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Los desafíos de la base de operaciones de Antofagasta. El paso del Ejército de pie de paz
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Situación que se vio incrementada por los emigrados del Perú que arribaron
en importantes cantidades a partir de abril y se intensificaron en mayo.
Mejillones cuando fue reivindicada por Chile tenía una población de
731 habitantes, distribuidos en 218 hombres y 208 mujeres, más 305 niños
de ambos sexos, y se sumaban los del establecimiento de las guaneras de
450 entre empleados y trabajadores. Es por ello que fue nombrado subde-
legado el Sr. Alfredo Zamudio.
Tempranamente, el 10 de marzo de 1879 se verificó una reunión entre
los jefes del Ejército y los médicos para reglamentar el servicio de guarni-
ción y los aspectos sanitarios. El desafío inicial era atender tres puntos de
Antofagasta, Carmen Alto y Caracoles. Para ello se implementó el primer
hospital de campaña, para atender los casos que se presentaron debido a
dos causas, los malos alojamientos y la climatología del lugar, dado que en
una cuadra de 520 metros cúbicos alojaban entre 70 y 90 soldados con todo
su equipo y durmiendo sobre el suelo. Así la situación de la guarnición de
Antofagasta fue empeorando cada día con la llegada de más tropas y care-
cer de adecuados alojamientos. La situación de los oficiales no era mejor, el
caso de los oficiales de artillería, 22 oficiales se hospedaban en 7 desman-
teladas y reducidas habitaciones. Por ello, se dispuso la construcción de un
cuartel, a la vez de la construcción de salas anexas al hospital del “Salvador”,
también se sugirió habilitar un vertedero en La Chimba, para el traslado de
los desperdicios recogidos de la población. Respecto de las mujeres, se su-
giere devolverlas al sur, no dejando sino a las más sanas y robustas, para los
servicios caseros de las tropas. En esos días se desempeñaba como Cirujano
Mayor del Ejército el Dr. Florencio Middleton. A su vez los principales
proveedores de insumos médicos eran la Droguería Alemana de German
Greve y Cía., la Droguería Italiana de Fabián y Cía., la Droguería Francesa
de Mourges y Cía. Por su parte el plan general del servicio sanitario del
Ejército en campaña el 9 de mayo de 1879, determinó crear un servicio de
regimiento y uno de batallón. Además un servicio de ambulancia y hospi-
tales militares en Antofagasta.
En Antofagasta se implementó la denominada Comisaría General del
Ejército y Armada en campaña, con fecha 12 de mayo de 1879, la que estaba
organizada con una sección embarques, movimiento de carga e inspección
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150 en el sur. Con estas piezas las dificultades no fueron menores, el cañón
de 300 libras al momento de su desembarco en julio de 1879 se cayó al
agua en la maniobra de desembarco y posteriormente en el bombardeo del
28 de agosto se desmontó al primer tiro. Sin embargo. los cañones de 150
anduvieron muy bien, actualmente se conservan dos de estas piezas patri-
moniales en el frontis de las unidades militares de la avenida costanera de
la ciudad. También el cañón Parrot de 8 pulgadas, conocido como “Ángel
del pantano” con que se artilló Mejillones y los dos cañones Low Moor de a
68, subsisten hasta nuestros días en esta ciudad.
Considerando el desafío de transformar el Ejército de pie de paz a gue-
rra, el General en Jefe y su Estado Mayor plantearon una serie de requeri-
mientos logísticos. La escasa suma de municiones que arrojaron los estados,
puso en alarma.
Una división de 8.000 hombres contaba apenas, para iniciar la campaña,
con 1.800.000 tiros a bala, que unidos a 600.000 recién llegados, arrojaban
un total de 2.400.000, de los que se habían consumido 200.000 en practicar
al blanco. Quedando, en consecuencia 2.200.000 de cartuchos a bala, que al
ser distribuidos entre 8.000 infantes, daban un promedio de 275 tiros por
plaza. Los cálculos logísticos previos indicaban que se requerían 400 cartu-
chos por combatiente, o sea 3.200.000; faltaban en consecuencia millón y
medio de cartuchos.
Por otra parte los estudios del Estado Mayor exigían una reserva en
el Parque General de 4.800.000, que eran estimados como la dotación de
munición para la tropa, que alcanzaran un total general de mil disparos por
expedicionario, para las futuras campañas y sus correspondientes batallas y
combates.
