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I.

INTRODUCCION

El hablar bien ha sido de gran importancia, para el hombre, desde siempre.


Tanto en el ámbito de la política, como en el de los círculos privados. Durante una
celebración, ya sea privada o no, una negociación, no faltan las ocasiones en que
el ser humano se ve comprometido en tomar la palabra en nombre de determinada
comunidad.

El entusiasmar y convencer a los demás, mediante palabras adecuadas,


construcción y entonación oracional correcta puede aprenderse y aprehenderse.
Las técnicas que se pueden captar son importantes medios auxiliares, que
contribuyen a trasladar, de forma óptima a la realidad, el mensaje que se quiere
transmitir, mediante el uso de la palabra en forma oral.
II. REVISION DE LITERATURA
2.1. Oratoria

Oratoria es el arte de expresarse en público por medio de la palabra; arte


que obedece a reglas intelectuales, Morales y materiales. No debe confundirse con
elocuencia, que es una facultad, mediante la cual, valiéndose de la palabra, el
hombre convence, persuade y deleita.

La elocuencia es, pues un don; la oratoria es un arte. La elocuencia (un


don), ha existido siempre; pero el arte de la oratoria sólo ha podido cultivarse en
épocas favorables. La libertad es condición indispensable para un desarrollo. Por
eso, el primer pueblo que contó con grandes oradores de ser un pueblo «libre»: el
griego.

2.2. Práctica de la Oratoria


2.2.1. Requisitos para ser un buen orador
 Un buen orador debe estar preparado y conocer perfectamente la función
referencial que va a exponer.
 Hablar de campos que conoce, por tanto, se requiere de una intensa
documentación.
 Pensar previamente, en posibles preguntas y argumentos en contra del
discurso.
 Dominar el tema a la perfección.
 Conocer al auditorio o, por lo menos, ser capaz de juzgarlo en poco tiempo.
 Saber claramente, cuáles son los objetivos que se persiguen con la
disertación y, sobre todo, cómo se van a desarrollar.
 Estructurar la disertación de manera óptima.
 Saber expresarse.
 Disponer de una buena competencia enciclopédica.
 Utilizar expresiones técnicas o extranjerismos, que sean necesarios, pero,
Siempre y cuando se haga entender.
 Recurrir a vocabulario específico, dependiendo de los conocimientos previos
del público.
 Demostrar seguridad estilística.
 Emplear citas o refranes en momentos adecuados e, indicando la fuente de
cita.
 Ser capaz de convencer y estar seguro de ello.
 Mostrar compromiso con el tema, mediante la manifestación de interés.
 Motivar al público, atrayéndolo mediante la persuasión.
2.2.2. Fundamentos en el lenguaje

Tenga en cuenta los siguientes principios que pueden ayudar a un


entendimiento óptimo en su intervención:

2.2.2.1. Expresión sencilla y acertada

Manifestar, con sencillez, hasta los temas más complejos; esto facilita y
hace posible que se preste atención y, también, que se entienda lo que se está
diciendo.

Tenga en cuenta la siguiente frase: “Se debe hablar con sencillez, pero
pensar de forma complicada, ¡no al revés!”.

Hablar con sencillez y con acierto son dos aspectos que van articulados.
Escoja las palabras con sumo cuidado y meticulosidad, ya que éstas deben ir
ligadas a un determinado significado emocional. Cualquier palabra despierta
sentimientos que no tienen por qué ser los mismos en todos los oyentes ni tampoco
coincidir con los suyos; por tanto, tenga en cuenta las emociones que puede generar
en su auditorio el vocabulario que usted elija.

2.2.2.2. Estructuración clara

En algunas ocasiones, puede resultar útil explicar previamente, la estructura


del discurso. A los asistentes, se les puede proporcionar una especie de esqueleto,
que con sus ideas y palabras se irá recubriendo de contenido. Usted puede
presentar el esquema de su discurso utilizando, por ejemplo, las siguientes
fórmulas:

 “Voy a resaltar tres observaciones sobre lo dicho. Respecto con el primer


punto…de acuerdo con el segundo…”
 “Quiero destacar dos aspectos fundamentales. El primero…, en cuanto al
segundo…”
 “Revisemos estos planteamientos a través de su desarrollo cronológico. En
el año xxxx; después... En épocas más actuales. Y hoy…”
 “La señora XX, ha proporcionado un dato muy relevante alusivo al tema.
Veamos ahora las tres alternativas que se nos ofrecen. Primero hablemos
de…”

