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Introducción:
Parto de la base de que la violencia contra la mujer es una forma de discriminación que
impide gravemente que goce de derechos y libertades en pie de igualdad con el hombre.
A nivel jurídico, el delito de amenazas se encuentra tipificado en el art. 149 bis del código
penal[2] y en caso que el hecho denunciado se cometa en el ámbito de la ciudad de
Buenos Aires, será de competencia de la justicia penal, contravencional y de faltas de esta
ciudad, la cual en materia penal cuenta con un sistema acusatorio.
La "amenaza"es una de las tantas formas de violencia hacia las mujeres, ello en
casos en que se denunciaron hechos cometidos en un contexto de violencia de género.
El sistema acusatorio posee una clara delimitación de las funciones de los/as jueces/zas y
del ministerio público fiscal[3]. La Constitución Nacional[4] dice que los/as jueces/zas
deben conocer y decidir en los procesos puestos a su conocimiento (art.116), mientras
que a los/as Fiscales se les reserva la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y
los intereses generales de la sociedad[5].
Es el sistema que prioriza el desdoblamiento de las funciones estatales de perseguir y
juzgar. Por lo tanto, la fiscalía investiga los hechos e incorpora la prueba que da
fundamento a la requisitoria de juicio y los/as jueces/zas deberán juzgar en debate oral y
público el hecho.
En este trabajo se analizarán fallos - del Tribunal Superior de Justicia[6] y de salas de la
Cámara de Apelaciones del fuero penal de esta ciudad- relacionados a casos de género en
el cual se le imputa al denunciado haber cometido el delito de amenazas contra su ex
pareja.
Se analizará la respuesta judicial como así también las resoluciones de fiscalía general
tomadas como directrices de actuación para los/as fiscales, quienes son los encargados de
llevar adelante la investigación.
Nótese la importancia que adquiere en este sistema acusatorio el rol del MPF ya que es
quien decide elevar la investigación a juicio o archivar el caso.
La jurisdicción encarnada en el/la juez/za que resulte competente para entender en el
caso, será quien resuelva si se eleva a juicio o no, ello mediante audiencia a tenor del art.
210 del Código de procedimiento penal de la Ciudad de Buenos Aires[7].
En caso de considerar que el caso cuenta con suficiente fundamentación probatoria para
ser elevado a juicio, se sortea a un nuevo/a juez/za quien durante el transcurso del debate
oral y público, después de escuchar y evaluar la prueba producida por las partes -fiscalía
y defensoría- decidirá si absuelve o condena al imputado.
Contra dicha resolución las partes podrán interponer recurso de apelación y será la
Cámara de Apelaciones de este fuero quien resuelva. Contra esta última resolución se
podrá interponer recurso de inconstitucionalidad, y en caso ser denegado, la parte cuenta
con la posibilidad de interponer recurso de queja ante el TSJ. En los casos analizados
intervino el TSJ el cual aceptó la queja y resolvió.
Si bien las mujeres gozan de todos los derechos humanos consagrados en todas las
declaraciones y convenciones, se hizo necesario consagrarlo explícitamente en un
documento específico para señalar su manifiesta violación y reclamar su respeto.
Las mujeres aun hoy luchan para ser consideradas sujetos de derecho, de otro modo no se
explica que, a pesar de la universalidad de los tratados de derechos humanos de la mitad
del siglo xx, hayan hecho falta convenciones específicas para garantizar a las mujeres el
acceso a derechos elementales como la integridad corporal y la representación pública[8].
A principios del siglo xv, la mujer de la corte y escritora francesa Christine de Pisan
empezaba su Libro de la ciudad de las damas llamando la atención sobre la disparidad
entre la imagen de las mujeres presentada por los hombres y su propia experiencia como
mujer. Mientras los hombres llegaban a la conclusión de que “el comportamiento de la
mujer tiende y está colmado de todo vicio”, Christine de Pisan juzgaba lo contrario:
“Pensando en profundidad sobre estos asuntos, empecé a revisar mi carácter y mi
conducta como una mujer de naturaleza y asimismo reflexioné sobre otras mujeres cuya
compañía solíafrecuentar, princesas, grandes damas, mujeres de clase media y baja, que
cortésmente me habían hablado de sus pensamientos más privados e íntimos, con la
esperanza de que juzgara de modo imparcial y a conciencia si el testimonio de tantos
hombres notables podía ser cierto…No acertaba a comprender, ni tan siquiera a imaginar,
como podían ser ciertas sus pretensiones al compararlas con el comportamiento y el
carácter natural de las mujeres”.
