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El término adulto mayor es el más adecuado para abordar su estudio, ya que podría asociarse con una persona con una etapa
productiva terminada, pero con una historia de vida para ser contada como anécdotas o conocimientos. El mismo se usaría en
remplazo de expresiones como: “persona de la Tercera edad” (todo individuo mayor a 60 años), “anciano o abuelo” (persona
que tiene muchos años, que además hace referencia a lo antaño, antiguo, a aquello pasado de siglo) y “viejo” (que tiene muchos
años, de aspecto poco joven, antiguo o del tiempo pasado, estropeado por el uso; haciendo referencia más a las cosas u
objetos), que se asocian a una imagen negativa, discriminatoria y sesgada de la vejez.
Considero que para conceptualizar al período de edad cronológica comprendido a partir de los 65 años y hasta la muerte de una
persona, uno de los términos más adecuados es el de ADULTO MAYOR, primeramente, porque no contiene inferencias negativas
ni descalificadoras acerca de las cualidades de los sujetos comprendidos en este grupo y tampoco implica como término en sí,
características limitantes ni restrictivas que de alguna manera descalifiquen a los mismos.
UNIDAD 1
ALVAREZ, MARIA DEL PILAR: Envejecimiento y Vejez: “Cuestiones alrededor del concepto de vejez” 1998
Para algunos la vejez es “como un cierto tipo de cambio irreversible y desfavorable, una declinación de las funciones vitales,
pero en todo caso en el contexto de un proceso ligado al paso del tiempo y que concluye invariablemente en la muerte”.
Cada sociedad, cada época produce un tipo de ancianos y es responsable del papel y de la imagen de sus viejos, pero
también es a partir de ellos que los juzga. Produce un ideal al tiempo que segrega y rechaza aspectos que no pueden asimilarse a
ese ideal, se generan entonces los aspectos denigratorios en relación con esa imagen.
Cuanto más idealizado esté el modelo, mayores serán las exigencias y más cruel será la sociedad. Mientras no se
invierta el proceso el anciano no estará verdaderamente integrado al grupo. Debe verse la vejez como un proceso y no
solamente como un momento determinado en la vida. Dicho proceso no convierte la existencia en una muerte lenta, pero si en
un camino signado por una ley de vida que sitúa como condición de lo vivo a lo perecedero
Esta amenaza de perder la autonomía puede generar sentimientos ambivalentes de amor-odio, sobre todo si persisten viejos
conflictos sin resolver.
La tarea de cuidar representa una situación nueva y desconocida, padres e hijos saben que la necesidad de cuidado puede
acontecer en esta etapa de la vida, pero no están preparados para afrontar la inversión de lugares. La capacidad de adaptación
es el proceso central en esta tarea y depende de la plasticidad/rigidez frente a los cambios que c/u de los miembros de la familia
pudo desarrollar a lo largo de la vida. La situación de cuidado demanda una reorganización interna y externa con el
correspondiente gasto de energía libidinal. Demanda un trabajo equivalente al trabajo de duelo, que limita aceptación de lo
perdido y el encuentro con otras alternativas posibles de funcionamiento familiar.
Función del terapeuta: función psicoeducativa que incluye el esclarecimiento de los procesos normales del envejecimiento, con
el objetivo de diferenciar normalidad de patología, debido a que muchas veces la familia interpreta como patológicos los
cambios normales de la vejez (conocer esas modificaciones disminuye la ansiedad y tiene un efecto preventivo porque permite
anticipar futuras situaciones). Es importante trabajar con la familia la posibilidad que ellos también reciban ayuda, que se
habiliten a utilizar diferentes recursos disponibles, como las redes solidarias informales, la asistencia diurna o la asistencia
domiciliaria.
Vejez y género: Respecto a las cuestiones de género, nuevas teorizaciones sobre la menopausia cuestionaron el miedo a la
locura, la depresión o el fin del deseo o su exceso (rasgos que eran asociados a este periodo), repensando la condición femenina.
Se piensa que los problemas psicológicos experimentados por las mujeres en esta etapa son consecuencia de expectativas
culturales adversas, pudiendo probarse que las mujeres que tienen otros intereses aparte del hogar padecen menor cantidad de
síntomas. Otros factores que inciden se relacionan con que los pares de mujeres mayores no se encuentran capacitados para
desarrollar el mismo nivel de actividad sexual que ellas (por lo ellas recurren a hombres más jóvenes). Por otro lado, el declive
de la actividad sexual femenina se halla asociado a la falta de un fin reproductivo y la sensación de ser, por ello, menos
deseables o valiosas. Respecto a la sexualidad masculina, prácticamente no se notó declinación de la actividad cuando los
hombres tenían actitudes positivas hacia la sexualidad y no había aislamiento. Asimismo, la descripción social acarrea una serie
de limitaciones a la hora de pensarse eróticamente.
Por otro lado, los roles de género cambian en la vejez, ellos se flexibilizan en esta etapa, lo que permite, al mismo tiempo, una
mayor adaptabilidad. Otro elemento interesante que permite tratar la relación de género y vejez es la posibilidad actual de que
las mujeres pueden procrear (mediante fertilización in vitro, con óvulos donados por mujeres más jóvenes), lo que permite
reabrir un escenario casi cerrado acerca de la feminidad en la vejez.
Envejecimiento gay y lésbico: a pesar de los prejuicios y estereotipos que llevan a pensar un único final trágico para la vejez
homosexual, investigaciones realizadas mostraron lo contrario. Se observó que la vida sexual de los homosexuales mayores está
suficientemente satisfecha y que la pérdida de la pareja era la causa más habitual de la disminución de las relaciones. Asimismo,
gran parte de los problemas sexuales son similares a los de los heterosexuales y la discriminación que sufren está dada por su
homosexualidad más que por su condición de viejos. Por otro lado, haber pasado por circunstancias penosas y con un alto riesgo
en su juventud, a la hora de "salir del closet", muchos se han visto fortalecidos por dichas experiencias, mejorando la capacidad
para hacer frente a otras crisis. Los cambios de roles asociados al envejecimiento son menos severos y el soporte familiar suele
ser reforzados por grupos de amigos o reemplazados por estos cuando las relaciones familiares sin débiles o están ausentes.
Entre los factores que contribuyen al éxito en las parejas homosexuales aparecen la fidelidad emocional y en términos de roles
sexuales y cotidianos. Asimismo, es importante destacar que no existen diferencias relevantes entre el envejecimiento
heterosexual u homosexual en relación a la sexualidad y las diferencias recaen principalmente en forma de discriminación social.
El erotismo en el encierro: Las instituciones geriátricas tienden a relacionar a-sexualidad con vejez y tienen una función de
control que incide en la subjetividad. De este modo, surgen temas como la falta de derechos sexuales dentro de la institución. Se
dan separaciones del lecho en los matrimonios, aplicación de sedantes ante las emergencias de deseos sexuales, falta de
estimulación sensorial y rechazo de los deseos del amor en los pacientes. La sexualidad es desaprobada y es vista como anormal.
