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ADULTO MAYOR

El término adulto mayor es el más adecuado para abordar su estudio, ya que podría asociarse con una persona con una etapa
productiva terminada, pero con una historia de vida para ser contada como anécdotas o conocimientos. El mismo se usaría en
remplazo de expresiones como: “persona de la Tercera edad” (todo individuo mayor a 60 años), “anciano o abuelo” (persona
que tiene muchos años, que además hace referencia a lo antaño, antiguo, a aquello pasado de siglo) y “viejo” (que tiene muchos
años, de aspecto poco joven, antiguo o del tiempo pasado, estropeado por el uso; haciendo referencia más a las cosas u
objetos), que se asocian a una imagen negativa, discriminatoria y sesgada de la vejez.
Considero que para conceptualizar al período de edad cronológica comprendido a partir de los 65 años y hasta la muerte de una
persona, uno de los términos más adecuados es el de ADULTO MAYOR, primeramente, porque no contiene inferencias negativas
ni descalificadoras acerca de las cualidades de los sujetos comprendidos en este grupo y tampoco implica como término en sí,
características limitantes ni restrictivas que de alguna manera descalifiquen a los mismos.

UNIDAD 1
ALVAREZ, MARIA DEL PILAR: Envejecimiento y Vejez: “Cuestiones alrededor del concepto de vejez” 1998
Para algunos la vejez es “como un cierto tipo de cambio irreversible y desfavorable, una declinación de las funciones vitales,
pero en todo caso en el contexto de un proceso ligado al paso del tiempo y que concluye invariablemente en la muerte”.
Cada sociedad, cada época produce un tipo de ancianos y es responsable del papel y de la imagen de sus viejos, pero
también es a partir de ellos que los juzga. Produce un ideal al tiempo que segrega y rechaza aspectos que no pueden asimilarse a
ese ideal, se generan entonces los aspectos denigratorios en relación con esa imagen.
Cuanto más idealizado esté el modelo, mayores serán las exigencias y más cruel será la sociedad. Mientras no se
invierta el proceso el anciano no estará verdaderamente integrado al grupo. Debe verse la vejez como un proceso y no
solamente como un momento determinado en la vida. Dicho proceso no convierte la existencia en una muerte lenta, pero si en
un camino signado por una ley de vida que sitúa como condición de lo vivo a lo perecedero

CHAPOT, SARA: “Vejez y Familia. Cuidadores y Cuidados” 2009


El envejecimiento de los padres enfrenta al sujeto con un doble trabajo de duelo:
- El duelo por la caída de la imagen idealizada de los padres de la infancia.
- El duelo por el propio envejecimiento, a partir del momento en que el cuerpo envía señales que anotician el paso del
tiempo.
En la tarea clínica con el adulto mayor y su familia, podemos observar que el envejecimiento de los padres puede ser un proceso
paulatino que se registra con el transcurrir del paso del tiempo, o puede representar un hecho potencialmente traumático difícil
de procesar cuando aparece la enfermedad. Es este caso “estar enfermo” se transforma en el único adjetivo que acompaña a la
vejez, impidiendo que esta sea considerada parte del proceso natural del curso de la vida.
La mayor actividad que actualmente despliegan los adultos mayores, la autonomía de decisión y ausencia de enfermedad,
facilitan la dificultad de los hijos para percibir los cambios y las modificaciones que el proceso de envejecimiento impone. Así, la
aparición de enfermedad y la necesidad de cuidado modifican el equilibrio familiar pre existente, generando posibles crisis que
se irán resolviendo de acuerdo a como fueron tramitadas otras crisis a lo largo de la historia de la familiar.

La pérdida de autonomía del anciano instala una doble crisis:


 Para los adultos mayores la necesidad de mantener la autonomía se contrapone con la necesidad de apoyo a medida que se
incrementa la dependencia.
 Para las familias que sienten temor a perder su propia autonomía. La dependencia de los padres reitera una nueva forma de
dependencia al transformarse el hijo en cuidador, ya que parece hacer peligrar la autonomía lograda.

Esta amenaza de perder la autonomía puede generar sentimientos ambivalentes de amor-odio, sobre todo si persisten viejos
conflictos sin resolver.

La tarea de cuidar representa una situación nueva y desconocida, padres e hijos saben que la necesidad de cuidado puede
acontecer en esta etapa de la vida, pero no están preparados para afrontar la inversión de lugares. La capacidad de adaptación
es el proceso central en esta tarea y depende de la plasticidad/rigidez frente a los cambios que c/u de los miembros de la familia
pudo desarrollar a lo largo de la vida. La situación de cuidado demanda una reorganización interna y externa con el
correspondiente gasto de energía libidinal. Demanda un trabajo equivalente al trabajo de duelo, que limita aceptación de lo
perdido y el encuentro con otras alternativas posibles de funcionamiento familiar.

Factores de riesgo comunes para el cuidador y el cuidado:


1. Historia de conflicto en la relación entre ambos. 8. Sensación permanente de frustración, enojo y desesperanza.
2.Cambio de estilo de vida 9. Conducta demandante.
3. Falta de espacio y tiempo personal. 10. Intolerancia marcada.
4. Sentimiento de aislamiento social. 11. Falta de “insight” sobre el problema.
5. Sentimiento de pérdida por “la persona que fue”. 12. Falta de información sobre la enfermedad y su evolución.
6. Percepción de necesidades básicas no satisfechas. 13. Dependencia económica o de vivienda.
7. Ambiente inapropiado para el cuidado. 14. Inseguridad con respecto al futuro.

Función del terapeuta: función psicoeducativa que incluye el esclarecimiento de los procesos normales del envejecimiento, con
el objetivo de diferenciar normalidad de patología, debido a que muchas veces la familia interpreta como patológicos los
cambios normales de la vejez (conocer esas modificaciones disminuye la ansiedad y tiene un efecto preventivo porque permite
anticipar futuras situaciones). Es importante trabajar con la familia la posibilidad que ellos también reciban ayuda, que se
habiliten a utilizar diferentes recursos disponibles, como las redes solidarias informales, la asistencia diurna o la asistencia
domiciliaria.

FERRERO, GLORIA: “Cuerpo y Temporalidad en el envejecimiento” 1998


Consideramos el envejecimiento como un proceso, que, si bien se inicia con la vida misma, adquiere relevancia a partir de la
mediana edad. Momento en el cual, el trabajo psíquico apunta a la percepción del tiempo como finito y al registro de cambios
físicos internos y externos, a partir de cuya elaboración podrán encontrarse diferentes salidas hacia una vejez ligada a lo
creativo, o a modelos patológicos.
En la mediana edad, las modificaciones en el esquema corporal producen vivencias de cambio y pérdida, lo conocido se empieza
a tornar desconocido, difícil de aprehender. El modelo del propio envejecimiento no existe.
Cuando hablamos de cuerpo no nos referimos solamente a un cuerpo que envía señales que el yo debe articular, sino también al
cuerpo como mediador entre el sujeto y el mundo; nos referimos a la imagen corporal como soporte del narcicismo. El esquema
corporal es una realidad de hecho, nuestro vivir carnal al contacto del mundo físico, mientras que la imagen inconsciente del
cuerpo es la síntesis viva de nuestras experiencias emocionales, la encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante, y
esto antes de que el sujeto sepa decir “yo”.
El esquema corporal es evolutivo en el tiempo y en el espacio, es portador de y se entrecruza con la imagen corporal gracias a lo
cual podemos entrar en comunicación con el otro.
Sami Ali señala que la figura materna organizará la temporalidad mientras no se logre la autonomía corporal del sujeto. La
noción de temporalidad no seguirá unívocamente un tiempo lineal, sino que será alternativamente influenciado por
concepciones temporales primitivas.
Podría decirse que, así como hay una imagen corporal hay una imagen temporal. Para Dolto, en la imagen del cuerpo el tiempo
se cruza con el espacio y el pasado inconsciente resuena en la relación presente. El cuerpo y el tiempo, en el envejecimiento
vuelven a estar anudados como en el comienzo de la vida donde “tiempo es cuerpo”.
El yo no solamente encuentra a su cuerpo como cuerpo placer sino como cuerpo sufrimiento. El cuerpo, ese objeto del cual nos
creemos poseedores y amos, puede convertirse en fuente y lugar de sufrimiento.

IACUB, RICARDO: “La erótica y Vejez: Perspectivas de Occidente” 2011


LA CORRECCION DEL SOFISMA, LA NUEVA NORMATIVA SEXUAL
La sexualidad como objeto de la ciencia:
Aportes de Helen Kaplan: sostenía que las disfunciones sexuales no siempre derivaban de graves trastornos psicopatológicos,
sino que podían reducirse a problemas inmediatos y sencillos (como la anticipación de un fracaso, humillaciones, exigencias
exageradas). Además, afirmaba que la terapia sexual se distinguía por la implementación de tareas sexuales y comunicativas, y
que debía apuntar al alivio de la disfunción.
Aportes de Alfred Kinsey: Sostenía que una de las causas de la disminución de la actividad sexual era la declinación física y
fisiológica, que generaba fatiga; pero también hallo un factor determinante en el aburrimiento frente a la repetición de la misma
experiencia, y el agotamiento de las posibilidades debido a la falta de ensayo de nuevas técnicas, nuevas formas de contacto y
nuevas situaciones.
Aportes de Masters y Johnson: al referirse al tema de la vejez señalaron un sofisma: “la incompetencia sexual es un
componente natural del proceso de envejecimiento”. Frente a esto sostenían que la metodología educativa era el mecanismo
que promovía la modificación del sofisma, llegando a estas conclusiones: el envejecimiento puede enlentecer la respuesta
sexual, pero no terminar con ella; y el mejor predictor del nivel de la sexualidad es el nivel de actividad sexual de los años
tempranos.
Los caminos auxiliares hacia el placer. Simone de Beauvoir, o la reconsideración del discurso psicoanalítico: formuló una crítica
al puritanismo con el que había sido pensada la erótica en la vejez (que condenaba la práctica de la sexualidad que no tuviera
como fin la reproducción y consideraba al viejo como regresivo, cuya sexualidad podía devenir perversa). Por el contrario,
retomo la diferencia entre pulsión e instinto, lo cual le permitió repensar la sexualidad de una manera más amplia, sin objetos
pecosos. Si la finalidad era el placer, sostenía, que el viejo podía encontrar caminos auxiliares sin que esto los llevase
necesariamente a un goce genital y sin que supusiera por eso un goce perverso.
Sexualidad sin edad, relectura lacaniana de la vejez: Desde el psicoanálisis la sexualidad es el eje a partir del cual se conforma
lo subjetivo. Según lacan, el sujeto “es” en su relación al deseo. La diferencia entre las nociones de sexualidad y genitalidad
permiten comprender el modo en que el psicoanálisis amplia la construcción de lo erótico. Mientras que la sexualidad es
entendida como un espacio de goces ligados a diversas partes erógenas del cuerpo o construibles a través de las caricias
maternas, lo genital alude a un tipo de placer relativo a determinados órganos, los cuales, una vez elaborado el complejo de
Edipo y transcurrida la pubertad, pasan a ocupar el lugar del placer final, mientras que los otros goces tomaran el lugar del
placer previo. Así el erotismo del sujeto está asociado al valor fálico que posee el cuerpo. Además la corriente lacaniana ve a la
sexualidad sin edad, sin estar totalmente subsumida a la genitalidad, lo cual permite abrir el marco de posibilidades en el plano
de los goces.

DE LOS MITOS A LOS GOCES. EL PLURALISMO SEXUAL


La gerontología aborda la sexualidad desde un discurso moderno y científico, considerando que la vida sexual activa constituye
un valor tan central como la salud. En contraposición, y propio de un discurso moralista/puritano, encontramos algunos mitos en
relación a la vejez, entre los que se hayan que la sexualidad no es importante o la práctica sexual no es considerada normal en
esta etapa y que la gente mayor debería ser separada en instituciones por sexos para evitar problemáticas
familiares/institucionales/comunitarias, entre otras. En oposición a estos mitos, algunos autores proponen la sexualidad como
un remedio, asociado a la salud física y mental, y un recurso indispensable para el bienestar.
Los clichés de una sociedad basada en la juventud y estereotipos, suponen que la sexualidad existe solo para este tipo de gente,
por lo que la idea de personas viejas gozando aparece como lúbrica y/o repugnante. Sin embargo, y en especial en esta etapa, la
sexualidad es más rica en tanto no se limita a la genitalidad sino que se asocia a la búsqueda de placer y de afecto, recuperando
el sentido más abarcativo del erotismo. En este sentido, algunos autores proponen trabajar con conceptos como sensualidad
(que aparece como una percepción personal e íntima y, a la vez, como una expresión interpersonal) e intimidad (que implica el
cuidado mutuo, responsabilidad, confianza y comunicación abierta). Se propone hallar otros medios para lograr el goce sexual,
como la masturbación para dar alivio a las tensiones sexuales y mantener el buen estado de las funciones genitales. Otra
dimensión importante del erotismo se encuentra asociada a la fantasía o sueños sensuales. En este sentido, si algunas prácticas
no son posibles con la edad, hay otras avenidas que si están abiertas.

Vejez y género: Respecto a las cuestiones de género, nuevas teorizaciones sobre la menopausia cuestionaron el miedo a la
locura, la depresión o el fin del deseo o su exceso (rasgos que eran asociados a este periodo), repensando la condición femenina.
Se piensa que los problemas psicológicos experimentados por las mujeres en esta etapa son consecuencia de expectativas
culturales adversas, pudiendo probarse que las mujeres que tienen otros intereses aparte del hogar padecen menor cantidad de
síntomas. Otros factores que inciden se relacionan con que los pares de mujeres mayores no se encuentran capacitados para
desarrollar el mismo nivel de actividad sexual que ellas (por lo ellas recurren a hombres más jóvenes). Por otro lado, el declive
de la actividad sexual femenina se halla asociado a la falta de un fin reproductivo y la sensación de ser, por ello, menos
deseables o valiosas. Respecto a la sexualidad masculina, prácticamente no se notó declinación de la actividad cuando los
hombres tenían actitudes positivas hacia la sexualidad y no había aislamiento. Asimismo, la descripción social acarrea una serie
de limitaciones a la hora de pensarse eróticamente.
Por otro lado, los roles de género cambian en la vejez, ellos se flexibilizan en esta etapa, lo que permite, al mismo tiempo, una
mayor adaptabilidad. Otro elemento interesante que permite tratar la relación de género y vejez es la posibilidad actual de que
las mujeres pueden procrear (mediante fertilización in vitro, con óvulos donados por mujeres más jóvenes), lo que permite
reabrir un escenario casi cerrado acerca de la feminidad en la vejez.

