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ÍNDICE

Páá giná 2
INTRODUCCIÓN

En el tema a tratar a continuación son aquellas técnicas que se van a emplear


en la labor policial, y que día a día se van a emplear en los distintos medios
donde, intervienen tanto en el poder judicial como el ministerio público.

Representando por el fiscal de la nación el cual se encargara de darle la


autenticad de las investigaciones que realiza la Policía Nacional.

También temas de criminalística y los delitos que se encargara de ser juzgado


de la mano del código penal.

Páá giná 3
DEDICATORIA

El presente trabajo está


dedicado a mis profesores, por,
sus enseñanzas, consejos
logrando que de esta manera,
seamos cada día mejores.

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MARCO TEÓRICO

LAS FUNCIONES DE LA PNP EN LA CONSTITUCION.

CONSTITUCION POLITICA

El Estado es la organización fundamental para la vida social estructurada, que


materializa en lo cotidiano tanto al orden como a la justicia, a través de un marco legal
por el que se regula la convivencia entre los miembros de una sociedad.

El Estado crea a la Policía como Institución ejecutora de la facultad de coerción


estatal, de acuerdo a las leyes dictadas en función del interés social; por lo que su
actividad, función y finalidad deben ejecutarse dentro del marco de la ley, la doctrina y
los principios generales del Derecho y de la Constitución, la cual se orienta hacia la
persona humana como fin supremo del Estado.

FINALIDAD DE LA POLICIA NACIONAL

Artículo 166° de la Constitución Política del Perú:

La Policía Nacional tiene por finalidad fundamental garantizar, mantener y


restablecer el orden interno. Presta protección y ayuda a las personas y a la
Sociedad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad de los patrimonios
públicos y privados. Previene, investiga y combate la delincuencia. Vigila y controla las
fronteras nacionales.

Cuando se indica "Finalidad Fundamental", se está determinando que es el móvil, el


motivo y el propósito de un fin; que es fundamental, elemental, esencial, principal y
vital de la Policía Nacional para garantizar, mantener y restablecer el orden interno.

La finalidad es la previsión a futuro (teleológica) de un propósito ideal que se aspira


alcanzar, la que por su gradualidad establece una definición entre finalidad, fines,
metas y objetivos.

Garantizar.- Conjunto de posiciones y disposiciones legales jurídicas, jurisdiccionales


y administrativas que dicta y adopta el Estado a través de sus Poderes Legislativo,
Judicial y Ejecutivo para proteger, defender y hacer que se cumpla el conjunto de
disposiciones legales, jurisdiccionales y administrativas dictadas por el Estado para
impedir que el orden interno sea resquebrajado.

Mantener.- Conjunto permanente de previsiones y medidas que establece y ejecuta la


administración de un gobierno para afirmar, proteger, defender y hacer que se cumpla
el conjunto de disposiciones legales, jurisdiccionales y administrativas dictadas y
adoptadas por el Estado. .

Restablecer.- Conjunto de decisiones y acciones de carácter coactivo y coercitivo que


adopta y emplea el Estado a través de la Policía Nacional y/o las Fuerzas Armadas
para neutralizar, replicar, combatir y erradicar las acciones delictivas y/o subversivas
que están resquebrajando el orden interno.

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ORDEN INTERNO

Es la posición y disposición de calma, sosiego y paz en el territorio nacional, y es el


conjunto de organizaciones y estructuras del Estado, regulado por el Derecho Público
y en ciertas circunstancias por el Poder Político, orientado a la coexistencia pacífica en
general, con el fin de mantener incólume la estructura del Estado, la división de
Poderes y el Estado de Derecho.

ORDEN PÚBLICO

Es una situación de equilibrio social, condicionada por el respeto al orden jurídico y


acompañado de una voluntad formal, en función a las costumbres, convicciones,
tradiciones y sentimientos de una comunidad.

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FUNDAMENTOS PROFESIONALES

El Código de Ética Profesional de la Policía Nacional del Perú establece normas


precisas del comportamiento y procedimientos, esenciales para el accionar de los
miembros de la Institución Policial.

La persona humana es el fin supremo de la Sociedad y el Estado. El Policía tiene la


obligación de respetarla y protegerla sin establecer diferencias por razones de sexo,
raza, religión, opinión, idioma, condición económica o de otra índole.

El Policía conoce profundamente la importancia del rol que cumple en la Institución y


el papel que la Institución cumple en la sociedad obligándolo a observar una
permanente conducta moral y ética.

Las virtudes individuales del policía son: la moral profesional, el trabajo, la obediencia,
la prudencia, la abnegación, la entereza, la honestidad, la puntualidad, la
responsabilidad, la superación y el tino.

Del Reglamento de Régimen Disciplinario.

El ejercicio de la profesión policial exige el cumplimiento de los deberes bajo el imperio


de la ley y las buenas costumbres, con honor, sacrificio y acendrada vocación de
servicio a la sociedad. .

La función policial exige de todos los policías una sólida y permanente práctica de los
valores morales. .

En el ejercicio de sus funciones el Policía debe ejercer autoridad con el consentimiento


que encierra la majestad de la Ley; para ello, hará uso de la reflexión, el buen juicio y
de preferencia la persuasión. .

La moral policial es el fundamento ético que orienta la actividad y comportamiento


individual y colectivo de los miembros de la Policía Nacional.