La falta de conocimiento genera que las actitudes eróticas sean vistas como peligrosas y dañinas, por lo que se las silencia. La
institución apunta a que la sexualidad sea desconsiderada, lo que ocurre también con otros aspectos de la vida privada,
buscando el control de la población más que el desarrollo de su autonomía individual. Se les arrebata a los individuos la
disposición de hacer lo que quieran y se los despoja de las vivencias íntimas y la privacidad. Sin embargo, es importante destacar
que, estas demandas sociales relacionadas con los derechos sexuales en la adultez mayor están comenzando a ser incluidas en
las reglamentaciones de estas instituciones (comenzándola a incluir entre los factores que otorgan calidad de vida).
Biomedicalización del envejecimiento: consiste en un pensamiento propio de la actualidad que piensa a la vejez como un
proceso patológico y la interpreta desde una perspectiva médica. Supone entonces, una serie de controles sociales hacia la vejez
desde el paradigma médico. Se produce así, un excesivo control sobre los cuerpos viejos que busca eliminar cualquier tipo de
riesgo posible, lo que limita márgenes de libertad como la elección del propio goce, en tanto lleva a la ausencia de la vida sexual
en vistas al cuidado de la salud. Asimismo, existe una serie de medicamentos que se les proveen a los viejos y que inciden en su
sexualidad, y la excesiva cantidad de medicación que se les suministra no suele tomar en cuenta sus necesidades sexuales,
motivo por el cual, no son avisados, consultados ni prevenidos sobre estos efectos.
PECZNIK, ALBERTO: “El sujeto frente a su muerte. Violencia y Terminalidad Terapéutica” 2012
Terminalidad terapéutica: momento de la enfermedad terminal en el cual han cesado las posibilidades curativas, y sólo queda el
sujeto enfermo frente a su existencia.
De acuerdo con la ASCO, el óptimo cuidado del paciente terminal requiere la superación de 3 barreras:
1) La deficiente comunicación acerca del pronóstico.
2) La oferta de opciones terapéuticas y expectativas no realistas.
3) El desconocimiento del adecuado cuidado paliativo.
Calidad de vida: Percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de
valores en los que vive y en relación a sus expectativas, sus normas, sus inquietudes.
El valor de las intervenciones terapéuticas debe ser siempre analizado en función del impacto que producen en la calidad de
vida. El apoyo familiar es fundamental para mantener la salud psíquica del paciente: que ame y se sienta amado. Por lo tanto la
calidad de vida, es entendida como la satisfacción de vivir con libertad y bienestar. Esto implica la máxima conservación posible
de las funcionalidades física, social, económica y emocional, que permitan al paciente satisfacer sus deseos o bien la capacidad
de resignar algunos de ellos, lo que le permitirá sentirse al menos parcialmente satisfecho, en paz, querido y consolado.
Influyen en la calidad de vida los siguientes factores:
La autonomía
La relación familiar y social con personas, plantas, animales y cosas
La forma de aceptar la vida
La existencia de objetivos o metas que ayuden a vivir e ilusionarse
Los factores que favorecen el autoestima
La ética, la moral, los valores; q dan sentido a la vida y ayudan a reestructurarla en las distintas circunstancias
La posibilidad de disfrutar del tiempo libre
El estado psicológico y los recursos psíquicos con los que cuenta la persona
La satisfacción vital como una de las dimensiones esenciales de la calidad de vida
El bienestar psicológico, referido al estado de ánimo.
Cuidados paliativos
Asistencia activa e integral para las personas con enfermedad terminal y sus familiares, brindada por un equipo interdisciplinario
de profesionales de la salud. Objetivos:
Reafirmar la importancia de vida, aun en la etapa terminal.
Establecer un cuidado activo que no acelere la muerte ni la posponga artificialmente.
Proporcional alivio al dolor y a otros síntomas.
Integrar los aspectos físicos, psicológicos y espirituales del cuidado.
Facilitar que el enfermo lleve una vida tan activa como sea posible.
Ofrecer un sistema de apoyo a la familia, para ayudarla a afrontar la enfermedad del ser querido y sobrellevar el duelo.
La OSM ha propuesto 7 puntos en el cuidado paliativo:
Cuidado activo y total Soporte psicosocial y espiritual
Manejo interdisciplinario de la calidad de vida Soporte espiritual de la familia
Control de síntomas Atención integral del fin de la vida
Mantenimiento de la función
Andrés Solidoro Santisteban, propone que la actuación de medico frente al paciente moribundo se enmarque en 5 puntos:
1. Discontinuar la administración de medicamentos inútiles
2. No pedir exámenes o estudios innecesarios
3. Interrumpir toda medicación que no esté dirigida al alivio de síntomas
4. Instituir medidas paliativas para la disnea, el dolor, la agitación o el distrés respiratorio
5. No discontinuar la medicación sintomática
Un profundo sentido humanitario que lleve a la puesta en práctica de estos principios, incluyendo el acompañamiento de los
familiares del enfermo, orienta al adecuado manejo del enfermo terminal.
¿Qué es acompañar?: Acompañar a una persona que está muriendo es una de las experiencias vitales más enriquecedoras y más
desgastantes. Tanto en los familiares como en el equipo tratante, el sufrimiento (físico, psíquico y espiritual) y el dolor se hacen
presentes.
Desde la perspectiva estructural, podemos ver: Desde lo imaginario: desconocimiento del cuerpo y desencuentro por los
cambios/ Desde lo real: todas las cuestiones del organismo/ Desde lo simbólico: fragmentación desde el discurso.
La enfermedad y el erotismo: referirse a la sexualidad durante un proceso de enfermedad es uno de los máximos prejuicios. Se
sabe que la función erótica no desaparece y se mantiene al menos hasta el momento de la discapacidad total (al perderse la
identidad). Mientras la identidad se conserve, la sexualidad es posible que se despierte en situaciones de cuidado y contacto
físico.
El enamoramiento: el enamoramiento es una forma del amor donde las imágenes ideales de perfección, de belleza, le otorgan al
elegido el máximo de las valoraciones y atributos, sin preocuparnos demasiado por la realidad. En la vejez, la fuerza de los
ideales puede ser máxima a través de patrones rígidos de conducta cimentados y confirmados a lo largo de la vida, además,
aparecen en la vejez algunas manifestaciones corporales o hipocondriacas que nos muestran un movimiento regresivo de la
libido hacia el yo, favoreciendo entonces el retiro libidinal, también la tensión puede acrecentarse por la amenaza de la muerte
cercana, vivida como un atentado a narcisismo infantil. La autoestima se nutre de 3 fuentes: los restos del narcisismo infantil, la
confirmación por las experiencias y la gratificación de los vínculos amorosos. De este balance surge ese particular sentimiento de
potencia, del propio valor, de la fuerza y capacidad del yo. La autoestima es la vejez, sin embargo, se encuentra afectada en esos
3 aspectos. El yo, en el enamoramiento, entrega parte del amor a sí mismo en pos del amor de objeto. Si el yo es correspondido,
se recupera por medio de ese amor que recibe, pero si al amor lo gobierna la libido reprimida, el yo está condenado al fracaso y
al sentimiento de inferioridad. También hay una búsqueda muy idealizada condenada al sujeto del fracaso, ya que aleja la
posibilidad de la satisfacción erótica.
