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PONTIFICA UNIVERSIDAD CATÓLICA ARGENTINA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

Ciclo de licenciatura

Una erótica teologal.


Panorama histórico y desarrollo contemporáneo

Curso I-II de Teología Dogmática

"Encontré al amor de mi alma: lo abracé y ya no lo dejaré" (Ct 3,4)

Cristo y la Iglesia: aspectos de un amor erótico.

Alumno: Pbro. Lucas Schcolnik

Matrícula: 101.634

Profesor: Pbro. Dr. Juan Quelas

Agosto 2018
1. Introducción

Hay muchos y diversos aspectos que forman parte del amor: cariño, sacrificio, entrega de
sí, celos, ternura, perdón, protección, pasión. Para expresar el amor de Dios y entre los
cristianos desde distintas dimensiones, el Nuevo Testamento ha recurrido a distintos
términos: agápe, éros, philía, por citar sólo algunos ejemplos A lo largo de los últimos
siglos -sobre todo desde la modernidad, aunque todavía más desde la obra de Nygren 1- se
ha puesto principalmente el acento en el aspecto agápico del amor, claramente en desmedro
de la dimensión erótica, relegada al mero campo humano (y excluida del divino) y no sin
un cierto desprecio de la misma. Sin embargo, hay realmente una dimensión erótica del
amor de Dios hacia el hombre -amor que es apasionado, violento, sale de sí, celoso- y,
consecuentemente, un amor erótico que despierta en el hombre, con el que a su vez ama a
Dios. Haciendo un recorrido por la historia de la reflexión escriturístico-místico-teológica,
podemos ver cómo es una dimensión muy propia del amor de Dios; dimensión que a nivel
magisterial ha destacado Benedicto XVI en su encíclica Deus caritas est2, y que desde
entonces, ya no puede ser subestimada ni mucho menos despreciada.

Por otro lado, desde los profetas del siglo VIII a.C. en adelante (Isaías, Jeremías,
Ezequiel, Oseas) hay referencias a la relación del Señor con su Pueblo como una relación
esponsal, que como tal, carga con rasgos eróticos. En el Nuevo Testamento, tanto Pablo en
el conocido pasaje de Ef 5,21-28 como Juan en el Apocalipsis (19,7; 21,1; 22,17) hacen
referencia a la Iglesia como esposa, con distintos atributos que no abundaremos en
enumerar aquí. Baste decir que hay un fundamento sólido en las Escrituras y en el
Magisterio eclesial (sobre todo en Lumen Gentium, donde nombra a la Iglesia como
"esposa" nueve veces) para tener en cuenta esta dimensión erótica del amor entre el Señor y
su Esposa, entre Dios y el alma.

Es nuestra intención en el presente trabajo mostrar cómo la relación entre Cristo y su


Esposa, la Iglesia, puede ser expresada en términos eróticos y conlleva en sí un amor que,

1
A. NYGREN, Éros y ágape. La noción cristiana del amor y sus transformaciones, Sagitario, Barcelona, 1969.
2
BENEDICTO XVI, Deus caritas est, (25 diciembre 2005) AAS 98 (2006), 3-9.
como tal, contiene rasgos eróticos. Para tal fin seguiremos la obra de Adrienne von Speyr,
El cantar de los cantares3.

¿Por qué elegimos El Cantar? Pues sencillamente porque es un libro con alto contenido
erótico dentro del canon de las Sagradas Escrituras y, como dice von Balthasar en la
introducción que hace al pequeño comentario de Adrienne: "A partir del siglo tercero y
hasta el octavo, el Cantar de los cantares fue considerado como una pieza central, para
muchos como el centro de la revelación: el fuego ardiente del Eros, fuerte como la muerte,
duro como el infierno"4. También dice Leclercq: “fue el libro más leído y comentado en los
claustros medievales”5. Las interpretaciones de este libro a lo largo de la historia han sido
tan numerosas como diversas: sentido antropológico, eclesial, espiritual, son algunos
caminos que han seguido sus comentaristas. Tal como dice Crouzel:

“Orígenes está íntimamente persuadido que la significación que ha querido el Espíritu Santo
inspirando este escrito es simbolizar el amor divino […]. Pero distingue […] un sentido literal y un sentido
alegórico: el sentido dado por el Espíritu es considerado por él como espiritual o alegórico y distinguido de un
sentido literal que no representa la intención del autor sino la materialidad misma de lo que está dicho; en un
lenguaje figurado como aquí, el sentido literal es la figura empleada, el sentido espiritual o alegórico lo que
significa la figura”6.

