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Ifá, el pensamiento filosófico original


Desde los tiempos más antiguos los Yorùbá han basado sus creencias religiosas en un
legado que el Creador les entregó, donde Òrúnmìlà aparece como el dueño de los
secretos de la vida.

Las religiones Afroamericanas son tan complejas como la misma diversidad de manifestaciones
dejadas por los africanos en esta tierra, lo cual se convirtió en un valioso aporte cultural para
nuestra identidad americana. Se vincula indistintamente su personalidad al trance o posesión,
dejando al lado otros elementos definiéndola como complejas; nos referimos al calendario de
festividades, rituales de iniciación, liturgia, mitología, sistemas de adivinación y las jerarquías
sacerdotales. Precisamente los temas por abordar en esta oportunidad son el Culto a Ifá como
sistema adivinatorio, el Babaláwo, sacerdote mayor, y la divinidad Òrúnmìlà, representación de
la sabiduría en la religión popularmente llamada Santería. Estos temas nos mostrarán un
elemento para comprender el culto de los Òrìsàs, divinidades Yorùbá traídas por los esclavos a
la Cuba colonial, desplazada por todo el Caribe y ahora presente entre nosotros.

Ifá representa el pensamiento filosófico por excelencia, la sabiduría plena, el centro de las ideas
cosmogónicas y cosmológicas, la visión del mundo, las normas éticas que rigen las relaciones
sociales de los hombres, la concepción de la Naturaleza, la vida, la muerte, los preceptos
orientadores de los hombres y su conducta frente a las fuerzas contrarias al bien. Ifá como todo
lenguaje de vida, simbólicamente se transmite por la vía de los Odu u Odun, signos o letras
descifradores del mundo, observando el bien y el mal. Básicamente son 16, llamados Olodus o
Mejis, a continuación los nombramos en el orden jerárquico para los sacerdotes: Baba Ejiogbe,
Oyekú, Iwori, Odi, Iroso, Ojuani, Obara, Okana, Ogunda, Osa, Ika, Otrupon, Otura, Irete, Oshé y
Ofún. Asociados a cada signo hay un conjunto de versos, proverbios e historias ilustrativas
llamados Patakíes, donde se recrea el mundo simbolizado en tramas protagonizadas por los
dioses Yorùbá, animales o personajes ligados al mismo signo. Ifá habla en metáforas y
parábolas. El diálogo que entabla el consultado con el sacerdote discurre en la estera perfilando
la claridad del consejo de Òrúnmìlà. Existen otras letras del resultado de la combinación de los
Odu básicos llamados Amulú o compuestos, en su totalidad serían 256 signos fundamentales
que contiene este sistema adivinatorio.

Del panteón de dioses de la Santería o religión de los Òrìsàs, hay una deidad ligada al Oráculo
de Ifá, Òrúnmìlà, el benefactor de los hombres, consejero y sabio, el encargado de interpretar
Ifá. Para la concepción de los creyentes, al nacer alguien, se debe presentar al creador para
saber su destino. Òrúnmìlà es testigo, por tanto es acreditado a orientar a los humanos para
enfrentar la vida. Otra fundamentación estriba en que una vez concluida la Creación, Olofin
(Dios), sube al Cielo cansado de trabajar, enviando posteriormente a Òrúnmìlà y a los otros
Òrìsàs a la tierra a encargarse de los problemas humanos. Al principio el Òrìsà Shangó, dios del
trueno y el fuego, era el encargado de interpretar Ifá, pero a consecuencia de que sus
permanentes batallas y guerras no le permitían consultar, le entregó los instrumentos de
adivinación al viejo Òrúnmìlà. En otra versión es Eleguá, dios de la encrucijada y los caminos,
que salva a Òrúnmìlà de la furia de su padre cuando era pequeño. En este patakí el padre de
Òrúnmìlà ordena matar a todos los varones por la indignación que le produjo Ogún, dios del
hierro y la guerra, al efectuar incesto contra su madre. Òrúnmìlà fue enterrado al pie de una
Ceiba y diariamente Eleguá le llevaba alimento. Con el tiempo fue perdonado por su padre y
salvado de su entierro, luego Shangó cortó de esa Ceiba un tronco e hizo un tablero para
adivinar y se lo entregó a Òrúnmìlà convirtiéndose éste en un famoso adivino entre la gente.

Los argumentos anteriores son resúmenes forzados, por razones de espacio, de historias
contenidas en el Oráculo de Ifá explicando el rol ocupado por Òrúnmìlà así como de los otros
Òrìsàs, sus relaciones parentales, personalidades, caprichos e inconformidades. Los dioses
africanos son distintos a lo acostumbrado, ellos se humanizan, poseen sexo, conciben, viven y
tienen debilidades. En analogía, Ifá representaría la Biblia del Cristiano o el Corán del
Musulmán. Cada elemento del ceremonial y la ritualística de esta religión, su origen, la esencia
de las ceremonias, en fin todo, Ifá lo explica. No sólo en el campo de lo religioso, también en las
normas que rigen la vida profana de los creyentes en los Òrìsàs. Para entablar un diálogo con Ifá
los humanos se dirigen a los Babaláwos, sacerdotes del culto, únicos autorizados para consultar
con el Oráculo de Ifá. Son servidores de Òrúnmìlà, cargo que se recibe en una ceremonia de
gran envergadura. Estos sacerdotes son fieles intérpretes de la máxima unidad sagrada, Ifá -
Òrúnmìlà. Escogidos y privilegiados por este Òrìsà entre los varones, ni siquiera entre los
homosexuales. Los hombres seleccionados pasan generalmente por una ceremonia primaria
dirigida por Babaláwos, llamada “entrega de Mano de Òrúnmìlà o Awofaca”, donde la divinidad
escogerá su futuro iniciado. En el caso de las mujeres esta ceremonia es un poco diferente y
recibe el nombre de Icofa, lo cual es una representación de Òrúnmìlà, además de ser la mayor
ceremonia de este culto para ellas, llegando al rango de Apeteví o ayudante de Òrúnmìlà.