La expulsión de la pulsión de muerte: mientras que algunos a.m. se deciden por el abandono progresivo de las pasiones y las
pulsiones para llegar a un estado de serenidad; otros ponen en cuestión esa supuesta serenidad y más bien se inclinan por el
sostenimiento de la vida sensual y pulsional para no caer en la perdida objetal. La problemática de la serenidad en la vejez
incluye el concepto de depresión de desinvestidura, que pone el acento en la frecuencia de las pérdidas de esta etapa de la vida
y la poca disponibilidad de objetos a los cuales investir eróticamente. Esta depresión señala la retracción de la energía libidinal,
ya sea porque no hay oferta de objetos o porque el sujeto, a causa de su propia vejez, no está disponible para la investidura.
Resumiendo: la depresión de investidura se traduciría como un incremento de la pulsión de muerte de modo auto destructivo;
en cambio la posibilidad devínculo con el objeto a través del amor sensual y tierno, se opone a la renuncia instintiva de esta
depresión y a la inhibición de la descarga hacia afuera. Así vemos, como no todos los a.m. se precipitan en el crepúsculo de las
pulsiones; muchos de ellos apuestan a la reactivación del aparato psíquico por medio de la pasión y la sexualidad.
Hacia una erótica posible. Aportes de la clínica: la clínica de adultos mayores permite adentrarse en la sexualidad solo si el
analista pone especial atención a las manifestaciones encubiertas, solapadas, si presta atención al cuerpo erógeno y los
diferentes canales por los que se expresa, más o menos manifiestos, más o menos ocultos. Es común ver casos donde se
muestra la potencia y la plena vigencia de la sexualidad en la vejez en permanente conflicto con las fuerzas de la represión, tanto
por motivos intrapsíquicos o socioculturales, en especial a causa de la influencia de los modelos masificadores de la vejez y sus
manifestaciones en la familia. Con independencia de la edad del paciente, el psicoanálisis debería contribuir al levantamiento de
las represiones e inhibiciones. La recuperación y reanimación de las pasiones en la vejez, superando la posición narcisista
infantil, permite que la vida sexual recupere toda su vitalidad y se produzca un nuevo reordenamiento pulsional, nuevas
elecciones de objeto, nuevos enamoramientos, nuevas pasiones. En este proceso de elaboración, la actividad creativa de las
reminiscencias favorece la vida erótica y sensual; y así la capacidad de amar se despliega nuevamente, evitando la angustia de
desmoronamiento ante la proximidad de la muerte.
Teoría del desapego: a medida que el sujeto envejece se produce una reducción de su interés vital por las actividades y objetos
que lo rodean, lo cual va generando un sistemático apartamiento de toda clase de interacción social. Al mismo tiempo este
distanciamiento lo pone a cubierto de confrontaciones con objetos y situaciones que le plantean problemas de difícil solución, y
que cuando no puede hallarla le engendra cuadros de angustia. Es un proceso universal, inevitable e intrínseco. Desde esta
premisa se piensa que es aconsejable inducir o favorecer un apartamiento progresivo de sus actividades como un paso de
preparación necesaria para la muerte.
Teoría del apego: los viejos deben permanecer activos tanto tiempo como sea posible, y cuando algunas no sean posibles deben
buscarse sustitutos para ellas. Aquí vemos que es necesario asociarse con otros y a participar en grupos, ya que toda posibilidad
de “ser” es posible solamente en relación con otro, o con los objetos contingentes.
¿Porque existe el prejuicio? Porque un viejo frente a nosotros es como una especie de espejo del tiempo y como todos sabemos
el destino que la sociedad impone a la vejez- desconsideración, rechazo, aislamiento, explotación y deposito en lugares a la
espera de la muerte- nos provoca una angustia frente a ese futuro posible y nos impulsa a escaparnos de ella
Razones de las actitudes negativas de los psiquiatras para tratar a las personas viejas:
1. Los viejos estimulan a los terapeutas temores sobre su propia vejez.
2. Reactualizan en los terapeutas conflictos reprimidos en relación con sus propias figuras parentales.
3. Los terapeutas piensan que no tienen nada q ofrecerles porque creen que estos no van a cambiar de conducta.
4. No vale la pena prestar atención a sus psicodinamismos porque están muy cerca de la muerte.
5. El paciente puede morir durante el tratamiento, lo cual afecta el sentimiento de importancia del terapeuta.
6. Los terapeutas se sienten disminuidos en su esfuerzo por sus propios colegas.
Prejuicio más común: los viejos son todos enfermos o discapacitados. La salud es definida como “un estado de completa
satisfacción física, mental y social y no solamente por ausencia de enfermedad”, pero más allá de esta definición, la salud de los
viejos se describe generalmente en función de la presencia o ausencia de enfermedad, o en función de cuan satisfactorio es su
funcionamiento en las áreas de conducta física, mental y social de esta manera, las cosas que la persona vieja puede, o cree que
puede, son usualmente indicadoras de su salud.
Conflictos BIOLOGICOS: piel pierde hidratación y elasticidad, se arruga, los cabellos encanecen y se hacen escasos, alteraciones
de las funciones oculares y auditivas, fatiga muscular, cambio en la velocidad de respuesta, etc. (perdida de la belleza y encanto
físico).
Conflictos SOCIALES:
1. los viejos en nuestra sociedad son discriminados por su edad (Viejismo), y se las considera como enfermas, seniles,
deprimidas, rígidas, asexuadas, pasadas de moda, etc. y como resultado se tiende a ver a la vejez como algo que no nos
pertenece, en un futuro muy lejano.
2. La sociedad se inclina a adoptar una política de segregación o de indiferencia hacia los viejos, o a desarrollar una actitud
nihilista en la cual la vejez carece de valor.
3. La idea de un ciclo vital normal y esperable, es decir que ciertos eventos deben ocurrir en determinados momentos de la
vida, y que un reloj interno va señalando si están en tiempo o si están fuera de tiempo.
UNIDAD 2
1 - Freud había escuchado decir de cierta persona que en todo ser humano existe un sentimiento oceánico de eternidad,
infinitud y unión con el universo, y por ese solo hecho es el hombre un ser religioso, más allá de si cree o no en tal o cual credo.
Tal sentimiento está en la base de toda religión. Freud no admite ese sentimiento en sí mismo pero intenta una explicación
psicoanalítica -genética- del mismo.
Captamos nuestro yo como algo definido y demarcado, especialmente del exterior, porque su límite interno se continúa con el
ello. El lactante no tiene tal demarcación. Empieza a demarcarse del exterior como yo-placiente, diferenciándose del objeto
displacentero que quedará 'fuera' de él. Originalmente el yo lo incluía todo, pero cuando se separa o distingue del mundo
exterior, el yo termina siendo un residuo atrofiado del sentimiento de ser uno con el universo antes indicado. Es lícito pensar
que en la esfera de lo psíquico aquel sentimiento pretérito pueda conservarse en la adultez.
Sin embargo dicho sentimiento oceánico está más vinculado con el narcisismo ilimitado que con el sentimiento religioso. Esta
última deriva en realidad del desamparo infantil y la nostalgia por el padre que dicho desamparo suscitaba.
2 - El peso de la vida nos obliga a tres posibles soluciones: distraernos en alguna actividad, buscar satisfacciones sustitutivas
(como el arte), o bien narcotizarnos.
