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La motivación en el

proceso de enseñanza
aprendizaje

Miriam González
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378-Gon-M
La motivación en el proceso de enseñanza aprendizaje -- En: Estrategias de aprendizaje en la
nueva universidad. -- Ciudad de La Habana : Editorial Universitaria, 2009. -- ISBN 978-
959-16-0676-1. -- 11 pág.
1. González, Miriam
2. Educación Superior
3. Pedagogía
4. Estrategias de aprendizaje

Digitalización: Dr. C. Raúl G. Torricella Morales

Editorial Universitaria. Cuba, 2009.


Calle 23 entre F y G, No. 564, El Vedado, Ciudad de La Habana, CP 10400
Cuba. Dirección de correo electrónico: eduniv@reduniv.edu.cu

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modificación de ellas.
MATERIA: ENSEÑAR A APRENDER
MAESTRA: MIRIAM GONZALEZ
TEMA: LA MOTIVACIÓN EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA-
APRENDIZAJE

El acelerado desarrollo científico tecnológico que ocurre en el mundo, ha impuesto


cambios importantes en diversos ámbitos de la vida humana. En el sector educativo, se
hace prioritario buscar las vías o mecanismos para perfeccionar la enseñanza, hacerla
más integral, más completa y de mejor calidad. Esta situación formula nuevos retos a la
investigación educativa y por tanto a las ciencias de la Educación para que aporten
elementos que permitan profundizar sobre los requerimientos que el proceso educativo
en este nuevo contexto plantea.

Sabemos que en nuestro país sólo existe una preparación especializada para los
profesores de jardín de Niños, de Educación Primaria y para los de enseñanza media
(Secundaria). Sin embargo, a nivel Preparatoria y Enseñanza Superior no existe una
capacitación sistemática previa en el campo de la Pedagogía o la Psicología para ser
maestro, por lo que los profesores de éstos niveles suelen sentirse más economistas,
matemáticos, historiadores, filósofos, arquitectos, etc., que profesionales de la
docencia.

Un problema que subyace a esta situación, es el hecho de que el manejo de un área


determinada de conocimientos no es por sí mismo garantía de que el proceso de
enseñanza se logre en el alumno el dominio de conocimientos y habilidades propias de
la profesión, por lo que partimos del supuesto de que la práctica impone hoy más que
nunca la necesidad de responder a los complejos retos que el fin de milenio plantea a
los nuevos profesionistas.

En este sentido, la formación y preparación de profesores universitarios como


profesionales no sólo de un área determinada de conocimientos sino como
profesionales de la docencia, nos obliga a reflexionar sobre el proceso de construcción
del conocimiento, sus etapas, el rol docente en este proceso de modelación y
facilitación del aprendizaje.

Una de las preocupaciones fundamentales entre quienes nos dedicamos a la docencia


es la necesidad de resolver las insuficiencias en el aprendizaje de nuestros alumnos y
que atribuimos entre otras cosas pero de manera importante a una ausencia en el nivel
de desarrollo de los motivos cognitivos, por lo que constantemente nos preguntamos:
¿cómo hacer para motivar a nuestros alumnos?, ¿qué papel juega la motivación como
un motor o incentivo en el proceso de aprendizaje?, ¿de qué herramientas teóricas y
metodológicas podemos valernos para lograr la motivación?

Parece un lugar común hablar de la motivación como un elemento necesario en el


proceso de enseñanza-aprendizaje, sin embargo, los continuos fracasos en el aula
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parecieran dar cuenta de que si bien a una buena parte de los profesores nos preocupa
está situación, no siempre obtenemos éxito en superar éste problema, por lo que la
reflexión y análisis de este factor ocupa nuestra atención en este trabajo.

EL CONCEPTO DE MOTIVACIÓN

La Psicología siempre ha tenido como un elemento o línea de análisis esencial el


estudio de la motivación.

El concepto de motivación varía según la tendencia pedagógica o psicológica. No es lo


mismo la concepción de los procesos motivacionales desde la teoría de Skinner que
desde la teoría cognitiva o desde el modelo histórico cultural. De la forma en que se
conciban resultarán diversas estrategias que impactarán de forma distinta la aplicación
de planes y programas.

