relieve un
corazón en el centro del pecho, sangrante atravesado
por una espada en figura.
- Apariciones del Señor, de la Virgen y de ángeles.
- Intenso aroma como de rosas percibido de lejos y
como a oleadas.
- Idioma desconocido.
- Bilocación.
- Repetidos mensajes.
- Profecías.
- Multiplicación de alimentos.
- Signos en el cielo.
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- Numerosas conversiones.
- Levitación.
- Comunión mística.
- Inexplicable grabación de cintas magnetofónicas.
- Curación de ajenas dolencias tomándolas en sí
misma, etc.
Varios de estos fenómenos son muy recientes.
Parece que el Señor permite al "Poder de las tinieblas"
actuar contra ella, ya por el mismo diablo, ya por
quienes la insultan, se burlan de ella y de estas cosas,
y la calumnian con palabras por ella oídas o por
escritos. Pero también parece que el Señor le tiene
anunciado todo esto y le da paciencia para soportarlo.

CONTENIDO DE LOS MENSAJES RECIBIDOS


POR AMPARO:
Desde su conversión, Amparo considera su ideal
preferente ayudar a Jesús a salvar almas. Es lo que
entiende que le pide el Señor con tan variados
carismas. Así lo expresa sus mensajes recibidos en
éxtasis frecuentemente muy dolorosos. Veamos el
principal contenido de tales mensajes.
El Señor y la Virgen instan a los hombres a convertirse;
de no hacerlo, vendrá un gran castigo.
- Se quejan de los pecados de blasfemia, impureza,
incredulidad, hipocresía, ingratitud, difusión de
doctrinas falsas, incumplimiento de votos religiosos,
desamor al prójimo.
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- En algunos sacerdotes: vida impura, abandono de la
oración y del vestido distintivo.
- Recepción sacrílega de la sagrada Eucaristía; no se
cree en la presencia real; olvido del Sagrario.
- No hay agradecimiento ni compasión para el
Corazón de Jesús al que se rechaza.
- Ofensas a la Stma. Virgen.
- Se inculcan la Confesión sacramental y la dirección
espiritual.
- Se pondera el poder impetratorio del santo Rosario
cuya devota recitación diaria se recomienda.
- La Virgen promete asistir en la muerte a quienes lo
rezan diariamente y comulgan los primeros sábados.
- Aconseja algo de meditación sobre cada misterio.
- Se piden sacrificios para que se salve el mayor
número posible de almas.
- El dolor es camino ordinario para el cielo.
- Comunión los primeros viernes y sábados y también
diaria.
- Se inculcan repetidamente la humildad y la
obediencia.
Se insiste en la necesidad y el poder de la oración.
- Orar por los que no oran y hacer penitencia por los
que no la hacen.
- Pedir mucho por España, especialmente por el País
Vasco y por todo el mundo.
- Acudir al Padre Eterno. La Virgen nos protegerá
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siempre.
- Pedir por la conversión de Rusia y por el Papa que
va a sufrir mucho.
- Oración especial por los sacerdotes.
- Rezar por los pecadores y los incrédulos.
- Ha tenido visiones del cielo y del infierno.
- Vida eterna feliz sobre los astros.
- La Virgen Dolorosa está siempre pidiendo
misericordia por nosotros. Dice la Virgen que se ha
manifestado en varios lugares de España, pero que
no creen en Ella. Con sus lágrimas está deteniendo el
castigo que provocan nuestros pecados.
- No hacemos caso de sus avisos.
- El Señor y la Virgen dan sus mensajes valiéndose de
los más incultos y humildes para que se vea que no
son falsos, que son de Dios.
- A mediados de junio de 1.981 la Virgen Dolorosa,
sobre la copa de un fresno, junto a la fuente, en Prado
Nuevo, le ha dicho:
"Soy la Virgen Dolorosa. Quiero que se construya en
este lugar una capilla en honor de mi nombre. Que se
venga a meditar la pasión de mi Hijo que está
completamente olvidada. Si se hace lo que Yo digo,
habrá curaciones: este agua curará... Haced
penitencia, haced oración."
"El castigo está muy próximo. Será el juicio de las
naciones, el día del Creador. Si no hacemos caso de la
Virgen, no habrá trabajo, habrá muchas miserias,
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sobre todo en España. Los que están en gracia de Dios,
que no teman no les afectará en nada el castigo que
enviará el Señor".
- "Di a todos que procuren hacer apostolado en
cualquier parte del mundo; que necesitan muchas
almas el mensaje de su Madre celestial".
- "Haced, hijos míos, haced muchos sacrificios por los
pecadores. Muchos están en el infierno porque no
han tenido quien rece por ellos".
- "Haced caso. Mandad mis mensajes por todo el
mundo".
- "Sé humilde. Sin humildad no se ganan almas".
- "Muchos creen que esto tuyo es obra de Satanás. No
lo creas, hija mía, Satanás destruye, no construye".
- "Para darles las moradas celestiales a las almas su
Padre misericordioso está esperando que se
conviertan".
- "Me están crucificando diariamente por su falta de
amor a los demás. Por su impiedad, Dios va a castigar
sin piedad".
- "Llamo a los que han sido humillados, calumniados
por mi causa. Hijos míos, estoy en vosotros ¿a quién
podéis tener miedo?".
-"Tenéis que ser fuertes. Date cuenta, hija mía, de que
Yo estoy con todos los que tienen buena voluntad. Y,
estando Yo, nada temáis".
- "Reparemos ¡pobres almas, qué pena me dan!".
- "Estoy día y noche en el Sagrario por todos. Me
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encuentro allí presente como el mejor de los padres,
como el amigo más fiel, con un amor inmenso ¡Pobres
pecadores! No merecen estos sacrificios tuyos, míos y
los de tantas almas escogidas para su salvación. Tú,
hija mía, no te alejes de Mí. Te espero día y noche,
Dame consuelo. Abandónate en Mí y diles a todos que
los espero, que quiero salvarlos a todos con mi
Corazón. Que visiten a su Prisionero".
- "Sé humilde. No te abandones. Haz penitencia por
los pobres pecadores. Adiós, hija mía, te doy mi santa
Bendición."

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MENSAJES 1994
MENSAJE DEL DÍA 1 DE ENERO DE 1994
PRIMER SÁBADO DE MES EN PRADO NUEVO DE EL
ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, Yo soy la Madre de Dios, Yo soy
la Madre de los hombres; la Divina Majestad de Dios así
lo quiso: que la Divinidad increada entrase dentro de
mis entrañas y se juntase con la humanidad creada.
Cuando el Arcángel San Gabriel me dijo: "María, darás
a luz un Hijo al que pondrás el nombre de Jesús, que
quiere decir Salvador". Yo no comprendí esas palabras,
pero la humanidad se juntó con la Divinidad y la
Divinidad me empujaba. Sentí un gozo en mi corazón y
una alegría (Amparo expresa alegría, y me empujaba
esa Divinidad a decir sí sin comprender esas palabras.
Yo di mi sí y el Verbo encarnado salió de mis entrañas,
para que los hombres entendiesen el misterio de la
creación, pues los hombres estaban deshumanizados.
Los hombres actuaban como animales y Dios quiso
que su propio Hijo se encarnase de una Virgen pura e
inmaculada para enseñar al mundo las verdades de la
creación. Los hombres no tenían corazón (Amparo
musita: "¡Ay... qué cosas!"); estaban tan enfrascados en
el pecado, que habían perdido la razón y actuaban
como animales. Los padres no respetaban a los hijos y
se convirtió la creación en pasión, en placer. Dios creó
al hombre para amarle y glorificarle, y el hombre en su

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desobediencia se metía en los planes de Dios. El Verbo
se engendró dentro de mis entrañas y, cuando nació,
los hombres habían perdido el amor y la caridad. Con
mi esposo José busqué refugio para que mi Hijo
naciese. Todos los corazones de los hombres estaban
endurecidos, y encontré un establo sucio y pobre
donde mi Hijo se pudo reclinar (Amparo muy bajito:
"¡Ay, Madre mía...!") para enseñar a los hombres la
humildad y la pobreza, pues sólo vivían para sí mismos
y cada día deseaban más y más meterse en la
profundidad del abismo. Por eso vino un Redentor
para redimir sus almas. Treinta años enseñando a los
hombres (Amparo dice con dolor: "¡Ay, Dios mío!")
cómo tenían que humanizarse y aprender a
divinizarse. Puso unas leyes para que los hombres se
arrepintiesen y caminasen con pasos firmes el camino
de la verdad. El Redentor de las almas quiso que fuese
Corredentora con Él. Así enseñamos a los hombres a
vivir ocultos para resplandecer en la gracia. Mi Hijo
murió en la Cruz para que los hombres alcanzasen una
morada eterna; dejó un Evangelio y unas Leyes, unos
profetas para explicar a los hombres esa verdad de la
creación. Pero los hombres siguen sin ver ni oír; los
hombres están como en aquel tiempo que vino Cristo
a engendrarse para que los hombres se salvasen.
¿Hasta cuándo, hijos míos, os van a estar enseñando la
verdad y los misterios de Dios? Escuchad, hijos míos, y
abrid vuestros oídos: el tiempo se aproxima y vuestros
corazones cada día están más endurecidos. No habéis

