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- LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL-


ANDALUS (SIGLOS VIII AL XIII).
1.- Evolución política: Conquista, Emirato y Califato de
Córdoba.
La presencia de los musulmanes en la Península Ibérica se debió a la
confluencia de dos procesos simultáneos: la crisis interna de la monarquía
visigoda y el movimiento expansivo del Islam desde el año 634. A partir de este
momento aparece en la Península la división que fragmentó el mediterráneo: el
Norte cristiano y feudal y el Sur islámico y con una economía comercial y
pujante. En la P. Ibérica esta dualidad se mantendrá durante toda la Edad
Media.
Debido al carácter electivo de la monarquía visigoda estallaron diversos
conflictos entre bandos nobiliarios para imponer a su candidato. En una de
esas disputas internas el gobernador musulmán del norte de África, Musa,
decidió enviar en el 711 una expedición dirigida por Tariq. El enfrentamiento
entre visigodos y musulmanes se produjo en la batalla de Guadalete donde la
débil monarquía visigoda quedó aniquilada. En el 712, Musa cruzó el estrecho
con un nuevo ejército y se unió en Toledo con las tropas de Tariq. En poco
tiempo (unos dos años) se consumó la conquista de casi toda la península en
campañas que iban de sur a norte. Un factor importante de la rápida expansión
de los musulmanes fue su tolerancia y su respeto hacia los cristianos y judíos.
De esta manera, desaparece el reino visigodo y aparece una nueva
realidad político-religiosa: Al-Andalus. En la evolución política de Al-Andalus
entre los siglos VIII y XI encontramos tres grandes periodos:
 Emirato dependiente del califato omeya de Damasco (711-756), en que Al-
Andalus era una provincia con gobernadores árabes muy relacionados con
el centro político de Kairuán, en el norte de África. El problema más
relevante fue el enfrentamiento interno entre los bereberes norteafricanos y
la minoría árabe que se quedó con las mejores tierras y la mayor parte del
botín
 Emirato independiente de Bagdad (756-929). Fue obra de Abd-al-Rahman
I, de la familia de los Omeyas, y respondió al primer fraccionamiento político
general del Imperio islámico. Al-Andalus adquirió desde ese momento
conciencia de su personalidad política, coincidiendo con la etapa en que se
arabizó más decididamente. Durante este periodo se acrecentó el poder del
Estado y se organizó el territorio.
 Califato de Córdoba (929-1031), que representó el máximo apogeo
económico, político y cultural a través de las fuertes personalidades de sus
dirigentes (Abd-al-Rahman III, Al-Hakam II, Al-Mansur) que intervinieron en
el norte de África, dominando la ruta de oro de Sudán, y en los reinos
cristianos del norte. En el año 1031, los representantes de las grandes
familias cordobesas deciden suprimir el califato. Su lugar será ocupado por
una serie de reinos independientes que se conocen con el nombre de reinos
de taifas.
En definitiva, a lo largo de estos tres siglos es evidente el predominio
musulmán sobre los minúsculos reinos o condados cristianos. En este periodo
son los emires y califas cordobeses los que imponen su hegemonía militar,

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económica y cultural sobre los reinos cristianos del norte. Junto a los
enfrentamientos militares se inicia la convivencia entre cristianos, judíos y
musulmanes que, en el mundo cultural, intelectual y científico, originará una
influencia mutua entre las tres civilizaciones.

