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¿Cuál es el problema más crítico que enfrenta la humanidad en el comienzo del siglo XXI?
Surgen respuestas como pandemias mundiales, calentamiento global, escasez de agua,
demandas de energía, colapso financiero, terrorismo internacional, sin embargo, la
respuesta es todo esto y más. Vivimos en un sistema global en el que los problemas más
críticos van más allá de las fronteras regionales y nacionales. Hoy en día, en nuestro sistema
global interconectado, un fracaso social o ambiental masivo en una región amenaza a todo
el sistema. Tal vez la pregunta global para el siglo XXI es la siguiente: ¿Puede el actual
sistema mundial adaptarse y sobrevivir a problemas altamente interconectados?
En los ultimos años se pensaba que “la relación entre el ambiente, los recursos y los
conflictos sería tan obvia como la conexión que vemos ahora entre derechos humanos,
democracia y paz”-Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz 2004. Pero ohh! sorpresa, tales
conflicos en esta relación nos alcazaron. Mucho tiempo la producción se consideró
benéfica, pero trajo consigo costos que recientemente se han hecho visibles. "La
producción merma las reservas finitas de materias primas y energía, mientras que satura la
capacidad finita de los ecosistemas con los desperdicios que resultan de los procesos
(Nicholas Georgescu-Roegen, Kenneth Boulding y Herman Daly (1972) en Riechmaan 1995).
En el presente ensayo tiene como objetivo explicar brevemente acerca del concepto del
Desarrollo Sustentable, además conocer como ha sido la evolución en América latina,
México y Chiapas, haciendo una revisión de los trabajos citados.
Sin embargo, la fuerte presión ejercida sobre el capital natural, por la creciente
población humana, tuvo la necesidad de hacer frente a dicho deterioro de los recursos
naturales. Para tal fin, como alternativa surge el concepto de desarrollo sustentable (DS).
La primera definición oficial y la más usada fue del Informe de Brundtland “Our Common
Future” Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU (1987) donde
el desarrollo sostenible se define como un: “desarrollo económico que pueda llevar
beneficios para las generaciones actuales y futuras sin dañar a los recursos o los organismos
biológicos en el planeta”. Es la posibilidad de obtener continuamente condiciones iguales o
superiores de vida para un grupo de personas y sus sucesores en un ecosistema dado
(sustentar y sostener indefinidamente) es prolongar la productividad del uso de los recursos
naturales, a la vez mantener la integridad de esos recursos, para el uso de las próximas
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generaciones (justicia intergeneracional). El DS no debería estar opuesto al desarrollo
económico; no obstante, la maximización del crecimiento económico basado en el
deterioro del capital natural, hace que estos dos conceptos, no sean compatibles. Así como
menciona LéLé (1991), el SD se convirtió en consigna para las agencias de ayuda
internacionales, la jerga de los planificadores del desarrollo, el tema de las conferencias y
ponencias científicas, y el lema de los activistas ambientales y de desarrollo. Considero que
surge como premisa para satisfacer las necesidades básicas de todos y extender a todos la
oportunidad de poner en práctica sus aspiraciones a una vida mejor. En esencia una nueva
era de crecimiento económico, donde se garantice que los pobres tengan una participación
justa de los recursos necesarios para sostener este crecimiento.
De acuerdo con la Cumbre de Río de Janeiro (ONU, 1992) la noción del desarrollo
sostenible se ha dado tradicionalmente en torno a tres frentes principales que se ratifican
inclusive en la declaración política de Johannesburgo (ONU, 2002): el compromiso por
“avanzar y fortalecer los pilares interdependientes y mutuamente reforzados” como son el
desarrollo económico, desarrollo social y protección ambiental en los niveles local, nacional,
regional y global (Rojas, 2004). En la actualidad se habla de una nueva dimensión del
desarrollo sostenible que incorpora elementos de orden político e institucional, y que se
estima son elementos favorables por el rol que cumple el Estado y las instituciones como
garantes de escenarios de armonización en los ámbitos económico, social y ambiental. Para
el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en su definición de
desarrollo sostenible afirma que debe ser “un proceso multidimensional e intertemporal,
en el cual la trilogía equidad, sostenibilidad y competitividad se sustentan en principios
éticos, culturales, socioeconómicos, ecológicos, tecnológicos-productivos, institucionales y
políticos” (IICA).
