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JESÚS

PERSONALIDAD

¿Quién era Jesús? ¿Quién es Jesús?


Sería muy seductor ponerse a hablar de Jesús de manera
distinta
a como lo hacen los Evangelios; decir de El: es el mayor
de los
genios, el mayor de los educadores, etc. pero sería lo
más opuesto
a la imagen que El dio de sí mismo. Puestos a buscar en
El las
cualidades-tipo haríamos de El el personaje ideal, el
Hombre, con
mayúscula. Pero los Evangelios nos testimonian que se
trataba de
una personalidad muy concreta, de la que se pueden
diseñar
algunos trazos antes de expresar la profundidad de lo
que los
testigos captaron 1.

SU PERSONALIDAD
Una «autoridad» J/AUTORIDAD:AUTORIDAD/J:
Lo que más les impresionó de Jesús es la autoridad que
transparentaba a través de lo que decía y hacía: los
testigos lo
testimonian varias veces. No necesitaba pruebas para
apoyar sus
palabras, le bastaba con afirmar: «Yo os digo....». En lo
tocante a
su misión, dirige a las personas con quienes trata
invitaciones
vigorosas: dejar sus riquezas, abandonar a sus seres
queridos;
invitación breve y frecuentemente sin explicación
alguna:
«Sígueme», y algunos lo dejan todo para seguirle 2. Pero
su
autoridad no es de esas que machacan, sino que, al
contrario, da la
posibilidad a cada cual de aclararse él mismo y de
liberarse 3: cada
cual descubre en el encuentro con Jesús la calidad de su
propio
espíritu; nadie puede quedar indiferente: hay que tomar
partido a
favor o en contra de Jesús 4. Su autoridad no está
basada en una
función o en una situación oficial: Jesús no reivindica
ningún título y
con frecuencia tiene como compañero el menosprecio,
«ese
galileo» 5; ¿puede salir algo bueno de aquella provincia
retrasada?
6. Su autoridad se basa en la calidad interior de su
personalidad:
está seguro de su misión; sabe de dónde viene y adónde
va 7, aun
cuando tenga que ir descubriendo el camino a seguir
entre esos
dos puntos.
Su vida está por completo dedicada a su misión, lo que
da
carácter absoluto a lo que hace y a lo que es; esa
capacidad suya
de entrega le sitúa en una inmensa libertad en relación
con todos
los convencionalismos. Incluso sus adversarios lo
subrayan:
«Sabemos que eres sincero y que enseñas con sinceridad
el
camino de Dios, sin preocuparte de esto o aquello,
porque no haces
acepción de personas» 8.
El episodio del soldado romano resume perfectamente la
impresión que hizo a sus contemporáneos 9. Aquel
militar tenía un
enfermo en su familia, y hace a Jesús esta petición: «Di
solamente
una palabra y mi criado sanará», y traduce su confianza
en Jesús
según su modo de hablar de soldado: una orden breve y
concreta
basta para que un subordinado ejecute una orden; se le
dice vete y
va, ven y viene; a Ti, Jesús, te basta también una sola
palabra para
que la enfermedad te obedezca. Jesús pone entonces de
relieve la
fe de aquel hombre: «Que te suceda como has creído».
Queda así
expresado todo el modo de actuar de Jesús: autoridad en
su
manera de ser, discreción sobre su persona; no hay
necesidad de
afirmarse, ni de decir muchas cosas sobre uno mismo;
sus actos
hablan suficientemente de El. La autoridad y libertad que
manifiesta
ante todo tipo de reglas hace que surjan las preguntas
sobre El
mismo: «¿Quién es éste que actúa de este modo?» 10 y
tanto más
cuanto que sigue viviendo de una manera bien ordinaria;
las gentes
se acordaban de aquellos hombres de Dios, de los
«profetas», tan
entregados a su tarea que resultaban personas muy
originales,
tensas, desmesuradas: Juan mismo era de esa
contextura 11. En
Jesús no hay nada de eso: su autoridad va emparejada
con una
existencia completamente sencilla; esto es lo que llama
la atención;
su manera de ser no se corresponde con los esquemas
habituales.

Un hombre de relaciones
Jesús es, efectivamente, un hombre de relaciones: le
gusta estar
en medio de las gentes del pueblo 12; treinta años de
vida ordinaria
en Nazaret, luego unos años por los caminos rodeado de
multitudes
13, siempre dispuesto a compartir la comida y la amistad
cuando se
le invitaba 14. Participa de las alegrías y de las penas de
los demás.
Se siente profundamente afectado cuando se encuentra
con
aquella viuda que va a enterrar a su hijo único 15; siente
hambre lo
mismo que la multitud que le acompaña 16; se alegra
con sus
discípulos cuando vuelven de la misión 17. Se admira con
facilidad y
comparte su alegría con los que están con El: ante las
flores de los
campos 18, ante el trabajo de los hombres 19, ante el
niño y su
capacidad de acogida 20, ante la fe que manifiestan los
paganos
21, ante la disponibilidad de los sencillos 22; siempre
surgen ante El
ocasiones de gozo.
Sufre también con las incomprensiones y a veces hasta
el límite
de lo soportable: «¡Generación incrédula y perversa!,
¿hasta
cuándo tendré que soportaros?, ¿hasta cuándo tendré
que estar
con vosotros?» 23, Con tristeza y cólera va viendo cómo
los
fariseos se cierran cada vez más a sus requerimientos
24; a veces
constata con irritación que incluso sus discípulos le
comprenden
perfectamente mal; están embotados para escuchar su
mensaje 25.

La amistad ocupa un lugar destacado en su vida; sus


discípulos
son, en primer lugar, amigos 26; les considera como su
propia
familia 27. Y entre ellos tiene amistad más íntima con
uno: hay uno
que era el preferido de Jesús 28. Lázaro, Marta y María
acogen a
Jesús cuando necesita descansar 29. En el grupo de
íntimos hay
también mujeres 30: esto estaba en contra de las
costumbres de la
época, pero Jesús está libre de todo prejuicio; ¿qué
importa que la
samaritana a la que encontró junto al pozo sea mujer,
una herética,
una prostituta? Jesús ve en ella una persona, que como
cualquier
otra tiene necesidad de la salvación que viene por el
anuncio de la
Buena Noticia 31.
Aunque tiene una mayor simpatía por los excluidos y
rechazados,
no rehúsa otros contactos; va incluso a casa de sus
enemigos;
acepta las invitaciones de los fariseos 32. Recibe también
a
«notables» que vienen a verle al caer la tarde 33.
Cualquier
situación es buena para recibir a los hombres que ama.
Espontáneamente aparece en El una calidad en sus
contactos con
las gentes: ¡qué respeto y qué amistad testimonia
incluso a Judas,
el traidor, hasta en los últimos momentos...! 34.

Un realista
Pero Jesús no es un soñador; no se hace ilusiones
respecto a los
hombres, es realista, ve el mundo tal cual es, ni mejor,
ni peor. Las
parábolas nos ofrecen un cuadro exacto de la sociedad
de
entonces y con frecuencia Jesús añade alguna pincelada
de humor:
los que ocupan los primeros puestos en los banquetes y
tienen que
irse delante de todos hasta los últimos 35, el estafador
desenmascarado que consigue provecho de la situación
hasta el
final y saca las máximas ventajas 36, el molesto que
golpea la
puerta de su vecino en plena noche 37, el constructor
que tiene que
dejar la obra a medio hacer 38, las jóvenes que se
duermen y no
están en el momento de la boda 39, el ladrón que se ríe
de las
cerraduras 40, los guardias nocturnos que se duermen
41, el
accidentado de la carretera que es socorrido por el
extranjero y
desatendido por los especialistas de la caridad 42...
Hace referencia también a las condiciones concretas de
la
existencia: el pequeño agricultor aplastado por las
deudas y a
merced de los acreedores 43, los parados que esperan
en la plaza
a que alguien les contrate para la jornada 44, la viuda
sin recursos
45, el sistema de grandes propietarios a los que
gestionan sus
bienes unos administradores 46, el juez que sólo se
preocupa de
los casos que le reportan beneficios 47; los ricos y los
pobres
separados por barreras infranqueables 48...
Valora a los hombres con sus inmensas posibilidades: el
campesino atento a la semilla que crece 49, el pescador
que saca
los peces 50, el criado que cumple sus tareas con esmero
51, el
constructor que verifica los cimientos 52, el hijo que
aprende el
oficio observando a su padre 53... Subraya la
competencia en el
trabajo, pero más todavía la riqueza en los sentimientos:
el pastor
preocupado por cada una de sus ovejas 54, el padre
deseoso de
dar cosas buenas a sus hijos 55, la mujer que da a luz y
olvida
todos sus dolores ante la alegría de ver nacer una vida
56....
Jesús es hombre de sentido común; la mayor parte de
las veces
no intenta decir cosas nuevas u originales, sino que
recuerda
verdades conocidas por todos; un hombre vale más que
un animal:
lo que se hace por un animal, aun en sábado, ¿no lo
vamos a hacer
por un hombre? 57. Lo que hace a uno impuro no es lo
que come,
sino lo que sale del corazón: palabras injuriosas,
envidias, juicios
temerarios, etc. 58. Con su lenguaje lleno de imágenes
de la vida
de todos los días, Jesús se esfuerza por dar consejos que
puedan
llevarse a la práctica. ¿Para qué sirve cargar a las gentes
con
fardos insoportables? 59. Su carga es ligera 60: con un
gran
sentido común, Jesús propone a cada uno el peso de que
es capaz
en aquel momento. «Dame de beber», dice a la
samaritana; no la
invita de golpe a cambiar de vida radicalmente; la
propone un
servicio que puede realizar: El tiene sed y no puede
sacar agua; ella
le puede dar agua: este paso tan simple en apariencia,
es el
comienzo de una transformación mayor 61.