El Psicoanálisis destaca la importancia de los instintos y necesidades de carácter


biológico como factor motivacional esencial del comportamiento, no tomando en cuenta
el carácter histórico y socialmente determinado de la psiquis y la motivación humana.
Esta tendencia enfoca la motivación desde una perspectiva homeostática, según la
cual el hombre busca en todo momento mantener el equilibrio de las fuerzas biológicas
que operan en su interior. (Chivas Ortiz, 1994:30)

Desde esta posición, se otorga una gran importancia a los fenómenos inconscientes o
preconscientes. Uno de los aciertos de éste modelo es que plantea el estudio de la
motivación creadora desde una perspectiva dinámica, es decir, concibiéndola como un
conjunto de fuerzas en movimiento, lucha y conflicto, así como el haber ubicado a los
fenómenos afectivos como una de las causas fundamentales del pensamiento y
conducta humana en general y de la conducta creadora en particular.

Desde el conductivismo, el lazo estímulo-respuesta o la conexión conducta-reforzador


externo (para los neoconductistas) son los ejes esenciales para explicar la conducta
humana. Esta teoría deja poco espacio a los procesos motivacionales del tipo creador.

A pesar de sus desaciertos, esta teoría pone el acento en los factores ambientales –
aunque no los considera en su especificidad social y humana-, junto al despliegue de
un gran arsenal de métodos experimentales y un riguroso control de variables, que bien
pueden emplearse en adecuada proporción en el estudio de las motivaciones
creadoras en la educación. (Chivas Ortiz, 1994:31)

Ahora bien, desde la Psicología humanista se enfatiza el carácter activo y propositivo


que distingue a las motivaciones inmanentes en el ser humano, pero también dejan un
tanto de lado a los factores sociales externos. Carl Rogers y Abraham Maslow entre
algunos de los exponentes de ésta teoría, conciben que la conducta humana busca
continuamente la satisfacción de la necesidad y va más allá en la búsqueda de la
autorrealización y desarrollo de las potencialidades, es decir se persigue el crecimiento

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personal como la fuente primera de actos creadores. Se concibe al ser humano como
un ser que necesita satisfacer necesidades no sólo primarias como serían el hambre,
seguridad, sexo, sino que existen otras necesidades que llaman metanecesidades que
tienen que ver más con la parte espiritual del hombre (necesidad del arte, del juego, de
la recreación, del derecho al ocio, etc.).

Para la teoría cognitiva social, el interés surge como consecuencia de las


satisfacciones que se derivan del cumplimiento de las metas internas desafiantes y de
las autoperfecciones de eficacia generadas a partir de los logros propios y de otras
fuentes de información sobre la eficacia. A lo largo del desarrollo, y como consecuencia
de la educación entre otros factores, los mecanismos de autoevaluación y
autorrefuerzo van adquiriendo un papel cada vez más decisivo. En realidad, su
desarrollo es uno de los objetivos principales de la actividad educativa (Riviere, Angel,
en Coll, Cesar, comp.. 1990:77).

Esto es, existen diversos modelos para explicar los fundamentos de la motivación, que
tienen que ver con concepciones del aprendizaje, con el modelo que se tiene del papel
del profesor y del alumno en este proceso. No obstante, en un aspecto donde suelen
coincidir casi todos los estudiosos de la motivación y la creatividad,
independientemente de la posición teórica que asuman, es el de que las motivaciones
asociadas al acto creador pueden y deben ser estudiadas mediante el despliegue de
diversas acciones educativas, durante el proceso de enseñanza-aprendizaje. (Chivas
Ortiz, 1994:32)

Este trabajo utilizará como marco teórico de referencia la teoría de la actividad y el


modelo histórico cultural para tratar de entender la relación entre motivación y
aprendizaje.

