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Bolilla 1

1) LA MUERTE DE LA PERSONA HUMANA COMO FENOMENO JURIDICO.


La muerte de una persona humana nos hace patente o revela por sí misma, el acaecimiento de un hecho
jurídico (art. 257 CCyC), cuyo primer y principal efecto es la causación del fin o extinción de una
“persona humana” en cuanto tal (art. 93 CCyC).
El Derecho acompaña a la persona humana desde el instante mismo en que comienza su existencia,
hasta el instante de su muerte. Hasta ese punto llega el Derecho respecto de la persona humana.
Después de la muerte, ya no hay persona para el ordenamiento jurídico. Esto no quiere decir que dicho
ordenamiento no considere y respete las íntimas convicciones relativas a la trascendencia del alma
humana, sino simplemente que, más allá de ese hito llamado “muerte”, el Derecho no tiene, ni puede
tener incumbencia alguna, respecto de esa persona humana que fue, que ha quedado extinguida como
sujeto de derecho. Tampoco implica que el ordenamiento jurídico se desentienda de las exequias o
cadáver, pero, en ningún caso se puede conferir tratamiento de persona a lo que ya no lo es.
En todos los ordenamientos jurídicos del mundo civilizado se respetan las disposiciones que una
persona humana pueda haber adoptado sobre su patrimonio en vida, pero, para producir sus efectos
después de su muerte (actos jurídicos mortis causa). Claro que, este respeto a la voluntad de la persona,
más allá de su muerte, lo es a la persona humana como tal, es decir, con vida, que emite tal voluntad, y
no el respeto a una supuesta “persona muerta” (contradictio in adiecto).
Esa persona humana que ha fallecido, en tanto se ha extinguido jurídicamente como “sujeto de
derecho”, ya no puede proseguir titularizando los derechos y deberes que titularizaba al instante de
acaecer su muerte. Algunas calidades y relaciones jurídicas se extinguen con la muerte de esa persona
humana, mientras otras (como el derecho de propiedad sobre una cosa mueble o inmueble, o un crédito
o una deuda dineraria), de un modo u otro (según los distintos sub-sistemas jurídico-sucesorios, de los
distintos ordenamientos positivos), sobreviven a su titular.
El centro del Derecho Sucesorio, reside en el destino que, frente a la muerte de una persona humana,
los distintos ordenamientos jurídicos estaduales, confieren a los derechos y deberes de naturaleza –
principalmente- patrimonial, que eran titularizados activa o pasivamente (según el caso) por esa
persona al tiempo de su fallecimiento y que, de un modo u otro lo sobreviven.
Necesidad de regulación normativa en todo ordenamiento jurídico positivo.
Aún en civilizaciones primitivas, inclusive en aquellas que no conocieron la propiedad individual,
alguna regulación normativa, por rudimentaria que haya sido, siempre rigió nuestra materia (por ej.: la
muerte de una persona provoca que su ‘porción’ en los bienes de propiedad colectiva de su tribu,
acrezca a los miembros supérstites de la misma tribu).
Sin embargo, en la historia de las ideas (filosóficas y políticas), encontramos autores de diversa
orientación que, con distintos argumentos, han propugnado la eliminación de toda sucesión o traspaso
de derechos y deberes, mortis causa, en favor de personas designadas por el propio causante-testador
(afecto real) o, en su defecto, establecidas genéricamente por la ley, según lo que ella entiende como
normal u ordinario en el común de los casos (afecto presunto).
Cabe aclarar que, aun cuando se aceptara una cualquiera de estas ideas extremas, ello no implicaría la
desaparición de toda regulación jurídica sobre la materia, sino, en todo caso, la necesidad de otra
regulación normativa, la cual, en algunos casos, podría ser muy básica e, inclusive, tácita o
consecuencial (por ej.: la muerte de la persona humana provoca la extinción de todas las relaciones
jurídicas que éste titularizaba, activa o pasivamente, al tiempo de su muerte; por lo que,
consecuencialmente, sus bienes quedarán vacantes o nullius, sujetos a la ley del primer ocupante),
mientras que, en otros, presentaría una fisonomía totalitaria (verbigracia: no existe la propiedad
privada y los bienes de los que cualquier persona se sirve en vida, a su muerte, retrotraen al Estado);
pero, sea como fuere, siempre estaríamos ante alguna regulación normativa.
Aclarado ello, corresponde indagar si, en el Derecho histórico y comparado, se han presentado o se
presentan, casos en que, por la razón o los argumentos que fueren, se haya suprimido toda “sucesión” o
“transmisión” mortis causa, a favor de personas ligadas al causante por un afecto real o presunto; y, en
caso afirmativo, analizar qué ocurrió con tales regímenes.
En primer lugar, nos encontramos con que en, lo que podríamos llamar: el Derecho Feudal europeo, a
la muerte de un siervo o vasallo, la “tierra” que el señor feudal le había otorgado para su explotación,
revertía al dominio de este señor, de manera tal que, si los familiares del siervo muerto pretendían
seguir viviendo en y de esa tierra, debían volver a solicitarla al señor feudal, quien podía o no
concederla y, de hacerlo, les cobraba por ello “buenos derechos”. Tantos y tan intensos deben haber
sido los abusos cometidos por estos “señores”, que se puso fin a esta situación mediante la célebre
institución jurídica llamada saisine, en cuya virtud, se decía: “le mort saisit le vif”, es decir: el muerto
–y no el Sr. Feudal- pone en posesión –de los bienes- al vivo.
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En segundo lugar, nos topamos con la primera etapa del llamado Derecho soviético (o era del
marxismo extremo), en la cual se estableció, de manera tiránica, la eliminación del derecho de
propiedad y, consecuencialmente, de todo régimen sucesorio. A muy poco andar de la instauración de
este comunismo extremo, comenzaron a imponerse excepciones y paulatinamente se fue avanzando
hacia un régimen sucesorio, si bien no idéntico al sistema propio del resto de los países europeos, sí, al
menos, bastante semejante.
El fracaso rotundo y contundente de estas particulares regulaciones del fenómeno jurídico de la muerte
de la persona humana, no hacen más que ratificar la inexorable necesidad de contar, en todo
Ordenamiento Jurídico, con una regulación normativa que respete la voluntad real expresada en
testamento, o la voluntad presunta prevista por la ley, del causante; lo cual, nos lleva de la mano a
analizar el fundamento de todo régimen jurídico sucesorio o de transmisión mortis causa.
Importancia político-económica. Fundamento del Derecho Sucesorio: su vinculación con el
sistema constitucional.
La necesidad de un régimen normativo regulatorio de las consecuencias jurídicas –principalmente-
patrimoniales, que derivan del hecho jurídico de la muerte de la persona humana, debe asentarse en un
fundamento adecuado y suficiente.
Según De Ruggiero: “exigencias no solamente morales y espirituales, sino sociales, políticas y, sobre
todo, económicas, imponen que para la seguridad del crédito y la conservación e incremento de la
riqueza, las relaciones de una persona sobrevivan a su muerte… El derecho hereditario… halla su
fundamento racional en la necesidad de que la muerte no rompa las relaciones de quien cesa de
existir, ya que la interrupción de tales relaciones repercutiría perjudicialmente en la economía
general”.
Por su parte, Pérez Lasala distingue entre el fundamento del Derecho Sucesorio en general, y el de las
sucesiones testada e intestada, en particular.
El fundamento del Derecho sucesorio en general, reside en “el interés general político y económico”;
pues, sin la posibilidad que tienen las personas de transmitir sus bienes con posterioridad a su muerte,
desaparecería el necesario estímulo de la vida económica, toda vez que, cubierta las necesidades
propias de cada quien, nadie ahorraría ni tendría interés alguno en trabajar o producir más allá de lo
necesario para esa cobertura, con lo cual, obviamente, se afectaría la producción y se resentiría la
economía de los países.
Castán, “sin sucesión no habría crédito, pues lo que mantiene la fe en las transacciones humanas es
esa especie de inmortalidad de que se reviste la persona del deudor por medio de la sucesión
hereditaria”. Si todas las deudas, normalmente, se extinguieran con la muerte del deudor, nadie
concedería crédito a personas humanas.