Este libro nace de la percepción de una disparidad semejante, la disparidad entre nuestro
conocimiento creciente de las mujeres y sus actividades, tanto pasadas como presentes, y
la casi total ausencia de mujeres en las páginas de los libros de historia[9].
En 1791, Olimpo de Gouges publicó su "Declaración de los derechos de la mujer y de la
ciudadana", texto que proclamaba que las mujeres, por naturaleza, tenían los mismos
derechos que los hombres.
En simultáneo, Mary Wollastonecraft escribe "Vindicación de los derechos de la mujer"
(1792) y argumenta que las mujeres no son por naturaleza inferiores al hombre, sino que
parecen serlo porque no reciben la misma educación, y que hombres y mujeres deberían
ser tratados como seres racionales.
En este sistema patriarcal, las mujeres lucharon para lograr el ejercicio de los llamados
"derechos universales", desde las autoras mencionadas hasta las sufragistas, el feminismo
como movimiento político tuvo que realizar un doble proceso: deconstruir los roles
asignados por el Iluminismo, y por otro lado convertirse en sujeto pleno de derecho.
El interrogante que surge es si las mujeres han sido "excluidas" del proyecto iluminista o
si en cambio han sido "subordinadas", resultando así, la inclusión una forma más
eficiente de represión que la exclusión[10].
El movimiento de mujeres introdujo en el debate público temas que habían sido
invisibilizados por considerarse ajenos al ámbito público. Esta irrupción de lo privado
fue la manera de lograr incorporar nuevos derechos como por ejemplo contra la
violencia, factor que vamos a ver reproducido en el tratamiento que el derecho penal -en
este caso de la Ciudad de Buenos Aires- otorga frente a la violencia ejercida contra la
mujer cuando se la agrede mediante "amenazas" y en casos de los llamados a "puertas
cerradas".
Resoluciones de MPF
Con fecha del 15 de enero de 2010, mediante la Resolución FG nº 16/2010 emitida por el
entonces fiscal general, se decía: “que para combatir la violencia doméstica no sólo hay
que conocerla, sino también reconocerla”; identificando a la violencia de género con
violencia doméstica.
En dicha resolución se entendía por violencia doméstica “toda violencia cometida por
una persona con la cual la victima tiene una relación íntima o por otros miembros de la
familia, cualesquiera sean el lugar y la forma en que se manifieste dicha violencia. La
particularidad de este tipo de violencia consiste en que la agresión es ocasionada por una
persona perteneciente al círculo afectivo de la víctima, de quien sería esperable una
conducta contraria, es decir, de protección o cuidado. Esta condición genera un
incremento significativo de sus efectos nocivos respecto a otras clases de violencia. Sus
consecuencias lesionan la estructura subjetiva de las víctimas, provocando
modificaciones en su comportamiento, en su capacidad afectiva y vincular, y en su
autoestima ocasionándole sufrimiento y dificultando su existencia” (el énfasis es propio).
En esta resolución se aceptaba para casos de género, la vía alternativa de solución de
conflictos denominada mediación.
La resolución 16/2010 diluía la cuestión de violencia de género con la "violencia
doméstica" a pesar de que se hacía mención a la Convención de Belem do Para y de la
CEDAW y "parecía" referirse a la violencia padecidas por mujeres aunque nunca se
aclaraba esta cuestión. De allí se derivó que en la práctica judicial se utilizó esta
resolución para hombres víctimas.
En este sentido, llama la atención el lenguaje utilizado en dicha resolución por su tinte
androcentrista ya que solo se nombra a "los operadores judicial", como también se
reproduce este carácter de la siguiente forma: "resulta oportuno (...) disponer el dictado
de algunos criterios generales de actuación para uniformar la tarea de los Sres. Fiscales
en aquellos casos donde se presente esta problemática, en atención a la especial
vulnerabilidad en la que se ven situadas sus víctimas, a fin de brindarles el auxilio
necesario no solo para decidirse a denunciar y pedir auxilio judicial, sino también para
encontrar el apoyo y seguimiento necesarios". A lo largo de toda esta resolución se le da
entidad al Sr. o Sres. Fiscales.
El lenguaje sexista ha ayudado durante siglos a establecer unas relaciones injustas entre
los sexos. En castellano existen una serie de mecanismos verbales mediante los que la
discriminación sexual, directa o indirectamente, se recrea, mantiene y reproduce[18]. Se
naturaliza el sexismo y el androcentrismo.
