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El brujo perro negro.

Ya se había hecho tarde, eran como las 7 de la noche, estaba caminando rumbo a la casa,
despreocupado, camine en las calles de aquel pequeño pueblo, polvosos y de cercos de carrizo. La
poca luz de las casas y de algunos postes de con luz pública, denotaban la obscuridad que caía
como un manto negro e impenetrable. Mientras camino pregunto a las personas que encuentro, -
me dicen – llenas de miedo de la aparición de un animal monstruoso que anda suelto por las
afueras del pueblo, mientras se persinan rápidamente, haciendo caso omiso de lo sus referencias
continuo mi camino, rumbo a las lomas, donde casitas se espolvorean en unas cuantas, hechas de
carrizo y techos de lámina de cartón, con encierros de algunos chivos flacos y mal nutridos.

La soledad terrible y silencio del camino me hacen dudar de seguir, me falta un poco de tiempo
para llegar a mi casa. Mis pensamientos me hacen dudar, siento mi respiración entrecortada y
jadeante, mis pies parecen flotar sobre la tierra; espero no encontrar esa terrible bestia de la que
hablan – murmullo, con los ojos desorbitados, mientras mi corazón palpita alocadamente y mis
manos sudan fría. Veo las casas y siento cierto alivia, como queriendo entrar y estar a salvo, es
más en una de ellas trato de meterme pero no puedo, los carrillos se vuelven acero puro, ¡no es
posible no puedo ni siquiera moverlo, solo uno!

Siento un frio recorrer mi cuerpo, escucho el jadeo estrepitoso, de un animal, volteo sin creer lo
que está pasando, es… es… el… un perro negro, enorme, con grandes ojos rojos, como candentes
brasas botan lumbre, sus dientes enormes y blancos, me inmovilizan, no puedo caminar, no puedo
ni gritar, siento que voy a sucumbir, es imposible hacer algo ni siquiera levanto las manos, estoy
muerto de miedo, el gigantesco perro se acerca a mi… su colmillos se afilan como grandes
cuchillos sedientos de carne ….
De repente de la obscuridad aparen mis pequeños perritos, es la chiquis y el gordo, llenos de una
furia terrible y escandalosos ladridos, hacen dudar y luego correr ese perro bestial, cuesta abajo,
hasta perderse en un río. Quedo impávido ante tal escena, no puedo creer lo que pasa, aquello
que resultaba ser impenetrable y ser un infalible aniquilador de vidas, se convierto en una
caricatura de cobardía y miedo… lleno de risas y con lágrimas en los ojos, le di gracias a mis dos
pequeños perritos.

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