Esta pequeña crítica hace énfasis en la situación laboral de las mujeres comenzando con la perspectiva desde la cual se nombra y se significa la palabra género.
Esta pequeña crítica hace énfasis en la situación laboral de las mujeres comenzando con la perspectiva desde la cual se nombra y se significa la palabra género.
Esta pequeña crítica hace énfasis en la situación laboral de las mujeres comenzando con la perspectiva desde la cual se nombra y se significa la palabra género.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), resalta el
significado de la palabra género a manera de conjunto de seres, clase, tipo o grupo pudiendo ser personas, animales o cosas. Sin embargo, al acercarnos a la definición de género como grupo humano nos refiere directamente a la definición de sexo y como sabemos el género va más allá de las diferencias fisiológicas, genéticas y gonadales. Es la construcción social de las diferencias sexuales siendo una categoría analítica para poder dar cuenta de esas diferencias y en mi opinión la RAE solo provoca que estas diferencias se hagan más invisibles, y las consecuencias de esta invisibilidad se ven reflejadas en muchas de las esferas de la vida de mujeres y hombres. Por ejemplo: el área laboral, que es una de las áreas con mayor precariedad para las mujeres. El área laboral para las mujeres y para los hombres no siempre ha sido seccionada por la división sexual del trabajo, esta es una construcción moderna que se gesta conforme a la industrialización de las sociedades. En la actualidad, el que las mujeres se introduzcan en el campo público y remunerado no significa que ingresen a las fuerzas laborales con el mismo pie de igualdad que los hombres. Para iniciar, la mayor parte de las mujeres con empleo, de acuerdo con ONU Mujeres es el 47.1%, a nivel mundial es menos de la mitad, sin embargo, eso no significa que las mujeres no trabajen. Significa que más bien no se les paga por el trabajo que sí realizan, y nos estamos refiriendo al trabajo no remunerado, el trabajo privado, el de los cuidados. Aunque la cifra de hombres con empleo (72.2%) tampoco es la más favorecedora, ya que significa que todavía existe un contexto de inseguridad y crisis económica. Además, las mujeres ganan solo el 60-75% de lo que ganan los hombres por el mismo puesto y el mismo trabajo. Incluso, en muchos lugares no es que explícitamente se les niegue un salario justo, es sino por el hecho de que las mujeres suelen tomar más permisos y licencias que muchos de los bonos productivos se pierden, o simplemente tienen la necesidad de faltar por cuestiones que los hombres no consideran, de nuevo, el cuidado de personas enfermas, regularmente los hijos e hijas, o juntas escolares, entre otros. Por otro lado, muchas mujeres deciden reducir su jornada laboral para poder realizar las labores de cuidado del hogar y crianza. Lo que nos remite a la doble jornada laboral y a veces triple jornada, si se considera el trabajo comunitario que muchas mujeres realizan, especialmente en comunidades indígenas y/o rurales. Las mujeres trabajan varias horas más que los hombres a la semana, y eso no significa que se queden mas horas en el trabajo en comparación con los hombres, mas bien significa que el uso del tiempo de las mujeres, se consumen en mayor medida en los trabajos que nadie paga, o mejor dicho, que en teoría se le pudiera pagar a terceras personas, pero que se tiene tan seguro que ese trabajo se hará por una mujer, que no se paga. Carolina Olvera Castillo
Esta última aseveración es importante, puesto que el trabajo no remunerado de las
mujeres muchas veces ha pasado a ser catalogado por las estadísticas y por el mercado como horas no productivas, porque no se les paga, porque se cree que no tienen un impacto en la economía mundial. Sin embargo, la economía feminista ha dicho ya que esto no es necesariamente cierto, que de hecho gran parte del producto interno bruto de los países se debe en gran parte al trabajo de las mujeres, al trabajo no remunerado. Esto se debe a que las mujeres realizan tareas que nadie más hace, que ni el Estado realiza, ahorrándoles los costos de cuidados que en teoría debieran estar suministrando. Además, las familias se ven beneficiadas porque no le pagan a alguien más por realizar estas tareas. En resumen, la situación laboral de las mujeres es precaria, no solo por el desempleo, los salarios más bajos o el mayor número de horas que trabajan. También existen cuestiones que la mayor parte de los informes sobre mujeres en el trabajo no mencionan, como lo son las cuestiones de inseguridad o insalubres en las cuales las mujeres se desempeñan, o cuestiones de acoso y hostigamiento en el trabajo. Después, están los problemas de salud físicos y mentales que tanto mujeres como hombres pueden llegar a padecer. Porque una cosa es clara, la situación económica global no beneficia ni a mujeres ni a hombres, y es en la medida que estas áreas se hagan más democráticas, más justas e iguales, que la situación cambiará para mejorar.