Você está na página 1de 3

En quién te has convertido?

Una de las cosas más feas de la vida cristiana es cuando ya no sentimos ni un


mínimo dolor cuando le fallamos a Dios o cuando pecamos.
Y es que llegar al límite de no sentir ni la menor sensación de que hiciste mal es
una señal de que algo anda mal en tu vida.

A veces vamos por la vida caminando mal, sin percatarnos de que poco a poco
vamos alejándonos de la comunión que Dios quiere tener con nosotros, pensamos
en satisfacer todas nuestras necesidades, emocionales, sentimental, carnales, pero
rara vez pensamos en la necesidad espiritual que tenemos y que también
necesitamos suplir.
Una persona que poco a poco va dejando de sentir dolor por sus fallas y las va
viendo como algo normal o cotidiano de su vida, y peor aún, se va acostumbrado a
vivir con ellas o a hacerlas parte de su vida diaria, es una persona que poco a poco
va perdiendo esa comunión que debería tener con Dios.

Y es que no me van a dejar mentir que cuando le entregamos nuestra vida a Dios
por primera vez comenzamos a sentir dolor por nuestras fallas y nuestros pecados.
Antes cuando no vivíamos para Dios hacíamos cualquier cosa sin tener la mínima
sensación de dolor, pecábamos deliberadamente y sentíamos que era normal, no
veíamos nada malo en hacer lo que hacíamos, porque éramos parte de esa vida sin
Dios. Pero cuando conocimos a Dios toda nuestra perspectiva de la vida cambio,
ahora aquellas cosas malas que hacíamos ya no las hacemos, porque hemos
comprendido que ofendemos a Dios, ahora vivimos no para satisfacer nuestras
necesidades de pecado, sino para satisfacer a Dios, quien dio su vida por nosotros.
Es allí cuando comienza la nueva vida en Cristo, que va siendo guiada por su
Espíritu Santo en nosotros, quien ahora nos redarguye cuando hacemos algo que
va en contra de Dios, en ese momento sentimos un dolor una sensación de
incomodidad por hacer aquello que bien sabíamos que no teníamos que hacer. A
eso se le llama: Sensibilidad Espiritual. Algo que antes no teníamos, pero que desde
el momento que le entregamos nuestra vida a Cristo, comenzamos a desarrollar.

El problema es que con el transcurrir del tiempo, vamos descuidando poco a poco
nuestra relación con Dios, vamos acostumbrándonos a una “cultura cristiana” y
dejamos de lado cosas importantes que ayudan a nuestra relación personal con
Dios, como leer la Biblia, orar diariamente, congregarnos y servirle al Señor.
De pronto al descuidar nuestra vida espiritual dejamos abiertas pequeñas
puertecitas desde donde entran ciertas cosas que no son correctas, pero que aun
así tendemos a practicarlas. Las primeras veces nos sentimos mal por lo que
hicimos, sentimos dolor porque ahora ya no vivimos para practicar eso, sino que
vivimos para Dios. Es allí donde nuestro corazón se siente dolido por haberle fallado
a Dios y rápidamente vamos y pedimos perdón a Dios, quien nos perdona
instantáneamente si con corazón sincero se lo pedimos.
Pero el mayor problema no está allí, porque ¿Quién de nosotros no le ha fallado a
Dios o no ha cometido errores?, el problema está en que cuando aquello se vuelve
más recurrente, perdemos la sinceridad a la hora de pedir perdón a Dios por lo que
hicimos, y solo lo hacemos por hacerlo. De pronto nos encontraremos practicando
aquello sin sentir la mínima carga de que está mal, sin sentir el mínimo dolor de que
estamos ofendiendo a Dios o fallándole. ¡Ese si es un problema!
Cuando te encuentres en un momento de tu vida en donde bien sabes que estás
fallando a Dios y no sientes el mínimo dolor de estarlo haciendo, entonces
¡Preocúpate!, porque eso no es normal en el sentido espiritual y cristiano.