Envejecimiento gay y lésbico: a pesar de los prejuicios y estereotipos que llevan a pensar un único final trágico para la vejez
homosexual, investigaciones realizadas mostraron lo contrario. Se observó que la vida sexual de los homosexuales mayores está
suficientemente satisfecha y que la pérdida de la pareja era la causa más habitual de la disminución de las relaciones. Asimismo,
gran parte de los problemas sexuales son similares a los de los heterosexuales y la discriminación que sufren está dada por su
homosexualidad más que por su condición de viejos. Por otro lado, haber pasado por circunstancias penosas y con un alto riesgo
en su juventud, a la hora de "salir del closet", muchos se han visto fortalecidos por dichas experiencias, mejorando la capacidad
para hacer frente a otras crisis. Los cambios de roles asociados al envejecimiento son menos severos y el soporte familiar suele
ser reforzados por grupos de amigos o reemplazados por estos cuando las relaciones familiares sin débiles o están ausentes.
Entre los factores que contribuyen al éxito en las parejas homosexuales aparecen la fidelidad emocional y en términos de roles
sexuales y cotidianos. Asimismo, es importante destacar que no existen diferencias relevantes entre el envejecimiento
heterosexual u homosexual en relación a la sexualidad y las diferencias recaen principalmente en forma de discriminación social.

El erotismo en el encierro: Las instituciones geriátricas tienden a relacionar a-sexualidad con vejez y tienen una función de
control que incide en la subjetividad. De este modo, surgen temas como la falta de derechos sexuales dentro de la institución. Se
dan separaciones del lecho en los matrimonios, aplicación de sedantes ante las emergencias de deseos sexuales, falta de
estimulación sensorial y rechazo de los deseos del amor en los pacientes. La sexualidad es desaprobada y es vista como anormal.
La falta de conocimiento genera que las actitudes eróticas sean vistas como peligrosas y dañinas, por lo que se las silencia. La
institución apunta a que la sexualidad sea desconsiderada, lo que ocurre también con otros aspectos de la vida privada,
buscando el control de la población más que el desarrollo de su autonomía individual. Se les arrebata a los individuos la
disposición de hacer lo que quieran y se los despoja de las vivencias íntimas y la privacidad. Sin embargo, es importante destacar
que, estas demandas sociales relacionadas con los derechos sexuales en la adultez mayor están comenzando a ser incluidas en
las reglamentaciones de estas instituciones (comenzándola a incluir entre los factores que otorgan calidad de vida).

Biomedicalización del envejecimiento: consiste en un pensamiento propio de la actualidad que piensa a la vejez como un
proceso patológico y la interpreta desde una perspectiva médica. Supone entonces, una serie de controles sociales hacia la vejez
desde el paradigma médico. Se produce así, un excesivo control sobre los cuerpos viejos que busca eliminar cualquier tipo de
riesgo posible, lo que limita márgenes de libertad como la elección del propio goce, en tanto lleva a la ausencia de la vida sexual
en vistas al cuidado de la salud. Asimismo, existe una serie de medicamentos que se les proveen a los viejos y que inciden en su
sexualidad, y la excesiva cantidad de medicación que se les suministra no suele tomar en cuenta sus necesidades sexuales,
motivo por el cual, no son avisados, consultados ni prevenidos sobre estos efectos.

PECZNIK, ALBERTO: “El sujeto frente a su muerte. Violencia y Terminalidad Terapéutica” 2012

Terminalidad terapéutica: momento de la enfermedad terminal en el cual han cesado las posibilidades curativas, y sólo queda el
sujeto enfermo frente a su existencia.

Situaciones clínicas al final de la vida:


1. Enfermedad incurable avanzada: aquella de curso progresivo y gradual, son diversos grados de afección tanto de la
autonomía como de la calidad de vida, con respuesta variable al tratamiento específico, y que evolucionara hacia la muerte a
medio plazo.
2. Enfermedad terminal: enfermedad avanzada en fase evolutiva e irreversible, con múltiples síntomas, impacto emocional,
pérdida de autonomía, escasa o nula capacidad de respuesta al tratamiento específico y pronóstico de vida limitado a
semanas/meses, en un contexto de fragilidad progresiva. Puede ser o no oncológica.
3. Situación de agonía: es la precede a la muerte cuando esta se produce de forma gradual. Hay un deterioro físico intenso,
debilidad extrema, alta frecuencia de trastornos cognitivos y de la consciencia, dificultad de relación e ingesta, y pronóstico
de vida limitado a horas o días.

De acuerdo con la ASCO, el óptimo cuidado del paciente terminal requiere la superación de 3 barreras:
1) La deficiente comunicación acerca del pronóstico.
2) La oferta de opciones terapéuticas y expectativas no realistas.
3) El desconocimiento del adecuado cuidado paliativo.

Calidad de vida: Percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de
valores en los que vive y en relación a sus expectativas, sus normas, sus inquietudes.

El valor de las intervenciones terapéuticas debe ser siempre analizado en función del impacto que producen en la calidad de
vida. El apoyo familiar es fundamental para mantener la salud psíquica del paciente: que ame y se sienta amado. Por lo tanto la
calidad de vida, es entendida como la satisfacción de vivir con libertad y bienestar. Esto implica la máxima conservación posible
de las funcionalidades física, social, económica y emocional, que permitan al paciente satisfacer sus deseos o bien la capacidad
de resignar algunos de ellos, lo que le permitirá sentirse al menos parcialmente satisfecho, en paz, querido y consolado.
Influyen en la calidad de vida los siguientes factores:
 La autonomía
 La relación familiar y social con personas, plantas, animales y cosas
 La forma de aceptar la vida
 La existencia de objetivos o metas que ayuden a vivir e ilusionarse
 Los factores que favorecen el autoestima
 La ética, la moral, los valores; q dan sentido a la vida y ayudan a reestructurarla en las distintas circunstancias
 La posibilidad de disfrutar del tiempo libre
 El estado psicológico y los recursos psíquicos con los que cuenta la persona
 La satisfacción vital como una de las dimensiones esenciales de la calidad de vida
 El bienestar psicológico, referido al estado de ánimo.

Cuidados paliativos
Asistencia activa e integral para las personas con enfermedad terminal y sus familiares, brindada por un equipo interdisciplinario
de profesionales de la salud. Objetivos:
 Reafirmar la importancia de vida, aun en la etapa terminal.
 Establecer un cuidado activo que no acelere la muerte ni la posponga artificialmente.
 Proporcional alivio al dolor y a otros síntomas.
 Integrar los aspectos físicos, psicológicos y espirituales del cuidado.
 Facilitar que el enfermo lleve una vida tan activa como sea posible.
 Ofrecer un sistema de apoyo a la familia, para ayudarla a afrontar la enfermedad del ser querido y sobrellevar el duelo.
La OSM ha propuesto 7 puntos en el cuidado paliativo:
 Cuidado activo y total  Soporte psicosocial y espiritual
 Manejo interdisciplinario de la calidad de vida  Soporte espiritual de la familia
 Control de síntomas  Atención integral del fin de la vida
 Mantenimiento de la función

Andrés Solidoro Santisteban, propone que la actuación de medico frente al paciente moribundo se enmarque en 5 puntos:
1. Discontinuar la administración de medicamentos inútiles
2. No pedir exámenes o estudios innecesarios
3. Interrumpir toda medicación que no esté dirigida al alivio de síntomas
4. Instituir medidas paliativas para la disnea, el dolor, la agitación o el distrés respiratorio
5. No discontinuar la medicación sintomática

Un profundo sentido humanitario que lleve a la puesta en práctica de estos principios, incluyendo el acompañamiento de los
familiares del enfermo, orienta al adecuado manejo del enfermo terminal.
¿Qué es acompañar?: Acompañar a una persona que está muriendo es una de las experiencias vitales más enriquecedoras y más
desgastantes. Tanto en los familiares como en el equipo tratante, el sufrimiento (físico, psíquico y espiritual) y el dolor se hacen
presentes.

En los familiares podemos ver:


 El fenómeno de aislamiento: no se habla del tema de la muerte próxima ni de sus emociones, con la esperanza de proteger
al enfermo de sufrimiento y no asustarlo. El paciente no comunica sus miedos y angustias para no preocupar a sus allegados
y si insinúa algo le dicen no “no hables de eso, te vas a mejorar”. Así se observa como todos saben y todos sufren, pero
actúan como si nada fuera a ocurrir.
 Muerte anticipada: la familia se distancia afectivamente del enfermo, llevando una vida familiar sin su integración. Así, el
enfermo se aísla, se refugia en sí mismo y vive la proximidad de la muerte en silencio, en un estado angustioso y depresivo.
 Negación de la proximidad de la muerte y una suerte de incomprensión del estado psíquico del enfermo: que opera sobre
el sentimiento de impotencia ante la evidencia de la muerte cercana. El narcicismo omnipotente, vencido, reacciona con
furia (también se puede observar en el enfermo)

En el enfermo puede observarse:


 Graves crisis de insomnio: padece un miedo inconsciente de cerrar los ojos, porque percibe íntimamente que tal vez no los
volverá a abrir. Esto podría incluirse en la “angustia de muerte”.
 No sabe dónde ubicarse: en ocasiones puede sentirse vivo, apoyado por la familia, en interacción con su medio social y
laboral. En otras, estando vivo, se siente muerto.
 Heridas narcisistas que provocan las enfermedades que llevan a la terminalidad terapéutica: la sinceridad a la hora de dar
a conocer el diagnostico tiene un efecto catastrófico. Las sensaciones que se expresan son temor, negación, incredulidad,
desesperación, abandono y luego resignación. Otras reacciones tienen que ver con la furia, violencia, etc.
Para una comunicación efectiva con el paciente:
 Un ambiente adecuado, en el que la persona sienta que hay un tiempo disponible para ella.
 Que el paciente sienta que hay alguien para escucharlo, que va a entender su lenguaje verbal o no verbal.
 Favorecer la expresión del enfermo sin bloquear su discurso ni emociones.
 Trasmitir al enfermo la sensación de que en ese momento es lo más importante.
 Dosificar la información.
 Trasmitir que existirá un vínculo permanente y sostenido con el profesional durante todo el proceso.
 Usar el lenguaje no corporal para transmitir calidez, complicidad, incondicionalidad, etc.

Objetivos de la intervención terapéutica:


 Acompañar al paciente en sus emociones frente a la proximidad de la muerte.
 Apoyarlo en su cotidianeidad, dar sugerencias que permitan un día a día más fácil y llevadero junto a su familia.
 Establecer un contacto humano permanente disponible y gratificante.
 Asistirlo en el duelo por sus múltiples y sucesivas pérdidas.
 Fomentar y facilitar la comunicación con la familia y el equipo tratante.
 Velar para que el paciente mantenga el auto respeto, la intimidad y la autoestima.

ROZITCHNER, ENRIQUE: “La vejez no pensada” 2012


Prejuicios: con respecto a la vejez abundan los prejuicios y la sexualidad no está excluida. La creencia en la falta de capacidad
fisiológica sexual surge de la idea de que el cuerpo a medida que envejece pierde sus funciones. Culturalmente, en la vejez, la
vida sexual se permite más en el hombre que en la mujer, ya que la sexualidad femenina al estar fijada en la reproducción, se
apagaría con la caída hormonal. También se excluyen a diversos grupos (discapacitados, enfermos mentales, cardiacos). Sin duda
existen enfermedades que afectan la sexualidad, aunque la vejez no es una enfermedad sino una etapa de la vida donde
también podemos obtener placeres sexuales.
Cuando el deseo se manifiesta en los a.m., se lo prejuzga perverso o anómalo como consecuencia de la supuesta pérdida de la
capacidad mental y del efecto deletéreo de la regresión a etapas ya superadas de la evolución psíquica, del regreso a conductas
infantiles que permitirían la emergencia de las pulsiones superadas y que, por lo tanto, deberían estar dominadas/controladas.
El discurso medico mantiene un predominio sostenido sobre la sexualidad, regulándola en tanto representa uno de los órdenes
de control social. Según este modelo, cualquier expresión sexual en los a.m. se mostrará subversiva de la moral y el orden
establecido. Esto acerca bastante la vejez a la infancia, ya que en los niños también la sexualidad esta negada, controlada,
reprimida, normalizada como un elemento distorsionador que se opone a las instancias pedagógicas. Ejemplo de regulador
sobre la sexualidad -> geriátricos.
Cambios en la fisiología sexual: si bien el conocimiento fisiológico es necesario, la sexualidad se inscribe en el campo
psicosocial. Ninguno de estos fenómenos fisiológicos y anatómicos inhibe el desarrollo de una vida sexual plena.
En el HOMBRE En la MUJER
- Menor tamaño testicular - Se modifica la figura corporal en general
- Menor Angulo peneano-abdominal - Disminuye tamaño de ovarios-trompa-útero
- Reducción de los niveles de testosterona circulante - Se atrofia la mucosa por menor estimulo hormonal
- Menor sensibilidad peneana - Menor lubricación y elasticidad de la vagina
- Menor turgencia de pene erecto - Menor acidez del medio vaginal
- Reducción del n° de erecciones nocturnas involuntarias - Atrofia de los labios mayores
- Menor respuesta muscular - Reducción del vello pubiano
- Menor necesidad física de eyacular - Perdida de elasticidad en los tejidos mamarios
- Menor volumen de esperma eyaculado - Reducción de los niveles de estrógeno y andrógeno
- Menor n° de intensidad de las contracciones orgásmicas. - Menor sensibilidad del clítoris.

Desde la perspectiva estructural, podemos ver: Desde lo imaginario: desconocimiento del cuerpo y desencuentro por los
cambios/ Desde lo real: todas las cuestiones del organismo/ Desde lo simbólico: fragmentación desde el discurso.

La enfermedad y el erotismo: referirse a la sexualidad durante un proceso de enfermedad es uno de los máximos prejuicios. Se
sabe que la función erótica no desaparece y se mantiene al menos hasta el momento de la discapacidad total (al perderse la
identidad). Mientras la identidad se conserve, la sexualidad es posible que se despierte en situaciones de cuidado y contacto
físico.

El enamoramiento: el enamoramiento es una forma del amor donde las imágenes ideales de perfección, de belleza, le otorgan al
elegido el máximo de las valoraciones y atributos, sin preocuparnos demasiado por la realidad. En la vejez, la fuerza de los
ideales puede ser máxima a través de patrones rígidos de conducta cimentados y confirmados a lo largo de la vida, además,
aparecen en la vejez algunas manifestaciones corporales o hipocondriacas que nos muestran un movimiento regresivo de la
libido hacia el yo, favoreciendo entonces el retiro libidinal, también la tensión puede acrecentarse por la amenaza de la muerte
cercana, vivida como un atentado a narcisismo infantil. La autoestima se nutre de 3 fuentes: los restos del narcisismo infantil, la
confirmación por las experiencias y la gratificación de los vínculos amorosos. De este balance surge ese particular sentimiento de
potencia, del propio valor, de la fuerza y capacidad del yo. La autoestima es la vejez, sin embargo, se encuentra afectada en esos
3 aspectos. El yo, en el enamoramiento, entrega parte del amor a sí mismo en pos del amor de objeto. Si el yo es correspondido,
se recupera por medio de ese amor que recibe, pero si al amor lo gobierna la libido reprimida, el yo está condenado al fracaso y
al sentimiento de inferioridad. También hay una búsqueda muy idealizada condenada al sujeto del fracaso, ya que aleja la
posibilidad de la satisfacción erótica.