En este sentido, parece pertinente partir de la categoría de aprendizaje, por lo que


retomaremos el concepto elaborado por la Dra. Otmara González Pacheco en su texto
Aprendizaje e Instrucción donde lo define como el proceso esencial de construcción y
reconstrucción de conocimientos, formas de comportamiento, actitudes, valores,
afectos que se producen en condiciones de interacción social en un medio
sociohistórico concreto en dependencia del nivel de conocimientos que posee el sujeto,
de sus intereses, estados de ánimo, actitudes y valores hacia diferentes esferas de la
realidad social y personal que lo conducen a su desarrollo personal y en ocasiones
también a los sujetos con los cuales interactúa.

Es necesario referir, que desde esta perspectiva teórica, la enseñanza se analiza como
fuente del desarrollo y la actividad concreta que el sujeto realiza como su determinante.
En éste sentido, el análisis debe conducirse hasta el examen de la unidad primaria de
la actividad, la acción que el sujeto realiza.

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Tratando de vincular los aportes teóricos del enfoque histórico cultural a la comprensión
de la MOTIVACIÓN como una de las primeras etapas del proceso de aprendizaje es
necesario referirnos a algunos conceptos de la obra de L. Vygotsky.

Vygotsky parte de la idea de que el desarrollo cognitivo no resulta de la acumulación


gradual de cambios independientes sino que más bien consiste en un proceso
dialéctico complejo que resulta del intercambio entre la información genética y el
contacto con las circunstancias reales de un medio históricamente constituido. Es decir,
el aprendizaje no es algo externo y posterior al desarrollo (como lo es para las teorías
mas idealistas), ni idéntico a él (como lo es para los conductistas), sino condición previa
al desarrollo (en una interrelación entre factores externos e internos), ya que el
desarrollo de las funciones superiores (atención, percepción, memoria y lenguaje) exige
la apropiación de instrumentos y signos en un contexto de interacción.

La enseñanza se realiza en contextos interactivos, donde las personas que rodean a


los estudiantes no son objetos pasivos, ni jueces de su desarrollo sino compañeros
activos que guían, planifican el proceso, esto es son agentes del desarrollo de estos
sujetos, parafraseando a Vygotsky: “es a través de otros como llegamos a ser nosotros
mismos”.

Para Vygotsky la mente no crece naturalmente ni sin ayuda. La inteligencia es la


agudeza para usar los conocimientos y procedimientos transmitidos culturalmente
como prótesis de la mente.

Así para este enfoque el concepto de cultura es muy importante ya que significa el
conjunto de representaciones, individuales y colectivas que dan sentido a los
intercambios entre los miembros de una comunidad.

Pensando en los intercambios que se realizan al interior del aula, esta categoría
permite reflexionar por un lado sobre la naturaleza social del aprendizaje humano, pero
sobre todo comprender que si la vida cotidiana es en gran medida heterogénea
precisamente por la mediación cultural e histórica, en el aula esta situación se refleja en
las historias distintas de nuestros alumnos, en los motivos que los acercan al
conocimiento, sus diferentes puntos de vista tanto desde los contenidos que manejan
como las diversas significaciones que dan a los distintos tipos de actividad que
realizan.

En no pocas ocasiones esto se nos olvida, pretendiendo que el trabajo lo realizamos


con grupos homogéneos, por lo que tendríamos más bien que preguntarnos ¿qué
papel juega la historicidad, el contexto cultural y la subjetividad en la motivación al
aprendizaje de nuestros alumnos? ¿Cómo podemos modelar y estructurar nuestras
estrategias de enseñanza para que las diferencias no se conviertan en un obstáculo
para lograr los objetivos? ¿Cómo lograr que el aprendizaje se convierta efectivamente
en desarrollo mental, en aprendizaje significativo?.

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En este sentido, Vygotsky es un teórico del crecimiento, da gran importancia al sistema
de apoyo social para conducir al sujeto a lo que el denomina la Zona de Desarrollo
Próximo, que consiste en la “distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por
la capacidad de resolver independientemente un problema y el nivel de desarrollo
potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un
adulto o en colaboración con otro compañero más capaz (Vygotsky, L.S. 1988:133).