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sabido aprovechar el misterio de la Encarnación ni el
misterio de la Redención. Acudid a este lugar, que Yo,
la Madre de Dios, os prometo que os conduciré a Él por
el camino de la verdad. Yo soy la Madre de la Iglesia y
Yo os conduciré a ella, y ahí lavaréis vuestras almas
por esos canales de vida y de gracia que hay en ella,
Yo soy vuestra Madre, así lo dijo mi Hijo al pie de la
Cruz, y como Madre de la humanidad me preocupo de
los males que hay en ella: de la corrupción de la
juventud y de la maldad que hay en los corazones.
EL SEÑOR:
Venid, hijos míos, que Yo os prometo derramar gracias
sobre vuestras almas. Por eso quieren los hombres
hacer desaparecer mi Nombre, porque los secuaces
del anticristo están extendidos por todo el mundo,
para hacer desaparecer el Nombre de María, pues
María es odiada por Satanás, porque en María vino y
por María, por el sí de su palabra, vino la salvación al
mundo.
Ella trajo la luz en sus entrañas. Ella trajo la salvación
de los hombres. ¿Cómo los hombres son capaces de
despreciarla y ultrajarla? Quiero que en todos los
hogares reine el Corazón Inmaculado de María. La
Madre tiene que estar junto al Hijo y el Hijo junto a la
Madre. Yo estoy siempre junto a mi Madre porque la
amo.
Sed buenos hijos, hijos míos, y respetad a vuestros
padres.
También os digo que luchéis por este lugar; todos
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juntos podéis formar un gran rebaño. Los hombres
intentan hacer desaparecer este lugar; pero mi Madre
puso sus plantas virginales en él y, aunque los hombres
se jacten y se burlen, aquí dejó sus plantas y aquí
seguirá posándolas. No hay lugar ni distancia, puede
ser más largo o más cerca, pero este lugar lo he
escogido Yo y no se moverá de aquí. Si no estáis dentro
estáis fuera, pero ya sabéis que para Dios no hay
distancia. Acudid, hijos míos, no sólo a pedir, sino a dar
gracias por tantos favores recibidos.
Pedid hoy a la Madre de Dios que no os desampare,
hijos míos, porque ninguno de los que acuden a mi
Corazón es desamparado. Acudid, hijos míos, a
impregnaros de mis gracias. Amad a la Iglesia, amad
al Papa y amad a los componentes de ella. Los
hombres la quieren hacer desaparecer, y la Iglesia no
puede desaparecer, porqué es la Piedra Angular la que
la sostiene; es Cristo, y contra Cristo los hombres no
tienen poder.
Hijos míos, defended este lugar sagrado donde las
plantas virginales de María han posado sus pies.
LA VIRGEN: Besa el suelo, hija mía, en reparación de
tantos pecados como se cometen en el mundo.
Tenéis que ser fuertes, hijos míos, Yo estaré con
vosotros. Si Yo estoy con vosotros, ¿a quién podéis
temer? Hoy derramaré gracias como Madre de Dios y
Madre de los hombres sobre vuestras almas; hoy es un
día especial, hijos míos, hoy está la Madre de Dios entre
vosotros, y serán vuestras frentes selladas y os
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protegeré de las asechanzas de Satanás. Llevad mi
Escapulario, hijos míos, pues el Escapulario es una
protección para vuestra alma. Sed humildes y
caritativos y amaos los unos a los otros; que se os
distinga por el amor y la unidad.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales.
Todos han sido bendecidos con bendiciones especiales
para la salvación de vuestra alma.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 5 DE FEBRERO DE 1994,


PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR: Hija mía, mira mi imagen, hija mía, mira la
crueldad de los hombres cómo ponen a Jesús.
AMPARO: Veo a Jesús suspendido en el aire con los
brazos en forma de Y griega. De sus cinco llagas vienen
grandes rayos de luz... ¡Ay, ay qué potencia! ¡Ay!
LA VIRGEN: Esos cinco rayos caen sobre los hombres
de buena voluntad; -Amparo muestra admiración- son
gracias que el Señor derrama en este lugar.
AMPARO: ¡Ay, Señor, qué ejército de ángeles! ¡Ay, ay tu
Madre! ¡Ay, qué belleza, Madre mía, ay!
EL SEÑOR: Hija mía, mira, ni, hija mía, ni el tormento de
la cruz, ni las espinas en mi frente, ni la lanzada en mi
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costado, ni los clavos en mis manos, ni el camino del
Calvario, hija mía, me dolió tanto como la burla y la
mofa que los hombres hacían y siguen haciendo hacia
mi Divina Pasión, hija mía. Los hombres se mofan de mi
Pasión. El dolor más inmenso que sentí en mi alma fue
que los hombres de mala voluntad se iban a mofar de
la Divina Sangre del Cordero Divino. Ni la negación de
los sacerdotes, ni el desprecio de los impíos, ni la burla
de Pilatos ni de Caifás, ni la negación de Pedro, ni la
traición de Judas, hija mía, iban a hacer tanta mella y
tanto dolor (doloroso "¡Ay!" de Amparo) dentro de mis
entrañas, como ni la perversión y la corrupción que vi
antes y después, sino la burla a la Divina Majestad de
Dios. Ése es el dolor que sintió mi alma, la irreverencia
de la Divina Majestad de Dios de los hombres y la
Sangre pisoteada del Verbo humanado y, ni por esa
Sangre, hija mía, los hombres iban a querer salvarse.
¡Qué crueldad la de los hombres! ése fue el mayor
dolor que sintió el alma del Hijo de Dios, que se
humanizó para redimir al hombre, y el hombre se
burlaba y se mofaba de la Redención. Ni aún mi Padre
tuvo compasión de Mí, para que (interrumpe Amparo
con un "¡Ay, Dios mío!, ¡Ay, qué ingratitud!") para que se
cumpliese la obra de la Redención. La Divina Majestad
de Dios cerró los cielos y no tuvo compasión de su
propio Hijo. Dios quiso que el Verbo encarnado bajase
a la tierra y se engendrase en las entrañas de una
doncella humilde y virgen, para el bien de la
humanidad. Ni ante todas esas cosas, hija mía, los
hombres tuvieron compasión del Hijo de Dios, sólo la
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humildad de María y la virginidad de María hizo que
Dios mandase a su Hijo y se engendrase dentro de sus
entrañas por obra y gracia del Espíritu Santo. Dios ya
tenía en su mente el pensamiento de María para Madre
del Redentor; ¿cómo los hombres ingratos y crueles
quieren hacer desaparecer el nombre de mi Santa y
Pura Madre? Quiero que mi Madre sea venerada y
quiero que la imagen de mi Madre salga en procesión
y todos los hombres canten himnos de alabanza para
María. Ella fue Corredentora del género humano, y los
seres humanos ¡qué ingratitud hacia Ella! Quiero que
se la venere en todos los lugares y que se la lleve por
todos los pueblos creyentes y no creyentes,
mahometanos, budistas, jóvenes, niños, mayores, que
veneren la imagen de mi Madre. Quiero que todos vean
su rostro doloroso y las lágrimas que derrama por
toda la humanidad; quiero que mi Madre sea honrada
como se merece. Cuántas veces te he dicho, hija mía,
que en los tiempos de mi Nacimiento y mi vida oculta
mi Madre se ocultó por su humildad; ahora es el tiempo
de María y quiero que en todas las iglesias haya un
trono y en todos los hogares un trono del Corazón de
Jesús y del Corazón Inmaculado de María. ¡Hombres
ingratos que con vuestras astucias queréis hacer
desaparecer el nombre de María tan amado por la
Divina Majestad de Dios! ¿Cómo podéis creer que
vosotros, criaturas desagradecidas, corruptas, vais a
poder hacer desaparecer el nombre de la Reina de
cielos y tierra?