Por otra parte -continúa Pérez Lasala-, el fundamento en particular del régimen de la sucesión testada,
radica en “el respeto de la voluntad” del testador y “en especial, el reconocimiento del ius disponendi
del propietario”; mientras que el de la sucesión intestada, se halla en el respeto de la Ley por el
presunto afecto del causante, según cierto orden natural que, en general, sigue la idea aristótelica,
según la cual: “el cariño en primer lugar desciende, luego asciende y, por último, se colateraliza”, a lo
que, según el autor, debe agregarse un lugar preferente para el cónyuge, en tanto es “uno de los pilares
de la pequeña familia”, como, asimismo, otro lugar para ciertos parientes por vínculo adoptivo.
El respeto al ius disponendi que se presenta tanto en la sucesión testada como, de manera presunta y
“según el curso ordinario y natural de las cosas”, en la intestada, descansa en el respeto por la
propiedad privada. “El derecho de sucesión es una consecuencia del derecho de propiedad”: art. 17
CN. “El problema del fundamento de la sucesión no puede separarse del problema de la propiedad”. En
tal sentido, Borda, sostuvo que el Derecho de sucesiones “es inseparable de la propiedad privada…
Teóricamente se puede combatir a la propiedad y a la sucesión, pero no admitir una y negar la otra”.
2) SISTEMAS JURIDICOS SUCESORIOS EN EL DERECHO HISTORICO Y COMPARADO:
LA SUCESION EN LA PERSONA Y EN LOS BIENES.
DERECHO ROMANO: ORÍGENES DEL DERECHO DE SUCESIONES
EL FENÓMENO JURÍDICO SUCESORIO:
En el derecho romano “suceder” en sentido propio, significó siempre el reemplazo (subrogación) en la
posición jurídica que tenía un sujeto (causante), por parte de otro sujeto (sucesor). Nunca significó el
traspaso de un derecho o conjunto de derechos de un sujeto a otro, ni una adquisición de bienes, y si
bien tal traspaso y adquisición se producía, ello no constituía la esencia de la sucesión, sino su
consecuencia: El sucesor adquiere porque sucede.
En el derecho antiguo y clásico sólo se conoce la successio universal, (es decir aquella en la que pasa al
sucesor, todo o una parte alícuota del patrimonio del antecesor), ya sea inter vivos (conventio in manu,
adrogatio) ya sea mortis causa (hereditas). No se conoce en esta etapa del derecho romano (antiguo y
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clásico) la “sucesión particular” (en la que pasa un bien o bienes particulares) por ningún título (ni inter
vivos ni mortis causa). Cuando se traspasaba una cosa singular por cualquier título que fuera (venta,
donación o legado), no correspondía hablar de successio, sino de adquisitio. Así, por ejemplo, el
legatario (mero adquirente) adquiere del heredero (verdadero sucesor).
En el derecho posclásico comenzó a hablarse de succesio in singula ius, es decir de sucesión a título
particular; y así continuó en el derecho justinianeo. Sin embargo se trató de un mero cambio
terminológico sin connotaciones sustanciales, pues la sucesión particular era una mera adquisitio; de
manera tal que:
Sucesión Universal: Siguió significando el subingreso o subrogación en la posición jurídica del
antecesor (sucesión en sentido propio), cuya consecuencia más visible era la adquisición de bienes o
traspaso de derechos. La sucesión universal podía ser inter vivos (adrogatio) o mortis causa
(hereditas).
Sucesión Particular: Se trataba de una mera adquisición de un bien o bienes determinados (sucesión
en sentido impropio), que podía ser inter vivos (venta o donación) o mortis causa (legado).
Para comprender cabalmente la sucesión por causa de muerte en el Derecho Romano, debe tenerse
presente la importancia que tuvo en Roma la familia y el culto familiar de los antepasados.
En consecuencia, el eje central del fenómeno sucesorio en el derecho romano, se encontraba en la
necesidad de establecer un sujeto: heres, que ante la muerte del causante: auctor ó de cuius, lo
sucediera en la jefatura o soberanía de la familia, a fin de mantener su cohesión y el culto familiar.
De manera tal que este sucesor o heres, venía a ocupar el lugar que al momento de la muerte ocupaba
el causante.
Por esta razón es que también el heres se subrogaba o subentraba en la posición jurídica del
causante, pasando a titularizar las distintas relaciones jurídicas que, activa o pasivamente, había
titularizado, respectivamente, el causante al momento de su muerte.
O sea que el heredero, primero y ante todo: sucedía al causante, esto es: se subrogaba en las posiciones
jurídicas ocupadas por este a su muerte; y luego, consecuencialmente, adquiría sus bienes y contraía
sus deudas. Es decir que la sucesión romana fue, sobre todo en sus orígenes: marcadamente personal o
extrapatrimonial. Los aspectos patrimoniales (adquisición de bienes y contracción de deudas) fueron
meramente consecuenciales: El heredero adquiría porque sucedía.
En consecuencia:
 El heredero sucede a su causante in locum et in ius, es decir subentra (subingresa, ocupa, o se
subroga) en la posición jurídica que tenía el causante.
 Como consecuencia de esta subrogación el heredero adquiere, merced a un hecho único (uno
ictu) el patrimonio del difunto, en bloque (todo o una parte alícuota): característica más aparente
de la successio, aunque no la más importante o esencial.
 Los títulos constitutivos de los derechos traspasados como consecuencia de la sucesión, siguen
siendo los mismos para el heredero: Característica más íntima e importante de la sucesión.
 También consecuencialmente, el heredero adquiere o contrae las deudas que, en vida, pesaban
sobre el causante. En una primera etapa, la sucesión universal mortis causa provoca la confusión
entre el patrimonio del causante y el de su heredero, razón por la cual, éste responde por las
deudas del causante con todo su patrimonio: ultra vires hereditatis. (o sea que responde más
allá de los bienes que recibió por herencia).
Sin embargo, este panorama fue cambiando con el correr de los años, fundamentalmente en dos
aspectos fundamentales:
Por un lado se comenzó a conceder derechos hereditarios a personas que no integraban la casa:
heredes extranei, y que por ende no estaban llamados a ocupar la jefatura doméstica, ni pesaba sobre
ellos la carga de mantener el culto familiar.
Por otro lado, en el devenir evolutivo, se admitió la posibilidad de que el heredero limitara su
responsabilidad por las deudas del causante a los bienes recibidos: intra vires.
Así la sucesión romana se torna “marcadamente patrimonial”; sin perjuicio de lo cual el aspecto
esencial del fenómeno sucesorio romano fue siempre personalista, en tanto el heredero romano venía a
colocarse en la posición jurídica del causante, adquiriendo porque sucedía.
TIPOS DE SUCESIONES:
En Roma existieron dos tipos de sucesiones (mortis causa): la testamentaria y la legítima o ab
intestato.
La sucesión testamentaria precedió históricamente a la intestada y, sin duda alguna, fue de mayor
importancia que ésta última.
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Un buen paterfamilias debía designar de entre los sui, al más digno para que a su muerte lo sucediera
en la Jefatura de la familia y continuara el culto familiar. Sólo si el causante en vida no efectuaba esa
designación (no testaba); entonces correspondía a la ley llamar a las personas que pasarían a ocupar el
lugar dejado por el causante; llamamiento que se fundada en la misma razón: la mantención de la
unidad familiar y la continuación del culto.
