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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE CHIAPAS DESARROLLO SOSTENIBLE

CENTRO DE BIOCIENCIAS RODOLFO LOPEZ GOMEZ


LIC. EN INGENIERO BIOTECNOLOGO 6TO. SEMESTRE “U”

Historia y evolución del desarrollo sustentable

¿Cuál es el problema más crítico que enfrenta la humanidad en el comienzo del siglo XXI?
Surgen respuestas como pandemias mundiales, calentamiento global, escasez de agua,
demandas de energía, colapso financiero, terrorismo internacional, sin embargo, la
respuesta es todo esto y más. Vivimos en un sistema global en el que los problemas más
críticos van más allá de las fronteras regionales y nacionales. Hoy en día, en nuestro sistema
global interconectado, un fracaso social o ambiental masivo en una región amenaza a todo
el sistema. Tal vez la pregunta global para el siglo XXI es la siguiente: ¿Puede el actual
sistema mundial adaptarse y sobrevivir a problemas altamente interconectados?

En los ultimos años se pensaba que “la relación entre el ambiente, los recursos y los
conflictos sería tan obvia como la conexión que vemos ahora entre derechos humanos,
democracia y paz”-Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz 2004. Pero ohh! sorpresa, tales
conflicos en esta relación nos alcazaron. Mucho tiempo la producción se consideró
benéfica, pero trajo consigo costos que recientemente se han hecho visibles. "La
producción merma las reservas finitas de materias primas y energía, mientras que satura la
capacidad finita de los ecosistemas con los desperdicios que resultan de los procesos
(Nicholas Georgescu-Roegen, Kenneth Boulding y Herman Daly (1972) en Riechmaan 1995).
En el presente ensayo tiene como objetivo explicar brevemente acerca del concepto del
Desarrollo Sustentable, además conocer como ha sido la evolución en América latina,
México y Chiapas, haciendo una revisión de los trabajos citados.

En el presente, la producción sigue creciendo perjudicando la producción futura, así


como un ambiente frágil, que cada vez está más amenazado. "La realidad de que nuestro
sistema es finito y de que ningún gasto de energía es gratis nos pone frente a una decisión
moral en cada momento del proceso económico" (Nicholas Georgescu-Roegen, Kenneth
Boulding y Herman Daly (1972) en Riechmaan 1995). Hasta entonces prevalecía la idea de
un mundo lleno de recursos inagotables (Escobar-Delgadillo, 2007), en la actualidad esta
visión positiva se ha venido abajo. Actualmente, el manejo ambiental y su relación con el
desarrollo humano están en un período de cambio dramático. Por la razon surge el
proposito de reducir la acelerada tendencias de cambios de los sistemas naturales.

Así pues, los cuestionamientos científicos pasaron de saber si "¿El desarrollo y el


medio ambiente se contradicen entre sí?" hacia diálogos sobre querer conocer "¿Cómo se
puede lograr el desarrollo sostenible?". Fue así como desde el siglo XVIII y principios del XIX,
filósofos sociales y economistas, como Thomas Malthus y David Ricardi, comenzaron a
preocuparse por las posibilidades del planeta Tierra para satisfacer las necesidades del

Tapachula, Chiapas, México. A viernes, 13 de febrero de 2015. 1


humano ante un crecimiento poblacional que, se anticipaba, excedería la capacidad del
planeta para producir bienes económicos. Sin embargo, sus pronósticos se vieron
empañados tras el auge de la Revolución Industrial y la era del petróleo barato. No fue hasta
el siglo XX cuando científicos, líderes de diferentes sectores y grupos comunitarios y
ecológicos volvieron a recalcar el problema. No se preveía entonces los resultados
indeseables del crecimiento económico que hoy son evidentes: la acumulación de
desechos, la contaminación del ambiente, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento de
los recursos naturales no renovables, etc.