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Son profecías que se están cumpliendo, hija mía.
Os lo dije, que intentarían hacer desaparecer de este
lugar el nombre de María. No harán desaparecer el
nombre de María; intentarán, pero los cristianos tenéis
que ser fuertes y los hijos buenos defienden a su
madre; defendedla con dignidad y con justicia. Que no
pongan excusas, hijos míos, de que se deterioran los
prados y de que se deteriora (fuerte exclamación de
Amparo) la naturaleza, cuando ellos mismos están
haciendo desaparecer de la creación la belleza de los
campos y la hermosura de la obra de Dios. No hagáis
caso, hijos míos, os dije que Yo no permitiría que mi
Madre dejase de plantar sus plantas virginales en este
lugar, la distancia es igual, hijos míos. La voz de los
cristianos llega al cielo y para Dios esta distancia es
muy corta. Cantad alabanzas a María y rezad el
Rosario y no me defraudéis, hijos míos.
El mundo está corrompido y a veces, hija mía, no
merecería la pena salvarlo; pero por ese reducido
grupo que hay de almas orantes, almas consagradas
en los conventos, aquéllas pocas que todavía quedan
frescas y lozanas, por ese número de almas
estigmatizadas que la Divina Majestad de Dios escoge
para los bienes espirituales, gracias a esas almas la
humanidad, (exclamación contenida de Amparo) la
humanidad sigue viviendo en la tierra, hija mía, si no ya
se hubiera destruido el mundo. Pero Dios coge a sus
almas. En cuanto hay un reducido número de almas
que oren con profundidad y con amor, Dios sigue
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derramando gracias sobre la humanidad. Aunque los
hombres son crueles, hija mía, y no tienen compasión
y pisotean mi Sangre, Yo derramo misericordia sobre
ellos; pero también aplicaré mi justicia, porque mi
justicia será Santa.
AMPARO: Veo que la Iglesia va decayendo. Veo a
muchos clérigos que no obedecen al Santo Padre. ¡Ay,
Dios mío!
EL SEÑOR: Por eso, hija mía, es necesaria una
purificación en el mundo y aquellos que aman a Dios y
rezan con lo más profundo de su corazón, gustosos
participarán de esa purificación.
¡Cómo los hombres pierden el tiempo en buscar
discordias, hijos míos, mientras sus hermanos están
muriendo de hambre y de frío por otros lugares!
Quiero que pidáis por esas guerras, hijos míos, porque
los hombres hablan de la paz y les gustan las guerras.
Quiero que se saque la imagen de mi Madre en
procesión y que se pida por esas guerras para que
acabe la violencia entre los hombres. Y no quiero que
os abandonéis, hijos míos, en la oración y en el
sacrificio. Orad, hijos míos, orad; el mundo está
necesitado de oración y penitencia. La sociedad está
pasando por el huerto de Getsemaní. Mi Iglesia
agoniza y quiero que haya una renovación en ella y
que florezca mi Iglesia con sacerdotes santos que
prediquen el Evangelio. Pedid por aquel número de
sacerdotes santos que llevan el Evangelio con santidad
y justicia; se mofan de ellos, hijos míos, pero hay que
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ser valientes; los vasallos de Cristo tienen que coger la
cruz y crucificarse con Él. Hay muchas formas de
crucificarse, hijos míos: aceptando el desprecio, la
persecución, la calumnia; sed valientes que Yo quiero
un rebaño valiente, limpio y con la verdad. La verdad
es Cristo; Él es la vida; Él es la resurrección; Él es el
camino.
LA VIRGEN: Por eso, hijos míos, os pido que vengáis a
mi Inmaculado Corazón y Yo os llevaré al Divino
Corazón de Jesús. Yo soy Madre de amor, Madre de
misericordia.
La Divina Majestad de Dios es tan buena y tan santa,
hija mía, que, ¡cuántas veces, te lo he dicho! que los
hombres están hechos de amor, ¿cómo los hombres
("¡Ay!", de Amparo) son tan crueles que han olvidado
ese Mandamiento importante: Amarás a tu Dios con
todo tu corazón, con todas tus fuerzas y al prójimo
como a ti mismo? Ese Mandamiento lo han olvidado los
hombres; y ven ficticiamente y viven las comodidades
del mundo, ¡qué pena de humanidad! Mira mi manto,
hija mía, Yo soy la que protejo a mi Iglesia, soy Madre
de la Iglesia y la amo con todo mi Corazón, como os
pido que la améis vosotros, hijos míos. ¿Ves, hija mía?
en algunos templos sólo queda en pie el Sagrario. Los
hombres se olvidan de ser templos vivos, hija mía,
porque acuden a los templos con las almas muertas,
hija mía; porque están llenos de pecados, llenos de
soberbia y de lujuria y, donde está el pecado y la
mentira, no está Dios, sus almas están muertas. ¡Qué
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tristeza siente mi Corazón por esas almas, hija mía! Yo
seré con mi luz...
AMPARO: ¡Ay, llena de luz toda! ¡Ay, si parece el sol! ¡Ay,
ay! ¡Cómo pisa a todos los enemigos, montones y
montones de secuaces del anticristo! ¡Ay, cómo los
aprieta y caen! ‥a luz que trae la Virgen! ¡Ay, y con las
Llagas de Jesús, parece un sol todo lo que se envuelve
en ese lugar! ¡Ay, ay, Dios mío! ¡Ay, ay, ay qué cosa, ay,
que traspasa el alma! ¡Ay, que traspasa todo el ser! ¡Ay,
Dios mío cómo penetra la luz! ¡Ay, qué grandeza, una
luz abrasadora, para todas las almas que quieran
abrasarse en esa luz! ¡Ay, cómo protege con ese manto
lleno de luz a muchos sacerdotes que hay santos, que
llevan el Evangelio. Otros muchos se han quedado
fuera del manto de la Santísima Virgen porque se
mofan de Ella y se ríen de la Pasión de Cristo.
LA VIRGEN: ¡Ay, hasta cuándo, almas ingratas, os va a
estar avisando mi Corazón Inmaculado, para que os
salvéis! No déis mal ejemplo y dejad vuestro ministerio
si no cumplís con él. Os quiero almas santas, almas que
caminéis por las pisadas de Cristo. ¿Hasta cuándo vais
a ser capaces de estar haciendo tanto daño a las
almas, hijos míos?
Y no os preocupéis, hijos míos, hay muchos lugares por
todo este alrededor para rezar. No abandonéis este
lugar, pues seguiré manifestándome en él; mi Hijo así
lo quiere, hijos míos. Sed humildes, que Yo derramaré
gracias sobre vuestras almas y sobre vuestros
hogares.
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Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantas ofensas
hechas a la Divina Majestad de Dios.
Quiero humildad y sacrificios; quiero que renunciéis a
tantas comodidades del mundo, quiero que andéis en
la verdad, no en la tiniebla, hijos míos, en el enredo y en
la mentira. Los hijos de la luz están en la luz y los hijos
de las tinieblas se esconden en los escondrijos para
maquinar el mal.
¡Ay, pobres de vosotros, qué difícil será vuestra
salvación, hijos míos, si no cambiáis vuestras vidas!
Amaos los unos a los otros, no forméis querellas, hijos
míos. Cómo odiáis a los hijos de la luz, porque no la veis,
hijos míos, porque estáis en la tiniebla. Sed mansos y
humildes de corazón.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales para vuestras pobres
almas.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 5 DE MARZO DE 1994,


PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, el mensaje va a ser corto, porque
ya lo he dicho todo a los hombres y mis palabras, hija
mía, las echan en olvido.
Alzad vuestros ojos al cielo, hijos míos, y contemplaréis

