S i Joyce incitaba a la au- do de una fusión feliz de la
dacia verbal, a la explo- ración en el campo de las téc- nicas y estructuras y a la NARRATIVA tradición cuentística del siglo XIX con los aportes de la vanguardia europea de las trasgresión de todas las coer- ciones morales que restringía el imperio del cuerpo a sus partes supuestamente nobles, PERUANA primeras décadas del siglo XX. Lo extraño es que –como me he enterado no hace Kafka todavía conservaba mucho– tampoco fue Proust hacia fines del 50 cierto aro- Miguel Gutiérrez un maestro o un icono para ma de novedad, pues aún se los escritores de la Genera- continuaban publicando nue- ción del 50. No quiero decir vos textos suyos. Extraño, con esto que narradores y Por lo que recuerdo, Proust no se hallaba entre los autores que fuera leído, hermético y al mismo tiem- poetas de esta generación no po abierto a múltiples lectu- y menos leído apasionadamente, durante la etapa formativa de los jóvenes hayan leído al autor de En ras, Kafka significaba una narradores peruanos que empezaron a publicar a comienzo de los años 60. En busca del tiempo perdido. Sin nueva manera de percibir la cambio, Joyce, que tampoco constituía ya ninguna novedad literaria, seguía siendo duda lo leyeron –por lo realidad en el que se fusio- menos parcialmente–, por naban el poder de una ima- el gran maestro cuya obra más famosa, Ulises, algunos estudiaban con interés intelectual o histórico ginación alucinatoria y una in- lápiz y papel o fichas a la mano. o por placer estético, pero teligencia desconcertante en no con la pasión y fervor con el ejercicio del raciocinio que se leen libros y autores paradojal. Así, en ese triun- de nuevo a contar una histo- de la década del 20, se había so de la imaginación que te- en los años de aprendizaje. virato conformado por ria, a organizar la materia na- impuesto un realismo tradi- nían, por ejemplo, las ficcio- Recuerdo que fue en mis plá- Proust, Joyce y Kafka, rrativa en novedosas y com- cional al servicio de la cons- nes faulknerianas. Para ser ticas con Washington Delga- Proust (como también plejas estructuras, a usar el trucción del socialismo que justo, no obstante, hay que do y Eleodoro Vargas Vicu- Thomas Mann) parecía el lenguaje en sus diferentes ni- suscitaba en algunos de no- hacer una mención aparte de ña (a comienzos de los 60) menos moderno, con una veles, a emancipar el diálo- sotros sólo un interés de ca- Isaac Babel, judío de Odessa, que escuché las primeras alu- obra que algunos críticos go de los convencionalismos rácter ideológico y político. cuyo libro Caballería roja siones encomiásticas a la consideraban como la cul- del teatro y a convertir téc- Existían, por cierto, narrado- constituye uno de los gran- obra de Proust y poco des- minación tardía de la gran nicas como el monólogo in- res poderosos como el pri- des libros de cuentos del si- pués, creo que en el núme- novela burguesa del siglo terior joyceano en instrumen- mera Fadeiev o el Sholojov glo XX. La materia narrati- ro 13 de l962 de la revista XIX. to de narratividad. de El Don apacible, continua- va de los textos de Babel no Letras peruanas, leí el artículo Pero lo que en verdad En cuanto a la novela dores del realismo tolsto- difiere mucho de la de los de Loayza “Vagamente dos usurpaba la atención de los rusa de la era soviética, pa- yano, pero que carecían de escritores mencionados arri- peruanos”, en los que el au- aprendices de escritores de sada ya la etapa de las auda- ese aliento renovador en los ba –a La derrota de Fadeiev, tor del delicioso libro de en- esos años eran la novela nor- cias formales de los escrito- planos del lenguaje, las téc- por ejemplo–, sin embargo, sayos El Sol de Lima rastrea teamericana de la primera res rusos de la post guerra y nicas, la composición e inclu- la forma, el lenguaje y las téc- con finura y con prosa más post guerra mundial y las no- bien borgeana la presencia de velas y ensayos de los dos personajes de supuesta existencialistas franceses. nacionalidad peruana que Aunque Sastre, Camus y aparecen de manera fugaz en Simone de Beauvoir escribie- las páginas de Rojo y negro de ron novelas importantes Stendhal y en alguno de los (como un poco antes que tomos que conforman la ellos lo había hecho Malraux), vasta novela de Proust. más que novelistas eran pen- Más adelante, cuando ya sadores y