Un hombre en búsqueda
Como hombre en búsqueda que es, Jesús hierve de
iniciativas
para dar con los medios que le permitan cumplir con su
misión:
explora procedimientos desde el primer anuncio en
Galilea hasta la
cruz en Jerusalén. Su imaginación está siempre en
actividad para
conducir a todos a la aceptación de la Buena Noticia 62;
jamás
piensa que un hombre, una situación estén
definitivamente perdidas
63, cree que cualquier realidad tiene posibilidad de
renovación. No
tiene esquemas prefabricados; con cada uno empieza el
camino
partiendo del punto en que se encuentre. Su manera de
actuar más
frecuente es la de dar la posibilidad a su interlocutor de
que él
mismo encuentre la solución; recordemos cómo procede
con el
hombre que le pregunta quién es su prójimo 64. Las
parábolas que
cuenta le dan ocasión de provocar una búsqueda: ¿qué
quiere
decir con aquella historia?; es necesario ponerse a
descubrir el
sentido de aquello. Las primeras comunidades
continuaron este
trabajo de profundización y al contarnos las palabras de
Jesús
añadían lo que ellas mismas habían llegado a
comprender en el
contexto nuevo en que vivían aquellos cristianos 65.
En su propia aventura humana, Jesús se mantiene
también en
búsqueda: no aplica un programa preestablecido cuyos
detalles
estuvieran perfectamente reglamentados: las Escrituras
en que ha
profundizado no son un código de circulación 66. Son luz
para su
vida, porque esclarecen los acontecimientos que se le
presentan y
le cuestionan, porque le dan la posibilidad de descifrar
los signos de
los tiempos 67. Frecuentemente los Evangelios nos
presentan a un
Jesús atento, en silencio, observando 68: intenta leer en
el corazón
de los hombres, en el núcleo central de los
acontecimientos y busca
cómo ser fiel a su misión de liberación y de reunión,
cómo realizar el
encuentro de Dios y de los hombres que provocará la
renovación
de toda la realidad.
Un hombre de oración J/ORACION
Discretamente, Marcos, Mateo y Lucas nos testimonian
esta
dimensión de la vida de Jesús, su relación con el
«Padre»: es un
hombre de oración, aunque a su manera, sin grandes
demostraciones 69. Todos los aspectos de su
personalidad quedan
impregnados por ella: ahí está la fuente de su misión, de
su
convencimiento y de su entusiasmo: «Mi alimento es
hacer la
voluntad de mi Padre» 70. El Evangelio de Juan da gran
importancia
a este aspecto de la vida de Jesús: está en diálogo
permanente con
Alguien: incomprendido por todos, incluso por sus
discípulos,
abandonado aun por sus más íntimos, rechazado por el
pueblo que
debería haberle acogido, ¿cómo mantenerse en pie sin
«Aquel que
está siempre con El? 71. La vida de Jesús es
incomprensible sin
ese Otro, sin aquel al que llama «Abba» 72, es decir,
«Papá»;
inexplicable también la decisión con que se encamina a la
muerte.
Sólo una clara conciencia de su vinculación única con el
«Padre»
puede explicar la actitud de Cristo ante los
acontecimientos trágicos
de su condena y de su muerte.
Jesús quiso hacer de su existencia un servicio a su Padre
y a los
hombres: se comprendió a sí mismo como quien iba a
lograr que de
nuevo pasara la corriente de Dios a los hombres y de los
hombres a
Dios. En El se realiza una alianza nueva y definitiva, un
impulso
nuevo que inserta en el corazón de los hombres la
vitalidad de Dios.
Realiza una especie de transfusión que salva al enfermo,
al mundo
de los hombres, dando su vida para cumplir la misión
recibida del
Padre. Su oración es el espacio en que comulga
íntimamente con
esa misión y en el que renueva su acuerdo total con lo
que quiere el
Padre: el espacio en que ambos se encuentran en un
mismo
Espíritu que les une.

Y PARA VOSOTROS, ¿QUIEN SOY YO?


Estos trazos de la personalidad de Jesús nos revelan
quién era
en profundidad. No dijo muchas cosas de sí mismo; no
se definió
mucho a sí mismo; dejó que fueran las gentes quienes se
hicieran
una idea de El mediante su forma de vida. Su libertad de
actitudes,
su dominio, su autoridad, cuestionaban a los demás; se
le
atribuyeron algunos títulos para descifrar lo que
realmente era:
profeta, mesías, rey de los judíos, hijo de David, hijo del
hombre...
Ninguno se le acomodaba a la perfección. Sólo después
de la
resurrección se levanta el velo y aparece ante los ojos de
los
testigos el rostro verdadero de Cristo.

El «Siervo-sufriente» J/SIERVO
Las primeras comunidades investigaron las Escrituras
para
intentar comprender a Jesús y su misión: el
acontecimiento de la
resurrección necesitaba de una explicación. Colocados
ante lo
inesperado, ante lo inaudito, los testigos tenían que
intentar
explicárselo; ¿qué significaba esta experiencia de Jesús
resucitado?
El mismo Jesús había buscado en las Escrituras el sentido
de su
vida y de las opciones que tomaba: siguiendo sus pasos
los
discípulos profundizan en algunos textos, en particular en
el salmo
22 y en algunas páginas del profeta Isaías que contienen
los
llamados «poemas del Siervo». Escritos quinientos años
antes,
presentan un personaje con un destino chocante: «el
Siervo
sufriente».
He aquí algunos extractos:
«Mi Siervo prosperará, será enaltecido, levantado y
ensalzado
sobremanera. Así como se asombraron de él muchos -
pues tan
desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre, ni
su
apariencia era humana- tanto se admirarán muchas
naciones...,
pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca
oyeron
reconocerán. Creció como raíz en tierra árida; no tenía
apariencia,
ni presencia; despreciable y desecho de los hombres,
varón de
dolores y sabedor de dolencias.
Eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros
dolores los
que soportaba. Ha sido herido por nuestras rebeldías,
molido por
nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz,
y con sus
cardenales hemos sido curados.
Fue arrancado de la tierra de los vivos, por nuestra
rebeldía fue
entregado a la muerte...
Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia,
alargará
sus días y lo que plazca a Yahvé se cumplirá mediante
él.
Mi Siervo justificará a muchos...» 73.

Leyendo estos textos, los testigos descubren más y más


el
sentido de la aventura de Jesús: El era este «siervo» que
sana a la
humanidad tomando sobre El sus taras, sus
enfermedades, sus
pecados. De esa forma abría al mayor número posible de
gentes las
puertas de una vida nueva. Su muerte, de otra forma
incomprensible, daba sentido a toda su existencia. La
resurrección
fundamentaba la convicción de los discípulos de que, en
adelante y
para siempre, Dios había dado su amistad a los hombres
y de que,
a pesar de todas las recaídas y de todas las vueltas hacia
atrás, la
victoria de Cristo sobre el mal, el odio, el pecado y la
muerte, un día
se convertiría en la victoria de todos.

Palabra de Dios, Hijo de Dios


Los discípulos comprenden que en la resurrección de
Jesús ha
entrado en acción un poder que no es de orden humano,
un poder
capaz de cambiar la muerte en vida: sólo Dios puede
hacer esto. La
resurrección avala toda la aventura de Cristo; mediante
ella Dios
manifiesta su acuerdo con las palabras, con los actos y
con el
proyecto de Jesús; El es el hombre en quien Dios se
reconoce
plenamente, quien ha transmitido con exactitud lo que
Dios quería
decir: es su Palabra que ha tomado Cuerpo en el
universo humano.
En adelante se convierte en la referencia absoluta, aquel
por el que
el mundo de los hombres se convierte en Reino de Dios.
Pablo
manifestará esta convicción en sus cartas: «Cristo es
imagen de
Dios invisible... primogénito de toda la creación... porque
en El
fueron creadas todas las cosas... El existe con
anterioridad a todo y
todo tiene en El su consistencia... Dios tuvo a bien hacer
las cosas,
pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en
la tierra y
en los cielos» 74.
Siendo así las cosas, muchas actitudes de Jesús se
aclaran: su
autoridad que tanto impresionó a sus contemporáneos se
basa en
su convencimiento de estar unido a Dios de un modo
único. Su
confianza en Dios se explica porque participa de la
realidad misma
de Dios: no hay distancias entre su convencimiento de
hombre y la
voluntad de Dios. Nada puede romper esta unidad, ni la
muerte que
podría parecer significar o abandono de Dios o error de
Jesús.
Jesús se da a conocer progresivamente a sus discípulos:
Marcos
nos propone que les acompañemos en sus
descubrimientos; y
continuamente surge la pregunta: «¿Quién es Jesús?», y
se nos va
conduciendo como de la mano a decir con Pedro en el
capítulo 8:
«Tú eres el Mesías»; luego, avanzado siempre, nos hace
encontrarnos con el soldado romano para confesar ante
Jesús en
cruz: «Verdaderamente este hombre era el Hijo de
Dios». Juan en el
cuarto Evangelio, parte directamente de los
descubrimientos que
habían hecho más tarde: Dios mismo, en Jesucristo, ha
venido a
habitar con los hombres. Esta explicación es a la vez la
más sencilla
y la más verdadera para los testigos y explica la
experiencia que
ellos vivieron. Juan lo dejará por escrito en una de sus
cartas: «De
esta forma Dios nos mostró su amor: envió su Hijo único
al mundo,
para que tengamos vida por El» 75.

