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Narrativa pedagógica sobre la experiencia

Expectativas versus realidad

Faltaba muy poco para que comenzara la clase que tanto habíamos esperado.

Después de abordar contenidos y aprendizajes sobre los órganos sexuales, las


enfermedades de transmisión sexual -ITS-, y por último los métodos anticonceptivos,
trabajaríamos de manera práctica. Además del conjunto de conocimientos que incluye
fórmulas, hechos, conceptos, la ciencia es una práctica a través de la cual buscamos
respuestas a preguntas que pueden ser aproximadas científicamente.

- ¡Buenas tardes alumnos!


- ¡Buenas tardes profes!
- “Hoy vamos a tener una clase especial…Cerrando las carpetas…Nos vamos al
laboratorio”.

Lo del laboratorio no era la novedad, ya que en cada espacio de cátedra compartida lo


hacíamos; la primicia sería el recurso que utilizaríamos para tener una clase sobre el uso del
preservativo.
De repente sacamos zanahorias y preservativos…. Agrupamos a los alumnos de a dos, y
comenzamos con la explicación; como lo habíamos previsto, se dieron situaciones diversas:
para algunos era muy fácil, otros tenían vergüenza, o bien nunca habían tocado un
preservativo.
Pero la clase continuó, miraron y compararon marcas, texturas, tipos de látex y las fechas
de vencimiento.
Las docentes tomábamos fotografías, mientras acompañábamos con el marco conceptual
pertinente; y ellos, entre risas y asombros, realizaban el práctico.

De repente, mientras la docente de Biología explicaba la función de las glándulas


bulbouretrales, que segregan un líquido alcalino, para contrarrestar la acidez de la uretra y
de la vagina, una alumna preguntó: “¿Qué es un líquido alcalino?”
Interviene entonces la profesora de Química explicando el pH, los conceptos de alcalinidad
y acidez, también que existen modos de medir el pH, y que ahí en el Laboratorio teníamos
dos maneras de hacerlo.
La clase se fue poniendo cada vez más interesante, y más aún cuando la propuesta fue,
- ¿Quieren saber el pH de su orina? “¡Necesitamos dos voluntarios!”” Un varón y una
nena, para poder comparar entre ambos sexos”.
Prontamente, y a viva voz, varios exclamaron,
- “¡Yoooooo!”, (así, tal cual, con muchas o)
Y ahí estaban los dos voluntarios; entre risas, y algunas bromas, se fueron al baño, orinaron
en un recipiente y ¡listo!
Ya reunidos en torno a las mesadas del Laboratorio, sus rostros indicaban gran curiosidad y
asombro.
La docente tomó las bandas y el Peachímetro para introducirlos en los frascos de orina.
Luego en el pizarrón, les dibujó una tabla dando las explicaciones oportunas.

Casi sin darnos cuenta, el sonido del timbre nos indicaba el final de la clase, nadie se quería
ir. En pocos minutos, comenzaron a llegar estudiantes de otros cursos, manifestando que
ellos también querían hacer el práctico.

En los días siguientes, nos dispusimos a la tarea de planificar la evaluación. Para ello
pensamos que utilizaríamos al celular como herramienta, proponiendo diversas situaciones
concretas que pudieran plantearse entre los jovencitos, como por ejemplo “Pablo tuvo una
relación amorosa y sospecha tener sida, ¿cómo debe proceder? ¿crees que hizo algo mal?”.
Este caso, entre otros, tomados de sus propios comentarios e interrogantes, pueden
observarse en las fotografías que acompañamos.
Planteados todos los casos, y al momento de organizar los grupos para que comenzaran a
dialogar a través del WhatsApp, aparecieron los inconvenientes: el curso no tenía un grupo
de chat, e incluso algunos tampoco de manera individual. Otros manifestaban no tener
crédito, o bien que no habían llevado el celular, aún cuando se les había indicado que lo
hicieran, ya que trabajaríamos con ellos. También pudimos observar que ciertos contactos
aparecían con apodos muy despectivos.

Bueno, nunca falta el ingenio docente, debíamos sacar de la galera soluciones para poder
llevar a cabo la clase, ya que nuestra tarea es como la del artista, “el show debe continuar”.
Lo primero que hicimos fue decirles que pongan todos los celulares sobre la mesa para ver
cuántos lo habían llevado, luego se fueron agendando entre ellos y así se fue acomodando
la clase, finalmente, con lindos resultados. Si tuviéramos que definirla como hacen ellos,
pondríamos varios emoticones, como éstos…

En otro momento también les pedimos que hicieran un relato narrando la experiencia, que
documentamos a través de un audiovisual, y que incluimos entre los recursos en el sitio
correspondiente.
Y así nos despedimos hasta la próxima clase, con la convicción de que éste tema ya no lo
abordaríamos más, por lo menos este año.
Sin embargo, así, de pronto, el arte entró en escena, de la mano de la docente de Artes
Visuales, más allá de lo planificado, con la maravillosa y genuina conjunción de la vida
misma.
Líneas negras, horizontales y verticales, que delimitan una intrigante trama de cuadrados y
rectángulos, iluminados por el rojo, amarillo y azul, además de los blancos y negros, nos
invitaron a reflexionar, desde la obra del pintor holandés Piet Mondrian.

- ¿Por qué sólo los colores primarios?, interrogaron los estudiantes.


- “Los tres colores primarios son los únicos que existen, los demás son construcciones
de los primeros”. “Únicos”, como cada ser humano; irrepetible, singular.

“El blanco en el arte es la suma de todos los colores; ahí está la humanidad, indivisa,
mágicamente amalgamada. El negro es la ausencia, la carencia”.

Entre papeles, tijeras y lápices, el diálogo siguió transcurriendo, pensando en aquellas


situaciones oscuras que vulneran a nuestros jovencitos, mas identificando en la obra
pictórica, también a la escuela, en su integridad, educando, informando, formando; la
ubicamos justo ahí, en ese blanco radiante, sin dejar de percibir a cada uno, estudiantes,
docentes, familias, con sus tintes rojos, amarillos y azules.

Y así, esta experiencia que nos trajo sorpresas, asombros, caminos de ida y de vueltas,
constituyó una ocasión más para reinventarnos, para imaginar cada situación, anticipando,
creando expectativas; para desplegar nuestra creatividad, cuando la realidad no se ajustaba
a lo pensado; para soñar, para habilitar la esperanza, desde esta maravillosa profesión.

Porque como dice Fito Páez,

¿Quién dijo que todo está perdido? Nosotros venimos a ofrecer nuestro corazón.

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