Cabe acotar que en el derecho romano no eran compatibles la sucesión testada y la intestada
respecto de un mismo causante (nemo pro parte …).
a) Sucesión Testamentaria: Es aquella que procede en virtud de un testamento válido y vigente
al tiempo de la muerte del testador. Sólo había testamento válido, si en él, el testador había
efectuado institución de heredero. Por lo tanto, heredero testamentario era aquel a quien el
testador había designado o instituido como tal en el Testamento, otorgándole el título de
heres. Podía o no ser pariente del testador. Existiendo heredero testamentario, éste recibía
toda la herencia, aunque el testador no hubiese dispuesto de la totalidad de sus bienes en el
testamento; a raíz de la incompatibilidad entre la sucesión testamentaria y la intestada. Los
beneficiarios de bienes testamentarios sin conferimiento del título de heres podían ser
legatarios, pero no herederos. En este sistema puramente subjetivo, la designatio del
heredero, prevalece sobre la asignatio de bienes.
b) Sucesión Intestada o Legítima: Es la que corresponde al heredero designado por la ley entre
los parientes del auctor, a falta de testamento válido y vigente a la muerte del causante.
MODOS DE ADQUIRIR LA HERENCIA:
En el Derecho Romano se conocieron dos modos de adquirir la herencia, según quien fuera el heredero:
1) Ipso Iure a la muerte del causante: Era el modo en que adquirían la herencia los heredes sui
(personas directamente sometidas a la potestad del pater por vínculo agnaticio) y los heredes
necesarii (esclavos del causante instituidos en testamento).
2) Por Acto de Aceptación de la Herencia: Modo en que adquirían la herencia los heredes
extranei (agnados no heredes sui). Tomando en cuenta a éste último grupo es que
impropiamente se dice que el sistema romano de adquisición de herencia era por aceptación.
ADQUISICIÓN DE BIENES.
El heredero, como vimos, era esencialmente un “sucesor universal” y, como tal, subentraba en la
posición jurídica del auctor. Sólo secundariamente y como consecuencia de tal sucesión, adquiría los
bienes hereditarios en un solo acto (uno ictu) y en conjunto; sometiendo todos ellos a un mismo
régimen, sin distinguir masas patrimoniales dentro de la universalidad. Los títulos permanecían
inalterados.
RESPONSABILIDAD ULTRA VIRES HEREDITATIS:
La responsabilidad del heredero por las deudas del causante era personal e ilimitada (ultra vires)
como consecuencia de la confusión de los patrimonios del causante y del heredero. O sea, el heredero
respondía por las deudas del causante, más allá (ultra) de los bienes (vires) hereditarios (hereditatis)
En el derecho justinianeo (año 531) se produjo una gran transformación en esta materia, pues si bien la
responsabilidad en principio siguió siendo ilimitada, se brindaba al heredero la posibilidad de
limitarla a los bienes hereditarios (intra vires hereditatis), mediante el llamado “beneficio de
inventario”.
POSESIÓN HEREDITARIA:
La posesión hereditaria no fue admitida en el derecho romano, porque consideró la posesión como un
estado de hecho y no de derecho; de tal manera que era inconcebible una posesión sin la confluencia
efectiva de corpus y animus.
DERECHO GERMÁNICO: ORGANIZACIÓN DE LA PROPIEDAD.
EL FENÓMENO SUCESORIO EN LOS DERECHOS GERMÁNICOS:
En los derechos primitivos, el señor de la casa y sus hijos, formaban respecto de los bienes familiares
una comunidad (propiedad en mano común) en la que aquel sólo tenía una posición preeminente de
gobierno y disfrute de tales bienes, pero no su propiedad. De tal manera que la muerte de cualquier
comunero (incluido el padre), suponía un acrecentamiento de las porciones de los demás (a falta de
“comuneros”, el patrimonio revertía a la sippe). En consecuencia mal puede hablarse de sucesión ni de
herencia en sentido propio, en esta etapa.
Cuando los pueblos germánicos invadieron el imperio, el sistema antes explicado ya había
evolucionado; habiéndose empezado a considerar al Jefe de familia como el propietario único e
individual del patrimonio familiar. De tal manera que en vida del padre, los hijos varones no tenían un
“derecho actual” de comuneros; sino una mera expectativa sucesoria; un derecho expectante a recibir,
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a la muerte del padre, la parte de que habían sido titulares en la antigua comunidad. Esta expectativa se
llamaba Wartrecht.
El aspecto sustancial del fenómeno hereditario germánico, puede decirse que fue más adquisitivo–
patrimonial que extrapatrimonial; y en este sentido es que suele identificárselo con el sistema
conocido como “sucesión en los bienes” (en oposición al sistema romano de “sucesión en la persona”);
aunque en verdad este sistema (“en los bienes”) es el propio del derecho anglosajón, más que del
germánico.
En efecto, el sistema sucesorio germánico también tuvo su aspecto personal o extrapatrimonial de
cierta importancia. Tal lo que ocurría con el primitivo Totenteil o “parte del muerto” (objetos
necesarios para la otra vida, que el heredero debía colocar en la tumba del causante); que luego se
transformó en Seelteil o “tesoro del alma” (sufragio para el alma: obligación que se atribuyó a la Iglesia
Católica actuando en nombre de los herederos). Igualmente la Blutrache o “venganza de la sangre”. Si
bien estas primitivas obligaciones personales desaparecieron, subsistieron en cambio ciertas exigencias
de continuidad personal que se tradujeron en funciones de ejecución, administración y liquidación de la
herencia.
TIPOS DE SUCESIONES:
Como puede advertirse del punto anterior, en los derechos germánicos antiguos, los únicos herederos
eran los legítimos, es decir, los parientes de sangre del causante, llamados por la ley. Propiamente
hablando, en los antiguos derechos germánicos “sólo existió sucesión intestada”.
El testamento, apareció bastante después que la wartrecht, e inclusive no daba lugar a una sucesión
strictu sensu, en razón de que por tal instrumento, el testador sólo podía disponer legados,
desconociéndose en los derechos germánicos la “institución de herederos”.
La disposición de legados tenía una importante limitación legal, ya que el testador sólo podía disponer
de su “propia portio” (de la vieja comunidad); no pudiendo hacerlo respecto de las restantes porciones,
reservadas para la wartrecht. Se daba lugar así a una forma peculiar de “legítima germánica”.
MODOS DE ADQUIRIR LA HERENCIA:
La adquisición de la herencia se producía en todos los casos ipso iure a la muerte del señor de la casa:
“El muerto hace al vivo”. Por eso el heredero, aunque sobreviviera un solo instante al causante,
transmitía a sus propios herederos la herencia recibida.
ADQUISICIÓN DE BIENES. MASAS PATRIMONIALES DIFERENTES:
Como un efecto propio y característico de la preeminencia patrimonial – adquisitiva de la herencia
germánica, encontramos a la división de los bienes dejados por el difunto, en masas patrimoniales
diferentes, muchas veces grabadas, cada una de ellas, con sus propias deudas.
La herencia germana no es -como la romana- una sucesión universal; pero tampoco es una adquisición
de bienes singulares; sino que constituye una adquisición de conjuntos patrimoniales, en la que a las
distintas categorías de herederos se le defería una clase, masa o conjunto especial de bienes
(distinguiéndose los muebles de los inmuebles, y dentro de estos los propios de los adquiridos). Así por
ejemplo el equipo de guerra (hereditas herrarum) le correspondía al pariente varón más próximo; como
así también, los objetos destinados a los quehaceres domésticos (gerade), le correspondían al pariente
femenino más próximo.
El heredero tenía una acción de herencia que estaba dirigida a la entrega de todo el patrimonio
separado que a él le correspondía, como una unidad; y no respecto de cada uno de los bienes
integrantes del mismo.
RESPONSABILIDAD INTRA VIRES:
Para el derecho germánico el principio era que el heredero no responde por las deudas del causante.
Sin embargo, la muerte de una persona no podía producir la extinción de sus deudas, por lo que el
patrimonio separado adquirido por los herederos se veía gravado con determinadas deudas.
El heredero no respondía con su propio patrimonio, pero sí con los bienes heredados. Tales
deudas aparecían como un gravamen tácito del “patrimonio separado” recibido por herencia;
constituyendo una especie de obligaciones ob rem. No existía confusión entre el patrimonio del
heredero y del causante. Sin perjuicio de lo dicho, el heredero podía llegar a responder con sus propios
bienes si omitía hacer el inventario en el plazo legal.