Nuestra metodología no será otra que la de la misma autora: ella toma de a uno o más
versículos y hace en primer lugar un comentario al significado inmediato, es decir a la
relación entre los esposos como hombre y mujer. Luego, en un segundo momento, se
pregunta y comenta cómo se aplica a la relación esponsal entre Cristo y la Iglesia. Es
entonces un texto eclesial, que busca, a partir del texto bíblico, descubrir el amor erótico y
místico a la vez de Cristo a la Iglesia y de la Iglesia a Cristo (éste último, que suele suceder
de modo imperfecto, aunque siempre en camino, atraído por su esposo) y los medios por
los cuales se expresa, atrae, busca, apasiona este amor. No vamos a analizar

3
A. VON SPEYR, "El cantar de los cantares", en ID., La creación. La misión de los profetas. Elías. El cantar de
los cantares, Fundación San Juan, Rafaela, 2005.
4
A. VON SPEYR, "El cantar de los cantares", p. 281.
5
J. LECLERCQ, El amor a las letras y el deseo de Dios. Introducción a los autores monásticos de la Edad
Media, Sígueme, Salamanca, 2009, 117.
6
H. CROUZEL, “Introduction”, en ORÍGENES, Commentaire sur le Cantique des Cantiques, I (SCh
375), Cerf, Paris, 1991, 19. Citado en J. QUELAS, ‘Ο ’εµός ’έρως ’εσταύρωται. De la erótica teologal a la
erótica teológica, Universidad de Comillas, Madrid, 2015, p.46.
exhaustivamente todo el texto, sino que nos remitiremos a algunos pasajes que
consideramos que reflejan la idea que recorre todo el texto.

Pero introduzcamos primero brevemente a nuestra autora, siguiendo la pequeña biografía


que hace de ella su padre espiritual7.

2. Adrienne von Speyr

Adrienne von Speyr (1902-1968) fue una médica, esposa, mística suiza. Nacida en una
familia protestante, en el año 1940, a raíz de una fuerte depresión tras la muerte de su
primer esposo y de la imposibilidad de rezar el Padrenuestro, es presentada a Hans Urs von
Balthasar, quien inmediatamente la guía en la oración y pocos meses después la bautiza en
la Iglesia Católica. A partir de este momento, Adrienne comienza a recibir una "catarata de
gracias", en palabras de Balthasar. Muchas de estas son dictadas a su director espiritual,
quien luego las va poniendo por escrito. Juntos fundan pocos años después la Comunidad
San Juan, un instituto secular con tres ramas: masculina, femenina y sacerdotal. Para esta
comunidad es que Adrienne dictará algunos comentarios a distintos libros de la Escritura,
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Entre ellos se encuentra nuestro
Comentario al cantar de los cantares. Dice su comunidad:

"La obra escrita de Adrienne nació y creció desde y en una profunda y permanente oración
contemplativa. La parte más importante de ella son los comentarios a la Sagrada Escritura. Ese fue el don más
importante de Adrienne, el que caracterizó su carisma como 'mística objetiva', es decir, un don profético de
interpretación de la palabra objetiva de Dios"8.

3. La obra

Nos dice Balthasar sobre el comentario de Adrienne: "La intensidad, el arrojo y el sobrio
realismo con que se medita el misterio en este comentario se buscarán en vano en los
innumerables comentarios de la tradición"9. A tal altura lo sitúa el teólogo de Basilea.
Sumerjámonos, pues, en este rico comentario.