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la Divina mirada de Dios que os protege. Trabajad para
su Gloria, hijos míos, que todo el que trabaje para su
Gloria recibirá el fruto en la Eternidad. Yo mando
operarios a esta Obra para que unos siembren y otros
recojan; pero que cada uno trabaje con alegría y con
amor para glorificar a Dios.
Quiero que los hombres amen, no de lengua, sino de
obra, porque muchas almas piensan que sólo van a
salvarse de palabra. ¡Ay de aquellos que tienen bienes
en el mundo y ven a sus hermanos padecer hambre y
no abren sus entrañas para socorrerlos! No entrarán
en el Reino de los Cielos. Os quiero, hijos míos, con un
solo corazón y una sola alma: amaos unos a otros. ¡Ay
de aquél que habla de su hermano y lo aborrece!,
porque es un suicida y los suicidas no entran en el
Reino del Cielo. Amad a Dios con todo vuestro corazón,
hijos míos, y que las obras que hagáis salgan de lo más
profundo de vuestra alma, que no os sirvan para
envaneceros.
He dicho que esta Obra la dejo en manos de todos.
¿Cómo os escondéis unos, hijos míos, para ayudar a
esta Obra? Y ¡Cómo la herís cuando oís una
conversación de persecución! Bienaventurados los
que son perseguidos a causa de la justicia de Dios.
Pensad en los cristianos, hijos míos, que fueron
perseguidos a muerte. Y vosotros queréis estar en las
cúpulas sin pasar por la persecución. ¡Ay, hijos míos!,
cuando lleguéis arriba no habrá halagos y no habrá
alegrías, porque os gustan abajo, hijos míos. Haced las
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obras y escondeos; os quiero ocultos, hijos míos.
Todo el que acuda a este lugar recibirá gracias muy
especiales. Todo aquel que colabore a esta Obra, Yo iré
a recibirlo en la hora de la muerte.
Tened cuidado, hijos míos, que es el tiempo del
anticristo y el anticristo anda de acá para allá
llamándose Cristo. Que nadie os engañe. Cristo vendrá
en una nube lleno de gloria con gran poder y gran
majestad. No escuchéis cuando os digan que Cristo
está aquí. Está el anticristo y sus secuaces queriendo,
hijos míos, apoderarse de la mayor parte de las almas.
No os dejéis engañar: hablará en varios idiomas, hijos
míos, incluso hará milagros. Pero Cristo viene de
arriba, porque Él se fue arriba y el anticristo, hijos míos,
saldrá de entre los hombres de mala voluntad. Ya está
haciendo estragos en el mundo.
Reuníos todos y alabad a Dios, y glorificadlo como los
primeros cristianos.
EL SEÑOR:
Hija mía, así vendré ("¡Ay!", gozoso de Amparo). Vendré
lleno de gloria, pero no dejaré mi cruz. Y esta señal se
verá de todas las partes del mundo. Vendré lleno de
gloria y con ejércitos de ángeles.
AMPARO: ¡Ay, Dios mío! (Sigue expresando asombro).
EL SEÑOR:
Amad mucho nuestros Corazones; amad a María,
porque María es el camino para llegar a Jesús.
(Nuevamente: "¡Ay!", de Amparo).
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Amaos los unos a los otros. Éste es el Mandamiento de
la salvación. El que no ama y no tiene caridad con su
hermano, no entrará en el Reino de los Cielos.
Mira qué belleza, hija mía; mira los ejércitos de ángeles;
mira mi poder y mi Majestad. (Pausa en la que se
escuchan: "¡Ay, ah, ah...!" de Amparo).
Seguid acudiendo a este lugar, hijos míos, este lugar es
sagrado; el Hijo de Dios vivo lo ha escogido. ¿Cómo los
mortales quieren emplear un poder temporal contra el
Eterno? ¡Ay de aquellos que se oponen en este camino!
¡Ay, hija mía, compadécete! (más ayes de Amparo) Su
orgullo, su vanidad, su soberbia, hija mía, no los deja
humillarse. Pedid por ellos.
Pedid por el Papa, hijos míos, es muy perseguido, como
fue Cristo, por decir las verdades.
LA VIRGEN: Levantad todos los objetos, todos serán
bendecidos con bendiciones especiales para la
salvación de las almas.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 2 DE ABRIL DE 1994,


PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hijos míos, mi Corazón viene muy triste y
desconsolado, porque veo que los hombres me
rechazan de todos los lugares.

23
Todos aquellos que sois perseguidos, calumniados, no
os desconsoléis y luchad, hijos míos, con paciencia,
energía y con amor. Pero gritad, hijos míos, que sois
católicos de obras y palabras.
¡Qué tristeza siente mi Corazón con este pueblo tan
desagradecido!
EL SEÑOR:
Hijos míos, descargáis vuestros rencores por un
pasado contra almas inocentes y pacíficas. Levantaré
mi mano y la descargaré sobre vosotros, porque todo
el que me ama y me sigue lo quiero más que a las niñas
de mis ojos. Pero sois paganos, hijos míos, y los
paganos no aman a la Iglesia; y el que no ama a la
Iglesia no entrará en el Reino del Cielo.
Hijos míos, revisad los mensajes, veréis cómo se están
cumpliendo las profecías. Dije que seréis golpeados,
calumniados y echados; y así se ha cumplido, hijos
míos, mi mensaje.
LA VIRGEN: ¡Ay, pueblo desagradecido, que habéis
recibido gracias como los hijos de Israel, y las habéis
rechazado!
Ya te dije, hija mía, que no dejaría de manifestarme en
este lugar y que el espíritu no tiene distancia, porque
tú me sigues viendo con el espíritu en el mismo lugar,
hija mía.
Y hago un llamamiento a todos los que habéis acudido
a este lugar y habéis recibido miles y miles de gracias,
que correspondáis a esas gracias, hijos míos; no
24
tengáis miedo, no os preocupéis tanto por el cuerpo;
vale más el alma que el cuerpo, hijos míos, y no
cambiéis la eternidad por los miedos que os infunde el
demonio. Yo seguiré derramando gracias muy
especiales para las almas. Pedid, hijos míos, por
vuestros enemigos y amadlos con todo vuestro
corazón. Os repito, hijos míos, que son dignos de
lástima; no buscan nada más que discordia y enfrentar
a los pueblos, y hermanos contra hermanos, y padres
contra hijos. Ésta también es una de las profecías: que
los hijos se enfrentarán con los padres, las hermanas
con los hermanos, la nuera con la suegra y la suegra
con la nuera, hijos míos. Es el tiempo del anticristo, es
su reinado; pero vosotros, hijos de la Iglesia, con la
gracia de la Divina Majestad de Dios, no os turbéis ni os
desconsoléis; tened paciencia, hijos míos, y seguid
amándonos; y Yo seguiré manifestándome en el
mismo lugar. Acudid de todas las partes del mundo a
rezar. Ahora, más que nunca, es necesaria la oración y
el sacrificio, hijos míos.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantas ofensas
como cometen a mi Inmaculado Corazón.
Yo seré honrada y venerada por todas las
generaciones; así está escrito y así se cumplirá, hijos
míos. Venid a mi Corazón, que Yo os llevaré al Corazón
de mi Hijo.
EL SEÑOR:
Y, ¡ay de aquéllos que dicen servir a la Iglesia y se
dedican a discordias y a enfrentar a unos contra
25
otros!, más les valiera no haber nacido. ¿No has visto
que mi mano se ha descargado sobre ti? ¡Y todavía
sigues incordiando, hijo mío, y formando discordia
entre el pueblo! ·obre alma, qué compasión siente mi
Corazón por ti, hijo mío!
Los hijos de la luz se unen a los hijos de la luz y los hijos
de la tiniebla, también se unen, hijos míos. Estás en el
lado de las tinieblas y aparentas estar en la luz.
Pide mucho por él, hija mía, porque está ciego y no ve
que mi mano se está descargando sobre él y sigue con
discordias y enfrentamientos. ·obres almas, hija mía!
Haz sacrificio y penitencia por ellas.
Acudid a este lugar, hijos míos, no abandonéis el lugar
donde mi Madre ha puesto sus plantas virginales.
Seréis protegidos, hijos míos, y vuestra arma que sea
el Rosario y las alabanzas a Dios, hijos míos.
LA VIRGEN: Levantad todos los objetos, todos serán
bendecidos con bendiciones especiales.
Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice,
por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 7 DE MAYO DE 1994,


PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, aquí está vuestra Madre
Dolorosa, que también participa de vuestro dolor.
Pensad, hijos míos, que, aunque los hombres dicen y