La religión busca responder al sentido de la vida, y por otro lado el hombre busca el placer y la evitación del displacer, cosas
irrealizables en su plenitud. Es así que el hombre rebaja sus pretensiones de felicidad, aunque busca otras posibilidades como el
hedonismo, el estoicismo, etc. Otra técnica para evitar los sufrimientos es reorientar los fines instintivos de forma tal de poder
eludir las frustraciones del mundo exterior. Esto se llama sublimación, es decir poder canalizar lo instintivo hacia satisfacciones
artísticas o científicas que alejan al sujeto cada vez más del mundo exterior. En una palabra, son muchos los procedimientos para
conquistar la felicidad o alejar el sufrimiento, pero ninguno 100% efectivo.
La religión impone un camino único para ser feliz y evitar el sufrimiento. Para ello reduce el valor de la vida y delira deformando
el mundo real intimidando a la inteligencia, infantilizando al sujeto y produciendo delirios colectivos. No obstante, tampoco
puede eliminar totalmente el sufrimiento.
3 - Tres son las fuentes del sufrimiento humano: el poder de la naturaleza, la caducidad de nuestro cuerpo, y nuestra
insuficiencia para regular nuestras relaciones sociales. Las dos primeras son inevitables, pero no entendemos la tercera: no
entendemos porqué la sociedad no nos procura satisfacción o bienestar, lo cual genera una hostilidad hacia lo cultural.
Cultura es la suma de producciones que nos diferencian de los animales, y que sirve a dos fines: proteger al hombre de la
naturaleza, y regular sus mutuas relaciones sociales. Para esto último el hombre debió pasar del poderío de una sola voluntad
tirana al poder de todos, al poder de la comunidad, es decir que todos debieron sacrificar algo de sus instintos: la cultura los
restringió.
Freud advierte una analogía entre el proceso cultural y la normal evolución libidinal del individuo: en ambos casos los instintos
pueden seguir tres caminos: se subliman (arte, etc.), se consuman para procurar placer (por ejemplo el orden y la limpieza
derivados del erotismo anal), o se frustran. De este último caso deriva la hostilidad hacia la cultura.
4 - Examina aquí Freud qué factores hacen al origen de la cultura, y cuáles determinaron su posterior derrotero. Desde el
principio, el hombre primitivo comprendió que para sobrevivir debía organizarse con otros seres humanos. En 'Tótem y Tabú' ya
se había visto cómo de la familia primitiva se pasó a la alianza fraternal, donde las restricciones mutuas (tabú) permitieron la
instauración del nuevo orden social, más poderoso que el individuo aislado. Esa restricción llevó a desviar el impulso sexual hacia
otro fin (impulso coartado en su fin) generándose una especie de amor hacia toda la humanidad, pero que tampoco anuló
totalmente la satisfacción sexual directa. Ambas variantes buscan unir a la comunidad con lazos más fuertes que los derivados
de la necesidad de organizarse para sobrevivir.
Pero pronto surge un conflicto entre el amor y la cultura: el amor se opone a los intereses de la cultura, y ésta lo amenaza con
restricciones. La familia defiende el amor, y la comunidad más amplia la cultura. La mujer entra en conflicto con el hombre: éste,
por exigencias culturales, se aleja cada vez más de sus funciones de esposo y padre. La cultura restringe la sexualidad anulando
su manifestación, ya que la cultura necesita energía para su propio consumo.
5 - La cultura busca sustraer la energía del amor entre dos, para derivarla a lazos libidinales que unan a los miembros de la
sociedad entre sí para fortalecerla ('amarás a tu prójimo como a ti mismo'). Pero sin embargo, también existen tendencias
agresivas hacia los otros, y además no se entiende porqué amar a otros cuando quizá no lo merecen. Así, la cultura también
restringirá la agresividad, y no sólo el amor sexual, lo cual permite entender por qué el hombre no encuentra su felicidad en las
relaciones sociales.
6 - En 'Más allá del principio del placer' habían quedado postulados dos instintos: de vida (Eros), y de agresión o muerte. Ambos
no se encuentran aislados y pueden complementarse, como por ejemplo cuando la agresión dirigida hacia afuera salva al sujeto
de la autoagresión, o sea preserva su vida. La libido es la energía del Eros, pero más que esta, es la tendencia agresiva el mayor
obstáculo que se opone a la cultura. Las agresiones mutuas entre los seres humanos hacen peligrar la misma sociedad, y ésta no
se mantiene unida solamente por necesidades de sobrevivencia, de aquí la necesidad de generar lazos libidinales entre los
miembros.
7 - Pero la sociedad también canaliza la agresividad dirigiéndola contra el propio sujeto y generando en él un superyó, una
conciencia moral, que a su vez será la fuente del sentimiento de culpabilidad y la consiguiente necesidad de castigo. La autoridad
es internalizada, y el superyó tortura al yo 'pecaminoso' generándole angustia. La conciencia moral actúa especialmente en
forma severa cuando algo salió mal (y entonces hacemos un examen de conciencia).
Llegamos así a conocer dos orígenes del sentimiento de culpabilidad: uno es el miedo a la autoridad, y otro, más reciente, el
miedo al superyó. Ambas instancias obligan a renunciar a los instintos, con la diferencia que al segundo no es posible eludirlo. Se
crea así la conciencia moral, la cual a su vez exige nuevas renuncias instintuales. Pero entonces, ¿de dónde viene el
remordimiento por haber matado al protopadre de la horda primitiva, ya que por entonces no había conciencia moral como la
hay hoy? Según Freud deriva de los sentimientos ambivalentes hacia el mismo.
8 - El precio pagado por el progreso de la cultura reside en la pérdida de felicidad por aumento del sentimiento de culpabilidad.
Sentimiento de culpabilidad significa aquí severidad del superyó, percepción de esta severidad por parte del yo, y vigilancia. La
necesidad de castigo es una vuelta del masoquismo sobre el yo bajo la influencia del superyó sádico.
Freud concluye que la génesis de los sentimientos de culpabilidad está en las tendencias agresivas. Al impedir la satisfacción
erótica, volvemos la agresión hacia esa persona que prohíbe, y esta agresión es canalizada hacia el superyó, de donde emanan
los sentimientos de culpabilidad. También hay un superyó cultural que establece rígidos ideales.
El destino de la especie humana depende de hasta qué punto la cultura podrá hacer frente a la agresividad humana, y aquí
debería jugar un papel decisivo el Eros, la tendencia opuesta.
UNIDAD 3
CANALE, INES: “Notas acerca del cuerpo en la vejez” 2007
El texto trabaja la noción de cuerpo. Siendo importante tener en cuenta que entre cuerpo y mente hay una relación de lucha. El
cuerpo como organismo funciona como soporte material pero no tiene una trascripción automática al orden psíquico. Mientras
del soporte material se ocupa la medicina, no es el mismo cuerpo sobre el que trabaja el psicoanálisis. Un Sujeto, en relación con
el entorno, no es sólo un organismo. El cuerpo biológico de la medicina excluye al Sujeto, haciendo de este una función vacía,
reductible a un organismo biológico.