combatientes en el era reconocido como el me- terreno de la ideas (Malraux jor cuentista de la literatura lo había sido también con las peruana, Ribeyro publicó armas) cuya influencia en los dos importantes textos que futuros narradores se ejerció revelaban el conocimiento en la esfera del pensamiento, que tenía de la obra de de la moral individual y el Proust. El primero fue el compromiso social y políti- prólogo que escribió en 1968 co. Claro que algunos de los para la edición peruana de escritores de la llamada “ge- Paradiso de Lezama Lima, la neración perdida” (en parti- más heterodoxa entre las cular Hemingway) se erigie- grandes novelas latinoameri- ron por un momento en canas, si bien resulta cuestio- “modelos de vida”, sin em- nable el paralelo que estable- bargo, su influencia fue so- ce entre Proust y Lezama. El bre todo literaria. Leyendo otro texto, “Del espejo de a Faulkner, Hemingway, Stendhal al espejo de Proust”, Dos Passos y Scott Fitzgerald fue recogido en su notable –esa suerte de cuatrinca que libro de ensayos La caza su- desde la década del 30 ejer- til. Según Ribeyro, aunque cía el dominio de la ficción Proust emplea la misma ima- novelesca en Europa y gen del espejo stendhaliano Latinoamérica– se aprendía para referirse a la creación
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Página 18 novelística –que implica un y estudiaba, como hace mu- sita, refinada y sutil puede plo, podían encontrar libros Proust se había convertido reflejo realista-naturalista de chos años le escuché decir a encontrar lectores fervoro- clásicos y novedades litera- en apoteosis con la publica- la realidad– en realidad se Oswaldo Reynoso. A dife- sos más allá de los círculos rias en la librería francesa ción de Sodoma y Gomorra y trata más bien de un prisma rencia de Proust, a Joyce se literarios. El premio Gon- Rosay ubicada frente a la igle- el anuncio de la edición in- por su cualidad refractante le seguía leyendo, creo yo, court que se le otorgó ese sia La Merced del Jirón de la minente de los tomos restan- que recompone y transfor- porque se había convertido mismo año y la publicación Unión. Fue allí, me contó al- tes de su gran novela. ¿Leyó ma los datos que le ofrece en un paradigma de la mo- de El mundo de Guermantes guna vez Jorge Puccinelli, que entonces a Proust? Es difícil al narrador su experiencia de dernidad novelística, pues, (1920) y Sodoma y Gomorra siendo todavía un adolescen- creer lo contrario, tanto más la vida y la realidad. Pero ni por un lado, de él partían los (1921-1923) convirtieron a te adquirió la edición prínci- que Vallejo fue un lector aten- en la prosa de Loayza ni de diversos caminos de la no- Proust en el novelista más pe de Los placeres y los días, el to y polémico de la literatu- Ribeyro se puede advertir vela contemporánea, y por célebre de Francia, celebri- primer libro de Proust, que ra europea de esos años, en una influencia visible del au- otro, continuaba vigente a dad que se fue acrecentando era una edición de lujo con especial de las literaturas de tor de A la sombra de las mu- través de las realizaciones de con la publicación póstuma prólogo de Anatole France vanguardia y de la literatura chachas en flor, aunque algo de novelistas de las generacio- de La prisionera, La fugitiva y y dibujos de Mme. Lemaire. y el arte que se producía en sensibilidad proustiana pare- nes posteriores. Por ejemplo, El tiempo recobrado. Pero inclu- En varios de los escritos la Rusia soviética. Hasta don- cen revelar los personajes-na- la serie de recursos que em- so antes de las ediciones pós- de Mariátegui aparece aquí y de llega mi información, rradores de las ficciones de plea Dos Passos en su trilogía tumas, la crítica ya había allá el nombre Marcel Proust Vallejo no le dedicó ningún Ribeyro cuando relatan his- U.S.A. –como los collages de cambiado de manera radical y aunque no le dedica un en- artículo ni ensayo a Proust, torias de decadencia familiar noticieros o los monólogos su valoración de la obra sayo como a Joyce, se refie- ni siquiera alude a él en los o de descomposición de un surrealistas de “El ojo de la proustiana, como lo hizo el re a él de manera central artículos que escribió sobre orden determinado. cámara”– incitaban a una lec- joven E.R. Curtius, el gran como símbolo de la litera- obras y autores de la escena ¿Por qué, entonces, la