7
H.U. VON BALTHASAR, Una primera mirada a Adrienne von Speyr, Fundación San Juan, Rafaela, 2012, pp.
18-50.
8
Así dice en la página de su editorial: www.edicionessanjuan.es/pages/sobre-hans-urs-von-balthasar
9
A. VON SPEYR, "El cantar de los cantares", p. 282
Comentando los primeros versículos, dice A.: "El amor natural del varón y la mujer sirve
como fundamento, es invocado como comparación. Pero se trata también del amor de Israel
por Yahveh, del amor de la Iglesia por Cristo, de la unión del pueblo cristiano con Dios"10.
Es este amor natural con el que comienza de manera apasionada el texto del Cantar,
hablando de la experiencia que se tiene del amor conocido, que suspira por más. Sin
embargo, dice Adrienne que este inicio no es del todo perfecto, ya que en un deseo tan
imperioso hay algo de temor, se esconde una angustia; le falta la confianza y el abandono
de sí. En este sentido, "el Nuevo Testamento ha superado ese tipo de relación entre los
sexos"11

3.1 Un amor que sale a buscar

Al pedido de la esposa: "Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas al rebaño,


dónde reposas al mediodía" (1,7), él responde: "Si no lo sabes, oh la más bella de las
mujeres, sigue las huellas de las ovejas, y lleva a pacer tus cabritas a los lugares de los
pastores" (1,8).

A pesar de las manchas que la esposa describía en sí misma, el novio no se avergüenza de


ellas y la llama "la más bella de las mujeres", y le sugiere como camino para encontrarlo el
seguir las huellas, porque donde está el rebaño, está el pastor. Además, le da una tarea:
llevar las cabritas.

Adrienne lo traslada a Cristo y la Iglesia y dice:

"Si ella es la Iglesia, el Señor sabe entonces que es la mujer más hermosa, pues es la novia que él
mismo ha formado (...) Ella aprenderá a conocerlo más de cerca, si es que sigue las huellas (...) Tú sigue las
huellas que han abierto los míos, aquellos que realmente me han seguido." 12

Así como se sigue un perfume, que es una huella, la Iglesia debe descubrir y seguir las
huellas del Señor si quiere encontrarlo. Para eso es útil seguir las huellas de la Iglesia
celestial en su paso por la tierra, porque ese fue el camino para encontrar definitiva y
eternamente al Señor, a quien ha abrazado y ya no lo soltará (cf. 3,4).

10
Ibid. p. 285.
11
Ibid. p.286.
12
Ibid, p.289-290.
3.2 Un encuentro apasionado

En el encuentro de intimidad y goce ella, "enferma de amor", se entrega al esposo, que


sostiene su cabeza con la mano izquierda (débil) y con la derecha (fuerte) la abraza. Él la
conduce con amor y ella, en su entrega, se vuelve débil. Le presta, entonces, menos
atención a la cabeza que al cuerpo. El esposo no quiere tanto las ideas y pensamientos de
ella sino su cuerpo.

Referido a Cristo y la Iglesia, Adrienne describe la debilidad de la Iglesia frente a la


fortaleza de Dios, quien con amor la conduce y pide, no tanto sus pensamientos y
reflexiones sobre ella misma cuanto su cuerpo, que es ella misma en todo su ser y su amor.
El Señor pretende de su Iglesia la docilidad y la entrega de la esposa para ser conducida en
el amor.

3.3 El descanso luego del encuentro

Luego del acto sexual, la esposa queda exhausta y se duerme. Ahora sí ella puede dormir
en paz, perteneciéndole, el sueño de su amor. A la Iglesia pues, el Señor no quiere que la
molesten las Hijas de Jerusalén (otras iglesias, otras posibilidades de entrar en contacto con
el Señor) hasta que no esté fuerte en su relación con él. Porque si bien la Iglesia está en el
tiempo, ella y el Señor son de la eternidad, y la Iglesia corre el riesgo de querer ser
temporal, lo cual el Señor tratará de evitar a toda costa. A propósito de esto último, el papa
Francisco ha llamado varias veces la atención sobre el riesgo de la mundanidad13.

3.4 Nuevas búsquedas más allá de la sexualidad

Quizás sea en Ct 2,8-9 donde el juego del amor va comenzando de a poco. Es erótica y
divertida la forma en la que el esposo busca a la esposa "detrás de nuestra cerca, mira por
las ventanas, atisba por las rejas". Al respecto Adrienne dice que es importante de esta
manera expresar el aspecto espiritual del amor, que no irrumpe directamente con la
acción14. Y trasladado a la Iglesia con respecto a Cristo, acción y contemplación mantienen
su diferencia y ella señala una cierta primacía de la contemplación. Así como el amor en

13
Llama mundanidad a buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. cf.
FRANCISCO, Evangelii gaudium, 93-97 (24 noviembre de 2013) AAS 105 (2013), 1123.
14
A. VON SPEYR, "El cantar de los cantares", 297.
acción pero sin aspecto espiritual es vacío, así también la acción de la Iglesia sin la
contemplación del Esposo.

