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Isaías, 65:17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo
primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.
Y luego, está la mención de los árboles que producen diferentes clases de frutos
cada mes en Apocalipsis 22:2. Esta referencia al tiempo confirma que Juan no
estaba hablando de la eternidad, la cual, por definición, es la ausencia del
tiempo.
La palabra traducida “nueva” en la cita de Juan de Isaías 65:17 también puede
significar refrescada o renovada. Esto se refiere al momento que Jesús llamó la
renovación de todas las cosas en Mateo 19:28 y que Pedro mencionó en Hechos
3:21. Esto se llevará a cabo al momento de la Segunda Venida.
En Mateo 24:29 Jesús dijo que el sol y la luna se oscurecerán al final de la Gran
Tribulación. Apocalipsis 21:22-27 describirá a las naciones que caminan a la luz
de la Nueva Jerusalén. Después de la Segunda Venida la Nueva Jerusalén va a
remplazar al sol como su fuente de luz.
Al juntar todos estos versículos se nos muestra que aun hay tres grupos de seres
humanos durante el Milenio. Israel en la tierra prometida, las naciones de la tierra
aún en su estado natural, y la Iglesia perfeccionada, viviendo en la cercanía de la
Tierra pero protegida de toda impureza. Una vez que empieza la eternidad, no
quedará ningún trazo de impurezas en la Creación de Dios (1 Corintios 15:24-
25).
Apocalipsis 21:
La Nueva Jerusalén:
Apocalipsis, 21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la
primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Como mencioné, Jesús le llamó a esto “la regeneración de todas las cosas”
en Mateo 19:28.
Mateo, 19:28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando
el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis
seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de
Israel.
Los juicios de la Gran tribulación, sirvieron, en parte, para preparar la Tierra para
su restauración. Con toda probabilidad, su órbita y su eje retornaran a su
configuración original, produciendo de nuevo el ambiente sub-tropical mundial
del que disfrutaron nuestros primeros padres. Los grandes océanos, testigos
silenciosos de la enormidad del diluvio en tiempos de Noé, serán trasladados
hacia la atmósfera superior, restaurando el toldo de vapor de agua que protegía
a los primeros seres humanos, permitiendo el retorno a la longevidad que ellos
experimentaron (Isaías, 65:20).
Isaías, 65:20 No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus
días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años
será maldito.
Observen que mientras Juan miraba la Nueva Jerusalén descender del cielo, él
no reportó que se posara en ninguna parte de la tierra. A pesar de que está lo
suficientemente cercana de la Tierra como para que él pueda describirla con
exactitud, no se encuentra situada sobre la Tierra.
Colosenses, 1:19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
1:20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en
la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de
su cruz.
Y de esa manera, el Creador del Universo ha hecho todo nuevo, un Nuevo Cielo,
una Nueva Tierra, y una Nueva Raza Humana. El daño ocasionado en el Jardín
del Edén por la serpiente ha sido reparado.
1 Juan, 5:5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el
Hijo de Dios?.
Juan, 7:37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
Apocalipsis, 21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las
siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven
acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 21:10 Y me llevó en el
Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén,
que descendía del cielo, de Dios, 21:11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor
era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana
como el cristal. 21:12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las
puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los
hijos de Israel; 21:13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres
puertas; al occidente tres puertas. 21:14 Y el muro de la ciudad tenía doce
cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Cuando Judas Iscariote traicionó al Señor y luego se suicidó, los Doce eran
discípulos, o estudiantes. Más tarde, los once restantes, ahora Apóstoles (los
enviados), votaron y escogieron a Matías para remplazar a Judas. Nada más se
dice sobre Matías, y no sabemos por qué. Obviamente, al que seleccionó Dios
fue a Pablo, el más prolífico de los autores del Nuevo Testamento. Yo creo que
será el nombre de Pablo el que veremos en uno de estos cimientos.
Apocalipsis, 21:15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para
medir la ciudad, sus puertas y su muro. 21:16 La ciudad se halla establecida en
cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce
mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. 21:17 Y midió
su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de
ángel. 21:18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro,
semejante al vidrio limpio; 21:19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban
adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo,
zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 21:20 el quinto, ónice; el sexto,
cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo,
crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21:21 Las doce puertas
eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad
era de oro puro, transparente como vidrio.
Apocalipsis 22:
Como vimos al principio, este mismo río con sus árboles dando diferentes frutos
cada mes y con sus hojas que tienen poder de sanidad se describe en Ezequiel
47:1 y 12 como que fluye de debajo del lado sur del Templo de la Ciudad Santa,
ahora llamada Jehová Sama (Jehová Allí), en Israel (Ezequiel 48:35). Esto nos
dice que estamos de vuelta en la tierra, admirando el río de agua limpia que fluye
a través de la Ciudad Santa.