tura directa de Joyce. Por crítico alemán, quien sostu- tura de la decadencia de la literaria europea de la déca- mejor novela del siglo XX eso, detrás de los estudios vo que la genialidad de civilización capitalista, frente da del veinte. Sin embargo, (por lo menos en mi canon que escritores como Carlos Proust sólo era comparable a la cual comienza a surgir releyendo El arte y la revolu- personal), publicada no mu- Eduardo Zavaleta y Mario a la genialidad de Balzac. Y una nueva literatura fundada ción me encontré con esta cita cho tiempo atrás de la etapa Vargas Llosa han dedicado entre tanto ya se estaban en un nuevo espíritu, en “el con la que concluye un de- formativa de los miembros a Faulkner se hallaba siem- traduciendo a diversos alma matinal”, cuyo adveni- bate con un poeta “au dessus de la Generación del 50, no pre el autor de Ulises. Recuer- idiomas europeos, inclu- miento es consecuencia del de la melée” sobre el tema se convirtió en uno de los do que yo mismo llegué al yendo el español, los tomos triunfo de la revolución de de la libertad artística: “Ne modelos del arte de la no- novelistas irlandés leyendo publicados de En busca del octubre. No importa si el sacrifiez pas des hommes à vela? Según el historiador los relatos de El muro de tiempo perdido. bello ensayo de Mariátegui, des pierres –afirma Proust– Carlos Araníbar, uno de los Sastre, en especial “Intimi- ¿Cuándo empezó a leer- El alma matinal (1928), nos dont le beauté vient juste- más altos representantes de dad” e “Infancia de un jefe”; se Proust en el Perú? Dado suene ahora utópico, casi can- ment d’avoir un moment, esta generación, en los años fixé des vérités humaines”. que siguieron al fin de la se- Le tem retrouvé. “Conver- gunda guerra mundial, “¿Por qué, entonces, la mejor novela del siglo XX (por lo menos en sation du temps de guerra Proust (e incluso Joyce) ha- mi canon personal), publicada no mucho tiempo atrás de la etapa avec M. Charlus, à propos bía dejado de ser una nove- d’una église que les avions dad literaria y se le conside- formativa de los miembros de la Generación del 50, no se convirtió en avaient détruite”. Sin el con- raba más bien un autor que uno de los modelos del arte de la novela?” texto en que la frase es dicha pertenecía ya a la historia, –el narrador y M. Charlus aunque tuviera la dimensión vienen sosteniendo una lar- de un clásico. También los que es uno de sus mejores que Mariátegui aprendió el doroso. Lo que importa des- ga conversación por los inhibía de su lectura el des- relatos y que me permitió francés desde niño, no resul- tacar, para los fines de este bulevares parisinos en torno conocimiento que por esos descubrir un libro decisivo ta improbable que lo hubie- trabajo, es la lectura a la guerra, los bombardeos años se tenía de idiomas para mi formación literaria, se leído, por lo menos de mariateguista de la obra de nocturnos de los gothas y como el francés e inglés. En me refiero a El retrato del ar- manera parcial, en su idioma Proust: “Marcel Proust i- zeppelines, la destrucción de cambio, se leía en traduccio- tista adolescente. Pero tal vez original. En cualquier forma, nauguró con su literatura una catedrales y otros monu- nes a autores como Thomas haya otra razón para esta pre- el mismo año de la muerte noche fatigada, elegante, me- mentos artísticos, la prima- Mann y Herman Hesse, de ferencia de Joyce sobre de Proust (1922), en el mun- tropolitana, licenciosa, de la cía de la vida humana y de igual for ma que a los Proust; de Joyce se pueden do de habla hispana comen- que Occidente capitalista no las tropas en combate sobre existencialistas franceses y a tomar sus innovaciones téc- zó a circular la hermosa tra- sale todavía. Proust era el las piedras que encierran el los novelistas norteamerica- nicas y estructurales prescin- ducción de Pedro Salinas de trasnochador fino, ambiguo trabajo y el espíritu de los nos de la “generación perdi- diendo de sus temas y de su Por el camino de Swann. Sea en y pulcro que se despide a las hombres–, sin este contex- da” que por esos años cau- pensamiento estético, me francés o a través de la tra- dos de la mañana, antes de tos, decíamos, la cita resulta saban furor entre los jóve- temo, en cambio, que la es- ducción de Salinas, los pri- que las parejas estén borra- aleatoria y no demasiado nes escritores. Y Luis