La expulsión de la pulsión de muerte: mientras que algunos a.m. se deciden por el abandono progresivo de las pasiones y las
pulsiones para llegar a un estado de serenidad; otros ponen en cuestión esa supuesta serenidad y más bien se inclinan por el
sostenimiento de la vida sensual y pulsional para no caer en la perdida objetal. La problemática de la serenidad en la vejez
incluye el concepto de depresión de desinvestidura, que pone el acento en la frecuencia de las pérdidas de esta etapa de la vida
y la poca disponibilidad de objetos a los cuales investir eróticamente. Esta depresión señala la retracción de la energía libidinal,
ya sea porque no hay oferta de objetos o porque el sujeto, a causa de su propia vejez, no está disponible para la investidura.
Resumiendo: la depresión de investidura se traduciría como un incremento de la pulsión de muerte de modo auto destructivo;
en cambio la posibilidad devínculo con el objeto a través del amor sensual y tierno, se opone a la renuncia instintiva de esta
depresión y a la inhibición de la descarga hacia afuera. Así vemos, como no todos los a.m. se precipitan en el crepúsculo de las
pulsiones; muchos de ellos apuestan a la reactivación del aparato psíquico por medio de la pasión y la sexualidad.

Hacia una erótica posible. Aportes de la clínica: la clínica de adultos mayores permite adentrarse en la sexualidad solo si el
analista pone especial atención a las manifestaciones encubiertas, solapadas, si presta atención al cuerpo erógeno y los
diferentes canales por los que se expresa, más o menos manifiestos, más o menos ocultos. Es común ver casos donde se
muestra la potencia y la plena vigencia de la sexualidad en la vejez en permanente conflicto con las fuerzas de la represión, tanto
por motivos intrapsíquicos o socioculturales, en especial a causa de la influencia de los modelos masificadores de la vejez y sus
manifestaciones en la familia. Con independencia de la edad del paciente, el psicoanálisis debería contribuir al levantamiento de
las represiones e inhibiciones. La recuperación y reanimación de las pasiones en la vejez, superando la posición narcisista
infantil, permite que la vida sexual recupere toda su vitalidad y se produzca un nuevo reordenamiento pulsional, nuevas
elecciones de objeto, nuevos enamoramientos, nuevas pasiones. En este proceso de elaboración, la actividad creativa de las
reminiscencias favorece la vida erótica y sensual; y así la capacidad de amar se despliega nuevamente, evitando la angustia de
desmoronamiento ante la proximidad de la muerte.

SALVAREZZA, LEOPOLDO: “Psicogeriatría. Teoría y clínica”


Hay 2 formas de enfocar la problemáticas de la vejez:

Teoría del desapego: a medida que el sujeto envejece se produce una reducción de su interés vital por las actividades y objetos
que lo rodean, lo cual va generando un sistemático apartamiento de toda clase de interacción social. Al mismo tiempo este
distanciamiento lo pone a cubierto de confrontaciones con objetos y situaciones que le plantean problemas de difícil solución, y
que cuando no puede hallarla le engendra cuadros de angustia. Es un proceso universal, inevitable e intrínseco. Desde esta
premisa se piensa que es aconsejable inducir o favorecer un apartamiento progresivo de sus actividades como un paso de
preparación necesaria para la muerte.

Teoría del apego: los viejos deben permanecer activos tanto tiempo como sea posible, y cuando algunas no sean posibles deben
buscarse sustitutos para ellas. Aquí vemos que es necesario asociarse con otros y a participar en grupos, ya que toda posibilidad
de “ser” es posible solamente en relación con otro, o con los objetos contingentes.

Prejuicios contra le vejez:


Viejismo: conjunto de prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a los viejos simplemente en función de su edad.
(Gerontofobia: conducta de temor u odio irracional hacia los viejos).

¿Porque existe el prejuicio? Porque un viejo frente a nosotros es como una especie de espejo del tiempo y como todos sabemos
el destino que la sociedad impone a la vejez- desconsideración, rechazo, aislamiento, explotación y deposito en lugares a la
espera de la muerte- nos provoca una angustia frente a ese futuro posible y nos impulsa a escaparnos de ella
Razones de las actitudes negativas de los psiquiatras para tratar a las personas viejas:
1. Los viejos estimulan a los terapeutas temores sobre su propia vejez.
2. Reactualizan en los terapeutas conflictos reprimidos en relación con sus propias figuras parentales.
3. Los terapeutas piensan que no tienen nada q ofrecerles porque creen que estos no van a cambiar de conducta.
4. No vale la pena prestar atención a sus psicodinamismos porque están muy cerca de la muerte.
5. El paciente puede morir durante el tratamiento, lo cual afecta el sentimiento de importancia del terapeuta.
6. Los terapeutas se sienten disminuidos en su esfuerzo por sus propios colegas.

Prejuicio más común: los viejos son todos enfermos o discapacitados. La salud es definida como “un estado de completa
satisfacción física, mental y social y no solamente por ausencia de enfermedad”, pero más allá de esta definición, la salud de los
viejos se describe generalmente en función de la presencia o ausencia de enfermedad, o en función de cuan satisfactorio es su
funcionamiento en las áreas de conducta física, mental y social de esta manera, las cosas que la persona vieja puede, o cree que
puede, son usualmente indicadoras de su salud.

Factores biológicos y sociales que inciden en la psicología del envejecimiento:


Mediana edad: periodo entre los 45 y 65 años, en donde la persona ha encontrado el modo de subsistencia propio y el de su
familia y el momento en el cual han terminado la crianza y cuidado de sus hijos, que puede suplantarse con el cuidado y
preocupación por los propios padres. Características:
- Incremento de la interioridad: mayor introspección, alejamiento de los vínculos sociales para adentrarse en su interior.
- Cambio en la percepción del tiempo: más importancia a lo que queda de vida, el tiempo se mide en función de lo que falta por
vivir.
- Personalización de la muerte: toma noción que la muerte es algo que le va a ocurrir a él también.

Conflictos PSICOLOGICOSen el envejecimiento:


 Entre la generatividad y estancamiento: la primera es la preocupación por afirmar y guiar a la generación siguiente. Pero
cuando esto falla hay una regresión a una necesidad obsesiva de seudointimidad acompañada por un sentimiento de
estancamiento, aburrimiento y empobrecimiento interpersonal.
 Entre la integridad y la desesperación: la primera es el fruto de los otros ciclos vitales, y madura en las personas que se han
preocupado de las cosas y de la gente y se han adaptado a los triunfos y a los desengaños de ser. Su fracaso lleva al
sentimiento de desesperación, que expresa que el tiempo es demasiado corto para iniciar el intento de otro tipo de vida que
lleve a la integridad.

Conflictos BIOLOGICOS: piel pierde hidratación y elasticidad, se arruga, los cabellos encanecen y se hacen escasos, alteraciones
de las funciones oculares y auditivas, fatiga muscular, cambio en la velocidad de respuesta, etc. (perdida de la belleza y encanto
físico).

Conflictos SOCIALES:
1. los viejos en nuestra sociedad son discriminados por su edad (Viejismo), y se las considera como enfermas, seniles,
deprimidas, rígidas, asexuadas, pasadas de moda, etc. y como resultado se tiende a ver a la vejez como algo que no nos
pertenece, en un futuro muy lejano.
2. La sociedad se inclina a adoptar una política de segregación o de indiferencia hacia los viejos, o a desarrollar una actitud
nihilista en la cual la vejez carece de valor.
3. La idea de un ciclo vital normal y esperable, es decir que ciertos eventos deben ocurrir en determinados momentos de la
vida, y que un reloj interno va señalando si están en tiempo o si están fuera de tiempo.
UNIDAD 2

ALVAREZ, MARIA DEL PILAR: “Familia y Transmisión Intergeneracional” 1998


Si los valores de la modernidad están en crisis, si se postula la no-vejez ¿Se podría pensar en un tiempo congelado sin futuro y
sin historia?
Las propuestas de la posmodernidad parecen querer llevar nuestro quehacer a transformarse en una larga serie de recetas de
inmediatez y de rápida consecución de placer, más que al sostenimiento de un proyecto de vida.
El discurso posmoderno aparenta estar vacío, pero su efecto paraliza e inmoviliza la crítica, la réplica, aparenta ser vacío pero es
discurso pleno, y como tal no es sin consecuencias.
El hombre posmoderno erige su yo en un dios encarnado en su cuerpo. Se habla de “envase corporal” en detrimento de la
interioridad. Era del narcicismo donde impera la novedad, lo efímero, la inconstancia, el hedonismo, la exaltación del cuerpo,
donde no se trata de ser sino tan sólo de parecer, de seducir, de impresionar.
Acerca del valor de transmisión: ¿Qué se transmite? Las vicisitudes vitales por las que atraviesa cada una de las generaciones
influye en las otras por los efectos de los mecanismos identificatorios, puestos en juego en los vínculos y porque en cuestiones
de transmisión nada se pierde.
El rasgo central de la cultura posmoderna es tal vez la crisis de identidad, ya que todo proceso de identificación se gesta en la
temporalidad y exige algún tipo de arraigo, de sentido de pertenencia y de proyecto común futuro.
Esta dificultad de gestar una identidad bien definida se ve expresada a través del desencanto, la resignación o la indiferencia.
Los padres enfrentados en la mediana edad, a una situación vital que reactualiza cuestiones no resueltas en la adolescencia de
su conflictiva edípica, se sienten conmovidos en sus identificaciones y presionados por lo que la sociedad actual les demanda. “El
adulto sigue adolesciendo. No se liga, sino se transa”

FREUD, SIGMUND: “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” 1908


Se plantea un antagonismo entre cultura y vida pulsional, Planteando la cultura como limitante de los deseos individuales y
analizando las consecuencias para el sujeto de la moral imperante de la época. Hace referencia a la “Ética sexual” (Christian von
Ehrenfels) que establece una distinción entre dos tipos de moral sexual: la natural (la cual puede conservarse duraderamente
en un estado de salud y aptitud vital) y la cultural (permite el trabajo cultural intenso y productivo).
IDEA CENTRAL: “bajo el imperio de una moral sexual cultural pueden menoscabarse tanto la salud como la aptitud vital de los
individuos, y finalmente este daño puede alcanzar un grado tan alto que corre peligro también la meta cultural última.” Por otra
parte, añade lo que denomina “nerviosidad moderna” la cual se difunde con rapidez en la sociedad de nuestros días y cuya
promoción es reconducible a aquella moral.
Se destaca el nexo entre la «nerviosidad creciente» y la vida cultural moderna, donde la influencia perjudicial de la cultura se
reduce, en lo esencial, a la restricción nociva de la vida sexual (sofocación de la vida sexual de los pueblos de cultura por obra de
la moral sexual «cultural» que en ellos impera). Nuestra cultura se construye fundamentalmente sobre la base de la inhibición
de las pulsiones; además de las necesidades de la vida, los sentimientos familiares derivados del erotismo han llevado a los
individuos a esa renuncia, realizada de manera progresiva en el curso del desarrollo de la civilización.
En base a ello, desarrolla las enfermedades que puede causar, mencionando dos estados patológicos de nervios. El primero es la
neurosis, cuyos síntomas son de una naturaleza toxica, es decir, son parecidos a la privación de algunos venenos nerviosos.
Puede ser causada aun sin la presencia de una herencia, ocurre por influencias nocivas de la vida sexual. El segundo es la
psiconeurosis, este tipo de enfermedades son originadas en el cerebro y dependen de una acción eficiente con respecto a
complejos reprimidos. Entre ambas enfermedades nerviosas, no existe una mayor diferencia ya que en el mayor de los casos se
observan ambas enfermedades en un mismo sujeto.
Otro aspecto importante es el de la pulsión sexual. Debido a su particular capacidad de desplazamiento (cambiar su meta sin
perder mayoritariamente su intensidad), se ponen grandes magnitudes de energía al servicio del trabajo cultural. A esta facultad
de permutar la meta sexual originaria por otra, ya no sexual, pero psíquicamente emparentada con ella, se le llama la facultad
para la sublimación. Sin embargo, también pueden producirse fijaciones que la vuelven no valorizable y en ocasiones degenera
en anormalidades. Por lo que el destino del desplazamiento depende de la organización congénita, y la porción sublimable
depende de las influencias sociales. Gran parte de las fuerzas aprovechables para el trabajo cultural (sublimación) se obtienen a
partir de la inhibición o coerción de los componentes perversos de la sexualidad, propios de la sexualidad infantil, cuyo estudio
demuestra que la pulsión sexual humana no tiene originariamente como fin la reproducción, sino la consecución de placer.
Si analizamos una pulsión sexual intensa y perversa encontramos dos posibles conclusiones: la primera, implica que los
involucrados permanezcan en su estado perverso, manteniendo las consecuencias de su declinación o derivación. La segunda,
propone que bajo la influencia de la educación y de los alegatos sociales se llegase a una sofocación de pulsión perversa, pero
que finalmente resulte fracasada.
Las pulsiones sexuales se pueden diferenciar en 3 estadios: el primero, consiste en que el quehacer de una pulsión sexual sea
por completo distinto a la meta de la reproducción. El segundo, consiste en que su quehacer esté dirigido únicamente a la
reproducción sexual. Y por último, el tercero, que corresponde a la moral sexual “cultural” que tiene como única meta la
reproducción legitima.
Respecto a la abstinencia sexual (la cual debe producirse hasta el matrimonio y si el individuo no se casa debe abstenerse para
toda la vida), vemos que al ser prolongada produce también efectos nocivos. Cuando una persona se abstiene por completo a
sus pulsiones sexuales, lo más seguro es que en otros campos de su vida, primero se resigne y luego saque su fuerza para la
acción. Y si se mira más detenidamente, nos percatamos también de que causa un gran daño para el matrimonio.
Estos puntos permiten interrogarnos si la moral sexual “cultural” merece el sacrificio que pide, sabiendo que no se ha liberado
del hedonismo que nos permite una cierta satisfacción para un individuo cuya meta es el desarrollo cultural.