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LA FUNCION DE INVESTIGAR LOS DELITOS

El Código procesal Penal, promulgado mediante el Decreto Legislativo Nº 957 del 24


JUL.2004, establece en los artículos 67º y 68º del capítulo II, título I, sección IV del
Libro Primero, la función de investigación y atribuciones de la Policía.

El citado primer artículo, en el numeral 1, señala que "La Policía Nacional en su


función de investigación debe, inclusive por propia iniciativa, tomar conocimiento de
los delitos y dar cuenta inmediata al Fiscal, sin perjuicio de realizar las diligencias de
urgencia e imprescindibles para impedir sus consecuencias, individualizar a sus
autores y partícipes, reunir y asegurar los elementos de prueba que puedan servir para
la aplicación de la Ley Penal.", con lo cual se reconoce plenamente que una de las
funciones de la Policía Nacional del Perú es la "función de investigación" y
específicamente de delitos; sin embargo ésta siempre estará sujeta a la conducción
del Fiscal (num.3, art. 65º); es mas, el numeral 2 taxativamente refiere: "Los policías
que realicen funciones de investigación están obligados a apoyar al Ministerio Público
para llevar a cabo la investigación preparatoria", lo que corrobora sobremanera los
antes expresado.

El segundo artículo aludido establece las atribuciones de la Policía, precisando en el


numeral 1, que en función de investigación y bajo conducción del Fiscal la policía
podrá realizar, entre otras, las diligencias siguientes:

a) Recibir las denuncias escritas o sentar las actas de las verbales, así como tomar
declaraciones de los denunciantes.

b) Vigilar y proteger el lugar de los hechos, a fin de que no sean borrados los
vestigios y huellas del delito.

c) Practicar el registro de las personas, así como prestar el auxilio que requieran las
víctimas del delito.

d) Recoger y conservar los objetos e instrumentos relacionados con el delito, así


como todo elemento material que pueda servir a la investigación.

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e) Practicar las diligencias orientadas a la identificación física de los autores y
partícipes del delito.

f) Recibir las declaraciones de quienes hayan presenciado la comisión de los


hechos.

g) Levantar planos, tomar fotografías, realizar grabaciones en video y demás


operaciones técnicas o científicas.

h) Capturar a los presuntos autores y partícipes en caso de flagrancia, informándoles


de inmediato sobre sus derechos.

i) Asegurar los documentos privados que puedan servir a la investigación.

j) Allanar locales de uso público o abiertos al público.

k) Efectuar, bajo inventario, los secuestros e incautaciones necesarios en los casos


de delitos flagrantes o de peligro inminente de su perpetración.

l) Recibir la manifestación de los presuntos autores o partícipes de delitos, con


presencia obligatoria de su abogado defensor.

m) Reunir cuanta información adicional de urgencia permita la Criminalística para


ponerla a disposición del fiscal.

n) Las demás diligencias y procedimientos de investigación necesarios para el mejor


esclarecimiento de los hechos investigados.

Esta última atribución asigna a la Policía Nacional un rol importante e imprescindible


para el logro de los objetivos de la función de investigación, por cuanto es abierta y
deja a la imaginación del investigador policial la utilización de procedimientos policiales
adecuados con el fin de llegar a la verdad.

Por otro lado, en el numeral 2, refiere que de todas las diligencias especificadas, la
Policía sentará actas detalladas las que se entregará al Fiscal; asimismo que la Policía
respetará las formalidades previstas para la investigación; y finalmente que el Fiscal
durante la investigación preparatoria puede disponer lo conveniente en relación al
ejercicio de las atribuciones reconocidas a la Policía, lo que quiere decir que la
institución policial tendrá necesariamente una relación directa con el Ministerio Público
para le ejecución de las diligencias y procedimientos de investigación.

Por último, el numeral 3 del mencionado artículo, establece que el imputado y su


defensor podrán tomar conocimiento de las diligencias practicadas por la policía y
tendrán acceso a las investigaciones realizadas, en este caso se debe entender
que ello se hará con conocimiento y autorización del Fiscal; teniendo en
consideración que puede darse la posibilidad de haberse decretado la reserva o
el secreto de la investigación, conforma lo dispone el artículo 324º del citado
Código Procesal Penal, en cuyo supuesto, esta deberá concluir antes de la
culminación de la investigación preparatoria.

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RESPONSABILIDAD DE LA PNP EN LA ADMINISTRACION DE JUSTICIA

Debemos tener claro, que en materia policial, normalmente se establece una división
entre las funciones de seguridad ciudadana o preventivas, anteriores a la comisión del
delito y las que se refieren a la investigación o represión del delito y se destinan a
buscar pruebas que permitan deducir la responsabilidad, que será establecida en sede
jurisdiccional, mediante la realización de un juicio penal. Desde el punto de la
percepción ciudadana, sobre la magnitud de la delincuencia, a la Policía se le exige
mucho más que una intervención preventiva o de averiguación de la verdad. La
ciudadanía tiene su propia concepción de lo que es el delito, construida a partir de lo
que le informan los medios de comunicación social y las otras vías informales de
comunicación y sus indicadores de medición de la eficacia policial, distan mucho de lo
que éstos significan para la institución policial. "Los indicadores de medición de la
eficacia policial como el esclarecimiento policial, es decir, lo que a criterio de la Policía,
a partir de la denuncia recibida se considera como un hecho donde se identificó al
supuesto autor del hecho punible y las evidencias que lo vinculan, la percepción social
no lo valora así, sino solamente cuando, se ha detenido físicamente al supuesto autor
o se han recuperado los bienes robados o hurtados".

