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ALIMENTACIÓN CON FÓRMULAS ARTIFICIALES

Los estudios nutricionales objetivos con menores de 4-6 meses en Crecimiento difieren
mínimamente, si acaso, entre los niños alimentados con leche humana y los que reciben fórmulas
artificiales modernas. Aunque tales técnicas no son capaces de detectar pequeñas, aunque
importantes, variaciones o diferencias, estos estudios confirman la capacidad de las fórmulas
modernas para mantener un crecimiento y un desarrollo normales. Por tanto, las madres que no
pueden dar el pecho a sus hijos, o que sencillamente no quieren hacerlo, no tienen por qué sentirse
menos realizadas o creer que transmiten menos cariño hacia sus hijos que el resto. Además, la
calidad del afecto y espíritu maternal, así como el grado de seguridad y cariño no tienen por qué ser
diferentes entre la lactancia artificial y la materna.

Se habla de lactancia artificial cuando el niño, durante el primer año de vida, recibe un alimento
distinto de la leche de mujer, tradicionalmente leche de vaca o de otros mamíferos mas o menos
modificada, y en la actualidad predominantemente formulas sintéticas, cuyos componentes
proteicos derivan, generalmente, de la leche de vaca. Su conocimiento es imprescindible para
todo sanitario relacionado con los niños, por su gran difusión, por sus persistentes inconvenientes
y porque con ella son posibles intolerancias y errores que afectan al niño de forma inmediata o
tardía, a nivel digestivo, nutricional, inmunológico y psicológico. La promoción de la lactancia
materna es una de las estrategias prioritarias para el fomento y la protección de la
salud en todo el mundo. Así lo han reconocido la OMS, UNICEF y diversas
organizaciones científicas

COMPOSICIÓN DE LAS FÓRMULAS ARTIFICIALES INFANTILES


El contenido en nutrientes de las fórmulas infantiles comercializadas en EE.UU. está regulado por
la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) mediante la Ley sobre Fórmulas Infantiles; la
mayoría de los países industrializados y muchos en vías de desarrollo cuentan con una regulación
similar. Todas las fórmulas deben contener cantidades mínimas de todos los nutrientes conocidos
o que se cree son necesarios para el lactante y cada vez se hace más hincapié en que no excedan
una cantidad máxima razonable en cada caso. La mayor parte de las fórmulas artificiales contiene
una fuente de proteínas, generalmente una mezcla de proteínas de leche de vaca, además
de proteínas de soja o algunas proteínas hidrolizadas, lactosa y otros azúcares, una combinación
de aceites vegetales, sales minerales y vitaminas.

. ALIMENTACIÓN CON FÓRMULA


Las “fórmulas” son productos industriales ideados para la alimentación del lactante y niño
pequeño, cuyo contenido proteico procede, habitualmente, de la leche de vaca pero que puede
tener otros orígenes, como la soja. Cuando la alimentación al pecho no es posible o existe alguna
contraindicación, se recurre a las fórmulas lácteas infantiles que están destinadas a satisfacer (de
manera parcial o total) las demandas nutritivas de los lactantes durante esta etapa de su vida. Se
presentan como leche “en polvo” o como leche líquida “lista para tomar”. La presentación en
polvo, la más utilizada en nuestro país, tiene indudables ventajas: esterilidad, fácil conservación
incluso en envases abiertos, composición constante y los biberones son fáciles de preparar. La
presentación “lista para tomar” ahorra el trabajo de preparar el biberón y evita los errores
derivados de utilizar agua no adecuada y de hacer concentraciones erróneas, pero tiene en su
contra el precio elevado y que el transporte y conservación son más difíciles. La nomenclatura de
las fórmulas para lactantes ha ido variando a través del tiempo. Una de las más utilizadas distingue
para la alimentación del lactante sano cuatro tipos: 1) “de inicio” (infant formula), 2) “de
continuación” (follow-on formula), 3) “unitaria” y 4) “de seguimiento”. Desde 2006, la Directiva
Europea se refiere terminológicamente a “preparados para lactantes”, considerando al lactante
como el niño menor de 12 meses, y “preparados de continuación”, que deben ser diseñados
para los niños que ya han iniciado la alimentación complementaria.