Hablar de Jesús, hoy


Nadie ha visto a Dios jamás con evidencia; los mismos
apóstoles
no se encontraron sólo con el hombre Jesús; reconocer
en El la
presencia de Dios era para ellos, como para nosotros,
hacer un
acto de fe. La experiencia de los discípulos en este punto
es como
la nuestra. También hoy Dios actúa de la misma manera:
Cristo
resucitado llega a nosotros a través de los demás, a
través de la
historia personal colectiva de los hombres. Es ahí donde
El se da a
conocer y donde se deja encontrar. También nosotros le
buscamos
ayudados por las Escrituras y tenemos mucho nuevo que
descubrir
sobre Jesucristo: «Tengo todavía muchas cosas que
deciros, pero
ahora no podéis con todo» 76. Nosotros estamos hoy
enfrentados
con otros problemas, con otros interrogantes y tenemos
que hablar
de Jesús a la luz de nuevos contextos. Los
acontecimientos, la
búsqueda comunitaria de los creyentes, nos llevan a
percibir
nuevas resonancias de las palabras evangélicas: no es
extraño,
puesto que en verdad Jesús es una persona viva y su
Espíritu
trabaja nuestros corazones.

PARA SEGUIR REFLEXIONANDO


¿Por qué la muerte de Jesús? J/MU/CAUSAS
Jesús fue entregado a la muerte por su pretensión de ser
«de
Dios» y simultáneamente por su pretensión de liberar al
pueblo. Un
Dios que se queda en su esfera propia, que no se
preocupa de los
hombres más que de vez en cuando, no es peligroso.
Pero un Dios
que quiere liberar al pueblo, que se mezcla en los
avatares de este
mundo, no puede ser soportado ni por el poder
económico y
político, ni por el poder religioso.
PODER-RELIGIOSO: Efectivamente, para el poder
religioso existe
el mundo de Dios y el mundo de los hombres y están
bien
separados; la religión consiste en organizar cierto
tránsito entre los
dos; los sacerdotes son los especialistas de ese tránsito,
y en ello
reside su poder. Pero si Dios quiere habitar por sí mismo
el mundo
de los hombres, todo se replantea de nuevo y queda en
tela de
juicio: ya no hay necesidad de religión 77.
Para el poder económico y político la separación de esos
dos
mundos supone también su seguridad; mientras que las
gentes
sueñan en otro mundo, no se detienen demasiado a
mirar de cerca
la realidad... Pero si Dios está en esta realidad de acá
abajo, si se
le lesiona a El mismo cada vez que se lesiona,
menosprecia o
excluye a un hombre, entonces ya no existe ningún
poder absoluto,
ni hay manera de poder invocar la razón de Estado. Si
Dios quiere
que cada hombre sea libre y creativo, es un Dios muy
incómodo.
Jesús, al mostrar con sus actos y con sus palabras que
no hay más
que un solo mundo, el mundo reconciliado de Dios y de
los
hombres, arrebata a los especialistas de Dios sus
privilegios y a los
especialistas del mundo sus poderes absolutos. Esto
resulta tan
insoportable para unos y para otros que necesariamente
la muerte
de Jesús viene como la cosa más natural del mundo.
MU/ENEMIGO: Por lo demás Jesús, al morir, revela lo
que
realmente es la muerte: la muerte jamás es un accidente
o algo
normal. Aun cuando no acontezca en circunstancias
trágicas, tiene
siempre algo de inmundo e injusto: es, por algunos
momentos, la
victoria de los poderes del mal sobre la vida. Está, pues,
en
profunda contradicción con Dios: es el último enemigo
que hay que
vencer. Con su resurrección, Cristo muestra que
efectivamente
puede ser vencida: viviéndola con Cristo y como El, en
una total
confianza en el Padre, la muerte pierde su mordiente y
aun cuando
siga siendo desgarradora, se convierte en ocasión de
diálogo con el
Padre. La resurrección es entonces una violenta llamada
a todos
para ponerse en pie y luchar contra todas las formas del
mal y de la
muerte.
Finalmente, si Jesús murió tan joven, con menos de
cuarenta
años, no fue solamente por la batalla que le presentaron
los
poderosos de su época. Jesús murió «a su hora», como
dice el
cuarto Evangelio. Sus treinta años de formación en
Nazaret, sus
pocos años de vida trepidante por los caminos de Galilea
y Judea,
le bastaron para revelar plenamente lo que Dios tenía
que decir a
los hombres: que El quería construir con ellos un mundo
nuevo y
que para conseguirlo era preciso lograr que estallara este
mundo
presente y comenzar completamente de nuevo. Jesús,
viendo que
sus contemporáneos no podían asumir toda esta tarea
de
transformación, echa sobre sus hombros la carga de
abrir camino:
acepta la muerte, el estallido necesario para que todos
puedan
entrar en el universo nuevo de Dios. De esta forma su
muerte es la
prueba de un amor absoluto que nada ni nadie,
absolutamente
nadie ni nada, podrá tener en menos.
El Espíritu de Jesús resucitado, dado gratuitamente a
quienes le
habían abandonado cobardemente, es la prueba de este
amor; las
puertas de la vida quedan abiertas de par en par para
que la
humanidad encuentre por ellas, perpetuamente, su
camino. Por eso
todavía hoy esos pocos años que vivió Jesús bastan a
muchos para
ver iluminada su existencia y la historia del mundo.
Sin fe en la resurrección, ¿cómo explicar el nacimiento de
la
Iglesia que surge del abandono y de la desesperanza?
¿Cómo
explicar que la causa de Jesús siga hoy provocándonos
todavía, a
pesar del rostro tantas veces descorazonador de su
Iglesia? Sin el
convencimiento de que Dios ha venido a nosotros y ha
abierto una
era de renovación que nadie podrá ya cerrar, ¿cómo
lograr dar
cuenta exacta de todo lo que pasó y pasa con la persona
de Jesús?
O Jesús es «Dios-con-nosotros» (EMMANUEL), Dios a
nuestro
favor para siempre, una amistad subversiva, que se nos
ha dado
para siempre y que nos propone cambiar el mundo, o
hay que
colocarle en las vitrinas de algún museo de
antigüedades: tarde o
temprano cada uno tiene que hacer su elección.
.................
1. Mc 6, 3
2. Lc 5,27-28.
3. Jn 8,12.
4. Lc 9,49.
5. Jn 7 52.
6. Jn 1,45.
7. Jn 8,14.
8. Mt 22,16.
9. Mt 8,5.
10. Mc 1,27.
11. Mc 2,18.
12. Mc 2,15.
13. Mc 3,7-10.
14. Mc 1,29.
15. Lc 7,11.
16. Mc 8,3.
17. Lc 10,21.
18. Lc 12,27.
19. Mc 4,3-20.
20. Mt 18,1.
21. Mt 15 28.
22. Lc 21,1.
23. Mt 17,17.
24. Jn 9,40.
25. Mc 6,52.
26. Jn 15,14-15.
27. Mt 12,46-50.
28. Jn 12.23.
29. Lc 10,38.
30. Lc 8,1.
31. Jn 4,1-42.
32. Lc 7,31.
33. Jn 3,2.
34. Mt 26,50.
35. Lc 13,7.
36. Lc 16,1.
37. Lc 11,5.
38. Lc 14,28.
39. Mt 25,1-13.
40. Mt 24,43.
41. Me 13,33.
42. Le 10,29 37.
43. Mt 18,23; Lc 16,1.
44. Mt 20,1.
45. Mc 12,41.
46. Mt 25 14.
47. Lc 18,1.
48. Lc 16,19.
49. Mc 4,26.
50. Mt 13 47.
51. Mt 25 45.
52. Mt 7,24.
53. Jn 5,19.
54. Jn 10,1.
55. Mt 7,11.
56. Jn 16,21.
57. Mt 12,11-12.
58. Mt 7,18.
59. Mt 23,4.
60. Mt 11,28.
61. Jn 4,7.
62. Lc 13,34.
63. Lc 15,10.
64. Lc 10,25.
65. Lc 8,11.
66. Lc 13,33
67. Lc 13,1.
68. Jn 8;3.
69. Mt 6,5-15.
70. Jn 4,34.
71. Jn 10,38.
72. Mc 14,36.
73. Isaías 52,13; hasta 53,12, extractos.
74. Colosenses 1,15-20. 75. 1 Jn 4,9.
76. Jn 16,12.
77. En los primeros tiempos de la Iglesia, en las
persecuciones,
se acusaba a los cristianos de ser ateos, por este motivo.
(·PATIN-ALAIN._ALCANCE. .Págs. 129-144)
........................................................................