FREUD, SIGMUND: “El malestar en la cultura” 1930


Aparecido en 1930, en este artículo Sigmund Freud plantea que la insatisfacción del hombre por la cultura se debe a que esta
controla sus impulsos eróticos y agresivos, especialmente estos últimos, ya que el hombre tiene una agresividad innata que
puede desintegrar la sociedad. La cultura controlará esta agresividad internalizándola bajo la forma de Superyó y dirigiéndola
contra el yo, el que entonces puede tornarse masoquista o autodestructivo.

1 - Freud había escuchado decir de cierta persona que en todo ser humano existe un sentimiento oceánico de eternidad,
infinitud y unión con el universo, y por ese solo hecho es el hombre un ser religioso, más allá de si cree o no en tal o cual credo.
Tal sentimiento está en la base de toda religión. Freud no admite ese sentimiento en sí mismo pero intenta una explicación
psicoanalítica -genética- del mismo.
Captamos nuestro yo como algo definido y demarcado, especialmente del exterior, porque su límite interno se continúa con el
ello. El lactante no tiene tal demarcación. Empieza a demarcarse del exterior como yo-placiente, diferenciándose del objeto
displacentero que quedará 'fuera' de él. Originalmente el yo lo incluía todo, pero cuando se separa o distingue del mundo
exterior, el yo termina siendo un residuo atrofiado del sentimiento de ser uno con el universo antes indicado. Es lícito pensar
que en la esfera de lo psíquico aquel sentimiento pretérito pueda conservarse en la adultez.
Sin embargo dicho sentimiento oceánico está más vinculado con el narcisismo ilimitado que con el sentimiento religioso. Esta
última deriva en realidad del desamparo infantil y la nostalgia por el padre que dicho desamparo suscitaba.

2 - El peso de la vida nos obliga a tres posibles soluciones: distraernos en alguna actividad, buscar satisfacciones sustitutivas
(como el arte), o bien narcotizarnos.
La religión busca responder al sentido de la vida, y por otro lado el hombre busca el placer y la evitación del displacer, cosas
irrealizables en su plenitud. Es así que el hombre rebaja sus pretensiones de felicidad, aunque busca otras posibilidades como el
hedonismo, el estoicismo, etc. Otra técnica para evitar los sufrimientos es reorientar los fines instintivos de forma tal de poder
eludir las frustraciones del mundo exterior. Esto se llama sublimación, es decir poder canalizar lo instintivo hacia satisfacciones
artísticas o científicas que alejan al sujeto cada vez más del mundo exterior. En una palabra, son muchos los procedimientos para
conquistar la felicidad o alejar el sufrimiento, pero ninguno 100% efectivo.
La religión impone un camino único para ser feliz y evitar el sufrimiento. Para ello reduce el valor de la vida y delira deformando
el mundo real intimidando a la inteligencia, infantilizando al sujeto y produciendo delirios colectivos. No obstante, tampoco
puede eliminar totalmente el sufrimiento.

3 - Tres son las fuentes del sufrimiento humano: el poder de la naturaleza, la caducidad de nuestro cuerpo, y nuestra
insuficiencia para regular nuestras relaciones sociales. Las dos primeras son inevitables, pero no entendemos la tercera: no
entendemos porqué la sociedad no nos procura satisfacción o bienestar, lo cual genera una hostilidad hacia lo cultural.
Cultura es la suma de producciones que nos diferencian de los animales, y que sirve a dos fines: proteger al hombre de la
naturaleza, y regular sus mutuas relaciones sociales. Para esto último el hombre debió pasar del poderío de una sola voluntad
tirana al poder de todos, al poder de la comunidad, es decir que todos debieron sacrificar algo de sus instintos: la cultura los
restringió.
Freud advierte una analogía entre el proceso cultural y la normal evolución libidinal del individuo: en ambos casos los instintos
pueden seguir tres caminos: se subliman (arte, etc.), se consuman para procurar placer (por ejemplo el orden y la limpieza
derivados del erotismo anal), o se frustran. De este último caso deriva la hostilidad hacia la cultura.

4 - Examina aquí Freud qué factores hacen al origen de la cultura, y cuáles determinaron su posterior derrotero. Desde el
principio, el hombre primitivo comprendió que para sobrevivir debía organizarse con otros seres humanos. En 'Tótem y Tabú' ya
se había visto cómo de la familia primitiva se pasó a la alianza fraternal, donde las restricciones mutuas (tabú) permitieron la
instauración del nuevo orden social, más poderoso que el individuo aislado. Esa restricción llevó a desviar el impulso sexual hacia
otro fin (impulso coartado en su fin) generándose una especie de amor hacia toda la humanidad, pero que tampoco anuló
totalmente la satisfacción sexual directa. Ambas variantes buscan unir a la comunidad con lazos más fuertes que los derivados
de la necesidad de organizarse para sobrevivir.
Pero pronto surge un conflicto entre el amor y la cultura: el amor se opone a los intereses de la cultura, y ésta lo amenaza con
restricciones. La familia defiende el amor, y la comunidad más amplia la cultura. La mujer entra en conflicto con el hombre: éste,
por exigencias culturales, se aleja cada vez más de sus funciones de esposo y padre. La cultura restringe la sexualidad anulando
su manifestación, ya que la cultura necesita energía para su propio consumo.

5 - La cultura busca sustraer la energía del amor entre dos, para derivarla a lazos libidinales que unan a los miembros de la
sociedad entre sí para fortalecerla ('amarás a tu prójimo como a ti mismo'). Pero sin embargo, también existen tendencias
agresivas hacia los otros, y además no se entiende porqué amar a otros cuando quizá no lo merecen. Así, la cultura también
restringirá la agresividad, y no sólo el amor sexual, lo cual permite entender por qué el hombre no encuentra su felicidad en las
relaciones sociales.

6 - En 'Más allá del principio del placer' habían quedado postulados dos instintos: de vida (Eros), y de agresión o muerte. Ambos
no se encuentran aislados y pueden complementarse, como por ejemplo cuando la agresión dirigida hacia afuera salva al sujeto
de la autoagresión, o sea preserva su vida. La libido es la energía del Eros, pero más que esta, es la tendencia agresiva el mayor
obstáculo que se opone a la cultura. Las agresiones mutuas entre los seres humanos hacen peligrar la misma sociedad, y ésta no
se mantiene unida solamente por necesidades de sobrevivencia, de aquí la necesidad de generar lazos libidinales entre los
miembros.

7 - Pero la sociedad también canaliza la agresividad dirigiéndola contra el propio sujeto y generando en él un superyó, una
conciencia moral, que a su vez será la fuente del sentimiento de culpabilidad y la consiguiente necesidad de castigo. La autoridad
es internalizada, y el superyó tortura al yo 'pecaminoso' generándole angustia. La conciencia moral actúa especialmente en
forma severa cuando algo salió mal (y entonces hacemos un examen de conciencia).
Llegamos así a conocer dos orígenes del sentimiento de culpabilidad: uno es el miedo a la autoridad, y otro, más reciente, el
miedo al superyó. Ambas instancias obligan a renunciar a los instintos, con la diferencia que al segundo no es posible eludirlo. Se
crea así la conciencia moral, la cual a su vez exige nuevas renuncias instintuales. Pero entonces, ¿de dónde viene el
remordimiento por haber matado al protopadre de la horda primitiva, ya que por entonces no había conciencia moral como la
hay hoy? Según Freud deriva de los sentimientos ambivalentes hacia el mismo.

8 - El precio pagado por el progreso de la cultura reside en la pérdida de felicidad por aumento del sentimiento de culpabilidad.
Sentimiento de culpabilidad significa aquí severidad del superyó, percepción de esta severidad por parte del yo, y vigilancia. La
necesidad de castigo es una vuelta del masoquismo sobre el yo bajo la influencia del superyó sádico.
Freud concluye que la génesis de los sentimientos de culpabilidad está en las tendencias agresivas. Al impedir la satisfacción
erótica, volvemos la agresión hacia esa persona que prohíbe, y esta agresión es canalizada hacia el superyó, de donde emanan
los sentimientos de culpabilidad. También hay un superyó cultural que establece rígidos ideales.
El destino de la especie humana depende de hasta qué punto la cultura podrá hacer frente a la agresividad humana, y aquí
debería jugar un papel decisivo el Eros, la tendencia opuesta.
UNIDAD 3
CANALE, INES: “Notas acerca del cuerpo en la vejez” 2007
El texto trabaja la noción de cuerpo. Siendo importante tener en cuenta que entre cuerpo y mente hay una relación de lucha. El
cuerpo como organismo funciona como soporte material pero no tiene una trascripción automática al orden psíquico. Mientras
del soporte material se ocupa la medicina, no es el mismo cuerpo sobre el que trabaja el psicoanálisis. Un Sujeto, en relación con
el entorno, no es sólo un organismo. El cuerpo biológico de la medicina excluye al Sujeto, haciendo de este una función vacía,
reductible a un organismo biológico.
El psicoanálisis interroga los modos en que se hizo posible la trabazón psique-soma (construcción subjetiva), el modo en que
incide la palabra sobre el organismo y su fisiología. La imagen unificada de un cuerpo es constituida a través del orden simbólico.
Por obra del lenguaje podemos atribuirnos un cuerpo (tengo un cuerpo). Esta capacidad de representarse a sí mismo en una
imagen implica un proceso en que el otro materno va erogeneizando una profusión de datos propioceptivos, desligados y
atomizados (Real del cuerpo). Comenzando a pasar de un cuerpo fragmentado a una imagen que va a dar la idea de un cuerpo
uno (Estadio del Espejo). Esto posibilita la unificación en una imagen que vela aquella imagen atomizada, fragmentada, real. Lo
que media entre organismo y mente es una relación de lucha, donde el organismo funciona como el soporte del proceso de
inscripción significante.
El envejecimiento como dato biológico es observable en la disminución paulatina y creciente de las funciones adaptativas. En
oposición, la construcción del orden humano implica una defensa contra la disolución y la muerte. En la vejez, el cuerpo se hace
ruidoso y presente, reenviándonos regresivamente a la atomización del dato propioceptivo. El cambio llega al cuerpo, produce
desajustes y crea inseguridad, es vivido como proveniente del exterior, ajeno. Lo imaginario del cuerpo pierde su función de
veladura en tanto se presentifica el desmoronamiento real. Por lo que la relación tensa entre organismo-cuerpo (real-
imaginario) cumple una función defensiva que tiende a mantener la unidad imaginaria.
Además, en las ciencias médicas ha aumentado enormemente la especificidad, fragmentando más los dominios de saber,
abordando partes cada vez más pequeñas del cuerpo. Se centran en cuidar el cuerpo del viejo más que al viejo mismo. Si el
cuerpo se construye desde la atomización a la imagen unificada, el hecho de operar sobre cada falla que aparece en el
organismo aisladamente implica una intervención que se orienta en el sentido inverso de dicha construcción. Así, la irrupción de
lo real del cuerpo reenvía al sujeto a la primera atomización y el operar médico puede ayudar a deconstruir la función de
veladura imaginaria.
Se propone entonces, no desatender al organismo sino incluir en la atención a la Tercera Edad el trabajo sobre el cuerpo que es
hablado por un sujeto que sufre. Tratando en la vejez solo al cuerpo-organismo, desmembrándolo, funcionaria a favor de la
pérdida del sujeto; en cambio, sostener la lucha entre cuerpo y psiquismo implicará trabajar en favor de la vida.
Si se trata en la vejez solo al cuerpo- organismo desmembrándolo, estaríamos trabajando a favor de la pérdida del sujeto, que es
aquello que se puede mantener para que la pulsión de vida encuentre o siga encontrando superficies de inscripción.

FREUD, SIGMUND: “Duelo y Melancolía” 1913


En 1917, Freud compara la naturaleza del duelo con la de la melancolía. Descubre, aunque no obtiene suficiente confirmación
para hacer una generalización, que son manifestaciones muy similares, pero que mientras que el duelo es una situación
pasajera, tras la cual se restablece el dominio del yo, en la melancolía, en cambio, existe una degradación del yo, que surgiría
como reflejo de un deseo de denigrar al objeto de afecto perdido.
La melancolía aparece con múltiples formas clínicas, algunas de las cuales parecen somáticas más que psicógenas.
Hecha esta precisión en su nota introductoria, Freud aclara que no pretende emitir juicios universales respecto a este tema.
En general, el duelo es la reacción frente a la pérdida de un ser amado, o de una figura que ocupe ese sitial (la patria, la libertad,
un ideal, etc.). En algunas personas se observa melancolía en lugar de duelo, lo cual hace suponer a Freud de una disposición
enfermiza.
La melancolía se identifica con una cancelación del interés por el mundo exterior, la desazón muy dolida, la pérdida de la
capacidad de amar, inhibición de la productividad, y unas autodegradación. Estos rasgos son comunes con el duelo, excepto en
la autodegradación.
En el duelo, esta reacción paralizante no es considerada patológica porque puede explicarse, tiene un origen, y además, tarde o
temprano, es superado.
El trabajo que opera el duelo, puede explicarse del siguiente modo: el objeto amado ya no está, y según el autor, debe quitar la
libido de sus lazos con el objeto, a lo cual se opondrá, y puede llegar a un extrañamiento de la realidad, y a una retención del
objeto por una psicosis alucinatoria. Lo normal es que esto no ocurra, pero la normalización demora, pero una vez concluido el
duelo, se retorna a la normalidad.
Podríamos decir que en la melancolía, la pérdida proviene del subconsciente. Mientras que en el duelo, no hay nada
inconsciente.
En el duelo, la inhibición y falta de interés se solucionan por el trabajo de duelo, luego del cual se reinstaura el yo. Pero en la
melancolía, hay un trabajo interior similar, y que es el causante de la inhibición característica. La melancolía va acompañada del
empobrecimiento del yo. En el duelo, el mundo se ha vuelto pobre y vacío, pero en la melancolía, es el yo el que se convirtió.
Este delirio de insignificancia se complementa con insomnio, rechazo del alimento y desfallecimiento de la pulsión de vida.
Es estudiando los autorreproches como reproches contra el objeto de amor, que han rebotado sobre el yo, en ausencia del otro.
Se infiere entonces que la disposición a contraer melancolía, es causada por un predominio de la elección de objeto de tipo
narcisista. Esta inferencia no pudo ser confirmada en el estudio.
Se observa entonces que la melancolía pide prestados una parte de sus caracteres al duelo, y la otra a la elección narcisista. La
transferencia de la insatisfacción provocada por el objeto amado, hacia el objeto sustituto (que es el yo), se manifiesta en forma
de odio, insulto, degradación, provocarle sufrimiento, que despierta placer. Ese automartirio es un instrumento de venganza
contra el objeto originario de la perturbación afectiva. Es así que ponerse enfermo es la meta.
Este sadismo estaría presente en la inclinación al suicidio. De este modo, este impulso, no sería más que el reflejo del deseo de
matar a otro. Entonces en las situaciones de enamoramiento extremo y de suicidio, el yo, es sojuzgado por el objeto.

