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UNIDAD1.

LA FILOSOFÍA COMO CIENCIA EN EL MARCO DE LA


INTERDISCIPLINARIEDAD

FILOSOFÍA

Tema. Relación de la filosofía con la ciencia, el


arte y la religión
Relación de la filosofía con la ciencia,
el arte y la religión.
La filosofía además de ser contemplativa, destaca en la actividad de pensar, un
modo de atender y entender el mundo a través de la problematización; ello nos
permite cuestionarlo, por medio de la pregunta, qué son las cosas, hemos hecho
la apertura de su ser, podríamos entender por cosa, el fenómeno, la belleza o la
fe, y podríamos tratar de entender con ello, al mismo tiempo la experiencia
científica, la experiencia estética o la experiencia mística y, de esta manera, dar
cuenta de lo que son.

Debemos comenzar por definir cada término


para tener una base común que permita
establecer la relación osible. La ciencia (del
latín scientia, de scire), significa saber. El
objetivo de la ciencia puesto que es una
actividad cultural humana consiste en
constituir y fundamentar el saber como un
cuerpo sistemático. Por ejemplo, la ciencia
decimonónica constituye un conjunto de
saberes sistemáticos susceptibles de
comprobación empírica. A diferencia de otras
actividades similares, a actividad se distingue por sus características específicas:
su conocimiento refiere a la racionalización del mundo material o naturaleza,
cuyas regularidades quiere explicar y predecir; por medio de un método
experimental, del cual forman parte la observación, la experimentación y las
inferencias de los hechos observados; la ciencia constituye un sistema porque se
organiza mediante hipótesis, leyes y teorías, y es un conocimiento objetivo y
público, porque busca ser reconocido por todos como verdadero y tiene una
pretensión universal, en tanto que puede ser entendido y compartido por todos. El
concepto de ciencia experimental, sólo abarca una parte de la actividad científica
como la física o la zoología, dejando fuera a estudios formales, como la
matemática y la lógica; en el pleno sentido de la palabra son también ciencias
porque, cuando aun no refieren a hechos naturales, conforman un conocimiento
universal, sistemático y metódico, ellas elaboran los instrumentos de cálculo e
inferencia, que solicita el método y la sistematización de las ciencias empíricas y,
además, también mantienen alguna relación con la naturaleza, de la cual
constituyen modelos o formas para pensarla.

Ciencia y conocimiento científico son una sola y


misma cosa (uno es el resultado de la actividad y la
otra es la actividad que lo produce), y sólo a ellos se
aplica la noción de episteme, tal como se
denominaba al saber verdadero del mundo
helénico, estableciendo una brecha con la mera
opinión o doxa1, que se consideraba conocimiento
impropio o saber infundado. Sin embargo, el valor
de verdad de la ciencia debe tener su justa medida.
Aquí tiene lugar la relación con la filosofía, dando
pie a la filosofía de la ciencia, la cual, destaca el carácter provisional del
conocimiento científico y reitera que toda ciencia en tanto que actividad racional
debe elaborar propuestas de teorías provisionales y atreverse a conjeturar, a partir
de los problemas que surgen de nuestra adaptación al medio, para someterlas a la
prueba del experimento, contrastándolas con los hechos, para probar su

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La opinión o doxa es una creencia que puede sostenerse más o menos motivadamente pero que no ofrece
pruebas ni garantías de su validez (no está demostrada) y, por tanto, puede estar sometida a discusión y a
duda. Entre los griegos designa el conocimiento que no posee las características del verdadero saber, que es
la episteme. Parménides lo opone a la vía de la verdad, como vía falsa que se apoya en opiniones de los
mortales, «de apariencia verosímil». Platón considerará que la doxa es el tipo de conocimiento inseguro e
incierto que corresponde al mundo visible, a diferencia del conocimiento científico (episteme) y del
conocimiento racional del mundo de las ideas en general (noesis). Por ello, distingue claramente entre la
auténtica gnosis o episteme que se remite al mundo de las ideas y la doxa que sólo alcanza el mundo del
devenir.
En la metáfora de la línea, subdivide este conocimiento aparencial en eikasía, cuyo objeto son las imágenes
de las cosas, y pístis, cuyo objeto son las cosas sensibles. En general, el conocimiento se corresponde con el
ser y la ignorancia con el no ser, mientras que la opinión ocupa un lugar intermedio entre ambos extremos, y
se corresponde con el devenir. Aristóteles también entiende por opinión un conocimiento o creencia más o
menos fundado, pero cambiante y sin garantías de veracidad. (Herder, 1996).
consistencia. De aquí que lo que caracteriza al desarrollo de la ciencia no sea
precisamente la acumulación de conocimientos, sino la «indagación de la verdad
persistente y temerariamente crítica».