En esta resolución se oculta a la mujer en el lenguaje (Sres. Fiscales y cuando no, se
neutraliza a la mujer como "victima". Se identifica lo masculino con la humanidad de:
"los fiscales" cuando en el mismo CPPCABA se menciona: "Sra. Fiscal", "Sr. Fiscal"
Finalmente con fecha del 21 de diciembre del 2015 el MPF expidió la resolución
FGnº219/2017 en la cual da cuenta que mediante la resolución 16/2010 se implementaron
medidas tendientes a lograr un abordaje integral en delitos y contravenciones en un
contexto de violencia doméstica pero aclara que a partir de ese momento se receptará la
manda del art. 28 de la ley nacional 26.485 que establece que quedan prohibidas las
audiencias de mediación y conciliación en el marco de procesos por violencia de género.
Ello debido a que con fecha del 28 de junio del 2012, mediante ley 4203 la legislatura de
esta ciudad se adhirió a la ley nacional, es que por ende en materia de género no resultan
admisibles las audiencias de mediación y conciliación.
Se menciona que "sin perjuicio de las virtudes que en general tiene la mediación como
método para solucionar conflictos evitando su judicialización, en el tema que nos ocupa
se ha demostrado que difícilmente se den situaciones de paridad de fuerza y
voluntariedad propias del tipo de procedimiento mencionado, razón por la cual coincido
con la prohibición legal referida".
En esta última resolución, la utilización del lenguaje es distinta: se menciona "los/las
Fiscales, el/la secretario/a de la fiscalía, operador/a" sentando las bases de un discurso en
el cual no se supone que toda persona es del género masculino, identificando al "varón" y
"ser humano" alejándose de la interpretación endrocentrista de invisibilización de la
mujer en el cual se borra a la mujer del lenguaje.
Nótese un avance en cuanto a la concientización para tratar con casos de género en esta
última resolución -nro.219- en la cual ya se hace una interpretación distinta del lenguaje
-incluyéndose a las mujeres- y por otro lado solo se menciona a la violencia de género
para no dar lugar a diversas interpretaciones.
Estándares probatorios:
Una de las formas utilizadas por los/as fiscales a fin de disminuir la violencia de género,
es la flexibilización probatoria, ante lo cual parte de la doctrina del derecho penal y la
defensa considera que ello va en detrimento de ciertas garantías y derechos.
En cuanto a qué se entiende por flexibilización probatoria, el art.106 del CPPCABA
refiere lo siguiente: “Amplitud probatoria. Los hechos y las circunstancias de interés para
la solución correcta del caso podrán acreditarse por cualquier medio de prueba que no
resulte contrario a los principios contemplados en este Código. No regirán las
limitaciones establecidas por las leyes civiles respecto de la prueba, con excepción de las
relativas al estado civil de las personas.”
Esta norma cuando menciona “la libertad probatoria” se refiere a que no existe una
exigencia de utilizar un determinado medio de prueba para acreditar tal circunstancia.
La Sala III con fecha del 10/4/07 en “Berti, Juan y otro s/art.82” voto de Dr. Franza y
Manes refiere: “la ley no impone normas generales para acreditar hechos delictivos ni
determina el valor de las pruebas, dando libertad al juzgador para admitir aquellas
estimadas útiles para esclarecer la verdad de lo sucedido”.
Esto no quiere decir que con fundamento en la libertad probatoria no haya un límite. El
límite es que no se puede lesionar derechos constitucionales, como ser la intimidad, la
inviolabilidad del domicilio y la correspondencia, la integridad física, la libertad
ambulatoria, el principio de inocencia.
A raíz de los dos últimos fallos dictados por el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad
de Buenos Aires “Newbery Greve” (11/09/13) y “Taranco” (22/4/14), en casos de
violencia de género y por infracción al art. 149 bis – amenazas simples- del Código
Penal, y diferentes fallos de la Sala I, II y III de la Cámara del fuero de la ciudad se
observa un consenso jurisdiccional en que -en casos de violencia de género- la
valoración de la prueba deforma amplia es obligatoria.
Como refiere la Sala I, en los delitos de violencia de género, es poco frecuente la
posibilidad de contar con testigos presenciales de los episodios de violencia denunciados.
Ello así, pues lo que precisamente caracteriza a este tipo de conductas es que ellas se
materializan puertas adentro, por ello se trata, muchas veces, de una violencia invisible y
silenciosa, que los órganos del Estado, por medio de la creación de herramientas
recientes, intentan visibilizar y revertir. De ahí que una doble lectura del caso podrá
propender más eficazmente a ubicar mejores medios de prueba, más creativos en miras a
esta finalidad superior, constitucionalmente hablando.