Alber- critura de Proust es indes- meros lectores de Proust en chas y cometan excesos de memorable, no obstante lo to Ratto, el otro escritor del ligable de su particular sensi- nuestro país fueron sin duda mal gusto”. Aunque algo tó- cual revela una cierta fami- 50 a quien consulté (narrador bilidad y de su pensamiento intelectuales y escritores de la pica, y moral y política antes liaridad de Vallejo con la obra muy competente que aban- estético y filosófico. generación de Mariátegui y que literaria, la visión de Ma- proustiana. donó la ficción por la crítica Vallejo y sus coetáneos más riátegui de la obra proustiana Según he podido averi- y los estudios literarios), rati- 2 jóvenes de la Generación del incide sin embargo en un guar, José Jiménez Borja, no- ficó las apreciaciones de A diferencia de Por el ca- Centenario, como Porras hecho esencial de la misma: table gramático y hombre de Araníbar. Por supuesto –me mino de Swann, cuya publica- Barrenechea, Basadre y Luis la novela de Proust está con- letras perteneciente a la Ge- dijo– años después leímos a ción en 1913 la crítica reci- Alberto Sánchez, a los que cebida y escrita bajo el im- neración del Centenario y Proust, pero ya había pasa- bió con indiferencia y aun había que agregar a Honorio perio de la noche, con todos amigo y paisano de Jorge do el tiempo para que influ- con desdén, A la sombra de Delgado, Mariano Iberico y los signos que lo crepuscular Basadre (escribieron un libro yese en nosotros. las muchachas en flor, publica- José Jiménez Borja. Recuér- y nocturno emiten. juvenil juntos), publicó en Ahora bien, tampoco da 6 años después, en 1919, dese, además, que por en- Vallejo llegó a París en 1932 un libro de literatura Joyce (como me lo dijo tuvo una extraordinaria aco- tonces había un predominio julio de 1923, a poco menos universal contemporánea Araníbar) era una novedad, gida del público, lo cual de- de la cultura francesa en el de un año de la muerte de que, de acuerdo con el pro- sin embargo todavía se le leía mostró que una obra exqui- Perú y los jóvenes, por ejem- Proust, cuando la gloria de grama oficial de entonces
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Página 19 concluía con Proust y Joyce entonces, como conocía y y el uso del monólogo inte- comentaba al célebre coetá- rior. Unos años después, neo de Proust, André Gide, Mariano Iberico y Honorio de cuyo libro, El inmoralista, Delgado, en el libro de psi- Diez Canseco seleccionó el cología que prepararon de epígrafe para una novela que manera conjunta para el cuar- planeaba, Las Urrutias, pro- to de secundaria, se valieron yecto que abandonó pero de ejemplos extraídos de cuyo material utilizó en la EBDTP de Proust para ex- redacción de su última no- plicar fenómenos como el vela que quedó “casi incon- de la asociación de ideas. clusa”, me refiero a El mira- Años después el mismo dor de los ángeles. Honorio Delgado publica en Si mi hipótesis es válida, Las moradas No 4, 1948, la influencia de Proust en Du- “Proust y la penumbra que se dio en el orden temá- anímica”, un penetrante es- tico, no en el de la escritura tudio en el que el destacado ni en el pensamiento –estéti- psiquiatra muestra una admi- co, moral, metafísico– que rable formación humanística sirve de sustento a EBDTP. y su condición de lector aten- Fue por supuesto un primer to y fino de las creaciones li- acercamiento a la obra de terarias. En suma, los prime- Proust, pero que permitió a ros lectores de Proust en el Diez Canseco, que empeza- Perú pertenecieron a la Ge- ba a hacerse conocido por neración del Centenario con sus admirables relatos de sus inmediatamente mayores ambiente popular, como El como Mariátegui y Vallejo. Gaviota o Kilómetro 93, des- Se trató, por supuesto, de un cubrir las posibilidades temá- primer acercamiento al orbe ticas que le ofrecía su íntimo proustiano, sin que Proust conocimiento de las altas cla- influyera en su formación li- ses sociales limeñas. En la vi- teraria y artística y más bien sión de Diez Canseco, estas se convertirían en sus carecían del refinamiento, difusores, preparando de complejidad y aun de cierta este modo las condiciones grandeza en la entrega a sus para que los nuevos escrito- Fernandini y Francisco Miró Proust y su obra, estos nue- tura. Tengo entendido que pasiones de los Guermantes res –aquellos que empezaron Quesada. Acaso