Arte procede del latín ars, que significa habilidad, técnica, arte, que al mismo
tiempo se traduce el griego,
tékhne. El sentido original y
amplio del término, expresa la
idea de “saber hacer algo con
maestría, de acuerdo con las
técnicas propias de una
profesión”, en ello habita un
tipo de verdad. Así como el
saber artesano, en general
matiza una habilidad o una
técnica profesional. Los
griegos llamaron tékhne poietiké, a la técnica de producir algo, además de las
producciones artesanales, designa también a las producciones culturales y a la
educación sofística. En su origen griego, la expresión tuvo un uso indiferenciado,
asignado tanto al artesano como al sofista. En la postrera edad media, se
estableció una clasificación por grupos de artes o técnicas llamadas liberales y
serviles; teóricas, prácticas y poéticas según Quintiliano, o nobles y artesanas de
acuerdo con Galeno. Sólo hasta el Renacimiento, las artes obtienen un prestigio
que las vincula definitivamente con la belleza al arte, llamando al aspecto
agradable de la obra de arte -de las plásticas, sobre todo- «belleza» y a las artes
que la producían, «bellas artes».

La belleza que se contempla en la obra de arte es captada por percepción


sensible (aísthesis). Aunque las teorías estéticas discuten acerca de en qué
consiste esta percepción sensible, que a partir del s. XVIII se llamará «sentimiento
estético», sin duda son de importancia primordial los elementos sensibles espacio-
temporales. Si hay un predominio de la percepción por el sentido de la vista,
pueden clasificarse en espaciales, como la arquitectura, las artes plásticas y la
cultura, o temporales, si existe un predominio de su contemplación por la escucha,
el sentido del oído y el tiempo, como la música y el ritmo, la palabra (literatura) y la
danza.

Religión es una palabra que


procede del latín, religio, que deriva
de relegere, recoger, repasar,
releer, o de religare, religar. Émile
Durkheim la define de la siguiente
manera: “una religión es un sistema
solidario de creencias y prácticas
relativas a cosas sagradas, es decir,
separadas, prohibidas, creencias y
prácticas que unen en una misma comunidad moral, llamada Iglesia, a todos los
que se adhieren a ella”. Las creencias en lo sagrado son los elementos
esenciales a la religión, conforman un conjunto sistematizado y autónomo, y
culturalmente compartido por una colectividad. La referencia a lo sobrenatural y a
la divinidad, es un asunto relativo de lo cual puede variar su presencia, como en el
budismo.

Dos interpretaciones configuran el significado del


término: a) de acuerdo con Cicerón, las
etimologías relegere «aquellos que vuelven
diligentemente con el pensamiento, por así decir,
como si repasaran lo que concierne al culto de
los dioses, se les llama religiosi legendo, de la
misma forma que elegantes viene de eligendo, y
de diligendo los diligentes y de inteligendo los
inteligenti» (De natura deorum, II, 72), destaca el
aspecto cultural de la religión, dado que el
hombre religioso romano repasa atentamente
sus deberes y los ritos que lleva a cabo para relacionarse con la divinidad; o b) la
de religare, según Lactancio: «Nos hallamos unidos y vinculados (religati) a Dios
por este vínculo de la piedad. De aquí toma el nombre la religión misma, a
diferencia del relegendo ciceroniano» (Divinae institutiones, IV, 28) esta última,
supone una relación personal y real, que une
el cristiano a Dios.

Tanto natural como revelada, ambas


religiones tratan de explicar la existencia.
Una religión revelada, refiere a una
revelación sobrenatural ocurrida en una
época determinada y consignada en libros
sagrados (mito originario), para explicar su
origen histórico. Así, por ejemplo, el
judaísmo, el cristianismo y el islam. Es
positiva, en el sentido de que ha recibido la
sanción, o la fundación, de un poder superior.
Una religión natural no recurre a ninguna
revelación divina para explicar su existencia, que se basa simplemente en los
mismos hechos religiosos humanos, en cuanto provienen de estados de
conciencia de una determinada colectividad humana: sentimientos, temores,
deseo de comprensión del mundo. Que se llamen naturales no implica que no
tengan creencias sobrenaturales.

La ciencia, el arte, la religión y la filosofía, como modos diferenciados de acceder,


entender, expresar o acercarse a la realidad, demarcan un tratamiento y una
experiencia del mundo, desde la cual se construye sentido, es decir, cada una de
estas expresiones integra y da cuenta de la cultura y, además constituyen un
saber y una sensibilidad por sí mismas. La filosofía ha mantenido una relación con
el arte (filosofía del arte), la ciencia (filosofía de la ciencia) y la religión (filosofía de
la religión); de las cuales podemos encontrar las más variadas posturas.
Asimismo, algunas disciplinas, ramas o vertientes al interior de la filosofía han
contribuido a analizar y comprender formalmente cada una de estas
manifestaciones, por ejemplo: la estética, la epistemología y la metafísica, así
como también a su desarrollo conceptual y teórico.

La filosofía es en todo caso "vaso comunicante" entre todas esas expresiones


culturales, es decir, como aquella que vincula y trata de entender y definir las
demás, es decir, un instrumento una manera, bueno digámoslo en definitiva: un
método de procesar, absorber la realidad-mundo. Pero a diferencia del vaso como
un utensilio que reúne y da forma, es vaso comunicante, que traspasa, cada una
de las disciplinas, las une y las diferencia, las comunica. El vaso comunicante es
entonces de un trayecto transversal.

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