Fórmulas de inicio
Llamadas también de comienzo y conocidas antes como “adaptadas”, se fabrican teniendo como
modelo básico la leche de mujer y se consideran adecuadas a la fisiología del RN y lactante pequeño.
Una vez reconstituidas, deben cubrir por sí solas todas las necesidades nutritivas del lactante desde
los 0 a los 4-6 meses, aunque pueden utilizarse, complementadas con otros alimentos, hasta el año
de edad. En 1977 el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología y Nutrición
Pediátrica (ESPGHAN) dictó la composición esencial que debe tener una fórmula para que pueda
considerarse “de inicio” y posteriormente ha hecho diversas modificaciones y recomendaciones
sobre la misma, siendo la última modificación la publicada en 2005.

Composición.
 Valor energético: En general se recomienda un ingreso calórico de 650 kcal/día en los primeros
seis meses y de 850 kcal/día en el segundo semestre. Una fórmula infantil preparada para el
consumo de acuerdo con las instrucciones de la empresa debe contener por cada 100 mL, no
menos de 60 kcal (250 kJ) y no más de 70 kcal (295 kJ) de energía
 Proteínas. Se recomienda una concentración superior a la de la leche materna, de 1,2-1,9 g/dL,
dado el menor valor nutritivo (contenido de aminoácidos esenciales) de las proteínas de leche
de vaca en relación con la leche de mujer. Es necesario establecer un máximo, especialmente
en los tres primeros meses, pues un aporte proteico excesivo supone una sobrecarga de solutos
y de radicales ácidos para un riñón con limitada capacidad de concentración y de acidificación y
una sobrecarga excesiva de aminoácidos para la capacidad de algunos sistemas enzimáticos, lo
que podría favorecer la aparición de hiperaminoacidemias transitorias. Para conseguir que la
relación caseína/proteínas del suero sea igual a la de la leche de mujer, 40/60, se añade suero
lácteo a la fórmula, con lo que, además, el patrón de aminoácidos obtenido se parece más al de
la leche de mujer, pues se disminuye así la cantidad de aminoácidos aromáticos, fenilalanina y
tirosina, muy abundantes en la caseína.
 Carbohidratos. Se aconseja un contenido de 9,0-14,0 g/dL a base, preferentemente, de lactosa.
Se piensa que el aporte exclusivo de lactosa durante los 4-5 primeros meses de vida es preferible
a cualquier otro carbohidrato, ya que: a) es una fuente de energía de fácil biodisponibilidad; b)
mejora la absorción intestinal de Ca y Mg; c) aporta galactosa, que se utiliza para la síntesis de
galactolípidos cerebrales; d) se transforma en el colon por el Lactobacillus bifidus en ácido