con alguna vos escritores se sienten fas- por su contenido la publica- o los Verdurin, como el se- a publicar en la década del excepción, todos ellos, como cinados tanto por la escritu- ción del libro en 1934 (aun- ñor Swann o Saint-Loup, que treinta– pudieran acceder, asevera Luis Alberto Sán- ra proustiana (estilo, estruc- que lo escribió en 1928-1929) muere en el campo de bata- según las palabras de chez, son lectores de Proust turas, temas y motivos, si causó algún escándalo, en lla defendiendo a Francia. El Cocteau sobre EBDTP, a esa (el otro autor que leen con bien todavía en este plano cambio pasó a un segundo mundo chic de Duque está “gigantesca miniatura, llena fervor es James Joyce): lo navegarán muy a ras de la su- plano lo que en él había de conformado por individuos de espejismos, de jardines leen, lo discuten, lo divulgan, perficie) como por el mito innovador, de experimenta- parasitarios, dandys y snobs, superpuestos, de juegos que le rinden homenaje. Por que se ha ido formando en ción vanguardista, acaso por vástagos de grandes familias se despliegan entre el espa- ejemplo, el poeta Vicente relación a su entrega absolu- la edición en 1928 de La casa de rentistas, de hacendados cio y el tiempo”. Azar escribe una bella elegía ta a la creación artística, con de cartón, ficción poemática y accionistas menores de grandes empresas interna- 3 cionales, probablemente Como se sabe, la Gene- “¿Cuándo empezó a leerse Proust en el Perú? Dado que tránsfugas del civilismo y de ración del 30 (creo que en al- Mariátegui aprendió el francés desde niño, no resulta improbable que la República aristocrática que gunas historias literarias se la lo hubiese leído, por lo menos de manera parcial, en su idioma original. se benefician con los nuevos denomina “la Generación negocios que viene ponien- clausurada”) la conforman En cualquier forma, el mismo año de la muerte de Proust (1922), en do en marcha el leguiísmo. poetas, como Martín Adán, el mundo de habla hispana comenzó a circular la hermosa traducción Todos ellos, hombres y mu- E.A. Westphalen, Xavier de Pedro Salinas de Por el camino de Swann.” jeres, jóvenes y viejos, Abril, Manuel Moreno anglófilos y/o afrancesados, Jimeno, Luis Fabio Xa- con frivolidad y cinismo se mmar, Vicente Azar y César con el título de “El tiempo” lo cual justificó en la soledad que había deslumbrado a la entregan al disfrute cotidia- Moro (que en realidad cabal- dedicada a Marcel Proust y el éxtasis una existencia crítica más avanzada del no de todos los placeres que ga entre dos generaciones); (“Quizá todo / Es el tiem- signada por el imperio de las momento. No he encontra- la vida de un ocio opulento narradores, como Ciro Ale- po, Marcel”) y E.A. West- pasiones humanas y dema- do en los escritos de Diez les ofrece: champaña y gría, J.M. Arguedas, Francis- phalen y César Moro (este, siado humanas. Canseco ninguna referencia cocktails cosmopolitas, drogas co Izquierdo Ríos y José en un acto de insubordina- explícita a Proust, como si lo –cocaína y opio–, deportes Diez Canseco (este algo ma- ción contra André Breton, 4 hace Martín Adán en el li- exclusivos –golf, tenis, equi- yor que los anteriores); his- reivindica a Proust de los ata- A sesentitantos años de bro que acabo de mencio- tación–, amores convencio- toriadores y estudiosos de la ques que le hiciera el líder de su primera edición, Duque, de nar, pero resulta inimagina- nales y sexo clandestino, literatura, como Estuardo los surrealista) dedican bue- José Diez Canseco, sigue ble que un conocedor como mientras en las salas de baile Núñez, Jorge Tauro del Pino na parte del No 4 de Las siendo una novela perfecta- él de la literatura francesa no del recién inaugurado Coun- y Augusto Tamayo Vargas, moradas al estudio de la obra mente legible y hasta sor- lo hubiera leído ni conocido try Club, las orquestas inter- y filósofos, como Luis Feli- proustiana. Como es casi in- prendente por la moderni- ni comentado en las tertulias pretan charlestons y tangos, pe Alarco, Carlos Cueto evitable que suceda con dad de su lenguaje y estruc- de los círculos literarios de en esto más parecido al mun-