 “Dentro de la gran variedad temática que se podría tratar aquí, voy a


destacar, únicamente cuatro aspectos fundamentales. El primero de ellos se
relaciona con…veamos ahora el segundo… y por último…”

2.2.2.3. Estilo Fluido

El estilo es la forma, la vestimenta externa. Básicamente, se debe


considerar los siguientes puntos:

 Evite encadenar un sustantivo detrás de otro. En su lugar, utilice verbos,


siempre que pueda, ya que éstos representan acción continua y, por tanto,
proporcionan mayor vivacidad al discurso. Es recomendable decir:
“considerar” que “consideración”.
 Procure que sus demostraciones sean positivas y vivas, evitando las
construcciones pasivas y negativas. Así, es mejor decir: “los saludo” que “me
alegro de poder saludarles”.
 Hable de forma gramaticalmente correcta. En este sentido, es preferible que
elija palabras y construcciones sencillas, y no formas complejas y
altisonantes que muy probablemente, no domine del todo.
 Hable de la forma más gráfica posible, de tal manera que los oyentes se
puedan reconocer con lo que usted dice.
 Evite las muletillas y palabras de relleno (o sea, o sea no, no, si, si, y, bueno,
y entonces pues, e, e, bueno, y ya etc.)

2.2.2.4. Pronunciación correcta

El discurso vive de la variedad. Por tanto, no hable demasiado rápido ni


lento. Tampoco se trata de que su pronunciación alcance la perfección, propia de
un actor, puesto que ésta no es su profesión. Sin embargo, sí debería tratar de
cuidar sus cuerdas vocales y resultar un orador agradable a sus oyentes.

El tartamudear la repetición de sonidos, sílabas o palabras enteras,


condicionado por un bloqueo al hablar, es un trastorno conocido, desde siempre,
por un orador poco experimentado. Terapias de autoayuda, individuales o en grupo,
son métodos de plena actualidad para enfrentarse a los trastornos del habla que
nos comprometan en el momento de nuestra intervención.

2.2.3. Reglas de oro del buen orador


2.2.3.1. Limitarse a lo esencial

No abuse del tiempo y paciencia de su público. Limítese a contar mucho de


pocas cosas. Esta regla exige que nos concentremos en lo fundamental, eliminando,
sin ningún tipo de consideraciones, aquello que pueda resultar superfluo. Hable,
mientras tenga algo que decir, pero no más. Un discurso que no haya sido
convenientemente, preparado acaba, siempre en un desastre. Si mientras está
hablando se le ocurre que podría mencionar esto, aquello o lo de más allá, su
discurso no acaba, además, resulta vacío de contenido, sin que pueda resaltar lo
importante de lo secundario y poco a poco va quedando atrapado en un callejón sin
salida.

Evite recurrir a frases como las siguientes, que son las que lo llevan al caos
y a perder los papeles:
 “Lo mismo me ocurrió cuando…”
 “Eso me recuerda que…”
 “Nosotros tuvimos una vez…
 Yo también estuve en…”

Trate de utilizar frases, que lo saquen de problemas, como las siguientes:

 “Ahora bien, no creo que sean necesarios más ejemplos”.


 “Creo que estos ejemplos han demostrado, claramente que…”
 “No creo que sea necesario entrar en más detalles”
2.2.3.2. Un discurso no es un escrito para leerlo

El lenguaje escrito tiende a las frases complicadas y largas con numerosas


oraciones secundarias y explicaciones, excesivamente pormenorizadas. Aquel que
se limite a leer, sin más un manuscrito, cuidadosamente elaborado y redactado, no
debe extrañarse de que el público no pueda seguirle y se dedique a otros
quehaceres, pues mientras lees no puedes dominar el auditorio en una forma total.

Después de preparar su discurso, es recomendable elaborar fichas en


donde tome atenta nota de las ideas relevantes de su intervención y en cuanto sea
posible, mediante palabras clave. Con esto, su palabra resulta más viva y
comprensible.

2.2.3.3. Humor y capacidad de respuesta

El buen humor es el mejor remedio para relajar situaciones tensas y dejar


ver al ser humano que se esconde tras el orador. Cualquier discurso admite un
toque de humor, lo que contribuye a que sea más viva la presentación. La risa
también, proporciona un breve respiro antes que tener que concentrarse de nuevo
en seguir el hilo de la conferencia.