5.
LO QUE NO FUE JESÚS.
Jesús no fue un sacerdote o un levita dedicado al culto y
al rito. Ni
fue un funcionario del templo ni de la sinagoga. Fue un
laico, un
seglar. Vestía y vivía como todos. Su talante está muy
lejos del
funcionario, sea este civil o eclesiástico. Si Jesús hubiese
sido algo
de esto y hubiese vivido como ellos no habría podido
predicar el
reino de Dios por los pueblos y caminos y acercarse a la
gente y
vivir entre ellas como lo hizo. Su lenguaje no hubiera
sido el mismo,
ni el hablar en parábolas algo tan normal y vivo en él.
Jesús no es
un sedentario, ni un ser distante, y aparte, sino muy
cercano al
pueblo, a los pobres, pequeños y humildes. Este modo
de ser y de
vivir es algo querido y buscado por Jesús. No es algo
casual o
impuesto. Escogió este modo de ser para mejor predicar
el reino de
Dios.
Jesús no es un monje, alguien que se retira del mundo
para
encontrar a Dios lejos del hombre. Aunque busca el
desierto o la
noche para acercarse a Dios a través de la oración,
vuelve a los
hombres otra vez para seguir predicando el reino de
Dios. Desde
luego, no es un esenio sometido a una regla espiritual.
De estos
grupos se suele excluir a los tarados, los pobres, los
tontos y
enfermos. Jesús, más bien, los busca y ayuda. No es
elitista sino
popular y comunitario. No es un cátaro ni un puritano ni
un
exquisito. Ni un moralista, aunque en su doctrina brilla la
ética más
alta. Y, de política, que?, no fue ni celota, ni saduceo, ni
herodiano, ni gobernador romano, ni fariseo, ni
legionario romano,
ni sumo sacerdote, ni miembro del Sanedrín. Nada más
que oir que
le quieren hacer rey, huye al desierto. No es hombre del
sistema, de
ningún sistema. Y si algo aborrece profundamente es el
dinero y el
poder. El busca al hombre, cambiar el corazón del
hombre, salvar y
liberar al hombre de toda opresión y esclavitud, pero
cambiarlo de
verdad desde dentro, a un nivel más profundo de lo que
puede
hacer el bienestar material y la soberbia del poder.
El va más allá que la política, se mueve en una instancia
distinta y
superior. Ya sé que esto se pone hoy en tela de juicio,
pero me
pregunto si no será a esa politización global y casi
absoluta, como
camino de liberación, lo que hay que poner, más bien, en
tela de
juicio. Lo cual en nada impide reconocer los verdaderos
valores de
la política.
Jesús no es un teórico que se pierde en disquisiciones
abstractas, no es un intelectual, ni un teólogo, ni un
filósofo, y tal
vez, ni sociólogo o pastoralista. Aunque es un entendido,
y muy
entendido, en cuestiones del hombre y de Dios. No es un
superficial
o un snob. Ni un orador o un hombre de leyes. Ni literato
ni
escritor.
Tampoco era un esclavo, ni un acomplejado, ni un
amordazado
por el sistema y las estructuras. Ni un miedoso. Basta
recordar las
cosas que dijo a los fariseos. Se atrevió a defender al
hombre por
encima de la ley, de la ley de Dios. Claro que lo hacía en
nombre de
Dios. Fue verdaderamente independiente, libre y
liberador.
No era dado a los ritos y ceremonias, ni hizo un
reglamento para
la buena marcha del colegio apostólico. Rendía culto al
amor, a la
comida fraterna, al encuentro personal. Por ahí iba su
pedagogía.
Jesús no era el "dulce Corazòn de Jesús" de ciertas
estampas, ni
el revolucionario hosco de algunos posters que se estilan
hoy.
Aunque cada época, y quizás cada cristiano, tiende a
hacerse
una imagen de Jesús, éste se nos escapa, no se le puede
agotar.

El Jesús Histórico
Nota bibliográfico-temática

Xabier Pikaza

1. Las tres fases del estudio histórico de Jesús en el


siglo XX

La investigación sobre la vida de Jesús constituye un


acontecimiento cultural y religioso muy significativos
del siglo XX y nos permite conocerle con mayor
hondura. Se puede disentir después en la
interpretación, en plano cultural y religioso (si fue un
hombre creador, si era divino, si resucitó en plano
biológico...); pero todos los que estudian con seriedad
la historia pueden saber y saben muchas cosas
importantes de su vida, como muestra las tres fases de
su despliegue:
– La primera está vinculada a la obra A. Schweitzer
(Investigación sobre la vida de Jesús, texto alemán de
1906; traducción de la 1ª Parte en San Jerónimo,
Valencia 1990), donde demostraba que los grandes
"científicos" del siglo XIX habían proyectado sobre
Jesús sus presupuestos culturales, sociales y religiosos,
ignorando el carácter apocalíptico y anti-cultural de su
mensaje. Por eso, muchos exegetas profesionales
(sobre todo protestantes, como R. Bultmann), en toda
la primera mitad del siglo XX, renunciaron a escribir la
historia de Jesús: pensaban que sólo se podía hablar
del Cristo de la fe, recreado cristianos[i].

– La segunda se inicia a mediados del XX con un


trabajo de E. Käsemann (El problema del Jesús
histórico, original de 1953, traducido en Ensayos
Exegéticos, Sígueme, Salamanca 1978, 159-190), que
mostraba la necesidad teológica y la posibilidad
histórica de volver con imparcialidad a los hechos de la
vida y mensaje de Jesús. Se escribieron así nuevas
obras, de tipo más histórico (cf. G. Bornkamm, Jesús
de Nazaret, Sígueme, Salamanca 1975, original de
1956) y existencial (cf. H. Braun, Jesús, el hombre de
Nazaret y su tiempo, Sígueme, Salamanca 1975,
original de 1969) o en clave más judía (cf. G.
Vermes, Jesús, el judío, Muchnik, Barcelona 1977,
original de 1973; cf. Id., La religión de Jesús, el judío,
Anaya, Madrid 1995).

– La tercera surgió a partir de los años setenta, se


consolidó pasados los ochenta y sigue viva todavía,
estando protagonizada especialmente por autores
norteamericanos. Los descubrimientos del entorno
judío, los textos de F. Josefo y del rabinismo antiguo,
los nuevos métodos literarios y el estudio más preciso
de la historia y la antropología cultural permiten situar
y entender mejor la vida de Jesús, suscitando un
consenso básico, como han mostrado R.
Aguirre, Aproximación actual al Jesús histórico,
Cuadernos de Deusto, Bilbao 1996; M. Borg, Jesus in
Contemporary Scholarship, Trinity, Valley Forge PENN
1994 y B. Witherington, Jesus Quest. The Third search
for the Jew of Nazaret, Paternoster, Carlisle 1995[ii].

En contra de lo que se viene diciendo en círculos de


racionalismo anticuado o espiritualismo contrario al
rigor de la historia, la vida de Jesús resulta actualmente
accesible y bastante bien conocida, como muestran las
cinco obras siguientes:

– E. P. Sanders, Jesús y el judaísmo, Trotta, Madrid


2002 (original de 1985; resumen en La figura histórica
de Jesús, Verbo Divino, Estella 2001). Le presenta
como profeta escatológico, testigo de la gratuidad de
Dios y mensajero de un Reino que se abre por Israel
(los 12) a todas las naciones.

– J. D. Crossan, Jesús. Vida de un campesino judío,


Crítica, Barcelona 1994 (original de 1991; resumen
en Jesús: biografía revolucionaria, Grijalbo, Barcelona
1996. Le presenta a Jesús como sabio y carismático
ambulante, amigo de la mesa compartida, testigo de la
gratuidad divina.

– J. P. Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús


histórico I-IV, Verbo Divino, Estella 1998 ss (original de
1991 ss). Obra monumental, que reelabora toda la
investigación sobre el tema y muestra a Jesús como
pretendiente mesiánico, maestro sabio y carismático
asesinado.

– R. E. Brown, La muerte del Mesías I-II, Verbo Divino,


Estella 2002 (original de 1994 ss; cf. Introducción a la
Cristología del Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca
2001). Recoge y evalúa los temas de conflicto de Jesús
con su entorno, para valorar su muerte desde su acción
y mensaje.
– G. Theissen y A. Merz, El Jesús histórico, Sígueme,
Salamanca 1999 (original de 1996). Ofrece el mejor
estudio de conjunto, de tipo escolar pero enciclopédico,
sobre el marco social del mensaje y vida de Jesús,
profeta y carismático, maestro y poeta.

Estas obras (la primera y última de autores


protestantes, las centrales de católicos) ofrecen un
buen punto de partida histórico-crítico para el estudio
de Jesús. Ninguna es apologética, en sentido ordinario;
todas ofrecen una visión de conjunto serena y, en el
fondo, emocionante de la novedad de Jesús. Al lado de
ellas podemos citar otras también muy significativas:

– J. D. G. Dunn, Jesús y el Espíritu Santo, Sec.


Trinitario, Salamanca 1975; La llamada de Jesús
histórico, Sal Terrae, Santander 1992, acentúa los
aspectos carismáticos de Jesús y de la iglesia.

– J. Gnilka, Jesús de Nazaret. Historia y mensaje,


Herder, Barcelona 1993, se sitúa en la línea de la crítica
histórico-literaria de la tradición alemana; texto muy
asentado, quizá demasiado aséptico.

– E. Schüssler Fiorenza, Cristología feminista crítica,


Trotta, Madrid 2001; Id. En Memoria de Ella, Desclée,
Bilbao 1989, estudia a Jesús en vertiente feminista,
iniciando una visión esperanzada de su vida.

– N. T. Wright, The NT and the Victory of the People of


God I, SPCK, London 1992; Id., Jesus and the victory
of God II, SPCK, London 1996, ofece una visión
enciclopédica ejemplar sobre Jesús y su iglesia[iii].
2. Acuerdo básico, temas discutidos.

Se ha logrado un acuerdo básico sobre la historia de


Jesús. Desde ese fondo evocamos ocho temas de
discusión que enmarcan y definen su aportación para
nuestro tiempo.