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piensan en el pasado y en el futuro, Yo estoy en el
presente sufriendo con mis hijos; pues mi Hijo me dejó
como Madre de los mortales, y una madre sufre
cuando ve sufrir a sus hijos. Hijos míos, tenéis que ser
muy humildes, pues la guerra, hijos míos, cuando los
hombres malvados la empiezan, tardan en acabarla.
No tengáis miedo, tened gozo, porque Cristo os ama y
Dios pone sus delicias en vosotros y el pórtico del cielo
está abierto para todos los que sufren y padecen
persecución por mi causa, hijos míos. Bienaventurados
los que sois perseguidos a causa de la Justicia, porque
entraréis en el Reino de los Cielos.
¡Qué tristes están nuestros Corazones por la
perversidad de los hombres! Conservaos en la verdad,
hijos míos; la verdad está en Cristo, y Cristo es la vida,
y el que no está en Cristo está muerto.
EL SEÑOR:
¡Ay, hombres malvados que habéis apostatado de
vuestra fe y empleáis mi nombre para vuestras
maldades. Los ángeles se entristecen cuando en
vuestros labios oyen la palabra de Dios, porque no la
empleáis para convertiros ni arrepentiros, sino para
hacer el mal y dividir a los hombres. ¡Ay de aquéllos
pastores de la Iglesia que en vez de dirigir a las almas
dirigen los partidos! Mi mano seguirá cayendo sobre
ellos y aplicaré mi Justicia. Yo soy testigo de vuestras
maldades, de vuestra perversidad, hijos míos, de la
persecución hacia los cristianos; y el día del Juicio seré
testigo de vuestras mentiras, vuestras calumnias.
27
(Pausa.) ¡Qué ingratos sois, hijos míos! Alimentáis
vuestro vientre de la corrupción y de las maldades y
luego vuestra boca vomita ese mal que maquináis
sobre la religión, hijos míos. Dejad a los cristianos que
cumplan su misión, y, si vosotros no entráis en el Reino
de los Cielos, dejad que entren ellos. No hay nada
oculto, hijos míos, podéis averiguar, si tanto os
preocupa, hijos míos, ¿por qué no hacéis vosotros lo
mismo: dejáis vuestros bienes a los pobres y vivís como
viven estas criaturas? ¡Yo os convertiré en yesca y haré
arder la yesca junto a vuestros pecados y cae...
AMPARO: ¡Ay! (se interrumpe la palabra por el lamento
de Amparo)
EL SEÑOR:
Caeréis reducidos en cenizas. ¡Cómo os dedicáis a
dividir a los hombres de buena voluntad! ¿Cómo, hijos
míos, no pensáis nada más (que) en maquinar el mal; y
hacéis que los hijos (estén) contra los padres y las
familias se pongan en contra, hijos míos? Ya he
repetido que soy testigo de todos vuestros males; y
vuestros males serán juzgados, porque han
traspasado la bóveda del Cielo. ¿Hasta cuándo queréis
estar persiguiendo a los cristianos, hijos míos? Habláis
del Dios de misericordia, y vosotros no sentís en
vuestro corazón nada más que odios y rencores.
¿Vosotros conocéis y aplicáis la misericordia; hijos
míos? ¿Cómo decís que Dios es misericordioso, que
Dios no es justo? Dios aplica la Justicia sobre los
malvados y la misericordia sobre los justos y sobre los
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pecadores arrepentidos. Dejad ya de dividir los
pueblos y de armar contiendas, que sólo os
preocupáis, hijos míos, de maquinar el mal. (Pausa)
Vosotros, hijos míos, juntaos todos humildemente;
orad mucho para ser fuertes y no escuchéis sus
palabras, porque quieren guerra, hijos míos; no os
metáis en su guerra y en su mentira.
Bebe unas gotas del cáliz del dolor, hija mía. (Amparo
bebe el cáliz entre angustia y arcadas.) Esta amargura
siento Yo por la perversidad de la humanidad, hija mía;
mira mi rostro, cómo lo ponen los pecados de los
hombres y, especialmente, hija mía, algunos pastores
infieles que se dedican a encizañar a los pueblos, en
vez de poner paz y predicar el Evangelio tal como está
escrito, no como vosotros, algunos pastores, lo
confundís. (Pausa larga en la que Amparo expresa
dolor.)
No hagáis caso, hijos míos, de palabras vanas, ni de
insultos, ni ultrajes; sólo puede hablar así el que no
tiene a Dios, el que tiene dentro a Satanás, porque Dios
es amor, Dios no es discordia; y todo el que se dedica
a la discordia y a la desunión está con Satanás, hijos
míos. Sed fuertes y orad, la oración lo puede todo.
¿De dónde queréis, ingratos, echar de un pueblo a
unos cristianos, (que el único mal que han cometido es
dejar sus bienes para los pobres y recoger a los pobres)
engañando a la gente con calumnias y con mentiras?
¡Ay, pobres de vosotros, hasta dónde habéis llegado!
Vuestro odio y vuestro rencor se están consumiendo.
29
No sólo queréis hacer desaparecer el nombre de
María, sino que queréis hacer desaparecer a los
católicos, porque odiáis a Cristo. No engañéis al pueblo,
que el pueblo sabe, la mayoría, cómo sois, hijos míos.
Pueblo, no os dejéis engañar, ¿no veis que están llenos
de mentira y de odio, hijos míos?
Desde niños enseñáis a vuestros hijos a odiar y a
despreciar a las criaturas, ¿cómo vais a tener paz
dentro de vuestra alma? y soy Yo, el Hijo de Dios vivo,
el que lo dice, porque Yo tengo poder para
manifestarme, donde quiero y cuando quiero, a los
hombres. Yo vine a la tierra con un mensaje de amor y
los hombres han destruido ese mensaje, por odios y
guerras.
Amaos los unos a los otros como Yo os he amado; ése
es el verdadero Mandamiento de la Ley de Dios.
LA VIRGEN: Besa el suelo, hija mía, en reparación de
tantos pecados como los hombres cometen contra
nuestros Corazones.
Mira, hija mía, mi Corazón está rodeado de espinas por
todos ellos, y ¡qué profundidad tienen las espinas!
Retiraos de las almas perversas y orad y haced
sacrificios, hijos míos; la oración lo puede todo.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales para la salvación de las
almas.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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MENSAJE DEL DÍA 4 DE JUNIO DE 1994,
PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR:
Hija mía, te dije que la lucha iba a ser larga, y así actúan
los hombres, hija mía. Todo aquél que es buen cristiano,
hija mía, y ama a Dios y lo sigue con todo su corazón,
es perseguido. Yo traje un decreto del Cielo que me dio
mi Padre; era morir en la Cruz para enseñar a los
hombres el amor, para que los hombres se amasen
como hermanos; pero las criaturas, hija mía, con su
soberbia y su altivez reniegan de Cristo; están metidos
en un abismo de maldad y de malicia y de odios que
los deja ciegos y ellos mismos creen sus propias
mentiras. Yo bajé del Cielo y me hice hombre y me
igualé al hombre en todo menos en el pecado, para dar
testimonio de la verdad. Pero, ¿qué ha hecho el
hombre de todo esto, hija mía?; lo ha desfigurado. No
piensan en el amor, hija mía, sólo piensan en guerras
sangrientas, donde miles y miles de almas mueren
inocentes.
Sed fuertes y no tengáis miedo; estoy más cerca de
vosotros que nunca. Yo haré que resplandezca la luz.
¿Cómo voy a permitir que los hijos de las tinieblas
destruyan mis obras? Reuníos todos y animaos unos a
otros como los primeros cristianos. Era tanto el amor
que sentían unos por otros, que sólo los odiaban por
ese amor que se tenían. Así fueron caminando hacia el

31
martirio, hija mía. Hay muchas maneras de ser
mártires; a veces la impiedad de los hombres y
maldad, y la injusticia, las calumnias, pueden llegar a
hacer mártir a la criatura.
Cada día crece más el rebaño y, por eso, Satanás cada
día está más revolucionado. Sois un gran número, hijos
míos, los que camináis por el camino de la verdad y del
Evangelio, pues el camino por el Evangelio es la verdad.
Todo aquél que camina recto y seguro, practica el
Evangelio de Cristo. Hay pocas almas, hijos míos, que
vivan el Evangelio como lo vivieron aquellos cristianos.
Por eso, hijos míos, que vuestra arma sea el Rosario y
vuestra defensa sea una justicia santa.
¡Ay pueblo! ¿Cómo sois capaces, hijos míos, de tratar a
las criaturas con esta impiedad? ¿No veis, hijos míos,
que los hombres de mala voluntad lo que quieren es
dividir a los hombres? ¿Qué os han hecho, estas
criaturas, para que os comportéis con ellos así, hijos
míos? No os dejéis engañar, pueblo de Dios; pensad,
hijos míos, que Satanás tiene mucha astucia y, con
palabras conquistadoras, os ofrecerán grandes cosas
que luego no cumplirán. ¿Cómo Dios puede estar en
esas almas que desunen, si Dios es unidad, si Dios vino
a enseñar a los hombres el amor?
Sed pacientes, hijos míos, que la luz resplandecerá. Si
os he dicho que nada tenéis que ocultar, nada temáis;
Dios está por encima de todas las criaturas. Amaos
como Yo os he amado, dice el Señor: Amarás al Señor
con todas tus fuerzas, con todo tu corazón y, al
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prójimo, como a ti mismo. El que no ama al prójimo no
ama a Dios.
¿Hasta dónde queréis llegar, criaturas despiadadas?
Averiguad por todos los lugares, hijos míos, que aquí no
hay nada que no vaya encaminado al Evangelio. Para
vosotros Cristo es un sectario; y las sectas dividen, y
estáis dividiendo a los pueblos con palabras
mentirosas y con maldades y rencores que tenéis
dentro de vuestro corazón. Arrepentíos y convertíos
que todavía estáis a tiempo, hijos míos, pero no
sembréis vuestras maldades entre los hombre, porque
vosotros odiáis al Creador.
Y vosotros, criaturas inocentes, que os dejáis arrastrar
sin saber dónde os llevan con promesas mentirosas y
engañosas, ¿cómo os dejáis vender así, hijos míos, si el
alma no tiene precio? Guardad vuestra alma para el
Creador, que el Creador la puso dentro de vuestro
cuerpo, hijos míos. No sembréis maldades ni mentiras.
Amaos como buenos cristianos, hijos míos, donde no
hay paz no está Dios; y vosotros no hacéis nada más
que buscar la guerra, hijos míos. Amaos como
hermanos, que Yo di mi vida por toda la humanidad y
no tuve distinciones de razas ni colores, hijos míos,
porque todos fueron creados por la mano del Creador.
Respetad la libertad de los cristianos como ellos
respetan vuestra libertad.
Pedid por ellos, hijos míos, pues muchos siguen las
patrañas del enemigo sin conocer las verdades, hijos
míos. Pedid para que vean la luz y no se contagien de
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la tiniebla.
Seguid acudiendo a este lugar, hijos míos y venid de
todos los puntos del mundo, que Yo derramaré gracias
para todos vosotros, y pedid por vuestros enemigos,
pues son dignos de compasión. Sed humildes, hijos
míos, pero defendeos con la justicia, con esa justicia
santa, no a golpes como ellos, porque el que a hierro
mata, a hierro muere.
Para Mí no hay distancias, hijos míos, os he repetido.
Os han quitado ese lugar sagrado, pero Yo sigo en él y
la distancia para el alma no existe; sólo existen las
distancias para el cuerpo. Por eso parece que las
criaturas se han quedado sin alma y les gusta
distanciar a los cristianos. Reuníos todos y animaos,
como aquellos primeros cristianos se animaban unos a
otros para ir al martirio. Yo estoy con vosotros, hijos
míos, y la luz puede más que la tiniebla. Y cada día voy
derramando más gracias sobre las almas.
LA VIRGEN: Hijos míos, mi Corazón dolorido sufre por
todos vosotros; uníos a mi Corazón, pues Yo fui
Corredentora con Cristo del género humano; y ¿cómo
una madre no va a sufrir por sus hijos?
Sed pacientes, hijos míos, y humildes, y amad mucho
nuestros Corazones. Amad a la Iglesia con todo
vuestro corazón, amad al Vicario de Cristo, amad a los
sacerdotes, hijos míos.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos
pecados y tanta crueldad como tienen esos corazones.