“DUELO Y MELANCOLIA” 1917


PSICOSIS:
- PERDIÓ ALGO QUE NO VA A ENCONTRAR NUNCA JAMÁS.
- POR ESCISIÓN DEL YO.
- SE COMPORTA COMO SI HUBIESE PÉRDIDA EN LO REAL DE ÉL
- PÉRDIDA NO CONSCIENTE
Compara el duelo con la melancolía
El duelo es en general por la pérdida de un ser amado o una abstracción equivalente como la patria etc. Es normal y al cabo de
un tiempo desaparecerá por si sola
La melancolía es un estado de ánimo profundamente doloroso sin interés por el mundo exterior, la perdida de la capacidad de
amar, la inhibición de todas las funciones y la disminución del amor propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones
del que el paciente se hace objeto a sí mismo.
Comparte todo con el duelo excepto la perturbación del amor propio.
En el duelo el objeto amado no existe ya y demanda que la libido abandone todas sus ligaduras con el mismo, de modo paulatino
y con gran gasto de tiempo y energía y al final la labor del duelo vuelve a quedar el yo libre y exento de toda inhibición.
La melancolía en una serie de casos es una reacción a la pérdida del objeto amado y otra pérdida de naturaleza más ideal. El
sujeto no ha muerto, pero ha quedado perdido como objeto erótico (caso de la novia abandonada) en otros casos no podemos
distinguir que es lo que el sujeto a perdido y este tampoco le es posible definirlo conscientemente, entonces relacionamos la
melancolía con una pérdida del objeto sustraída a la conciencia, diferenciándose así al duelo, en el que nada de lo que respecta a
la pérdida es inconsciente. Otro carácter que no encontramos en el duelo es la disminución de su amor propio y
empobrecimiento del yo, su yo es indigno de toda estimación valor alguno y moralmente condenable, completan el cuadro
insomnio, rechazo a alimentarse y un sojuzgamiento del instinto que fuerza a todo animal a mantenerse con vida, carece de
pudor ante los demás comunicando todos sus defectos como si en esto encontrara satisfacción, se escinde el yo y una parte
toma como objeto a la otra y resalta el descontento con el propio yo. Sus múltiples autoacusaciones son poco adecuada a la
personalidad del sujeto y se adaptan a otra persona que el sujeto ama, ha amado o debía amar, o sea los reproches al otro
vuelven al yo( mujer compadece al marido por haberse casado con alguien tan miserable).
Debe haber existido una enérgica fijación al objeto erótico y por otro lado una contradicción escasa energía de resistencia de la
carga del objeto.
En resumen la melancolía toma una parte del duelo y otro del proceso de la regresión de la elección

1- Según el autor: ¿Cuáles son las características que comparten la melancolía y el duelo y cuál es el rasgo que los diferencia?
La melancolía se singulariza en lo anímico, por una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo
exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda la productividad y una rebaja en el sentimiento de sí que se
exterioriza en autorreproches y autodenigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo.
El duelo muestra los mismos rasgos excepto uno, falta en el la perturbación del sentimiento de sí, pero en todo lo demás es lo
mismo. El duelo pesaroso, la reacción frente a la perdida de una persona amada contiene idéntico talante dolido, la pérdida del
interés por el mundo exterior, la perdida de la capacidad de escoger algún nuevo objeto de amor, el extrañamiento de cualquier
trabajo productivo que no tenga relación con la memoria del muerto

FREUD, SIGMUND: “Lo Siniestro”1919


Freud empieza su artículo proponiendo una primera aproximación al término ominoso (siniestro), y dos pasos a seguir para su
estudio.
Lo ominoso pertenece al orden de lo terrorífico, de lo que excita angustia y horror, aunque cabe matizar y dentro de lo
angustiante hay que diferenciar lo ominoso.
Plantea dos caminos a seguir, el primero de los cuales es destacado por Lacan en el seminario sobre La Angustia. Freud empieza
su investigación con un profundo estudio del término lingüístico, con la intención de pesquisar el significado que el desarrollo de
la lengua ha ido sedimentando en la palabra ominoso. En segundo lugar, propone agrupar todo aquello que en personas, cosas,
impresiones sensoriales, vivencias, situaciones, etc., despierta en nosotros el sentimiento de lo ominoso, dilucidando lo común
en todos los casos para ver el carácter oculto. En este punto, ya nos adelanta que ambos caminos llevan a ver en lo ominoso
aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace tiempo. De ahí surge la
pregunta punto de partida del que arranca el texto: ¿Cómo lo familiar deviene siniestro?
Entramos pues en el primer punto del texto. Lo Unheimlich es lo opuesto a Heimlich (íntimo), Heimisch (doméstico) y vertraut
(familiar). Así pues, lo Unheimlich no es ni consabido ni familiar. Ahora bien, lo novedoso y lo no familiar, no siempre es
terrorífico. Sólo se puede decir que lo nuevo se vuelve fácilmente terrorífico. Algo de lo novedoso es ominoso pero no todo. A lo
no familiar, hay que agregarle algo que lo vuelva ominoso. Este es el punto en el que se detiene Jentsch, que para hablar de lo
ominoso remite a la incertidumbre intelectual. Freud irá más allá de esta relación entre lo nuevo y lo ominoso. En alemán, ya
aparece que Heimlich no es unívoca, sino que tiene dos significados distintos, y uno de ellos coincide con Unheimlich. Heimlich
remite por un lado a casa, y por otro a lo clandestino, oculto. Éste último es un significado compartido también por Unheimlich,
así que sólo se opone a Heimlich en un significado: casa.
Freud introduce aquí la definición que da Schelling de lo ominoso: Unheimlich es todo lo que estando destinado a permanecer
oculto, secreto, ha salido a la luz.
Heimlich ha desarrollado su significado siguiendo la ambivalencia hasta coincidir con su opuesto Unheimlich, y convirtiéndose
éste último en una variedad del primero. Así pues, sólo con el estudio de la palabra ya se puede entrever el contenido de
ominoso, a saber, algo relacionado con lo familiar y lo oculto.
En el punto dos, Freud hace un recorrido por personas, cosas, impresiones, procesos y situaciones, capaces de despertarnos con
particular intensidad el sentimiento de lo ominoso. Aquí aparece como ejemplo el cuento de E.T.A Hoffmann "El hombre de la
arena". Jentsch lo cita como ejemplo del sentimiento que provoca "la duda sobre si en verdad es animado un ser en apariencia
vivo, y a la inversa, si no puede tener alma cierta cosa inerte", haciendo clara alusión a la figura de Olimpia. Freud sin embargo,
destaca más el personaje del Hombre de la arena que arranca los ojos a los niños. Nataniel queda dominado por la angustia ante
esa figura, e identifica a Coppelius como el Hombre de la arena. Aquí el autor ya nos introduce cierto malestar ante la primera
duda: ¿está refiriéndose al delirio de un niño angustiado o algo real dentro del universo figurativo del relato? Sea como sea,
como desenlace de esa primera escena del padre y Coppelius, el niño acaba desmayado y sufriendo una larga enfermedad.
Así pues, Freud sitúa como primer motivo de sentimiento ominoso el miedo a ser despojado de los ojos y en segundo lugar la
figura de Olimpia. El autor juega con nosotros manteniéndonos entre lo real y la fantasía, e "intentando hacernos mirar por las
gafas o prismáticos del óptico demoníaco". El cuento deja claro que Coppola es Coppelius y por tanto el Hombre de la arena.
Freud se desmarca de la aproximación más racionalista a la que hacía alusión anteriormente y que alega la incertidumbre
intelectual como base de lo ominoso, para entrar en la aproximación más psicoanalítica. El miedo a perder los ojos es una
angustia infantil que a menudo pervive en algunos adultos. En la misma línea habla de expresiones como "la niña de mis ojos"
tan comunes en lo cotidiano, y que confirman también que este miedo no es más que un sustitutivo de la angustia de castración.
En este punto, nos pone como ejemplo a Edipo con su particular forma de castración, a saber, arrancándose los ojos. En este
sentido alude a que el ojo se encuentra asociado al miembro masculino en algunos contenidos oníricos, en fantasías o en mitos,
y a que la amenaza de pérdida del miembro masculino introduce un sentimiento intenso y oscuro que presta su eco a la
representación de perder otros órganos. No hay que olvidar la importancia del complejo de castración en la vida del neurótico,
que tan evidenciado queda en el trabajo de análisis. Además, en el caso que nos ocupa, el de Nataniel, la angustia entorno a los
ojos entra en relación directa con la muerte del padre. El Hombre de la arena, se presenta como un perturbador del amor, como
el padre temido de quien se espera la castración. Freud nos explica la fragmentación del imago-padre en este caso, a causa de la
ambivalencia, entre el padre y Coppelius. Por un lado, éste último, amenaza con dejarlo ciego, con la castración, y por el otro el
padre bueno lo salva. El deseo de muerte del padre malo haya su figuración en la muerte del padre bueno, que es imputada a
Coppelius. Más adelante se dará la misma ambivalencia entre el óptico Coppola y Spalanzani, el padre de Olimpia. Añade
también una equivalencia entre Olimpia y Nataniel, ya que, en la primera escena, siente como si Coppelius descoyuntara sus
miembros como si de un muñeco se tratara. Este rasgo que se sale del relato del hombre de la arena, introduce otro equivalente
de la castración, identifica a Coppelius con Spalanzani y prepara para la interpretación de Olimpia. Ésta pasará a representar la
actitud femenina de Nataniel hacia su padre durante la primera infancia, quedando como un complejo desprendido del
protagonista, que le sale al paso como persona. El sometimiento a ese complejo se ve en el amor que siente por ella, que no
deja de ser un amor narcisista que le permite enajenarse del objeto real de amor.
Como conclusión podemos decir que lo ominoso en el cuento del "Hombre de la arena", reconduce a la angustia del complejo
infantil de castración. Por otro lado, la fuente del sentimiento de angustia que despierta el caso de la muñeca viva, no sería tanto
por esta angustia infantil, sino por un deseo o creencia infantil que suele repetirse y que es precisamente este, el de desear o
creer que algunas muñecas o juguetes tienen vida propia.
A continuación, Freud entra a analizar el tema de los dobles como causa del sentimiento de lo siniestro, y pone como ejemplo
otro cuento de Hoffmann "Los elixires del diablo". La presencia de los dobles puede darse bajo muchas formas. Por presentar un
idéntico aspecto, por sensación de telepatía, por identificación total a otra persona llegando a confundir el propio yo. Se trata de
una duplicación, división, permutación del yo, que remite a otro sentimiento causante de lo siniestro que sería el permanente
retorno de lo igual, o dicho de otro modo, a la repetición. En este punto, cita los estudios de O.Rank, que hablan de un primer
doble que se hallaría en la creencia en un alma inmortal, que no deja de ser la búsqueda de una seguridad contra el
sepultamiento del yo, un intento de desmentida de la muerte. Así mismo, vemos en el lenguaje onírico la representación de la
castración mediante la duplicación o multiplicación del símbolo genital, y en el arte primitivo se representa al muerto en
materiales imperecedero. Hasta aquí hemos tratado representaciones que se sustentan sobre un narcisismo primario (niño-
primitivo). Una vez superado, el doble cambia y, de ser un seguro de supervivencia, pasa a devenir lo ominoso anunciador de la
muerte. En otros estadios del desarrollo del yo, el doble puede devenir parte escindida del mismo y contraponerse como
conciencia moral, como una instancia crítica del propio yo, que trata como objeto al resto del yo. Así se introduce un nuevo
contenido al doble, a saber, "todo aquello que aparece ante la autocrítica como perteneciente al viejo narcisismo superado de la
época primordial". Incluye también todo lo incumplido, aspiraciones, decisiones voluntarias sofocadas que dan ilusión de libre
albedrío, etc. Por todo ello, el doble tiene un alto grado de ominoso adherido a él, aunque nada de sus contenidos puede
explicar el empeño defensivo que lo expulsa fuera del yo como algo ajeno, y por eso sólo queda decir que el doble es una
formación oriunda de las épocas primordiales del alma ya superadas que deviene terrorífico. A partir de este estudio del doble,
Freud apunta otras perturbaciones del yo utilizadas por Hoffmann, que retrocede hasta momentos del desarrollo del yo en las
que éste no se distingue claramente ni del exterior ni del otro.
Por ejemplo, el ya citado movimiento de repetición de lo igual. Freud se pone como ejemplo en un episodio en que perdido por
una pequeña ciudad italiana pasa tres veces por la misma calle, por cierto, parece ser sede de muchas prostitutas. Estas
repeticiones no deliberadas, vuelven ominosas experiencias de algo que en sí no lo es, convirtiéndolo en fatal cuando de
ordinario hubiéramos creído que se trataba de una simple casualidad. Freud remite a la compulsión de repetición inconsciente
para explicar este fenómeno. Dicha compulsión remite a su vez al funcionamiento de las pulsiones y tiene suficiente fuerza para
doblegar al Principio del placer. Así, se siente como ominoso aquello que recuerda a esa compulsión de repetición.
Otro ejemplo de algo que provoca el sentimiento de lo ominoso, lo pone citando el caso del Hombre de las ratas, y de hecho lo
nombra con una expresión del mismo paciente. Se trata de la omnipotencia de pensamiento. En su historia, el hombre de las
ratas acude a un balneario, y como no puede alojarse en su habitación preferida por estar ésta ocupada por un anciano, le desea
mentalmente la muerte, que acontece al cabo de 14 días, estableciendo una conexión entre su pensamiento y lo hecho sucedido
en la realidad.
Un caso más, sería el del tan conocido "mal de ojo", que hace referencia a que quien tiene algo valioso y frágil, tiene miedo a la
envidia de otros, pues les proyecta lo que él habría sentido en caso contrario, y esto se manifiesta por la mirada, aunque trate de
ocultarse de palabra. Se teme el propósito de hacer daño y se supone que éste tiene la fuerza de realizarse.
El animismo ancestral también puede aparecer bajo algunos de los casos que nos producen sentimiento de siniestro. El llenar el
universo de espíritus humanos por una sobrestimación narcisista, tiene su equivalente en el desarrollo individual que deja
huellas en nosotros, y que suscita la experiencia de lo ominoso cuando algo toca una de esas huellas o restos: "Lo ominoso
cumple la condición de tocar estos restos de actividad animista e incitar su externalización".
A continuación, llegamos a dos importantes señalamientos a modo de conclusión de este segundo punto. En primer lugar, Freud
nos aclara que partimos de la base de que la represión produce angustia, es decir, nos encontramos en la primera teoría sobre la
angustia en Freud. En algunos casos, lo angustioso es algo reprimido que retorna, y esta variedad de lo angustioso, es lo
ominoso. No importa si en su origen el contenido de esto reprimido era angustioso o no, sino que angustia precisamente por
retornar de lo reprimido. En segundo lugar, añade que esto explica el paso de Heimlich a Unheimlich, algo familiar antiguamente,
que se vuelve ajeno por el proceso de represión. Viene aquí de nuevo como anillo al dedo, la definición de Schelling de lo
ominoso como aquello que debiendo permanecer oculto, sale a la luz. Algunos ejemplos de estos dos puntos los encontramos
sobretodo alrededor de la muerte, los muertos, cadáveres, etc. Tras todos ellos suele haber a la angustia primitiva de ver al
muerto como un enemigo del superviviente que quiere llevárselo al otro lado con él. Por efecto de la represión, todo esto ha
mutado en la pérdida de esta creencia y en una actitud de piedad ante el muerto. De entre los otros ejemplos, malas intenciones
que se llevan a cabo con fuerzas particulares, miembros seccionados con vida propia, hay algunos que me gustaría destacar. En
primer lugar, el sentimiento ominoso despertado por la epilepsia o la locura en el lego, que ve aparecer fuerzas que no
sospechaba para nada en el otro, pero que siente como escondidas en sí mismo en algún lugar. Según Freud, esto explicaría de
algún modo que, ante algunos ojos, el psicoanálisis pueda aparecer ominoso, ya que se ocupa de poner al descubierto tales
fuerzas secretas. El miedo a ser enterrado vivo, remite según Freud a la fantasía de vivir en el seno materno, la falta de límites
entre realidad y fantasía nos lleva de nuevo al mundo infantil, etc. Finalmente, Freud nos habla de la angustia que sienten
algunos hombres neuróticos ante la visión de los genitales femeninos, y aquí encuentra el colofón perfecto a todo su desarrollo
sobre el término Unheimlich, ya que el sentimiento ominoso en este caso, remite a que representan la puerta al lugar en que
cada cual ha morado al comienzo. Es, por tanto, lo ominoso que otrora fue doméstico, lo familiar de antiguo. Queda pues claro
para Freud, que el un de Unheimlich, es la marca de la represión.
En el punto tercero de su artículo, Freud desmonta uno por uno los ejemplos puestos hasta ahora, aludiendo a que, si bien
partimos de la definición de lo ominoso como lo familiar que ha experimentado el efecto de la represión y retorna desde ella, no
se puede invertir la afirmación y decir que todo lo que vuelve de lo reprimido causa el efecto de lo ominoso. Hace falta que se
den más condiciones, y empieza por apuntar a algo del orden del peligro, haciendo referencia a las angustias infantiles que
persisten en muchos casos, ante la oscuridad, la calma, la soledad. Para desarrollar este tercer punto analiza las particularidades
de lo ominoso en el vivenciar y en la ficción.
Lo ominoso del vivenciar es reconducible a lo reprimido familiar. En primer lugar, por lo que hace referencia a la omnipotencia
de pensamiento, al cumplimiento de deseos, y otros, vuelve a mirar hacia los ancestros y sus creencias. Según él, hemos
superado ya esas creencias, pero no estando del todo seguros cuando algo ocurre que puede leerse desde ese prisma, nos
despierta ese sentimiento de lo ominoso. Se trata simplemente de un examen de la realidad material. Como ejemplo de esto,
vuelve a citar una experiencia propia ante su imagen en el espejo 11. En segundo lugar, encontraríamos complejos infantiles
reprimidos como explicación a algunos fenómenos que cubren el complejo de castración, las fantasías de vivir en el seno
materno, etc., aunque sean menos frecuentes las vivencias objetivas que despierten esta segunda clasificación.
Así pues, lo ominoso en el vivenciar se produce cuando complejos infantiles reprimidos son reanimados por una impresión, o
cuando parece reafirmarse convicciones primitivas superadas. A los dos tipos les uniría que las convicciones primitivas tienen su
raíz en los complejos infantiles.
Lo ominoso de la ficción. Hace falta que el autor se ubique en apariencia en el plano de la realidad cotidiana, y así aceptar las
condiciones para el génesis del sentimiento ominoso. Cosas que en la vida real provocarían ese sentimiento, y que además el
autor puede acrecentar. Hay pues un engaño. El autor se sale de la realidad. Ahora bien, esto nos dejaría con una sensación de
insatisfacción si no usara otros recursos como el posponer un final, etc. Si el autor logra el éxito en su empresa puede ir más allá
del sentimiento de lo siniestro en el vivenciar.
A modo de conclusión, Freud nos indica que es más resistente lo ominoso producido por la represión que el producido por lo
superado, ya que éste puede perder efecto en las realidades ficticias. Además, cabe destacar que mientras en el vivenciar somos
pasivos ante lo que nos ocurre, en la ficción, el autor nos dirige y puede provocar los más diversos efectos con un mismo
material. En realidad, todo dependerá del lugar en el que nos coloque como lectores.