1. Profeta escatológico, mensajero de gracia. En contra


de los sacerdotes, los profetas escatológicos no
sacralizan lo que existe, ni rechazan en principio toda
ley social, pero sitúan sobre ella la acción inminente de
Dios, vinculada al despliegue y salvación del ser
humano. Así ha presentado a Jesús, Sanders (y de
algún modo Gnilka, Meier, Theissen-Merz y Wright),
situándole en el judaísmo de su tiempo: fracasó
externamente su proyecto; murió en la cruz, pero sus
discípulos afirman haberle visto vivo tras su muerte en
experiencia pascual que recrea su vida y mensaje. Esta
visión profética nos permite dialogar con judaísmo e
islam.

2. Sabio en el mundo, experto en humanidad. Autores


como Crosssan (con Borg y Schüssler Fiorenza y los
participantes de famoso Jesus Seminar, de USA, entre
ellos Mack), apoyándose en el llamado texto Q (inserto
en Mt y Lc) y en el Evangelio Tomás (descubierto en
Egipto), devalúan el aspecto profético-apocalíptico de
Jesús, para presentarle como sabio "cínico", diestro en
formular paradojas y experiencias contraculturales,
como filósofo de la vida, más griego que judío, autor de
sentencias luminosas sobre la banalidad del mundo.
Más que una redención mesiánica, buscó el despliegue
interior y no violento de los seres humanos, de manera
que su gesto nos permite dialogar con los sabios del
tao o del budismo.

3. Poderoso en obras: sanador y/o carismático. En el


centro de la vida de Jesús siguen estando sus
"milagros", entendidos como un compromiso radical a
favor de la vida y libertad de los seres humanos. Los
milagros, antaño rechazaos por racionalistas de diverso
tipo, aparecen ahora, de un modo mucho más neutral e
histórico, como expresión de la entrega y libertad
creadora de Jesús, a favor de los seres humanos. Su
interpretación varía, pero ello se encuentran en el
fondo de toda la investigación actual sobre Jesús[iv].

4. Hombre de mesa común. Pan compartido. Jesús ha


situado en el centro de su movimiento el signo de la
mesa compartida, como muestran los relatos de las
multiplicaciones y los textos de comidas con pecadores
y excluidos sociales Así supera los tabúes y leyes de
una economía que distingue a limpios (judíos buenos) y
manchados, varones y mujeres, ricos y pobres. Sobre
dogmas y normas sacrales ha colocado Jesús el signo y
realidad de la mesa compartida, como destacan de
formas complementarias Crosssan y Meier[v].

5. Creador de familia: discipulado y comunión. El


judaísmo era religión de hermandad social, vinculada a
la estructura sagrada del propio grupo, fundado en
vínculos jerárquicos de ley económica y social, de tipo
patriarcal. En contra de eso, Jesús vino a presentarse
como creador de humanidad, de un "grupo" o
comunión en el que todos los humanos (varones y
mujeres, padres e hijos, sacerdotes y laicos, letrados e
iletrados, libres y esclavos...) pueden encontrarse en
amor, salud y vida compartida. Sin esta fuerte ruptura
o crisis familiar no se entiende su evangelio. Como
signo de nueva humanidad, abierta de manera
escatológica desde Israel a todos los humanos, sin
distinciones ni jerarquías sociales, Jesús escogió Doce
discípulos[vi].

6. Hombre conflictivo. El desafío de la gracia. Se ha


dicho que los judíos eran duros, defensores de un Dios
impositivo, faltos de misericordia (y que por eso
condenaron a Jesús); Jesús, en cambio, sería blando y
misericordioso, testigo y defensor de un Dios de amor.
Esta visión resulta históricamente equivocada y
cristianamente falsa: los judíos de aquel tiempo no
eran legalistas, sino partidarios del perdón, pero en
línea de nomismo pactual, exigiendo así el
cumplimiento de una ley que distingue a limpios y
manchados. En contra de eso, Jesús ofreció a todos la
gracia escatológica, haciendo inútil la ley de purezas y
pecados. Así vino a mostrarse como un hombre
peligroso, pues supera el signo del pecado, como
ofensa contra Dios, y rompe el orden de la buena
sociedad sacral judía (y de gran parte de la iglesia
cristiana posterior)[vii].

7. Asesinato en Jerusalén. Muerte de Jesús. Algunos


autores citados (cf. Crosssan, Mack y Schüssler
Fiorenza), piensan que Jesús no quiso actuar como
mesías ni renovador político, sino sólo como sabio y
carismático; pero entonces les resulta difícil explicar el
rechazo de la autoridad romana y la condena de Jesús.
Aquí se centra gran parte de la discusión actual sobre
el tema. Resulta, sin duda, problemática la
participación del Sanedrín judío, pero es claro que la
oligarquía sacerdotal de Jerusalén participó de algún
modo en su muerte; y más claro aún que el procurador
romano le tomó por pretendiente mesiánico, como
supone el titulo (¡rey de los judíos!: Mc 15, 26) y la
forma del suplicio (crucifixión)[viii].

8. Dios le ha resucitado. Pascua cristiana. Jesús fue


condenado, pero tras un tiempo, a pesar (quizá en
razón) de su condena, sus discípulos siguieron
anunciando su mensaje, no sólo en Galilea, sino en la
misma Jerusalén, donde algunos se establecieron de
manera fija, aguardar su vuelta o manifestación, como
mesías escatológico. Este cambio se debe al hecho de
que algunos (quizá en principio todos) tuvieron una
experiencia nueva, que interpretaron de forma
escatológica, como expresión de que Dios resucitó a
Jesús, de modo que vendrá (volverá) pronto a culminar
la historia humana. Resulta difícil saber lo que ha
pasado físicamente con su cadáver. Muchos
historiadores piensan que no se puede hablar
históricamente de entierro de Jesús en una tumba de
roca, ni de una desaparición de su cadáver. Por alguna
razón que ignoramos (fue arrojado a una fosa común o
a un lugar desconocido) el cadáver de Jesús
desapareció, pero sus discípulos tomaron su ausencia
como signo pascual, expresión de la verdad y triunfo
del crucificado[ix].

Éstos son algunos datos de la investigación sobre la


historia de Jesús. Muchas cosas se siguen discutiendo,
pero son bastantes las que conocemos y ellas nos
ofrecen una idea básica de la vida y obra de Jesús, de
lo que quiso y enseñó, de la forma en que murió y de lo
que sigue suponiendo para muchos y de un modo
especial para los creyentes. Debo añadir que la mayoría
de los exegetas e historiadores ya no creen (no
creemos), en milagros de tipo material, que antes
solían emplearse para fundar "mejor" la fe: no creemos
que Jesús naciera biológicamente de una virgen,
rompiendo las leyes del proceso de la vida; ni que su
cadáver desapareciera físicamente de un sepulcro
cerrado, rompiendo o abriendo su losa. En un nivel
externo, nació como nacemos todos y murió como
morimos y nos deshacemos los mortales. Pero el
testimonio de su entrega y gracia personal nos sigue
abriendo a un milagro más alto: su vida y mensaje es
presencia de Dios (ha nacido por obra del Espíritu
divino), su entrega y muerte es resurrección, regalo de
ese mismo Dios para aquellos que quieran acogerle,
asumiendo y cultivando su experiencia de gratuidad y
amor (de comunión universal) sobre la tierra. Los datos
de la historia no prueban la fe, ni pueden imponerla;
pero nos permiten abrirnos poderosamente a ella. De
esa forma, la nueva exégesis, más sobria y realista que
la antigua, menos dada a los milagros sacrales que
rompen el orden de la naturaleza, puede ser portadora
y signo de una fe más honda. Aquí quedamos, para
decir más deberíamos pasar del Jesús de la historia a la
experiencia y teología del Cristo de la fe.

La figura histórica de Jesucristo

Pedro Beteta

Jesucristo es el personaje más y mejor estudiado a lo largo de


estos 21 siglos que han transcurrido desde su entrada en la
historia humana. Nadie como Él ha sido estudiado con tanta
profundidad porque nadie como Él ha suscitado tanto interés.
Vivió poco tiempo, pues apenas pasaba de los treinta años
cuando murió. Y falleció ajusticiado como un malhechor. No fue
pues un hermoso final. Y, sin embargo, su doctrina vivida y
predicada ha sido el comienzo de la mayor revolución de la
historia de la humanidad.

Ninguna doctrina, teoría filosófica o civilización ha influido


jamás tanto en las personas de todas las épocas y
circunstancias; incluyendo todos los aspectos de la vida, tanto
cultural, como artística, moral, jurídica, familiar, etc.

El asunto verdaderamente desconcertante y que, de ser cierto,


hace singular a esta persona es que vive actualmente.
¿Acaso no murió realmente como ha quedado dicho? No. En
efecto, murió. Murió y además gracias al estudio de los
documentos que narran su muerte, es el hecho histórico mejor
documentado. Pero igual de documentado está su
Resurrección.

El asunto, para que vamos a negarlo, que está en el fondo de


todo planteamiento relacionado con Jesús, es el de su
personalidad. ¿Quién es en realidad? Evidentemente, una
persona con buena salud psíquica no se creerá jamás -al
menos en serio- que es Dios, y desde luego nadie cuerdo
acepta tanto sacrificio para mantener una postura falsa e
hipotética.