POSESIÓN HEREDITARIA:
El heredero también adquiría automáticamente a la muerte del causante la posesión de los bienes
hereditarios, la cual no representaba un poder de hecho sobre los bienes heredados, sino un derecho a
poseer.
Síntesis comparativa de los sistemas históricos romano y germánico.
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Se han formado diversas tesis en torno de las diferencias entre los dos grandes sistemas legislativos, el
romano y el germánico.
a) La mayoría de los civilistas franceses y los nuestros explican la contraposición entre uno y otro
sistema centrando el concepto romano de la herencia en la idea de la continuación de la persona
del difunto por el heredero y el concepto germánico en la idea de la sucesión en los bienes.
Las expresiones sucesión en la persona y sucesión en los bienes son simplistas e inexactas, pues
tanto la hereditas romana como la germana registran elementos personales y patrimoniales. La
herencia romana evolucionó en un sentido patrimonial. La herencia germana no estuvo exentas
de cargas extra patrimoniales: así ocurrió con el primitivo Totenteil o parte del muerto en
Seelteil o tesoro del alma.

b) En la doctrina española, Roca Sastre ve la esencia del Derecho Romano en la successio y la del
germánico en la que el llama adquisitio per universitatem. En el sistema romano el heredero se
subroga en la misma posición jurídica del causante: ocupa su puesto y lugar. Solo por efecto de
la subrogación el heredero se hace titular activo de los derechos del causante y titular pasivo de
las deudas u obligaciones de este, con la sola excepción de los derechos y obligaciones
personalísimos. Por lo tanto, el heres primeramente obtiene el titulo personal de sucesor; en
virtud de ese título se subroga en la posición jurídica del cuius; a consecuencia de ésta, el
sucesor adquiere los bienes y derechos y asume las deudas y obligaciones.
En el sistema germano el heredero adquiere todo el activo patrimonial del causante, pero con el
gravamen de las deudas hereditarias. El heredero no se subroga en la posición jurídica del
causante, sino que simplemente adquiere bienes o derechos.
El heredero germano adquiere un patrimonio relicto, que no está formado por derechos y
obligaciones del causante; sólo comprende los primeros; las segundas, es decir, el pasivo,
actúan únicamente como una carga del activo.
No consideramos convincente la posición de Roca Sastre, pues la mayoría de la doctrina
germana entiende que las deudas de la herencia son deudas personales del heredero. En el
Derecho moderno germano el heredero también subentra en la posición jurídica del causante.
En el Derecho moderno germano el heredero pude llegar incluso a responder ilimitadamente
por las deudas del causante, al faltar determinadas prescripciones legales.

c) Doctrina italiana, la herencia romana abarcaba todo el patrimonio del difunto, en tanto que la
herencia germánica se podía dividir en distintas masas patrimoniales; existía la posibilidad (que
no se daba en el derecho romano) de una pluralidad de sucesiones con relación a un mismo
causante. Pero esta diferencia más que cualitativa era cuantitativa. La herencia romana abarca
todo el patrimonio del causante; la herencia germana era plural, correspondiendo a la pluralidad
de las masas patrimoniales que competían a un mismo causante.
d) Esta diferenciación cuantitativa es marcada en forma novedosa por Binder, para quien los
caracteres entre el Derecho Romano y los Derechos históricos germanos están determinados por
la diferente posición adoptada por ambos frente a la propiedad. El Derecho Romano conoce
solamente una forma de propiedad, que consiste en un señorío absoluto del paterfamilias sobre
todo el patrimonio sometido a su poder. El Derecho Germano, en cambio, no llega a ese
concepto de la propiedad unitario y abstracto, no confiando el patrimonio al libre arbitrio del
Hausherr. Al concepto romano de propiedad corresponde no sólo la unicidad de sucesión, sino
también la libertad de testar del causante. A la múltiple caracterización de la propiedad
germánica según su fin y destino y a su vinculación a la continuidad familiar, corresponde el
distinto ordenamiento sucesorio de las diferentes masas patrimoniales (origen de las llamadas
sucesiones especiales) y la ausencia de una sucesión basada en la voluntad del Hausvater. Estos
rasgos distintivos generales entre ambos sistemas van a desaparecer con la recepción del
Derecho Romano y la posterior evolución hasta la época de la codificación, quedando reducidos
las diferencias a las instituciones particulares.
Con la concepción del Derecho Romano-prosigue Binder- se introduce en Alemania, en su total
amplitud, la propiedad individual romana, y por consiguiente la libertad de testar y la sucesión
universal. Ello no lleva a la total anulación del derecho Sucesorio germánico.
En una apreciación muy general, la relación entre las dos clases de materia jurídica, puede
resumirse así: al Derecho Romano pertenecen los principios generales del Derecho Sucesorio,
la unidad de la sucesión y la libertad de testar dentro de ese marco general corresponde
preponderantemente la regulación de las instituciones particulares al germánico. En algunas
partes de la regulación legal, principalmente de carácter técnico, se hallan figuras jurídicas
totalmente nuevas
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DERECHO ANGLOSAJÓN.

El sistema del Commonwealth y el de los Estados Unidos de América constituye un sistema original y
propio, cuyos orígenes se encuentran en el Derecho germánico y en el Derecho feudal. Comprando el
Derecho continental europeo con el Derecho anglosajón, podríamos decir reduciendo la oposición a
una formula, que el Derecho continental es Derecho Romano transformado por la glosa, y el Derecho
inglés, Derecho germánico sin deformar por la recepción. La influencia del Derecho feudal, en virtud,
sobre todo, de las vinculaciones inmobiliarias, se han mantenido hasta 1925.
El fenómeno hereditario se concibe como algo estrictamente adquisitivo: sólo es un modo de adquirir
que exige previamente el pago de las deudas y cargas sucesorias. Las personas con derecho a herederar
por sucesión intestada son propiamente next-of-kin (parientes próximos), es decir, los herederos de
sangre. El testamento es un acto de disposición de bienes que solo sirve para instituir legatarios.
En el Derecho anglosajón no hay herederos en sentido latino de la palabra: no existe un continuador de
las relaciones jurídicas del causante, ni hay adquisición ipso iure desde la muerte del causante, ni se
planteó el problema de la responsabilidad ni ultra ni vires, ni existe posesión hereditaria.
El Derecho anglosajón no puede prescindir de la problemática que crea la muerte del causante en el
complejo de las relaciones jurídicas que éste tuviera. Para resolver esos problemas articula una
institución especial, a cargo del llamado personal representative, que actúa como liquidador y
administrador.
La misión fundamental del personal representative es la liquidación de la herencia, es decir, reducir a
puro activo la fortuna del causante, para lo cual debe inventariar los bienes, pagar las deudas, las cargas
y los impuestos sucesorios, no dejando en ella sino un saldo definitivo representado por elementos
concretos, inmediatamente disponibles y transmisibles. Este procedimiento de liquidación se efectúa
necesariamente con intervención de tribunales.
El personal representative puede ser designado en el testamento; de no ser así el nombramiento es
hecho por el tribunal, el cual ordinariamente elige a la persona que mayores derechos tiene sobre el
patrimonio.
El heredero no asume las titularidades del causante a la muerte de él, pues entre el causante y el
heredero se sitúa el personal representative, a modo de intermediario. Aun en el caso de que no haya un
executor nombrado en el testamento, cuando el juez nombra al personal representative lo que se
retrotrae a la fecha del fallecimiento es el nombramiento de él. Hasta tanto no se produce el
nombramiento judicial del personal representative, hay u periodo de vacancia en que los bienes, por un
procedimiento de neta influencia feudal, retornan a la Corona, considerada como guardiana de los
bienes hereditarios.
La existencia del personal representative, intermediario entre el causante y herederos, borra el
fenómeno jurídico de la sucesión hereditaria latina e impide considerar, ni siquiera con el valor de
imagen, la continuación de la personalidad del cuius a los herederos.