El psicoanálisis interroga los modos en que se hizo posible la trabazón psique-soma (construcción subjetiva), el modo en que
incide la palabra sobre el organismo y su fisiología. La imagen unificada de un cuerpo es constituida a través del orden simbólico.
Por obra del lenguaje podemos atribuirnos un cuerpo (tengo un cuerpo). Esta capacidad de representarse a sí mismo en una
imagen implica un proceso en que el otro materno va erogeneizando una profusión de datos propioceptivos, desligados y
atomizados (Real del cuerpo). Comenzando a pasar de un cuerpo fragmentado a una imagen que va a dar la idea de un cuerpo
uno (Estadio del Espejo). Esto posibilita la unificación en una imagen que vela aquella imagen atomizada, fragmentada, real. Lo
que media entre organismo y mente es una relación de lucha, donde el organismo funciona como el soporte del proceso de
inscripción significante.
El envejecimiento como dato biológico es observable en la disminución paulatina y creciente de las funciones adaptativas. En
oposición, la construcción del orden humano implica una defensa contra la disolución y la muerte. En la vejez, el cuerpo se hace
ruidoso y presente, reenviándonos regresivamente a la atomización del dato propioceptivo. El cambio llega al cuerpo, produce
desajustes y crea inseguridad, es vivido como proveniente del exterior, ajeno. Lo imaginario del cuerpo pierde su función de
veladura en tanto se presentifica el desmoronamiento real. Por lo que la relación tensa entre organismo-cuerpo (real-
imaginario) cumple una función defensiva que tiende a mantener la unidad imaginaria.
Además, en las ciencias médicas ha aumentado enormemente la especificidad, fragmentando más los dominios de saber,
abordando partes cada vez más pequeñas del cuerpo. Se centran en cuidar el cuerpo del viejo más que al viejo mismo. Si el
cuerpo se construye desde la atomización a la imagen unificada, el hecho de operar sobre cada falla que aparece en el
organismo aisladamente implica una intervención que se orienta en el sentido inverso de dicha construcción. Así, la irrupción de
lo real del cuerpo reenvía al sujeto a la primera atomización y el operar médico puede ayudar a deconstruir la función de
veladura imaginaria.
Se propone entonces, no desatender al organismo sino incluir en la atención a la Tercera Edad el trabajo sobre el cuerpo que es
hablado por un sujeto que sufre. Tratando en la vejez solo al cuerpo-organismo, desmembrándolo, funcionaria a favor de la
pérdida del sujeto; en cambio, sostener la lucha entre cuerpo y psiquismo implicará trabajar en favor de la vida.
Si se trata en la vejez solo al cuerpo- organismo desmembrándolo, estaríamos trabajando a favor de la pérdida del sujeto, que es
aquello que se puede mantener para que la pulsión de vida encuentre o siga encontrando superficies de inscripción.
1- Según el autor: ¿Cuáles son las características que comparten la melancolía y el duelo y cuál es el rasgo que los diferencia?
La melancolía se singulariza en lo anímico, por una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo
exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda la productividad y una rebaja en el sentimiento de sí que se
exterioriza en autorreproches y autodenigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo.
El duelo muestra los mismos rasgos excepto uno, falta en el la perturbación del sentimiento de sí, pero en todo lo demás es lo
mismo. El duelo pesaroso, la reacción frente a la perdida de una persona amada contiene idéntico talante dolido, la pérdida del
interés por el mundo exterior, la perdida de la capacidad de escoger algún nuevo objeto de amor, el extrañamiento de cualquier
trabajo productivo que no tenga relación con la memoria del muerto
Este primer tiempo se podría titular “El apego a la madre”. El primer objeto de amor, tanto para el varón como para la niña, es la
madre. A ella se dirigen todos los deseos en cada fase de la organización sexual infantil. En el varón los sentimientos hacia ella se
van intensificando, llevándole a convertirse en el rival del padre. En la niña sucede de otra manera: ella debe de renunciar a la
zona genital originalmente dominante, el clítoris, a favor de una nueva zona, la vagina. En la infancia lo esencial de la genitalidad
gira alrededor del clítoris.
El desarrollo femenino comprende el proceso de transición de la fase activa y “viril”, con el fantasma de posesión de un pene, a
la fase propiamente femenina, el predominio de la vagina, cuya existencia no sospechaban ni ella ni el niño. Antes de esperar
algo del padre, la niña ha tenido que reconocer su propia falta. Es preciso que el hombre-padre se convierta en el nuevo objeto
amoroso, esto significa que la niña debe cambiar el sexo del objeto, cosa que no ocurre con el varón. Este cambio de objeto (de
la madre al padre) es el Edipo femenino. Devenir mujer es el tratamiento subjetivo de una constatación en términos de “no
tener” que se llama, con Lacan, falta o privación. Se trata del falo, que vale como punto de referencia para ambos sexos. Freud
ya lo menciona en 1923 en La primacía del falo. Por lo tanto, no hay una primacía genital sino una primacía del falo. El falo es,
entonces, el significante único para dar cuenta de la diferencia sexual en el inconsciente, dirá Lacan en La significación del falo.
Freud articula los dos sexos como tener o no tener, con sus consecuencias subjetivas:
• Para la niña: el deseo, las ganas de adquirir, que es una de las significaciones del penisneid, que en los textos de Freud deviene
complejo de castración. “Ha visto eso, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo”. La novedad que aporta Freud, en este texto de
1931 y el de 1932, es la importancia que da al cambio de objeto en la niña y que no se hace de una vez por todas. En su texto La
feminidad dice: “se salda con odio hacia la madre, que era el primer objeto de amor, odio que persiste mucho tiempo y se
manifiesta en una multiplicidad de reproches y quejas”. Eric Laurent dice al respecto: “Hay un resto en esta transferencia de la
madre al padre, en esta operación metafórica no se trata de un simple cambio de objeto”. Sólo con el descubrimiento de que la
madre está castrada, la niña puede dejarla caer como objeto de amor; demanda al padre lo que no obtuvo de la madre: el deseo
del pene queda reemplazado por el deseo de un hijo. Freud pone de manifiesto la disimetría con respecto al complejo de Edipo.
• El niño abandona el complejo de Edipo bajo la amenaza del complejo de castración y tenemos entonces la serie:
Edipocastración-superyó.
• Para la niña la castración es primero y posibilita el Edipo en vez de destruirlo. Éste será abolido lentamente y nunca por
completo. Por lo tanto el complejo de castración es determinante para devenir mujer. A partir del descubrimiento de la
castración la niña puede escoger tres caminos evolutivos: 1. La lleva a la inhibición sexual o a la neurosis. Asustada por la
comparación, se vuelve ella insatisfecha con su clítoris y renuncia a su actividad fálica, rechazando su amor por la madre. 2. Se
aferra a su masculinidad amenazada, fantasea que algún día tendrá un pene. Puede conducir a la homosexualidad. 3. La
actividad fálica es abandonada, toma al padre como objeto, es decir, la niña transfiere hacia el padre su demanda fálica y el hijo
se sitúa como equivalente del falo. Freud subraya que la posición femenina sólo tiene lugar si se produce la equivalencia
hijo=falo y lo ilustra con el juego de la niña con sus muñecas. Ella juega a ser la madre y la muñeca era ella misma. Este juego no
era una expresión de su feminidad, sino una tentativa de reemplazar la pasividad en relación a la madre, por la actividad. Freud
dice: “Sólo con el punto de arribo del deseo del pene, el hijo-muñeca deviene un hijo del padre y, desde ese momento, la más
intensa meta femenina”.