Sin embargo, Jesús de Nazaret, está persuadido de ser Dios y


por mantener la defensa de tal identidad será condenado a
muerte y ejecutado. Los relatos evangélicos, pese a no dibujar
el retrato físico de Jesucristo, son generosos a la hora de
aportar datos sobre la fisonomía moral. Vamos a intentar la
osadía de esbozar en el carácter de Jesús de Nazaret al hilo
documental, meramente histórico, de los evangelios.

El carácter de Jesús de Nazaret

Las joyas, las monedas, las ánforas, etc., desde antiguo, son
reconocidas por la marca, el carácter. Hay un cuento de León
Tolstoi en el que un zapatero invita a cenar en Nochebuena a
un mendigo y su mujer le increpa. El invitado se va
empequeñeciendo y afeando a medida que oye los insultos y
siente los desprecios. Al final, cambia de actitud la mujer y
comienza a tratarle con afabilidad y darle bien de comer. Ante
la perplejidad del matrimonio aquel hombre mejora. Crece y su
rostro embellece hasta convertirse en lo que era... ¡un ángel! Al
ser preguntado sobre porqué no lo había dicho antes
respondió: "siempre soy ángel pero me manifiesto como ángel
cuando me tratan como tal".

Todos los hombres tienen un modo peculiar de ser, un carácter


propio. Es la resultante de los muchos influjos que inciden en la
persona configurando así su carácter, su marca indeleble
mostrada en el comportamiento. El sello inédito que dejan
estas condiciones psíquicas y afectivas -unas heredadas y
otras adquiridas- distinguen y señalan a esa persona. Los
hombres tras el pecado original que les hirió en su naturaleza
han de mirar a Jesucristo, para correspondiendo
esforzadamente a la gracia, modelar el carácter y conseguir la
identificación con Cristo.

¿Qué datos deberíamos abordar al pretender describir el


talante, el carácter o la personalidad de un hombre? A bote
pronto se nos ocurre que de un hombre conocido se podría
quizá decir por ejemplo, algo así: alegre, afectuoso, laborioso,
inteligente, equilibrado, locuaz, sabe escuchar, profundo,
reflexivo, acomete los problemas con fortaleza sin herir a las
personas, ordenado, comprensivo, generoso, se sobrepone al
cansancio sin espectáculo para hacer lo que toca en cada
momento, tiene conciencia de su vocación y no retrocede ante
las dificultades, etc.

Sería largo y prolijo hacer la descripción del carácter de un


hombre, como queda demostrado. Veamos que podemos
hacer nosotros para entresacar del Evangelio el retrato moral
del Señor.

Disfruta del mundo y lo conoce bien

Su predecesor, Juan el Bautista, se aparta del mundo y en su


momento comienza a predicar y acuden a él desde todas
partes. Jesucristo, en cambio, trabaja largos años de su vida
en un oficio concreto antes de cambiar al oficio de Maestro de
Israel, y vive en el seno de una familia y se deja invitar a
convites y fiestas. Jesús vive en contacto profundo con los
hombres de la sociedad de su tiempo. Sabe apreciar lo que
hay de bueno en cada hombre, y conocedor de su crónica
enfermedad espiritual fruto del pecado, trata de recuperarlos y
orientarles, sin dejarse llevar de ingenuos espejismos
idealistas.

Es la suya una personalidad sólida, donde las virtudes


humanas alcanzan niveles jamás vistos. Inaccesible a los
halagos de la muchedumbre, sereno ante los peligros e
inalterable ante las grandezas humanas si son sólo materiales.
Siempre cortés y delicado en el trato es también enemigo de
todo exceso, palabra o acción desmedida y de mal gusto.

Todo tiene vida, los montes, los ríos, las flores, los pájaros y
sobre todo el hombre es para el alma de Jesús el horizonte de
contacto del mundo con la voluntad de su Padre; ahí quiere
morar y reinar sirviendo. De ahí su actitud ante la vida, es una
visión gozosa, optimista y positiva. Es Jesús un hombre
realista, sin falsa poesía ni blandenguería. Toca de cerca los
problemas y los conoce en profundidad. Enseña con la
pedagogía de la anécdota, de la comparación o parábola, en
una suave ascensión en profundidad y sin temor a repetir lo
mismo de diversas formas. Pone ejemplos llenos de color, de
vida, de poesía, de tragedia cotidiana o alegría familiar y
popular. Aprecia la naturaleza, proclama la belleza de los lirios
del campo y la libertad de los pajarillos; ensalza las ansias del
pastor que perdió una oveja y critica la arrogancia del fariseo
autosuficiente que reza en el Templo. Todo esto refleja un
sentido exquisito de fina observación y gran sensibilidad que
emergen de su rica vida interior. No hay la más mínima
desconexión con la realidad. Jesús vive con intensidad su vida
humana.

El concepto de amor que enseña

Enseña una doctrina jamás oída, una moral tan exigente que
era desconocida hasta entonces y donde todo lo explica el
amor, mejor dicho, el nuevo concepto de amor. Un amor que
es completamente distinto al hasta entonces entendido como
tal. Un amor que es generosa donación a todos los hombres
sin acepción de personas, pobres y ricos, sanos y enfermos,
pecadores o no, varones o mujeres, niños o mayores. El mismo
amor exige vivir la aparente desigualdad de manifestar especial
dulzura por los más necesitados: los enfermos, los pobres, los
marginados de la sociedad, etc. Los marginados podían ser
especialmente pudientes pero con el trauma del pecado o el
desprecio de los hombres, como era el caso de Zaqueo.

Tiene un temperamento entrañablemente humano, que mira


con cariño -y a veces con ira, si aflora la hipocresía-, que
abraza a los niños y los bendice. Incluso se enfada si los
apartan para que no le molesten. Jesucristo es un hombre a
quien se le enternecen las entrañas ante una viuda que llora a
su hijo único muerto o ante un pueblo que no reconoce al
Mesías que tanto lo ama, que llora ante el amigo muerto y que
se conmueve ante las muchedumbres en desamparo o los
pobres o los enfermos. Jesús es accesible, misericordioso,
familiar, de grandeza única, dignidad inefable, nítido en su
pensamiento, palabra y obra. Jesús es la más bella imagen
que se ha dado a los hombres contemplar.

Santidad de vida patente

Sin embargo, lo que parece ser la atracción que más


impresiona a los que con Él se tropiezan es su sinceridad de
vida. No es que parezca bueno, es que se nota que realmente
lo es. Y palpan que no es algo temporal, eventual, sino que es
que es así siempre. De cualquier persona que tenemos por
santa se le conocen momentos de debilidad que
comprendemos y justificamos generosamente porque son
hombres como nosotros; sin embargo, en Jesús no hay el
menor síntoma o asomo de desfallecimiento espiritual. No hay
en Él ningún gesto -acto o palabra- que no despida santidad.
Podríamos pensar que se trata de falta de datos actualmente,
pero no. La falta de datos es porque no los hay. Pues los
mismos que buscaban matar a Jesucristo tuvieron que recurrir
a falsos testimonios que al contradecirse ponían al descubierto
de modo más patente su santidad, incluso Pilatos reconoce su
inocencia y que ha sido entregado por envidia y el mismo
Judas se arrepentirá de haber entregado sangre inocente.

Realista en todos sus planteamientos

Su realismo predicando prueba su espíritu de observación y


aprecio por la naturaleza. Leyendo sus parábolas se percibe la
lozanía del modo oriental de captar la belleza y el vasto
conocimiento de las realidades cotidianas de la época y del
lugar. Nada hay de ingenuo idealismo en su vida. Es un gran
observador de la realidad como lo demuestran las
descripciones de las parábolas con las que enseñaba al
pueblo; en ellas sale toda la gama de clases y situaciones
sociales y en unos marcos de maravilloso colorido
costumbrista. Con el vehículo de una prosa que embelesa
también el alma predispone a sus oyentes para captar los
mensajes espirituales. Leyendo sus parábolas se percibe la
lozanía de tipo oriental que posee para captar la belleza. Todo
cobra vida en sus descripciones: mercaderes que negocian,
amas de hogar que se afanan buscando unos dineros
perdidos, jóvenes que acompañan a la amiga que se casa, las
reacciones típicas de los niños que juegan en la plaza,
agricultores en paro que mantienen pacientemente la
esperanza de un contrato laboral, reyes que se preparan para
la guerra, bodas de príncipes, el aspecto del cielo como
presagio del tiempo futuro, la belleza del campo con sus flores,
pájaros y árboles; la pesca en el mar, la recolección de las
cosechas en el campo, el almacenaje del vino en los odres
adecuados, etc.

La belleza de su elocuente estilo al predicar responde a algo


interior, no al espectáculo al que tan aficionados eran los
orientales. Su comportamiento parece ser algo interior que
mana suavemente al exterior, sin violencia, como brota la vida
en el valle cuando llega la primavera, sin uniformidad pero con
armonía. Sus palabras tienen la autoridad de sus hechos, de
su vida.

Cómo muestra que es hombre y Dios

Jesús manifestó su divinidad poco a poco, de forma gradual y


progresiva, mediante una pedagogía admirable, adecuada al
fuerte sentido monoteísta del pueblo de Israel, al que le habría
sido muy difícil aceptarlo sino. Comunica al pueblo con hechos
y palabras su divinidad pero de un modo bien distinto del relato
espectacular lleno de apoteosis al que estaban acostumbrados
los oyentes de relatos épicos. Jesucristo va haciendo una
progresiva y pedagógica explicitación de su divina condición
con la sensibilidad de quien conoce a fondo la dificultad de
entender el mensaje de su identidad y las personas que han de
recibirlo. Recordemos que si escandalizaba mostrarse como
Mesías, eso no tenía comparación con el escándalo que
suponía identificarse además con Dios, pues los hebreos no
osaban ni pronunciar su nombre.