Esta distorsión, sin duda tiene incidencia en la cotidiana labor de la Policía y ha


contribuido a fortalecer una exigencia ciudadana del todo inconveniente y es el de
exigir a la Policía que se detenga al sospechoso para investigar, porque, en alguna
medida, esta acción satisface sus demandas de "seguridad ciudadana"; si la Policía no
detiene al sospechoso, es apreciada como una policía corrupta. La investigación
criminal tiene sin duda una gran importancia que constituirá todo un reto para el
Ministerio Público que en adelante será quien conduzca desde su inicio la
investigación del delito al tenor de lo que dispone el Art. 60º inciso 2, del nuevo CPP.
En esta perspectiva, su estrategia deberá estar referida a la necesaria coordinación,
directa y permanente con la PNP, en lo relativo a la investigación de delitos y el
ejercicio de la acción penal. Sin duda que los principios que deberán regir esta
relación, son el respeto mutuo y la constante disposición de eficaz cumplimiento del
servicio público que les ha sido encomendado.

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Debe resaltarse, en lo que concierne al objeto de nuestro enfoque, la importancia que
adquiere la estrecha coordinación de la investigación entre el Ministerio Público y la
Policía Nacional, en el tanto, el éxito de una acusación va a depender del sustento
probatorio, es decir, de una labor policial realizada de manera eficiente, pero sobre
todo, apegada a los más estrictos cánones del respeto a la legalidad y a los derechos
humanos, que se convierten en el límite de cualquier intervención estatal. No
olvidemos que la actividad probatoria se llevará a cabo en el debate oral y que todos
los medios de convicción que se aporten, deben cumplir con los requisitos de legalidad
previstos, sea que, deben haber sido obtenidos de manera lícita, según el
procedimiento establecido, y, de igual forma, deben ser lícitamente incorporados al
proceso. El esclarecimiento policial de un suceso puede haberse logrado en
detrimento de las garantías procesales del supuesto autor, y no será ésta una forma
de facilitar la labor de ejercicio de la acción penal. Debe tenerse presente que, no solo
está prohibida la prueba ilícita, sino todo lo que de ella pueda derivarse.

La responsabilidad de la Policía Nacional en las labores de investigación estará sujeta


a la conducción del Fiscal (Art.65º, inc.3 del CPP), y como apreciamos, será
determinante para un correcto ejercicio de la acción penal, tanto para formular una
acusación como para solicitar o decidir la aplicación de alguna de las salidas alternas
previstas, en ejercicio de principios de política criminal, previamente establecidos; será
de suma utilidad entonces, una relación franca, cordial, ágil y permanente, entre
fiscales y policías. Hay que tener presente que cuando la ley se refiere a que el fiscal
conduce la investigación, entendemos que no determina que este magistrado, en
forma caprichosa o antojadiza ordene autoritariamente al policía la actuación de tal o
cual prueba, sin que exista relación alguna entre ésta y el caso materia de
investigación. El fiscal no deberá considerarse insustituible e insuperable en este
trabajo, por el contrario, le corresponderá intercambiar ideas con el policía, a efectos
de que las pruebas actuadas sean suficientes, conducentes e idóneas para el debido
esclarecimiento de los hechos, en una suerte de sociedad encaminada a prevenir,
combatir y castigar la delincuencia, y, más adelante, con el juez que sentenciará la
causa.

Pero por otro lado, no es posible cumplir o desarrollar, de manera eficaz, procesos que
implican nuevos conceptos y una nueva doctrina, sin previamente fortalecer de
manera integral las instituciones que son responsables de cumplirlos. No es que sean
procesos excluyentes, pero sí de forma necesaria, complementarios y consecutivos. El
problema de la reforma penal, no debemos entender solo como un problema de
legislación y de nuevas responsabilidades a instituciones profesionales capaces de
cumplirla, sino, básicamente, de influir en la cultura social existente ya que éste es el
elemento clave. Por supuesto que no están excluidos de esa cultura los jueces,
procuradores, académicos y abogados. Lo real es que nuestra sociedad percibe a su
entender, condiciones de impunidad en la administración de justicia penal. Entonces,
tenemos una aparente paradoja entre la tendencia a mejorar el actual sistema penal,
con el deseo de las personas, por ejemplo, a detener a partir de la denuncia y en
general, considerar la detención del presunto autor como condición inseparable del
proceso investigativo desde el inicio de la investigación hasta la sentencia judicial, y
percibir esa sensación de impunidad si es que estas condiciones no se presentan.

Una reforma procesal que pase a respetar de manera efectiva el principio de


presunción de inocencia, y que utilice la detención preliminar por 24 hrs. solo como
una medida de excepción, podría profundizar aun más la percepción de impunidad, a
menos que se influya en el mediano plazo en la cultura social, para una re
conceptualización de estas costumbres y hábitos sociales e institucionales, pues de lo
contrario, los avances del proceso de cambio podrían verse afectados por la reacción
popular.