3er apartado, se refiere a la actividad sexual de la niña en relación con su madre.
La actividad sexual de la niña se manifiesta a través de los deseos de cada fase: oral, anal y fálica, en las que la madre está
involucrada. Estos deseos pueden aparecer transferidos al padre o transformados en angustia, debido a la represión
• Los deseos agresivos orales y sádicos. Se manifiestan en su forma reprimida: temor de ser muerta por la madre y deseos de
muerte contra ella. Dicho miedo a la madre se basa en una hostilidad inconsciente.
• Los deseos sádico-anales tienen su origen en la intensa excitación pasiva de la zona intestinal (irrigaciones, enemas,
estimulación del ano por la madre, etc.) despierta agresividad y cuando se suprime dicha excitación su manifestación es la
angustia.
• En la fase fálica - la niña culpa a la madre como seductora (cuidados de la zona genital). - al apartarse de la madre, la niña
transfiere al padre la responsabilidad de haberla iniciado en la vida sexual. - la actividad sexual de esta fase es la masturbación
clitoridiana. Se detecta un fin sexual hacia la madre, cuando llega un hermanito. La niña quiere creer que es ella la que le ha
dado a la madre ese nuevo hijo. Cuando la niña se desprende de su vinculación con la madre, se observa una disminución de los
impulsos sexuales activos y una acentuación de los pasivos. La transición al objeto paterno se realiza con la ayuda de las
tendencias pasivas.
Ese resto, que es el objeto a, es caída de la operación subjetiva. Aquí se reconoce el objeto perdido, el cual se encuentra por una
parte en el deseo y por la otra en la angustia. Primero aparece en la angustia y luego en el deseo.
Aquí hay una X que solo podemos nombrar retroactivamente, esto es el acceso al Otro, el designio en el cual el sujeto tiene que
plantearse. Este es el nivel de la angustia en la medida en que es constitutivo de la operación de la función “a”, en tercer
término, aparece $ como sujeto del deseo.
Angustia y objeto son llevados al primer plano, uno a expensas del otro término, pero también se designa, se denuncia el vínculo
radical de la angustia con ese objeto en tanto este cae. Así alcanza su función decisiva de resto de sujeto, el sujeto como real.
En la angustia el sujeto está interesado en lo más íntimo de sí mismo. Es del lado de lo real que hay que buscar la angustia como
lo que no engaña.
Cuadro de la división significante del sujeto:
A S X (tiempo del goce)
$ A Angustia
a Deseo
En este cuadro se nota la posición de eso a lo que apunta la angustia en lo real, y con relación a lo cual ella se presenta como
señal. La X de un sujeto primitivo va hacia su adversario, su advenimiento como sujeto; esa relación A sobre S, A según la figura
de una división, de un sujeto S con relación al A del Otro; es por vía del otro que el sujeto debe realizarse.
Este sujeto, en el nivel mítico (S), es el “sujeto del goce”. La angustia tiene una función media entre el goce y el deseo.
El goce solo conocerá al Otro, A, por medio del resto, objeto “a”; desde este momento es cuando no hay manera de operar con
lo que resta, y lo que surge en el inferior es el advenimiento del $, en cuanto implicado en el fantasma, es uno de los términos
que constituyen el soporte del deseo.
El objeto “a” tomaría una función de metáfora (es sustituir un elemento por otro) del sujeto del goce. Pero resulta que el objeto
“a” se resiste a la asimilación a la función del significante. Este es el motivo por el cual el objeto “a” simboliza lo que, en la esfera
del significante, siempre se presenta como perdido, como lo que se pierde para la significación. El objeto “a” (el desecho)
constituye el fundamento como tal del sujeto deseante, no del sujeto del goce, sino del sujeto en tanto que por la vía de su
búsqueda en tanto que goza, que no es búsqueda de su goce sino un querer entrar ese goce en el lugar del Otro como lugar del
significante, por esa vía el sujeto se precipita, se anticipa como deseante.
Esta precipitación es en el sentido de que ella aborda, de este lado de su realización, la abertura del deseo al goce: aquí se sitúa
la angustia.
La angustia, dice Freud, es una señal ante algo. Lacan se preguntará qué es este algo. Angustia es tiempo de vacilación, intervalo,
ante lo cual todas las categorías y palabras, todos los ideales del sujeto, fallan. Este algo es el objeto de la angustia. Funciona
como señal. Es del orden de lo real. El objeto “a” es ese algo. Es por el lado de la angustia que lo real se hace presente como un
estado afectivo. La angustia busca la simbolización, cuando aparece deja paralizado al sujeto. La angustia deja pasivo al sujeto
porque lo paraliza, pero también es activo en el sentido que ejerce una presencia. La angustia está presente en el yo, nos deja
frente al narcisismo.
Con respecto a la noción de trauma, Freud en Moisés y la religión monoteísta (1940) dice que los traumas son las impresiones
recibidas en épocas tempranas y luego olvidadas. Los traumas pertenecen a la temprana infancia. Los traumas son: o fenómenos
ocurridos en el propio cuerpo o percepciones sensoriales, acontecimientos o impresiones.
Las acciones de los traumas son de dos clases: positivas o negativas. Las positivas son los esfuerzos que el trauma vuelve a
realizar para recordar el suceso olvidado; para volverlo a vivir. Esto se llama fijación sobre el trauma y coacción para la
repetición. Pueden ser absorbidas por el Yo y transformadas en tendencias permanentes, pero su origen ha sido olvidado.
En cuanto a las reacciones negativas, estas tienen el fin de no recordar, no revivir el trauma olvidado. Son reacciones de defensa.
Su expresión son los olvidos, que al exaltarse se transforman en inhibiciones o trabas y fobias. También intervienen para formar
el carácter.
Por lo tanto, el trauma infantil, si bien no recordado aparece en la vida adulta como acto, en esto consta la repetición. Freud dice
que la repetición es repetición del trauma. Desde un punto lacaniano, se puede decir que ese trauma infantil está íntimamente
vinculado con la noción de real, ya que para Lacan la repetición repite un encuentro fallido con lo real.
Lacan define, entonces, a la repetición como “encuentro fallido con lo real”, ese “real” está allí pero no se lo encuentra porque
escapa. Eso es lo que la repetición busca repetir: lo que siempre escapa. La repetición, si bien opera al margen de la función del
significante, está apuntalada por él; es decir que por más que se repita, jamás se alcanza la identidad de percepción entre el
objeto y el que reaparece en la repetición. La repetición se produce en un reencuentro con lo real, este reencuentro resulta
siempre fallido porque el significante apuntala una diferencia, una falta de identidad con lo real. Este es un significante aislado,
absoluto, que evita la simbolización o imaginarización de lo real, dejando en una total ambigüedad el sentido del reencuentro.
La repetición traumática tiene la función económica de hacer surgir la angustia que faltó cuando debía haber funcionado como
defensa contra lo real. Buscando la angustia no se busca el placer, sino que eso implica la división del sujeto.