La riqueza de esta categoría se revela en varias cuestiones: permite pensar el


aprendizaje como un proceso rico. Abierto e ilimitado con miras al desarrollo,
independencia y autorrealización de los sujetos, y que intenta siempre ir más allá de lo
que se espera como nivel de desarrollo real de los alumnos, es decir, desde este
enfoque se potencian las posibilidades del desarrollo del ser humano.

Reivindica el papel del profesor quien como mediador, facilitador y diseñador del
proceso de enseñanza-aprendizaje juega un papel esencial en el mismo, es decir, el
proceso de dirección, motivación, interiorización o formación de las estructuras
cognitivas que se mejora y optimiza cuando los procesos de mediación están bien
diseñados. Es justo en este sentido que Galperin habla de asimilación por etapas,
donde el punto de arranque lo constituye ni más ni menos que la motivación.

De lo anteriormente señalado podemos inferir que el papel de los sujetos que enseñan
es relevante en el proceso de aprendizaje.

Es entonces, el docente un sujeto social, activo y sensible que realiza acciones en


función de otros (sus alumnos). Su entorno se conforma por el sistema social, la
institución educativa y el sistema escolar, pero es precisamente en el aula donde las
acciones por el realizadas se concretan, representan y toman cuerpo. Así, el docente
es un agente activo y sensible a través del cual se hacen efectivos todos los elementos
del contexto y de aquí su importancia en el proceso educativo. Es decir, es una
persona con razones, intereses, necesidades y estilos de vida propios pero también es
un sujeto que tiene un papel activo, yo diría protagónico en la elaboración,
interpretación, facilitación y orientación del proceso de asimilación del conocimiento de
los alumnos, y por si fuera poco, también cabe señalar que los profesores tenemos una
tarea fundamental o esencial que no sólo se refiere a la tarea académica antes
señalada, sino a la creación de un espacio psicológico de interrelaciones humanas.
Como parte fundamental del reto de la institución educativa el profesor debe coadyuvar
a unir los intereses institucionales con los individuales en un ambiente de integración
sinérgica en donde la tarea y las relaciones humanas sean óptimas, donde se unifiquen
y armonicen la esencia con la existencia, el espíritu con la materia, la razón con la
emoción y la voluntad, la teoría con la práctica para ofrecer una síntesis superior con el
encuentro del ser humano en una experiencia educativa vital, integral.

Desde esta concepción general del proceso educativo, retomamos el concepto de


motivación que parecía haberse quedado un poco diluido en las disertaciones previas.

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Pero, estimamos que si el conocimiento que se va construyendo se despliega en un
ambiente gozozo, realmente estamos desarrollando una fuerza interior que tiene que
ver con lo que es la motivación y su papel en el proceso de aprendizaje de los alumnos.

A partir de las diferentes aportaciones al estudio científico de la motivación, se ha


logrado una concepción integradora de la motivación, que implica que ésta conforma el
sistema de motivos que funciona en la actividad dirigida a satisfacer las necesidades
del hombre y en consecuencia regula la dirección y la intensidad del comportamiento
del individuo ante determinadas situaciones.

Así, el motivo de la actividad se entiende como aquello que reflejándose en el cerebro


del hombre le incita a actuar y dirige esta actuación a satisfacer una necesidad
determinada. Este motivo puede ser externo o ideal, tanto dado perceptualmente como
en la imaginación, en la idea, lo principal es que detrás del motivo siempre está la
necesidad. Esto significa que la actividad no existe sin un motivo....la actividad
inmotivada es un sin sentido. (Segarte Iznaga, A.L. 1994:4).

La palabra motivación viene de “moverse”. Se habla de motivación como una fuerza


interna, una energía.

En nuestro sentido general, por “motivo” se entiende todo aquello que mueve o induce
a una persona a actuar de cierta manera para lograr un fin.

Los fines de nuestras acciones pueden ser elegidos conscientemente, al grado de estar
a veces subordinados unos a otros, en programas voluntarios de acción; entonces
solemos hablar de “voliciones”, “propósitos”, “quereres”. Pero pueden también
imponérsenos, colársenos en nuestros propósitos concientes, moviéndonos “a pesar
nuestro” echando a rodar nuestros programas de vida. (Villoro, Luis. Creer, saber,
conocer, 1986:103).

