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Así como “la tutela” es la figura legal de protección para los menores de edad, “la
curatela” está destinada a la protección de las personas mayores de edad que tienen
dificultades para manejarse solas por tener alguna discapacidad salud mental.
La curatela tiene por fin la protección de la “persona” y de los “bienes” de quien sufra
una “disfuncionalidad mental”; y se lleva a cabo a través de la designación de un
“curador”, quien asistirá a dicha persona en el ejercicio de sus derechos.
En ese juicio se debe demostrar con certificados médicos, que la persona a ser
asistida tiene serios riesgos de no poder administrar sus actos sin ayuda; y persigue
el propósito de evitar que otros seres inexpertos o – lo que es peor-
“malintencionados”, le ocasionen graves perjuicios por no comprender plenamente la
envergadura de sus acciones.
Para el logro de tales objetivos, el Juez designa al “curador”, quien debe cumplir con
la función de asistir a la persona protegida, representarla legalmente en determinados
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La ley prevé que el Juez llame para el cargo de curador a los parientes más cercanos
de la persona a proteger. Por lo general, la madre, el padre, el cónyuge, o hermanos
mayores de edad. Pero si no los tuviera, o si éstos no fueran aptos para ejercer tales
funciones, el Juez podrá designar a una persona no vinculada familiarmente al
asistido, para que cumpla con aquella misión.
Aunque la ley dice que el cargo de curador es “unipersonal”, en algunos casos los
Jueces admiten que sea ejercido “de a dos”; por ejemplo, por la madre y el padre
conjuntamente –como lo hacían con la patria potestad, cuando su hija o hijo era
menor de edad-; o por abuelos, o hermanos, o hijos mayores de edad, en ejercicio
compartido de la “curatela”.
En todos los casos, el o los curadores son responsables del cumplimiento estricto de
sus funciones, y son vigilados judicialmente por el Asesor de Incapaces y por el Juez
que interviene en la causa.
Clases de curatela
Existen tres clases diferentes de curatela, dos de carácter general y una especial.
Cuando la persona con discapacidad mental tiene una disfuncionalidad muy severa y
no puede cuidarse sola ni proteger autónomamente su patrimonio, el juicio se
orientará hacia la declaración de “insania” de la persona afectada en su salud mental;
y el tipo de curatela requerirá que la función del curador consista en “representar
legalmente” y asistir en numerosos aspectos a la persona protegida (por ejemplo,
administración de sus bienes, firma de documentación, autorizaciones para actos
importantes de su vida, etc). De este modo, se evita que la persona declarada
incapaz sea responsabilizada penal o civilmente, por los actos inconvenientes que
hubiera realizado sin plena conciencia.
A estos dos tipos, se agrega un tercero denominado “curatela especial”, que está
destinada a brindar seguridades a la persona asistida cuando existen intereses
cruzados o contrapuestos entre ésta y su curador general.
La “curatela especial”, permite que el o los curadores generales sigan ejerciendo sus
cargos, salvo en los temas puntuales donde haya conflicto de intereses con su
asistido; o sea, el “curador especial” solamente desempeñará un rol específico y
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