Un lenguaje vivo y alegre se basa en una actitud positiva ante la vida y un


acentuado sentido de los contrastes. Una persona con buen sentido del humor
despierta numerosas simpatías. Vale aclarar que darle, al discurso, un toque de
humor no quiere decir, ni mucho menos, que el orador comience a contar chistes ni
a convertirse en un payaso de circo.

2.2.3.4. El calor humano

Mostrar sentimiento es lícito, pues un orador no es un autómata. Los


sentimientos son propios de la humanidad y quien sea capaz de manifestarlos
triunfa también como persona. Una personalidad así, convencerá también como
orador, porque muchas veces es más decisiva la forma de decir algo que lo que se
dice exactamente. Muestre por ello, según la situación, su entusiasmo, enfado,
alegría, esperanza, dolor, etc., pero siempre, con mesura.

Muestre, a su público, cuál es su actitud emocional, respecto con un


determinado tema. Pues, el oyente también, quiere esto y no únicamente, un sinfín
de datos o argumentos. Ponga en donde convenga las manifestaciones de
emociones; tenga siempre, presente la función emotiva manifiesta por Roman
Jackobson.

2.2.3.5. El Egoísmo

El individualismo es una forma elegante de todos los egoístas. Solo nos


movemos y actuamos cuando miramos con ojos de sacar provecho de una
situación. Se compra un objeto, solo si me resulta útil; intervenimos cuando se trata
de satisfacer nuestras necesidades.

Lo anterior conlleva a reflexionar sobre la concepción de discurso que


tengo. Naturalmente, lo que se busca con éste es pensar en el provecho, pero no
en el mío, sino el de mi interlocutor; entonces, debo tener presente los siguientes
cuestionamientos:

 ¿Qué información le voy a transmitir?


 ¿En qué medida le puede servir?
 ¿Cómo le voy a transmitir la información?
 ¿Qué reacción puede tomar respecto de mi intervención?
Además de lo anterior, debo tener presente que el oyente debe sacar algún
provecho o beneficio del tiempo que dedica a prestarme atención, lo que me obliga,
como orador, a dar lo mejor de mí en la intervención.

2.2.3.6. Hablar con un objetivo claro


 Siempre, piense en su objetivo. Todo lo demás estará supeditado al mismo.
 Persígalo de manera constante, pero no empecinada. Ello, exige flexibilidad
y amplitud de miras. Su meta, solo resultará alcanzable cuando se convierte
en una realidad.
 Entonces, no pierda nunca de vista su propósito.
 En pocas palabras, al final del discurso quedará claro cuáles son los objetivos
del mismo y hasta qué punto, éstos son también, una invitación a que el
interlocutor actúe.
2.2.3.7. Utilizar el lenguaje adecuado

No siempre el emisor y el receptor entienden lo mismo por esta o aquella


palabra o expresión. A veces, resulta difícil encontrar un lenguaje común. Pero sólo
en este ámbito de lo común es donde la astucia del orador debe ser utilizada para
adaptar su lenguaje al público.

Hablar frente a un grupo de personas del agro exige un lenguaje distinto al


que se utiliza ante el consejo administrativo de un banco o frente a una comunidad
académica.

Por lo anterior, siempre piense en el nivel lingüístico en donde se debe situar


y lo más importante, si lo domina o no.

2.2.3.8. El Empleo del “Nosotros”

No pretenda predicar o moralizar, desde una actitud superior, que, por


cierto, hoy no suele gustar a nadie, por el contrario, inclúyase en lo que dice. Sobre
todo, si tiene cosas desagradables que comunicar, usted no se debe quedar por
fuera.
De lo anterior, se infiere que se debe crear un ambiente de comunidad entre
los asistentes y el orador mediante la identidad colectiva; por tanto, siempre, utilice
el “nosotros” y evite la situación conflictiva y dominante del “yo” o del “ustedes”

2.2.3.9. Lenguaje limpio, vivo y expresivo

Si pretende utilizar modelos de explicación abstractos deberá explicarlos


con ejemplos concretos, pues el ofrecer detalles permite, al público, relacionar lo
afirmado con alguna experiencia de la vida propia.

Cuente, narre, describa, mediante argumentos sólidos y no se limite a


reproducir un simple listado de datos.

2.2.3.10. Haga uso de las figuras retóricas

Todos utilizamos figuras de dicción, pero no todos lo sabemos. Una forma


magnífica de relacionar nuestro discurso es por medio de las figuras retóricas.
Añaden una gran plasticidad a nuestras palabras, son ilustrativas y aclaratorias. Las
figuras de dicción forman parte de nuestro lenguaje cotidiano; de lo anterior, se
puede corroborar que debemos hacer un buen uso de este recurso estilístico.