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Página 20 do social de la era del jazz de bre con la ayuda de sus au- Scott Fitzgerald que a los mun- “Marcel Proust inauguró con su literatura una noche fatigada, elegan- tores favoritos: son ellos los dos sociales de Marcel Proust. que le enseñan a mirar Ba- Los salones rivales de la te, metropolitana, licenciosa, de la que Occidente capitalista no sale rranco con ojos de artista. duquesa de Guermantes o todavía. Proust era el trasnochador fino, ambiguo y pulcro que se des- Por eso, en el texto de de Mme. Verdurin eran es- Martín Adán, prima la des- cenarios de despiadadas in- pide a las dos de la mañana, antes de que las parejas estén borrachas cripción y luego la digresión trigas sociales y amatorias, y cometan excesos de mal gusto”. José Carlos Mariátegui lírica sobre la narración. Esto pero también eran centros llevó a Luis Alberto Sánchez muy activos de discusiones a afirmar que la presencia de políticas sobre el porvenir de que salvo a Duque, nombre ligado a realidades espacia- tón se señala el elemento Proust en La casa de cartón se Francia y de debates sobre del perro que da título a la les: “…Hemos venido, Lu- estructurador del texto: “Ya hace evidente por la abun- la cultura, la naturaleza del novela, a nadie perdona, in- cho y yo, al malecón inter- ha principiado el invierno en dancia de descripciones, mo- arte y la manera de ser de los cluyendo a Carmen Cronwn- medio, al cual hemos bauti- Barranco”. Así como el rosas y prolijas, que utiliza el artistas. Los personajes que chield, única imagen mater- zado con el nombre de bu- Combray de Por el camino de emisor del discurso. Pero surgían de estos mundos no na del libro pero a la que se levar Proust. Sí, bulevar Swann o el Balbec de A la esto no es exacto, pues las podían ser personajes de una representa como mujer algo Proust –malecón, antiguo, sombra de las muchachas en flor, descripciones de Martín sola pieza, sino seres com- ligera y dispuesta para la lu- valioso, notable, que no es un Barranco –imagen del triste Adán semejan pinturas –ma- plejos, de muchas aristas, juria y cuyo hijo Teddy es un bulevar por los dos lados, paraíso a punto de perder- rinas, paisajes urbanos y ru- con universos interiores se- habitante de las ciudades de sino por uno solamente- al se– es el verdadero objeto rales– de carácter impre- cretos y que sólo el paso del la llanura. otro, sicológica inmensidad de la representación artística, sionista, profusas en imáge- tiempo irá develando. En Las referencias a Marcel del mar, la acera de la calle ya que los sucesos (muy me- nes de cepa vanguardista o cambio, los personajes de Proust en La casa de cartón en que está la casa de la fa- nudos) y los personajes que inspiradas en las greguerías Duque son personajes planos, son explícitas. No es el úni- milia Swann, la puerta senti- carecen de devenir son ini- de Ramón Gómez de la unidimensionales, de preca- co autor que se nombra, da en cada una de sus molé- maginables sin el espacio que Serna y tienen un valor or- rias vidas espirituales. Aunque pero acaso sea el autor más culas, el cálculo infinitesimal los ha generado. Pero a di- namental; en cambio, las des- al decir de Luis Alberto importante, después de Ja- de sus probabilidades, etcé- ferencia del narrador prous- cripciones de Proust, con un Sánchez, Carlos Astorga y mes Joyce, que recorre las tera…”. Y esto me lleva a la tiano que desde niño se ve fraseo sinuoso y envolvente, Teddy Cronwnchield, los páginas del libro. Si a Joyce antigua clasificación que se de cara al mal (como en el con cadenas de metáforas homosexuales de la historia, se le evoca por ser el crea- hacía de las ficciones épicas, terrible suceso, de carácter –metáforas de metáforas– fueron sacados de la vida dor de Stephen Dédalus según fuera el factor profanatorio, de “Montjou- aspiran a captar las esencias real, pertenecen en versión –modelo ideal de joven ar- desencadenante del discurso vain”), nada perturbador ni de los objetos representados, criolla y elemental al linaje li- tista con el que se identifican narrativo, el acontecimiento, perverso ni moralmente pro- pero no de manera gratuita terario del baron de Charlus el narrador y sus otros egos, el personaje o el espacio. hibido acontece en el espa- sino al servicio de la narra- o de Saint Loup o del violi- como el jovencito Ramón–, Pues bien. Desde la pri- cio idílico , cuya poesía el ción. Curiosamente, en esta nista Morel. Las profundas el nombre de Proust surge mera frase de La casa de car- narrador adolescente descu- estación