DERECHO SUCESORIO EN LOS REGÍMENES MARXISTAS
Ni bien instaurado el gobierno revolucionario, se dispone que “después de la muerte del propietario,
sus bienes muebles e inmuebles se convierten en propiedad de la República socialista federal rusa”, no
obstante lo cual y hasta tanto se organizara el sistema de asistencia social, se admitía que de la masa
sucesoria se detrajera lo necesario para sostener a los hijos, padres y cónyuges, que estuvieran
necesitados o incapacitados para el trabajo, pero bajo concepto de “asistencia” y no de sucesión y
siempre y cuando tal detracción no excediera de los 10.000 rublos. “Bien pronto se empezaron a
advertir los inconvenientes de tal sistema y a atenuar su rigor”, por lo que el Ministerio de Justicia
declaró que tal límite de valor, no se aplicaba a las sucesiones abiertas en el ámbito de las comunidades
familiares.
En 1.922, al dictarse el Código Civil, se readmitió la sucesión mortis causa, tanto testamentaria como
intestada, aunque muy limitada tanto respecto de los posibles herederos (sólo hijos, nietos, bisnietos y
cónyuge supérstite y personas incapacitadas laboralmente que hubiesen estado a cargo del difunto un
año antes del fallecimiento), como al objeto de la herencia (que seguía sin poder superar los 10.000
rublos, con aquella salvedad). El excedente, correspondía al Estado. El testamento sólo servía para
distribuir bienes entre los únicos posibles herederos, pero se admitía aquí, un gran margen de libertad,
pues, podía excluir sin necesidad de alegación de causa, a cualquiera o a todos de tales herederos
permitidos, caso en el cual, todos los bienes pasaban al Estado.
En 1.945, se produjo una nueva reforma al régimen sucesorio, por la que se amplió el elenco de
posibles herederos intestados (incluyéndose a los padres, los hermanos y sus descendientes –sobrinos,
etc.-), como asimismo el de los testamentarios (pues no habiendo herederos legales, el testador podía
disponer de su patrimonio a favor de cualquier otra persona, con libertad absoluta), pero, lo más
sorprendente “aún para nuestra concepción capitalista –fue- la supresión del impuesto sucesorio”.
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El último hito evolutivo del régimen sucesorio soviético marxista, lo constituyó la reforma de 1.962-63,
pues como consecuencia de consagrar la “propiedad personal”, estableció un régimen sucesorio
bastante próximo a los clásicos regímenes de la Europa continental.
EL DERECHO SUCESORIO EN LOS ESTADOS LATINOAMERICANOS.
En líneas generales podemos sostener que los regímenes sucesorios correspondientes a los distintos
Estados latinoamericanos, pueden ubicarse dentro de los sistemas de estructura dirigista, de
operatividad sucesoria propia (“sucesión en la persona”) y, en principio, judicializada.
Y en líneas generales, también podemos sostener que, más allá de las distintas reformas que han ido
efectuando en el devenir de los años, han permanecido fieles a tal filiación hasta la fecha, salvo alguna
particular excepción, como lo es el régimen cubano
3) EL DERECHO SUCESORIO: CONCEPTO.
El derecho de sucesiones comprende el estudio de la sucesión mortis cauda a titulo universal y las
adquisiciones a título particular, con todas las particularidades y efectos que determina el ordenamiento
jurídico.
La sucesión en sentido técnico jurídico es la sucesión universal mortis causa, es decir, la del heredero, y
no la del legatario, que es un simple adquirente, a esta parte del derecho civil se le debería llamar
Derecho de Sucesiones y de adquisiciones mortis causa. El término Derecho de Sucesiones responde a
la parte más importante de su contenido, es decir, a la sucesión del heredero; de ahí el nombre de
Derecho Hereditario.
Cicu, el Derecho de Sucesiones es aquella parte del derecho Civil que regula la situación jurídica que
sigue a la muerte de una persona natural. Arias ramos, es la sección del derecho privado constituida por
un conjunto de normas, que regulan el destino que ha de darse a las relaciones jurídicas de una persona
física cuando muere, y rige también la creación de relaciones jurídicas nuevas, cuyo surgir estaba
subordinado a la muerte de dicha persona.
Surgen de estas definiciones notas típicas del Derecho de Sucesiones:
a) La misión fundamental es determinar los efectos que produce el hecho de la muerte sobre las
relaciones jurídicas que tenía le causante, regulando quién va a continuar la relaciones jurídicas
y de qué modo.
b) Es una materia de puro Derecho Privado, tiene por objeto la sucesión en las relaciones jurídico-
privadas, esas en principio con patrimoniales; excepcionalmente se da la sucesión en algunos
derechos y acciones extra patrimoniales.
c) El causante siempre es una persona natural. La extinción de las personas jurídicas no provoca
sucesión en sentido propio.
ROMERO:
El Derecho Sucesorio es uno de los sub-sistemas conformativos de todo sistema de Derecho Civil, que,
frente al fenómeno jurídico de la muerte de la persona humana, regula con justicia : a) el destino que,
en respeto a la voluntad real o presente del causante, ha de darse a gran parte de las relaciones jurídicas
privadas, fundamentalmente patrimoniales, que, sea activa o sea pasivamente, titularizaba al tiempo de
su fallecimiento; y b) el surgimiento de ciertas posiciones jurídicas que, como tales, el difunto nunca
titularizó, y que, originadas a partir de su muerte, nacen en cabeza de ciertas personas humanas que lo
sobreviven, según las circunstancias particulares de casa caso concreto.
Dentro de estas posiciones originarias deben distinguirse dos especies: a) Aquellas que tienen su
antecedente en actos a título gratuito, sean inter vivos, sean mortis causa, otorgados en vida por el
causante y que nunca, de ninguna manera, existieron, como tales, en cabeza del causante [como la
facultad de exigir colación: art. 2.385 y ss. CCyC, o de ejercer las acciones protectorias de la legítima:
art. 2.444 y ss. CCyC]. b) Aquellas que, en cierta forma o de alguna manera, existían en cabeza del
causante al tiempo de su muerte, pero que ni se extinguen con su fallecimiento, ni pasan como tales al
heredero, sino que se ven transformadas y así nacen en cabeza de los herederos (como el derecho de
exigir la cuota correspondiente a la resolución parcial del contrato social, por muerte del socio: art. 90 y
concs. LGS).
DENOMINACION.
Dos expresiones parecen disputarse la función designatoria de la asignatura, a saber: La primera de
ellas, con sus variaciones, es: “Derecho de las Sucesiones” o “Derecho de Sucesiones” o “Derecho de
Sucesión”, o “Derecho Sucesorio” o, directamente, “Sucesiones”. La otra: “Derecho Hereditario”.
La primera de ellas cuenta con marcada preferencia de nuestra doctrina y posee mayor aptitud
designatoria respecto del fenómeno jurídico. La segunda pone el acento en el aspecto objetivo de la
transmisión (la herencia) y en el protagonista estelar de la materia (el heredero).
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La materia alcanza también adquisiciones mortis causa que no son sucesorias y que se verifican en
sujetos que no revisten la calidad de herederos, tal como ocurre con las adquisiciones mortis causa que
efectúan los legatarios como tales o, la que se verifica en cabeza del Estado como tal y no como
heredero (aunque es –al menos- discutible que ese caso excepcional deba ser contenido de nuestra
materia).
Es más, hay casos en que absolutamente todos los bienes que titularizaba el causante al tiempo de su
muerte, se distribuyan íntegramente entre legatarios o, vayan a parar al Estado (herencia vacante),
casos en los cuales, de manera alguna se presenta el fenómeno sucesorio y, ninguno de tales sujetos
adquiere a título de heredero. O sea, en tales casos, no existe sucesión, ni herederos, ni, propiamente
(más allá de erróneas designaciones legales) herencia y sin embargo, caen bajo la regulación normativa
de este sector del ordenamiento jurídico y su estudio compete a nuestra materia.
UBICACIÓN EN EL UNIVERSO JURIDICO.