Rachel Carson (1907-1964) inició el movimiento ecologista en Estados Unidos al


demostrar en sus escritos los graves daños causados por el uso indiscriminado de los
pesticidas y herbicidas. Entre sus obras destaca “Silent Spring”, la Primavera Silenciosa. Sus
escritos fueron criticados y tuvieron mucha oposición, sobre todo del gobierno y la
industria, Llegó a ser acusada de comunista. El libro tuvo una influencia enorme en el
movimiento ambiental que hasta entonces era una conciencia dispersa que comenzaba a
despertar y ayudó a fortalecer el movimiento ecologista en 1969. En el mismo año 1969,
América dio vida a la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental),
cuyas directrices fueron teorías y prácticas de las políticas ambientales en todo el mundo.
En la ley que constituyó la NEPA, (el National Environmental Policy Act de 1969).

Así, la hipótesis de Gaia (publicada en el 1979), donde el investigador británico


James Lovelock presentó al mundo científico una nueva hipótesis: la tierra es un ser vivo,
creador de su propio hábitat. A esta teoría la llamó Gaia en honor a la diosa griega de la
tierra. Gaia se definió como una entidad compleja que incluye toda la biosfera, la
atmósfera, los océanos y la tierra. Además, Sunkel (1985), argumenta que el desarrollo
sostenible debe basarse en los recursos naturales de la generación actual, en la base
ambiental, la capacidad de trabajo, innovación, tecnología y organización.

Sin embargo, la fuerte presión ejercida sobre el capital natural, por la creciente
población humana, tuvo la necesidad de hacer frente a dicho deterioro de los recursos
naturales. Para tal fin, como alternativa surge el concepto de desarrollo sustentable (DS).
La primera definición oficial y la más usada fue del Informe de Brundtland “Our Common
Future” Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU (1987) donde
el desarrollo sostenible se define como un: “desarrollo económico que pueda llevar
beneficios para las generaciones actuales y futuras sin dañar a los recursos o los organismos
biológicos en el planeta”. Es la posibilidad de obtener continuamente condiciones iguales o
superiores de vida para un grupo de personas y sus sucesores en un ecosistema dado
(sustentar y sostener indefinidamente) es prolongar la productividad del uso de los recursos
naturales, a la vez mantener la integridad de esos recursos, para el uso de las próximas

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generaciones (justicia intergeneracional). El DS no debería estar opuesto al desarrollo
económico; no obstante, la maximización del crecimiento económico basado en el
deterioro del capital natural, hace que estos dos conceptos, no sean compatibles. Así como
menciona LéLé (1991), el SD se convirtió en consigna para las agencias de ayuda
internacionales, la jerga de los planificadores del desarrollo, el tema de las conferencias y
ponencias científicas, y el lema de los activistas ambientales y de desarrollo. Considero que
surge como premisa para satisfacer las necesidades básicas de todos y extender a todos la
oportunidad de poner en práctica sus aspiraciones a una vida mejor. En esencia una nueva
era de crecimiento económico, donde se garantice que los pobres tengan una participación
justa de los recursos necesarios para sostener este crecimiento.

De acuerdo con la Cumbre de Río de Janeiro (ONU, 1992) la noción del desarrollo
sostenible se ha dado tradicionalmente en torno a tres frentes principales que se ratifican
inclusive en la declaración política de Johannesburgo (ONU, 2002): el compromiso por
“avanzar y fortalecer los pilares interdependientes y mutuamente reforzados” como son el
desarrollo económico, desarrollo social y protección ambiental en los niveles local, nacional,
regional y global (Rojas, 2004). En la actualidad se habla de una nueva dimensión del
desarrollo sostenible que incorpora elementos de orden político e institucional, y que se
estima son elementos favorables por el rol que cumple el Estado y las instituciones como
garantes de escenarios de armonización en los ámbitos económico, social y ambiental. Para
el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), en su definición de
desarrollo sostenible afirma que debe ser “un proceso multidimensional e intertemporal,
en el cual la trilogía equidad, sostenibilidad y competitividad se sustentan en principios
éticos, culturales, socioeconómicos, ecológicos, tecnológicos-productivos, institucionales y
políticos” (IICA).

