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Abre los Ojos [FINAL] [Cap: 23/24/25]

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Unos minutos después Ángela apareció con una taza de café en su mano y una mujer que se
parecía demasiado a Maura.

“Constance…” dijo Jane levantándose de su silla sin soltar la mano de Maura.

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Capítulo 23
La madre de Maura omitió las palabras de la morena al ver el rostro de su hija. Su bolso se
deslizó por su brazo cayendo al suelo y cubrió su boca con sus manos mientras se aproximaba
a la mujer sobre la cama. Jane se hizo a un lado dándole espacio a la señora y se situó al lado
de su madre.

Constance rozó con sus dedos el rostro de su hija y sus hombros temblaron por apenas unos
segundos, intentaba mantener la compostura. Nunca había visto a su hija de este modo, en sí,
lo más grave que llegó a tener fue una caída en bicicleta. La mujer dio unos pasos hacia atrás, y
se giró mirando a las dos mujeres.

“¿Quién ha sido responsable de esto?” fue lo primero que dijo. Ángela miró a Jane y se dirigió
hacia una de las mesitas dejando la taza del café sobre ella y girándose mirando las dos
mujeres. Ella no tenía nada que decir aquí, pero los ojos de Constance destallaban ira, no iba a
dejar a su hija sola…y a Maura.

“La culpable está bajo custodia” respondió Jane dando unos pasos hacia la mujer “Soy la
detective Rizzoli, yo la llamé”

“Cuente con todo mi poder para que esa mujer pase el resto de su vida tras rejas” sus palabras
salían entre dientes conteniendo su furia. Constance se sentó en la silla al lado de su hija y
respiró profundamente unas cuantas veces. Jane no pudo contener una sonrisa, Maura hace lo
mismo siempre que se enojaba e intentaba relajarse, aunque fueran pocas veces.

Unos segundos pasaron en silencio, Ángela se sentó en una silla extra al lado de la mesita
mientras se tomaba el café de Jane. La morena permanecía parada con sus brazos cruzados, su
mirada alternado entre Maura y Constance.

“Entonces…” comenzó Constance girando la silla y cruzando sus piernas enfocando sus ojos en
los de la detective “¿Tú eres Jane?”

“Si, Jane Rizzoli, trabajo con Maura” contestó Jane pasando su mano por su cabello, las
preguntas comenzaban y por alguna razón empezaba a ponerse nerviosa.
“¿Nada más?” preguntó la mujer sin rodeos. Ángela casi escupe el café y las dos mujeres la
miraron curiosas. Jane imaginaba lo que estaba pasando por la cabeza de su madre “¿¿¿No le
han dicho???” o algo cercano a eso.

“Perdonen, estaba muy caliente” se disculpó Ángela dejando el café a un lado, esperaba que
se lo creyeran. “Soy la madre de Jane y, Maura es como una segunda hija” las dos mujeres
compartieron una mirada que no fue desapercibida por Jane.

“Me alegro que Maura tenga a personas como ustedes en su vida” dijo con una sonrisa
haciendo el ambiente más ligero. Sus ojos se enfocaron en la detective con tal manera que no
necesitaba recordarle su pregunta a la morena.

“Somos…parejas…” las palabras salieron de los labios de Jane pausadas por el nerviosismo. No
sabía si Maura le había dicho a su madre, no lo habían hablado, pero no estaba dispuesta a
esconderlo. “Románticamente” aclaró.

“Y parece que soy la última en enterarse” musitó la mujer observando a Ángela que tenía una
sonrisa de oreja a oreja plasmada en su rostro.

“¡Oh! A mí no hubieran dicho si no es porque entré sin avisar y…—”

“¡MA!” exclamó Jane con un sonrojo cubriendo su rostro, definitivamente, así no es como se
imaginaba este momento. Ángela volvió a tomar la taza en sus manos escondiendo una sonrisa
tras ella.