láctico, el cual reduce el pH intestinal y aumenta la resistencia a la infección por bacterias
enteropatógenas, como el E. coli; e) tiene menor poder edulcorante que otros carbohidratos y
ello disminuye el “gusto por lo dulce”, que favorecería la obesidad; y f) parece reducir la
intolerancia tardía a la lactosa.
 Grasa. Se aconseja que la concentración sea de 4,4 a 6,0 g/100 kcal, que deben aportar del 40
al 55% del contenido energético en las fórmulas de inicio y entre un 35-55% en las de
continuación. Que la calidad de la grasa sea tal que la absorción media de un RN a término sea
al mes de vida como mínimo del 85%. Los ácidos grasos de cadena media no deben sobrepasar
el 40% de las grasas, ni siquiera en las fórmulas para prematuros, ya que no ofrecen ventajas
sustanciales sobre los triglicéridos de cadena larga característicos de la leche materna. Interesa
que el acidograma de la fórmula sea parecido al de la leche de mujer, y ello obliga a numerosos
cambios, que se realizan, en general, reduciendo la grasa de la leche de vaca y suplementándola
con grasa vegetal.
 Sales. La cantidad total debe ser reducida a niveles semejantes a los presentes en la leche
materna. El aporte de Na ha sido muy estudiado por su posible relación con la HTA que, al
parecer, sólo se desarrollaría en personas genéticamente predispuestas. La ESPGHAN aconseja
una concentración de 0,7 a 1,2 mEq/L, pero posiblemente la dosis máxima recomendada sea
excesiva, pues no toma en cuenta el aporte de Na del agua de dilución de la fórmula y, en todo
caso, no se debe reducir el contenido de Na por debajo de 0,7 mEq/L con el fin de evitar
hiponatremia.
 Vitaminas. Deben contener 13 vitaminas, 4 liposolubles (A, D, K, E) y 9 hidrosolubles (C, tiamina,
riboflavina, niacina, B6, ácido fólico, B12, biotina y pantoténico); de ellas se aconsejan dosis
superiores a las de la leche materna. A pesar de todas estas modificaciones, la fórmula de inicio
difiere todavía de la leche de mujer: las proteínas son heterólogas y de menor valor biológico;
faltan componentes proteicos menores
 Esterilidad de las fórmulas infantiles. Las fórmulas infantiles en polvo no son estériles y pueden
contener, en ocasiones, microorganismos patógenos. Las recomendaciones de la FAO
establecen que el contenido máximo debe ser < 3 unidades formadoras de colonias (UFC)/G de
organismos coliformes. Hoy preocupan otros microorganismos entre los que destaca E.
sakazakii, un bacilo gramnegativo que puede originar complicaciones clínicas graves.