En realidad, hace apenas veinte años, el "decenio del desarrollo" que debió haber
ocurrido entre 1970 y 1979, así designado por las Naciones Unidas en el clima optimista del
ciclo económico ascendente que siguió a la II Guerra Mundial - desembocó en la "década
perdida" de 1980, que a su vez abrió paso a los procesos de ajuste estructural y reforma del
Estado liberal desarrollista que caracterizaron la de 1990. De este modo, y en el lapso de
dos generaciones, el círculo virtuoso del desarrollismo liberal característico de la década de
1960 -en el que el crecimiento económico sostenido tendría que haberse traducido en
bienestar social y participación política crecientes - se había convertido en el círculo vicioso
de crecimiento económico mediocre e incierto, acompañado de procesos de deterioro
social y degradación ambiental sostenidos, con que se inaugura este siglo nuevo (Castro,
2002).

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Un par de años atrás, en efecto, el Panorama Mundial del Ambiente 2000, del
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, señalaba dos tendencias
fundamentales en nuestras relaciones con el mundo natural. En primer término, se dice allí,
"el ecosistema mundial se ve amenazado por graves desequilibrios en la productividad y en
la distribución de bienes y servicios", lo cual se expresa en una brecha "cada vez mayor e
insostenible entre la riqueza y la pobreza (que) amenaza la estabilidad de la sociedad en su
conjunto y, en consecuencia, el medio ambiente mundial". Y, enseguida, se decía allí que
"el mundo se está transformando a un ritmo cada vez más acelerado, pero en ese proceso
la gestión ambiental está retrasada con respecto al desarrollo económico y social" (Castro
2002).

Al respecto Colby (1991) comenta que las sociedades han discutido sobre
"desarrollo sostenible" (DS), pues las concepciones de lo que es económicamente y
tecnológicamente práctico, ecológicamente necesario y políticamente factibles están
cambiando rápidamente y estoprovoca cambio el concepto de DS. Implícito en el cambio
de las estrategias son diferentes filosofías de las relaciones en la naturaleza humana. La
preocupación de muchos cientificos fue aumentando, Mebratu (1998) comenta que a "A
medida que nos acercamos al final del segundo milenio, nos encontramos abrumados por
la complejidad sin precedentes en la historia humana". Dada la capacidad de los humanos
de producir mucha informacion, asi como fomentar interdepencia y acelerar el cambio.
Como consecuencia de esto se tenemos una gran cantidad de disfunción sistémica con sus
propias dimensiones ecológicas, económicas y sociales sin causa simple o solución.

Hoy, el desarrollo sólo conserva alguna capacidad explicativa y, sobre todo, algún
poder normativo cuando se presenta adjetivado como "humano" y "sostenible", en una
tríada de apariencia compleja que, sin embargo, ya no designa una solución, sino un
problema: el de la incapacidad del concepto original para dar cuenta de los conflictos en
que ha venido a desembocar la promesa de crecimiento económico con bienestar social y
participación política para todos que hasta hace poco quiso expresar (Castro 2002).

Los principios del desarrollo sostenible radican en la protección del medio ambiente,
además escalar como humanos hacia una nueva es una nueva forma de pensar sobre la vida
y la política, es un tipo de crecimiento económico sostenible en armonía con la naturaleza,
es la reanudación de los conceptos de justicia, oportunidad y igualdad entre todos los
humanos. Por estas razones, la sostenibilidad se centra en cuatro componentes clave:
Sostenibilidad del medio ambiente, comprendida como la capacidad de mantener la calidad
y la reproducibilidad de los recursos naturales. Saber que el planeta tiene límites, saber que
algunos casos no es posible “intercambiar” los recursos ambientales o daños al medio
ambiente a cambio de otros beneficios o beneficios potenciales. Tambien se encuentra la

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Sostentabilidad social, o sea la capacidad de garantizar las condiciones para el bienestar
humano (seguridad, salud, educación), distribuidos uniformemente entre las varias clases
de géneros sociales. Además la Sostenibilidad económica como capacidad de generar
ingresos y empleo para el sustento de la población. Además, los interventor de política
económica tienen que favorecer la distribución equitativa de cargas y beneficios en el
tiempo y el espacio.

