Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
posmodernización
El cambio cultural
económico y político
en 43 sociedades
CIS
Centra de Investigaciones Sociológicas SIGLO VEINTIUNO
DE ESPAÑA E D I T O R E S
2. EL CAMBIO EN EL NIVEL INDIVIDUAL Y EL CAMBIO
EN EL NIVEL SOCIETAL
Pero precisamente en esos mismos años las actitudes hacia los afro-
americanos eran claras y firmemente mantenidas en muchos lugares de
los EE UU. Si se hubiera llevado a cabo exactamente el mismo experi-
mento en 1934 utilizando negros en lugar de chinos, lo más probable es
que una buena proporción de propietarios de restaurantes respondie-
ran que no servían a negros para luego proceder a hacer exactamente lo
que habían expresado. Para los que recuerden cómo eran los asientos de
la barra de un restaurante y las prolongadas luchas contra la segregación
de los años sesenta, es evidente que las actitudes y los comportamientos
respecto a los afroamericanos eran congruentes (y demasiado racistas).
Durante la primera parte de este siglo e incluso hoy día una buena pro-
porción de estadounidenses expresa actitudes negativas hacia los negros
y llegan hasta excluirlos de todos los aspectos de su vida.
En pocas palabras, las actitudes no determinan el comportamiento
de un modo directo. También debemos tomar en cuenta los factores si-
tuacionales. Pero lo mismo sucede con las situaciones: por sí mismas no
determinan el comportamiento. El comportamiento requiere tanto mo-
tivos como oportunidad.
80
. EEUU. T
•* * " / im Japón
• . * A Suiza
Alemania
70
China t
»• Rusia
o
¡c
CO
§ 60
India-
Cu
73
Q) •
T3 •»
ce •>
N
CD Bután'
o.
tn
LU
40
Guinea-Bissau
I
30
O 10.000 20.000 30.000 40.000
PIB per cápita en dólares EEUU
mucha variación entre las naciones, pero la longevidad es cada vez me-
nos una cuestión de nutrición adecuada y equipamientos sanitarios, y
cada vez más un producto de la ingesta de colesterol, del consumo de ta-
baco y alcohol, del ejercicio, de los niveles de estrés y de la contamina-
ción del medio ambiente. La esperanza de vida está cada vez más deter-
minada por el estilo de vida y las pautas de comportamiento que por la
economía.
Algunos de los fenómenos culturales más sorprendentes se pueden
interpretar como una respuesta racional a este cambio de los factores
económicos a los relacionados con el estilo de vida como principales de-
terminantes de la supervivencia. Por ejemplo, hace una generación, los
estadounidenses se destacaban por su escasa disposición a pasear incluso
en distancias cortas. Algunas personas comentaron jocosamente que la
siguiente generación nacería con ruedas en vez de piernas. No ha sido
así. Muy al contrario, dos décadas después e\jogging y la preocupación
por la salud han ganado importancia. También ha aumentado la preocu-
pación por evitar el colesterol y los aditivos en la comida, gana apoyo el
movimiento para reducir la contaminación medioambiental y la prohibi-
ción de fumar en lugares públicos, y crece el interés por estilos de vida
menos estresantes; todo esto refleja una conciencia extendida de que hoy
la longevidad guarda más relación con el estilo de vida que con la renta.
La estabilización de la curva no refleja sólo efectos de tope. En 1975
sólo un puñado de naciones tenía esperanzas de vida que sobrepasaban
los 70 años, pero en los años siguientes la esperanza de vida de casi todas
las naciones aumentó varios años. En 1990 la esperanza de vida de las
mujeres de Suiza y Japón aumentó a cerca de 80 años, edad que casi se-
guro no representa un tope biológico. En la sociedad industrial avanza-
da, el segmento demográfico que más crece es el grupo de población de
100 o más años de edad. Las naciones más desarrolladas todavía tienen
un margen considerable para aumentar su esperanza de vida, pero este
aumento ya no está tan relacionado con el desarrollo económico como
antes. Así, la esperanza de vida de la ex Unión Soviética disminuyó nota-
blemente durante las décadas de 1970 y 1980 y continuó disminuyendo
tras el colapso de la URSS. En buena medida, esto parece reflejar facto-
res histórico-culturales, como el aumento de las tasas de alcoholismo y el
estrés psicológico. Por contra, los países del Este Asiático hace tiempo
que se distinguen por tener una población muy longeva. China, Corea
del Norte, Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Japón (actualmente líde-
res mundiales en esperanza de vida) han demostrado históricamente una
esperanza de vida mayor de la que hubiera predicho su nivel económico.
