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Carolina Olvera Castillo

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), resalta el


significado de la palabra género a manera de conjunto de seres, clase, tipo o grupo
pudiendo ser personas, animales o cosas. Sin embargo, al acercarnos a la definición
de género como grupo humano nos refiere directamente a la definición de sexo y
como sabemos el género va más allá de las diferencias fisiológicas, genéticas y
gonadales. Es la construcción social de las diferencias sexuales siendo una
categoría analítica para poder dar cuenta de esas diferencias y en mi opinión la RAE
solo provoca que estas diferencias se hagan más invisibles, y las consecuencias de
esta invisibilidad se ven reflejadas en muchas de las esferas de la vida de mujeres
y hombres. Por ejemplo: el área laboral, que es una de las áreas con mayor
precariedad para las mujeres.
El área laboral para las mujeres y para los hombres no siempre ha sido seccionada
por la división sexual del trabajo, esta es una construcción moderna que se gesta
conforme a la industrialización de las sociedades. En la actualidad, el que las
mujeres se introduzcan en el campo público y remunerado no significa que ingresen
a las fuerzas laborales con el mismo pie de igualdad que los hombres.
Para iniciar, la mayor parte de las mujeres con empleo, de acuerdo con ONU
Mujeres es el 47.1%, a nivel mundial es menos de la mitad, sin embargo, eso no
significa que las mujeres no trabajen. Significa que más bien no se les paga por el
trabajo que sí realizan, y nos estamos refiriendo al trabajo no remunerado, el trabajo
privado, el de los cuidados. Aunque la cifra de hombres con empleo (72.2%)
tampoco es la más favorecedora, ya que significa que todavía existe un contexto de
inseguridad y crisis económica.
Además, las mujeres ganan solo el 60-75% de lo que ganan los hombres por el
mismo puesto y el mismo trabajo. Incluso, en muchos lugares no es que
explícitamente se les niegue un salario justo, es sino por el hecho de que las mujeres
suelen tomar más permisos y licencias que muchos de los bonos productivos se
pierden, o simplemente tienen la necesidad de faltar por cuestiones que los hombres
no consideran, de nuevo, el cuidado de personas enfermas, regularmente los hijos
e hijas, o juntas escolares, entre otros. Por otro lado, muchas mujeres deciden
reducir su jornada laboral para poder realizar las labores de cuidado del hogar y
crianza.
Lo que nos remite a la doble jornada laboral y a veces triple jornada, si se considera
el trabajo comunitario que muchas mujeres realizan, especialmente en
comunidades indígenas y/o rurales. Las mujeres trabajan varias horas más que los
hombres a la semana, y eso no significa que se queden mas horas en el trabajo en
comparación con los hombres, mas bien significa que el uso del tiempo de las
mujeres, se consumen en mayor medida en los trabajos que nadie paga, o mejor
dicho, que en teoría se le pudiera pagar a terceras personas, pero que se tiene tan
seguro que ese trabajo se hará por una mujer, que no se paga.
Carolina Olvera Castillo

Esta última aseveración es importante, puesto que el trabajo no remunerado de las


mujeres muchas veces ha pasado a ser catalogado por las estadísticas y por el
mercado como horas no productivas, porque no se les paga, porque se cree que no
tienen un impacto en la economía mundial. Sin embargo, la economía feminista ha
dicho ya que esto no es necesariamente cierto, que de hecho gran parte del
producto interno bruto de los países se debe en gran parte al trabajo de las mujeres,
al trabajo no remunerado. Esto se debe a que las mujeres realizan tareas que nadie
más hace, que ni el Estado realiza, ahorrándoles los costos de cuidados que en
teoría debieran estar suministrando. Además, las familias se ven beneficiadas
porque no le pagan a alguien más por realizar estas tareas.
En resumen, la situación laboral de las mujeres es precaria, no solo por el
desempleo, los salarios más bajos o el mayor número de horas que trabajan.
También existen cuestiones que la mayor parte de los informes sobre mujeres en el
trabajo no mencionan, como lo son las cuestiones de inseguridad o insalubres en
las cuales las mujeres se desempeñan, o cuestiones de acoso y hostigamiento en
el trabajo. Después, están los problemas de salud físicos y mentales que tanto
mujeres como hombres pueden llegar a padecer. Porque una cosa es clara, la
situación económica global no beneficia ni a mujeres ni a hombres, y es en la medida
que estas áreas se hagan más democráticas, más justas e iguales, que la situación
cambiará para mejorar.

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