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De allí que consideremos que hay por lo menos tres factores claves que es necesario
analizar en la reforma penal que está en marcha en nuestro país: En primer lugar, la
legislación o conjunto de normas jurídicas que cambian el modelo procesal penal,
caracterizado por sus ya mencionados rasgos inquisitivos, largo, escrito, no garante de
los derechos de víctimas y sospechosos, que confunde la función de investigar, acusar
y juzgar, con un nuevo modelo procesal acusatorio, sumario, oral, garante de los
derechos humanos de víctimas y sospechosos, que separa claramente las funciones
de investigar, acusar y juzgar.

En segundo lugar, las instituciones encargadas de ejecutar y hacer cumplir el nuevo


marco normativo, su solidez institucional, profesional, experiencia, capacidad
organizativa y credibilidad. La ley no es como dice el Génesis: "...hágase la luz y la luz
se hizo...". Su eficacia no está determinada por la ley misma, sino por la articulación
adecuada entre legislación e institución encargada de cumplirla; en este caso
Ministerio Público - Policía Nacional del Perú - Poder Judicial.

En tercer lugar, la cultura social existente, caracterizada durante siglos por sus rasgos
inquisidores, con una extraña mezcla de percepciones entre impunidad y exceso en el
uso de la fuerza, entre imparcialidad y tolerancia, entre corrupción y justicia. Por
supuesto que no están al margen de este fenómeno, los medios de comunicación
social y los centros educativos, que han sido factores de transmisión de esta cultura y
percepción.

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RELACIONES CON EL MINISTERIO PÚBLICO Y EL PODER JUDICIAL EN LA
INVESTIGACION DE LOS DELITOS

La responsabilidad de la Policía Nacional del Perú en el ámbito de la investigación del


delito y de la administración de justicia siempre la ha mantenido ligada al Ministerio
Público y al Poder Judicial. Como referencia a la base legal de la gestión del Ministerio
Público, debemos indicar que el 2 de enero de 1930 se promulgó el nuevo Código de
Procedimientos en Materia Criminal. En su artículo 2º se precisó con suma claridad su
organización, constitución, competencias, prohibiciones, determinándose que el
ejercicio de la acción penal era pública, siendo asumida por el Ministerio Fiscal; se
encomendaba al Ministerio de Justicia el ejercicio del control sobre los integrantes del
Ministerio Público o el Ministerio Fiscal como se le denominaba entonces. En ese
entonces el proceso penal fue dividido en dos etapas, a saber: instrucción y
juzgamiento, (como lo sigue siendo hasta ahora), la primera a cargo del juez instructor
(hoy Juez Penal) y la segunda a cargo del Tribunal Correccional (hoy Sala Penal). La
instrucción podía iniciarse de oficio por parte del Juez Instructor, por denuncia del
Ministerio Fiscal o del agraviado. Es decir, el Ministerio Fiscal no tenía el monopolio en
el ejercicio de la acción penal, teniendo participación en el desarrollo del procedimiento
como parte y después dictaminando en el juicio oral y acusando. La Constitución de
1933 reguló que deberían haber Fiscales a nivel de Corte Suprema, de Cortes
Superiores y Juzgados.

En 1936, durante la gestión del Presidente Óscar R. Benavides, se organizaron los


Procuradores Generales de la República para la defensa de los intereses del Estado,
por lo que esta función fue separada del Ministerio Público. Ello se formalizó con la
Ley Nro. 17537 del 25 de marzo de 1969.

En ese contexto jurídico político, en 1940 entró en vigencia el Código de


Procedimientos Penales, vigente en parte a la fecha. Se establecieron como etapas
del proceso penal: la instrucción y el juzgamiento; los Fiscales en todos sus niveles
formaban parte del Poder Judicial. En las Leyes Orgánicas del Poder Judicial, de 1912
y 1963, el Ministerio Público fue regulado como institución autónoma, pero formando
parte del Poder Judicial, con el nombre de Ministerio Público o Ministerio Fiscal. Pero
el 28 de julio de 1979 terminó esta primera etapa del desarrollo del Ministerio Público,
ligada hasta entonces al Poder Judicial, para iniciar una segunda etapa con
reconocimiento de su plena autonomía.

Páá giná 13
Efectivamente, la Constitución aprobada por la Asamblea Constituyente de 1978, le da
una regulación en la Ley Suprema, atribuyéndole personería propia, con
independencia, autonomía, organización, composición, funciones, atribuciones,
prohibiciones; conforme a sus artículos 250 y 251 del Capítulo XI. Después la
institución fue desarrollada en su Ley Orgánica, mediante el Decreto Legislativo
052 del 19 de marzo de 1981, vigente, funcionando conforme a ella hasta la fecha,
con las modificaciones propias de la Constitución Política de 1993 y suspensiones por
las disposiciones legales que dispusieron su reorganización, desde el 18 de junio de
1996 hasta el 6 de noviembre del 2000, día en que se promulgó la Ley Nro. 27367,
que desactivó la Comisión Ejecutiva del Ministerio Público. La Constitución Política del
Estado, vigente desde el 31 de diciembre de 1993, regula al Ministerio Público en sus
artículos 158, 159 y 160; como el titular en el ejercicio público de la acción penal,
habiéndose derogado los artículos pertinentes del Código de Procedimientos Penales
de 1940. Por su parte, la Ley Orgánica del Ministerio Público establece en su Art. 9º
que vigila e interviene en la investigación del delito desde la etapa policial, orientando
a la Policía Nacional en cuanto a las pruebas que sea necesario actuar.