Analizar los motivos de la actividad de estudio implica siempre la valoración del sentido
que se forma del mismo la personalidad y por lo mismo ello permite analizar el carácter
de la enseñanza. Desde el punto de vista práctico permite conocer las condiciones de
mayor importancia en las cuales tiene lugar la formación de los jóvenes, futuros
cuadros especializados científico-técnicos. (Segarte Izanaga, A.L., Análisis de los
motivos de la actividad de estudio).

El motivo estimula al hombre a actuar, los motivos reflejan una necesidad humana, se
puede decir que el motivo constituye la objetivación de la necesidad (se convierte en
motivo cuando se organiza la conducta). Las necesidades del individuo son infinitas,
por eso si el estudiante no quiere estudiar, si no siente la necesidad de estudiar, no va
a aprender, pues su esfera motivacional probablemente esté puesta en el amor, de
deporte, etc. El estudio no se convierte en actividad sino en acción cuando el estudio
no satisface la necesidad del estudiante, esto es, no existe como motivo, por ejemplo si
quiere obtener el título para obtener prestigio, el estudio es más bien una acción pero

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no una actividad. Para el proceso de enseñanza la mejor variante se da cuando los
estudiantes encuentran en el estudio un verdadero motivo. (Conferencia brindada por la
Dra. Nina Talizina, Nov. 1993, UAM-X).

La motivación entendida como un proceso, es resultante de la unión de lo cognitivo y lo


afectivo.

Esto nos remite nuevamente a la importancia de dar significado y sentido al


conocimiento, para lograr que el conocimiento se convierta en un motivo y por tanto en
actividad.

Es precisamente a través de la motivación que el hombre se entrelaza con la realidad


concreta. Es la motivación un tipo de proceso mediador o reflejo del ambiente, en el
cual el carácter social e históricamente determinado de los objetos y fenómenos que
refleja, también influye y condiciona sus características estructurales y modos de
funcionar. Las fuerzas motrices del comportamiento humano toman su carácter y
significado de las condiciones concretas de su existencia (Leontiev, A. 1983).

La motivación humana tiene un carácter histórico y socialmente determinado, lo que


significa que la motivación para la creación se aprende y es susceptible de formarse a
través de una educación modelada para tal fin, donde sea posible llevar al alumno a un
nivel de conciencia que promueva la “voluntad de saber”.

La categoría motivación implica la presencia de una cierta conducta direccional, que


puede ser volitiva y conciente donde hay una táctica instrumental que se realiza a
través de objetivos parciales y finales.

Un elemento componente esencial en la motivación lo constituyen los estados y


disposiciones afectivas. Se puede decir que la conducta motivada es imposible de
entender fuera de los marcos de la esfera emocional de valoración.

El ser humano valora los objetos y las situaciones que lo rodean, los jerarquiza de
acuerdo a la importancia y al significado que les asignen. Según sea la intensidad de
los afectos asignados, será menor o mayor la intensidad de los diferentes móviles del
comportamiento. Esto determina directamente las características del sistema
motivacional en cuento al grado, dirección y valor que adquieren los diferentes
comportamientos. (Chivas Ortiz, 1994:35).

Las emociones están presentes desde el inicio mismo del proceso motivacional. El
sujeto sólo se trazará objetivos a mediano, corto y largo plazo, allí donde se encuentre
involucrado afectivamente.

Se dice que en la motivación están presentes factores extrínsecos y factores


intrínsecos.

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Se ha definido a la motivación intrínseca como aquella que conduce a la realización del
comportamiento aunque no existan premios o cualquier otro tipo de reforzadores
internos, o como aquella motivación interna referida a unos cometidos en que la
ejecución del proceso creativo y la satisfacción que en él se alcanza constituyen en sí
mismo la meta.

La motivación extrínseca es la que resulta de los reforzadores externos o aquella


donde el producto creativo es sólo el medio para obtener determinados objetivos o
realizaciones externas, donde la satisfacción proviene de los fenómenos sociales
concomitantes.