Las funciones de los sacerdotes están prescritas en Ifá. Su autoridad para salvar una persona de
una muerte trágica repentina, colocándole el Idefá, pacto de Òrúnmìlà con la muerte,
simbolizado en una pulsera de color amarillo y verde colocada en la mano izquierda. Otra
función del Babaláwo es la de iniciar a otra persona entregándole Eleguá, deidad principal, junto
a Ogún, Oshosi y Osun. En conjunto son llamados los guerreros, y de los que se dice que fueron
iniciados en Ifá, por lo tanto son entregados por los Babaláwos porque ellos conocen
enteramente sus secretos. Además de esto los Babaláwos ejercen diversas funciones en la
consagración de una persona con su Òrìsà tutelar; averiguar con el oráculo cual es su “ángel de
la guarda” o el Òrìsà que le será consagrado, el ebbo de entrada y la matanza de los animales
que confirmarán la consagración del Santo. La mencionada entrega de “Mano de Òrúnmìlà” y
consagrar a un nuevo Babaláwo son órdenes de Òrúnmìlà y para esto se deben cumplir los
requisitos antes mencionados, agregando una conducta moral intachable, ser varón definido y
hacer cotidiana la humildad.

No existe una organización jerárquica total en este culto, la circuns-tancia histórica no lo


permitió. Existe un orden jerárquico por familias sagradas y relación de iniciados. Otro concepto
jerárquico depende de la profundidad en el conocimiento del sistema de adivinación y
ceremonias alcanzadas después de hacerse Babaláwo. Las ceremonias posteriores a la
consagración de Ifá son, recibir “cuchillo” o Wanaldo, autorización para efectuar matanza de
animales de 4 patas y, la mayor consagración del Babaláwo, ser Omo Odu, que es recibir Olofin.
También se puede ser Oluwo Babaláwo, punto polémico entre nuestros informantes, ya que
algunos afirman que es un Babaláwo consagrado antes con su Òrìsà tutelar, mientras otros
hablan de que aquel Babaláwo que consagra a otro hombre como Babaláwo recibe el título de
Oluwo. Muchos colocan a los Oluwos en la primera clasificación ya descrita, en fin el orden
mencionado es respetado por la mayoría, agregándole el factor tiempo de consagración o
antigüedad que es de mucho peso entre los sacerdotes.

La representación material de Ifá o los elementos simbólicos de su energía son los Ikines o
semillas sagradas, utilizadas en la adivinación conjuntamente con el tablero u Opon, tabla de
madera redonda. Al momento se le agrega un polvo sagrado, Iyerosun, permitiendo visualizar las
marcas hechas por el sacerdote en la manipulación de las semillas. Este acto memorable se
denomina tefar y es usado exclusivamente para ceremonias de mayor envergadura: la entrega
de “Mano de Òrúnmìlà”, las ceremonias de adivinación en la consagración de un Babaláwo o en
la “Apertura del Año”. Otro instrumento de permanente uso en la adivinación es el Opelé, una
cadena de 8 cuentas, cada una con un lado oscuro y otro claro, y en donde se lee la letra u Odu
luego de que el sacerdote la deja caer sobre el tablero. Hay otros instrumentos complementarios
en ambos métodos de consulta, los denominados Ibos: piedra pequeña, hueso, caracol, etc.
Estos se utilizan en el proceso de la consulta para negar o afirmar las preguntas hechas por el
Babaláwo. Otro es el Iruke, un rabo de caballo adornado usado para cubrir los Ikines antes de
tefar. Finalmente el Irofá, un tarro o cacho de venado que tiene múltiples usos: para la entrega
de Idefá o para afirmar lo dicho por otro Babaláwo golpeando el tablero cuando se hace Itá, el
arte de adivinar o leer el porvenir de una persona.

Al referirnos a las jerarquías entre los Babaláwos hablamos de las familias sagradas o la
reinterpretación de los antiguos linajes interrumpidos por la esclavitud. Al llegar a Cuba estas
familias se mantuvieron en la religión. Los primeros Babaláwos en esa tierra se remontan a la
segunda mitad del siglo XIX, según datos aportados por la eminente investigadora Lic. Claudia
Mola, directora de la Casa de África en La Habana, y a quien agradezco parte de la información
manejada. Estas ramas o familias de Ifá aún se mantienen y algunas fueron liderizadas por
nombres de dignatarios como: Tata Gaytán (Ogunda Fun), José Asunción Villalonga (Ogunda
Masa), Bernabé Menocal (Baba Ejiogbe), Bernardo Rojas (Irete Di), ño Carlos Addebi (Ojuani
Chika), Quintín García (Oturanico), Miguel Febles (Odi Ka) y muchos otros que agrandarían con
sus nombres la historia de cómo permanece el Culto de Ifá en América. Como un aparte es
importante aclarar que, sabiéndose del origen de este Culto de Ifá en Africa, algunos
investigadores lo ubican en el siglo XI, similar a la geomancia desarrollada en el Medio Oriente, y
aún permanece. Llegado a Cuba entre finales del siglo XVIII y XIX se expandió por parte de
América, encontrándose actualmente en Venezuela un sin número de Babaláwos. No representa
internamente ninguna jerarquía haberse consagrado en Cuba, las razones del mismo Ifá, su
origen, las fundamentaciones de los lugares donde se ha expandido, entre otras cosas, nos
convencen que esta religión no pertenece a ninguna región o territorio especial, pertenece al
mundo. Sólo encontraríamos diferencias, lógicamente, en la manera de efectuar algunas
ceremonias, hecho que ocurre a menudo. Como investigadores no podemos impedir algunos
cambios que ocurren. Nuestra función sería reseñarlos y analizar las distintas razones de estos
cambios o si son oscuras intensiones para desvirtuar la esencia de este hermoso culto. A veces
esto ocurre.

