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Pontificia Universidad Católica del Perú

Curso: Deontología: ética y sociedad


Profesor: Augusto Castro
Nombre: Katherine Meza Alegre
Código: 20125833

Informe "Iusticia Interrupta"


Autora Nancy Fraser

Resumen

"Iusticia Interrupta", de Nancy Fraser fue escrita en 1997. En esta obra, la autora desea plantea un nuevo
entendimiento sobre lo que entendemos por justicia dados los últimos cambios que se han en nuestra
sociedad. Un hecho que marca y es transversal al planteamiento de Fraser es la caída de las ideologías
políticas o los horizontes utópicos de la izquierda marxista pues supone una derrota frente al
capitalismo.

La autora se refiere a este hecho como la “condición postsocialista”. Es decir, la autora define este
periodo de tiempo por el que atraviesa la izquierda como una etapa en el que no se desarrollan nuevas
teorías progresistas que intenten revertir la caída de las ideologías políticas de la izquierda. Es así que
según la autora esta condición implica la ausencia de una alternativa al marxismo que se pretenda ser
viable como proyecto político. Fraser además señala que debido al surgimiento de lo que Touraine
denominó los “nuevos movimientos sociales” las demandas de reivindicación se han atomizado y han
cobrado un protagonismo por opaca las demandas de redistribución. Estos nuevos movimientos que, si
bien, siguen vinculados a la izquierda, además, tienen otro problema: no conforman un proyecto
común. Es decir, no existe una articulación entre estos movimientos entre ellos, ni con los horizontes
utópicos de la izquierda marxista que posicionaban al proletario como el unificador de las luchas
sociales.

Es así que, en primer lugar, la autora sitúa las demandas de la época y la divide en dos categorías:
demandas redistributivas y demandas de reconocimiento. Dentro de esta división la autora señala que
algunos movimientos pueden encontrase entre ambos tipos, pero que para efectos teóricos las dividirá
así. Las primeras –redistributivas– demandan cuestiones más económicas vinculadas a la lucha de
clases y la explotación laboral. Las segundas –reconocimiento– demandan cuestiones culturales de
reconocimiento entre grupos sociales vinculadas a la cuestión de las identidades. Sin embargo sobre
esta división la autora señala que en la actualidad las demandas de reconocimiento se han sobrepuesto
a las demandas de redistribución. Es así que el problema ya no es la explotación laboral, sino la
dominación cultural. Por lo tanto, el objeto de estudio para la justicia ya no es la redistribución, sino el
reconocimiento.

En este disputa del reconocimiento sobre la redistribución la autora es clara en su posición: “No puede
existir reconocimiento sin redistribución” (Fraser, 1997). Es así que la autora plantea que el ámbito de
injusticias presente en la vida cotidiana se encuentra atravesado por procesos sociales y culturales que
se encuentran vinculados entre sí. La primera, como ya se explicó, es la cuestión económica cuyas
injusticias prevalecen en la esfera político-económica de la sociedad. Mientras que la segunda, es la
cuestión cultural cuyas injusticias prevalecen en la esfera cultural simbólica y estructura patrones
sociales de representación e interpretación. En ese sentido, debido a que ambas esferas se encuentran

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vinculadas las tanto las prácticas como las instituciones presentes en nuestra sociedad desarrollaran
patrones de injusticia anclados tanto en la esfera cultura como en la económica. Para explicar este punto,
la autora pone como ejemplo, a los movimientos de mujeres y a los movimientos antirracista. LA autora
señala que estos grupos reclaman tanto redistribución como reconocimiento porque ambas injusticias
se encuentran vinculadas. El ejemplo que fraser pone es que las mujeres reclaman acceso a la esfera
pública (reconocimiento) e igualdad en la remuneración laboral (redistribución) porque ambas esferas
se encuentran vinculas. En otras palabras, existe una relación dialéctica entre ambos aspectos que debe
ser tomada en cuenta dentro de los proyectos políticos para que de esta manera pueda combatir al pilar
del problema de la condición pos socialista: el capitalismo global.