Desde las teorías de más actualidad, Felipe Chivas señala que no es la motivación
intrínseca en sí misma el tipo de motivación imprescindible para la creatividad, sino que
lo más importante es la motivación focalizada en la tarea y por ello el surgimiento de
ésta es lo que se debe estimular en la educación.

Este autor sostiene que determinadas motivaciones intrínsecas y extrínsecas favorecen


la expresión de la creatividad siempre y cuando éstas favorezcan el alcance de
objetivos educativos específicos. De ahí la necesidad de fomentar ambos tipos de
motivaciones para facilitar el comportamiento creativo de educadores y educandos.

Ahora nuevamente la pregunta: ¡Cómo favorecer en el estudiante la formación de


motivos cognitivos a partir de los contenidos de los programas de estudio? ¡Cómo
convertir los objetivos de enseñanza en objetivos personales de los alumnos?.

Algunas vías propuestas por la Dra. Otmara González Pacheco en su texto Aprendizaje
e Instrucción son las siguientes:
• Utilización de la enseñanza problémica como generatriz del conocimiento.
• El vínculo con las necesidades y exigencias del desarrollo social, para subrayar la
utilidad y el significado del conocimiento en el contexto en el que se desenvuelve el
estudiante.
• Participación del estudiante en la definición de algunos objetivos y contenidos de su
interés.
• Dosificar las tareas y exigencias para contribuir a fortalecer el interés.
• Considerar el error o las insuficiencias como elementos que contribuyan al
desarrollo personal.
• Tratar de lograr un mayor interés del estudiante más por el proceso de conocimiento
y no tan sólo por sus resultados.

Algunos otros elementos resultado de la discusión y análisis en el Curso de Didáctica


de esta Maestría fueron los siguientes:
• La necesidad de que el profesor vaya ubicando cuales son las resistencias del
grupo.
• Es necesaria una gran calidad y precisión conceptual pro parte del profesor.

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• Flexibilidad en el manejo de los contenidos, tomando en cuenta las características
del grupo.
• Adecuada utilización del amor propio del estudiante para aprovechar bien sus
potencialidades ya que en algunas ocasiones tienden a decir no puedo por no decir
tengo miedo.
• Reafirmar el sentimiento de autoconfianza y elevar la autoestima de los alumnos.
• La motivación es una fuerza expansiva y contagiosa, es también un proceso que se
construye, por lo creo que como profesores estamos obligados a buscar el
encuentro cognitivo y afectivo con nuestros estudiantes y no bordar sobre un
alejamiento.

BIBLIOGRAFÍA

Chivas Ortiz, Felipe. “La motivación para crear en los marcos de la educación”, en
Revista Cubana de Educación Superior. Vol14, No.2, CEPES-UH, La Habana, Cuba,
1994.

Chivas Ortiz, Felipe. “Motivaciones y estados afectivos específicos: propuestas para su


estudio en los marcos de una educación con exigencias creativas”, en Revista Cubana
de Educación Superior. No.1, CEPES-UH, La Habana, Cuba, 1995.

González Pacheco, Otmara. Aprendizaje e Instrucción. CEPES-UH, La Habana, Cuba,


1994.

Leontieve, A.N. Actividad, Conciencia y Personalidad. Ed. Pueblo y Educación, La


Habana, Cuba, 1983.

Segarte Iznaga, A.L. Análisis de los motivos de la actividad de estudio. Facultad de


Psicolog{ia, Universidad de La Habana.

Talizina, Nina. La teoría de la actividad de estudio, como base de la didáctica en la


educación superior. Universidad Autónoma metropolitana, Xochimilco, México, 1994.

Tapia, Jesús A. y Montero García-Celay, Ignacio. “Motivación y aprendizaje escolar”, en


Coll, Palacios, Jesús et. Al., Desarrollo Psicológico y Educación. Ed. Alianza Editorial,
Madrid, 1990.

Villoro, Luis. Creer, Saber y Conocer. Ed. Siglo XXI. México, 1986.

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