En realidad, hace apenas veinte años, el "decenio del desarrollo" que debió haber
ocurrido entre 1970 y 1979, así designado por las Naciones Unidas en el clima optimista del
ciclo económico ascendente que siguió a la II Guerra Mundial - desembocó en la "década
perdida" de 1980, que a su vez abrió paso a los procesos de ajuste estructural y reforma del
Estado liberal desarrollista que caracterizaron la de 1990. De este modo, y en el lapso de
dos generaciones, el círculo virtuoso del desarrollismo liberal característico de la década de
1960 -en el que el crecimiento económico sostenido tendría que haberse traducido en
bienestar social y participación política crecientes - se había convertido en el círculo vicioso
de crecimiento económico mediocre e incierto, acompañado de procesos de deterioro
social y degradación ambiental sostenidos, con que se inaugura este siglo nuevo (Castro,
2002).
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Un par de años atrás, en efecto, el Panorama Mundial del Ambiente 2000, del
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, señalaba dos tendencias
fundamentales en nuestras relaciones con el mundo natural. En primer término, se dice allí,
"el ecosistema mundial se ve amenazado por graves desequilibrios en la productividad y en
la distribución de bienes y servicios", lo cual se expresa en una brecha "cada vez mayor e
insostenible entre la riqueza y la pobreza (que) amenaza la estabilidad de la sociedad en su
conjunto y, en consecuencia, el medio ambiente mundial". Y, enseguida, se decía allí que
"el mundo se está transformando a un ritmo cada vez más acelerado, pero en ese proceso
la gestión ambiental está retrasada con respecto al desarrollo económico y social" (Castro
2002).
Al respecto Colby (1991) comenta que las sociedades han discutido sobre
"desarrollo sostenible" (DS), pues las concepciones de lo que es económicamente y
tecnológicamente práctico, ecológicamente necesario y políticamente factibles están
cambiando rápidamente y estoprovoca cambio el concepto de DS. Implícito en el cambio
de las estrategias son diferentes filosofías de las relaciones en la naturaleza humana. La
preocupación de muchos cientificos fue aumentando, Mebratu (1998) comenta que a "A
medida que nos acercamos al final del segundo milenio, nos encontramos abrumados por
la complejidad sin precedentes en la historia humana". Dada la capacidad de los humanos
de producir mucha informacion, asi como fomentar interdepencia y acelerar el cambio.
Como consecuencia de esto se tenemos una gran cantidad de disfunción sistémica con sus
propias dimensiones ecológicas, económicas y sociales sin causa simple o solución.
Hoy, el desarrollo sólo conserva alguna capacidad explicativa y, sobre todo, algún
poder normativo cuando se presenta adjetivado como "humano" y "sostenible", en una
tríada de apariencia compleja que, sin embargo, ya no designa una solución, sino un
problema: el de la incapacidad del concepto original para dar cuenta de los conflictos en
que ha venido a desembocar la promesa de crecimiento económico con bienestar social y
participación política para todos que hasta hace poco quiso expresar (Castro 2002).
Los principios del desarrollo sostenible radican en la protección del medio ambiente,
además escalar como humanos hacia una nueva es una nueva forma de pensar sobre la vida
y la política, es un tipo de crecimiento económico sostenible en armonía con la naturaleza,
es la reanudación de los conceptos de justicia, oportunidad y igualdad entre todos los
humanos. Por estas razones, la sostenibilidad se centra en cuatro componentes clave:
Sostenibilidad del medio ambiente, comprendida como la capacidad de mantener la calidad
y la reproducibilidad de los recursos naturales. Saber que el planeta tiene límites, saber que
algunos casos no es posible “intercambiar” los recursos ambientales o daños al medio
ambiente a cambio de otros beneficios o beneficios potenciales. Tambien se encuentra la
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Sostentabilidad social, o sea la capacidad de garantizar las condiciones para el bienestar
humano (seguridad, salud, educación), distribuidos uniformemente entre las varias clases
de géneros sociales. Además la Sostenibilidad económica como capacidad de generar
ingresos y empleo para el sustento de la población. Además, los interventor de política
económica tienen que favorecer la distribución equitativa de cargas y beneficios en el
tiempo y el espacio.