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La Creación de Ifá
Ifá fue creado para guiar el camino de los seres humanos

Podemos definir a Ifá como un conjunto de leyes impuestas por la Trimógena Ley Universal
(Olórun, Eledá y Olodumare) para regir en la tierra luego de que esta fuera creada por acuerdo
de esta trilogía divina. Ifá contiene todo el fundamento de la creación, conocimientos y destino
del Universo y de la obra perfecta de suprema arquitectura como lo es la tierra. Esta creación
perfecta no tuvo errores y a medida que ellos fueron haciendo la transformación misteriosa,
empezó el nacimiento de Ifá, que narra la creación, las leyes y el destino de todo lo existente; en
fin un conjunto de conocimientos, historias y fundamentos sobre las antiguas deidades. Ellos,
después de llegar a un acuerdo, empezaron su trabajo de crear la Naturaleza. En general todo lo
que respira, se mueve, se asiente y crezca, sea animal, vegetal o mineral eso es Ifá. Todo ese
trabajo misterioso de las deidades, en donde siempre había algo para construir o crear, quedó
anotado en un misterioso diario conjuntamente con sus historias y conocimientos. Esta
organizada escritura fue dejada a los hombres en el espacio con un testigo de fe, Òrúnmìlà,
también conocido como Orula o Ifá. En síntesis, Ifá son tres palabras sagradas, tres dioses
supremos: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; o sea, Olórun, Eledá y Olódùmarè.

Los fundadores del mundo

Olórun es el Dios del Cielo, aquel que comanda y actúa bajo los principios de la misericordia y
rige en todos los misterios de lo alto. Eledá se manifiesta básicamente en el plano terrenal
rigiendo la vida, además es el responsable de hacer llegar la gracia divina a todos los seres
humanos. Por último Olódùmarè es el dueño de todo lo existente, es Dios mismo, “el poderoso
Rey que nunca muere y que está en todos lados pero no se puede conseguir”.

Son estos los creadores de Ifá, de todo lo que nos rodea, el principio y el fin de todo, la vida y la
muerte, el Cielo y la Tierra. Estos creadores, al finalizar su trabajo, fundamentaron su obra
dándole el nombre que ahora conocemos, Ifá. Se dice a través de la narración de Ifá, que al dar
por concluida su perfecta obra, Olórun les dijo que se iba a crear otros mundos y les dejó su
Ashé para que fundamentaran la vida. Entre Eledá y Olódùmarè crearon la vida, y cuando
formaron la primera figura humana, Eledá quedó tan impresionado de la creación que le dijo a
Olódùmarè, que él se quedaría a vivir dentro de la forma humana. Sucediendo esto, Olódùmarè
quiso irse a rondar la tierra y al pasar el tiempo se fue a otros lugares del Universo, haciendo
una transformación y dándole paso a un súper espíritu llamado Ela, el cual tomo la rienda de Ifá.
Al correr el tiempo, Ela hizo otra transformación y le dio paso a Òrúnmìlà transmitiéndole los
secretos de Ifá que rigen la Tierra y el Universo. En la actualidad estos secretos están en manos
de los Babàláwos, quienes a su vez son supervisados por Òrúnmìlà. Esto quiere decir que
Òrúnmìlà es el heredero de todos los secretos de la vida y los Babàláwos tienen la
responsabilidad de llevar este legado con dignidad y respeto, para enaltecer el verdadero
significado de Òrúnmìlà, “lo más grande que hay es el Cielo, y sólo el Cielo sabe de aquellos que
deben ser salvados”. Esto da a entender que son muchos los llamados pero pocos los escogidos
por Òrúnmìlà para predicar Ifá, lo cual debe ser con el don de la humanidad y la verdad, ese fue
el legado que esos dioses divinos dejaron en esta hermosa creación. Òrúnmìlà también tiene
otros títulos los cuales encontramos en la hermosa poesía de Ifá.
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Qué es la Santería
Los Òrìsàs, los Caracoles, Òrúnmìlà, los Collares, los Yorubá, Ifá, los Babaláwos, el ildefá,
los Olòrìsàs, entre otros, son nombres y elementos que pertenecen a una religión que
existe desde hace aproximadamente 5.000 años y que crece cada vez más en América en
pos de preservar el linaje de los antiguos reyes del mundo.

El descubrimiento del nuevo mundo causó en Europa un gran revuelo, y despertó en cierta
medida una avaricia desbocada, generando a su vez una lucha de poderes por el dominio de las
nuevas tierras. Al transcurrir el tiempo, la mano conquistadora expropió por la fuerza a los
verdaderos dueños del territorio americano, los indígenas, lo cual no bastó sino que además
estas personas fueron sometidas y esclavizadas para explotar el suelo donde vivían. Esta era la
esencia de la mentalidad colonizadora de la época, hacer producir los territorios conquistados
para aumentar el poder económico de los imperios del viejo mundo y así fortalecerse ante las
demás naciones europeas. Estos países eran principalmente España, Portugal, Francia,
Inglaterra y Holanda; los cuales luchaban por la inmediata posesión de los nuevos horizontes
descubiertos. Ante la demanda de nuevos productos como el cacao y el café, cosechados en las
plantaciones del nuevo mundo, los colonizadores tuvieron la necesidad de traer a América la
mano de obra esclava que se utilizaba en la Península Ibérica, Egipto, Asia Menor, Italia y
Francia. De esta manera comenzaron a llegar al nuevo continente, grandes contingentes de
negros esclavos para ser usados en el duro trabajo que no podía soportar el indígena local. Se
cree que los esclavos negros llegaron primero a la Española y a Cuba, provenientes de las
naciones cercanas a la costa occidental de continente africano. Así se introdujeron a América
numerosos grupos de Congos, Yorubá o Nagots, Lucumíes, Araraes, Ashantis, Guassas, Uolofs,
Mandingos, Bambaras, Malinkéses, Haussas, Fons, Baribas, Adjas, Jekris, Ijos, Ibos, Efiks,
Kwas, etc. La dominación a la que fue sometido y la sorpresa de encontrarse en un nuevo
mundo y ante una nueva forma de vida en donde perdió su libertad, no apagó su voluntad e
inteligencia. El africano se apegó a sus costumbres y tradiciones para poder sobrevivir al cambio
radical a que fue sometido. Con él llegaron también sus deidades, que son las mismas que rigen
este mundo desde su creación, pero que sólo fueron transformadas por las características de
una cultura radicada en una región diferente a las demás.