Sin embargo, para algunos autores, el término DS ha sido visto como un importe a
una contradicción de términos, entre crecimiento y desarrollo, por un lado, y la
sostenibilidad ecológica (y tal vez sociales y económicos), por otro. Estos críticos como
Robinson (2004), creen que tratar de lograr cantidades de desarrollo sostenible es
imposible. Al mismo tiempo menciona que el corazón del DS intenta conciliar dos áreas,
que no puede ser expresado en términos de la otra, necesidad humana y capacidad del
mundo natural. Tal característica en la evolución de nuestra especie, constituye uno de los
grandes temas de la historia ambiental, aquella que se ocupa del estudio de las
interacciones entre las sociedades humanas y su entorno a lo largo del tiempo, y de las
consecuencias que de ello se derivan para ambos (Castro 2002).

Las sociedades han evolucionado por la demanda de un desarrollo que sea


sostenible, esto se ha convertido en uno de los tópicos más característicos de la cultura de
nuestro tiempo. Así como el de optar entre el crecimiento económico, la distribución
equitativa de sus frutos, o la conservación de los recursos naturales para beneficio de las
generaciones futuras. Esto ha llevado a la evolución de nuevos conceptos del desarrollo
sostenible como base para la superación de los retos ambientales.

Actualmente, el Panorama del DS en América Latina ha tenido distintos paradigmas


de pensamiento que reflejan las necesidades del ser humano de relacionarse en su entorno
natural, social y productivo, considerando aspectos que van más allá del crecimiento
inmaterial y las condiciones intangibles. Esta visión holística se han planteado
tradicionalmente en tres frentes como son el desarrollo económico, social y la protección
ambiental en los niveles local, nacional, regional y global. El panorama del DS muestra un
buen comportamiento en las dimensiones que componen el indicador general de
sostenibilidad. Se percibe un grado de crecimiento del ingreso pero aún se notan brechas
regionales sobre todo en tres grupos de países. Las condiciones del mercado laboral se
muestran más alentadoras debido a la cobertura en empleos, aunque se debe reconocer
que vienen en aumento las modalidades de trabajo por cuenta propia y la informalidad.
Igualmente, en la región han mejorado las condiciones sociales y la equidad, además, se ha
disminuido la presencia de pobreza e indigencia; aún así, hay fuertes disparidades entre
países con mayor grado de desarrollo. En la dimensión ambiental se nota que en los países

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más prósperos hay mayor grado de desarrollo en este ya que la relación entre la
contaminación versus la mitigación del impacto ambiental es más óptima. Desde la
dimensión política y gubernamental se concluye que los países con mayor grado de
institucionalidad tienen a su vez mejores resultados en materia de crecimiento del ingreso
(per cápita), competitividad, desarrollo humano, distribución del ingreso, mayor gasto
público en educación y mejores indicadores de desarrollo social y de gestión ambiental
(Castro-Escobar, 2013).

Se puede evidenciar que en la región hay unas condiciones muy heterogéneas y una
segmentación multidimensional que se puede clasificar en tres estados: avanzado (Costa
Rica, Chile, Argentina y Uruguay), en estado de transición moderado (Colombia, Panamá,
Brasil, Perú, El Salvador, República Dominicana, México y Bolivia) y bajo nivel de desarrollo
sostenible (Honduras, Ecuador, Paraguay, Guatemala, Nicaragua y Venezuela), lo que indica
que hay polos divergentes sobre las condiciones económicas, sociales, ambientales e
institucionales. Se requieren de mayores esfuerzos de integración no solo en el ámbito
comercial, sino también sobre las agendas públicas para mitigar las situaciones de
degradación social y del medio ambiente. La descomposición del índice de desarrollo
sostenible en América Latina muestra que este se explica principalmente por los resultados
en materia social, seguido de la dimensión económica y la dimensión ambiental. Por último,
las categorías más relevantes que reflejan la institucionalidad a la hora de promover el
desarrollo, se asocian con el control de la corrupción, el grado de democracia, la efectividad
gubernamental y en general la buena percepción ciudadana hacia las instituciones y la
gobernabilidad (Castro-Escobar, 2013)