Sin embargo, para algunos autores, el término DS ha sido visto como un importe a
una contradicción de términos, entre crecimiento y desarrollo, por un lado, y la
sostenibilidad ecológica (y tal vez sociales y económicos), por otro. Estos críticos como
Robinson (2004), creen que tratar de lograr cantidades de desarrollo sostenible es
imposible. Al mismo tiempo menciona que el corazón del DS intenta conciliar dos áreas,
que no puede ser expresado en términos de la otra, necesidad humana y capacidad del
mundo natural. Tal característica en la evolución de nuestra especie, constituye uno de los
grandes temas de la historia ambiental, aquella que se ocupa del estudio de las
interacciones entre las sociedades humanas y su entorno a lo largo del tiempo, y de las
consecuencias que de ello se derivan para ambos (Castro 2002).
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más prósperos hay mayor grado de desarrollo en este ya que la relación entre la
contaminación versus la mitigación del impacto ambiental es más óptima. Desde la
dimensión política y gubernamental se concluye que los países con mayor grado de
institucionalidad tienen a su vez mejores resultados en materia de crecimiento del ingreso
(per cápita), competitividad, desarrollo humano, distribución del ingreso, mayor gasto
público en educación y mejores indicadores de desarrollo social y de gestión ambiental
(Castro-Escobar, 2013).
Se puede evidenciar que en la región hay unas condiciones muy heterogéneas y una
segmentación multidimensional que se puede clasificar en tres estados: avanzado (Costa
Rica, Chile, Argentina y Uruguay), en estado de transición moderado (Colombia, Panamá,
Brasil, Perú, El Salvador, República Dominicana, México y Bolivia) y bajo nivel de desarrollo
sostenible (Honduras, Ecuador, Paraguay, Guatemala, Nicaragua y Venezuela), lo que indica
que hay polos divergentes sobre las condiciones económicas, sociales, ambientales e
institucionales. Se requieren de mayores esfuerzos de integración no solo en el ámbito
comercial, sino también sobre las agendas públicas para mitigar las situaciones de
degradación social y del medio ambiente. La descomposición del índice de desarrollo
sostenible en América Latina muestra que este se explica principalmente por los resultados
en materia social, seguido de la dimensión económica y la dimensión ambiental. Por último,
las categorías más relevantes que reflejan la institucionalidad a la hora de promover el
desarrollo, se asocian con el control de la corrupción, el grado de democracia, la efectividad
gubernamental y en general la buena percepción ciudadana hacia las instituciones y la
gobernabilidad (Castro-Escobar, 2013)
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del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana...”
“Conservación mejoramiento y crecimiento de los centros de población; para preservar y
restaurar el equilibrio ecológico…”
Así pues, ante el creciente reclamo de la sociedad civil por crisis ambientales en
zonas metropolitanas, en 1983 se crea la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología
(SEDUE). No obstante, este avance institucional expresa la respuesta tardía del Estado ante
la gravedad de la contaminación ambiental urbana y de la degradación ecológica acumulada
en el país. Más tarde, en 1988, se publica la Ley General del Equilibrio Ecológico y la
Protección al Ambiente (LGEEPA), en México dio inicio un nuevo periodo, en el cual se
añadieron a las prioridades de Estado existentes: combate a la inflación, ajuste
macroeconómico recesivo, apertura comercial y privatización económica, el desarrollo
sustentable. Dentro de esta Ley, se reunieron un conjunto de herramientas jurídicas que
han hecho posible los avances en torno a la gestión ambiental, ya que no sólo regulan la
contaminación ambiental, sino que también incorpora el tema del uso sustentable de los
recursos naturales. Además, existen otros ordenamientos que regulan conductas que
inciden en la protección de medio ambiente como son la Ley de Vida Silvestre, la Ley
Forestal, la Ley de Pesca, la Ley de Bienes Nacionales que ordena la Zona Federal Marítimo
Terrestre, la Ley de Aguas Nacionales, entre otros. Al mismo tiempo, se dieron como
resultado un conjunto de lineamientos estratégicos en torno a la instrumentación del
desarrollo sustentable agrupados en un documento denominado Agenda 21, ratificado por
México (Escobar-Delgadillo, 2007).