La cultura que tuvo mayor predominio en América fue la de los Yorubá, quizás debido a la
dominación que ejercían en África a través de vastos imperios como Ifé, Oyó, Abeokuta,
Dahomey, Ibadan, Ogbomosho, Oshogbo, Iwo e Ilorin los cuales controlaban aproximadamente
80 poblados Yorubá, además de muchas otras naciones africanas, imponiendo su amplio
poderío económico, político y militar. Esta influencia Yorubá en América dio a conocer a deidades
como: Èsù, Obàtálá, Òrúnmìlà, Agajú, Ògún, Òsóòsi (Oshosi), Sàngó (Shangó), Yewá, Yemoja
(Yemayá), Òsun (Oshún), Oya, Òsányìn, Òrìsà-Oko, etc; todas ellas regidas por Olódùmarè
(Dios). Según la tradición oral Yorubá, se sabe que el Universo, y la tierra en sí, fue creada por
él, donde participaron también otras divinidades, quienes comenzaron a habitar el planeta en los
primeros tiempos luego de su trabajo. Volviendo a la época esclavista, nos encontramos que los
africanos mantenían sus ancestrales costumbres y, cada vez que tenían una oportunidad,
realizaban ritos a sus deidades para esclarecer sus caminos y sentirse acompañados y
protegidos en la extraña tierra que sería su nuevo hogar. Estas prácticas rituales fueron
condenadas rotundamente por el blanco, siendo los esclavos víctimas de fuertes castigos y
hasta condenados a muerte.

A consecuencia de la trata de esclavos llegaron a América muchos pueblos africanos acompañados de sus
religiones las cuales son muy practicadas actualmente en este lado del mundo, como es el caso de la Santería.

Como la práctica religiosa Yorubá tenía cierta similitud con el catolicismo, en el sentido de que
hay un Dios creador y una serie de seres que lo acompañan (deidades en la cultura africana y
santos en la iglesia católica), y además era vista como algo inferior porque era practicada por los
esclavos, la sociedad colonial comenzó a llamarla sarcásticamente “Santería” como una forma
de burla. Debido a esto, en artículos siguientes muy poco usaremos la palabra Santería, ya que
el término apropiado es Oosa (Osha); igualmente sustituiremos la palabra Santeros por Olòrìsàs.

Como lo dijimos anteriormente el término Santería tenía como objeto disminuir la práctica
religiosa que traían los esclavos africanos cuando llegaron a América, debido a que, al igual que
en la iglesia católica, adoraban seres superiores, pero con características muy diferentes. La
diferencia principal radica en que los Òrìsàs africanos son más antiguos y se les rinde tributo de
una manera distinta a como se adora a los Santos de la iglesia católica. Otra diferencia es la fe
ciega que el africano tiene hacia sus deidades, cosa que muy poco se ve en las religiones
occidentales en donde a veces se acude a los templos religiosos con un tipo de fe superficial
que se manifiesta sólo cuando hay una necesidad urgente.

El término Santería se ha mantenido a través del tiempo en algunas personas debido al


costumbrismo del pueblo practicante de esta cultura africana. Con este término o nombre se
identifica una práctica religiosa ancestral que durante mucho tiempo ha servido al hombre para
comunicarse con las fuerzas que dieron origen a la civilización y que se mantiene latentes para
ayudar al ser humano actualmente.
En el presente mapa se puede observar la gran extensión de territorio que ocupaban y ocupan los yorubá, a través
de grandes imperios como Ifé, Oyó, Benin, Ibadan, Ogbomosho, Abeokuta y Dahomey.

¿Cuál es su fundamento?

El primer contacto que una persona tiene con los Òrìsàs suele ocurrir a través de los oráculos
adivinatorios. Estos son: el de Ifá, usado por los Babaláwos, y el de los Caracoles, utilizado por
los Òlòrìsàs. Tantos los Babalàwos como los Òlòrìsàs son los únicos capacitados para manejar
estos oráculos, ya que ellos han sido consagrados como sacerdotes en Ifá y en Oosa,
respectivamente, a través de profundos rituales secretos.

En la consulta a los oráculos adivinatorios la persona interesada tendrá un contacto directo con
las deidades Yorubá, de esta forma podrá enterarse de los problemas que interfieren en su vida
además de las soluciones para resolver cualquier situación. En la consulta al oráculo de Ifá
habla Òrúnmìlà y en la de los Caracoles, Èsù Elegbara transmite los mensajes que manifiestan
el resto de los Òrìsàs. El Babaláwo o el Olòrìsà, según sea el caso, interpreta los odun o signos
que aparecen en el oráculo y le dice al alejo o interesado los consejos que el Òrìsà emite para
una mejoría en torno a la salud, la estabilidad, el porvenir y la protección que necesita.

También el interesado puede enterarse si la religión está en su camino. Si éste es el caso, la


persona podría iniciarse recibiendo cinco collares sagrados en una ceremonia secreta. Estos
collares están impregnados de la energía de los cinco Òrìsàs fundamentales: Èsù Elegbara,
Obàtálá, Yemaya, Sàngó y Òsun. También puede recibir Lowo Ifá Kan o Mano de Òrúnmìlà,
donde obtendrá poderosos objetos sagrados que le brindarán apoyo y protección, sabrá el odu
de Ifá que está relacionado con su destino y conocerá la identidad del òrìsà que le rige.