Sobre este punto la autora es crítica y señala que muchas teorías se han enfocado en solo en la esfera
cultura. Sin embargo reconoce que teorías críticas dentro de los estudios culturales se vienen
desarrollando. A pesar de ello, Fraser explica que estas se han desarrollado de manera alejada al
planteamiento empírico. Es decir alejadas de horizontes sociales comprometidos con la igualdad. Es así
que la autora busca solucionar esta brecha tomando ciertos elementos válidos de la teoría crítica cultural
para integrarlos a los horizontes sociales que busquen alcanzar la igualdad. Es decir, combinar las
demandas de redistribución socio-económica con las de reconocimiento cultural-simbólico.

Es así que en segundo lugar, la Fraser aterriza estas reflexiones vinculándolos a los debates sobre el
género. Es así que la autora señala que el movimiento de mujeres es una colectividad bivalente. Es
decir, se encuentra afectada por ambos tipos de injusticias: es una colectividad afectada tanto por formas
de explotación económica como culturales y no se pueda señalar que ninguna se efecto de la otras. En
otras palabras no se puede asumir que solucionando solo los problemas de redistribución de
solucionaran los problemas de reconocimiento o viceversa.

La primera de estas se establece en la medida en que se presenta una división entre las concepciones
del trabajo: por un lado es remunerado-productivo, mientras que por el otro es doméstico-reproductivo.
Si se entendiera las injusticias que pasan las mujeres por el aspecto remunerado-productivo, la solución
partiría desde la esfera económico-productiva a través de la igualdad distributiva, aboliendo de esta
manera, el colectivo de mujeres.

Sin embargo, la desigualdad económica no es el único problema que acarrean las mujeres sino que
también sufren de otro tipo de injusticias por su condición de género, en un mundo que está estructurado
de manera que se le atribuye más valoración a aquello que representa lo masculino, desprestigiando de
esta forma lo femenino, lo cual no solo corresponde a las mujeres. Como solución ante este aspecto, se
plantea cambiar los términos valorativos por los que se rige el mundo social, de manera que se le
atribuya reconocimiento a lo femenino. Se trata de valorar las diferencias, y empezar a dar prestigio a
aquellas colectividades irrespetadas, en lugar de abolirlas como sucedería en el plano político-
económico. Es por ello que la colectividad de mujeres necesita trabajar desde ambos aspectos, desde
una redistribución económica así como en el reconocimiento y valoración de sus diferencias.

La segunda dimensión, cultural-valorativa, se refiere a la construcción del mundo social en el que las
normas privilegian los rasgos asociados con la masculinidad. No obstante, esto debe entender dentro de
la complejidad del mundo social donde las normas culturales son construidas y reproducidas de forma
colectiva. Ambas dimensiones se refuerzan dialécticamente. No obstante, la solución para estas se
plantean de manera contradictoria. Por un lado, las injusticias económico-sociales requieren de políticas
de igualdad; las culturales, por el contrario, demandan políticas de reconocimiento de la diferencia.

Si bien estas afectaciones se dan para las mujeres en general, el debate se complejiza cuando se toman
en consideración las múltiples identidades de las mujeres, esto de acuerdo a su clase social, orientación

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sexual, religión, etc. La autora señala que este debate se plasma dentro del feminismo como disputa de
reconocimiento dentro de sí mismo. Ante ello, Fraser propone desatender a su debate interno para pasar
a atender a las conexiones que las diferencias de género muestran con estas otras categorías.

Comentario Crítico:

La propuesta que nos plantea Frase alberga propuestas del autor anteriormente leído: Rawls. Este autor
han tenido como objeto de estudio a la justicia y de acuerdo eso ha señalado que la justicia es el eje
organizativo de la sociedad, su principio fundamental se encuentran en la equitativa distribución de
bienes social. En ese sentido el Estado como ente vigilante y controlador en la redistribución de estos
bienes es el principal encargado. Es así que el estado el encargado de brindar las capacidades a los
individuos de modo que estos pueden ejercer y trabajar por lo que estos consideren su propia mejoría.