“La última vez que hablé con mi hija…me dio esa impresión…por lo general habla mucho de
usted, pero esa vez había algo diferente, se le escuchaba feliz, muy feliz y claro, esa vez no
paraba de hablar de Jane” dijo Constance con una leve sonrisa recordando la conversación con
su hija.

Jane iba a comentar algo pero un susurró de la mujer sobre la cama llamó la atención de las
tres mujeres. Jane se dirigió a su lado rápidamente tomando su mano. Maura abrió los ojos
lentamente, su vista borrosa por unos segundos.

“¿Madre?” preguntó parpadeando rápidamente y mirando a su otro lado observando a una


Jane sonriente.

“Hija…vine lo más rápido que pude…Jane me llamó” susurró Constance apartando un mechón
de pelo del rostro de su hija.

“¿Jane?” susurró Maura mirando la morena con una leve sonrisa “Pero…tu exposición,
madre…—“

“La cancelé”
“¿QUÉ?” el tono de voz de Maura sorprendió a la tres mujeres. Y es que ella sabía lo
importante que eran las exposiciones de su madre, el tiempo que llevaba, el dinero…las
conexiones.

“Una exposición no es más importante que mi hija” susurró la mujer dejando un beso sobre la
frente de Maura. Los hombros de Maura empezaban a temblar y no pudo contener sus
lágrimas.

Tal vez eran los medicamentos, los últimos días o tal vez era este lado de su madre tan
desconocido para ella. Nunca en su vida imaginó Maura que su madre no se presentara a una
de sus exposiciones, ni pensar en una cancelación. Pero aquí estaba, diciéndole y haciendo
cosas que nunca en su vida había hecho y se sentía bien, tan bien que parecía doler.

Después de unos segundos Constance se disculpó y se retiró para hablar con el doctor de su
hija. Ángela la acompañó. Maura se incorporó lentamente sentándose.

“Hola” susurró Jane sentándose al lado de la rubia con una sonrisa tonta y con sus dedos
limpiando las lágrimas del rostro de su amante.

“Hola” respondió Maura contagiándose con la sonrisa de la morena. Una de las manos de Jane
se entrelazó con la de Maura y su otra mano acariciaba suavemente su mejilla, sus frentes se
unieron y las dos suspiraron en conjunto.
“Pensé que no te volvería a ver…” musitó Maura sintiendo como sus palabras eran detenidas
por uno de los dedos finos de Jane. Se separaron unos centímetros para mirarse a los ojos,
Maura tenía sus ojos cristalinos y Jane se negaba a pensar en algo así, si eso hubiera
pasado…no, mejor no pensar en eso. Maura estaba aquí, mirándole, sosteniendo su mano;
Maura no iba a ningún lado.

“No digas eso” susurró Jane sonando como una imploración; su voz traicionándola temblorosa.
Maura asintió y con su mano atrajo la morena hacia ella hasta que sus labios se conectaron en
un deseado beso. Un beso suave y lento que decía más que cualquier palabra.

Unos minutos después Jane se había acomodado sentándose sobre la cama inclinada y Maura
se había recostado sobre su pecho con su rostro escondido en el cuello de la morena. Los
dedos de Jane se enredaban en el dorado cabello de su mujer con su mirada fija en sus manos
entrelazadas.

Maura no quería hablar sobre lo que había ocurrido; por lo menos no en este momento. Este
momento era perfecto, estaba relajada y se sentía protegida, no quería arruinar este momento
en que después de todo se sentía tranquila y segura en los brazos de la mujer que la salvó.

Pasaron unos minutos así y un suspiro escapó de sus labios con sus ojos cerrados. La morena la
miró con una sonrisa.
“¿En qué piensas?” preguntó Jane curiosa.

¿Qué te hace pensar que pienso en algo?” contestó la rubia sin poder contener una sonrisa

“Esa mente tuya…se me haría raro si no estuvieras pensando en algo” explicó la morena
pausando por unos segundos “Y bueno, siempre suspiras de ese modo” Maura abrió sus ojos y
la miró. “Ahora no lo dejes de hacer he” advirtió la morena apartando un mechón dorado del
rostro de la mujer. “No tengo estudios en cómo leer macro expresiones como ciertas
personas” susurró antes de elevar el rostro de la rubia un poco con uno de sus dedos bajo su
mentón y capturar sus labios una vez más.