Panorama DS en México, de acuerdo a su evolución histórica muestra la lenta y


tardía consolidación institucional en materia ambiental (Escobar-Delgadillo, 2007). En
México se ha buscado instaurar un régimen jurídico normativo, que coordine las
problemáticas ambientales y la utilización sustentable del stock de capital natural,
previendo que el grado de capacidad de dichas normas y su aplicabilidad hagan de ellas
mecanismos efectivos de preservación del ambiente y de los recursos naturales. En este
mismo sentido, la Carta Magna establece en su articulado diversas disposiciones de carácter
ambiental que son la base del sistema jurídico actual. Es importante mencionar que a partir
del artículo 27, que se refiere a la conservación de los recursos naturales, se ha dado suma
importancia al medio ambiente. Como se había dicho, el desarrollo sustentable lo
encontramos implícito en el texto del artículo 27 constitucional donde se vislumbra el
concepto de conservación de los recursos naturales señalando que: “La Nación tendrá en
todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el
interés público, así como el de regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los
elementos naturales susceptibles de apropiación, con el objeto de hacer una distribución
equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el desarrollo equilibrado

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del país y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana...”
“Conservación mejoramiento y crecimiento de los centros de población; para preservar y
restaurar el equilibrio ecológico…”
Así pues, ante el creciente reclamo de la sociedad civil por crisis ambientales en
zonas metropolitanas, en 1983 se crea la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología
(SEDUE). No obstante, este avance institucional expresa la respuesta tardía del Estado ante
la gravedad de la contaminación ambiental urbana y de la degradación ecológica acumulada
en el país. Más tarde, en 1988, se publica la Ley General del Equilibrio Ecológico y la
Protección al Ambiente (LGEEPA), en México dio inicio un nuevo periodo, en el cual se
añadieron a las prioridades de Estado existentes: combate a la inflación, ajuste
macroeconómico recesivo, apertura comercial y privatización económica, el desarrollo
sustentable. Dentro de esta Ley, se reunieron un conjunto de herramientas jurídicas que
han hecho posible los avances en torno a la gestión ambiental, ya que no sólo regulan la
contaminación ambiental, sino que también incorpora el tema del uso sustentable de los
recursos naturales. Además, existen otros ordenamientos que regulan conductas que
inciden en la protección de medio ambiente como son la Ley de Vida Silvestre, la Ley
Forestal, la Ley de Pesca, la Ley de Bienes Nacionales que ordena la Zona Federal Marítimo
Terrestre, la Ley de Aguas Nacionales, entre otros. Al mismo tiempo, se dieron como
resultado un conjunto de lineamientos estratégicos en torno a la instrumentación del
desarrollo sustentable agrupados en un documento denominado Agenda 21, ratificado por
México (Escobar-Delgadillo, 2007).

A comienzos de la década de los 90’s, con una lenta y muy concentrada recuperación
económica, parecía que podríamos estar en el camino de consolidar el desarrollo
sustentable, sin embargo, los acontecimientos que se originaron en el país como el
levantamiento armado en Chiapas en la misma fecha en que se ponía en vigor el TLCAN, así
como la crisis institucional del país entero, nos alejaron en todo de la sustentabilidad
(Escobar-Delgadillo, 2007).

La lenta y tardía evolución institucional del país en materia ambiental se demuestra


con la creación Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad
(CONABIO) hasta 1992 y que la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE) cediera
el paso a la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), para que más tarde, también en
diciembre de 1994, se conformara la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y
Pesca (SEMARNAP) que fue creada con el compromiso de formular y vigilar el cumplimiento
de las leyes y normas en materia ambiental, así como estimular el aprovechamiento racional
de los recursos naturales renovables (Escobar-Delgadillo, 2007).