El Derecho Sucesorio integra al Derecho Civil, Decir que el Derecho Civil considera al hombre en
cuanto tal, significa sostener que este sector científico del Derecho tiene por eje central a las relaciones
jurídicas privadas por antonomasia, desde el instante mismo en que el ser humano es concebido (y
adquiere su calidad de persona), nace (consolidando su status de sujeto de derecho), se emplaza –de
ordinario- en una estructura familiar (y es hijo, nieto, hermano, sobrino, etc.: status familiae), se
desarrolla (vinculándose jurídicamente con sus semejantes en la faz privada, sea patrimonialmente, sea
extrapatrimonialmente); se reproduce (y, en tal caso, es padre, abuelo, etc.) y finalmente muere, con las
consecuencias o efectos jurídicos que tal suceso trae aparejados.
El Código Civil y Comercial de la República Argentina, sancionado por Ley 26.994, mantuvo la
ubicación dada por Vélez Sarsfield y así dedicó a la materia sucesoria el “Libro Quinto” (arts. 2.227 a
2.531), o sea, luego de haber tratado a la “Parte General” (Libro Primero), a las “Relaciones de
Familia” (Libro Segundo), a los “Derechos Personales” (Libro Tercero) y a los “Derechos Reales”
(Libro Cuarto). La denominación del Libro Quinto: “Transmisión de derechos por causa de muerte”, es
pasible de la misma crítica que mereció su predecesora.
VINCULACION CON OTROS SECTORES DEL DERECHO.
Se relaciona con las siguientes partes del derecho civil:
Con la Parte general y particularmente con la teoría del negocio jurídico, de donde el testamento extrae
tantos elementos aprovechables.
Con las dos grandes partes en que se divide el Derecho patrimonial; los derechos reales y los derechos
de créditos, puesto que por efecto de la muerte del causante tiene lugar la transmisión de los derechos
reales y de crédito y de las obligaciones de las cuales el difunto era titular, y eventualmente la
constitución de nuevos derechos reales o de crédito, así como el nacimiento de cargas hereditarias.
Con el Derecho de Familia, en lo relativo a la sucesión ab intestato y a las legítimas, ambas
instituciones basadas en el orden natural de los afectos familiares.
SU SITUACION DENTRO DEL DERECHO CIVIL.
En el plan romano la sucesión mortis causa se incluye entre los modos de adquirir el dominio. Es el
sistema que adoptó Gayo en las Institutas y que adoptó el Código Civil francés.
La sucesión no es propiamente un modo de adquirir el dominio; más bien es consecuencia de la
subrogación. La sucesión hereditaria es, además, un medio para constituir relaciones jurídicas nuevas
que no existían en el causante, ya sea patrimoniales como extrapatrimoniales (establecimiento de
tutelas, reconocimiento de hijos naturales, etc.)
El sistema de Savigny, coloca al Derecho de Sucesiones formando el último de los grandes tratados de
la Parte especial del derecho civil, dado que se consideran las relaciones sucesorias como las más
complejas de todas las civiles.
EL DERECHO DE SUCESIONES COMO SECCION DEL CODIGO CIVIL
Al producirse la muerte de una persona, el Derecho Civil entra a regular sus consecuencias jurídicas.
a) La sucesión en sentido técnico-jurídico como subrogación en la posición jurídica de un sujeto
b) La responsabilidad limitada (intra vires hereditatis), con importantes excepciones que la tornan
ilimitada ( ultra vires hereditatis)
c) La posesión hereditaria, que otorga los efectos de la posesión material, sin necesidad de corpus ni
de animus.
d) La aceptación y la renuncia de la herencia con su peculiar significado, según los sistemas de
adquisición ipso iure o de adquisición por aceptación.
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La figura central del Derecho de Sucesiones es la del heredero, el sucesor in locum et in ius del
causante.
EL DERECHO SUCESORIO SUSTANCIAL Y EL LLAMADO PROCESO VOLUNTARIO
SUCESORIO.
FUNDAMENTO DEL DERECHO SUCESORIO
Los autores modernos en general no tratan el fundamento del Derecho Sucesorio por considerarlo un
problema metajurídico, ajeno al Derecho Civil. Compartimos este punto de vista, pero no si lo
referimos al fundamento inmediato, que cae dentro del Derecho Civil o al menos esta muy vinculado
con él.
Fundamento filosófico-jurídico del Derecho de Sucesiones: teoría del Derecho Natural y de la creación
legal
Aparecen como teorías contrapuestas la que funda mediatamente el Derecho de Sucesiones en el
Derecho Natural y la que lo funda en la ley civil.
a) Teoría del Derecho Natural. Santo Tomas de Aquino sostiene que es derecho natural que los
padres alleguen sus riquezas para los hijos y que éstos sean sus herederos. Es natural que los
hijos sucedan ab intestato a los padres. Esta corriente es seguida por los pontífices romanos, la
encíclica Rerum Novarum habla del deber natural del padre de familia de atender a sus hijos y
de prepararles los medios para defenderse en la vida.
Los filósofos de la escuela racionalista del Derecho Natural sostienen también el fundamento
natural del Derecho de Sucesiones, y extienden el fundamento natural de la sucesión intestada a
la sucesión testamentaria.
Los autores franceses de la época de la codificación, encuentran también el fundamento último
del derecho de sucesiones en el Derecho Natural, si bien difieren del fundamento inmediato.
Unos, refiriéndose a la sucesión intestada lo limitan al derecho de los hijos a recibir los bienes
de los padres; otros lo extienden a otros grados de parentesco (línea ascendente y limitadamente
a la colateral). Todos ellos consideran igualmente como de derecho natural la facultad de testar.
b) Teoría de la creación legal. El derecho sucesorio se fundamenta en la ley civil. Existe
únicamente por la ley del Estado, que es la que crea ese Derecho, y no la ley natural.
Montesquieu afirma que el orden de las sucesiones depende de los principios del Derecho
político y Civil. La ley natural manda a los padres que alimenten a sus hijos, pero no que éstos
sean sus herederos. Rosseau propugna que le soberano haga respetar la herencia de padre a hijo
y de pariente a pariente, pero no por responder a una ley natural, sino por ser equitativo y útil
que los bienes se enajenen lo menos posible en las familias. Para ambos, el testamento es una
creación del legislador, producto del progreso de los pueblos. Las ideas de ellos influyeron en la
opinión de los hombres de la Revolución Francesa.
Fundamento inmediato del Derecho de Sucesiones: presupuesto.
El derecho de propiedad representa el presupuesto del Derecho de Sucesiones. Para que exista un
derecho de Sucesiones tiene que existir la propiedad privada (no pública) e individual (no familiar).
Los autores que niegan la propiedad individual combaten el Derecho de Sucesiones, pues éste no puede
concebir sin aquella. Los ordenamientos jurídicos que proscriben la propiedad privada, proscriben el
derecho sucesorio.
La concepción de la propiedad en la época feudal correspondió un Derecho de Sucesiones basado en la
primogenitura y la masculinidad; a la propiedad de la revolución Francesa correspondió un Derecho de
Sucesiones que imponía un reparto más equitativo de los bienes entre los hijos.
Teorías positivas: teoría del reconocimiento de la voluntad del testador, de la copropiedad familiar y
del interés colectivo.
Son denominadas positivas, porque a diferencia de las negativas, encuentran un fundamento inmediato
al Derecho de Sucesiones. Todas dan soluciones dentro del campo del Derecho Civil o del Social y
Económico.
a) Teoría del reconocimiento de la voluntad del testador. Enfoca la justificación del Derecho
Sucesorio desde el punto de vista del causante, entendiendo que la sucesión testada se deriva
expresamente de la voluntad expresa del difunto, esto supone reconocer a esa voluntad el derecho
de disponer de los bienes para después de la muerte. Y la sucesión intestada encuentra su
justificación en la voluntad presunta del causante, viniendo a ser como una especie de testamento
tácito.
b) Teoría de la copropiedad familiar: Estima que los bienes de los que usa y disfruta el grupo familiar
constituyen una copropiedad, cuyos titulares son los miembros de la comunidad doméstica. Al
enfocar la justificación del Derecho Sucesorio desde el punto de vista del interés familiar, pasa a
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segundo término la consideración de la voluntad del causante. Da mayor importancia a la sucesión


legítima respecto de la testamentaria.