Con la autoridad de Mesías y con la naturalidad con la que


actuaba siempre dice en el Sermón de la Montaña: "Habéis
oído que se dijo a los antiguos..., pero Yo os digo...", dejando
claro que Él está por encima de Moisés. También -¡con qué
asombro oirían estas cosas sus coetáneos!- manifestó estar
por encima de Salomón, de David, del Sábado, del Templo,
etc, con lo que poco a poco les iba desvelando su condición
divina. Avala estas afirmaciones con milagros que sólo Dios -
pues los hace en nombre propio- puede hacer: da la vista a los
ciegos, el habla a los mudos, agilidad a los paralíticos, limpia a
los leprosos, resucita a muertos, supera a la naturaleza creada:
camina sobre las aguas, aquieta las tempestades, multiplica los
alimentos, etc, y sobre todo perdona los pecados, lo cual es
exclusivo del Ofendido, es decir, Dios.

Qué se concluye al mirar a Cristo con la luz de la Fe

Que Jesucristo es un milagro desde el punto de vista humano.


En su vida se armonizan admirablemente sentimientos
aparentemente contrapuestos. La armonía y perfección
humanas de Jesús son un auténtico milagro moral. Su realidad
humana conduce al misterio de su Persona: que Jesucristo es
el Verbo hecho carne, hecho Hombre. La realidad de
Jesucristo exige la aceptación de su misterio total aunque su
modo de ser y de existir exceden toda capacidad humana.

En Cristo hay una Persona divina -el Verbo- con dos


naturalezas, una divina y otra humana. La fe que la Iglesia
proclama sin posibilidad de error sobre Jesús es que en Él se
da una naturaleza humana singular, pero no se da una persona
humana. Al comunicar a la naturaleza humana asumida su ser
personal, el Verbo no perdió ni disminuyó su divinidad sino que
elevó a Sí la naturaleza humana que asumía, haciéndola existir
y dotándola de las prerrogativas y propiedades derivadas de la
unión hipostática, es decir de la unión de las dos naturalezas
en una sola Persona: la del Verbo, segunda Persona de la
Santísima Trinidad. Cristo, pues, subsiste en dos naturalezas,
ambas plenas, perfectas, íntegras: la divina y la humana.

ESÚS HISTÓRICO Tema 1

La investigación sobre la vida de Jesús

ìEl esfuerzo por llegar al Jesús histórico y a su mensaje


no es una tarea marginal de la investigación
neotestamentaria... sino que es la tarea central de la
investigación acerca del Nuevo Testamento"

Joaquim Jeremias

Presentación
Hace unos meses un equipo de antropólogos llevó a cabo una
reconstrucción del rostro de Jesús hecha a partir de estudios
sobre la constitución física de los habitantes de Palestina en el
siglo primero. Es la que puedes ver más arriba. En realidad esta
reconstrucción fue un reclamo propagandístico para una nueva
serie de la BBC titulada "Son of God". En ella se presentaban
algunos de los descubrimientos recientes sobre Jesús.

Esta imagen contrasta con las que solemos encontrar en el arte y


la piedad cristianos. En la mayoría de los casos encontramos un
Jesús más europeo y menos oriental; más místico y menos
humano... La investigación histórica sobre Jesús es algo
parecido a lo que han hecho estos antropólogos: una
reconstrucción hipotética, pero en muchos detalles más
sugerente y más cercana al Jesús que vivió en Palestina en el
siglo primero de nuestra era.

El estudio de la vida de Jesús con criterios históricos comenzó


en la época de la Ilustración. Antes no se había planteado la
necesidad de una investigación crítica sobre él, porque se creía
que los evangelios eran testimonios fidedignos de lo que había
dicho y hecho. Ni siquiera los estudiosos renacentistas o los
reformadores, que conocían las incoherencias de los evangelios,
pensaron en ello. El primero en plantearse esta cuestión fue
Hermann S. Reimarus, un profesor de lenguas orientales que
vivió en Hamburgo en el siglo XVIII. Con él comienza una de las
empresas más apasionantes de la investigación histórica
moderna: la búsqueda del Jesús de la historia.

Conviene precisar desde el principio que el ìJesús históricoî o el


ìJesús de la historiaî no puede identificarse con el Jesús real, ni
siquiera con el Jesús terreno. El ìJesús históricoî es el Jesús que
podemos recobrar utilizando los recursos y la metodología de la
investigación histórica. Se trata, pues, de una reconstrucción
moderna, necesariamente limitada, como todo conocimiento
histórico. De hecho, la historia de la investigación sobre la vida
de Jesús es un reflejo de la evolución que ha experimentado la
historiografía en los dos últimos siglos, lo cual explica que
nuestro conocimiento de Jesús haya ido progresando en la
medida que los estudiosos han podido disponer de nuevos datos
y de nuevas herramientas metodológicas.

La investigación sobre el Jesús de la historia ha sido un tema


central en los estudios neotestamentarios de los últimos
doscientos años. A. Schweitzer, en su aguda evaluación del
primer tramo de esta historia, afirmaba a comienzos del siglo XX,
que ìla hazaña más grandiosa de la teología alemana es el
estudio de la vida de Jesús". Y cincuenta años más tarde,
después de un largo periodo de indiferencia con respecto a este
problema, J. Jeremias, se atrevía a decir que ìel esfuerzo por
llegar al Jesús histórico y a su mensaje no es una tarea marginal
de la investigación neotestamentaria... sino que es la tarea
central de la investigación acerca del Nuevo Testamento".

Se trata, efectivamente, de un tema central para una disciplina


(la exégesis, y en última instancia la teología), que quiere
dialogar con la cultura en la que vive; y es evidente que la cultura
occidental ha ido integrando como uno de sus rasgos más
característicos una aguda sensibilidad hacia lo histórico. En este
sentido la investigación sobre el Jesús de la historia revela el
deseo de un diálogo abierto entre la fe y la cultura.
Pero también es un tema central por razones internas a la misma
reflexión teológica, pues el estudio del Jesús histórico tiene que
ver con un dato nuclear de la fe cristiana: su historicidad. A
diferencia de lo que ocurre con otras religiones, el fundamento
del Cristianismo no es una revelación o un mito, sino un
acontecimiento histórico, que constituye el centro del kerigma
anunciado por los primeros cristianos. Por eso, quien renuncia a
la historia de Jesús, cae fácilmente en un docetismo que coloca
en segundo plano el dato fundamental de su encarnación.

En este primer tema vamos a acercarnos a la historia de la


investigación sobre la vida de Jesús, centrando la atención en su
etapa más reciente, que abarca los últimos veinte años, y que
suele conocerse como ìla tercera búsqueda del Jesús históricoî
(third quest).

Guía para el estudio

1 Compara el rostro de Jesús que aparece al comienzo de esta


página con el de la página principal: ¿Cuál de estas dos
imágenes te resulta más familiar? ¿Qué te sugieren estas dos
imágenes a la hora de comenzar a estudiar este
curso? Comparar.

2 Antes de introducirnos en el estudio de los diversos aspectos


sobre la vida de Jesús conviene informarse sobre la historia de la
investigación. Es una historia muy instructiva que tiene ya más
de doscientos años. Lee despacio el siguiente documento y haz
un resumen señalando las características más importantes de
cada una de las etapas de esta investigación:
Historia de la investigación sobre Jesús
3 La llamada "Tercera búsqueda del Jesús histórico", que
comenzó en 1980 ha producido y está produciendo aún una
verdadera avalancha de estudios sobre Jesús. Este interés por el
Jesús histórico es un fenómeno y está dando como resultado
diversas imágenes de Jesús. El siguiente documento recoge
algunas de estas imágenes. Léelo y anota tus propias reacciones
ante cada una de estas imágenes:
Diversas imágenes de Jesús
Otros recursos

Bibliografía

Los libros de los autores citados en los documentos precedentes


se encuentran en la Bibliografía General. Aquí se indican sólo
aquellos que se refieren directamente al tema estudiado. Ir a
Bibliografía.

A. Schweitzer, Investigación sobre la vida de Jesús(Valencia:


Edicep 1990; original 1906) . Es la mejor síntesis de la primera
búsqueda, desde Reimarus hasta Wrede.

E. Käsemann, ìEl problema del Jesús históricoî, en: E.


Käsemann (ed.), Ensayos exegéticos (Salamanca: Sígueme
1977)159-189. Este artículo señala el comienzo de la nueva
búsqueda del Jesús histórico.

R. Aguirre Monasterio, ìEstado actual de los estudios sobre el


Jesús histórico después de Bultmannî Estudios Bíblicos 54
(1996) 433-463 . Estudia, sobre todo los resultados de la tercera
búsqueda.

G. Theissen ñ A. Merz, El Jesús histórico (Salamanca: Sígueme


1999; original alemán 1996) . El primer capítulo es un magnífico
resumen de las diversas fases de la investigación.

B. Witherington III, The Jesus Quest. The Third Search for the
Jew of Nazareth (Downers Grove, Ill.: Inter Varsity 1995) .
Aunque desde el año de su publicación han aparecido bastantes
estudios, esta obra sigue siendo una excelente presentación de
las diversas visiones de Jesús surgidas con motivo de la tercera
búsqueda.