La crisis del siglo XI: Los reinos de taifas e imperios


norteafricanos.
Los musulmanes asentados en la Península constituían una población
muy heterogénea desde el punto de vista étnico y con acusadas rivalidades,
que impidieron el surgimiento de una conciencia unitaria. Es más, sus
constantes disputas internas reforzaron las tendencias disgregadoras que
originaron diversas divisiones políticas y que se alternaron con los intentos de
unificación política por parte de los imperios norteafricanos musulmanes. Así
pues, los Estados taifas aparecieron como consecuencia de la descomposición
del poder central a manos de los mandos militares árabes, bereberes y eslavos
desde el s. XI.
A principios del siglo XI se inicia un conflicto interno en Al-Andalus donde
se enfrentan diversas facciones con el fin de ocupar el califato. Ello provoca la
desmembración en 23 reinos independientes conocidos como reinos de taifas.
 Primeros reinos de taifas (1035-1090): El nuevo mapa político era el
resultado de las profundas divergencias que existían en el seno de la
población islámica dirigente y entre las distintas etnias (árabes, bereberes y
eslavos). De este modo, el califato de Córdoba se disgregó en unos treinta
pequeños estados musulmanes denominados reinos de taifas. Los más
importantes estados taifas fueron los de Zaragoza, Tortosa, Valencia,
Denia, Almería, Toledo, Badajoz, Sevilla, Granada y Málaga. Las taifas,
inferiores militarmente a los cristianos, comienzan a pagar las parias, esto
es una tasa para evitar su conquista.
 Imperio almorávide (1090-1145): Los almorávides eran bereberes nómadas
y saharianos que pretendían volver al islamismo de la época coránica,
caracterizado por su intransigencia. Con motivo de la ocupación de Toledo
por los cristianos (1085) el rey taifa de Sevilla solicitó la ayuda de los
almorávides para enfrentarse con aquéllos. Derrotados los cristianos, el
sultán almorávide, inició la conquista de todos los reinos de taifas para
unirlos al Imperio almorávide con capital en Marraquex. Sin embargo, los
éxitos almorávides duraron poco. Pronto aparecen nuevamente las
diferencias que habían dado origen a los reinos de taifas.
 Segundos reinos de taifas (1145-1170): A partir de 1145 la unidad
musulmana se fragmenta: existen reinos independientes en Cádiz, Badajoz,
Córdoba, Valencia, etc, que cuenta con el apoyo directo de Alfonso VII (rey
de Castilla), interesado en debilitar a los almorávides para reinstaurar el
sistema de parias.
 Imperio almohade (1170-1224): Poco después de la instauración de los
segundos reinos de taifas, comenzaban a actuar en la península los
almohades (llamados así por oponerse a la interpretación literal de los
textos islámicos). En 1147, Marraquex y, junto a la capital todo el imperio
almorávide cayó en poder de Abdelmumin. Pese a estos triunfos, los reyes
cristianos logran vencer a los almohades en las Navas de Tolosa (1212). La
derrota fomentó la aparición de nuevos reinos de taifas. La actuación
almohade sólo sirvió para separar más a los musulmanes españoles de sus
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convecinos cristianos, ahondando la divergencia que se había producido
con los almorávides en el siglo anterior.
 Reino nazarita de Granada (1224-1492): En 1238 los reinos de taifas,
excepto el de Granada, habían desaparecido. El reino granadino fue
creación de Muhammad, quien se convertirá en vasallo del rey castellano al
que pagará un tributo. Muhammad se convirtió en el primer emir de la
dinastía nazarita. El reino nazarita de Granada, tuvo durante los dos siglos y
medio de su existencia una vida muy azarosa aunque pudo pervivir hasta
1492, en que fue conquistado por los Reyes Católicos.
En suma esta tendencia disgregadora, resultado de una sociedad
étnicamente muy dividida, impidió la consolidación de una estructura estatal
musulmana unitaria, lo que debilitó política y militarmente a Al-Andalus frente al
avance cristiano desde el Norte.

Al-Ándalus: la organización política y social. El legado cultural


En principio Al-Andalus fue una provincia del califato omeya de
Damasco. Desde el 756 (emirato) se convirtió en un estado político
independiente. Sin embargo, fue con el establecimiento del califato
(independencia también religiosa) cuando Al-Andalus adquirió una estructura
estatal completa, basada en los siguientes puntos:
 Poder absoluto del emir o califa: Poder político (emirato) en cuanto
nombraba y deponía los principales cargos, era juez supremo y general de
los ejércitos y poder religioso (califa) que le confería la superioridad religiosa
y moral de sentirse el auténtico descendiente de Mahoma.
 Administración: La corte de Córdoba centralizó una administración en
la que figuraban un primer ministro (hachib) y grandes funcionarios de la
Cancillería y el Tesoro. Al-Andalus estaba dividido en 22 coras o provincias
a cuyo frente figuraba un gobernador (walí).
 El cobro de fuertes impuestos: Permitían mantener todo el aparato
estatal. Repercutían sobre todo en la masa de muladíes, judíos y
mozárabes.
 El mantenimiento de un potente ejército: El cuerpo central se
encontraba en Córdoba pero con fuertes destacamentos en las provincias
de frontera. Los mandos de este ejército fueron los principales protagonistas
de la descomposición del califato en los reinos de taifas.
 El apoyo religioso: La aceptación religiosa de la secta malaquí,
puritana y conservadora del orden ortodoxo, dio consistencia al estado
omeya. No obstante, esta organización centralizada estuvo continuamente
amenazada por la tendencia de los poderes locales, sobre todo en la
frontera, a casi independizarse.
En cuanto a la sociedad andalusí lo más singular fue la variedad de
grupos étnico-religiosos que convivieron en un mismo territorio, a veces con
grandes tensiones pero mayoritariamente de forma pacífica, hasta el punto de
que la convivencia multirracial fue una de las principales características de Al-
Andalus. Los principales grupos eran los siguientes:
a) Una minoría árabe, que ocupaban los puestos más relevantes de la
escala social y poseían los grandes latifundios del valle del Guadalquivir.
b) Los bereberes, grupo racial norteafricano convertido al islamismo. En
principio fueron colocados en las tierras de la Meseta donde practicaron una
ganadería itinerante.
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c) Los judíos, que ocupaban profesiones artesanales, comerciales y
liberales. Residían principalmente en las ciudades.
d) Los eslavos, procedentes del Centro de Europa como esclavos y que
acabaron ocupando importantes cargos en la administración y el ejército.
e) Los hispanovisigodos, que formaban la mayoría de la población y
que tomaron dos posturas distintas: los que se convirtieron al islamismo,
conocidos como muladíes; y los que permanecieron en territorio musulmán
pero conservando su religión cristiana, conocidos como mozárabes (los
musulmanes viviendo en territorio cristiano recibían el nombre de mudéjares).