En todo este desarrollo del Ministerio Público, la Policía Nacional del Perú siempre ha
estado presente, de allí que el Art. 62º del Código de Procedimientos Penales,
determina que la investigación policial que se hubiera llevado a cabo con intervención
del Ministerio Público, constituye elemento probatorio que deberá ser apreciado en su
oportunidad y con criterio de conciencia por Jueces y Tribunales. Policías y Fiscales
siempre han sido los principales operadores del sistema de justicia penal en nuestro
país. Sin embargo, entendiendo el dinamismo del derecho, hoy estamos a portas de
iniciar un nuevo modelo procesal penal que a juicio de los entendidos, recoge las
tendencias procesales más modernas y que parecen estar más cerca de los que
podría ser un modelo de justicia en su verdadera dimensión.

Esta nueva reforma procesal penal se viene produciendo en toda América Latina, y
entre sus aspectos relevantes, le adjudica al Ministerio Público, en lo que sería su
tercera etapa de vida institucional una importancia decisiva y lo potencia como el
órgano encargado del ejercicio de la acción penal, con una incidencia relevante en la
coordinación de las labores de investigación con la Policía Nacional del Perú, con la
cual una vez más tendrá que seguir compartiendo responsabilidades.

De manera particular, nos interesa destacar en este artículo la importancia del


fortalecimiento tanto de la institución policial como del Ministerio Público, en el
contexto de la reforma penal, refiriéndonos básicamente a la necesidad de una
estrecha coordinación institucional, necesaria para una mejor investigación y para
facilitar la labor del ejercicio de las nuevas responsabilidades que asumirá el Ministerio
Público en donde la superación del sistema inquisitivo y la adopción de los principios
del modelo acusatorio, marcan el rumbo del nuevo proceso. Pese a ello, como bien
sabemos, más que un sistema procesal, el inquisitivo forma parte de una cultura que
hundió sus raíces en el estado colonial y que constituye la tradición jurídica dominante
en nuestro país por lo que sin duda costará bastante desprenderse tanto a Policías
como a Jueces y Fiscales, de ahí que tengamos que tomar muy en serio el esfuerzo
por no pervertir el modelo y acercarlo cada vez más a sus declaradas finalidades.

De manera breve podemos destacar que, la filosofía de la reforma procesal adopta los
principios de la separación clara y precisa de las funciones de investigar, acusar y
resolver, rescatando al juez de la confusión en lo que estaba sumido con el modelo
inquisitivo para colocarlo en el lugar que le corresponde, el de árbitro imparcial de la
controversia. Por su parte, la investigación que llevará a cabo la Policía Nacional del
Perú, de una manera científica y técnica, con la dirección jurídica del fiscal, tendrá

Páá giná 14
como finalidad servir de sustento a la acusación, que abrirá el proceso y permitirá
ubicar las fuentes de prueba, que deberán, necesariamente, ser producidas en el
debate oral, público y contradictorio, ante un tribunal imparcial, que no ha tenido nada
que ver con la investigación.

La víctima tiene también un papel relevante, en tanto su participación es más amplia y


el modelo se acerca más a la satisfacción de su interés (Justicia restaurativa) que a la
aplicación irrestricta de la ley penal (Justicia retributiva).

Pero sin duda, como ya hemos señalado, la relación Fiscal-Policía, se convierte en un


binomio clave del éxito del nuevo proceso penal peruano. La coordinación armónica
entre el fiscal que acusa y el Policía que estuvo investigando, determinar la
oportunidad y forma de presentar una prueba, y demostrar finalmente la vinculación de
ésta con los hechos y de los hechos con el sospechoso, solo será posible mediante el
trabajo conjunto, preferiblemente desde el inicio de la investigación. Los largos,
tediosos e innecesarios documentos que se encuentran en los expedientes de
investigación criminal y se remiten al juez, ya no son serán necesarios.

Las largas declaraciones o manifestaciones del investigado o de la víctima, que con la


actual legislación, tienen que ser repetidas ante el juez, tampoco serán necesarias. La
Policía deberá limitarse a identificar los presuntos testigos, víctimas y sospechosos,
sus datos personales y ubicación y quizás, una muy breve reseña de lo que refieren
sobre los hechos, lo que deberá ser incluido en un informe que se remitirá al fiscal que
da inicio al Proceso de Investigación Preparatoria.

En resumen, la reforma procesal penal implica, para la Policía Nacional del Perú,
continuar cumpliendo todas las diligencias que se derivan de la función de
investigación de los presuntos hechos delictivos, considerando las siguientes
circunstancias principales: El Atestado Policial se simplifica para generar un informe de
la investigación, que incluya un resumen sucinto de los hechos, las evidencias
encontradas, su análisis y peritajes según corresponda, la identificación de los
presuntos autores, víctimas y testigos. El Fiscal garantiza la legalidad de la
investigación policial y recibe de la Policía el informe correspondiente para presentar la
acusación ante el juez. Los policías encargados de la investigación y peritos deberán
ser capaces de explicar y presentar en el proceso judicial, las evidencias y detalles
conocidos en la investigación del hecho criminal, en coordinación con el fiscal del
Ministerio Público. Proteger de manera más cuidadosa los derechos y garantías de los
detenidos, víctimas y demás personas vinculadas en la investigación de un hecho
criminal, desarrollando las acciones de investigación criminal en los términos y
procedimientos previstos en la ley, será otro de los elementos que caracteriza el nuevo
modelo procesal.

