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II.1.1. El encuadre
Eso implica un renunciar a la acción motora directa para poder contribuir a que el
paciente, a su vez, pase paulatinamente del “acting” a la reflexión, es decir, del
dominio del placer a su complementación con el principio de realidad.
El análisis comienza con el establecimiento de un acuerdo que se denomina alianza
terapéutica o pacto” o contrato de trabajo, que supone un pacto entre el analista
y los núcleos más sanos del paciente.
En el contexto de este pacto, se plantean al paciente las condiciones en las que se
llevará a cabo el trabajo, que constituyen apenas las reglas para iniciar el análisis.
Estos factores comprenden, entre otros, el horario de trabajo, el pago de honorarios,
por supuesto, la regla de la asociación libre, que constituye la piedra fundamental
de la labor analítica. El horario, que suele ser de cuatro sesiones a la semana en
condiciones ideales, tiene importancia porque proporciona una estabilidad básica
de trabajo y una frecuencia suficiente de encuentros por semana que facilita la
transferencia.
II.2.4. La contratransferencia
Resistencia quiere decir todas las fuerzas que dentro del paciente se oponen a los
procedimientos y procesos de la labor analítica. En mayor o menor grado, está
presente desde el principio hasta el fin del tratamiento. Las resistencias defienden
el statu que de la neurosis del paciente. Se oponen al analista, a la labor analítica y
al Yo razonable del paciente.
Las resistencias son repeticiones en el análisis de todas las operaciones defensivas
que el paciente ha realizado en su vida pasada. Aunque algunos aspectos de una
resistencia puedan ser conscientes, la parte esencial la desempeña el Yo
inconsciente. Al analista toca descubrir la forma en que resiste el paciente, a qué
resiste, y por qué lo hace. La causa inmediata de una resistencia es siempre la
evitación de algún afecto doloroso como la ansiedad, la culpabilidad o la vergüenza.
En definitiva se descubrirá que lo que la resistencia quiere evitar es el miedo a un
estado traumático. Las resistencias se pueden clasificar como egosintónicas y
ajenas al Yo. Si un paciente siente que una resistencia es ajena a él, está dispuesta
a tratarla analíticamente. Si es egosintónica, puede negar su existencia, tratar de
reducir su importancia o de librarse de ella racionalizándola. Uno de los primeros
pasos en el análisis de una resistencia es convertirla ajena al Yo para el paciente.
En las terapias de apoyo, el terapeuta trata de reforzar las resistencias. Esto bien
pudiera ser necesario también en pacientes susceptibles de caer en un estado
psicótico.
A medida que el paciente comienza a relacionarse con su analista, a través de la
regla fundamental, las cadenas asociativas y las asociaciones libres por el ineludible
determinismo psíquico, se acercan a temas que, de una manera u otra, son
dolorosos o molestos y que se relacionan con lo reprimido. A estas dificultades para
el cumplimiento de la regla fundamental se las denomina “bloqueos” o “resistencias”,
que corresponden a la proximidad de lo reprimido, y las fuerzas que los determinan
son las mismas causantes de la represión.
El analizando puede darse cuenta de sus propias resistencias, gracias al incremento
de su
Yo observador, inicialmente limitado a la introspección que lo llevó al análisis, y al
cual proporciona el mantenimiento del encuadre que facilita una parte fundamental
de la estrategia del comienzo de la terapia, cuya esencia reside en la escisión del
Yo del paciente, para fomentar un Yo crítico de sus propios actos y motivaciones.
Estudiaremos detalladamente en el capitulo séptimo las resistencias y la técnica de
su análisis.