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Panorama DS en el Estado de Chiapas no es tan diferente al resto del país, ya que
impera el mismo modelo de desarrollo, el cual no ha podido dar solución a los grandes
problemas que enfrentan hoy día en el estado, por el contrario los ha agudizado, reflejando
un cada vez mayor empobrecimiento de la sociedad y un enriquecimiento desmedido de
unos pocos. Además este modelo de “desarrollo” ha contribuido de manera constante al
deterioro del de capital natural y en consecuencia el deterioro de la calidad de vida de la
población (Escobar-Delgadillo, 2007). A pesar de esto ha habido intentos sobre acciones
que se realizarán para hacer compatibles el cuidado del medio ambiente, el
aprovechamiento inteligente de los recursos naturales y la generación de recursos
económicos para nuestras comunidades. Se implemento "la Cruzada por el Cambio
Climático", y se ha truido a la Secretaria del Medio Ambiente para que de inicio a las
sesiones de la Comisión Intersecretarial del Cambio Climático”.

Además se quiere establecer accieones para la reducción de emisión de gases de


efecto invernadero y la reducción de emisiones por deforestación, degradación del bosque.
El documento “Los Motores del Desarrollo Sustentable en Chiapas” contiene propuestas
muy concretas para el desarrollo sustentable y la modernización de algunos sistemas
productivos que son característicos de nuestro estado, como lo son el cultivo del Café, la
Palma Africana, el sector pecuario, la pesca, el sector forestal y un sector emergente en el
que tenemos ventajas competitivas por nuestra biodiversidad y riqueza cultural: el turismo.
Es estas propuestas de desarrollo de nuestros sistemas productivos, que no se trata de
vender la idea de traer nuevos cultivos a Chiapas, de lo que se trata es de aprovechar la
experiencia estatal y de nuestros campesinos en el manejo de las actividades ya conocidas.
Elevando así la productividad, aún incluso sin elevar el volumen de la superficie cultivada.
Una empresa nada imposible si observamos que en otros países incrementar la
productividad ha sido logrado en el mediano y corto plazo. También, incrementar la
productividad agropecuaria con una propuesta de que las acciones que puedan
instrumentarse se hagan en el marco de la promoción de la economía verde. La experiencia
chiapaneca en este campo es vasta, pero casi en su totalidad solo se ha circunscrito al sector
cafetalero orgánico. La oportunidad la representa el éxito internacional de nuestro café
orgánico y lo que tiene que hacerse es transferir esa experiencia a otros sectores
productivos (Álvarez-Simán, 2013).

Considero que nuestro estado y el resto del país, el error ha sido el desmedido uso
de los recursos naturales bajo el criterio de la rentabilidad inmediata, provocando la
destrucción de recursos potenciales cuyo valor no se refleja en el mercado.

Finalmente para concluir, la comprensión de la historia de cómo los humanos han


interactuado con el resto de la naturaleza puede ayudar a clarificar las opciones para la

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gestión de nuestro sistema mundial cada vez más interconectado. Se necesitan registros
integrados del sistema humano-medio ambiente co-evolución de más de miles de años para
proporcionar una base y comprender el presente asi poder pronosticar el futuro. Esto
requiere la principal tarea de reunir e integrar los registros históricos, arqueológicos y
paleoambientales regionales y mundiales (Costanza et al. 2007). Si seguimos operando en
la ignorancia o la negación de esta comprensión histórica integrada, corremos el riesgo muy
real de reflejar los caminos de los mayas clásicos, o el Imperio Romano. Pero si podemos
aprender adecuadamente de nuestra historia integrada, podemos crear un futuro
sostenible y deseable para nuestra especie (Costanza 2007 et al. 2007). Los seres humanos
no pueden predecir el futuro pero si entender adecuadamente el pasado y podemos usar
ese conocimiento para influir en nuestras decisiones y para crear un futuro mejor, más
sostenible y deseable.

Referencias

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de adminitracion publica el Chiapas.
http://www.chiapasparalelo.com/opinion/2013/11/los-motores-del-desarrollo-
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Bogotá, Colom- bia, del 2 al 4 de mayo de 2002, con el auspicio del Ministerio del
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