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Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales para los pobres pecadores.
Pedid por este pueblo, para que aquellos que no creen,
crean y vean la luz de la verdad.
Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice,
por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 2 DE JULIO DE 1994,


PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR:
Hija mía, ¿ves cómo a tu dolor hay una recompensa?
Siempre te he dicho, hija mía, que daré el ciento por
uno a las almas. Yo te he dado ese ciento por uno. Nada
te angustie, hija mía; piensa que esos hombres de mal
espíritu, que sus venganzas y sus odios los vuelcan
contra vosotros, hijos míos.
¡Pero cuántas veces voy a decir, que el Creador está
por encima de la creatura! Hay creaturas, hija mía, en
la tierra que descienden del mal, que dentro de ellas
hay un mal espíritu. (Amparo expresa dolor con un
"¡Ay!" repetido).
Al perder la gracia, el hombre se convirtió en una
bestia, y Yo vine a morir en una cruz para que su
espíritu alcanzara la gracia, hija mía, pero muchos
espíritus no quisieron recibir esa gracia ni aún
muriendo Yo por ellos. Por eso los hombres de mala
voluntad actúan como bestias contra vosotros, hijos
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míos.
No niegues la verdad, hija mía, ni tengas temores por
las palabras de aquellos que hablan de la Iglesia sin
amar a la Iglesia; ¿cómo ellos van a entender de Iglesia
si se encuentran en la tiniebla, hija mía? Que ni la
muerte ni la vida, ni los poderosos, que se creen
poderosos en la tierra, ni ninguna criatura te haga
negar mi palabra, hija mía. Nada te asuste, hija mía, el
que está en la luz busca la luz y el que está en la tiniebla
busca la tiniebla. ¿Cómo pueden decir los hombres que
Dios sólo es amor y que no es un catastrofista, hija
mía? Son los hombres los que cometen las catástrofes
porque no aceptan la gracia; y poco entienden esas
almas de la palabra de Dios que está escrita. Yo dije
que el Hijo de Dios vendría a formar la guerra no la paz,
contra aquellos hombres de mala voluntad, y que
enfrentaría a la suegra con la nuera, al padre contra el
hijo, al hermano contra la hermana, y todo esto está
sucediendo en mi profecía, hija mía. ¿Cómo los
hombres dicen que el mundo está mejor que nunca y
que hay una juventud bella y hermosa, cuando la
juventud está corrupta, hija mía, y en el mundo hay un
cáncer que se va extendiendo cada día más, porque los
hombres no aceptan la palabra de Dios y ese cáncer
sólo Dios puede curarlo? Todos aquellos que se
acerquen a Mí, aunque hayan puesto su mano sobre
mi garganta y el látigo sobre mis espaldas, les abriré
los brazos. Pero, ¡ay de aquellos pastores que predican
una doctrina fría y confundida! ¡Ay, más les valiera no

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haber nacido, hija mía! Enfrentan a los hombres en vez
de enseñar al rebaño las verdades de el Evangelio. Dios
es amor, pero Dios es justicia.
Hay un Cielo y un infierno, hijos míos, un cielo para los
justos y un infierno para los ingratos.
¡No, hija mía, Yo no soy el que los condena! se
condenan ellos mismos, hija mía, porque no aceptan mi
Ley. Ellos se aplican la Ley a su manera y se dejan
guiar por los espíritus malignos, y luego se llaman hijos
de la Iglesia.
¡Arrepentíos y convertíos, hijos míos, y haced
penitencia! Si queréis llegar a Mí, tenéis, hijos míos, que
guardar mi Ley.
Las Leyes quedaron para los hombres, porque Yo
mandé al Consolador para que consolase a los
hombres de buena voluntad; pero muchas almas
ingratas han rechazado al Espíritu Santo y se dedican,
hija mía, a la mentira y a la hipocresía.
¿Qué clase de doctrina habéis aprendido, hijos míos?
¡Ay de aquéllos de mala voluntad que intentan hacer
desaparecer el nombre de mi Madre de este lugar! ¡Ay
de aquellos pastores, repito, que predican una doctrina
fría y falsa! ¡Ay de aquéllos que no enseñan los
Mandamientos, de aquéllos que se llaman Iglesia y se
sirven sólo de la Iglesia para negociar en Ella! Pedid
por ellos, hijos míos, y no tengáis miedo, porque Yo
todos los días pido a mi Padre por vosotros; y el que
está conmigo está con mi Padre y el que no está

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conmigo no está con mi Padre.
Amaos los unos a los otros. Ése es el verdadero
Mandamiento, no los odios ni los rencores, ni las
mentiras, ni las falsedades, ni la hipocresía. Yo soy el
Camino, la Verdad y la Vida, el que me siga tendrá vida
eterna.
LA VIRGEN: Besa el suelo, hija mía, en reparación de
tantos y tantos pecados como se cometen en la
humanidad.
Hija mía, sé muy humilde y nada te angustie. Nuestros
Corazones están contigo, hija mía.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 6 DE AGOSTO DE 1994,


PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hijos míos, vengo a deciros una vez más
que os fortalezcáis en Cristo; Él tiene la fuerza y el
poder. Él es el Hijo de Dios vivo y Dios le ha dado poder
y majestad para reunir a los hombres.
SEÑOR:
Ceñid vuestra cintura con la verdad; revestid vuestro
espíritu de justicia; calzad vuestros pies con celo por el
Evangelio; buscad el estandarte de la Cruz; no hagáis
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caso de serpientes que muerden el alma y la dañan.
Guiaos, hijos míos, por el Evangelio. Habéis tenido
tiempos malos y vendrán tiempos peor, pero con la
oración y con el sacrificio venceréis la astucia del
enemigo.
Yo os revestiré con una corona de chapitel a aquellos
que sean fieles y celosos en mi Evangelio y gozarán por
su celo eternamente de las glorias de Dios.
LA VIRGEN: Sí, hijos míos, sed humildes, hijos míos,
amaos unos a otros. No os durmáis, hijos míos, y estad
en vela, pues el demonio nunca duerme. Yo os
prometo, hijos míos, por tantas y tantas Avemarías
rezadas a mi Corazón, cuando me rogáis: "ahora y en
la hora de mi muerte", que Yo no os abandonaré ni en
esta hora ni en la otra. Pero tenéis que ser fieles
testigos de Cristo, hijos míos, y tenéis que renunciar a
muchas cosas del mundo. No se puede servir a dos
señores, porque los hombres no se ocupan de Dios,
porque están sirviendo a otro señor que es el mundo;
es el que arrastra a los hombres a la tiniebla.
Hija mía, tienes que ser firme; te dije que habías nacido
para sufrir y cuando hoy repetías unas palabras, hija
mía, que te habían regalado un rosario sin Cristo y
decías: "¿Tiene valor la cruz sin Cristo?; falta el
Crucificado en él". Crucifícate, hija mía, por el amor a
los hombres. Ahí falta el Crucificado, como tú has
dicho, una cruz sin Cristo no tiene valor.
Mis palabras son cortas, hijos míos, porque ya he dicho
tantas cosas. He venido a repetir el Evangelio y los
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hombres siguen fríos y obstinados en los placeres del
mundo y en las vanidades.
Mira, hija mía, cómo está mi Inmaculado Corazón
rodeado de espinas sangrantes que, están tan
profundas, que no podrás tocar ni una sola, hija mía.
Las oraciones son tan pobres, de los hombres, que no
salen las espinas de mi Corazón.
Quiero que vuestras oraciones, hijos míos, salgan de lo
más profundo de vuestro corazón. Os pido humildad,
hijos míos, si no tenéis humildad y caridad, por mucho
que mováis vuestros labios vuestras oraciones son
vanas, hijos míos.
EL SEÑOR:
Quiero formar un gran rebaño, hijos míos, y reuniros a
todos; pero todos, con la fuerza del Evangelio, sin
miedos. Y retiraos de aquellas almas que os dañen,
hijos míos. Todo lo que dañe vuestra alma tenéis que
arrancarlo y tirarlo muy lejos.
Levantad vuestro espíritu a Dios, vuestro Creador, Él
ama a sus creaturas.
LA VIRGEN: Acudid a este lugar, hijos míos, que os sigo
repitiendo que para mi Corazón no hay distancias,
hijos míos, la distancia es corta y las gracias las recibís
igual, hijos míos, desde aquel lugar que desde éste,
hijos míos.
Sed firmes y luchad para caminar por el Evangelio de
Cristo.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos
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pecados como se cometen en el mundo... (pausa) y
refúgiate en nuestros Corazones, y todo lo que
obstaculice tu camino, retíralo, hija mía.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales para el día de las tinieblas.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 3 DE SEPTIEMBRE DE