La munición de artillería requería: “1.800 tiros de artillería de montaña
para cada cañón Krupp, 400 tiros de artillería de campaña para id. munición
suficiente para la artillería francesa de montaña. 40.000 cápsulas para ame-
tralladoras. 2.600.000 tiros Comblain, por ahora. El ganado y equipo 200
caballos, de los cuales 100 aptos para la artillería, 50 monturas con frenos y
espuelas, 200 aparejos completos para las mulas, incluso lacillos, sobrecar-
gas y demás, útiles para cargar, 100 cargas odres para agua, 1300 porta mos-
queteros para cazadores, 100 maneas, 480 mantas de abrigo para caballos,
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480 frazadas, 150 mantas para ensillar, 112 cascos de silla, 30.000 tiros
Winchester para Cazadores. Armas 400 carabinas Winchester, 200 para los
pontoneros, 200 para la artillería, 2 ametralladoras y sus municiones. Con
respecto a los víveres 500 sacos harina tostada, 1000 quintales cebada tritu-
rada. Otros artículos 400 kilómetros alambre butaperchado para telégrafo,
6 gatas o criket hidráulicos; dos de movimiento horizontal y dos comunes,
10 docenas de palas punta acerada, 4 docenas de zapapicos. Igualmente,
el general hizo presente al Gobierno que el agua, forraje, municiones, etc.,
que debía conducirse a lomo de mula o en carretas, ascenderían a 301.300
kilogramos, en la forma siguiente: 1º El agua se llevará en 50 toneles con
56.000 litros en carretas; y en 150 barriles con un total de 9.000 litros.
Total: 65.000 litros. 2º los 150 barriles pesan 1.150 kilos. 3º Forraje para
1.300 animales del Ejército y 1.200 de carguío, a razón de 4 kg y 60 gramos
diarios, para 4 días, pesa 69.000. 4º Peso de la munición de artillería, sin
contar la que esta lleva en sus cimas, se calcula en 11.500 kg. 5º Municiones
de infantería, 3.450.000 que pesan, 158.700 kg. 6º Camillas de hospital,
boticas, ambulancias, etc., peso calculado 18.400 kg. 7º Útiles de rancho
de los contratistas, 23.000. 8º Tiendas y equipaje, 9.200. Total 30.300 kg.
El total de municiones de infantería ascenderá a 4.500.000 tiros; de estos
lleva la tropa, 1.050.000, y el resto, 3.450.000 deberán ir encima o a lomo
de mula. La tropa llevará igualmente charqui, harina tostada y galletas para
los 4 días”3.
El general anunciaba al Gobierno que la tropa estaba lista, y que espe-
raba que en los transportes adquiridos por el Gobierno, viniera la totalidad
del pedido, y en especial las municiones. La petición y cálculos logísticos
del general Arteaga y su Estado Mayor, cayeron como una bomba. Recién
se daba cuenta el conductor político y sus asesores civiles que en los diversos
planes de campaña ideados en las juntas del Gobierno, se habían olvidado
de las municiones y los bagajes.
Debido a ello después de efectuadas prolijas revistas, se encontraron
entre la frontera, Santiago, Valparaíso y Antofagasta, 2.000.000 de tiros o
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sea 250 para cada uno de los 8.000 soldados alistados. No quedaba reserva
alguna en el país para el caso de la prolongación de la campaña, menos
para reponer las pérdidas de una acción desafortunada. En síntesis se de-
bía esperar, y no se estaba en condiciones en el mes de julio de iniciar una
campaña militar.
Conclusiones
Los títulos de dominio que posee Chile y que provienen de la Colonia
son categóricos y afirman que el límite norte de Chile al nacer a la vida in-
dependiente alcanzaba hasta la desembocadura del río Loa y que limitaba
con Perú. Además, se establece que la antigua Audiencia de Charcas no
tenía jurisdicción en las costas del Pacífico.
De la tolerancia de Chile, nace el derecho de Bolivia, de la posesión de
hecho, posterior al uti possidetis de 1810. Para juristas la posesión de hecho
no puede constituir título de dominio, solo se conserva el dominio con el
título. Existen fundamentos irrefutables que proclaman a Chile soberano
del litoral con título legítimo de España.
Es concreto afirmar que la herencia de estas tierras recibidas desde
España, no fueron apreciadas en todo su valor por Chile, se quedó tran-
quilo cuando se la desposeyeron, sin reclamarla, hasta que Antofagasta fue
reivindicada el 14 de febrero de 1879, porque Bolivia no respetó los trata-
dos vigentes.
La guerra de 1879, que dio a Chile la provincia de Antofagasta, no la
obtuvo solo a título de conquista, sino en razón de derecho.
Finalmente, los desafíos logísticos y de organización que se debieron
afrontar llevaron a la renuncia del general de división Justo Arteaga Cuevas.
Por otra parte, la ciudad y la gente de Antofagasta constituyó la base esen-
cial y fundamental del Ejército expedicionario de Chile, que quedó en con-
diciones de enfrentar y desarrollar con éxito las campañas y la guerra desde
1879 a 1884, y todo gracias al esfuerzo de esta ciudad y su gente.
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