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LA SITUACIÓN ACTUAL EN EL CÓDIGO PROCESAL CIVIL

El Código Procesal Civil, vigente desde 1993, establece un proceso específico de


prescripción adquisitiva, tramitado en la vía abreviada, el cual también se aplica para el
título supletorio y la rectificación de áreas o linderos.

La norma procesal dispone, como no podía ser de otra forma, que la pretensión de
prescripción se reputa contenciosa (art. 504 del CPC), sin embargo, se incurre en el error
de igualar la prescripción con el título supletorio, olvidando una diferencia elemental: la
primera es contenciosa, en cambio, la segunda es no contenciosa.
Sobre el particular, debe indicarse que una petición se califica de contenciosa cuando la
pretensión del demandante está destinada al reconocimiento o ejecución de un derecho,
mientras que el demandado manifiesta su voluntad de resistencia para negar el derecho
discutido.

Bien podría decirse que lo contencioso se caracteriza por contraponer una voluntad de
pedir, y, frente a ella, una voluntad de negar. Por ejemplo, la resolución del contrato por
incumplimiento es también una típica hipótesis contenciosa, pues la petición de extinguir
en forma sobrevenida la relación contractual se encuentra enfrentada con aquella otra que
busca mantener dicho vínculo. Y no basta que el demandado “no se oponga” para eliminar
su carácter contencioso, pues, en primer lugar, el silencio no es manifestación de
voluntad; y, en segundo lugar, la decisión de resolución extingue los derechos de la
contraparte, fulmina la relación jurídica, modifica la situación pre-existente, y todo ello
con la negativa del demandado.

Por tanto, cuando se lesiona la posición jurídica de un sujeto determinado, sin su


consentimiento, entonces el tema se califica de contencioso, en forma natural o por
esencia. Por el contrario, cuando una petición no se dirige contra alguien en particular,
por cuanto no se sabe si existe o no algún posible afectado, entonces sí claramente
estamos en presencia de un asunto no contencioso. En efecto, si la pretensión se dirige a
la generalidad, o contra nadie en particular, entonces el tema carece de conflictividad.

El notario español Vásquez Campo señala como diferencia entre la actividad judicial y la
notarial, lo siguiente:
“El notario actúa en sentido positivo solo cuando las normas objetivas del Derecho hallan
en las voluntades privadas la adhesión debida; el juez interviene, o debe intervenir,
solamente cuando se presume o se demuestra que alguna de dichas voluntades se despegó
de tales normas, ya de un modo espiritual –desconociéndolas, negándolas–, ya de un
modo material –vulnerándolas, perturbándolas–”(20).

En cambio, el título supletorio tiene naturaleza no-contenciosa porque la pretensión no se


dirige contra un sujeto en particular; por tanto,

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