Fórmulas de continuación
Llamadas también “de seguimiento”, están indicadas como parte líquida de la dieta del destete para
lactantes a partir del 6º mes y para la alimentación de niños de 12 a 36 meses como parte de una
dieta diversificada. Se basan en que, a partir de los 4-6 meses, la capacidad funcional del aparato
digestivo, la actividad de las enzimas del metabolismo intermediario y la función excretora renal,
han alcanzado un nivel muy superior al existente en el RN y semejante al del niño mayor. Por tanto,
es posible prescindir, a partir de esa época, de las fórmulas de inicio más complejas y costosas pero,
antes de pasar a la leche de vaca entera, son aconsejables estas fórmulas “de continuación” que
aportan los requerimientos mínimos de los nutrientes esenciales. Esto es de gran interés, tanto si
esta leche es el alimento único que recibe el lactante, como si es utilizada como alimento
complementario en una lactancia mixta, ya que la leche de mujer a partir de esta época empieza a
ser insuficiente en algunos nutrientes.
 Energía. Se aconseja de 60 a 70 kcal/L; antes se recomendaba mayor valor energético, pero
ello puede suponer un exceso de carbohidratos.
 Proteínas. No se modifica la relación proteínas del suero/caseína de la leche de vaca
(80/20). Se recomiendan de 1,8-3,0 g/100 kcal y el valor nutricional de la proteína no debe
ser inferior al 85% del valor de la caseína. Aunque este contenido puede, en algunos casos,
conducir a concentraciones significativamente más elevadas de urea sérica, así como a
mayores excreciones urinarias de creatinina y nitrógeno que en los lactantes alimentados
con leche de mujer, no se observan diferencias en cuanto a ganancia de peso, de talla o de
circunferencia craneal y en zonas donde el beikost sólo contiene alimentos de bajo
contenido proteico, como verduras, frutas o cereales, las fórmulas de continuación
constituyen la única fuente de proteínas de alta calidad.
 Carbohidratos. Se aconsejan 9-14 g100 kcal, y el valor máximo no debe representar más del
50% del total de energía; en cuanto a su composición, debe darse prioridad a la lactosa y a
la dextrinomaltosa. La sucrosa (sacarosa) y fructosa no deben ser añadidas a las fórmulas
infantiles. La sacarosa y la glucosa sólo se añadirán a preparados para lactantes fabricados
a partir de hidrolizados de proteínas. Si se añade glucosa, su contenido no excederá 2 g/kcal,
de menor poder edulcorante que la sacarosa, fructosa o miel, de modo que la cantidad de
estas sustancias, separadamente o en su totalidad, no debe exceder el 20% del total de
hidratos de carbono.
 Grasa. Se recomiendan 2,7-4,0 g/dL (4,0-6,0 g/100 kcal); es preciso un contenido graso
mínimo de 2,7 g/dL, pues la mayoría de los componentes del “Beikost” tienen un bajo
contenido en grasa; no existe motivo metabólico que justifique la sustitución total de la
grasa de leche de vaca por grasa vegetal; el contenido de ácido linoleico debe encontrarse
entre 300 y 1.200 mg/100 kcal
 Minerales. Las concentraciones de Na, K, y Cl deben ser semejantes a las de la leche de
mujer. La relación Ca/P debe oscilar entre 1 y 2 dado que el contenido en calcio de los
alimentos complementarios suele ser bajo (menos de 150 mg/día), la fórmula debe
proporcionar una cantidad de 400 mg/día y, por ello, el contenido en calcio debe ser de
unos 800 mg/L. La suplementación con hierro es obligada y se debe hacer con sales ferrosas,
cuya buena tolerancia es conocida; se aconseja un contenido de 0,6-2,0 mg/100 kcal; dosis
más elevadas pueden interferir con la absorción intestinal del Cu y Zn la absorción del hierro
mejora con el ácido ascórbico hasta un coeficiente molar de 1 a 5, por lo que es conveniente
que la fórmula contenga la cantidad suficiente de esta vitamina que permita mantener el
coeficiente molar entre 5 y 10
 Vitaminas. De las liposolubles, que son las más estudiadas, se recomienda que el aporte de
vitamina A sea de 60 a 80 mg/dL, de vitamina D, de 1,0 a 3,0 mg/dL y de vitamina E, un
mínimo de 0,5 mg/g de ácido linoleico y en ningún caso inferior a 0,5 mg/100 kcal. Las
fórmulas de continuación no deben contener, al igual que todos los alimentos destinados a
lactantes, antibióticos, hormonas, pesticidas u otros contaminantes. Si se usan espesantes,
deben ser almidones o preparaciones de harinas. En el etiquetado de la fórmula debe
constar que es para niños mayores de 4 meses. Cualquiera que sea la composición de la
alimentación complementaria, la cantidad de fórmula administrada, sea de continuación o
de inicio, no debe ser durante el segundo semestre inferior a 500 mL/día ni
tampocosuperior a 900 mL/día o 250 mL/biberón.