El fundamento es que el estado argentino firmó compromisos internacionales que dieron
reconocimiento legal a los derechos humanos de las mujeres. Entre otros, Argentina es
parte de la Convención sobre la Eliminación de todas formas de Discriminación contra la
Mujer y de su Protocolo Facultativo como también de la Convención Interamericana para
Prevenir, Erradicar y Sancionar la Violencia contra la Mujer y que al ser parte de esa
Convención se aceptan obligaciones legalmente vinculantes para eliminar todas las
formas de discriminación contra las mujeres y garantizar la igualdad entre hombres y
mujeres.
Este compromiso asumido, compele a los/as operadores/as judiciales a regirse en estos
casos bajo aquella normativa[19].
También se observa que la tres Salas de la Cámara de Apelaciones -en casos de violencia
de género relacionados al delito de amenazas simples- está confirmando sentencias
condenatorias o revocando sentencias absolutorias, con fundamento probatorio en
los “solitarios” dichos de la denunciante.
El Tribunal Superior de Justicia sostieneque el antiguo adagio "testis unus, testis nullus",
con arreglo al cual el testimonio de un solo testigo no constituye una prueba suficiente
para tener por acreditada la materialidad del hecho o la autoría y participación de un
sujeto respecto de ese hecho, no tiene gravitación actualmente en la normativa procesal
vigente en la ciudad, que adopta como reglas generales: i) la "amplitud probatoria" para
demostrar los hechos y circunstancias de relevancia; y ii) el sistema de la "sana crítica",
como método para valorar la prueba producida (arts. 106 y 247, CPPCABA).
Consecuentemente, no existe ningún impedimento de naturaleza legal, en la materia, para
que la fundamentación de una sentencia de condena se base en el testimonio de un solo
testigo, ni una sentencia dictada de este modo es descalificable, toda vez que no hay regla
alguna que imponga una manera determinada de probar los hechos de la acusación, ni un
número mínimo de elementos probatorios de cargo para dictar un fallo de condena[20].
Los operadores judiciales ponen énfasis en que la declaración de la víctima debe
meritarse con especial cuidado, lo que habilita su control y complementación por los
órganos estatales (OVD, pericias psicologías).
El argumento mayoritario es que al ser estos -en general- hechos de los llamados
“puertas adentro” sin rastros físicos y sin poder contar con declaraciones testificales de
terceras personas distinta de la víctima y victimario, deben ser empleadas reglas
internacionalmente dispuestas que son las adecuadas para interpretar casos de violencia
de género. Entre dichas reglas interpretativas se encuentra el análisis del contexto en
casos de violencia de género. En virtud de ello se presentan discordancias entre la
defensa y la fiscalía en cuál es el actual rol del Estado.
Detrás de las directrices imperantes en la jurisprudencia del fuero penal de esta ciudad
como internacional, surgen así los planteos de la defensa en estos casos como también
por parte de algunos/as jueces/zas respecto de si estas sentencias poseen el grado de
certeza que requiere un pronunciamiento condenatorio para conmover la presunción
jurídica de inocencia de que goza el acusado respecto de hechos de amenazas.
Este principio de inocencia se encuentra expresado por el aforismo in dubio pro reo, que
requiere que la sentencia de condena y la aplicación de una sanción penal estén fundadas
en la certeza del tribunal que resuelve el caso acerca de la responsabilidad penal del
imputado.
Por ello se señala, que “la falta de certeza representa la imposibilidad del Estado de
destruir la situación de inocencia, construida por la ley (presunción), que ampara al
imputado, razón por la cual ello conduce a la absolución[22].
Siguiendo esta línea, los planteos versan en la propia letra de la Convención de Belén do
Pará cuando establece en su art. 14 que: “nada de lo dispuesto en la presente Convención
podrá ser interpretado como restricción o limitación a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos”.
En esta línea de pensamiento Sancinetti[23], refiere lo siguiente:preguntarse si es
razonable llevar adelante una acusación sobre la base de los dichos de alguien, sin
corroborantes objetivos. El hecho de que la apreciación de la prueba esté regida hoy por
el principio de la “libre valoración” no libera al juzgador de vincular su razonamiento a
reglas que puedan quedar impuestas a un observador objetivo como un razonamiento
vinculante, válido intersubjetivamente; no como mero producto de la “íntima
convicción”. En principio las “palabras” no son prueba suficiente de la materialidad del
hecho; menos aún si provienen de una sola persona (testimonium unius non valet) y
menos aún si ésta es la propia víctima (nemo testis in propia causa). Se busca aquí, incitar
a una revisión de los parámetros con los que son tratados estos casos en las jurisdicciones
penales y lograr criterios respetuosos del Estado de Derecho y de las garantías procesales
del imputado y de los principios de igualdad y de inocencia.¿Por qué se da esa
disparidad? Aquí se da la primera lesión al pcio de igualdad".
