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TAREA N° 2 ACTIVIDAD - REFLEXIÓN:

Después de haber leído, reflexionado y orado el texto responde a las siguientes preguntas:
1. ¿Crees en la Vida Consagrada? Razona tu respuesta
Todos los católicos estamos llamados al seguimiento de
Cristo. Por el bautismo nos hacemos Hijos de Dios,
Hermanos de Jesucristo y Templos vivos del Espíritu Santo.
Por lo tanto, la vida de los católicos, si quieren ser fieles y
coherentes con su bautismo no puede ser la misma que la
de una persona no bautizada. La imitación de Cristo será la
tarea fundamental en su vida.
Las personas que asumen libremente el llamamiento a la vida consagrada viven los así llamados consejos
evangélicos por amor al Reino de los cielos. Los consejos evangélicos son la pobreza, la castidad y la
obediencia. Se les llama consejos evangélicos porque fueron predicados por Cristo en el evangelio y aparecen
como una invitación para seguir más de cerca el camino que Él recorrió en su vida. Si bien todos los católicos
estamos llamados a vivir estos tres consejos, la persona consagrada lo hace como una manera de vivir una
consagración “más íntima” a Dios, motivado siempre por dar mayor gloria a Dios.

Las personas consagradas a Dios pueden vivir su consagración de muy diversas formas y así vemos como a lo
largo de la historia de la Iglesia, desde las primeras comunidades cristianas en el Asia Menor hasta los
florecientes centros urbanos de nuestros días, la vida consagrada asume diversidad de formas. Las hay de
aquellos que se dedican a la oración y a la contemplación en un lugar apartado de toda civilización. Hay
quienes inmersos en el mundo, viven su consagración entre las más diversas actividades de la vida diaria.

2. ¿Crees que la Vida Consagrada en tu ámbito está respondiendo a una vocación de amor? Razona tu
respuesta.
Cuando hablamos de vida consagrada nos referimos a esas personas que dejando todo siguen a Jesús en castidad,
pobreza y obediencia como su forma de vida en la Iglesia, ya sean varones o mujeres, laicos o sacerdotes. La vida
consagrada expresa esa gratuidad del amor que se dedica a Dios como su amor supremo, reconociendo que no nos
salvamos por nuestro hacer o por nuestras propias fuerzas, sino que la salvación es el fruto del amor de Dios que en Jesús
viene a nuestro encuentro. También hoy hay personas que gratuitamente se entregan por completo a Dios y que al
hacerlo, están uniéndose de forma misteriosa pero muy fecunda a Dios. Son personas que rezan y constituyen como el
“pulmón” de la Iglesia. Sin ellas, todo activismo sería un vacío esfuerzo que no expresa la misteriosa lógica de la
Encarnación.
Suelen ser las personas “consagradas”, las que por su entrega con un corazón no dividido a Dios, tienen más tiempo y
disponibilidad para la evangelización, ya sea en el anuncio explícito, como en su dimensión social. Generalmente son
personas consagradas las que gratuitamente mantienen lo esencial de obras de caridad en hospitales, barrios pobres,
escuelas, y tantos otros campos de apostolado.

Por el otro, quien tenga una mirada más profunda podrá descubrir que son las personas consagradas, especialmente las
contemplativas, las que testimonian el verdadero sentido que tiene el trabajo y el descanso,

pues ellas pregustan y testimonian la bienaventuranza que todos queremos algún día alcanzar: la paz perfecta de estar
con Dios, la comunión perfecta de la vida trinitaria.
Los sacerdotes, al celebrar cada día la misa, abren el cielo sobre la tierra para que Dios derrame sobre la humanidad entera
sus dones y gracias de luz, amor y bendición. Si no hubiese sacerdotes, no habría misas y la humanidad hace mucho tiempo
que habría perecido por la corrupción y la maldad de sus habitantes; pero los sacerdotes, al ofrecer cada día al Padre la
víctima divina, Cristo Jesús, hacen que el Padre siga perdonando y derramando amor, luz y bendiciones sobre la
humanidad pecadora, que todavía tiene esperanzas, porque Dios sigue confiando en los hombres.

Un consagrado que no ama a los demás, que no sirve, que no ora por los demás..., está de más en la vida religiosa, en mi
comunidad particularmente hay pocos que viven una verdadera vida consagrada ya que no tienen un compromiso de vida
coherente con lo que creen y lo que realizan, ya que actúan de manera indiferente frente a los problemas que pasan.

3. En tu opinión, ¿Qué falta en la Vida Consagrada para ser una llamada de amor?

- Identificarse con Cristo asumiendo sus sentimientos y forma de vida.

- Desarrollen en ellos el legítimo orgullo de su vocación y de su misión.

- Que tomen conciencia del Don precioso de la vida consagrada para la Iglesia y para el mundo.

4. Según el mensaje de San Juan Pablo II a los jóvenes, prepara un tríptico vocacional de acompañamiento
a un joven que te indica o que tu descubres que siente inquietud una vida de servicio en la opción de Consagrado/da.

5. Escribe una carta a algún consagrado de los que conoces dándole un mensaje según lo reflexionado en este tema.

Querido amigo Sacerdote:

Vivir en medio del mundo sin pertenecer completamente a él, ha sido tu respuesta a la llamada personal que Jesucristo
en su infinito amor te ha hecho. Perteneces a una familia en particular, pero Dios ha querido que te desgastes en cada
familia que se te ha confiado, ser miembro de cada una sin pertenecer a ninguna.

Cristo te ha confiado guiar a su Pueblo hacia él, continuar su misión de enseñar, distribuir la gracia, defender del error a
todos sus hermanos. Realiza tu misión con humildad, siempre atento y solícito a cada necesidad de cada alma a tu cargo,
que el desprendimiento sea la característica de tu ministerio.

Te doy gracias por tu entrega generosa a Cristo y a la Iglesia, Dios bendiga tu vida y tu ministerio, tu hermosa labor.

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