Como se mencionó anteriormente, estos pasos iniciáticos deben estar sustentados


paralelamente con las consultas, para que los Òrìsàs fiscalicen apropiadamente el avance de la
persona, de esta manera se puede definir lo que las deidades desean que se haga para generar
un ambiente armónico entre la persona y el ambiente que le rodea. Con lo antes expuesto se
puede apreciar lo delicado que es ponerse en manos de una persona que no esté consagrada
ya que es imposible que pueda tener contacto con estas deidades y en vez de hacer un bien al
necesitado le puede crear otros problemas además de los que ya tiene.
Èsù fue uno de los Òrìsàs que los yorubá trajeron a América en la época esclavista.

Es apropiado que los iniciados estén bajo la tutela de la madrina o padrino, quienes son Òlòrìsàs
o Babaláwos que en algún momento hicieron ceremonias sobre la persona. Estos están en la
obligación de guiar a sus ahijados para ayudarlos a mejorar su vida en los aspectos siguientes:
espiritual, mental, social y salud. Tanto la ceremonia de imposición de collares como la entrega
de Òrìsàs como: Èsù, Ajagun (Guerreros), Mano de Òrúnmìlà, Olókun, Ibeji, etc; representan un
paso adelante en el mejoramiento de la persona en los planos anteriormente mencionados, no
obstante, para obtener los beneficios antes señalados, se requiere que la persona transite por el
camino del buen carácter, y para lograrlo es importante seguir los consejos transmitidos en los
oráculos. Cabe destacar que los procedimientos deben realizarse estrictamente bajo rituales
religiosos secretos, por lo tanto las personas que no estén consagradas como Òlòrìsàs o
Babaláwos no pueden iniciar a ningún individuo en nombre de los Òrìsàs porque simplemente
carecen de los conocimientos y el nivel espiritual para realizar estas ceremonias. Después de
haber sido iniciada a través de algunos de los rituales descritos anteriormente, la persona está
preparada para consagrarse en Oosa, es decir, consagrar su Orí con el Òrìsà que le
corresponde.

Sin embargo debe esperar a que los oráculos determinen el momento adecuado para dar este
importante paso, donde se integra la esencia del Òrìsà a sus planos: físico, mental y espiritual.
Esto se logra a través de una serie de ceremoniales especiales muy profundos donde se llaman
a concilio las fuerzas de la naturaleza que por mandato de Dios van a consagrar a un nuevo
Babalòrìsà u Iyalòrìsà. En estas ceremonias estarán presentes todos los Òrìsàs conocidos en su
aspecto espiritual, al igual que los Irunmole que se encuentran en los vientos, la luna, el sol, las
estrellas, los bosques, el agua, la tierra, etc. También estarán presentes los padrinos, algunos
Òlòrìsàs que colocarán su ashé en la consagración, un Babaláwo que no debe faltar para que la
ceremonia reciba bendiciones desde el Cielo y sea completa, y el Obá-Oriaté, que siendo el
maestro de ceremonia, será el encargado de realizar los rituales consagratorios gracias al gran
conocimiento que tiene sobre la religión. Ya finalizada la ceremonia, la persona comenzará a
disfrutar los beneficios que los Òrìsàs le brindarán, siempre y cuando siga al pie de la letra los
consejos que le darán en el itá, ceremonia donde se lee el porvenir a través del oráculo de los
caracoles; allí le indicarán lo que debe hacer y lo que no, con la finalidad de mejorar su vida y
evitar situaciones adversas. Hay que saber que el principio filosófico en la consagración de Oosa
es el renacer a una nueva vida pero se deben seguir los consejos de los Òrìsàs para que esto
sea óptimo. Después de consagrada, la persona debe vivir bajo ciertas leyes y reglas,
comenzando por el respeto hacia las deidades, los padrinos, los religiosos en general, la
Humanidad, la Naturaleza y hacia sí mismo.

Gracias a esta antigua religión se puede conseguir tranquilidad espiritual, salud, estabilidad,
desenvolvimiento económico, conocimiento y muchas otras cosas que lograremos si la llevamos
con respeto, amor, fe y devoción. Estas son las bases de cualquier religión seria, donde
encontramos leyes específicas que debemos seguir y respetar para poder forjar un camino de
luz hacia nuestro Creador.

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El Oriaté
Maestro de ceremonia en las consagraciones de Osha.

La regla de Osha se caracteriza por la cantidad de ceremoniales que se realizan en las diversas
consagraciones que tienen objeto cuando una persona necesita el concurso de los Òrìsàs para
estabilizar algunos aspectos de su vida. En estas ceremonias deben estar presentes los
padrinos, de quienes nacerán los fundamentos sagrados que serán entregados a la persona
ceremoniada, además también deben estar presentes cierto número de Babalòrìsàs e Iyalòrìsàs
que trabajarán y serán testigos del ritual. Puede ser que en estas ceremonias los Olòrìsàs
presentes y los padrinos constituyan un grupo de personas respetables y se hayan esmerado en
la organización de la consagración, pero si falta el Oriaté lamentablemente las ceremonias
estarán incompletas. Con esto queremos decir que ineludiblemente el Oriaté siempre debe estar
presente en todos los rituales de Osha ya que es el que dirige los ceremoniales gracias a los
amplios conocimientos que tiene sobre la religión Yorùbá. En otras palabras, el Oriaté es un
Olòrìsàs que tiene extensos conocimientos sobre los cantos, rezos y ceremonias que se
efectúan en el cuarto de Osha a la hora de realizar las consagraciones. Este personaje tiene la
sabiduría suficiente para estimular y llamar las fuerzas o energías de los Òrìsàs en ese momento
específico.