80 Ronald Inglehart
!
El cambio en el nivel individual y el cambio en el nivel societal 81
yi
Islandia
Países Bajos • Suecia
84 -
Dinamarca
• Irlanda del N. • Noruega
, Irlanda
77 • Bélgica • EEUU
G. Bretaña * Finlandia
•
70 Canadá Alemania Occ.
• Francia
• España * Italia
63 —
• Austria
. Polonia t Alemania Or.
ZJ 56 — Argentina Japón
no Chile •*Brasil Corea del Sur
• México ••
49
• Turquía Portu9al
O>
c
a> 42 ~* China
co
CD 35 ~~ Nigeria
T3
* « Checoslovaquia
O ,. » Sudáfrica
28 -• India \a
73
* Estonia
21 —
14 • Lituania
• Letonia
7
• Moscú
Bielorrusia
0 — Bulgaria •• Rusia
I )• I I I I I I I I I I I I I I I i I
Nota: El índice de bienestar subjetivo refleja el promedio entre el porcentaje de personas que en
cada país: (1) se consideran como «muy felices» o «felices» menos el procentaje de los que se
consideran como «no muy felices» o «infelices»; y (2) el porcentaje de los que se sitúan entre 7 y
10, menos el porcentaje de los que se sitúan entre 1-4, en una escala de 1 al 10 donde «1» indica
que la persona está muy insatisfecha con su vida y «10» indica que una persona está muy satisfe-
cha con su vida.
Fuentes: Los datos de bienestar subjetivo proceden de la Encuesta Mundial de Valores de 1990-
1991; los datos del PIE per cápita, del Banco Mundial, World Development Report, 1993.
82 Ronald Inglehart
sociedades seguras como Suecia son más felices y están más satisfechas
con su vida que los que viven en sociedades donde hay hambre y enfer-
medades como la India. La relación general es notablemente fuerte
(r=0,74). Pero de nuevo aquí encontramos una marcada estabilización
más allá de un cierto umbral. Este efecto es tan pronunciado que en los
primeros estudios, realizados sobre todo en las naciones ricas, concluye-
ron que no había relación a escala internacional entre desarrollo econó-
mico y bienestar subjetivo. Por encima del umbral de 6.000 dólares (en
dólares de 1991) prácticamente no hay relación entre la riqueza y el
bienestar subjetivo. Así, los irlandeses muestran un nivel de bienestar
subjetivo superior al de los alemanes occidentales, aunque los últimos
son más del doble de ricos; y los surcoreanos muestran niveles subjetivos
de bienestar tan altos como los de los japoneses, a pesar de que éstos son
cuatro veces más ricos.
Nuestra interpretación es aquí más especulativa que en el caso de la
relación entre el crecimiento económico y la esperanza de vida. Sabemos
con seguridad que numerosos indicadores objetivos (desde las calorías
consumidas por persona a los teléfonos per cápita, y desde los automóvi-
les per cápita a la esperanza de vida humana) siguen una curva de rendi-
mientos decrecientes: abundantes datos históricos demuestran que a
medida que determinadas sociedades emprenden el crecimiento econó-
mico todas esas cosas crecen con fuerza al principio para alcanzar un
punto de rendimientos decrecientes a partir del cual el crecimiento eco-
nómico produce sólo modestos aumentos. Pero carecemos de este tipo
de información histórica en lo que se refiere a la relación entre el desarro-
llo económico y el bienestar subjetivo: el bienestar subjetivo sólo comen-
zó a medirse hace unas cuantas décadas, y hasta hace muy poco se midió
sólo en un puñado de sociedades ricas occidentales. La Encuesta Mun-
dial de Valores de 1990 fue el primer estudio que lo midió por medio de
muestras nacionales representativas de una mayoría de la población del
mundo.
Una posible interpretación de la figura 2.3 sería que la pauta no
guarda relación con el desarrollo económico: por alguna razón (quizás
cultural, climática o geográfica), Nigeria, India y Rusia podrían haber-
se situado siempre en un nivel bajo de bienestar subjetivo, mientras
Suecia, Dinamarca y los Países Bajos han tenido siempre niveles altos
de bienestar.