Fórmulas unitarias
El Comité de Nutrición de la Asociación Americana de Pediatría estima que las diferencias
nutricionales y su mayor costo no justifican la existencia de fórmulas “de inicio” y “de continuación”,
por lo que recomienda una sola fórmula para toda la lactancia si bien, a partir de determinada
edad, puede aportarse otra enriquecida con hierro para una adecuada ingesta de este mineral. La
diferencia fundamental entre la propuesta americana (AAP) y la europea (ESPGHAN, UE) es que la
primera aconseja una proporción de caseína/seroproteínas de 40/60, similar a la leche materna,
para toda la lactancia, mientras que la segunda admite que, a partir de los 5 meses, puede aportarse
una leche de continuación con una relación de 80/20 idéntica a la presente en la leche de vaca.

Leches de seguimiento
Son una buena alternativa al mayor coste económico de las fórmulas de continuación, para lactantes
mayores de un año. Por su formulación tienen cierto parecido con la leche de vaca semidesnatada,
pero con modificaciones que la adecuan a los requerimientos nutricionales y a las posibilidades
digestivas y metabólicas del niño entre 1 y 3 años, al tiempo que corrigen los posibles déficit,
especialmente de hierro y vitamínicos que el desnatado de la leche comporta. En esencia, se trata
de leche de vaca modificada en el sentido de: reducir el contenido proteico, modificar el cuerpo
graso mediante la sustitución de grasa láctea por vegetal, añadiendo, al mismo tiempo, ácidos
grasos esenciales, reducir el contenido en sales minerales y enriquecer con hierro y vitaminas,
especialmente las liposolubles. Si a la buena adecuación de su fórmula se unen detalles que
psicológicamente puedan llegar a conseguir que la madre establezca cierta similitud entre esta leche
y la de vaca, como son: su presentación líquida y, por lo general, en brick, poder adquirirla al mismo
tiempo que la leche de consumo normal para el resto de la familia y, por supuesto, un precio
bastante aproximado, se estaría ante una alternativa interesante a la leche de vaca entera

Fórmulas especiales
Existen también otro tipo de fórmulas llamadas especiales que son administradas a aquellos
bebés que presentan intolerancias o alergias dietéticas por errores congénitos del metabolismo o
bien por problemas gastrointestinales
 Formulas sin lactosa. Derivan de la leche de vaca, pero en ellas se ha sustituido la lactosa
por dextrinomaltosa o por polimeros de glucosa
 Fórmulas de soja. A base de aislado proteico de soja que sustituye a la proteína de la
leche. No contienen ni lactosa ni sacarosa, siendo la dextrinomaltosa o los polímeros de
glucosa los hidratos de carbono que están presentes.
 Fórmulas elementales. Indicadas en situaciones de síndrome diarreico grave. Llevan L-
aminoácidos, grasas como triglicéridos de cadena media y aceite de maíz. Como hidratos
de carbono lleva dextrinomaltosa o polímeros de glucosa.
 Hidrolizados proteicos. Son de dos tipos, fórmulas hipoalergénica (H) o semielementales,
y fórmulas hipoantigénicas (HA). Las H son de alto grado de hidrólisis y con ellas se tratan
las alergias e intolerancias a las proteínas lácteas de vaca además de actuar en la
prevención 1ª de alergopatías. En contraposición, tienen un mal sabor, alto coste y alta
osmolaridad. Las HA están parcialmente hidrolizadas, por lo que tienen un bajo grado de
hidrólisis y son parecidas a las FI. Recientemente, el uso de HA en España está en descenso
a favor de las fórmulas hipoalergénicas (H), al haberse demostrado poca eficacia de las
primeras en la prevención de la alergia. En otros países de la UE, el uso de las fórmulas HA
sigue siendo amplio.
 Fórmulas anticólico. Con ellas se trata de evitar algunos factores desencadenantes en el
cólico del lactante. Tienen una hidrólisis parcial de las proteínas séricas, bajo contenido en
lactosa, aporte de fructooligosacáridos para conseguir un efecto prebiótico, mayor
concentración de β-palmitato y las grasas de cadena media.
 Fórmulas antiestreñimiento. En ellas hay un alto porcentaje de ácido β-palmitato en
posición sn-2, lo que favorece la absorción de la fracción de grasa de la leche, del calcio y
del magnesio, minimizando así la formación de jabones cálcicos en el intestino, los cuales
son los principales responsables de las heces duras

NÚMERO DE TOMAS DIARIAS.