La Biblia nos habla claramente de esto:

“No conocer a Dios es como vivir en la oscuridad, y antes ustedes vivían así,
pues no lo conocían. Pero ahora ya lo conocen, y han pasado a la luz; vivan
entonces como corresponde a quienes conocen a Dios, pues su Espíritu nos
hace actuar con bondad, justicia y verdad. Traten de hacer lo que le agrada a
Dios. No se hagan cómplices de los que no conocen a Dios; al contrario,
háganles ver su error, pues sus hechos no aprovechan de nada. ¡La verdad es
que da vergüenza hablar de lo que ellos hacen a escondidas! Cuando la
luz brilla, todo queda al descubierto y puede verse cómo es en realidad. Por
eso alguien ha escrito: «¡Despiértate, tú que duermes! Levántate de entre los
muertos, y Cristo te alumbrará.» Tengan cuidado de cómo se comportan.
Vivan como gente que piensa lo que hace, y no como tontos. Aprovechen cada
oportunidad que tengan de hacer el bien, porque estamos viviendo tiempos
muy malos. No sean tontos, sino traten de averiguar qué es lo que Dios quiere
que hagan”.
Efesios 5:8-17 (Traducción en lenguaje actual)

A veces perdemos el sentido por el que ahora vivimos, a veces se nos olvida que
no hemos sido llamados para revolcarnos en el lodo, sino para ser limpios y brillar,
pero en muchas ocasiones nos acomodamos a realizar ciertas acciones que lejos
de bendecirnos nos están causando problemas, acciones las cuales muchas veces
no sentimos que estemos haciendo mal, pero que en realidad no son correctas de
practicar por un hijo de Dios.
¿Es tú caso?, ¿Estás viviendo un momento en donde fallarle a Dios se ha convertido
en algo normal y cotidiano en tu vida en donde ya no sientes ni la mínima culpa por
hacerlo?, ¿Tú corazón poco a poco se ha convertido en un corazón de piedra?,
¿Aquel sentir que en un inicio tenias hacia a Dios poco a poco se fue diluyendo?,
¿Qué paso?, ¿En qué momento permitiste que esto pasara?

¿Qué paso con aquella persona que un día prometió ser fiel a Dios en todo?, ¿Qué
paso con aquelsentir que tenias de agradar a Dios por toda tu vida?, ¿Qué paso
con aquel hombre o mujer que lloraba amargamente cuando le fallaba a Dios y
hacia todo lo posible para no volverlo a hacer?, ¿Qué paso contigo?, ¿En quién te
has convertido?
Es hora de comenzar de nuevo, es hora de rectificar lo que hasta este día estaba
mal, es hora de sincerarnos con Dios y pedirle que nos ayude a ser hijos de Él más
sensibles e íntegros, y si esto le pedimos con sinceridad de corazón,

Dios ha prometido:
“Les daré integridad de corazón y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos.
Les quitaré su terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y
receptivo, para que obedezcan mis decretos y ordenanzas. Entonces,
verdaderamente serán mi pueblo y yo seré su Dios”.
Ezequiel 11:19-20 (Nueva Traducción Viviente)

Ya no sigas viviendo esa vida de mentira, ya no sigas engañándote a ti mismo, ¿A


dónde quieres llegar de esta manera?, tú sabes bien que necesitas volver a ser
aquella persona que en un principio fuiste, y lo lindo de todo esto es que Dios está
dispuesto siempre a restaurar tu vida por completo, deja que Dios trabaje en ti, solo
rinde tu vida por completo a Él y veras la maravillosa obra que Dios es capaz de
hacer.

No importa en quien te habías convertido hasta el día de hoy, porque hoy puedes
decidir convertirte en ese hijo de Dios que le de muchas alegrías con tu forma de
vivir y servirle.

¡Hoy es un día para comenzar de nuevo y rectificar nuestros errores!

Você também pode gostar