de su vida el narra- diferencias de tono que exis- dor de La casa de cartón, un ten entre ambos libros –más muchacho precoz, conoce- allá de las calidades literarias dor sólo de pecados venia- y de problemas de sensibili- les y de espíritu festivo, di- dad– provienen de la actitud fiere de Marcel, el narrador de los narradores frente al de Sodoma y Gomorra, espíri- mundo que quieren revelar. tu trágico que después de En la novela de Proust haber transitado por los ca- el narrador se representa a sí minos del mal aspira a la re- mismo como parte com- dención a través del arte. prometida de la historia, de Pero más adelante, cuando ahí que sus sentimientos fluc- Martín Adán opte por una túen entre la atracción y la re- marginalidad radical, tam- pulsión, entre la piedad y la bién será alcanzado por el condena. Por su parte, el na- sentimiento trágico de la rrador de Duque –la novela existencia. está escrita en tercera perso- na pero por momentos se 6 escucha la voz subjetiva del Recuerdo que hace mu- narrador– se construye chos años, en un artículo so- como ajeno y distante de la bre Los ríos profundos, califi- historia que está contando. qué a Arguedas de “escritor Consecuencia de este distan- proustiano”, como una ma- ciamiento es el tono conde- nera de destacar y aun cele- natorio, de moralista, que brar la naturaleza y esplen- prima en el relato, donde la dor de sus descripciones sin sátira y el esperpento consti- los cuales el discurso narrati- tuyen las modalidades bási- vo de Ernesto perdería sus cas de la mimesis narrativa. calidades poéticas. No afir- A medida que el extraño mé, sin embargo, que exis- triángulo que forman Carlos tiese una influencia de Proust Astorga, su hija Beatriz y su sobre la escritura arguediana, novio Teddy Cronwnchield, sino que existían más bien este amante pasivo de aquel, afinidades entre los dos en se acentúa la condena mo- cuanto a sensibilidad huma- ral, casi bíblica, del narrador, na y artística. Sea por decoro
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Página 21 o por coquetería, a Arguedas descripciones proustianas no le gustaba hablar de sus –de un rosedal, de una cate- propias lecturas, más bien dral gótica, de las piedras de solía decir que una larga do- Venecia, de interiores y na- lencia de origen nervioso lo turalezas muertas, o de obras había incapacitado durante de arte, como las pinturas de muchos años para el placer Elstir, el septeto de Vinteuil, de leer libros y novelas. Sin de un sueño– no son alea- embargo, durante esta bús- torias y resultan imprescindi- queda rápida e informal que bles para comprender su he realizado en torno a la empresa narrativa. Y mien- presencia de Proust en nues- tras el lector de Proust no tra narrativa, y por las razo- descubra la naturaleza de es- nes que he venido exponien- tas descripciones no podrá do en este trabajo, consideré acceder al mundo prous- que era perfectamente posi- tiano con todas las maravi- ble que Arguedas hubiese leí- llas, secretos y misterios que do por lo menos parcial- contiene.. mente la obra de Proust. Fue lo que me pasó a mí ¿Acaso no estaba muy liga- la primera vez que intenté do a un grupo de escritores leer Los ríos profundos. Acos- e intelectuales de refinada tumbrado, por ejemplo, a las formación literaria, que sin descripciones de Ciro Ale- duda conocían y admiraban gría –por lo demás bellas en al autor de EBDTP, como sí mismas, como las páginas los poetas E.A. Westphalen iniciales de La serpiente de oro y Manuel Moreno Jimeno y o la descripción de la comu- los filósofos Luis Felipe nidad de Rumi desde los ojos Alarco, Carlos Cueto Fer- del alcalde Rosendo Maqui– nandini y Francisco Miró las descripciones arguedianas Quesada? me parecían enclaves gratui- Pero ¿qué de estimulan- tos, pues interrumpían con te hubiera encontrado demasiada frecuencia las ac- Arguedas, un escritor de raí- ciones de la novela. Pero ces andinas, en un autor que, después de mi primera lec- como escribiera Mariátegui, tura de Proust –lenta y tra- pertenecía al decadente mun- bajosa–, pude entender y go- do de las altas clases sociales zar de este dimensión esen- de Francia? Pienso que, en cial de Los ríos profundos, como primer, lugar Arguedas ha- la maravillosa descripción bría encontrado particular- entre sí social, étnica y arrebatos de histerismo, con por abarcar la totalidad