El número necesario de tomas diarias decrece a lo largo del primer año de vida, desde ocho o más
tras el nacimiento hasta sólo tres o cuatro al cumplirse el primer año de edad. El intervalo
entre las tomas difiere considerablemente entre los niños, oscila en torno a 3-5 horas durante el
primer año de vida, con una media de 4 horas. Durante los primeros 1-2 meses, las tomas se
realizan durante las 24 horas del día; a partir de ahí, a medida que aumenta la cantidad de leche
consumida en cada toma y el niño ajusta su demanda al horario familiar o las actividades diarias, el
lactante suele dormir durante períodos nocturnos más prolongados. Conforme el niño se
desarrolla psicológicamente y evoluciona la relación con sus padres, la alimentación a demanda
debe sustituirse gradualmente por un régimen que se adapte tanto a las necesidades del niño
como a las del resto de la familia.
CANTIDAD DE FÓRMULA ARTIFICIAL.
La cantidad de fórmula por toma no sólo varía entre los niños de la misma edad, sino también
entre las tomas de un mismo lactante. Es raro que un niño tome más de 210-240 ml en una sola
toma. Las ganas de comer, se trate de fórmulas o de leche materna, son algo más bajas durante la
primera semana de vida que en los 5-6 meses posteriores. Después de los 6 meses de edad, es
raro que las fórmulas (o la leche materna) sean la única fuente de nutrientes para el bebé. Sin
embargo, continúan siendo una fuente importante de numerosos nutrientes

TÉCNICA DE LACTANCIA ARTIFICIAL.


La posición para la alimentación con fórmulas artificiales debe ser similar a la de la lactancia
materna, de forma que se encuentren cómodos tanto la madre o el cuidador como el niño, sin
prisas ni distracciones. El lactante debe tener hambre, estar totalmente despierto, caliente y seco.
Debe sostenerse al bebé como si se le fuera a dar el pecho. El agujero de la tetina debe tener un
tamaño que permita que la leche salga lentamente y el biberón debe sujetarse de modo que sólo
la leche, y no el aire, atraviese la tetina El biberón suele calentarse a la temperatura corporal.
Puede comprobarse la temperatura vertiendo leche sobre la muñeca. Es importante que el niño
eructe el aire deglutido durante la toma para evitar la regurgitación y las molestias abdominales,
especialmente durante los primeros 6-7 meses de vida. Una toma puede durar entre 5 y 25
minutos, dependiendo de la edad y la energía del niño. Dado que el apetito varía de una toma a
otra, cada biberón deberá contener una cantidad superior a la media por toma. Sin embargo, en
ningún caso se debe obligar al lactante a tomar más de lo
que desea. La leche que sobre se debe tirar

Preparación del biberón


Consiste en diluir el polvo con agua. La proporción media para efectuarla es, en general, del 14%,
bastando con diluir una medida enrasada, de las que lleva el frasco, con 30 mL de agua. Debe
tenerse en cuenta que la capacidad de las medidas que incorporan todas las fórmulas
comercializadas no es igual (oscilan entre 4,2 y 5,0 g), para así poder mantener constante la
proporción de una medida por cada 30 mL de agua, aunque varíe la composición de la fórmula,
por lo que es importante advertir a la madre que utilice exclusivamente la que incorpora cada
frasco. Hay que destacar que las madres suelen preparar la fórmula en polvo a mayor
concentración de la recomendada, por lo que el etiquetado de las fórmulas debería incluir
información sobre la nociva repercusión para la salud del lactante de un alimento
hiperconcentrado.

Características del agua.