En la actualidad muchos autores admiten el fundamento familiar del Derecho de Sucesiones, sin
necesidad de basarlo en la idea de la copropiedad familiar.
c) Teoría del interés general. Encuentra la justificación del Derecho de Sucesiones en el interés
general (político, o económico). El Derecho Sucesorio beneficia a la sociedad, pues la posibilidad
que tienen los individuos de transmitir sus bienes los incita al trabajo y al ahorro, produciendo y
aumentando la riqueza. La sucesión por causa de muerte responde a una necesidad social que se
encuentra en la seguridad jurídica.
Teorías negativas: teorías clásicas y socialistas modernas.
a) Teorías socialistas clásicas. Combaten el Derecho de Sucesiones. Niegan la herencia por las
mismas razones que niegan la propiedad. La herencia repugna a la justicia, porque origina
desigualdades económicas y sociales entre los individuos.
b) Teorías socialistas modernas. Se limitan a negar el Derecho de Sucesiones con respecto a la tierra
y a los medios de producción, reconociéndolo para los bienes de consumo y de goce, cuya
propiedad admiten.
Apreciación crítica.
Las tesis expuestas referidas al fundamento inmediato resultan insuficientes para explicar el
fundamento del Derecho Sucesorio en su integridad.
En nuestra opinión, las teorías positivas marcan los diferentes aspectos que sirven de base al
fundamento inmediato del Derecho de Sucesiones, siendo conveniente distinguir la sucesión
testamentaria y la intestada.
La Sucesión Testamentaria: Tiene su justificación en el respeto a la voluntad del causante, y en
especial en el reconocimiento del ius disponendi, para que surta efectos después de su muerte. Esa
voluntad no es omnímoda, pues la ley normalmente le pone límites en virtud de la institución de las
legítimas, que marca un límite a la facultad de testar, protegiendo el interés familiar
La Sucesión Intestada: es aquella cuando no hay testamento, o cuando es nulo o uno válido ha sido
revocado. Tiene su justificación en el respeto a la voluntad presunta del causante. Implica un
reconocimiento al orden natural de los afectos. En este orden natural debe tener un lugar preferente el
cónyuge, como uno de los pilares de la familia. Por eso en principio las legislaciones reconocen como
primeros destinatarios de las herencias a los descendientes, si éstos no existen, a los ascendientes, y en
su defecto a los colaterales hasta el cuarto grado.
Quienes niegan que la sucesión intestada se basa en la presunta voluntad del causante dicen que éste
puede no haber hecho testamento, no porque quisiera ajustarse a la regulación de la ley, sino por
muchas causas accidentales que le hayan impedido testar, indecisión, enfermedad grave, etc. Puede
ocurrir que la regulación legal no corresponda para nada a la que habría sido su voluntad. En los casos
de falta de edad y en especial perturbación de las facultades mentales no se puede hablar de una
voluntad válida para el Derecho. Este orden se quiebra en algunos casos en nuestra legislación a partir
de la ley 23.264, cuyos principios acepta el nuevo Código: supuesto de que existan grupos de parientes
legítimos e ilegítimos en la línea colateral. El afecto no existe, por lo general, entre los hermanos
legítimos y los extramatrimoniales, y a la inversa, tampoco entre los descendientes de unos y otros.
Este reconocimiento del orden natural de los afectos lleva consigo la protección del interés familiar,
incluyendo en la familia no sólo los unidos por vínculos biológicos sino por vínculos adoptivos.
En todo el fenómeno sucesorio, está latente el interés social, se protege a la familia, al individuo, el
Estado resulta beneficiado en un doble sentido: uno abstracto, representado por el estímulo que el
Derecho Sucesorio representa para el trabajo y al producción; otro concreto, representado por el
impuesto sucesorio. No obstante, en sentido contrario al aspecto concreto indicado, hay una tendencia a
suprimir ese impuesto, que se plasma en muchas de nuestras legislaciones provinciales.
Consideramos, que el Derecho de Sucesiones es una institución conveniente y necesaria, siempre que
se conjuguen armoniosamente las exigencias individuales, familiares y sociales.
Es prueba elocuente de la convivencia de la sucesión para el Estado la evolución que han sufrido, en
general, las legislaciones socialistas, que si bien en un principio negaron radicalmente el Derecho
Sucesorio, lo admitieron después y lo ampliaron en sucesivas reformas.
LA LLAMADA SUCESION CONTRACTUAL. PROHIBICION EN NUESTRO DERECHO
La expresión “sucesión contractual” se usa para caracterizar los pactos de herencia futura, en
contraposición con los conceptos de sucesión testamentaria y legal. El nuevo CCCN se enrola en esta
tendencia, aunque limitada, en cuanto al acervo que puede ser objeto del pacto de herencia, únicamente
a la empresa familiar: de acuerdo con el texto del artículo 1010 del CCCN, el pacto debe ser relativo a
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una explotación productiva o una participación societaria, excluyéndose de su objeto principal el resto
del eventual acervo sucesorio.
El objeto inmediato del pacto es una explotación productiva o participaciones sociales que recaerán
sobre determinados legitimarios (los denominamos legitimarios-beneficiarios) pero estableciendo,
como dice la norma, “compensaciones a favor de otros legitimarios”. Los otros legitimarios serán los
no beneficiarios de la explotación productiva o participaciones sociales. Y si establecemos
compensaciones para los otros legitimarios, estamos extendiendo el objeto del pacto en forma indirecta
a otros bienes que no conforman la explotación productiva o participaciones sociales. Difícilmente el
pacto con atribución a favor de determinados legitimarios (beneficiarios) y compensación a los
restantes pueda comprender la totalidad del acervo al momento del fallecimiento del futuro causante. A
falta de disposiciones testamentarias, el patrimonio remanente de las previsiones contractuales será
regido por la sucesión legal del CCCN.
4) EVOLUCION DEL DERECHO SUCESORIO EN LA REPUBLICA ARGENTINA:
En el Derecho Colonial y Post-Colonial anterior al Código Civil de Vélez.
El Derecho sucesorio correspondiente al Virreinato del Río de la Plata fue sustancialmente de base
romana, pues, como bien se ha dicho: el Derecho Romano “traspuso los confines de su historia y de su
tiempo e influyó grandemente en las legislaciones germánicas y, a través del Fuero Juzgo, pasó luego
a las Partidas y a las Recopilaciones de Leyes de Indias”, es decir, al régimen normativo que rigió en
el territorio que luego de nuestra Independencia, conformaría la República Argentina.
En el Código Civil de Vélez hasta la Ley 17.711/68.
“Vélez Sársfield estructuró en sus líneas más nítidas el sistema sucesorio de tradición romanista”, tal
como claramente se advierte en la norma contenida en el art. 3.417 del Código velezano, según el
cual: “el heredero que ha entrado en posesión de la herencia o que ha sido puesto en ella por juez
competente, continúa la persona del difunto, y es propietario, acreedor, o deudor de todo lo que el
difunto era propietario, acreedor o deudor”.
PROYECTOS DE REFORMA
Anteproyecto Bibiloni 1926
El primer proyecto de reforma integral del Código Civil. Tuvo una gran influencia de la ciencia jurídica
alemana, tanto en forma directa a través del Código Civil alemán, como a través de sus comentaristas.
Proyecto de 1936
La comisión utilizó el anteproyecto redactado por Bibiloni, pero elaboró un proyecto que tuvo grandes
diferencias con aquel.
En cuanto a su método, el proyecto contaba con una Parte General, en el que trata de las personas, los
hechos, las cosas, el ejercicio de los derechos y la prescripción; y cuatro libros en los que trata de la
familia, las obligaciones y sus fuentes, los derechos reales y la sucesión, y por último cuenta con una
ley de registros. El Poder Ejecutivo envió el proyecto al Congreso, pero nunca fue tratado.