Estamos en las puertas de un nuevo desafío, cuyo norte debe ser el fortalecimiento de
la seguridad ciudadana y jurídica de todos los peruanos, que no es más que mejorar
nuestra calidad de vida. El mejor de los éxitos para nuestros Fiscales, Jueces y
Policías en sus nuevos roles institucional.

Páá giná 15
LA INVESTIGACION POLICIAL. DEFINICIÓN. CARACTERÍSTICAS Y
PRINCIPIOS DOCTRINARIOS. SU IMPORTANCIA EN AL ACOPIO DE
INDICIOS, EVIDENCIAS Y PRUEBAS DEL DELITO.

1. DEFINICIÓN
Es un proceso metodológico, continuo, organizado, especializado, preciso de
análisis y síntesis que el investigador policial desarrolla para el esclarecimiento
de la perpetración de un delito, estableciendo verdades demostrables, que le dan
el rigor científico a las conclusiones expuestas en el Atestado Policial.

2. CARACTERISTICAS

- Es un proceso continuo y concatenado de actividades.


- Es organizado, sus pasos son ordenados y lógicos.
- Es especializado, ya que es un trabajo metodológico de rigor técnico-
científico.
- Es provisorio, requiere planeamiento.
- Es una actividad analítica-sintética.
- Es explicativo causal, permite determinar el quien, donde, cuando, como,
porqué y para qué.
- Es metódica, requiere una metodología.
- Es legal, lo conduce un funcionario policial, dentro de la normatividad.

3. IMPORTANCIA DEL ACOPIO DE INDICIOS, EVIDENCIAS Y PRUEBAS DEL


DELITO

La importancia radica, en que, en este primer contacto con la escena se debe


obtener la mayor información posible del acto delictivo, para actuar en forma
oportuna y con la claridad del caso, orientando a lograr el éxito en la
investigación.

El acopio de indicios, evidencias y Prueba del Delito se realizan como


consecuencia de la materialización de un delito y este proceso debe responder
a criterios uniformes, encaminados a esclarecer y orientar el proceso
investigatorio.

Páá giná 16
LA INVESTIGACION POLICIAL O INVESTIGACION CRIMINAL

SU RELACION CON LA CRIMINALISTICA Y LAS CIENCIAS FORENSES

El investigador policial como operador de justicia desarrolla un proceso metodológico


para el esclarecimiento de un hecho delictuoso, estableciendo verdades demostrables,
que le dan el rigor científico a las conclusiones expuestas en el Atestado Policial, para
ello como principal apoyo utiliza la Criminalística que es la Ciencia que aplica
fundamentalmente los conocimientos, métodos y técnicas de investigación de las
ciencias naturales en el examen de material sensible y significativo, relacionado con el
hecho delictuoso; en efecto, como diremos en su lugar, el fin mediato o ultimo de la
Criminalística consiste en auxiliar a los órganos encargados de administrar justicia,
entre otras cosas, para que estos puedan proveer a la captura de los delincuentes y a
la puesta en obra de las correspondientes medidas punitivas. Ahora bien, es
precisamente la Policía, en su carácter de auxiliar del órgano persecutorio (Ministerio
Publico) y el órgano Jurisdiccional (Jueces Penales), la que mediante la aplicación de
las reglas establecidas por la Policiología o Investigación Policial se encarga de llevar
a cabo la persecución y aprehensión de los delincuentes.

Podríamos decir, pues, que la Criminalística y la Investigación Policial se


encargan de dos fases distintas de una misma operación: la pesquisa, la cual consta a
) de una primera etapa o fase que podríamos llamar "determinativa", en la que se trata
de establecer o determinar si se ha cometido o no un delito, como se cometió y quien
lo cometió, fase de la que se encarga la Criminalística y b ) una segunda etapa o fase
que podría denominarse "ejecutiva" , en la que, con base en los datos concretos
proporcionados por los expertos en criminalística, se trata de aprehender al
delincuente, correspondiendo esta fase a la Policiología o Policía a través de la
Investigación Policial.

Páá giná 17
PRINCIPIOS BASICOS SOBRE EL EMPLEO DE LA FUERZA Y DE ARMAS DE
FUEGO POR LOS FUNCIONARIOS ENCARGADOS DE HACER CUMPLIR LA LEY
– H T 19

Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego


por los Funcionarios Encargados de Hacer Cumplir la Ley

Adoptados por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del
Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en La Habana (Cuba) del 27 de agosto
al 7 de septiembre de 1990.

Considerando que la labor de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley*


constituye un servicio social de gran importancia y, en consecuencia, es preciso
mantener y, siempre que sea necesario, mejorar las condiciones de trabajo y la
situación de estos funcionarios.

Considerando que la amenaza a la vida y a la seguridad de los funcionarios


encargados de hacer cumplir la ley debe considerarse como una amenaza a la
estabilidad de toda la sociedad.

Considerando que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley desempeñan un


papel fundamental en la protección del derecho a la vida, la libertad y la seguridad de
las personas, tal como se garantiza en la Declaración Universal de Derechos
Humanos y se reafirma en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Teniendo presente que las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos
prevén las circunstancias en las que los funcionarios de establecimientos
penitenciarios podrán recurrir a la fuerza en el ejercicio de sus funciones.

Teniendo presente que el artículo 3 del Código de Conducta para Funcionarios


Encargados de Hacer Cumplir la Ley estipula que esos funcionarios podrán usar la
fuerza sólo cuando sea estrictamente necesario y en la medida que lo requiere el
desempeño de sus tareas.