Como se observa esta teoría sobre la justicia habla sobre esta en términos redistributivos pues centra su
mirada en la desigualdad económica. En ese sentido, el aporte de Fraser es fundamental para las nuevas
luchas contemporáneas pues estas no solo buscan luchar contra la desigualdad económica sino que
buscan luchar por el reconocimiento social de identidades que han sido relegadas e invisibilidades. Esto
lo hace dejando en claro que las condiciones materiales importan, pues sitúan las condiciones culturales.
Fraser, al situar colectividades dentro del espectro de las dos dimensiones de la justicia (redistribución
y reconocimiento) explica cómo es que estas son afectadas y cómo es que encuentran su origen en una
injusticia de orden económico (Ej. El proletario) o en una injusticia de orden meramente cultural (Ej.
La población LGTBIQ). Con lo cual es posible luchar contra las injusticias desde ambas esferas.

Asimismo, nos propone hablar de movimiento de mujeres que son afectadas por ambas vertientes a la
vez. Para ejemplificar esto, podemos hablar de la doble jornada laboral que realizan las mujeres. Si bien
luego de las luchas feministas para abrir a las mujeres a derechos como a la educación así como su
ingreso al trabajo, las mujeres no han dejado de dedicarse al trabajo que realizan dentro del hogar. El
trabajo que realizan de orden reproductivo (limpiar, cocinar, lavar, cuidar a los niños y/o ancianos) se
entiende como esta doble jornada de trabajo, la cual no es reconocida ya que no implica la retribución
de un salario, sin embargo, esta es funcional para la vida en sociedad pues es gracias a este trabajo que
los otros miembros del hogar pueden dedicarse a estudiar, trabajar, etc. Con este ejemplo lo que se
plantea no solo es un reconocimiento de la mujer en la esfera pública, sino una redistribución de los
bienes materiales para para la actividad reproductiva que es vital para el desarrollo social.

Desde el plano cultural la tarea es más compleja pues implica que la socialización de las mujeres no
esté enfocada en el ámbito del cuidado y que esta actividad sea compartida tanto por hombres como por
mujeres. Este cambio transformativo es vital desde la teoría de Fraser, pues al ocuparnos solo de la
cuestión material de la doble jornada olvidamos cuestiones como el tiempo, la carga de
responsabilidades, etc. Esto según la autora sería quedarnos en un plano afirmativo. Es decir, corregir
resultados sin corregir las estructuras o el marco general que las generan.

Por último, para complejizar esto, será necesario considerar esto de acuerdo a otras categorías: la clase,
pues valdría preguntarnos quiénes realizan y quiénes no realizan esta doble jornada. La educación pues
eso tendría implicancias sobre el tiempo que deja un trabajo informal sobre uno formal. La etnia pues
el valor del cuidado se problematiza de forma diferente según los patrones culturales. Estas
consideraciones son importantes complejiza las identidades de un colectivo como el de las mujeres y
permite situar más material o simbólicamente a cada identidad en específico. El problema de la mujer
debe de verse de manera interrelacionada con el problema de clase y raza. Las mujeres de clases
populares se encuentran casi arraigadas al trabajo doméstico por sus escazas oportunidades de

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formación profesional. A esto se le suma si cuentan con el apoyo de sus parejas tanto para la
manutención económica como para la crianza de los hijos. Si es que no cuentan con este apoyo, deberán
insertarse al mercado laboral, en muchos caso, informal para poder solventar la vida familiar; de modo
que las tareas domésticas y laborales se entremezclan entre sí, afectando ya no solo a su doble trabajo
sino, probablemente también, a sus hijas mayores para que suplanten su función del cuidado con los
hijos menores.

De acuerdo a lo expuesto, los aportes de Fraser nos ayudan para entender las complejidades de la
interrelación de categorías analíticas dentro del mundo social en el que vivimos. Ya que no solo se basa
de entender al mundo social desde categorías que son, metodológicamente, entendibles para la
academia; sino también de entender cómo actúan entre sí para poder trabajar en estas en pos de la
compleja igualdad social.

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