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Perspectiva étnica afrodescendiente sobre la crisis humanitaria

en Venezuela
Francisco J. Tovar B.
Director del Instituto de Estudios Afrodiaspóricos (IEA)
www.ieafro.org

Personas saqueando un camión accidentado que transporta comida - Barlovento (Miranda), la


región afrodescendiente más grande de Venezuela / enero de 2018.

A finales del siglo XX, más de 400 años de exclusión social racializada, en
Venezuela, (incluso antes de la era republicana) habían allanado el
camino para que un liderazgo populista tomara el poder político;
capitalizando el descontento social y la frustración histórica de la
población a través de promesas de igualdad.

Las palabras de Hugo Chávez resonaron en los oídos y en los corazones


de los afrovenezolanos; grupo demográfico responsable de sus triunfos
políticos iniciales. La misma condición de petro-estado de la cual gozaba
el país suramericano la hizo percibir un enorme caudal de recursos
producto del aumento del precio del petróleo en los mercados
internacionales. Esto hizo posible crear una ilusión de riqueza y
prosperidad, mediante una gigantesca expansión del gasto público, con
todo tipo de subsidios y programas sociales imaginables. Pero el hecho es
que el crecimiento aparente no se basaba en una economía productiva
real, sino más bien en una dependencia extrema del ingreso petrolero
que, incluso hoy en día, supera el 98% de las exportaciones totales.

La eventual caída de los precios internacionales del petróleo, la


destrucción sistemática del insignificante sector privado en Venezuela (a
través de expropiaciones a gran escala), la corrupción obscena de la élite
política y la muerte repentina del propio presidente Chávez, crearon la
peor crisis humanitaria que el hemisferio haya visto jamás, con un número
creciente de venezolanos huyendo de su país que, hasta ahora, alcanza
los 5 millones de personas según cifras de Consultores 21.

Las consecuencias del colapso de la economía a menudo nublan la visión


de lo que está sucediendo en otros escenarios igualmente importantes.
Los afrovenezolanos representamos el 54% de la población total, de
acuerdo con el último censo nacional (2011). A pesar de esta demografía,
en la práctica, la Revolución Bolivariana no mostró voluntad alguna de
cambiar el status quo, ya que el segmento en cuestión sigue estando sub-
representado en el proceso de toma de decisiones y severamente limitado
en su participación política, a pesar de la narrativa inclusiva del gobierno
y el control total de las instituciones durante casi dos décadas. La pirámide
social-racial en Venezuela sigue siendo prácticamente la misma después
de 19 años de revolución socialista.

La investigadora venezolana Ligia Montañez señala, en su obra El Racismo


oculto en una sociedad no racista (1993), que el endorracismo es la
variante más persistente de racismo en Venezuela y, durante siglos, ha
sido introyectado en la conciencia colectiva de nuestro país, llegando al
extremo de la feroz negación de nuestra herencia africana como práctica
universal. En resumen, el criollo promedio rechaza ser identificado como
negro/afro o incluso ser percibido como descendiente de uno. Tal herencia
es estigmatizada como algo indeseable. Por lo tanto, es muy común que
la mayoría de los venezolanos blanqueen sus orígenes llamándose a sí
mismos "morenos" o reivindicando su ascendencia europea.

Esta percepción negativa de nuestra africanidad está directamente


relacionada con el histórico rezago económico político y social que
seguimos padeciendo. Los afrodescendientes hemos estado, desde
siempre, en la periferia de la sociedad. Literalmente, nuestras
comunidades afro se encuentran alejadas de los centros de poder político
y toma de decisiones, en un país extremadamente centralizado donde los
bienes, servicios y las oportunidades laborales, cada vez más escasas, se
concentran en la ciudad capital (Caracas). Esto crea una situación en la
que la escasez de alimentos, medicinas y todos los posibles suministros
imaginables afectan especialmente a los sectores con mayor densidad de
población afro, ya que la hiperinflación alcanza proporciones monstruosas
en las provincias debido al difícil acceso de los proveedores de insumos
básicos.

Prácticamente todos los desafíos que enfrenta el venezolano promedio se


vuelven dos o tres veces más difíciles si este es de origen afro y tal
pareciera que sólo a las organizaciones no gubernamentales les interesa
el tema. Afortunadamente, tal interés convertido en lucha ha logrado
pocas pero importantes victorias durante los últimos años:

1. Reconocimiento oficial del Decenio Internacional de las Naciones


Unidas para los Afrodescendientes por el Gobierno de Venezuela
(2018)
2. Creación del Instituto Nacional Contra la Discriminación Racial
(INCODIR) (2013)
3. Creación del Consejo Nacional para el Desarrollo de las
Comunidades Afrodescendientes de Venezuela (CONADECAFRO)
(2012)
4. Ley Orgánica contra la Discriminación Racial (LOCDRA) (2012)
5. Declaración del día de la Afrovenezolanidad (2005)

Las mismas condiciones históricas de marginación de los


afrodescendientes nos siguen victimizando. No importa cuán grande sea
el desafío o la crisis que, como sociedad, enfrentemos, los afros siempre
podemos estar seguro de que nos va a ir peor que al resto de la población
y ello se ha naturalizado durante la historia. Ya va siendo hora de que los
afrodescendientes dejemos de asumir como natural el hecho de sufrir las
peores condiciones posibles, en relación con otros grupos de la sociedad,
sin importar el escenario. Hagamos que el RECONOCIMIENTO, LA
JUSTICIA y el DESARROLLO (ejes del Decenio Internacional
Afrodescendiente de la ONU) se conviertan en acciones reales y no meras
consignas políticas.

Los afrovenezolanos necesitamos, como nunca, el apoyo de la comunidad


internacional. Tomando las siguientes acciones, desde el ámbito
gubernamental, empresarial y desde la sociedad, civil puedes ayudarnos
a paliar la histórica crisis que nos afecta:

1. Exigir al gobierno venezolano que reconozca oficialmente la


existencia de una crisis humanitaria y se comprometa a aceptar
alimentos y medicinas, para la población, ofrecidos por la
comunidad internacional.
2. Crear conciencia sobre cómo la crisis afecta particularmente a las
personas de ascendencia africana (especialmente mujeres y niñas).
3. Exigir a la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos para
las Naciones Unidas (ACDHNU), la UNICEF y otras agencias de la
ONU, la aplicación de un enfoque diferenciado para la asistencia a
las comunidades afrodescendientes de Venezuela, ya que estas
experimentan la crisis de una manera mucho más severa, dada su
histórica marginación social, económica y geográfica.
4. Promover el apoyo y la tolerancia de otros gobiernos a la recepción
y asistencia de inmigrantes venezolanos, refugiados y personas
perseguidas políticamente; evitando su repatriación forzosa, en
tanto esta constituiría una potencial amenaza a sus derechos
fundamentales.

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