Los versículos siguientes (2,10-14) son una invitación del esposo, que está tan enamorado
que ve nuevas y maravillosas todas las cosas: a la novia, a la naturaleza. Son los efectos del
amor en el amante. Parece así que todo es bello, todo es causa de gozo, todo lo que está
alrededor de la novia está lleno de amor. Comenta además Adrienne:

"Siempre será de nuevo la primera noche. Él no lo hace como si hubiera adquirido algún derecho
por su relación con ella. La vuelve a cortejar, la quiere poseer siempre de nuevo. De este modo le quiere
regalar otra vez la libertad de donarse, para que su alegría de reglarse sea aún más grande. Así se comporta
el Señor con su Iglesia. Él está siempre dispuesto a presentársele como quien la invita a una primera, aún no
consumada experiencia."15

Sin embargo, a pesar de la unión tan íntima, apasionada y profunda, el amor es frágil y
está continuamente amenazado, por eso pide: "Cazadnos los zorros, los zorros jóvenes que
devastan las viñas" (2,15).

Pasemos a contemplar las descripciones mutuas que hacen los esposos.

"¿Quién es el que sube del desierto, cual columna de humo, cubierto de mirra y de incienso, de todos
los aromas exóticos? Ved, esa es la litera de Salomón. Sesenta valientes en torno a ella, la flor de los valientes
de Israel: todos diestros en la espada, veteranos en la guerra. Cada uno lleva su espada al cinto, por las
alarmas de la noche. El rey Salomón se ha hecho un litera de madera del Líbano. Ha hecho de plata sus
columnas, de oro su respaldo, de púrpura su asiento; su interior, tapizado de ébano. Salid a contemplar, hijas
de Sión, a Salomón con su corona, con la diadema que lo coronó su madre el día de sus bodas, el día del gozo
de su corazón" (3,6-11)

Comenta Adrienne: "El novio utiliza todos los medios que están a su alcance para darse a
conocer. Es posible acercarse a reconocerlo por caminos diversos, pero deben ponerse en
juego todas las capacidades propias para llegar rápido al objetivo"16

"Sí, ¡qué bella eres, amiga mí, qué bella eres! Palomas son tus ojos a través de tu velo; tu melena,
cual rebaño de cabras que ondulan por el monte Galaad. Tus dientes, un rebaño de ovejas recién esquiladas al
salir del baño; todas tienen mellizas y ninguna ha perdido una cría. Tus labios, una cinta de escarlata, tu
hablar encantador. Tus mejillas, como cortes de granada a través de tu velo. Tu cuello, la torre de David

15
Íbid, 299-300.
16
Íbid, 308.
adornada con trofeos: mil escudos penden de ella, todos paveses de valientes. Tus dos pechos cual dos crías
mellizas de gacela, que pacen entre lirios. Antes de que sople la brisa de la tarde y las sombras huyan, me iré
al monte de la mirra, a la colina del incienso. ¡En ti todo es bello, amiga mía, no hay mancha en ti!" (4, 1-7)

Son indudables las connotaciones eróticas de semejante texto, donde, desde el amor, el
novio alaba la belleza de su amada, expresando así el deseo de ella. Comenta Adrienne:
"...él alaba lo que ella es, y no lo que tiene"17. Luego habla de la fecundidad de ella: "Es
necesario el amor del varón para despertar la fecundidad de la mujer. Y quizás él quiera
también, hablando de las crías, despertar en ella el deseo de hijos"18. Pero refiriéndose a la
relación entre Cristo y la Iglesia,

"el Señor la alaba del modo como quiere tenerla. Así como surge de sus manos. Pero miembro a
miembro -como el Señor los descubre mientras los forma- la va uniendo a una tarea. [...] Además ésta debe
estar sin velos ante su Señor. [...] En toda la descripción, desde los ojos hasta lo último, el Señor la acompaña
de modo que ella pueda ser y permanecer bella"19.