Documentos

Además de la bibliografía tradicional, puedes consultar en digital:


S. Guijarro Oporto, ìG. Theissen ñ A. Merz, El Jesús
históricoî Salmanticensis 47 (2000) 475-486.
Es una amplia nota bibliográfica sobre el libro de Theissen y
Merz con un comentario crítico.
Enlaces

En la red existe bastante información acerca de la investigación


actual sobre el Jesús histórico. He seleccionado dos artículos y
una página especializada:
The Meaning of Jesus. Six Scholars Explain why they Study the
Origins of Christianityóand why it Matters.Books & Culture,
Mar/Apr 1999.
Seis breves testimonios de autores contemporáneos sobre el
interés de los estudios sobre el Jesús histórico.

J. P. Meier, ìThe Present State of the ëThird Questí for the


Historical Jesus: Loss and Gainî Biblica 80 (1999) 459-487.
Una valoración hecha por uno de los protagonistas de esta
tercera búsqueda del Jesús histórico.

Mark Goodacre, "The Quest to Digest Jesus: Recent Books on


the Historical Jesus", Reviews in Religion & Theology 7 (2000),
pp. 156-61
Un comentario breve de libros recientes sobre el Jesús histórico.

The Search for Jesus


Una página relacionada con una serie de televisión reciente, que
contiene referencias de investigadores norteamericanos. Se
encuentra en la página del Jesús histórico de The New
Testament Gateway

Tareas

1 Después de la presentación hecha en clase repasa tus notas


sobre la lectura del Documento 2: Diversas imágenes de Jesús y
redáctalas en forma de ficha, indicando en cada caso: autor y
obra principal, imagen de Jesús que presenta y presupuestos
metodológicos.

2 Describe brevemente la imagen que tienes de Jesús y anota


las reacciones que han producido en ti las imágenes
precedentes.
El Jesús Histórico
Autor: David Capes, Ph.D.

Además de la Biblia, ¿qué nos dicen otros documentos históricos acerca de Jesús?

El pasado realmente sucedió pero la historia es sólo lo que alguien escribió.A.


Whitney Brown

La mayor parte de lo que sabemos sobre Jesús proviene de escritos cristianos. Esto no
debería sorprender, dado que fueron los cristianos los más interesados en contar su historia
y preservar su memoria. ¿Pero cómo se comparan estos escritos cristianos con lo que otros
historiadores decían sobre Jesús en la época?

Los eruditos se han involucrado en lo que llaman "la búsqueda del Jesús histórico" desde
fines de los años 1700. Sin embargo muchos de nosotros queremos saber si hay una
evidencia histórica creíble que corrobore lo que la Biblia dice acerca de Jesús.

Entonces, ¿cómo cuadra el Cristo de la fe cristiana con el Jesús de la historia?

Reportes Romanos y Judíos

Los escritos clásicos romanos contienen varias referencias a Cristo y el movimiento que
empezó.

Alrededor del año 112 DC, Plinio El Joven escribió al Emperador Trajano, detallando cómo
estaba desarrollando los juicios contra aquellos acusados de ser cristianos.1 Había llegado a
comprender que los verdaderos creyentes no podían ser obligados a renegar de Cristo y a
adorar a los dioses romanos. Se reunían en un día establecido antes del amanecer y
cantaban himnos a Cristo como si fuera Dios.

Pocos años después, otro historiador, Suetonio, escribió que el Emperador Claudio había
expulsado judíos de Roma por disturbios instigados por Chrestus.2 La mayoría de los
historiadores piensa que “Chrestus” es un error ortográfico de “Christus” (la palabra latina
para “Cristo”). La mayoría también concuerda en que Suetonio alude a enfrentamientos
dentro de la comunidad judía provocados cuando los cristianos judíos predicaban la fe
cristiana en Roma.

El relato de Suetonio indica que por el período del Emperador Claudio (41–54 DC), menos
de dos décadas después de la crucifixión de Jesús, había suficientes cristianos en Roma
para provocar disturbios graves como para ameritar la expulsión de todos los judíos de
Roma.

Una de las referencias históricas más importantes de la crucifixión de Jesús proviene de


Tácito. En Annals 15.44, el historiador relata cómo Nerón culpó a los odiados “Chrestians”
(de nuevo, cristianos escrito con falta de ortografía) por el incendio que devastó Roma en el
año 64 DC. El grupo, dice, fue fundado por uno llamado “Cristo” que había sido ejecutado
durante el imperio de Tiberio por el prefecto (gobernador) Poncio Pilato. Los describió
como un grupo suprimido y a su fe como una superstición mortal que se originó en Judea y
se extendió a Roma.

Alrededor del año 175 DC, Celso escribió un ataque sostenido a los cristianos y a su
fundador en El Discurso Verdadero. Aunque su texto original ya no existe, mucho de lo
que escribió está incluido en la respuesta de Orígenes, Contra Celso (c. 250 DC). Celso se
burló de la creencia cristiana en el nacimiento virginal y contraatacó diciendo que Jesús era
el hijo ilegítimo de una mujer judía pobre llamada María. Afirmó que el esposo de María se
divorció de ella y que ella habría cometido adulterio al tener relaciones sexuales con un
soldado llamado Pantera.3

De la misma acusación hacen eco fuentes judías posteriores y pueden contener el tipo típico
de broma de rabinos en la palabra griega para “virgen”.4 Es decir, que Jesús no nació de
una virgen (Griego: parthenos), sino que fue el hijo ilegítimo producto del adulterio de
María con Panthera. Otro cargo atribuido por Celso y del que reflexionan escritos judíos
posteriores que Jesús aprendió artes mágicas, realizó actos poderosos y que se atribuyó a sí
mismo el título de “Dios”.5

Uno de los testigos extrabíblicos del Jesús de la historia lo encontramos en Josefo, un


historiador judío. Cabe señalar que el texto específico donde el historiador discute sobre
Jesús se considera sospechoso; los escritos de Josefo fueron preservados por cristianos que
pudieron haber cristianizado levemente su testimonio.6

Pero incluso después de extraer los elementos netamente cristianos, Josefo todavía tiene
muchas cosas que decir acerca de Jesús. Sitúa a Jesús en la época correcta y lo describe
como un hombre sabio, un maestro y un hacedor de milagros. Indicó:

1. Jesús logró convertir a judíos y griegos,


2. Pilato condenó a Jesús a la crucifixión tras consultar a importantes
autoridades judías,
3. Sus discípulos se mantuvieron fieles a él después de su muerte y
4. La gente conocida como cristianos había adoptado su nombre a partir de
él.7

Todos Juntos Ahora

Al abordarlos en conjunto, estos testigos extrabíblicos nos dicen algunas cosas importantes
acerca del Jesús histórico. Esta información coincide con lo que dice el Nuevo Testamento:

 Jesús fundó un movimiento entre los judíos en Judea.


 Su madre fue María.
 Realizó hazañas portentosas.
 Era un hombre sabio y un maestro reconocido.
 Jesús logró conversos tanto en judíos como en paganos.
 Fue crucificado en una cruz romana por Poncio Pilato durante el imperio de
Tiberio después de que líderes religiosos judíos hicieran acusaciones en
contra suya.
 Fomentó la confianza entre sus seguidores, quienes se mantuvieron fieles a
él incluso después de su muerte.

Más aún, lo que dicen estos reportes sobre Jesús no se puede aislar de lo que dicen acerca
del movimiento que inició:

 Los verdaderos cristianos se identificaban por su práctica religiosa; no


renegarían de Cristo ni adorarían a otros dioses.
 Se reunían en un día establecido y cantaban himnos a Cristo como si fuera
un Dios.
 Eran parte de un movimiento nombrado a partir de Cristo que se difundió
rápidamente de Judea a Roma, y hubo enfrentamientos con judíos cuando
sus seguidores proclamaron su fe cristiana.
 Ellos creían que Jesús había nacido de una virgen.
 Ellos fueron suprimidos y perseguidos, pero se mantuvieron fieles.

En su conjunto, estos testigos corroboran parte de lo que dice el Nuevo Testamento sobre
Jesús y el movimiento cristiano, aunque el Nuevo Testamento presenta más de lo que Jesús
dijo e hizo.

Unidad A Pesar de las Preferencias

Sin embargo, vamos a considerar estas fuentes romanas y judías. No son recuentos
objetivos, imparciales sobre Jesús y el movimiento que él fundó. Fueron escritos por
oponentes y críticos del cristianismo.

Salvo Josefo—que parece mantener una actitud más abierta—las fuentes judías miran a
Jesús como un falso mesías y al cristianismo como una herejía que hay que aplacar. Los
historiadores romanos consideran a Cristo como el fundador de una superstición peligrosa y
un mal terrible que ha infiltrado a la sociedad.

Y sin embargo, notablemente estas fuentes parciales contrarias al cristianismo a menudo


coinciden con lo que las fuentes parciales a favor del cristianismo tienen que decir sobre
algunos de los detalles cruciales de la vida y muerte de Jesús.

Si somos honestos, debemos reconocer que la objetividad es un mito; 8 todas las fuentes
son parciales.9 Nadie escribe ni habla de historia de una perspectiva neutra en absoluto. Sin
embargo, solo porque una fuente está inclinada en un sentido u otro no significa que su
testimonio no es confiable.

De hecho, a medida que la evidencia se absorbe y ordena, cada vez más y más gente
reconoce que los primeros textos cristianos—escritos desde una perspectiva cristiana no
apologética—son fuentes valiosas para reconstruir la historia de Jesús. Para identificar al
Jesús histórico, hay que estar dispuesto a examinar la evidencia de cada lado de manera
racional y coherente, sin importar la fuente.

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