Asimismo, en el caso Newbery Greve, el eje central del planteo de la defensa versa
respecto de que los estándares probatorios propios de un proceso de tipo penal fueron
soslayados bajo la excusa de la aplicación de la Convención de Belem do Pará y de la
Ley n° 26.485.
Mas allá de los planteos expuestos en el titulo anterior, considero que es obligación del
estado argentino respetar los pactos y/o tratados internacionales con jerarquía
constitucional, conforme lo previsto en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución
Nacional y establecer políticas de prevención efectivas para eliminar las relaciones
de violencia dentro del grupo familiar.
Asimismo una condena en sede penal -respetando las debidas garantías del proceso-
es una forma de visibilizar y poner freno a la violencia de género. Es un límite que el
estado pone frente a la violencia hacia las mujeres.
Todo ello con el fin de hacer visible aquello que una supuesta naturalidad ha mantenido
invisible como la validación de la perpetuación de diversos estereotipos y la falta de
compromiso social en general para tratar la problemática que da sustento a este tipo de
violencia.
En síntesis, mediante los fallos Newbery y Taranco, elTSJ proveyó una reparación
simbólica y material a la víctima, cumpliendo así con obligaciones asumidas por el
estado, a través de varios instrumentos internacionales, entre los que se destaca
principalmente la "Convención de Belem do Pará", que obligan a los/as operadores/as
judiciales a analizar estos casos con prudencia garantizando la amplitud probatoria para
acreditar los hechos denunciados, teniendo en cuenta las circunstancias especiales en las
que se desarrollan los actos de violencia y quiénes son sus naturales testigos.
Tal es así que el testimonio de la mujer víctima de "violencia" habría tenido en estos
casos un valor probatorio determinante para acreditar la ocurrencia de la amenaza
concreta que fue llevada a juicio; declaración que fue analizada, minuciosa y
detenidamente, a la luz de la sana crítica y de los principios de la recta razón, esto es, de
las normas de la lógica, la psicología y de la experiencia común y sin violación de
garantía alguna.
Consecuentemente, no existe ningún impedimento de naturaleza legal, en la materia, para
que la fundamentación de una sentencia de condena se base en el testimonio de un solo
testigo, ni una sentencia dictada de este modo es descalificable, sin más, bajo el
fundamento de que desconoce los principios constitucionales que en autos se entienden
vulnerados, toda vez que no hay regla alguna que imponga una manera determinada de
probar los hechos de la acusación, ni un número mínimo de elementos probatorios de
cargo para dictar un fallo de condena.
Finalmente se rompe con el concepto tradicional sobre el papel del estado en el ámbito
familiar, al reconocer el contexto de violencia en que viven muchas mujeres y
exponiéndose así la existencia de la opresión de las mujeres.
Bibliografía
Casos del Tribunal Superior de Justicia y la Cámara de Apelaciones del Fuero Penal y
Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires
-Sala III de la Cámara de Apelaciones en lo Penal y Contravencional y de Faltas, Causa
Nro.40240/10. Expte: Vázquez, Ángel Francisco s/infr.art.149 bis, Amenazas CP.
-Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Penal Contravencional y de Faltas, Causa nº
12626-01/CC/2015, caratulada “Incidente de apelación en autos ‘GONZÁLEZ, Alejandro
Germán s/infr. art. 149 bis CP”.
-Tribunal superior de justicia de la CABA. Expte.n° 9510/13 “Ministerio Público —
Fiscalía de Cámara Este de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires— s/ queja por recurso
de inconstitucionalidad denegado en ‘Taranco, Juan José s/ inf. art(s) 149 bis, amenazas,
CP (p/ L 2303)’'. -
-Tribunal superior de justicia de la CABA.Expte. n° 8796/12 "Ministerio Público —
Defensoría General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires— s/ queja por recurso de
inconstitucionalidad denegado en ‘Legajo de requerimiento de elevación a juicio en autos
Newbery Greve, Guillermo Eduardo s/ inf. art. 149 bis CP’" –– 11/09/2013.-
Normativa nacional