Y luego agrega: "Así como la mujer debe dejarse determinar por el acto del varón, la
Iglesia por la eucaristía del Señor. En la eucaristía existen nupcias místicas entre el Señor y
su Iglesia"20.

3.5 La fecundidad como fruto del amor y la pasión

Saltamos algunos versículos para escuchar cómo la esposa arde en deseos de recibir con
todo su ser a su amado. "Levántate, viento del norte; ven deprisa, viento del sur. Soplad en
mi huerto, que fluyan sus aromas. Que mi amado quiera entrar en su huerto y gozar de sus
frutos exquisitos" (4,16).

En muchas culturas es el viento figura de la fecundidad: el viento es el que lleva las


semillas. Es también viento el Espíritu del que habla Jesús (cf. Jn 3,8). Por eso "la novia
está pronta a recibirlo y se consume de deseo por él. Él debe poder gozar y comer los frutos
que han madurado bajo su soplo"21.

17
Íbid, 311.
18
Íbid, 312.
19
Íbid, 313.
20
Íbid, 314.
21
Íbid, 319.
Pero toda esta pasión y deseo, de fecundidad entre los esposos no es sino figura de una
pasión más grande y de una fecundidad que fluye hasta la Vida eterna, como es la de Cristo
y la Iglesia. Por eso dice Adrienne:

"Así vive la Iglesia del Espíritu del Señor, y si está empapada de ese Espíritu, el Señor puede recoger
en ella los frutos del Espíritu. Ese es un movimiento eterno en ella, en el cual ella recibe del Señor y se lo
vuelve a donar. Se es demasiado proclive a mirar la Iglesia como institución, a hacerla comprensible
únicamente a ese nivel. Ella vive, sin embargo, esencialmente en un movimiento desde y hacia el Hijo, así
como Éste vive desde y hacia el Padre. La relación Señor-Iglesia no está fijada y asegurada de una vez para
siempre, brota siempre nueva. Está llena de vueltas y reciprocidades, acercamientos y nuevos alejamientos;
así como los esposos a menudo se dedican a su propio trabajo, cada uno vive y experimenta algo para sí
mismo, que luego puede ser conversado otra vez entre ambos..."22

Resulta interesante la acción del Espíritu que obra la fecundidad en la Iglesia. Las bodas
son entre Cristo y su Iglesia, pero es su Espíritu - a manera de semen- el que fecunda su
Iglesia. De esa manera, ella vuelve a ofrecerle sus hijos al Señor y es una relación que se
mantiene siempre nueva porque el Espíritu la rejuvenece constantemente (cf Jn 3,1-8; Ef
4,23).

3.6 Generosidad y entrega en el amor

Llegando al culmen de la experiencia erótica del Cantar, el esposo dice poética y


simbólicamente: "Ya entro en mi huerto, hermana mía, novia mía, tomo mi mirra y mi
bálsamo, como mi panal y mi miel, bebo mi vino y mi leche. ¡Comed, amigos, bebed, oh
queridos, embriagaos!" (5,1).

La dosis de realidad y belleza al mismo tiempo con la que Adrienne comenta este pasaje
no tiene desperdicio:

"[La esposa] ha de saber que él la quiere poseer por completo, pero que esa posesión no lo hace
insensible para sus restantes atractivos. Él exige todo, todo cada vez. Nada debe quedar sin gustar, él es
receptivo y agradecido por todo. Pero lo exige como aquello que le pertenece. Y él recogerá todo lo que ella
le ofrece. La mujer, en el fondo, tiene más placer en todo el resto, al hombre le interesa más el acto. Pero
puesto que él realmente la ama, no empujará hacia el acto sin un preludio; y puesto que ella realmente lo ama,
no querrá detenerse en el preludio, sino ir hasta la donación total. (..) El Señor se interesa también frente a la
Iglesia por la totalidad; por la unión sacramental en la que regala lo suyo. Para él se halla en el medio la

22
Íbid, 320.
eucaristía; no deja de lado los demás sacramentos, pero la intención última se llama comunión. Él toma,
además, cada donación y cada veneración de la Iglesia como algo que le pertenece y le corresponde; por
cierto, en el modo que le agrada a la Iglesia. Aquí existe una justificación de todas las formas posibles e
imposibles de adoración y objetos de adoración que existen en la Iglesia. Él toma de ella todo lo que le es
ofrecido y es bueno a los ojos de ella, en cuanto está orientado a la comunidad última con Él." 23