Acerca del agua con la que se prepara el biberón interesa: a) Su contenido en minerales. Al
reconstituir la fórmula se suman la carga iónica de la leche y la del agua de consumo empleada; las
recomendaciones de la ESPGHAN están basadas en la creencia de que el agua no aporta ningún
nutriente; esto es en parte cierto en el norte de Europa, cuyo agua proviene fundamentalmente
del deshielo, pero no en España donde el agua de bebida suele ser de extracción o proviene de
acuíferos salinizados. La ESPGHAN recomienda en las leches de inicio
un máximo de Na de 12 mEq/L y para la suma de Na, Cl y K el límite superior es de 50 mEq/L, para
ello el agua utilizada para preparar el biberón no debe contener más de 1 mEq/L de Na y la suma
de los mEq/L de Na, K y Cl, debe ser inferior a 2. En diversas zonas de nuestro país es aconsejable
que no se utilice el agua de consumo público y se recurra a agua embotellada, especialmente a
aguas minerales naturales hipomineralizadas, ya que las aguas de consumo tienen el riesgo de
favorecer la hiperelectrolitemia en el lactante y quizás la hipertensión arterial en el
adulto. Por otra parte, como las fórmulas ya llevan flúor (0,5 mg/L una vez reconstituidas), el agua
debe ser pobre en este mineral y no sobrepasar los 0,5 mg/L para evitar la aparición de fluorosis.
b) La presencia de nitratos. Los nitratos tienen el riesgo de provocar metahemoglobinemia. Al
transformarse en nitritos oxidan al hierro ferroso de la hemoglobina a estado férrico y el
compuesto resultante, la metahemoglobina, es incapaz de enlazar con el oxígeno molecular,
dando lugar a cianosis. La legislación española permite un máximo de nitratos de 50 mg/L y se
recomiendan cifras inferiores a 25 mg/L. c) La contaminación bacterianay parasitaria. Es
aconsejable hervir el agua de los biberones ya que, tanto el agua de consumo público como las
aguas embotelladas, pueden estar contaminadas y algunos parásitos, como quistes de Giardia
lamblia o de amebas, no se alteran por la concentración de cloro utilizada para potabilizar
el agua (1 mg/L). La preparación clásica consiste en batir el polvo con una pequeña parte del agua
y luego mezclarlo con el resto del agua templada dentro del biberón, advirtiendo del fácil error de
concentración. Por ello, muchos aconsejan poner primero todo el líquido necesario y después
añadir la leche en polvo.

Higiene y conservación de los biberones.


Tanto los biberones como las tetinas deben estar bien limpios; la limpieza debe hacerse mediante
hervido o por inmersión en soluciones de hipoclorito al 1% durante 3 horas. En medios de buena
higiene ambiental no es imprescindible la esterilización de los biberones: lavarlos bien, incluso en el
lavavajillas, puede ser suficiente. No parecen existir diferencias apreciables entre los biberones de
material sintético y los de vidrio al inicio del uso; sin embargo, se ha demostrado liberación de
compuestos tipo bisfenol A (BPA), ftalatos y amonio tras el calentamiento repetido de la fórmula
preparada en los biberones de material sintético. Por ello, se recomienda usar aquellos que no
lleven BPA. Es aconsejable preparar el biberón antes de cada toma, pero no existe gran
inconveniente en preparar todos los biberones del día a la vez, si pueden guardarse en el
refrigerador hasta su administración. El biberón debe darse a 37-40 °C; se ha comprobado, sin
embargo, que el calentamiento no es necesario y que los lactantes toleran muy bien el biberón frío
lo cual, en algunos casos, disminuye la tendencia al vómito. Los biberones de la noche no deben
dejarse calentados en termo, pues la temperatura de 37-40 °C es la idónea para el crecimiento de
microorganismos en el caldo de cultivo que supone la leche. Es preferible conservar agua templada
en el termo y hacer la dilución en el momento oportuno.

Administración de los biberones


El biberón o mamadera (Latinoamérica) se administra cada 3-4 horas durante el día y durante la
noche cuando el lactante lo solicite; en general, pasados los dos primeros meses, los niños duermen
durante 6-7 horas permitiendo, así, el descanso materno. Para administrar el biberón la madre
debe estar sentada, teniendo al niño semiincorporado, en la misma posición en que se da el pecho.
El biberón se coloca inclinado de modo que la tetina esté siempre llena de leche. El tamaño del
orificio de la tetina debe permitir que, si el biberón se coloca en posición invertida, la leche
gotee sin dificultad, pero sin salir a chorro. Existen en los actuales biberones dispositivos antihipo
que dificultan la ingesta de aire. Los biberones difíciles de succionar favorecen la aerofagia. La toma
de alimento debe durar de 10 a 15 minutos. De cuando en cuando, durante la toma, y de nuevo al
final de ella, se colocará al niño en posición vertical para favorecer el eructo. Con el aire puede
expulsarse también una pequeña cantidad de alimento, sin que ello tenga significación patológica.
Las interrupciones durante la toma permiten, además, la entrada de aire al biberón, evitando que
la tetina pueda colapsarse y no salir leche cuando el niño succione. La administración del biberón es
momento oportuno para que el lactante reciba, junto al alimento, afecto y calor humano, de gran
importancia para el desarrollo somático y el psíquico.