Teniendo presente que en la reunión preparatoria del Séptimo Congreso de las


Naciones Unidas sobre la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente,
celebrada en Varenna, Italia, se convino en los elementos que debían tenerse en

Páá giná 18
cuenta en la continuación de los trabajos sobre las limitaciones en el uso de la fuerza y
de las armas de fuego por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la
ley.

Teniendo presente que el Séptimo Congreso, en su resolución 14, entre otras cosas,
subraya que el empleo de la fuerza y las armas de fuego por los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley debe conciliarse con el debido respeto de los
derechos humanos.

Teniendo presente que el Consejo Económico y Social, en su resolución 1986/10,


sección IX, de 21 de mayo de 1986, invitó a los Estados Miembros a que prestaran
especial atención en la aplicación del Código a la cuestión del uso de la fuerza y
armas de fuego por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, y que
la Asamblea General, en su resolución 41/149, de 4 de diciembre de 1986, entre otras
cosas, acogió con satisfacción esta recomendación formulada por el Consejo,

Considerando que es oportuno, teniendo debidamente en cuenta su seguridad


personal, atender al papel de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley en
relación con la administración de justicia y la protección del derecho a la vida, la
libertad y la seguridad de las personas, a su responsabilidad de mantener la seguridad
pública y la paz social, y a la importancia de sus calificaciones, capacitación y
conducta,

Los Principios Básicos que se enuncian a continuación, formulados para asistir a los
Estados Miembros en sus actividades destinadas a asegurar y fomentar el papel que
corresponde a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, deben ser tenidos
en cuenta y respetados por los gobiernos en el marco de sus respectivas legislaciones
y prácticas nacionales, y deben señalarse a la atención de los funcionarios encargados
de hacer cumplir la ley, así como de otras personas como jueces, fiscales, abogados y
miembros del poder ejecutivo y legislativo, y del público en general.

Disposiciones generales

1. Los gobiernos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley adoptarán y


aplicarán normas y reglamentaciones sobre el empleo de la fuerza y armas de
fuego contra personas por parte de funcionarios encargados de hacer cumplir la
ley. Al establecer esas normas y disposiciones, los gobiernos y los organismos
encargados de hacer cumplir la ley examinarán continuamente las cuestiones
éticas relacionadas con el empleo de la fuerza y de armas de fuego.

2. Los gobiernos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley establecerán


una serie de métodos lo más amplia posible y dotarán a los funcionarios
correspondientes de distintos tipos de armas y municiones de modo que puedan
hacer un uso diferenciado de la fuerza y de las armas de fuego. Entre estas armas
deberían figurar armas incapacitan tés no letales para emplearlas cuando fuera
apropiado, con miras a restringir cada vez más el empleo de medios que puedan
ocasionar lesiones o muertes. Con el mismo objetivo, también debería permitirse
que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley cuenten con equipo auto
protector, por ejemplo, escudos, cascos, chalecos a prueba de balas y medios de

Páá giná 19
transporte a prueba de balas a fin de disminuir la necesidad de armas de cualquier
tipo.

3. Se hará una cuidadosa evaluación de la fabricación y distribución de armas no


letales incapacitantes a fin de reducir al mínimo el riesgo de causar lesiones a
personas ajenas a los hechos y se controlará con todo cuidado el uso de tales
armas.

4. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, en el desempeño de sus


funciones, utilizarán en la medida de lo posible medios no violentos antes de
recurrir al empleo de la fuerza y de armas de fuego. Podrán utilizar la fuerza y
armas de fuego solamente cuando otros medios resulten ineficaces o no
garanticen de ninguna manera el logro del resultado previsto.

5. Cuando el empleo de las armas de fuego sea inevitable, los funcionarios


encargados de hacer cumplir la ley:

a) Ejercerán moderación y actuarán en proporción a la gravedad del delito y al


objetivo legítimo que se persiga;
b) Reducirán al mínimo los daños y lesiones y respetarán y protegerán la vida
humana;
c) Procederán de modo que se presten lo antes posible asistencia y servicios
médicos a las personas heridas o afectadas;
d) Procurarán notificar lo sucedido, a la menor brevedad posible, a los parientes o
amigos íntimos de las personas heridas o afectadas.

6. Cuando al emplear la fuerza o armas de fuego los funcionarios encargados de


hacer cumplir la ley ocasionen lesiones o muerte, comunicarán el hecho
inmediatamente a sus superiores de conformidad con el principio 22.

7. Los gobiernos adoptarán las medidas necesarias para que en la legislación se


castigue como delito el empleo arbitrario o abusivo de la fuerza o de armas de
fuego por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.

8. No se podrán invocar circunstancias excepcionales tales como la inestabilidad


política interna o cualquier otra situación pública de emergencia para justificar el
quebrantamiento de estos Principios Básicos.

Disposiciones especiales

9. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no emplearán armas de fuego


contra las personas salvo en defensa propia o de otras personas, en caso de
peligro inminente de muerte o lesiones graves, o con el propósito de evitar la
comisión de un delito particularmente grave que entrañe una seria amenaza para
la vida, o con el objeto de detener a una persona que represente ese peligro y
oponga resistencia a su autoridad, o para impedir su fuga, y sólo en caso de que
resulten insuficientes medidas menos extremas para lograr dichos objetivos. En

Páá giná 20
cualquier caso, sólo se podrá hacer uso intencional de armas letales cuando sea
estrictamente inevitable para proteger una vida.