La palabra Oriaté significa en lengua Yorùbá “la sabiduría que se lleva en la cabeza”;
etimológicamente podríamos descifrarla como, Orí: cabeza y Até: estera. Recordemos que
simbólicamente en el Até se manifiesta el conocimiento del mundo, cuando se consultan
cualquiera de los dos oráculos: el de Ifá y el de los Caracoles. Se sabe que todo el conocimiento
no puede estar en una cabeza, como lo dice el odu “Ogbe Di”, pero lo oriateses deben instruirse
cada día más para poder llevar la responsablemente su importante título, por lo cual deben
mantener y ampliar sus conocimientos religiosos. La figura del Oriaté es respetada en cualquier
casa religiosa sin importar su edad cronológica, y en algunos casos ni su edad sacerdotal, ya
que es visto como un sacerdote de alta jerarquía debido a su gran conocimiento.

El conocimiento del Oriaté

El título de Oriaté no se entrega, llegar a serlo depende del estricto dominio de todo el
conocimiento que se utiliza en las consagraciones de Osha y el resto de las ceremonias que se
realizan entre Olòrìsàs. A nuestro juicio, para la iniciación de un nuevo Oriaté también debe ser
tomada en cuenta la opinión de otro sacerdote experimentado, lo cual se tomaría como una
licencia para darle paso al nuevo sacerdote en el ejercicio de sus funciones como Obatero.

El conocimiento que tiene el Oriaté lo convierte en Obá lo cual quiere decir en lengua Yorùbá,
“Rey”. De esta manera se puede observar que, gracias a su sabiduría, el Oriaté es considerado
Rey entre las personas que practican la religión Òrìsà, y sin él sería imposible todo ceremonial
de envergadura. Como ya se dijo, todas las ceremonias importantes deben ser conducidas por
él, desde un Oro a Egun hasta el Ituto u horas fúnebres, pasando por los cantos a Osanyin. Una
expresión popular entre Babalòrìsàs nos dice, “sin Osanyin no hay Osha”, lo cual significa que
Osanyin le dará "vida" a los objetos sagrados que se entregarán en cualquier consagración. En
ese momento el Obá hará un mínimo de 16 cantos o suyeres a esta importante deidad, para que
éste transmita los poderes que se encuentran en las plantas.

Estos cantos y rezos son sumamente importantes en el trabajo del Oriaté, se deben realizar
totalmente en lengua Yorùbá y cada uno va a tener una función específica en los rituales, por lo
que este debe conocer el significado de cada uno para poder utilizarlos en el momento
adecuado. Estos cantos van a variar según sea el caso, como por ejemplo los que se le hacen a
Egun (ancestros y espíritus guías) en donde se le rinde tributo a los antepasados, o a los
Babalòrìsàs, Iyalòrìsàs y Babaláwos difuntos. Se conocen aproximadamente 100 cantos a Egun,
los cuales el Obá debe conocer, si no todos por lo menos la mayoría, para así poder cumplir su
cometido. También está el Oro de Igbodú o cantos ceremoniales del cuarto de Osha, lo cuales
son dedicados a los Òrìsàs e Irunmole principales; en ese momento de la consagración, el
Oriaté hace por lo menos 3 cantos en Yorùbá a cada deidad. Estos cantos son específicos y el
Obá debe tener conocimiento de lo que está haciendo porque hay algunos para llamar a las
deidades, otros para alabarlos y hay hasta para calmarlos cuando se posesionan de un Olòrìsà y
llegan aturdidos a la Tierra.

Además de los cantos, el Obá debe entender con perfecta claridad todos los conceptos
religiosos de los Yorùbá y el significado ritualístico de cada una de las ceremonias que realiza.
Debe conocer y aplicar las variantes que existen en las reglas de consagración, las cuales se
presentan cuando se consagra a los hijos de Sàngó, Agajú, Oya, Òsóòsi, Ògún, etc. En otras
palabras, cuando se consagran los Òrìsàs antes mencionados se anexan ciertos detalles en los
rituales los cuales varían según la deidad que se va a consagrar. Todo ese conocimiento lo debe
dominar el Oriaté.

Otra de las funciones del Obá-Oriaté (muchos piensan que así es como se debe llamar) es la de
interpretar el mensaje de los Òrìsàs a través del Oráculo de los Caracoles en la ceremonia del
Itá o lectura del porvenir. Allí el Obá debe tener pleno dominio del oráculo además de los rezos
de cada signo, los cantos del Nangareo (desayuno que se tiene con Olorun antes de la
ceremonia) y el ebo de estera, en donde el iyawó es limpiado gracias a la influencia de los
signos del Caracol y los rezos que el Oriaté hace de cada uno de ellos. En este importante
ceremonial, el Obá deberá mostrar el extenso conocimiento que posee sobre las historias o
versos Yorùbá para extraer de ellos las metáforas que guiarán el camino del nuevo consagrado,
además deberá encontrar en estos mensajes las fórmulas que mejorarán su vida.

Como maestro de ceremonias, en sus funciones también recae la responsabilidad de ayudar al


Olòrìsà desencarnado a encontrar el camino que lo llevará a Olódùmarè. El Obá, en las
ceremonias del ituto, llamará a los Òrìsàs y a los espíritus guías del difunto para que lo
desprendan de la Tierra y lo lleven a planos superiores.

Rey de Reyes

Las funciones del Obá-Oriaté son múltiples, para dominarlas este sacerdote debe tener un alto
grado de vocación religiosa para así poder usar en su debido momento las innumerables
fórmulas extraídas de los profundos secretos de la tradición religiosa Yorùbá. Este importante
personaje debe tener una buena capacidad mental para poder dominar todo el amplio
conocimiento de los ceremoniales de Osha, el cual deberá mantener fresco con el constante
estudio de rituales, cantos, patakíes y rezos necesarios para cualquier tipo de trabajo en la
religión.