Cálculo de la ración alimenticia.


Se llama ración alimenticia la cantidad y calidad de alimento que ha de ingerir el lactante para
asegurar un crecimiento y desarrollo óptimos. Con el uso de fórmulas infantiles el cálculo es muy
fácil y se basa en los requerimientos energéticos del lactante
(unas 110 kcal/kg/día durante los primeros 5 meses, y unas 105 kcal/kg/día desde esta edad hasta
el final del primer año), y en el valor energético de la fórmula utilizada (unas 650-800 kcal/L). Debe
señalarse que existen diferencias individuales muy notables y que conviene guiarse,
fundamentalmente, por la autodemanda del lactante, la tolerancia digestiva, la curva de peso y
demás datos de buena nutrición, incluida la defensa frente a las infecciones.

LACTANCIA MIXTA
El lactante recibe, junto a la secreción láctea de la madre, leche de un mamífero o, más a menudo,
una fórmula.
 Indicaciones. La principal es la hipogalactia, tanto si es primaria (hipogalactia idiopática),
como si es secundaria a diferentes afecciones locales (grietas del pezón, mastitis) o
generales (infecciones, psicosis) de la madre. También está impuesta por razones sociales,
cuando las madres trabajan fuera de casa y no reciben facilidades para administrar todas
las tetadas. En algunas afecciones del lactante con vómitos, se puede considerar esta
modalidad de lactancia. Asimismo, en la fase inicial del destete para abandonar
progresivamente el pecho.
 Método. El mejor alimento es la fórmula infantil adecuada a la edad del niño. Este
suplemento puede administrarse según los siguientes métodos: 1) Método alternante. En
una toma el lactante recibe el pecho y, en la siguiente, el biberón, y así sucesivamente. Tiene
el inconveniente de que el niño estimula poco el pecho y si se trata de una hipogalactia
acabará en agalactia al poco tiempo. 2) Método coincidente. En cada toma el niño recibe
pecho y biberón: se recomienda que primero mame y después reciba el suplemento. A ser
posible, es el método de elección. 3)Método intercalado. Consiste en hacer una especie de
bocadillo: primero el pecho, luego el suplemento y, posteriormente, se vuelve a dar el
pecho. 4) Método esporádico. Se conoce en puericultura como “biberón de
entrenamiento”, “biberón pedagógico” o “biberón del cine”. Consiste en administrar un
biberón a las horas en que, por obligaciones maternas, no es posible dar de mamar. Como
ventajas dudosas se aducen el descanso materno y el progresivo acostumbramiento a la
alimentación artificial. En caso de gran producción láctea con molestias locales, es
conveniente el vaciamiento de las mamas.
 Inconvenientes. Los principales son: 1) Favorecer la agalactia: la lactancia mixta se convierte
pronto en lactancia artificial (el “biberón es la tumba del pecho materno”), ya que
disminuyen los estímulos que mantienen la producción de leche. 2) Dificultad para
establecer la cantidad necesaria de suplemento: aun recurriendo al peso de las tetadas, es
realmente difícil, por lo cual conviene vigilar continuamente, ya que la mejor manera de
calcular la ración alimenticia en estos casos es observar el comportamiento del niño;
mientras el lactante tome el alimento con apetito y no tenga vómitos ni diarrea, se puede
aumentar poco a poco

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