de del Zumbayllu o de las pie- mente inspirador que el uni- culturalmente, y cuya con- precoces (y terribles) expe- lo existente, tanto de la reali- dras de la catedral del Cusco, verso narrativo de Proust tienda, sorda y feroz, reper- riencias de los lados oscuros dad objetiva como de los en las que la prosa y poesía reposara sobre dos ejes, dos cute en el corazón dividido de la existencia humana, pero procesos mentales, emotivos arguedianas alcanzan su ma- caminos, dos mundos: el de y agónico de Arguedas o de es además un niño de una in- y oníricos de los personajes yor esplendor verbal y una los Guermantes, una de las sus representantes simbólicos teligencia excepcional que y sobre todo del yo del na- emotividad profunda que más altas familias de la no- –esos egos experimentales emplea para el análisis de su rrador, de ahí que la descrip- cala y revela la naturaleza y bleza de Francia, cuyo linaje de los que habla Kundera– propia conciencia y el exa- ción sea uno de los recursos espíritu del mundo andino. se remonta a la época que casi siempre son niños y men de todas las manifesta- centrales de EBDTP. Pero ¿Pero dónde radica el paren- merovingia, y el mundo de preadolescentes, como Er- ciones de la cultura y el arte. Arguedas habría reparado en tesco entre las descripciones M. Swann y de los Verdurin, nesto, el narrador de Los ríos Desde Agua, el primer libro que las descripciones prous- de Arguedas con las descrip- de la más alta burguesía, de profundos. de relatos de Arguedas, los tianas tienen características ciones de Proust? No en la tradición republicana y de la Es difícil imaginar que un niños narradores poseen una únicas que las diferencian de frase ni en la sintaxis ni en el revolución burguesa. A escritor con la sensibilidad de aguda, hiriente, dolorosa sen- las empleadas por los gran- estilo, sino en la actitud del Arguedas lo habría estreme- Arguedas no se hubiera sen- sibilidad de carácter auto- des maestros de la novela del narrador que mediante la cido que estos caminos (rea- tido impresionado por las punitivo que los lleva a consi- siglo XlX. En efecto. Nada contemplación (extática y ce- les y simbólicos) que condu- características físicas, si- derarse responsables no sólo más preciso y pertinente que remonial) quiere absorber cen hacia estos dos mundos cológicas y morales del na- de la injusticia que reina en el las admirables descripciones chupar, el jugo, la esencia de partieran de la casa de los rrador de Por el camino de mundo, sino de la de- de un Balzac, de un Flaubert, seres y cosas, recuperando padres del Narrador cuyo Swann. Como han señalado fectividad moral que carac- de un Zola que, según la tra- por un instante el vínculo per- centro en Combray es el los biógrafos de Proust, teriza la vida de los seres hu- dición del realismo-natu- dido entre el hombre y el dormitorio donde un niño Marcel, el narrador, en las manos. Recuérdese que en ralismo, se basan en la ob- mundo. Pero la diferencia enfermizo y soñador, con el diferentes estaciones de su alguno de sus cuentos, des- servación casi científica y entre los dos narradores en corazón tempranamente di- vida ha sido concebido se- pués de vivir una situación fenomenológica. Como afir- la vía de acceso a la ontolo- vidido, piensa con acceder y gún la compleja personalidad atroz, el narrador invoca a ma Curtius, las descripciones gía es que la contemplación ser admitido en ellos. Tam- de su autor. En el primer li- Dios para que le envíe a la de Proust, siendo minucio- proustiana sigue el camino bién Arguedas fue constru- bro de la vasta novela, el na- muerte. sas y estrictas, trascienden la de los místicos, mientras que yendo sus universos narra- rrador es un niño (después Pero hay otro aspecto de observación científica, para la visión arguediana de índole tivos a partir de la existencia un adolescente) de una ex- la obra proustiana que habría convertirse en contempla- mágico reside en la fe de que de dos mundos –el mundo tremada sensibilidad, incluso sobrecogido a Arguedas de ción y visión interior en que los seres y cosas y el mundo de los mistis y el mundo in- morbosa. Se trata de un niño manera particular. Me refie- se rompe la barrera entre el de los hombres son parte de dígena– distintos y opuestos enfermizo, mimado, con ro a la obsesión de Proust sujeto y objeto; por ello las una totalidad cósmica.