Anteproyecto de 1954
La redacción del proyecto estuvo a cargo de Jorge Joaquín Llambías. El método utilizado cuenta con
un Título Preliminar, que cuenta con tres capítulos con disposiciones generales, normas de Derecho
internacional privado y cómputo de plazos; el Libro I, que es la parte general y trata sobre las personas,
bienes, hechos y actos jurídicos; un Libro II que trata sobre la familia; un Libro III que trata sobre la
herencia; un Libro IV sobre obligaciones y un Libro V que regula los derechos reales y los
intelectuales.
Al producirse la Revolución Libertadora, este proyecto no pudo tener tratamiento legislativo. Además,
permaneció inédito durante muchos años hasta ser editado por la Universidad Nacional de Tucumán en
1968.
La Reforma Ley 17.711/68 en materia sucesoria:
 La representación hereditaria se amplió a los descendientes del indigno (art. 3.301 C.Civ.) como
a los del desheredado (art. 3.749 C.Civ.), que en el Código de Vélez venían a la sucesión por
derecho propio. Indirecta y consecuencialmente se vieron modificados los arts. 3.554 y 3.556
C.Civ.
 Derogación del polémico art. 3.354 C.Civ., según el cual los legitimarios podían repudiar la
herencia sin perjuicio de tomar la legítima que les correspondiese.
 La responsabilidad del heredero por las deudas del causante, dejó de ser ultra vires hereditatis
aunque limitable a intra vires, mediante el acogimiento al beneficio de inventario; para pasar a
ser: intra vires como regla o principio, pero con la posibilidad de perder el beneficio de
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inventario por incurrir en ciertas omisiones o realizar actos prohibidos: art. 3.363 C.Civ. Sin
dudas ésta fue la reforma de mayor importancia en materia sucesoria.
Proyecto de unificación legislativa
En 1986, la Comisión de Legislación General de la Cámara de Diputados formó una comisión para la
«unificación de la legislación civil y comercial».
A finales de 1991 la ley fue sancionada a libro cerrado por el Senado, pero fue vetada por el Poder
Ejecutivo por considerarla inadecuada a la nueva situación política y económica.
El régimen sucesorio en el código civil y comercial: sus modificaciones.
A principios de 2011, se dispuso constituir la «Comisión para la Elaboración del Proyecto de Ley de
Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación», integrada por el
Presidente de la Corte Suprema de la Nación Argentina, Ricardo Lorenzetti, la Vicepresidente de ese
cuerpo Elena Highton de Nolasco y la ex miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de
Mendoza, Aída Kemelmajer de Carlucci.
La comisión recibió aportes y propuestas de muchos juristas y entregó su proyecto al Poder Ejecutivo
que, con algunas modificaciones, lo remitió para su tratamiento por el Congreso Nacional, que aprobó
sus 2671 artículos mediante la ley 26994 que dispuso su vigencia a partir del 1 de agosto de 2015,
fecha a partir de la cual el Código de Vélez Sarsfield quedó derogado luego de 145 años de vigencia.
Título I. De las sucesiones.
El texto propuesto substituye los artículos 3279 a 3282 del Código Civil, y está redactado sobre la base
del Anteproyecto de 1954, con algunas modificaciones.
Se toma partido en favor de la existencia de “herederos de cuota” y la supresión de la figura del
legatario de cuota, que ha causado tantas dificultades, adoptando un régimen más sencillo.
Queda consagrada la responsabilidad intra vires (con el valor de los bienes) de los herederos, salvo las
excepciones que se disponen expresamente. Se introducen modificaciones a la redacción de las
vigentes causales de indignidad sucesoria.
Título II. De la aceptación y la renuncia de la herencia.
Se conservan las disposiciones vigentes sobre la oportunidad y la libertad de la aceptación y de la
renuncia. Se modifican las actuales en cuanto a la caducidad del derecho de opción. Se enumeran siete
supuestos de comportamientos del llamado a la sucesión que implican la aceptación. Se proyecta que la
aceptación por el representante legal de un incapaz no obliga a éste ultra vires.
Título III. De la petición de herencia.
Se incluye una fórmula clara sobre la imprescriptibilidad de la acción petitoria y su relación con la
usucapión de las cosas particulares.
Título IV. De la responsabilidad de los herederos y legatarios.
Se insiste en aclarar que rige la separación de patrimonios del causante y de los herederos, de pleno
derecho, con efectos respecto de los acreedores del causante, los legatarios y los acreedores de los
herederos, con preferencia a favor de los acreedores del causante, los acreedores por cargas de la
sucesión y los legatarios, sobre los bienes hereditarios, con respecto a los acreedores de los herederos.
Se prevé la intervención de los acreedores en la apertura y proceso sucesorio.
Título V. Del estado de indivisión
La administración extrajudicial, considerando los actos conservatorios, los de administración, los de
disposición, algunos supuestos particulares, y las cuestiones sobre uso y goce de los bienes, el caso de
los frutos y rentas y los derechos y deberes del administrador.
Se incorpora el derecho del heredero a oponerse a la división del establecimiento que constituye una
unidad económica si, antes de la muerte del causante, ha participado activamente en su explotación.
Título VI. Del proceso sucesorio.
El Título se destina íntegramente a reglar el proceso sucesorio. Se fija el objeto y la competencia.
Se distingue la investidura de pleno derecho correspondiente a descendientes, ascendientes y cónyuge,
y la investidura conferida por los jueces.
Se autoriza la substitución del inventario judicial por la denuncia de bienes por voluntad unánime de
los herederos, salvo disposición legal en contra o que el inventario haya sido pedido por los acreedores.
Se prevén normas precisas sobre designación, derechos, deberes y funciones del administrador judicial.
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Título VII. De la partición.


Se redacta un extenso artículo sobre formación de los lotes.
La distinción entre cargas de la masa y gastos no comunes.
Se restituye la institución de la licitación suprimida sin motivos por la Ley N° 17.711, porque la
Comisión considera que es una institución útil para los intereses de los coherederos.
Experimenta varias modificaciones en lo referente a la colación de las donaciones.
Título VIII. De las sucesiones intestadas.
Se consideró conveniente establecer, aún en el caso de adopción simple, el carácter de heredero forzoso
del adoptado y sus descendientes en la sucesión de los ascendientes del adoptante, por no mediar
razones para la diferenciación con el adoptado en adopción plena.
En orden a la concurrencia del cónyuge con los descendientes, en una propuesta novedosa, se proyecta
suprimir la distinción entre la sucesión en los bienes propios y en los bienes gananciales.
Es destacable la supresión del derecho hereditario de la nuera viuda porque (además de que no sería
admisible negándolo al yerno en contra de la igualdad jurídica de los cónyuges), altera los principios
del derecho sucesorio y ocasiona un sinnúmero de dificultades interpretativas.
Se modifica la figura del matrimonio in extremis.
Título IX. De la porción legítima.
Se proyecta descender la porción legítima de los descendientes a los dos tercios y la de los ascendientes
a un medio, manteniendo la del cónyuge en esta última proporción para responder así una observación
reiterada por la doctrina que considera excesivas las porciones establecidas por Vélez Sársfield y más
justo ampliar las posibilidades de libre y definitiva disposición del futuro causante.
En lo que se refiere al cálculo del valor de los bienes donados, se propone volver al régimen del Código
Civil según el cual el valor computable es el que tenían al ser efectuadas las donaciones, que es lo
efectivamente recibido por el donatario.
Título X. De las sucesiones testamentarias.
Se admite la validez del testamento otorgado por el interdicto que tiene discernimiento en el acto de
testar, sea por remisión transitoria de su enfermedad, sea por curación de ella sin haber sido aún
rehabilitado. También se prevé la privación de la razón sin interdicción, caso en el cual la carga de la
prueba incumbe a quien alega dicha privación.
Se suprime la nulidad del testamento por falsedad de la fecha si con ella no se ha querido violar una
disposición de orden público.
Se suprime la forma testamentaria denominada “testamento cerrado” por carecer de uso en la práctica
y la complejidad de sus requisitos. Igualmente los testamentos especiales previstos por Vélez Sársfield
en los artículos 3672 a 3689 del Código Civil, que no se justifican en la actualidad.

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