Decididamente Adrienne sabe de lo que está hablando el Cantar de manera inmediata


y, desde su experiencia de una mujer casada, puede agregarle más a lo que el autor dice. Sin
embargo, no por eso (¡o quizás por eso mismo!) prescinde de un significado velado ante la
primera lectura y velado también para el autor mismo, que no conoció a Cristo. Adrienne es
testigo de que la Palabra de Dios siempre dice más: más de lo que el autor mismo quiso
decir, más de lo que quiso significar en el momento concreto en que se escribió, más que lo
que toda la tradición ha leído en ella. Es una Palabra espirada por el Espíritu y, por lo tanto,
siempre joven y nueva para quien poseyendo el Espíritu se atreve a escucharla.

Como no es nuestra intención hacer un resumen de tan vasto comentario, ni tampoco


un comentario del comentario, iremos hacia el final del libro y comentario de Adrienne.

Dice finalmente la esposa: "¡Huye, amado mío, sé como la gacela o el joven


cervatillo por el monte de las blasameras!" (8,14). Al respecto, comenta Adrienne: "Ella le
restituye toda su libertad. No debe ser ella la que lo detiene (...) Si la novia es la Iglesia, ella
también le restituye al Señor toda su libertad, no lo quiere retener (..) pero sabe que Él,
marchándose, retornará eternamente hacia ella, para formarla de nuevo"24.

Imposible no recordar aquí la escena de la Magdalena junto a Jesús resucitado, quien


le pide que no la retenga (Jn 20, 17). Muchos han visto al Cantar de los cantares como la
fuente de inspiración para esta escena por parte de Juan. Muchos han visto también en la
figura de la Magdalena joánica -al igual que en la esposa del Cantar- a la Iglesia, esposa de
Cristo25.

23
Íbid, 320-321.
24
Íbid, 357.
25
cf. por ejemplo J. MATEOS - J. BARRETO, El evangelio de Juan. Análisis lingüístico y comentario exegético,
Ed. Cristiandad, Madrid, 1979, p. 853 y ss. o X. LEÓN-DUFOUR, Lectura del Evangelio de Juan. T. IV,
Sígueme, Salamanca, 1998 p.180.
4. Conclusión

Hemos dicho al comienzo de nuestro trabajo que la relación de Cristo y la Iglesia,


ampliamente figurada a lo largo de la tradición eclesial como una relación esponasal, podía
describirse en términos eróticos, propios de cualquier relación entre un hombre y una
mujer. Al respecto, decíamos que el libro del Cantar de los cantares nos ofrece un óptimo
ejemplo. Ayudados en su lectura y comentario por Adrienne von Speyr, pudimos constatar
cómo el amor erótico por excelencia que describe el texto bíblico es figura de aquél amor
entre Cristo y la Iglesia y que se expresa en la actitud de confesión, en los sacramentos, en
la vida de oración, la libertad de uno frente a otro y su dependencia, las pruebas, etc.

¿Por qué entonces no desarrollar más esta figura esponsal erótica que nos ayudaría a
entender mejor la relación de la Iglesia con el Señor, con el mundo y con cada uno de sus
miembros? Podríamos preguntarnos qué lugar tiene el conocimiento afectivo o por
connaturalidad (que es eminentemente erótico y propio de los pobres) en la teología.
Podríamos preguntarnos también qué lugar le cabe a la afectividad dentro de la moral; si la
moral en la Iglesia es medio para unirse más íntimamente con su Señor o es simplemente
fidelidad a una regla. ¿Y el derecho canónico? ¿Qué lugar ocupa en él el amor erótico?
Porque si es un amor tan propio del Señor, ningún aspecto de la Iglesia puede permanecer
al margen del mismo, tampoco el erótico, ya que, como nos lo recordaba el papa Benedicto
XVI, "eros y ágape -amor ascendente y amor descendente- nunca llegan a separarse
completamente (y) el hombre tampoco puede vivir exclusivamente del amor oblativo,
descendente"26.

Así, entonces, "¡Lo que Dios ha unido... que el hombre no lo separe!" (Mt 19,6)

26
BENEDICTO XVI, Deus caritas est,7.

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