No podemos rechazar esta interpretación, pero parece sumamente
improbable. La relación entre desarrollo económico y bienestar subjeti-
vo es notablemente fuerte, y es significativa en el nivel del 0,00001: difí-
El cambio en el nivel individual y el cambio en el nivel societal 83
cilmente podría ser producto del azar. Es más, el vínculo entre nivel ecó-
mico y bienestar subjetivo se manifiesta no sólo entre diferentes nacio-
nes, sino también dentro de las diferentes sociedades: como el sentido
común nos haría esperar, la gente con una renta alta muestra, por lo ge-
neral, niveles más altos de bienestar subjetivo que la que tiene ingresos
bajos. Además, Alemania Occidental y Alemania Oriental nos ofrecen
una suerte de experimento controlado en el que la nacionalidad y la cul-
tura se mantienen constantes, pero en Alemania Oriental la renta per cá-
pita es mucho más baja que en Alemania Occidental: como implica
nuestra interpretación, los alemanes occidentales muestran niveles de
bienestar subjetivo sustancialmente más altos que los alemanes del este.
Además, esta comparación ayuda a explicar por qué la influencia del de-
sarrollo económico se llega a estabilizar: en términos de lo que ellos con-
sideran importante, los factores económicos (como la renta) se demues-
tran más importantes para los alemanes del este que para los alemanes
occidentales; y a la inversa, los aspectos no económicos de la vida (como
el tiempo de ocio) tienen más importancia para los alemanes occidenta-
les que para los orientales (Statistisches Bundesamt, 1994:441).
Pero los niveles sumamente bajos de bienestar subjetivo que mues-
tran las sociedades ex soviéticas apoyan la interpretación de que la pros-
peridad y la seguridad generan bienestar subjetivo. De nuevo, podría-
mos atribuir este hallazgo a algo inherente a la cultura eslava (y báltica); o
a algo inherente al tipo soviético de socialismo. Pero una interpretación
mucho más obvia sería considerarlo vinculado a la desintegración del te-
jido social, político y económico de estas sociedades que se estaba pro-
duciendo cuando se llevaron a cabo las encuestas de 1990. Ya en la En-
cuesta Mundial de Valores de 1981 una muestra de la región de Tambov
de Rusia mostraba niveles excepcionalmente bajos de bienestar subjeti-
vo, unos niveles jamás registrados en otros lugares de Rusia ni en ningún
otro país. Debemos advertir que estos niveles tremendamente bajos de
bienestar subjetivo se manifestaron antes de la desintegración política de
la Unión Soviética en diciembre de 1991: fueron un indicador importan-
te de la desmoralización e insatisfacción profundamente arraigada entre
las masas, y no simplemente una reacción al colapso político. Nuestra in-
terpretación es que en 1990 los estados exsoviéticos experimentaban un
malestar profundo que pudo haber tenido consecuencias dramáticas.
Hasta que no dispongamos de series temporales más largas no será
posible verificar o refutar nuestra interpretación de que el crecimiento
económico produce un mayor nivel de bienestar subjetivo que finalmen-
te alcanza un punto de rendimientos decrecientes. Pero esta interpreta-
84 Ronald Inglehart
Estilo
de
vida
' Beneficios
econó-
micos
muy eficaces. Pero una vez que la sociedad alcanza cierto umbral de
desarrollo —aproximadamente el nivel en el que la Unión Soviética se de-
rrumbó o en el que están hoy Portugal y Corea del Sur— se alcanza un
punto en el que más crecimiento económico sólo genera aumentos míni-
mos de esperanza de vida y bienestar subjetivo. Hay todavía mucha va-
riación entre las naciones, pero de ese punto en adelante los aspectos no
económicos de la vida influyen cada vez más en cuánto y cómo de bien
vivirá la gente. Más allá de este punto, una posible estrategia racional se-
ría dar más importancia a los asuntos concernientes a la calidad de vida
que a seguir buscando inflexiblemente el beneficio económico como si
fuera un bien en sí. La racionalidad instrumental comienza a dar paso a
la racionalidad de los valores.
Por lo general, la cultura cambia lentamente; pero finalmente lo hace
en respuesta a las transformaciones del entorno. Los cambios en el en-
torno socioeconómico contribuyen a la transformación de las creencias,
actitudes y valores en el nivel individual a través de su influencia en las
86 Ronald Inglehart