“Pensé que te basabas en tus habilidades como detective” susurró Maura sobre los labios de la
morena al separarse.

“Eso ayuda” dijo Jane rodeando a Maura en sus brazos con cuidado de no tocar el vendaje en
su brazo.

“Gracias” susurró Maura volviendo a recostarse sobre el pecho de Jane

“¿Hmmm?”

“Por llamar a mi madre” dijo Maura

“No tienes que agradecerme por eso Maur, es tu madre y merecía saber y estar a tu lado”
Maura suspiró y se relajó.

“Me debo de ver horrible” dijo Maura unos segundos después. Jane soltó una carcajada al
escuchar lo que la rubia había dicho.

“Te ves hermosa como siempre querida” dijo Jane aun riendo contagiando la rubia con su risa.

A unos metros de la habitación estaban las dos madres hablando con el doctor que había
atendido a Maura. Constance se despidió de él y las dos mujeres regresaban hacia el cuarto
hablando la una con la otra entretenidas. Ángela detuvo a Constance con su mano y cuando la
mujer la miró confusa Ángela le hizo un gesto con la cabeza hacia la habitación donde se
encontraban sus dos hijas.

“Nunca he visto a Maura sonreír de ese modo” dijo Constance con una sonrisa dibujándose en
su rostro. La felicidad de su hija era lo que más deseaba en este mundo y, aunque no se le
diera bien el papel de madre; por lo menos como ella hubiera deseado, siempre deseó lo
mejor para su hija.

“Lo mismo digo de mi Janie” Ángela caminó hacia una banca que había en el pasillo y
Constance la siguió sentándose a su lado. La escena de las dos mujeres abrazadas en la cama
era tan hermosa que se les hacía difícil interrumpir. “Siempre planeaba citas para Jane” dijo
Ángela riendo.

“¿Citas?” preguntó Constance mirándola arqueando una de sus cejas

“Si, hijos de mis amigas, hasta Maura le presentaba hombres, ¡una vez hasta salieron en una
cita doble!” Ángela dirigió su mirada hacia la habitación una vez más, Jane parecía estar
contándole algo porque movía sus manos de un lado a otro y Maura la miraba con una sonrisa
y de repente empezaba a reír a carcajadas. Constance observó la escena también.

“Maura siempre me habló mucho de Jane, cuando llegó a Boston no tenía amigos, una vez que
conoció a Jane supe que estaría bien. Aunque…nunca imaginé que terminarían
enamorándose”

“Yo nunca pensé que a Janie le gustaran las mujeres…aunque creo que si me escuchara decir
eso me diría que sólo es Maura” dijo Ángela poniendo cara de pensativa. “Esas dos estaban
ciegas para no haber visto lo que tenían entre ellas mucho antes” Constance la miró con una
mirada confusa y Ángela decidió explicarse mejor. “Las miradas, tenías que ver” dijo la otra
mujer subiendo un poco el tono de voz por la emoción. “Se miraban con unos ojitos y siempre
tocándose y bueno, un poco así” dijo señalando hacia la habitación de las dos mujeres. “Pero
sin los besos” corrigió con los ojos abiertos y una sonrisa al ver como las dos mujeres se
besaban.

“Me perdí mucho” dijo Constance arrepintiéndose por la distancia que tenía con su hija. No
había visto a Maura hacía ya unos meses y si no fuera por las llamadas telefónicas del mes, no
sabría ni siquiera quien es Jane.

“Puedes recuperarlo” dijo Ángela mirando a la mujer a los ojos.

“Eso espero, me quedaré un tiempo en Boston. Richard vendrá por un tiempo también”

“¿Su esposo?”

“Si, no ha visto a Maura en unos meses también, aunque ellos tienen más comunicación” dijo
Constance mirando sus manos suspirando.