Según Zacarías 14:4-8, este río comienza a brotar abruptamente el día que el
Señor retorna, corriendo en dirección sur hacia el valle que acaba de ser formado
por el gigantesco terremoto que partió en dos el Monte de los Olivos, de este a
oeste. Una vez que llega allí, llena completamente ese valle, fluyendo hacia el
mar Mediterráneo en el oeste y hacia el mar Muerto en el este. Sus aguas
salutíferas refrescan el Mar Muerto y los peces del Mediterráneo ahora nadan en
abundancia (Ezequiel 47:9-10).
Apocalipsis, 22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las
palabras de la profecía de este libro. 22:8 Yo Juan soy el que oyó y vio estas
cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del
ángel que me mostraba estas cosas. 22:9 Pero él me dijo: Mira, no lo hagas;
porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan
las palabras de este libro. Adora a Dios. 22:10 Y me dijo: No selles las palabras
de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. 22:11 El que es injusto,
sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo,
practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.
Ser un testigo ocular de la culminación de la historia humana es demasiado para
Juan, así que cae a los pies del ángel que lo guiaba, en un acto de adoración.
Pero, a diferencia de ese otro ángel, aquel que empezó todo este problema en
su ansia por ser adorado (Satanás), éste reprende a Juan, advirtiéndole que
solamente debe de adorar a Quien merece ser adorado.
Juan fue llamado el discípulo a quien el Señor amó y quien recibió la descripción
más clara del fin de la era. Con anterioridad, Daniel, llamado el profeta muy
amado (Daniel 10:11), también había recibido descripciones detalladas del
mismo período de tiempo. Cuando Daniel pidió una aclaración se le dijo que
las palabras estaban cerradas y selladas hasta el tiempo del fin (Daniel 12:9).
Daniel, 10:11 Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras
que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras
hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
Daniel, 12:9 El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y
selladas hasta el tiempo del fin.
Pero aquí se le dice a Juan que no selle las palabras porque el tiempo está cerca.
A través de toda la era de la Iglesia, las profecías de Dios sobre los días finales
de la tierra, estarán disponibles para que todas las personas las puedan leer.
Todas aquellas personas que han estado tan predispuestas podrán ignorarlas y
continuar en desobediencia, y aquellas personas que las han leído y aplicado,
pueden hacer lo bueno y ser santos; pero el fin vendrá tal y como Juan lo vio, sin
tener en cuenta la respuesta de las personas.
Juan, 17:20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de
creer en mí por la palabra de ellos, 17:21 para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste. 17:22 La gloria que me diste, yo les he dado,
para que sean uno, así como nosotros somos uno. 17:23 Yo en ellos, y tú en mí,
para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me
enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
Romanos, 8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos.
Y así, Él estaba allí antes del principio y estará allí después del fin. Él representa
el propósito final del hombre y es nuestro ejemplo perfecto.
Apocalipsis, 22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho
al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 22:15 Mas los
perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los
idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. 22:16 Yo Jesús he enviado mi
ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el
linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Esta es la última de las siete bendiciones en Apocalipsis. Las otras seis las
encontramos en Apocalipsis 1:3, 14:13, 16:15, 19:9, 20:6, y 22:7.
Apocalipsis 1:3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca (1º
Bendición).
Apocalipsis, 22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las
palabras de la profecía de este libro (5º Bendición).
Apocalipsis, 22:14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho
al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad (7º Bendición).
Una última vez se nos recuerda que mientras que nosotros no somos judíos, el
Dios que adoramos sí lo es. La frase “la raíz y el linaje de David” nos recuerda la
profecía mesiánica de Isaías 11:1-3.
Isaías, 11:1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus
raíces. 11:2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor
de Jehová. 11:3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará
según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;
Algunas versiones modernas de la Biblia han traducido incorrectamente del
hebreo Isaías 14:12, otorgándole a Satanás el título de Lucero de la Mañana.
Cuando se tradujo por primera vez la Biblia al idioma latín, la palabra hebrea
“jeilél”, se convirtió en Lucifer, o el portador de luz, y así es como se originó ese
nombre. Jeilél literalmente significa el que brilla, pero su intención es la jactancia
o el orgullo, llamando la atención hacia sí mismo, o como sintiéndose el centro
de todo.
Isaías, 14:12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste
por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
La frase completa en Isaías 14:12 es Jeilél ben Sashar que significa el que brilla,
el hijo de la mañana. Nuestro Señor Jesús es la única y sola Estrella
Resplandeciente de la Mañana.
Apocalipsis, 22:17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven.
Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
“Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá” (Mateo 7:8). ¿Cuántas veces tendrá que decir Él que Él no creó a nadie
sin esperanza?.
Apocalipsis, 22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía
de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas
que están escritas en este libro. 22:19 Y si alguno quitare de las palabras del
libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa
ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.