El goce se encuentra fuera de la cadena significante, es algo displacentero. Este es el motivo por el cual aparece la señal de
angustia ante el goce. A partir de la señal de angustia se trata de restituir la tensión a un estado constante.
Lo real se refiere a aquello que la palabra no puede nombrar: la cosa, que no tiene representación imaginaria. Lo real permanece
excluido, no del inconsciente sino de lo simbólico. Lo real no es lo que existía antes de lo simbólico, o lo que existiría si no
existiese lo simbólico. El sujeto solo se mueve en el campo de la significación de lo real producida por la combinatoria
significante. Lo real es el resto. El encuentro con lo real es siempre fallido, enigma. Lo real escapa a la significación.
UNIDAD 4
CAPÍTULO 2 – GENEALÓGICO
Se desprenden algunos significantes del discurso del Rey Piedra. En cuanto al suicidio, la muerte (del otro y propia) hay un pasaje
en la que una idea se manifiesta, casi al orden de una representación obsesiva (pero no lo es), viene de forma aislada una frase
en la que dice que "Comprendo que uno puede matarse", como queriendo manifestar un deseo mortífero dice él. A parte de
esto, también hace referencia a una perdida amorosa y un supuesto duelo en cuanto a ello, como motivos que lo acercan a
análisis. Cito textual: "Para olvidar a otra, cuyo recuerdo me atenazaba, había pasado la noche con una mujer", primer alusión a
una mujer anterior que había perdido o dejado quizás, porque hay también en cuanto a significantes, algo con respecto a ser EX-
PULSADO (ex mujer también quizás), de la escuela, de, la universidad, y de varias relaciones amorosas también, en donde el
significantes ex-pulsado se hace notar, pero esto es del Capítulo 1 quizás. Vuelvo a lo de su anterior mujer, cito nuevamente
"Acababa de descubrir el precio de una tristeza de amor", esto lo dice poco después de manifestar lo que decía recién de la otra
mujer. En cuanto a referencias pulsionales, no pude realizar una extracción específica a eso. Y en cuanto a modalidad de la
dirección de la cura, tampoco nada porque en este capítulo recién tiene un solo contacto con Jacques Lacan, que fue por
teléfono y termina el capítulo.
CAPÍTULO 3 – ALFABETICO
En este capítulo Pierre Rey comienza su análisis con Lacan el cual a través de las sesiones, va dejando de lado la intención de
Pierre de no volver a la próxima sesión por falta de dinero. Este siempre vuelve a conseguirlo para la próxima sesión. A lo largo
del capítulo Pierre va dando cuenta de la influencia en él de la teoría lacaniana. Una de las formaciones del inconsciente que
surgen en dicho capitulo es el sueño que tiene sobre un conejo casi muerto al que trata de agarrar pero justo cuando lo está por
tocar comienza a tener espamos y así se va moviendo y alejándose de él.
CAPÍTULO 4 – ANECDÓTICO
En este capítulo en cuanto a manifestaciones del inconsciente no se desprende nada del discurso del sujeto (respecto de nuestro
criterio), pero si en función de algunos significantes, uno de estos se relaciona con una idea respecto del suicidio. Cuando se
entera de la noticia de la muerte de uno de sus amigos, de esa forma, y comienza en él una elaboración con respecto al suicidio
que se manifiesta a partir de una idea aislada que se le viene, la cual cito textual: “Comprendo que uno puede matarse”, como
queriendo manifestar un deseo inconsciente mortífero. Hay también en este apartado una alusión a diferentes instancias en las
que él ha sido ex-pulsado, debido a diferentes comportamientos que el sujeto tenia ante diferentes situaciones, que se desplaza
posteriormente a sus relaciones amorosas en las que afirma que luego de un tiempo se alejaba de las mismas. Este
comportamiento no corresponde a una cuestión azarosa, sino que era un mecanismo del sujeto el “largarse”, expulsarse el
mismo de diferentes situaciones que necesitaban de cierto compromiso por parte del sujeto, tanto como en el amor, en otras
instancias se puede observar este mecanismo, en la universidad, en la escuela e incluso en algunos trabajos.
Nombre propio: el autor menciona esta frase: “Me llamo Pierre. Y no por casualidad. Y sobre esta piedra mi madre edificó su
iglesia”
Pierre: piedra, aludiendo a lo duro, lo pesado.
Rey: hombre, animal o cosa del género masculino que, por su excelencia sobresale de los demás de su clase o especie.
En estos significantes que corresponden al nombre propio podemos ver el peso de lo que nos antecede. Él menciona que sufría
por el exceso de amor que se le daba, que era como una piedra alrededor de su cuello. Este es el sufrimiento ligado a la demasía
edípica, como aclara Gerardo García en su libro “La Metamorfosis del Objeto”.
Luego, Pierre va a decir: “No es gran cosa lo que se elige. Ni el momento de nacer, ni el nombre que llevamos, ni el color de
ojos… Surgidos de un deseo que para nosotros será siempre ajeno, marcados con hierro por el lenguaje y el lugar que, incluso
antes que fuéramos concebidos, nos había sido destinado como nuestro por otras personas…”
Ante esto cita una frase de su amigo el Gordo, el cual se suicida luego, que dice “me robaron mi nacimiento, no me robarán mi
muerte”.
Todo esto entonces nos lleva a pensar en esa cadena de significantes que nos precede y que condiciona nuestra existencia.
Otro de los puntos importantes analizar es el momento en que Pierre tiene la visión de su propia muerte, aparece lo siniestro en
lo cotidiano. Ante esto, lo conocido que se vuelve extraño, el autor planea rápidamente un viaje, la huida. Es por eso que
también agrega la posibilidad de alargarla de la manera que sea, haciendo lo que le dicte su necesidad. A lo que luego agrega
“Dejar la vida si el deseo me abandona.”
“Hay que situarse deliberadamente en estado de pesadilla para acercarse al tono verdadero”.
“En el análisis se crea el advenimiento de un sujeto y, nunca otorgado pero siempre conquistado, el espacio de una libertad
interior”.
En estas citas podemos encontrar la aparición de lo real, de lo siniestro nuevamente, simbolizado en la pesadilla que va a
asemejar, de alguna manera, al análisis. Allí es donde aparece la verdad, esa que es inconsciente y que logra el devenir del
sujeto.
La mirada: “la mirada cuando se posa en nosotros sólo nos amenaza, porque nos sorprende como seres de deseo. Pero todo
deseo no es más que la metáfora del primer deseo que se relaciona con la evidencia de la culpabilidad del incesto”.
Lacan habla de fenómenos de la vergüenza, el pudor, el prestigio y el miedo engendrados por la mirada.
El excremento: “lluvia de mierda”, él mismo derrumbándose como objeto.
El excremento se puede pensar, como sinónimo también de dinero, bienes, como algo que se tiene o no se tiene. Si quiero te lo
doy, si quiero te lo rehúso.