1994, PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, quiero que des un consejo, lo
primero, hija mía. (Luz Amparo se acerca a uno de los
presentes.)
Quiero, hijo mío, llevaros a Dios con un celo, un santo
celo para que lleguéis a la Iglesia como casta virgen
que se desposa con un solo marido. No quiero, hijos
míos, que os prediquéis unos a otros, sino que vuestra
predicación sea para la salvación de las almas. Pensad
que tenéis que ser pastores apóstoles de Cristo y no
tenéis que separaros de la cepa. El sarmiento tiene que
estar unido a la cepa para alimentarse de Él.
EL SEÑOR:
Mira, hija mía, todos los que se han separado de la Vid,
dónde han parado. Se han dejado tentar como Eva por
Satanás y, el demonio ha hecho que Eva tiente a Adán.
Y así os pasará a vosotros, hijos míos. Quiero que seáis
pastores de almas no falsos pastores. Pensad, hijos
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míos, si Luzbel cayó en la tentación, ¿cómo pensáis
vosotros que vais a estar fortalecidos si Luzbel estaba
junto a Dios y cayó?, vosotros que estáis ante los
hombres tenéis que alimentaros de la doctrina de Dios.
La Iglesia la han desfigurado los hombres. La Iglesia
es fundada por Cristo; pero los hombres, los pastores
que se han dejado tentar por la astucia del enemigo,
son los que están destruyendo la Iglesia.
Chupad de la Vid, hijos míos, y no os halaguéis unos a
otros; perjudicáis vuestra propia alma. La paz te dejo,
hijo mío. (Pausa; Luz Amparo retrocede y cae de
rodillas, como es su posición habitual).
Y vosotros, hijos míos, Yo escudriñaré vuestras
entrañas como os escudriño vuestros corazones y,
aquellos que sean fieles a mi Palabra y no nieguen mi
Nombre y hagan buenas obras, Yo pondré una piedra
blanca en sus manos con un nombre que estará
inscrito en el Libro de la Vida.
Yo sé donde se esconden los hijos de Satán, hija mía.
Mira, hija mía, cuantas almas se condenan porque
reniegan de su fe.
AMPARO: (Llora desconsoladamente y dice): Entre
ellos hay sacerdotes... (Luz Amparo aclara: y hay
muchos conocidos).
Sí, hija mía, también hay almas consagradas, (el llanto
de Amparo continúa por algún tiempo) todo aquél que
reniega de su fe, hija mía, vive en la guerra, en la
desunión, en la discordia; divide los pueblos, hija mía.

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Por eso os pido que pidáis por ellos, hijos míos. Yo
pondré una espada de dos filos en mi boca, y haré
justicia con los malvados.
¿No ves, hija mía, que están hechizados, que hay un
hechicero entre ellos, que se dejan hechizar? Sus
corazones están hechizados y llenos de mentira y de
odio.
¡Hasta dónde llega vuestro odio, hijos míos! Os haré
beber de la amargura que beben los cristianos.
¡Ay de aquellos que persiguen a los cristianos! Serán
castigados gravemente, hijos míos. Pero aquellos que
los respetan y respetan mi Ley no serán dañados. Que
nadie os turbe, hijos míos, ni nada os angustie. Sed
pacientes, hijos míos, esa es la insignia de Dios. Si sois
pacientes, hijos míos, veréis triunfar el nombre de Dios.
Quiero, hijos míos, que esta Obra se multiplique como
las estrellas del cielo; así quiero que se extienda mi
Obra, hijos míos. Alimentaos de las gracias que
derramo sobre vosotros. No seáis infieles a tantos y
tantos favores como habéis recibido, hijos míos.
Ya te lo he dicho, hija mía, en otras ocasiones, ¡cuántas
almas han recibido gracias y qué infidelidad a esas
gracias! Tú sigue pidiendo por ellas y sigue pidiendo,
hija mía, por los pastores de mi Iglesia.
LA VIRGEN: Amad mucho al Santo Padre y amad a la
Iglesia con todo vuestro corazón, hijos míos.
¡Cuántas veces os he dicho que las distancias no
cuentan para Mí! ¿Veis cómo Yo me muevo entre
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vosotros, hijos míos? Yo seguiré derramando gracias
para los pobres pecadores. Amad nuestros Corazones
que están muy ofendidos, hijos míos; amad el Corazón
Inmaculado de María y el Divino Corazón de Jesús.
Este lugar quedará bendecido, hijos míos, todos los que
habéis colaborado en él, con la Cruz del Redentor, hijos
míos. Amaos en caridad, en caridad fraterna, amaos
los unos a los otros; enseñad la palabra de Dios a los
hombres, que están sedientos de conocerla.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales, para la conversión de los
pobres pecadores.
Os bendigo, hijos míos; como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y
tantos pecados como se cometen en el mundo.
(Pausa).
EL SEÑOR:
Vuelve a besarlo, hija mía, no es ninguna humillación,
hija mía, Yo puse la cabeza en tierra muchas veces
para orar.
Adiós, hijos míos.

MENSAJE DEL DÍA 1 DE OCTUBRE DE 1994,


PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, aquí estoy una vez más
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cumpliendo mi promesa de manifestarme a los
hombres, para derramar gracias sobre todos ellos.
Aflige mi Corazón mucho la incomprensión de los
hombres, hija mía, ¿quiénes son los hombres para
poner a Dios un límite?
EL SEÑOR:
Yo vine a salvar a la humanidad, soy el Hijo de Dios vivo,
el Cristo Verbo hecho Hombre para salvar a los
hombres. Yo me manifiesto a las almas humildes y
sencillas para comunicarles mis misterios. Pero los
hombres con su soberbia no aceptan que Yo me
manifieste a los humildes e incultos para revelar mis
misterios, y se los oculte a los grandes sabios y
poderosos. Me manifiesto a los humildes, porque su
humildad me llena de gozo y entienden mejor mis
palabras que los grandes y los poderosos. Su soberbia
no les deja ver que Yo revele a un alma sencilla los
misterios de mi Iglesia. Tú no te aflijas, hija mía, y habla
con la misma sencillez; que Dios se manifiesta a los
humildes y sencillos para confundir a los poderosos.
Las almas, hija mía, no buscan nada más que títulos y
subir de nombre, pero no subir su espíritu hacia el
Creador; no entienden la doctrina, que Cristo vino la
primera vez a un pesebre a traer la luz al mundo. Y
luego se ocultó en el Sagrario para quedarse con los
del mundo. Ahí está la grandeza del misterio de Dios. Y
¡cuántos guías de la Iglesia confunden a las almas,
porque no entienden o no quieren entender la doctrina
de Cristo!, y predican una doctrina pobre y no enseñan
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a las almas las grandes riquezas que hay en la Iglesia.
Hay canales que desembocan en fuentes de agua viva
para sanar a los hombres de todos sus males.
Acudid, hijos míos, a esa fuente y bebed de ella, porque
todo el que beba de esa fuente no morirá. Os
preocupáis más por los alimentos corruptos que por el
alimento incorrupto, hijos míos. Ahí en mi Iglesia hay
un alimento incorrupto, que todo el que come de ese
alimento vivirá eternamente. Y yo me valgo de las
almas sencillas y humildes para derramar mis gracias
y mi amor y me refugio dentro de sus corazones,
porque encuentro solaz en ellos para olvidarme de los
pecados de los hombres. ¡Hay tan pocos corazones
humildes y sencillos donde refugiarse!..., que cuando
encuentro un corazón sencillo y humilde, lo modelo a
mi gusto y me refugio en él y me encuentro a gusto en
él. ‧s tan reducido el número de almas capaces de
olvidarse del mundo y de las cosas del mundo, para
glorificar a Dios, su Creador! También gozo de aquellas
almas que se entregan a Mí con ese voto de virginidad;
me glorifican más que los ángeles, porque los ángeles
no han luchado contra las miserias para conservarse
como los ángeles; y estas criaturas luchan contra las
miserias humanas y conservan su virginidad y su
humildad. Tienen más mérito que los ángeles, porque
ellos no han conocido esas miserias. Por eso pido que
todas esas almas que se han entregado a Dios, su
Creador, sean fieles y construyan su casa en el cielo,
luchando contra todas las tentaciones del enemigo.