Sobre La sexualidad femenina (1931)


Su descubrimiento de la ausencia de neurosis en muchas mujeres que, manifiestamente, no han abandonado la fijación edípica
a su padre, le lleva a configurar este texto en tres apartados. Él indaga cómo deviene, cómo se desarrolla la mujer a partir del
niño de disposición bisexual. Articula este devenir mujer con su elaboración del complejo de Edipo, que le lleva a constatar la
disimetría entre los dos sexos con respecto a dicho complejo en su relación con el complejo de castración. Lacan indica que hay
una antinomia en la asunción del sexo, tanto para el hombre como para la mujer. Ambos no pueden acceder al sexo más que
bajo la amenaza de castración. Es una paradoja. No pueden gozar de su órgano en tanto que hombre y en tanto mujer más que
bajo la amenaza de quitárselo o de privárselo. La sexuación es sinónimo de lo que Lacan llama “asunción”. Jacques Alain Miller
señala que “esta asunción pone de relieve una distancia entre el sexo biológico y el consentimiento que el sujeto tendría que dar
a esta sexuación biológicamente asegurada”. Hablar de asunción implica hablar de elección. Se trata de una elección
inconsciente. Hay una elección porque, de entrada, hay una doble determinación:

• El sexo inconsciente del sujeto no es innato.


• La relación con el otro, con el partenaire, tampoco está determinada y no define al sujeto como hombre o mujer
1er apartado, de la sexualidad femenina 1931

Este primer tiempo se podría titular “El apego a la madre”. El primer objeto de amor, tanto para el varón como para la niña, es la
madre. A ella se dirigen todos los deseos en cada fase de la organización sexual infantil. En el varón los sentimientos hacia ella se
van intensificando, llevándole a convertirse en el rival del padre. En la niña sucede de otra manera: ella debe de renunciar a la
zona genital originalmente dominante, el clítoris, a favor de una nueva zona, la vagina. En la infancia lo esencial de la genitalidad
gira alrededor del clítoris.

La vida sexual de la mujer se divide siempre en dos fases:


1) Una de carácter masculino, llamada fálica, que corresponde al clítoris.
2) Una específicamente femenina que corresponde al predominio de la vagina. El desarrollo femenino comprende el proceso de
transición de una fase a la otra. Freud constató que una vinculación intensa con el padre, siempre fue precedida por una
apasionada vinculación exclusivamente materna. Este hecho hace que la fase preedípica adquiera una importancia hasta
entonces desconocida. En la fase fálica aparece la acusación de seducción a la madre y el deseo de hacerle un hijo. Por lo tanto,
el deseo de un hijo del padre tiene un antecedente en la fase preedípica: fue primero una demanda dirigida a la madre. La
fijación al padre y la persistencia de la demanda de un hijo suyo aparecen también en mujeres no neuróticas, lo que obligó a
Freud a captar la dimensión de la relación con la madre que, según él, la relación con el padre no hace más que heredar. Por lo
tanto, el esposo corre con los gastos de la relación con la madre. El fantasma de ser seducida por el padre, siendo la expresión
típica del complejo de Edipo en la mujer, marca su entrada en dicho complejo tanto como el odio hacia la madre. Para la hija, la
madre es la primera responsable de su castración. En este texto, Freud señala el lugar estructural del penisneid, es decir, su
papel en la estructuración del Edipo de la niña (en el sentido de giro hacia el padre). La niña en la fase fálica quiere, como el
niño, hacerle un hijo a la madre. Por lo tanto, en la niña el deseo de un hijo del padre tiene que ser precedido por el penisneid. Si
aparece la demanda de un hijo al padre es porque hubo una espera defraudada, el reconocimiento de una imposibilidad por el
lado materno, experiencia de una falta en la madre. Para la niña el objeto de amor era la madre fálica, el descubrimiento de la
madre castrada posibilita abandonarla como objeto amoroso. Se hace visible el vínculo entre el odio a la madre y el penisneid.
“La niña deja que la influencia de la envidia del pene le eche a perder el goce de la sexualidad fálica”. En este apartado Freud
expone unas conclusiones generales: 1) Esta fase de vinculación materna guarda una relación íntima con la etiología de la
neurosis histérica. 2) En esta dependencia de la madre se halla el germen de una paranoia ulterior: la angustia de ser devorada
por la madre.

2º apartado, que podemos llamar el falicismo de la niña

El desarrollo femenino comprende el proceso de transición de la fase activa y “viril”, con el fantasma de posesión de un pene, a
la fase propiamente femenina, el predominio de la vagina, cuya existencia no sospechaban ni ella ni el niño. Antes de esperar
algo del padre, la niña ha tenido que reconocer su propia falta. Es preciso que el hombre-padre se convierta en el nuevo objeto
amoroso, esto significa que la niña debe cambiar el sexo del objeto, cosa que no ocurre con el varón. Este cambio de objeto (de
la madre al padre) es el Edipo femenino. Devenir mujer es el tratamiento subjetivo de una constatación en términos de “no
tener” que se llama, con Lacan, falta o privación. Se trata del falo, que vale como punto de referencia para ambos sexos. Freud
ya lo menciona en 1923 en La primacía del falo. Por lo tanto, no hay una primacía genital sino una primacía del falo. El falo es,
entonces, el significante único para dar cuenta de la diferencia sexual en el inconsciente, dirá Lacan en La significación del falo.
Freud articula los dos sexos como tener o no tener, con sus consecuencias subjetivas:

• Para el niño: la amenaza, el temor a perder.

• Para la niña: el deseo, las ganas de adquirir, que es una de las significaciones del penisneid, que en los textos de Freud deviene
complejo de castración. “Ha visto eso, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo”. La novedad que aporta Freud, en este texto de
1931 y el de 1932, es la importancia que da al cambio de objeto en la niña y que no se hace de una vez por todas. En su texto La
feminidad dice: “se salda con odio hacia la madre, que era el primer objeto de amor, odio que persiste mucho tiempo y se
manifiesta en una multiplicidad de reproches y quejas”. Eric Laurent dice al respecto: “Hay un resto en esta transferencia de la
madre al padre, en esta operación metafórica no se trata de un simple cambio de objeto”. Sólo con el descubrimiento de que la
madre está castrada, la niña puede dejarla caer como objeto de amor; demanda al padre lo que no obtuvo de la madre: el deseo
del pene queda reemplazado por el deseo de un hijo. Freud pone de manifiesto la disimetría con respecto al complejo de Edipo.
• El niño abandona el complejo de Edipo bajo la amenaza del complejo de castración y tenemos entonces la serie:
Edipocastración-superyó.

• Para la niña la castración es primero y posibilita el Edipo en vez de destruirlo. Éste será abolido lentamente y nunca por
completo. Por lo tanto el complejo de castración es determinante para devenir mujer. A partir del descubrimiento de la
castración la niña puede escoger tres caminos evolutivos: 1. La lleva a la inhibición sexual o a la neurosis. Asustada por la
comparación, se vuelve ella insatisfecha con su clítoris y renuncia a su actividad fálica, rechazando su amor por la madre. 2. Se
aferra a su masculinidad amenazada, fantasea que algún día tendrá un pene. Puede conducir a la homosexualidad. 3. La
actividad fálica es abandonada, toma al padre como objeto, es decir, la niña transfiere hacia el padre su demanda fálica y el hijo
se sitúa como equivalente del falo. Freud subraya que la posición femenina sólo tiene lugar si se produce la equivalencia
hijo=falo y lo ilustra con el juego de la niña con sus muñecas. Ella juega a ser la madre y la muñeca era ella misma. Este juego no
era una expresión de su feminidad, sino una tentativa de reemplazar la pasividad en relación a la madre, por la actividad. Freud
dice: “Sólo con el punto de arribo del deseo del pene, el hijo-muñeca deviene un hijo del padre y, desde ese momento, la más
intensa meta femenina”.
3er apartado, se refiere a la actividad sexual de la niña en relación con su madre.
La actividad sexual de la niña se manifiesta a través de los deseos de cada fase: oral, anal y fálica, en las que la madre está
involucrada. Estos deseos pueden aparecer transferidos al padre o transformados en angustia, debido a la represión
• Los deseos agresivos orales y sádicos. Se manifiestan en su forma reprimida: temor de ser muerta por la madre y deseos de
muerte contra ella. Dicho miedo a la madre se basa en una hostilidad inconsciente.

• Los deseos sádico-anales tienen su origen en la intensa excitación pasiva de la zona intestinal (irrigaciones, enemas,
estimulación del ano por la madre, etc.) despierta agresividad y cuando se suprime dicha excitación su manifestación es la
angustia.

• En la fase fálica - la niña culpa a la madre como seductora (cuidados de la zona genital). - al apartarse de la madre, la niña
transfiere al padre la responsabilidad de haberla iniciado en la vida sexual. - la actividad sexual de esta fase es la masturbación
clitoridiana. Se detecta un fin sexual hacia la madre, cuando llega un hermanito. La niña quiere creer que es ella la que le ha
dado a la madre ese nuevo hijo. Cuando la niña se desprende de su vinculación con la madre, se observa una disminución de los
impulsos sexuales activos y una acentuación de los pasivos. La transición al objeto paterno se realiza con la ayuda de las
tendencias pasivas.