“¡Podrían venir un domingo a la casa!” dijo Ángela tratando de animar a la mujer “Nos
reunimos la familia todos los domingos, Maura ha ido muchas veces, podríamos darle una
sorpresa” dijo guiñándole un ojo a Constance a lo que ella respondió con una sonrisa
asintiendo con su cabeza. “Bueno, creo que ya es momento de entrar ahí” dijo Ángela
levantándose.

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“¡No puedes darle torta a Bass Jane!” exclamó Maura mirándola seria.

“Lo sé, lo sé, sólo bromeaba cariño” decía Jane sin dejar de sonreír y alzando su mirada al
escuchar la puerta deslizarse.

“Espero que no estemos interrumpiendo” dijo Ángela guiñándole un ojo a Jane.

“Para nada Ángela, Madre” Maura se incorporó un poco sentándose al lado de Jane mirando
las dos mujeres. “¿Cuándo puedo ir a casa?” preguntó la rubia.

“Impaciente” susurró Jane con un tono bromista

“No le gustan los hospitales” dijo Constance con una sonrisa sentándose recostándose en la
pared al lado de Ángela.

“¿¡QUÉ!?” dijeron Jane y Ángela a la vez mientras Maura sonreía nerviosa

“Pe…pero eres forense, ¡la directora!” exclamó Jane mirando la mujer incrédula

“Porque sea forense no quiere decir que me guste los hospitales Jane…” la mujer suspiró y la
miró apenada “Trato con…bueno, mi trabajo…pero no me gusta que me traten a mi” explicó.
Jane la miró por unos segundos con la boca abierta por la sorpresa y fue remplazado por una
sonrisa.

“Cuando pensé que no podrías ser más encantadora, sales con cosas así” susurró Jane llevando
sus manos entrelazadas a sus labios y depositando un beso sobre la mano de Maura.

“Eso no tiene nada de encantador Jane” objetó Maura

“¿Vez a lo que me refiero?” le dijo Ángela a Constance

“Ya entiendo” respondió Constance sin despegar sus ojos de las dos mujeres

“¿De qué hablas Ma?” inquirió la morena mirando a su madre

“Nada, nada” dijo Ángela moviendo su mano de un lado a otro como intentando de sacarle
importancia

“Hija” interrumpió Constance intentando no reír por las acciones de Ángela. “Ya puedes salir,
el doctor sólo quería tenerte en observación por un tiempo, ya me ocuparé de terminar los
papeles”

“Gracias madre...” agradeció la rubia y miró a la detective a su lado “¿Me llevas a casa por
favor? En verdad no me gusta nada los hospitales…y…” pausó mirando la bata “Esto es, nada
elegante” al terminar la última palabra escuchó las risas de las mujeres en la habitación
presente y resopló antes de unirse a ellas también. Después de las últimas semanas, la
ansiedad, la presión, las noches sin dormir; ver a las mujeres que más amaba en su vida reír…lo
hacía todo perfecto.
“Ya quiero ver cuando te levantes” dijo Jane entre risas

“¡Jane!” exclamó Maura dándole un golpecito en el brazo.

Unos segundos pasaron y la madre de Maura se acercó a las dos mujeres con una sonrisa.

“Estoy muy feliz por ti hija” dijo colocando su brazo sobre el hombre de la mujer. “Me quedaré
un tiempo aquí en Boston…así podré verte más” la mujer miró a Jane “Y conocer más a la
mujer que hace tan feliz a mi hija” Jane asintió con una sonrisa. “Iré a terminar tus papeles e
iré a mi apartamento, mi asistente a dejado veinte mensajes en mi móvil”

“¿No me digas que no le avisaste que cancelaste la exposición?” preguntó Maura asombrada

“No tuve tiempo” dijo Constance riendo. Maura sabía que de vez en cuando su madre le hacía
cosas así a Ruby, su asistente. Por suerte, eran mejores amigas desde hace muchos años.
“¿Cuento con que Jane te llevará a casa?