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Dios es despreciado y ultrajado; por eso Yo escojo
almas para reparar los ultrajes que los hombres hacen
a la Divina Majestad de Dios.
¡Hasta cuándo tengo que avisar; que no seáis
soberbios y que Dios es el Creador y está por encima
de todas las creaturas!
LA VIRGEN: Seguid acudiendo a este lugar, que
recibiréis gracias muy especiales para vuestra
salvación.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y
tantos pecados como se cometen en el mundo.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales para los pobres
moribundos.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 5 DE NOVIEMBRE DE 1994,


PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR:
Hija mía, aquí está tu Jesús, mira mi rostro afeado por
los pecados que siguen cometiendo los hombres. ¡Mira
cómo está mi rostro, mira cómo han puesto mi Cuerpo,
hija mía!... Y los hombres siguen sin hacer caso a mis
mensajes ni a los mensajes de mi Pura y Santa Madre.
Sí, hija mía, el mundo está en un caos de corrupción; su

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corrupción transpasa las bóvedas del cielo. Los
gobernantes, hija mía, son corruptos, y quieren
gobernar los pueblos sin Dios; y cada uno piensa nada
más que en el poder y en llenar sus graneros, sin
ocuparse de los graneros de los pobres que están
vacíos. Las almas consagradas, hija mía, gran número
de ellas, ya te lo he dicho, hija mía, muchas veces, están
marchitas; no quieren cumplir con sus reglas ni con los
compromisos que han adquirido con Dios; hay un
relajamiento en los Conventos. La juventud, hija mía,
está desenfrenada en las pasiones de la carne y del
alcohol y de las drogas. Gran número de pastores de
mi Iglesia son infieles a su ministerio y a su vocación.
Yo llamo a la puerta de mis pastores, hija mía, y no me
abren la puerta, cierran sus oídos; si abriesen la puerta,
Yo entraría en sus corazones y me comunicaría con
ellos y comería con ellos y les enseñaría mis misterios.
Pero, ¡ay, ingratos!, ¿cómo podéis juzgar si estáis
ciegos? ¿Cómo vais a poder comprender que la Divina
Majestad de Dios se manifiesta a los humildes, a los
incultos, para confundiros en vuestra soberbia? ¿Cómo
queréis, hijos míos, condicionar a Dios, a quién tiene
que manifestarse y qué palabras tiene que hablar a las
almas? Yo comunico mi Palabra a las almas y las
escojo por miserables, y se dejan moldear por mis
manos. Pero los sabios y poderosos no los deja su
soberbia ver porque tienen una viga en el ojo y no
pueden ver, hija mía. ¿Tendrán que quitarse esa viga
para ver la paja?

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¡Necios! ¡hasta cuándo, hasta cuándo queréis
condicionar a Dios, hijos míos, que coláis el mosquito y
os tragáis el camello? ¿Cómo os angustian unas
palabras que no van contra Mí y no os angustia la
situación de vuestras almas y la situación del mundo?
Mandad oración y penitencia a las almas; que vosotros
podéis, hijos míos, con vuestro ejemplo, sostener la ira
de Dios. Pero ¿cómo os rebeláis contra la Divina
Misericordia de Dios?
Esta generación no es digna de mi perdón y de mis
gracias, pero por aquel número reducido de almas que
viven el Evangelio, por aquel número pequeño que
viven escondidos cumpliendo con las Leyes de Dios,
voy a derramar mi Misericordia. Voy a dar otra
oportunidad a las almas haciendo una llamada a la
oración y a la penitencia.
¡Necios!, ¡hasta cuándo os van a estar avisando que
estáis ciegos y un ciego no puede guiar a otro ciego?
Sed fieles ministros de la Iglesia y llevad a las almas
por el camino del Evangelio y la Verdad.
Hija mía, tú no tengas miedo ni te acobardes; di las
palabras como se te comunican, hija mía. Piensa que
Yo me he fijado en tus miserias, en tu nada; que Yo te
amo, hija mía, y el amor no puede temer. Sé humilde,
hija mía; no me gusta la soberbia. Ya te avisé, hija mía,
que tendrías pruebas muy duras, más duras que las
que habías pasado; ésta es la prueba más dura porque
va contra los que se llaman míos.
Dejad a las almas, hijos míos; si no van contra Mí están
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conmigo. ¿Por qué os empeñáis en destruir mi Obra?
Vuestro orgullo y vuestra soberbia os deja ciegos.
También las conversiones se copian, hija mía; también
los frutos que salen de mis gracias son copiados.
¡Ciegos! que estáis ciegos y no queréis ver ni oír. No
queréis que mi Obra se extienda como las estrellas; por
eso estáis poniendo impedimentos en ella. Dejad a Dios
que obre como quiera, cuando quiera y en quien
quiera.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de esa soberbia
que tienen los hombres; tú tienes que repararla, hija
mía, para no descargar mi cólera sobre ellos. (Pausa.)
¿Hasta cuándo todo un Dios tiene que estar dando
avisos a las almas? No hacen caso de mi Misericordia
ni de mi Justicia.
Todo el que acuda a este lugar recibirá gracias
especiales para su alma y su cuerpo. Y que vuestra
oración, hijos míos, sea rica, no sea pobre; que salga de
lo más profundo de vuestro corazón.
LA VIRGEN: Acudid a este lugar, que Yo seguiré
bendiciéndoos, hijos míos. Levantad todos los objetos,
todos serán bendecidos con bendiciones especiales.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

MENSAJE DEL DÍA 3 DE DICIEMBRE DE 1994


EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

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PRIMER SÁBADO DE MES
Sí, hijos mios, éste es el perfume de los
bienaventurados.
Hijos mios, vuelvo a repetir que el mundo está hundido.
Muchos gobernantes de los pueblos -corruptores de
ellos y corruptores de la juventud- con promesas que
no cumplen y con palabras de engaño, conquistan a la
juventud. Sí, hija mía, para sus fines diabólicos. Los
hombres han perdido la mirada de Dios, buscan cosas
que Yo no les he prometido en mi Evangelio. Yo soy
Divino y los hombres no me ven como Divino; y como
soy Divino soy purificador. Yo vendré a purificar la
tierra. Quiero acrisolar a los hombres como al oro. Yo
vendré a poner fuego a la tierra y arderá toda.
¡Ay, ingratos, cómo os reís de mis palabras y de mis
mensajes! ¿Hasta cuándo la Divina Majestad de Dios
tiene que avisar a los hombres? Mi voz es como juez y
mis Palabras son de Justicia.
Ya he dicho todo lo que tenía que decir, hijos míos, y los
hombres siguen obstinados en el pecado. Yo haré
retirar el grano de la tierra; haré que metan los trigos
en los graneros y prenderé fuego a la cizaña.
¿Hasta cuándo, corruptores de los pueblos, queréis
desafiar a la Divina Majestad de Dios?
Aquellos que cumplís mis leyes, permaneced unidos,
hijos míos, que vuestra conducta sea santa, y
permaneced en oración, en penitencia y en sacrificio;
combatid al enemigo con buenas obras. No os importe

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que os llamen fanáticos, hijos míos, que os llamen
locos, que os llamen despreciables. Cumplid mis Leyes,
hijos míos, y coged el arma del Evangelio para que
nadie os confunda: "Tuve hambre y me disteis de
comer, estuve desnudo y me vestisteis, en la cárcel y
me visitasteis..."
Sí, hija mía, ahí se conocerá quién cumple mi Evangelio.
El que no está conmigo está contra Mí; el que quiere
seguirme tiene que coger su cruz, negarse a sí mismo
y seguir mis pasos. Ahí está la Ley, que nadie os
confunda, hijos míos. El que quiere a su padre, a su
madre, a su hermano, a su hermana más que a Mí, no
es digno de llamarse hijo mío; ése es el Evangelio, hijos
míos. Que nadie os confunda. Ahí está toda la Palabra
de todo un Dios. Amaos los unos a los otros y
permaneced unidos, que nada os afectará. Pero ya es
hora de segar la cizaña y traspasar el trigo a los
graneros.
Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y
tantos pecados como se cometen en el mundo.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales para el día de las tinieblas.
Todo el que acuda a este lugar recibirá gracias muy
especiales.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espiritu Santo.

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Mensajes tomados de
http://pradonuevo.tripod.com/

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