En cuanto a la cultura surgida y desarrollada en Al-Andalus podemos


indicar, en líneas generales, que el emirato, el califato y las primeras taifas
brillaron por su tolerancia, frente al rigorismo de almorávides y almohades de
segundas y terceras taifas. En lo que a vida intelectual, científica y artística se
refiere, hablamos de un marco que gozó de enorme prestigio tanto en el mundo
islámico como en la Europa medieval cristiana, tomando como modelo y lengua
de expresión el árabe al tiempo que se dejaban influir por la culturas persa,
hindú y grecorromana. El fenómeno cultural más importante es el de la
islamización del pueblo hispano-visigodo y su arabización desde el siglo IX.
El aspecto religioso es clave en una cultura con predominio de base
religiosa. Durante los siglos VIII y IX la mayoría de hispanovisigodos aceptaron
el Islam y por tanto absorbieron los elementos culturales que esta religión
exportaba desde el Próximo Oriente.
En el aspecto lingüístico la imposición del árabe permitió a Al-Andalus
relacionarse intelectualmente con los centros culturales del Próximo Oriente
(Bagdad, Damasco, El Cairo). Sin embargo, en Al-Andalus se mantuvo un
sistema bilingüe que aparece incluso en los estribillos en romance de las
poesías árabes (jarchas). La relación con Oriente fue un factor fundamental de
intercambio y penetración de ideas, libros, costumbres, etc. Esta relación con la
cultura islámica oriental llegó a su máximo apogeo en tiempos del califa Al-
Hakam II. En el ámbito literario destaca la figura de Ibn Hazm quien en su libro
“El collar de la Paloma” redacta uno de los mejores tratados sobre el amor de la
literatura universal.
En cuanto a los estudios filosóficos, aparece, en el siglo XII, la figura de
Averroes que, comentando e interpretando a Aristóteles, intentó conciliar la
filosofía con el dogma islámico. Su interpretación de Aristóteles llegó hasta la
Europa occidental del siglo XIII.
Por último hay que destacar los estudios científicos y técnicos. Así en
matemáticas destaca la obra sobre álgebra de Al-Juarizmi; la medicina, donde
la obra “Tasrif” del cirujano Abulcasim Al-Zahraui fue traducida al latín y sirvió
como manual en las universidades europeas de la Edad Media, así como los
libros de medicina del judío Maimónides; la astronomía con la elaboración de
las “Tablas Toledanas”, en las que intervino el astrónomo Azarquiel o en la
agricultura donde el manual “Libro de Agricultura” de Ibn Wafid influía todavía
en las obras castellanas sobre agricultura del siglo XVI.
Este progreso cultural y científico se debió, en parte, a la atmósfera de
libertad ideológica que reinó en Al-Andalus durante muchos siglos. Ello se
debió al planteamiento moderado que los musulmanes hicieron de su religión
(excepto el periodo de los almorávides y almohades). La literatura amorosa o el

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refinamiento de la vida cotidiana que manifiesta la Alhambra son un buen
ejemplo de esa actitud vital, un tanto despegada de valores religiosos rígidos.
En cuanto al arte musulmán debemos indicar que los dos edificios que
representan más puramente el nuevo espíritu islámico son las mezquitas
(destacando la de Córdoba) y los palacios (Alhambra de Granada).
En definitiva, la mayoría de hispanovisigodos aceptaron la civilización
musulmana y formaron con sus conquistadores un verdadero Estado con
personalidad propia que se convirtió en la vía de transmisión a Occidente de la
ciencia griega, de gran parte de la hindú (sistema de numeración) y de la propia
aportación del mundo islámico.
En suma, (conclusión para todos los puntos) la península ibérica se
convirtió, desde el siglo VIII, en una zona de contacto marginal de dos
estructuras políticas, sociales, artísticas, económicas, religiosas, culturales, etc.
distintas: la islámica que forma parte de una economía urbana y mercantil cuyo
eje fundamental se encuentra en el Próximo Oriente (Basora, Bagdad,
Damasco y El Cairo) y la cristiana que forma parte de una economía rural y
feudal cuyo eje se iniciaba más allá de los Pirineos. Esta condición de frontera
originará dos mundos diferentes que se enfrentan y conviven a lo largo de 800
años que marcarán por completo la historia de nuestro país tanto en la zona
islamizada como en la zona de predominio cristiano.

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