“Claro” dijo Jane antes de que Maura pudiera contestar.

“Lo más pronto posible” rogó Maura mirando a la morena poniendo los ojitos que sabía que
Jane no se podía resistir a ellos.

“Te visitaré en la mañana” dijo Constance despidiéndose con un beso en la mejilla.

“Yo haré lo mismo” dijo Ángela cuando Constance se retiró de la habitación. “¡No apagues tu
móvil!” le advirtió la mujer a su hija apuntándole con uno de sus dedos. Jane resopló
asintiendo con la cabeza.

No pasaron mucho más tiempo en el hospital. Cuando salieron Constance ya había terminado
los tramites y se había marchado. Jane estaba alegre de haber llamado a la madre de Maura,
no tenía idea de cómo Constance iba a reacción pero, al ver que todo salió mejor de lo que
esperaba y que Maura conoció un lado de su madre que nunca imaginó; supo que no se
equivocó con su decisión. Lo más importante para la morena en esos momentos era el
bienestar de la mujer que en ese instante se estaba sentando en una silla de ruedas y
protestando pero obedeciendo por ser protocolo del hospital.

La detective intentaba dejar a un lado los pensamientos relacionados con todo lo que había
ocurrido unas horas antes, para ser más preciso, intentaba no pensar en Anita. Anita estaba en
la estación y Jane lo sabía, pero también sabía que sus compañeros Frost y Korsak se estarían
ocupando de todo, pero, ella tenía que hablar con esa mujer cara a cara en algún momento. El
momento podría esperar, Maura la necesita en este instante y ella necesita sentir a la mujer en
sus brazos después de estar tan cerca de perderla.

El camino hacia la casa de Maura fue en silencio, la rubia iba con sus ojos cerrados. Jane
hubiera pensado que estaba dormida si no fuera por sus manos entrelazadas y el dedo pulgar
de Maura acariciando la cicatriz en su mano. La morena sonrió sin desviar su mirada del
tránsito, si la situación fuera diferente Maura le estaría diciendo lo inapropiado que era
conducir con solo una mano. Jane estaba agradecida por el contacto, aunque Maura se pusiera
en su modo Google, Jane sólo le hubiera sonreído. Sin hacerle mucho caso, porque no dejaría
ir de su mano.

“Llegamos cariño” dijo Jane estacionando el carro en el garaje de Maura y llevando sus manos
entrelazadas a sus labios depositando un beso en la mano de la rubia. Maura abrió sus ojos a
medias mirándole con una sonrisa “¿Necesitas ayuda?”

“Jane…puedo caminar, solo use la silla de rueda para salir del hospital por ser protocolo” dijo
Maura mientras cerraba la puerta de su auto. “Es solo un —“sus palabras fueron cortadas por
un quejido. La morena se acercó rápidamente a ella y agarró su brazo con cuidado observando
el vendaje; no estaba sangrando”

“¿Sabes que soy jefe de medico verdad?” dijo Maura mirando a la morena con una sonrisa
dibujada en sus labios “Es solo que olvido que la tengo y…”

“Y vas como si nada” dijo la morena mientras abría la puerta hacia del garaje que iba hacia la
cocina.

“Supongo que aun debo de tener algo del efecto de los medicamentos”

“¿Dra. Isles suponiendo?” preguntó Jane con un tono burlón mientras se sentaba en la esquina
del sofá al lado de Maura.

“No…pero…dadas las consecuencias y el medicamento que me han administrado es lo más


pro…hmmm” Maura fue callada por los labios tibios de la morena, le tomó unos segundos
procesar lo que había ocurrido pero una vez procesado respondió al beso siguiendo el ritmo de
los labios de la morena.

“Creo que me gusta esta forma de hacerme callar” susurró Maura con una sonrisa rozando los
labios de Jane con los suyos. Jane sonrió tontamente y envolvió a la mujer en sus brazos con
cuidado de no lastimarla. Maura suspiró felizmente y retomaron la posición que tenían en el
hospital, su rostro sobre el pecho de la morena y sintiendo esos brazos protectores a su
alrededor.