Jacques Lacan Seminario 10 1962-1963 LA ANGUSTIA 23 19 de JUNIO de 1963


La angustia no se presenta sin objeto. Solo la noción de real, como función opuesta a la del significante, permite decir que eso,
ante lo cual la angustia opera como señal, es para el hombre algo “necesario”, es del orden de lo irreductible de ese real. De
todas las señales, la angustia es la que no engaña.
En la 32º Conferencia: Angustia y vida pulsional (1926), Freud define a la angustia como un estado afectivo, algo que sentimos, la
reunión de sensaciones de la serie placer-displacer con las inervaciones de descarga y su percepción. Aquí el nacimiento es la
huella afectiva de toda angustia.
Esta noción es tomada también en Inhibición, síntoma y angustia, donde se postula al nacimiento como arquetipo del trauma, y
como primera condición de angustia. Si bien el nacimiento es, objetivamente, una separación (de la madre), el niño todavía es
narcisista y no distingue a la madre como objeto, por lo que para él el peligro es la gran perturbación, el displacer, que producen
en él las grandes magnitudes de excitación que irrumpen, frente a las cuales se encuentra desvalido, tanto psíquica como
físicamente. Toda situación de desvalimiento vivenciada resulta ser traumática. La situación de peligro es la situación de
desvalimiento discernida, recordada, esperada. Entonces la angustia es la reacción originaria frente al desvalimiento en el
trauma, que más tarde es reproducida como señal de socorro en la situación de peligro. También dice Freud, en el citado texto,
que es la angustia de castración la que resignifica todas las anteriores y posteriores condiciones de angustia frente al peligro de
la pérdida, la separación. Entonces los síntomas son creados para evitar la situación de peligro que es señalada mediante el
desarrollo de angustia.
Volviendo a la 32º Conferencia, se encuentra aquí que la diferencia entre angustia realista y angustia neurótica radica en que, la
primera, es una reacción que nos parece lógica al peligro. Es un estado de atención sensorial incrementada y tensión motriz,
apronte angustiado. A partir de aquí se desarrolla la reacción de angustia.
La angustia neurótica tiene tres clases de constelaciones. Primero, un estado de angustia libre, pronta a enlazarse de manera
pasajera con cada nueva posibilidad que emerja (angustia expectante). Segundo, ligada a contenidos de representación en las
fobias, hay un vínculo con un peligro externo, pero la angustia es desmedida. Tercero, la angustia en la histeria, acompaña a
síntomas o emerge independientemente como ataque o como estado de prolongada permanencia, sin que se descubra
fundamento en un peligro exterior.
Freud nos dice en esta conferencia, que la angustia es la reproducción de un evento peligroso, la angustia está al servicio de la
autoconservación, se genera a partir de una libido que se volvió inaplicable, es también a raíz de la represión; la formación de
síntoma la liga psíquicamente, se siente que falta algo que unifique los fragmentos. No es la represión la que crea la angustia,
sino que la angustia está primera, la angustia crea la represión. La represión defiende al sujeto del ataque de la angustia.
Volviendo al Seminario X de Lacan, el real y su lugar es aquel del que, con soporte del signo de la barra, puede inscribirse la
operación de la división. En el proceso de subjetivación es en el lugar del Otro, bajo las especies primarias del significante, que el
sujeto tiene que constituirse, en el lugar del Otro y sobre lo dado de ese tesoro del significante ya constituido en el Otro. Es con
relación al tesoro del significante que es donde debe situarse, que desde ahora lo espera, que el sujeto, es en el nivel mítico que
todavía no existe sino partiendo de significante (que le es anterior) que el sujeto hace una primera operación interrogativa: en A
¿cuántas veces S? A está marcada por esa interrogación, aparece como diferencia en A respuesta y A dado, algo que es el resto,
lo irreductible del sujeto, el objeto “a”. El objeto “a” es lo que resta de irreductible en la operación del advenimiento del sujeto
en el lugar del Otro y tomará su función.
Relación del objeto “a” con S. El objeto “a” es lo que representa a S de manera real e irreductible en la operación del
advenimiento, a sobre S, cierra la operación de la división, porque A es algo que está fuera del común denominador entre el
objeto a y S. $ es a sobre S.

Ese resto, que es el objeto a, es caída de la operación subjetiva. Aquí se reconoce el objeto perdido, el cual se encuentra por una
parte en el deseo y por la otra en la angustia. Primero aparece en la angustia y luego en el deseo.
Aquí hay una X que solo podemos nombrar retroactivamente, esto es el acceso al Otro, el designio en el cual el sujeto tiene que
plantearse. Este es el nivel de la angustia en la medida en que es constitutivo de la operación de la función “a”, en tercer
término, aparece $ como sujeto del deseo.
Angustia y objeto son llevados al primer plano, uno a expensas del otro término, pero también se designa, se denuncia el vínculo
radical de la angustia con ese objeto en tanto este cae. Así alcanza su función decisiva de resto de sujeto, el sujeto como real.
En la angustia el sujeto está interesado en lo más íntimo de sí mismo. Es del lado de lo real que hay que buscar la angustia como
lo que no engaña.
Cuadro de la división significante del sujeto:
A S X (tiempo del goce)
$ A Angustia
a Deseo

En este cuadro se nota la posición de eso a lo que apunta la angustia en lo real, y con relación a lo cual ella se presenta como
señal. La X de un sujeto primitivo va hacia su adversario, su advenimiento como sujeto; esa relación A sobre S, A según la figura
de una división, de un sujeto S con relación al A del Otro; es por vía del otro que el sujeto debe realizarse.
Este sujeto, en el nivel mítico (S), es el “sujeto del goce”. La angustia tiene una función media entre el goce y el deseo.
El goce solo conocerá al Otro, A, por medio del resto, objeto “a”; desde este momento es cuando no hay manera de operar con
lo que resta, y lo que surge en el inferior es el advenimiento del $, en cuanto implicado en el fantasma, es uno de los términos
que constituyen el soporte del deseo.
El objeto “a” tomaría una función de metáfora (es sustituir un elemento por otro) del sujeto del goce. Pero resulta que el objeto
“a” se resiste a la asimilación a la función del significante. Este es el motivo por el cual el objeto “a” simboliza lo que, en la esfera
del significante, siempre se presenta como perdido, como lo que se pierde para la significación. El objeto “a” (el desecho)
constituye el fundamento como tal del sujeto deseante, no del sujeto del goce, sino del sujeto en tanto que por la vía de su
búsqueda en tanto que goza, que no es búsqueda de su goce sino un querer entrar ese goce en el lugar del Otro como lugar del
significante, por esa vía el sujeto se precipita, se anticipa como deseante.

Esta precipitación es en el sentido de que ella aborda, de este lado de su realización, la abertura del deseo al goce: aquí se sitúa
la angustia.
La angustia, dice Freud, es una señal ante algo. Lacan se preguntará qué es este algo. Angustia es tiempo de vacilación, intervalo,
ante lo cual todas las categorías y palabras, todos los ideales del sujeto, fallan. Este algo es el objeto de la angustia. Funciona
como señal. Es del orden de lo real. El objeto “a” es ese algo. Es por el lado de la angustia que lo real se hace presente como un
estado afectivo. La angustia busca la simbolización, cuando aparece deja paralizado al sujeto. La angustia deja pasivo al sujeto
porque lo paraliza, pero también es activo en el sentido que ejerce una presencia. La angustia está presente en el yo, nos deja
frente al narcisismo.
Con respecto a la noción de trauma, Freud en Moisés y la religión monoteísta (1940) dice que los traumas son las impresiones
recibidas en épocas tempranas y luego olvidadas. Los traumas pertenecen a la temprana infancia. Los traumas son: o fenómenos
ocurridos en el propio cuerpo o percepciones sensoriales, acontecimientos o impresiones.

Las acciones de los traumas son de dos clases: positivas o negativas. Las positivas son los esfuerzos que el trauma vuelve a
realizar para recordar el suceso olvidado; para volverlo a vivir. Esto se llama fijación sobre el trauma y coacción para la
repetición. Pueden ser absorbidas por el Yo y transformadas en tendencias permanentes, pero su origen ha sido olvidado.

En cuanto a las reacciones negativas, estas tienen el fin de no recordar, no revivir el trauma olvidado. Son reacciones de defensa.
Su expresión son los olvidos, que al exaltarse se transforman en inhibiciones o trabas y fobias. También intervienen para formar
el carácter.
Por lo tanto, el trauma infantil, si bien no recordado aparece en la vida adulta como acto, en esto consta la repetición. Freud dice
que la repetición es repetición del trauma. Desde un punto lacaniano, se puede decir que ese trauma infantil está íntimamente
vinculado con la noción de real, ya que para Lacan la repetición repite un encuentro fallido con lo real.
Lacan define, entonces, a la repetición como “encuentro fallido con lo real”, ese “real” está allí pero no se lo encuentra porque
escapa. Eso es lo que la repetición busca repetir: lo que siempre escapa. La repetición, si bien opera al margen de la función del
significante, está apuntalada por él; es decir que por más que se repita, jamás se alcanza la identidad de percepción entre el
objeto y el que reaparece en la repetición. La repetición se produce en un reencuentro con lo real, este reencuentro resulta
siempre fallido porque el significante apuntala una diferencia, una falta de identidad con lo real. Este es un significante aislado,
absoluto, que evita la simbolización o imaginarización de lo real, dejando en una total ambigüedad el sentido del reencuentro.
La repetición traumática tiene la función económica de hacer surgir la angustia que faltó cuando debía haber funcionado como
defensa contra lo real. Buscando la angustia no se busca el placer, sino que eso implica la división del sujeto.
El goce se encuentra fuera de la cadena significante, es algo displacentero. Este es el motivo por el cual aparece la señal de
angustia ante el goce. A partir de la señal de angustia se trata de restituir la tensión a un estado constante.
Lo real se refiere a aquello que la palabra no puede nombrar: la cosa, que no tiene representación imaginaria. Lo real permanece
excluido, no del inconsciente sino de lo simbólico. Lo real no es lo que existía antes de lo simbólico, o lo que existiría si no
existiese lo simbólico. El sujeto solo se mueve en el campo de la significación de lo real producida por la combinatoria
significante. Lo real es el resto. El encuentro con lo real es siempre fallido, enigma. Lo real escapa a la significación.
UNIDAD 4

FREUD, SIGMUND: “La Transitoriedad”


En ese texto Freud recuerda una anécdota, que se remonta a los años de la Primera Guerra Mundial, estando de paseo por una
campiña, con unos amigos, uno de ellos poeta.
Este por entonces joven poeta (del cual no tenemos el dato al menos en este texto, pero era ya conocido, según nos cuenta
Strachey en la Nota Introductoria) se detuvo a admirar el paisaje, añorando de alguna manera lo que quedaría de esa belleza al
caer el invierno, y reflexionando sobre el destino de la misma: esa belleza desaparecería. Todo eso, esa belleza que podía existir
en ese paisaje, quedaba opacada por la característica de lo transitorio.
Freud escribe en este ensayo que de este sentimiento pueden derivarse dos estados anímicos: la misantropía o la rebelión. Es
decir, o la postura pesimista del poeta, o revelarse contra lo inadmisible de la desaparición de las cosas.Lo cierto es que Freud le
discute a este poeta su posición, porque Freud no cree que algo por ser transitorio, pierda su belleza, su valor, su simbolismo. Es
más, afirma lo contrario: que lo transitorio tiene su valor cuanto menos tiempo perdura.
Así, Freud ensaya que esa posibilidad de restricción de goce es justamente lo que torna el paisaje aún más encantador. Se resiste
a entender cómo puede lo transitorio de ese paisaje, empañar el placer de observarlo.
Que la primavera vuelve al año siguiente en un eterno retorno… (Podemos decir que es la primera definición de Lacan de lo real,
eso que vuelve siempre al mismo lugar)
Ahora bien, Freud dice que en lo que atañe al ser humano, lo hermoso que puede tener nuestro cuerpo, nuestra cara, eso lo
vemos desparecer dentro del ciclo vital mismo; pero que justamente esa brevedad suma un atractivo más.
Lo que Freud aquí intenta decir es que si en algún momento desaparecieran por ejemplo las manifestaciones artísticas más
bellas que existen, o todo ser vivo desaparece del planeta, el valor de toda esa belleza solo estaría determinado por la
significación que tendría eso para cada uno. Y eso no depende para nada del tiempo eterno de duración.
Freud, en esta discusión-debate con sus amigos, consideraba que lo que él decía no era refutable, pero al juzgar por el efecto
nulo que tuvo su reflexión en los otros dos, dedujo que había ahí en ellos, algo del orden de lo afectivo, que les impedía valorar
ese “goce de lo bello”.
Y que en ese “algo” Freud lee algo así como rebelarse contra el duelo. Eso bello que contemplaban llevó a la idea de que se
acabaría pronto, y eso alcanzó para no poder gozar de tal contemplación.

FREUD, SIGMUND: “Carta Romain Rolland: Trastorno de la memoria en la Acrópolis” 1935

PIERRE, REY: “Una temporada con Lacan” 1990


PREGUNTAS
1- Detectar formaciones del inconsciente y significantes en el discurso del paciente que se puedan deducir importantes en el
transcurso del análisis.
2- Averiguar referencias a objetos pulsionales privilegiados en el sujeto.
3-Buscar y comentar alguna modalidad en la dirección de la cura por parte de Lacan para este paciente que les llame la atención.
RESPUESTAS
CAPÍTULO 1 – PACÍFICO
Acá comienza el motivo de la decisión de comenzar el análisis. “Una noche hacia las dos de la madrugada los insistentes ladridos
de un perro me arrancaron de la lectura, Salí a la terraza. Como todas las noches, violentos proyectos situados en la fachada de
las casas iluminaban el mar con su intensa luz, dibujando duras sombras en casa montículo de arena. De momento no comprendí
porque la playa, hasta donde alcanza la vista, se había convertido en una palpitante alfombra metálica color de plata. Baje la
escalera, salte a la arena y me hundí hasta los tobillos en una viscosidad espesa y fría de peces vivos que se agitaban bajo la
planta de mis pies. Había miles de millones. Cuando las olas espumosas los lanzaban sonoramente contra mis muslos, bajo su
presión el agua negra y fosforescente se metamorfoseaba en una capa de mercurio sólido. Bastaba con que abriera las manos
bajo el agua y que luego las cerrase para sentirlos aprisionados entre mis dedos, tratando de escapar de cuatro en cuatro y baje
de nuevo con una bolsa de plástico que se llenó en pocos minutos. La puse fuera del alcance de las olas sobre una roca y volví el
mar para observar. Y para oír. Porque realmente oí el grito de los peces (…) Al día siguiente me enteraría de que se trataba de
grunions. Una vez al año quince días antes de la marea más alta, llegan desde la noche para desovar en las costas del pacifico, en
una extensión que alcanza cientos de kilómetros desde el norte de san francisco hasta la punta sur de México. Una vez confiados
los huevos fecundados a la frágil protección de la a arena seca que los recubre. Los supervivientes ya cumplido sus destinos se
dirigen de nuevo hacia alta mar para morir. Al décimo tercer día después de la puesta, estalla el minúsculo cascaron de un
amarillo traslucido. Cuarenta y ocho horas más tardes, con una rigurosa precisión de relojería la ola más alta de la más alta
marea barre la costa y devuelve los alevines al vientre del mar. También ellos, para que otros puedan vivir tendrán que morir un
día en el acto sexual último. (…) aún no había sido testigo del extraño ceremonial de los grunions, le asalto la idea – “tal vez la
que había rechazado antes”- de que estaba muerto. Por qué morir es olvidar. (…) Ya no sabía por qué estaba allí, ni desde cuándo
ni por cuánto tiempo más, ni lo que había en aquel lugar. Sin embargo no era la primera vez que moría. (…) Por temor
inconsciente a mi propia liquidación anulaba con un “hacer” el espacio que mengua a cada instante para acercarnos a la muerte.
(…) para conseguir el goce hay que morir al placer. El goce la aniquila, tiempo sin duración, tiempo fuera del tiempo de los poetas
y de su famoso segundo de eternidad que solo ofrecen el miedo, la muerte, la victoria y el amor. (…) Me sentía demasiado bien
para crear. El goce es un estado de plenitud que se basta a sí mismo. Por eso no es posible decir nada de él. (…) Cuanto menos se
goza más se explica. Cuanto menos se comprende más se afirma. (…) La creación nunca se debe a una felicidad. Es el resultado
de una carencia. Es el contrapeso de una angustia y se inscribe en el vacío que hay que llenar con un deseo cuyo goce se espera y
con el fracaso de su logro.”