2.2.4. El lenguaje corporal

La impresión que produce una oradora o un orador, no solo se fundamenta


en el lenguaje verbal, sino que además, abarca otros factores como la mirada, la
mímica, la gesticulación, la posición, la vestimenta, propios del lenguaje no verbal.

Aquellos gestos que se repiten, continuamente, sin que estén en relación


con un contexto determinado se denominan “tics”, éstos son inconscientes. El
ajustarse, permanentemente, las gafas, el rascarse la nariz, la oreja, llevarse la
mano al cabello, humedecerse los labios con la lengua o carraspear pueden
resultar, a la larga, molestos para el interlocutor, ya que distraen y, por lo tanto,
irritan. Por esto, se debe intentar abandonarlos, si es necesario con la ayuda de
algún amigo o familiar que nos llame una y otra vez la atención sobre ello.
Cuando se trata de pronunciar un discurso o de intervenir en un debate aleje
de sí todos aquellos objetos que puedan dar inicio al juego con ellos durante el
tiempo del discurso.

La gesticulación comprende todo movimiento de brazos y manos. Ésta le


ayuda a subrayar, explicar y mostrar todo aquello para lo cual no le bastan las
palabras. La gesticulación equivale, por tanto, a una acentuación o aclaración de lo
que se dice con la palabra.

Los gestos tienen que corresponderse con su carácter y su temperamento;


son espontáneos no olvide que “únicamente aquello que usted es, en pleno sentido
de la palabra”, transmite credibilidad y posee el poder de la convicción. Un gesto
debe iniciarse inmediatamente antes del momento central del discurso. En la
mayoría de los casos el gesto, en cuestión, concluye antes que la expresión o
manifestación a la que acompaña.

Las cejas enarcadas indican sorpresa o que se desea más información,


mientras que el ceño fruncido señala enfado o concentración. La mímica que usted
adopte depende, en gran medida, de cómo se sienta o de lo que se esté haciendo
en un momento determinado. El empleo consciente de la mímica puede crear un
ambiente positivo.

El hábito hace al monje. Es importante la forma como se debe vestir cuando


tengas que pronunciar un discurso ante un auditorio más o menos nutrido. A
continuación se dan algunas pautas para cuando llegue el momento:

La vestimenta debe estar limpia y bien cuidada.

 El traje debe ir de acuerdo con la ocasión, la temática y su posición (no


parece muy lógico asistir a un concierto de música rock con una corbata o
con una camiseta rockera a un recibimiento oficial.
 No descuide el corte del cabello, la barba ni lustrar los zapatos.
 No caiga en la exagerada seriedad. El traje de chaqueta puede quedarse en
el armario, sobre todo, si hay que ponerse ante las cámaras de televisión.
 No se debe abusar de los perfumes, que a su modo constituyen un segundo
vestido. Los olores penetrantes invitan más a mantener la distancia que a un
coloquio.
2.2.5. El miedo escénico

Se llama miedo escénico al pánico al hablar ante un público. De acuerdo


con algunas investigaciones, pueda que se trate de uno de los mayores miedos del
hombre, pues altera el pulso y el metabolismo en general, lo cual se manifiesta a
través de síntomas llamativos como palpitaciones, sudores fríos, sonrojo, garganta
seca, agarrotamientos musculares o la típica voz temblorosa.

Un cierto grado de nerviosismo es normal, casi todos los oradores lo


experimentan, incluso los famosos presentadores de televisión. Esta alarma natural
del cuerpo es un buen síntoma para indicar que se está tomando en serio la
situación, que uno no se enfrenta a ella con suma indeferencia. Al fin y al cabo sentir
inhibiciones significa que se es capaz de un autocontrol ¿o es que le gustaría
mostrarse totalmente, indiferente a la presentación?