A comienzos de la década de los 90’s, con una lenta y muy concentrada recuperación
económica, parecía que podríamos estar en el camino de consolidar el desarrollo
sustentable, sin embargo, los acontecimientos que se originaron en el país como el
levantamiento armado en Chiapas en la misma fecha en que se ponía en vigor el TLCAN, así
como la crisis institucional del país entero, nos alejaron en todo de la sustentabilidad
(Escobar-Delgadillo, 2007).
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Panorama DS en el Estado de Chiapas no es tan diferente al resto del país, ya que
impera el mismo modelo de desarrollo, el cual no ha podido dar solución a los grandes
problemas que enfrentan hoy día en el estado, por el contrario los ha agudizado, reflejando
un cada vez mayor empobrecimiento de la sociedad y un enriquecimiento desmedido de
unos pocos. Además este modelo de “desarrollo” ha contribuido de manera constante al
deterioro del de capital natural y en consecuencia el deterioro de la calidad de vida de la
población (Escobar-Delgadillo, 2007). A pesar de esto ha habido intentos sobre acciones
que se realizarán para hacer compatibles el cuidado del medio ambiente, el
aprovechamiento inteligente de los recursos naturales y la generación de recursos
económicos para nuestras comunidades. Se implemento "la Cruzada por el Cambio
Climático", y se ha truido a la Secretaria del Medio Ambiente para que de inicio a las
sesiones de la Comisión Intersecretarial del Cambio Climático”.
Considero que nuestro estado y el resto del país, el error ha sido el desmedido uso
de los recursos naturales bajo el criterio de la rentabilidad inmediata, provocando la
destrucción de recursos potenciales cuyo valor no se refleja en el mercado.
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gestión de nuestro sistema mundial cada vez más interconectado. Se necesitan registros
integrados del sistema humano-medio ambiente co-evolución de más de miles de años para
proporcionar una base y comprender el presente asi poder pronosticar el futuro. Esto
requiere la principal tarea de reunir e integrar los registros históricos, arqueológicos y
paleoambientales regionales y mundiales (Costanza et al. 2007). Si seguimos operando en
la ignorancia o la negación de esta comprensión histórica integrada, corremos el riesgo muy
real de reflejar los caminos de los mayas clásicos, o el Imperio Romano. Pero si podemos
aprender adecuadamente de nuestra historia integrada, podemos crear un futuro
sostenible y deseable para nuestra especie (Costanza 2007 et al. 2007). Los seres humanos
no pueden predecir el futuro pero si entender adecuadamente el pasado y podemos usar
ese conocimiento para influir en nuestras decisiones y para crear un futuro mejor, más
sostenible y deseable.
Referencias
Costanza, R., Graumlich, L., Steffen, W., Crumley, C., Dearing, J., Hibbard, K., … Schimel, D.
(2007). Sustainability or collapse: what can we learn from integrating the history of
humans and the rest of nature? Ambio, 36(7), 522–527. doi:10.1579/0044-
7447(2007)36[522:SOCWCW]2.0.CO;2
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Escobar-Delgadillo Jessica Lorena (2007). El Desarrollo Sustentable en México (1980–2007).
Revista Digital Universitaria, 9, 1–13. Retrieved from
Robinson, J. (2004). Squaring the circle? Some thoughts on the idea of sustainable
development. Ecological Economics, 48, 369–384.
doi:10.1016/j.ecolecon.2003.10.017
Rojas, María C. (2004). Evolución de las características y de los principios del derecho
internacional ambiental y su aplicación en Colombia. Bogotá: Universidad Externado
de Colombia. ISBN/ISSN: 958-616-802-6
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