CAPÍTULO 5 – DIALÉCTICA
Pierre Rey relata despertarse una mañana, imponiéndosele una frase que no puede dejar de repetir “Anthony Quinn se asomó a
la ventana”. En la redacción automáticamente analiza que en francés es “el año dos” que lo lleva a un poema “Oh, soldados del
año dos”. También podía referir a Víctor Hugo lo que haría alusión a su “yo victorioso” o a su padre. Con respecto a las dos
últimas silabas “ni Quinn”, entiende que “ni” es la primera parte del diminutivo de su madre y “Quinn” si se lee “Queen” en
ingles significa la reina, es decir, la reina madre, pero esta reina daba lugar también a pensar en torno a Rey de su nombre. Con
el resto de la frase “se asomó a la ventana” dice que se puede jugar haciendo múltiples asociaciones.
En las primeras sesiones Lacan interviene preguntando sobre el periódico en el que trabajaba Pierre y le dice que tiene un amigo
ahí, a lo cual luego se entera que es mentira. Lacan mintió para poder probar la veracidad de lo contado por Pierre Rey, tratando
de dilucidar si era o no “un mentiroso”.
CAPÍTULO 6 – MAYÉUTICA
Este capítulo ha sido titulado como “Mayéutica”. Yendo a la base filosófica que implica este concepto, el cual proviene del griego
que significa “dar a luz”. Se le otorga este nombre pues Sócrates tenía como premisa que el saber era dar a luz un nuevo
conocimiento; conocimiento a través del cuestionamiento del propio sujeto. Pierre Rey en este capítulo se realiza diversos
planteamientos sobre cómo actúan los significantes, sobre cuál es la función del análisis, sigue rondando el tema de la muerte.
El primer significante que se destaca aquí es el del nombre “Pierre” y su asociación el significante “piedra” y, su relación con lo
pesado. Esto lo despliega Gerardo García en su texto “Las metamorfosis del objeto”, el cual tuvo su lugar en el desarrollo del
capítulo 4.
Luego se hace una pregunta: “¿Hasta qué punto nos determina el peso del nombre que marca nuestro lugar en el orden
simbólico?”, seguido de esto trae a colación el ejemplo del nombre “Littré”, haciendo referencia a Emile Littré, filósofo y
lexicógrafo francés, que publico un diccionario de la lengua francesa; seguido de esto reflexiona sobre como los significantes
afectan a los grupos (familias, etnias, pueblos); por último se refiere a los países o naciones y como estos también pueden ser
atravesados por los significantes, considerando a naciones pintoras, músicas, naciones de poetas, etc.
Se encontró en este como en los demás capítulos una predominancia de la pulsión escópica, una predominancia de la mirada,
pero en lo referido a este capítulo lo lleva al ámbito del pintor primeramente, diciendo que “el pintor es un mirón”, un peeping –
eye; peep (mirar a escondidas, espiar), peeping-eye (ojo que está mirando, espiando). También se resalta este objeto pulsional
cuando da cuenta de las “Georgian Doors”, unas puertas grandes con decoraciones y de diversos colores, con esto se pregunta
“¿Qué es una puerta?” a esto se responde “Un elemento que impide ver más allá”. Lo asocia a lo que es un “Trompe l’oeil”
(traducido al castellano como una trampa ante el ojo o engaño a los ojos), técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando
con la perspectiva, entorno, sombreado y otros efectos ópticos.
Describe en este capítulo un fenómeno psicosomático, al cual le atribuye el estatuto de síntoma, y el cual se manifiesta cuando
Pierre está concluyendo el libro. Dice que una “bola” le ha obstruido la garganta, junto con una sensación de opresión en el
pecho y con un dolor impreciso por la zona del plexo solar y la garganta. Este síntoma Pierre lo atribuye al acto de escribir que
implicaba – metafóricamente –, cito: “…el temor inconsciente de llegar a un término, de revivir como una muerte la conclusión de
mi análisis, y la muerte de mi padre, y la muerte del Gordo, y la muerte de Lacan.”. Luego comenta que una vez verbalizado esto,
los síntomas somáticos desaparecieron.
Hay algunos datos del amigo “El Gordo”, donde habla del predominio de la pulsión oral, cito: “El Gordo bebía mucho. Apuraba
todos los vasos que encontraba a su alcance con un gesto automático. –El somnífero más viejo del mundo –decía guiñándome un
ojo. O bien–: Es mi biberón.”. También ciertos rasgos obsesivos como los “…sus libros, siempre subrayados con regla…”, esto en
el capítulo lo nombra dos veces, los libros del Gordo que siempre estaban subrayados con regla.
Respecto de las intervenciones que realiza J.Lacan podemos tomar como unas de las que figuran en este capítulo es, cito: “–
Debería usted desarrollar esta idea –dijo Lacan–, escribir algún papel sobre eso”. Esto podría tomarse como movilización para
que Pierre Rey comenzara a pasar en tinta su recorrido por el dispositivo analítico, junto con Lacan.
Otra que puede leerse es, cito: “– ¿Ha leído usted a Lytton Strachey? –me preguntó Lacan. –Nunca he oído hablar de él. –Escribió
una cosa formidable, Queen Victoria.”. Luego de esto el autor comenzó a buscar incansablemente este libro, el cual no encontró
sino mucho tiempo después, lo leyó y conservo; pero Pierre Rey luego de muchos años no entendió el ¿Por qué?, de esa
intervención de Lacan, o como dirá Gerardo García, cito: “… luego de muchos años siguió teniendo la condición de enigma para
Pierre Rey.”.
Por último el momento en que Pierre Rey relata el suicidio del Gordo, cito: “Aquella misma tarde entre en la consulta de Lacan.
(…). – ¿Si? –dijo. – ¿Sabe lo que le ha ocurrido a A?... Se ha suicidado. Silencio de Lacan. – ¿Ha oído lo que he dicho? Me
sorprendió la agresividad de mi voz, al mismo tiempo que inundaba mi cuerpo una oleada de sangre llena de hielo. – ¡Le he dicho
que se ha suicidado! Dos balas en la cabeza… ¡Dos! Impermutable, Lacan seguí silencioso… Estallé. – ¿Esto es todo el efecto que
le hace? –grité rabiosamente. De pronto, como alguien que está harto de oír tonterías, me miro de frente, desafiándome con la
mirada y me escupió en el mismo tono de cólera fría: – ¿Qué otra cosa quería usted que hiciera?”. Respecto de esto Gerardo
García toma en cuenta la pregunta que devuelve Lacan “– ¿Qué otra cosa quería usted que hiciera?”, y dice que hay que tener en
cuenta lo equívoca de esta frase, cito: “¿Qué hiciera quién? Lacan, el Gordo… O bien, ¿Acaso quería usted qué hiciera otra
cosa?”.
CAPÍTULO 7 – ÉTICA
Lo que sacamos de este capítulo como relevante fue la finalización del análisis, cito: “La historia de amor llegaba a su fin.
Después de una travesía que había durado diez años, el barquero había llevado al caminante-pasajero sano y salvo hasta la otra
orilla.”. Este fin de análisis, por parte de Pierre Rey y sin ningún comentario de Lacan respecto de esto, cito: “Lacan me estrecho
la mano. La puerta se cerró. Nunca más volví a verle.”.
En las ultimas oraciones de este capítulo hace referencia a la muerte de Lacan, cito: “Una mañana, en mi casa de Irlanda, me
despertó la que compartía mi vida. –Acabo de oír la radio –me dijo– Lacan ha muerto.”