Unas recomendaciones, previas a la presentación del discurso, aunque no


contribuyan a solucionar en forma total los nervios, sí por lo menos generan
momentos de seguridad, gracias a los preparativos para la intervención, podrían ser
las siguientes:

1. Conocer bien el tema. Debe mostrar su buena preparación. Tanto el nivel


como el contenido de su exposición coincidirán con lo que el público espera
de usted.
2. Tener unos objetivos claros. No pierda nunca el objetivo planteado para la
intervención, esto contribuye a no desviarse del tema y a no caer en la
tentación de pensar que todo se debe decir de repente.
3. Dominar principio y final. Esto le ayudará a dominar los nervios iniciales –que
es el momento más delicado- y a acabar, en forma airosa la presentación.
4. Inicio pausado. Llegue tranquilo al escenario, ubíquese con calma y
seguridad antes de comenzar a disertar.
5. Medios auxiliares adecuados. Asegúrese, previamente, qué medios técnicos
se van a utilizar: video beam, micrófonos, grabadoras, luces, etc., esto le dará
confianza.
6. Ropa adecuada. La vestimenta debe estar en consonancia con el evento y
con el público; en lo posible se recomienda llevar una prenda con bolsillo
para llevar las fichas que se van a utilizar. Tenga siempre en mente que la
ropa le puede proporcionar seguridad o le puede hacer pasar momentos de
nerviosismo y sentirse en el lugar equivocado.
7. Una de las más importantes recomendaciones: el entrenamiento. Cuanto
más pueda practicar más seguro se sentirá. Recuerde: no deje escapar
cualquier oportunidad de hablar en público, pero con la preparación
necesaria para la ocasión.
2.2.6. La hoja en blanco

De lo que se ha hablado, sobre los nervios, puede deducirse que no hay


orador que se vea a salvo de quedarse atascado en alguna ocasión. Sin embargo,
no siempre la causa radica en el miedo escénico. Quien, sencillamente sabe
demasiado poco, quien no sabe o no puede concentrarse, quien está cansado o se
irrita por los gritos y el murmullo que reina en el escenario, no obtendrá buenos
resultados, con o sin nervios.

La hoja en blanco, en un principio, no debe tener mayor trascendencia, pues


el público no tiene por qué darse cuenta de que, en esta ocasión la pausa nace de
una necesidad y mucho menos sabe cómo continua el discurso; además, el
auditorio es muy tolerante respecto con ciertas pausas, que hacen sentir al orador
como lo que es: un ser humano. Por norma general, una pausa debe durar alrededor
de siete segundos, cuando se pasa de este tiempo, ya comienza a ser excesiva.
Durante este lapso de tiempo el orador puede buscar y encontrar la salida a la
situación sin que el público se dé ni siquiera cuenta de lo sucedido.

De todos modos, ensaye una y otra vez aquellas situaciones críticas que se
puedan presentar. Piense cómo reaccionaría si llegase a perder el hilo o si el
hablante previo a usted se le anticipara en sus conclusiones. Busque situaciones
alternativas de este tipo:

¿Qué puedo hacer, en caso de que la mente se me quede en blanco? Ponga


en práctica las siguientes recomendaciones:

1. Reconózcalo. A veces basta con decir “¡Vaya, perdí el hilo!” o “No sé por
dónde iba”, con esto logra relajar la situación. Pero no pidas disculpas por
ello, ni intente ofrecer explicaciones, como por ejemplo: “Es que he tenido
poco tiempo para prepararme” o “Es que no he podido dormir bien porque
estoy enfermo”.
2. Repita lo mismo con otras palabras. “esto quiere decir concretamente que…”
3. Sáltese una parte, pero en forma discreta y comience con el punto siguiente.
En este caso, utilice expresiones como: “Vamos ahora con el punto…”. Si le
es posible, retome el punto omitido con alguna frase adecuada, del tipo: “Se
preguntarán por qué no mencioné el punto…bien…”
4. Precise lo dicho mediante un ejemplo.
5. Muestre el proceso de cómo ha llegado a ciertas conclusiones, cuál ha sido
el camino recorrido. “Les voy a relatar cómo se ha llegado…”
6. Tenga mucho cuidado con las frases inconclusas. Busque terminaciones
adecuadas. Pero no se eternice. En caso de duda haga un cierre prudente al
punto en cuestión y comience con el siguiente.
III. REFERENCIA BIBLIOGRAFICA

 https://es.scribd.com/doc/16933086/tecnicas-de-expresion-oral

 https://miedohablarenpublico.wordpress.com/2012/08/15/como-aprender-
oratoria-de-manera-practica-y-sencilla/

 https://prezi.com/2cyws_pgiejc/teoria-tecnica-y-practica-de-la-oratoria/

 https://www.casadellibro.com/libro-guia-practica-de-la-oratoria-hablar-
exponer-convencer/9788488893666/668313
ANEXO

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