DÍA DE LAS FUERZAS ARMADAS
Por: Paul Ledesma Rios
El 24 de septiembre de cada año el Perú
celebra el Día de las Fuerzas Armadas, bajo
la advocación de Nuestra Señora de las
Mercedes, denominada Gran Mariscala del
Perú.
Nuestras fuerzas armadas, aventaja y
excede, en trascendencia y en solemnidad, a
muchos otros patronazgos en América Latina
y en el mundo, particularmente, porque
conjuga la conciencia religiosa con la
voluntad de protección, esperanza y
patriotismo de todos los peruanos, para así
conferirles a sus actitudes y supo o no quiso terminar oportunamente, el
comportamientos, relacionados con las
instituciones armadas, un aura de verdad y
de compromiso singular.
Los herederos de Francisco Bolognesi,
Miguel Grau y Abelardo Quiñones, es decir,
el Ejército, La Marina de Guerra y la Fuerza
Aérea, celebran este día tan conmemorable,
en gratitud a la patria, su fe cristiana y la
renovada promesa de servicio en defensa de
los grandes y sagrados intereses nacionales,
renovando su vocación y mística de soldados
hechos a la medida de nuestra gran nación,
abierta al porvenir de grandeza que le
corresponde.
Tal vez ahora, como en ninguna otra
oportunidad sea menester destacar la férrea
unidad de las instituciones tutelares de la
República, no solo en defensa de la
integridad territorial y del orden interno,
sino también en defensa del estado de
Derecho y de la democracia que la mayoría
de los peruanos escogió como método de
vida en sucesivos procesos electorales. Y
más aún su activa y decisiva participación en
las trascendentales tareas del desarrollo
económico y social de nuestro pueblo.
Las Fuerzas Armadas del Perú, además está
decirlo, se han metido en el corazón del
pueblo tras todas las circunstancias en que
con decisión, valentía y coraje arrojaron del
suelo patrio a las fuerzas invasoras que
pretendieron hollar nuestro territorio. Y
cuando luego de una firme decisión política
liquidaron con el aporte incuestionable de
las fuerzas policiales, a las huestes
terroristas que intentaron adueñarse de la
República con un baño de sangre y
destrucción que una miopía irresponsable no
pueblo se puso como tenía que ser más
cerca de los soldados que integran el
Ejército. La Marina y La fuerza Aérea, que
provienen de las entrañas misma de la
nacionalidad, los civiles; es decir, la sociedad
civil, se puso de pie con los ronderos a la
cabeza para demostrar al mundo que en un
país integrado por una comunidad de ideales
de grandeza, es sencillamente invencible.
Como consecuencia de ese esfuerzo
mancomunado nuestro pueblo fue el
triunfador silencioso y anónimo, de una
batalla histórica dada en su nombre. Por eso
ahora, bajo la protección de la Virgen de las
Mercedes estamos librando, pueblo y Fuerza
Armada, la gran batalla contra la miseria y la
pobreza. Con la unión y el trabajo leal la
victoria alcanzaremos.
Es oportuno avivar a nuestras Fuerzas
Armadas con un ¡Viva, el Perú, Viva nuestras
Fuerzas Armadas!