Además de todo el conocimiento que pudiera tener el Obá, generalmente su camino como
sacerdote es predestinado en el Itá, el día de su consagración. Como un Olòrìsà recién
consagrado, el futuro Obá-Oriaté no tiene idea de cuál va a ser su destino dentro de la religión
Yorùbá. En ese momento, a través de los signos del caracol, los Òrìsàs determinan su destino y
si puede llegar a ser Oriaté. Normalmente el Itá no se orienta a determinar estos designios, pero
si se presenta el caso, y el Oriaté que está dirigiendo las ceremonias tiene buen ojo, se podrá
interpretar el mensaje en donde los Orìsàs determinan que el recien consagrado será un nuevo
maestro de ceremonias, tras lo cual debe prepararse con la ayuda de los mayores para
desempeñar dicho trabajo en un futuro. Se puede observar entonces que los Òrìsàs señalan a al
nuevo Oriaté a través de los signos del oráculo de los caracoles, el día de su Itá, signos que son
principalmente: Obara Meji, Odi Meji, Eyeunle Meji, Odi Unle, Unle Di, Ojuani Iroso, Odi Iroso,
Unle Ogundá, Unle Iroso, Obara Di y Unle Osa. Obviamente los Òrìsàs son los que dirigen esta
religión, por lo tanto en el caso del Oriaté se deben tomar muy en cuenta los signos u odus de
los caracoles para determinar si verdaderamente la persona tiene camino de Obá y así evitar
que en el futuro un supuesto Obá haga consagraciones incompletas o mal hechas por la falta de
capacidades. Estos signos se pueden observar tanto en el Itá de Osha como en el Itá del
Pinaldo, comúnmente llamado “cuchillo”. Esta ceremonia es clave para los Oriateses, ya que
para muchos Babalòrìsàs de experiencia, el Obá debe tener “cuchillo” para poder realizar ciertas
ceremonias en el cuarto de Osha. Además, ¿como un Obá-Oriaté puede dirigir una ceremonia
de Pinaldo si no lo tiene?.

El título de Oriaté es muy anhelado en la religión de los òrìsàs pero hay que estar consciente de
que no todos nacen para serlo. Como ya explicamos, se deben reunir ciertas condiciones tales
como: ser escogido por los Òrìsàs a través del oráculo del caracol, tener ciertas capacidades
para dominar los diversos cantos, rezos y ceremonias de consagración, tener la ceremonia de
Pinaldo o “cuchillo” y gozar del “visto bueno” de Oriateses experimentados. Siguiendo estas
reglas perpetuaremos la tradición de nuestros antepasados como por ejemplo la del barrio
habanero San José 80 de donde han salido los mejores Oriateses de Cuba.

Finalmente queremos dedicar este artículo a grandes Oriateses que en otrora desempeñaron su
trabajo con grandeza como lo fueron: Timotea Albear "Latuán" (Ajayi Lewú), Ña Rosalia
(Efunshe), Liberato Valdés (Ewin Leti), Abelardo Becquer (Emi Osun), Maximiliano Ordaz (Obá
Yumi), Carmen Miró (Ewin Leti), Domingo Gómez (Sàngó Miwá), Octavio Samá (Obadimeji),
Lamberto Samá (Ògún Toyé), Nicolás Angarica (Obá Tolá), Gilberto Carrasco (Obá Yoko), José
Roche (Oshún Kayodé), Tomás Romero (Ewin Leti), Abelardo Hernández (Oshún Funké), Chiqui
Valdés (Omi Dina), Iván Lara (Obá Delé), Emma Terán (Oshún Leti), Elpidio Mercado, y entre
otros, Lázaro Alfonzo, quien fue Oriaté durante más de 30 años antes de ser Babalawo. También
deseamos destacar el excelente trabajo que han realizados oriateses de alto nivel en los últimos
años, tales como: Roque Duarte "Jimagua", Dany Rangel, Pedrito "El Sawero", Máximo Texidor
(Shangó Ladè), Miguel "Willie" Ramos (Ilari Obá), Esteban Pérez (Ògún Relekun), Ambiro Terán
(Ewin Kolade), Ernesto Pichardo (Obá Irawo), Wagner Barreto (Aladè Jínmì), Rafael Molina (Obá
Temi), Gladys Quiroga (Omi Toké) y Kevin Pérez (Oya Tiyoko), sin quitarle el mérito a muchos
otros que actualmente están llevando a cabo tan insigne labor.

Los Collares de Osha


Una de las formas de iniciarse en la religión yorubá es con la imposición de los collares
sagrados, elemento fundamental que permite un acercamiento con los òrìsàs, deidades
que rigen el mundo desde que fue creado.

La iniciación en la religión de los òrìsàs puede realizarse a través de la imposición de los collares
de osha, también llamados elekes o iñales en el dialecto lucumí. Estos collares sagrados son
ceremoniados adecuadamente en rituales secretos de la religión, por lo tanto, los procedimientos
para prepararlos y entregarlos deben ser realizados por Babalòrìsàs o Iyalòrìsàs debidamente
consagrados. Sólo ellos tienen el poder para energizar estos collares ya que los mismos son
ritualizados en los fundamentos sagrados de los Òrìsàs. Si se realizan estrictamente estas
ceremonias la persona que los recibe puede obtener los beneficios que ellos brindan.

En la ceremonia de imposición se entregan básicamente cinco collares que representan, según


sus colores, a los cinco Òrìsàs fundamentales de esta religión: Èsù Elegbara, Obàtálá, Yemaya,
Sàngó y Òsun. Hay otros collares que pueden ser entregados en ese momento trascendental y
dependerá del Òrìsà tutelar de la persona. Esto quiere decir que si, por ejemplo, la persona es
hija de Oya debe recibir los cinco collares antes mencionados más el de Oya. De esta forma se
puede presentar el caso de que el Òrìsà tutelar sea: Babalú Ayé, Ògún, Òsóòsi, Agaju, Inle,
Olókun, Òrìsà-Oko, Oba, etc; en cuyos casos se le entegará uno extra.