“Te ofrecería una copa de tu vino favorito después de este día…pero no creo que aun puedas
beber…” a esto Maura sólo respondió suspirando profundamente.

“Tengo todo lo que quiero aquí” susurró moviendo un poco su rostro escondiéndolo en el
cuello de la morena. Sus palabras emitieron corrientes de electricidad por el cuerpo de la
morena.
La simple idea de que con sólo unas palabras, la mujer entre sus brazos tuviera ese efecto en
ella…era…algo desconocido; no encontraba una explicación. Nunca se había sentido así con
otra persona, la magnitud de sus sentimientos hacia Maura, nada se podría comparar. Pero no
necesitaba una explicación para entender lo que sentía o él porque era tan…increíblemente
maravilloso. Con solo sentir su respiración en la piel de su cuello, el calor emitiendo de su
cuerpo y su corazón latiendo junto al suyo, eso era todo lo que necesitaba; explicaciones eran
innecesarias…solo quedaba el sentir.

En el sofá se quedaron hablando de cosas al azar, en el fondo las dos querían evitar hablar
sobre lo que había pasado pero no podían escapar de eso por siempre.

“No es tan grave como piensas…fue sólo un roce…la gravedad de mi estado se dio por la
pérdida de sangre…” dijo Maura después de unos minutos en silencio. Sintió como el cuerpo
de Jane se volvió rígido y pensó que no debió de decir eso…

“¿Cómo puedes decir eso Maura?” el tono se Jane más elevado que en sus previas
conversaciones, puso sus manos sobre los hombros de la rubia y la alejó lentamente de ella
para mirarle a los ojos. Las imágenes de Maura sentada en aquella silla con sus manos atadas
hacia atrás y su cabeza inclinada a un lado…la sangre, intentaba contener sus lágrimas. Ya
había mantenido su compostura por tanto tiempo que ya empezaba a quebrarse.

“Lo siento…no debí…” Maura tenía sus propios miedos y recuerdos. Parte del tiempo que Anita
la tuvo secuestrada Maura se mostraba calmada, pero cuando la mujer le disparó…todo se
hizo pedazos. Sabía que unos centímetros más y hubiera sido un disparo mortal, no sabía si
Anita la estaba torturando o simplemente había fallado en su intento de matarla. El que la
mujer no terminara con ella después de herirla, le dio la respuesta, ella sólo se estaba
divirtiendo viéndola sufrir. Eso le dio algo de esperanza…daría más tiempo para un posible
rescate, sólo pensaba en Jane, como después de tener lo que tanto deseo por tanto
tiempo…iba a durar tan poco. Ahora todos esos recuerdos eran una imagen borrosa…solo
tenía algo claro, y eso era que Jane la salvó.

“Lo importante es que estás aquí…que estás bien” dijo Jane mirando como los ojos de la rubia
se opacaban. Su tono era suave esta vez. “Siento no haber llegado antes…” murmulló Jane
atrayendo la rubia a sus brazos una vez más. Sintió como el cuerpo de Maura temblaba y
dejaba salir sus lágrimas libremente mientras ella la sostenía como si de ella dependiera su
vida. Si de algo se arrepentía Jane, era el de no llegar antes…salvar la mujer entre sus brazos de
tanto dolor.

Las dos mujeres se fueron a dormir juntas a la habitación de Maura. La mujer le había
preguntado si podría quedarse con ella esa noche; sabía que Jane quería lidiar con Anita. Para
su sorpresa Jane aceptó, la morena no quería alejarse de ella ni por un segundo. Anita podría
esperar, no iría a ningún lado y así ya se iba acostumbrando a lo que sería el resto de su vida.
Jane hizo algunas llamadas antes a Korsak, había dejado todo listo para el día siguiente. Esa
noche las dos mujeres durmieron tranquilamente por primera vez en semanas.
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