CAPÍTULO 2 – GENEALÓGICO
Se desprenden algunos significantes del discurso del Rey Piedra. En cuanto al suicidio, la muerte (del otro y propia) hay un pasaje
en la que una idea se manifiesta, casi al orden de una representación obsesiva (pero no lo es), viene de forma aislada una frase
en la que dice que "Comprendo que uno puede matarse", como queriendo manifestar un deseo mortífero dice él. A parte de
esto, también hace referencia a una perdida amorosa y un supuesto duelo en cuanto a ello, como motivos que lo acercan a
análisis. Cito textual: "Para olvidar a otra, cuyo recuerdo me atenazaba, había pasado la noche con una mujer", primer alusión a
una mujer anterior que había perdido o dejado quizás, porque hay también en cuanto a significantes, algo con respecto a ser EX-
PULSADO (ex mujer también quizás), de la escuela, de, la universidad, y de varias relaciones amorosas también, en donde el
significantes ex-pulsado se hace notar, pero esto es del Capítulo 1 quizás. Vuelvo a lo de su anterior mujer, cito nuevamente
"Acababa de descubrir el precio de una tristeza de amor", esto lo dice poco después de manifestar lo que decía recién de la otra
mujer. En cuanto a referencias pulsionales, no pude realizar una extracción específica a eso. Y en cuanto a modalidad de la
dirección de la cura, tampoco nada porque en este capítulo recién tiene un solo contacto con Jacques Lacan, que fue por
teléfono y termina el capítulo.

CAPÍTULO 3 – ALFABETICO
En este capítulo Pierre Rey comienza su análisis con Lacan el cual a través de las sesiones, va dejando de lado la intención de
Pierre de no volver a la próxima sesión por falta de dinero. Este siempre vuelve a conseguirlo para la próxima sesión. A lo largo
del capítulo Pierre va dando cuenta de la influencia en él de la teoría lacaniana. Una de las formaciones del inconsciente que
surgen en dicho capitulo es el sueño que tiene sobre un conejo casi muerto al que trata de agarrar pero justo cuando lo está por
tocar comienza a tener espamos y así se va moviendo y alejándose de él.

CAPÍTULO 4 – ANECDÓTICO
En este capítulo en cuanto a manifestaciones del inconsciente no se desprende nada del discurso del sujeto (respecto de nuestro
criterio), pero si en función de algunos significantes, uno de estos se relaciona con una idea respecto del suicidio. Cuando se
entera de la noticia de la muerte de uno de sus amigos, de esa forma, y comienza en él una elaboración con respecto al suicidio
que se manifiesta a partir de una idea aislada que se le viene, la cual cito textual: “Comprendo que uno puede matarse”, como
queriendo manifestar un deseo inconsciente mortífero. Hay también en este apartado una alusión a diferentes instancias en las
que él ha sido ex-pulsado, debido a diferentes comportamientos que el sujeto tenia ante diferentes situaciones, que se desplaza
posteriormente a sus relaciones amorosas en las que afirma que luego de un tiempo se alejaba de las mismas. Este
comportamiento no corresponde a una cuestión azarosa, sino que era un mecanismo del sujeto el “largarse”, expulsarse el
mismo de diferentes situaciones que necesitaban de cierto compromiso por parte del sujeto, tanto como en el amor, en otras
instancias se puede observar este mecanismo, en la universidad, en la escuela e incluso en algunos trabajos.
Nombre propio: el autor menciona esta frase: “Me llamo Pierre. Y no por casualidad. Y sobre esta piedra mi madre edificó su
iglesia”
Pierre: piedra, aludiendo a lo duro, lo pesado.
Rey: hombre, animal o cosa del género masculino que, por su excelencia sobresale de los demás de su clase o especie.
En estos significantes que corresponden al nombre propio podemos ver el peso de lo que nos antecede. Él menciona que sufría
por el exceso de amor que se le daba, que era como una piedra alrededor de su cuello. Este es el sufrimiento ligado a la demasía
edípica, como aclara Gerardo García en su libro “La Metamorfosis del Objeto”.
Luego, Pierre va a decir: “No es gran cosa lo que se elige. Ni el momento de nacer, ni el nombre que llevamos, ni el color de
ojos… Surgidos de un deseo que para nosotros será siempre ajeno, marcados con hierro por el lenguaje y el lugar que, incluso
antes que fuéramos concebidos, nos había sido destinado como nuestro por otras personas…”
Ante esto cita una frase de su amigo el Gordo, el cual se suicida luego, que dice “me robaron mi nacimiento, no me robarán mi
muerte”.
Todo esto entonces nos lleva a pensar en esa cadena de significantes que nos precede y que condiciona nuestra existencia.
Otro de los puntos importantes analizar es el momento en que Pierre tiene la visión de su propia muerte, aparece lo siniestro en
lo cotidiano. Ante esto, lo conocido que se vuelve extraño, el autor planea rápidamente un viaje, la huida. Es por eso que
también agrega la posibilidad de alargarla de la manera que sea, haciendo lo que le dicte su necesidad. A lo que luego agrega
“Dejar la vida si el deseo me abandona.”
“Hay que situarse deliberadamente en estado de pesadilla para acercarse al tono verdadero”.
“En el análisis se crea el advenimiento de un sujeto y, nunca otorgado pero siempre conquistado, el espacio de una libertad
interior”.
En estas citas podemos encontrar la aparición de lo real, de lo siniestro nuevamente, simbolizado en la pesadilla que va a
asemejar, de alguna manera, al análisis. Allí es donde aparece la verdad, esa que es inconsciente y que logra el devenir del
sujeto.
La mirada: “la mirada cuando se posa en nosotros sólo nos amenaza, porque nos sorprende como seres de deseo. Pero todo
deseo no es más que la metáfora del primer deseo que se relaciona con la evidencia de la culpabilidad del incesto”.
Lacan habla de fenómenos de la vergüenza, el pudor, el prestigio y el miedo engendrados por la mirada.
El excremento: “lluvia de mierda”, él mismo derrumbándose como objeto.
El excremento se puede pensar, como sinónimo también de dinero, bienes, como algo que se tiene o no se tiene. Si quiero te lo
doy, si quiero te lo rehúso.

CAPÍTULO 5 – DIALÉCTICA
Pierre Rey relata despertarse una mañana, imponiéndosele una frase que no puede dejar de repetir “Anthony Quinn se asomó a
la ventana”. En la redacción automáticamente analiza que en francés es “el año dos” que lo lleva a un poema “Oh, soldados del
año dos”. También podía referir a Víctor Hugo lo que haría alusión a su “yo victorioso” o a su padre. Con respecto a las dos
últimas silabas “ni Quinn”, entiende que “ni” es la primera parte del diminutivo de su madre y “Quinn” si se lee “Queen” en
ingles significa la reina, es decir, la reina madre, pero esta reina daba lugar también a pensar en torno a Rey de su nombre. Con
el resto de la frase “se asomó a la ventana” dice que se puede jugar haciendo múltiples asociaciones.
En las primeras sesiones Lacan interviene preguntando sobre el periódico en el que trabajaba Pierre y le dice que tiene un amigo
ahí, a lo cual luego se entera que es mentira. Lacan mintió para poder probar la veracidad de lo contado por Pierre Rey, tratando
de dilucidar si era o no “un mentiroso”.

CAPÍTULO 6 – MAYÉUTICA
Este capítulo ha sido titulado como “Mayéutica”. Yendo a la base filosófica que implica este concepto, el cual proviene del griego
que significa “dar a luz”. Se le otorga este nombre pues Sócrates tenía como premisa que el saber era dar a luz un nuevo
conocimiento; conocimiento a través del cuestionamiento del propio sujeto. Pierre Rey en este capítulo se realiza diversos
planteamientos sobre cómo actúan los significantes, sobre cuál es la función del análisis, sigue rondando el tema de la muerte.
El primer significante que se destaca aquí es el del nombre “Pierre” y su asociación el significante “piedra” y, su relación con lo
pesado. Esto lo despliega Gerardo García en su texto “Las metamorfosis del objeto”, el cual tuvo su lugar en el desarrollo del
capítulo 4.
Luego se hace una pregunta: “¿Hasta qué punto nos determina el peso del nombre que marca nuestro lugar en el orden
simbólico?”, seguido de esto trae a colación el ejemplo del nombre “Littré”, haciendo referencia a Emile Littré, filósofo y
lexicógrafo francés, que publico un diccionario de la lengua francesa; seguido de esto reflexiona sobre como los significantes
afectan a los grupos (familias, etnias, pueblos); por último se refiere a los países o naciones y como estos también pueden ser
atravesados por los significantes, considerando a naciones pintoras, músicas, naciones de poetas, etc.
Se encontró en este como en los demás capítulos una predominancia de la pulsión escópica, una predominancia de la mirada,
pero en lo referido a este capítulo lo lleva al ámbito del pintor primeramente, diciendo que “el pintor es un mirón”, un peeping –
eye; peep (mirar a escondidas, espiar), peeping-eye (ojo que está mirando, espiando). También se resalta este objeto pulsional
cuando da cuenta de las “Georgian Doors”, unas puertas grandes con decoraciones y de diversos colores, con esto se pregunta
“¿Qué es una puerta?” a esto se responde “Un elemento que impide ver más allá”. Lo asocia a lo que es un “Trompe l’oeil”
(traducido al castellano como una trampa ante el ojo o engaño a los ojos), técnica pictórica que intenta engañar la vista jugando
con la perspectiva, entorno, sombreado y otros efectos ópticos.
Describe en este capítulo un fenómeno psicosomático, al cual le atribuye el estatuto de síntoma, y el cual se manifiesta cuando
Pierre está concluyendo el libro. Dice que una “bola” le ha obstruido la garganta, junto con una sensación de opresión en el
pecho y con un dolor impreciso por la zona del plexo solar y la garganta. Este síntoma Pierre lo atribuye al acto de escribir que
implicaba – metafóricamente –, cito: “…el temor inconsciente de llegar a un término, de revivir como una muerte la conclusión de
mi análisis, y la muerte de mi padre, y la muerte del Gordo, y la muerte de Lacan.”. Luego comenta que una vez verbalizado esto,
los síntomas somáticos desaparecieron.
Hay algunos datos del amigo “El Gordo”, donde habla del predominio de la pulsión oral, cito: “El Gordo bebía mucho. Apuraba
todos los vasos que encontraba a su alcance con un gesto automático. –El somnífero más viejo del mundo –decía guiñándome un
ojo. O bien–: Es mi biberón.”. También ciertos rasgos obsesivos como los “…sus libros, siempre subrayados con regla…”, esto en
el capítulo lo nombra dos veces, los libros del Gordo que siempre estaban subrayados con regla.
Respecto de las intervenciones que realiza J.Lacan podemos tomar como unas de las que figuran en este capítulo es, cito: “–
Debería usted desarrollar esta idea –dijo Lacan–, escribir algún papel sobre eso”. Esto podría tomarse como movilización para
que Pierre Rey comenzara a pasar en tinta su recorrido por el dispositivo analítico, junto con Lacan.
Otra que puede leerse es, cito: “– ¿Ha leído usted a Lytton Strachey? –me preguntó Lacan. –Nunca he oído hablar de él. –Escribió
una cosa formidable, Queen Victoria.”. Luego de esto el autor comenzó a buscar incansablemente este libro, el cual no encontró
sino mucho tiempo después, lo leyó y conservo; pero Pierre Rey luego de muchos años no entendió el ¿Por qué?, de esa
intervención de Lacan, o como dirá Gerardo García, cito: “… luego de muchos años siguió teniendo la condición de enigma para
Pierre Rey.”.
Por último el momento en que Pierre Rey relata el suicidio del Gordo, cito: “Aquella misma tarde entre en la consulta de Lacan.
(…). – ¿Si? –dijo. – ¿Sabe lo que le ha ocurrido a A?... Se ha suicidado. Silencio de Lacan. – ¿Ha oído lo que he dicho? Me
sorprendió la agresividad de mi voz, al mismo tiempo que inundaba mi cuerpo una oleada de sangre llena de hielo. – ¡Le he dicho
que se ha suicidado! Dos balas en la cabeza… ¡Dos! Impermutable, Lacan seguí silencioso… Estallé. – ¿Esto es todo el efecto que
le hace? –grité rabiosamente. De pronto, como alguien que está harto de oír tonterías, me miro de frente, desafiándome con la
mirada y me escupió en el mismo tono de cólera fría: – ¿Qué otra cosa quería usted que hiciera?”. Respecto de esto Gerardo
García toma en cuenta la pregunta que devuelve Lacan “– ¿Qué otra cosa quería usted que hiciera?”, y dice que hay que tener en
cuenta lo equívoca de esta frase, cito: “¿Qué hiciera quién? Lacan, el Gordo… O bien, ¿Acaso quería usted qué hiciera otra
cosa?”.

CAPÍTULO 7 – ÉTICA
Lo que sacamos de este capítulo como relevante fue la finalización del análisis, cito: “La historia de amor llegaba a su fin.
Después de una travesía que había durado diez años, el barquero había llevado al caminante-pasajero sano y salvo hasta la otra
orilla.”. Este fin de análisis, por parte de Pierre Rey y sin ningún comentario de Lacan respecto de esto, cito: “Lacan me estrecho
la mano. La puerta se cerró. Nunca más volví a verle.”.
En las ultimas oraciones de este capítulo hace referencia a la muerte de Lacan, cito: “Una mañana, en mi casa de Irlanda, me
despertó la que compartía mi vida. –Acabo de oír la radio –me dijo– Lacan ha muerto.”

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