Debido a esto, es recomendable llevar a la persona al Babaláwo antes de recibir los collares
para determinar con exactitud cuál es su òrìsà tutelar, no sólo por lo antes expuesto sino también
para evitar la relación entre “Òrìsàs con prohibición”. La misma existe entre los hijos de Oya y
Sàngó, Oya y Yemaya, y Òsun y Sàngó. Esta es una prohibición ritual y se debe respetar para
evitar problemas serios que van desde la ruina económica hasta situaciones negativas de
diversos tipos, tanto para el ahijado como para sus padrinos. De esta forma un Olòrìsà que
tenga coronado Oya, y tenga cierto grado de responsabilidad, debe eximirse de realizar
cualquier tipo de ceremonia a los hijos de Sàngó y de Yemaya. Igualmente un padrino o madrina
hijos de Yemaya o de Sàngó no pueden hacer ceremonias sobre la cabeza de ningún hijo o hija
de Oya. Esto mismo pasa con los Olòrìsàs hijos de Òsun, los cuales no deben hacer ningún
ritual a los hijos de Sàngó y viceversa, aunque muchas casas religiosas no le dan mucha
importancia a la prohibición entre éstos dos últimos Òrìsàs. Normalmente la necesidad de que
una persona reciba los collares es manifestada a través de los oráculos adivinatorios de la
religión.

En la mayoría de las casas religiosas del continente americano inician a las personas por medio de la ceremonia de
imposición de collares. A través de ellos los Òrìsàs brindan protección y prosperidad.

Allí el Òrìsà define si la persona necesita los collares, lo cual es definido por diferentes razones:
para mejorar su salud, por protección, por una vocación espiritual que se va a desarrollar con el
tiempo, porque la religión está en su camino y se consagrará en un futuro, para mejorar las
condiciones su vida, etc. Cualquiera que sea el caso, la persona debe seleccionar a un
Babalòrìsà o una Iyalòrìsà responsable con la cual se va unir espiritualmente bajo el vínculo de
padrino-ahijado o madrina-ahijado, siendo los Òrìsàs intermediarios en esta unión.

Las ceremonias se realizan en un ambiente de tranquilidad y emotividad. Generalmente se


efectúan en la casa de los padrinos, y con la ayuda de la Oyubona, quien es un Olòrìsà que se
desempeña como asistente en todo el ritual. Ese día se realizan varias ceremonias secretas que
tienen la finalidad de preparar y armonizar los planos físicos, mentales y espirituales de la
persona para que el encuentro con los Òrìsàs sea óptimo. Las ceremonias son realizadas por el
Padrino o Madrina, la Oyubona, y supervisadas por el Òrìsà tutelar de la persona y por su
cuadro espiritual, ellos determinan a través del oráculo del coco si están conformes con lo que
se ha hecho y si la persona está lista para recibir los collares. Si es así, se procede a la
ceremonia final en donde se emiten cantos y rezos en dialecto Yorubá mientras se colocan uno a
uno al nuevo iniciado, ceremonia que se realiza en el cuarto sagrado para que los objetos
sagrados del Olòrìsà sirvan de testigo. Al finalizar el ritual, los padrinos explican las reglas que
debe respetar el nuevo iniciado en el mundo espiritual donde ha entrado. En ese momento se le
explica lo que debe y no debe hacer con los collares, además del compromiso de respeto que
adquiere hacia sus padrinos y hacia la religión.

Elemento de la cultura Yorubá

En este artículo se ha querido explicar, sin entrar en los secretos ritualísticos, la verdadera
manera de poner unos collares de Osha. Como se ha podido apreciar, una persona que no
tenga las consagraciones debidas, no puede poner estos collares sagrados. Aunque parecen
objetos decorativos, ellos funcionan como medicina de una cultura ancestral y representan a
varios Òrìsàs Yorubá, además están sacramentados con la energía obtenida de los fundamentos
sagrados que sólo los Olòrìsàs poseen. Se puede decir entonces que estos son herederos de
antiguos secretos Yorubá, por lo tanto, ni espiritistas, ni brujos, ni el que echa las cartas, ni
espíritus posesionados en médiums, ni el que lee el tabaco, ni nadie que no sea Olòrìsà, puede
realizar ceremonias para colocar los collares de los Òrìsàs Yorubá.

Antiguamente no existían las cuentas plásticas que conocemos ahora, los Yorubá usaban unas
hechas en madera y las pintaban con extractos vegetales dándoles los múltiples colores que
representan a cada Òrìsà. Como se explicó anteriormente, los collares de Osha son un
fundamento sagrado de la religión Yorubá que merece un profundo respeto, tanto en la forma de
recibirlos como en su uso cotidiano. Los Yorubá siempre los han usado como medicina
tradicional siendo su verdadero sentido el tener siempre consigo la poderosa energía de los
Òrìsàs. Las reglas que rigen la imposición y el uso de los elekes de Osha se originan en
antiguas tradiciones, por lo tanto no se pueden cambiar por capricho o desconocimiento, por lo
tanto las personas que tengan interés de transitar por los caminos de esta tradición religiosa
deben informarse con las personas que conozcan bien el tema a fin de evitar errores como el de
“lavar los collares con agua de coco para refrescarlos”. Esta es una grave equivocación ya que
el agua de coco le quita el ashé a los collares, lo único que se lava con agua de coco son los
fundamentos de Babalú Ayé. Como este hay ciertos errores que se ven a diario en la práctica de
la religión òrìsà, especialmente en personas que no son consagradas y llevan a cabo rituales sin
estar consagrados debidamente, creando problemas en las personas con fe.

La imposición de collares es el primer paso para obtener los beneficios que dan los Òrìsàs a sus
protegidos. Las ceremonias para entregarlos fueron creadas deidades de alto nivel jerárquico y
fueron transmitidas a los humanos por Ifá, por lo tanto si no se realizan de la manera correcta no
tiene sentido hacerlas, ya que nunca tendrá la aprobación de Dios ni los Òrìsàs.

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