10. En las circunstancias previstas en el principio 9, los funcionarios encargados de


hacer cumplir la ley se identificarán como tales y darán una clara advertencia de su
intención de emplear armas de fuego, con tiempo suficiente para que se tome en
cuenta, salvo que al dar esa advertencia se pusiera indebidamente en peligro a los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, se creara un riesgo de muerte o
daños graves a otras personas, o resultara evidentemente inadecuada o inútil
dadas las circunstancias del caso.

11. Las normas y reglamentaciones sobre el empleo de armas de fuego por los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben contener directrices que:

a. Especifiquen las circunstancias en que los funcionarios encargados de hacer


cumplir la ley estarían autorizados a portar armas de fuego y prescriban los
tipos de armas de fuego o municiones autorizados;
b. Aseguren que las armas de fuego se utilicen solamente en circunstancias
apropiadas y de manera tal que disminuya el riesgo de daños innecesarios;
c. Prohíban el empleo de armas de fuego y municiones que puedan provocar
lesiones no deseadas o signifiquen un riesgo injustificado;
d. Reglamenten el control, almacenamiento y distribución de armas de fuego,
así como los procedimientos para asegurar que los funcionarios encargados
de hacer cumplir la ley respondan de las armas de fuego o municiones que
se les hayan entregado;
e. Señalen los avisos de advertencia que deberán darse, siempre que proceda,
cuando se vaya a hacer uso de un arma de fuego;
f. Establezcan un sistema de presentación de informes siempre que los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley recurran al empleo de armas
de fuego en el desempeño de sus funciones.

Actuación en caso de reuniones ilícitas

12. Dado que todas las personas están autorizadas a participar en reuniones lícitas y
pacíficas, de conformidad con los principios consagrados en la Declaración
Universal de Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, los gobiernos y los organismos y funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley reconocerán que la fuerza y las armas de fuego pueden utilizarse
solamente de conformidad con los principios 13 y 14.

13. Al dispersar reuniones ilícitas pero no violentas, los funcionarios encargados de


hacer cumplir la ley evitarán el empleo de la fuerza o, si no es posible, lo limitarán
al mínimo necesario.

14. Al dispersar reuniones violentas, los funcionarios encargados de hacer cumplir la


ley podrán utilizar armas de fuego cuando no se puedan utilizar medios menos
peligrosos y únicamente en la mínima medida necesaria. Los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley se abstendrán de emplear las armas de fuego
en esos casos, salvo en las circunstancias previstas en el principio 9.

Páá giná 21
Vigilancia de personas bajo custodia o detenidas

15. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, en sus relaciones con las
personas bajo custodia o detenidas, no emplearán la fuerza, salvo cuando sea
estrictamente necesario para mantener la seguridad y el orden en los
establecimientos o cuando corra peligro la integridad física de las personas.

16. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, en sus relaciones con las
personas bajo custodia o detenidas, no emplearán armas de fuego, salvo en
defensa propia o en defensa de terceros cuando haya peligro inminente de muerte
o lesiones graves, o cuando sea estrictamente necesario para impedir la fuga de
una persona sometida a custodia o detención que presente el peligro a que se
refiere el principio 9.

17. Los principios precedentes se aplicarán sin perjuicio de los derechos, obligaciones
y responsabilidades de los funcionarios de establecimientos penitenciarios, tal
como se enuncian en las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos,
sobre todo las reglas 33, 34 y 54.

Calificaciones, capacitación y asesoramiento

18. Los gobiernos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley procurarán que
todos los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley sean seleccionados
mediante procedimientos adecuados, posean aptitudes éticas, psicológicas y
físicas apropiadas para el ejercicio eficaz de sus funciones y reciban capacitación
profesional continua y completa. Tales aptitudes para el ejercicio de esas funciones
serán objeto de examen periódico.

19. Los gobiernos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley procurarán que
todos los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley reciban capacitación en
el empleo de la fuerza y sean examinados de conformidad con normas de
evaluación adecuadas. Los funcionarios que deban portar armas de fuego deben
estar autorizados para hacerlo sólo tras haber finalizado la capacitación
especializada en su empleo.

20. En la capacitación de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, los


gobiernos y los organismos correspondientes prestarán especial atención a las
cuestiones de ética policial y derechos humanos, especialmente en el proceso de
indagación, a los medios que puedan sustituir el empleo de la fuerza y de armas
de fuego, por ejemplo, la solución pacífica de los conflictos, el estudio del
comportamiento de las multitudes y las técnicas de persuasión, negociación y
mediación, así como a los medios técnicos, con miras a limitar el empleo de la
fuerza y armas de fuego. Los organismos encargados de hacer cumplir la ley
deben examinar sus programas de capacitación y procedimientos operativos a la
luz de casos concretos.

21. Los gobiernos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley proporcionarán
orientación a los funcionarios que intervengan en situaciones en las que se

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empleen la fuerza o armas de fuego para sobrellevar las tensiones propias de esas
situaciones.
22.

Procedimientos de presentación de informes y recursos

23. Los gobiernos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley establecerán
procedimientos eficaces para la presentación de informes y recursos en relación
con todos los casos mencionados en los principios 6 y 11 f). Para los casos con
respecto a los cuales se informe de conformidad con esos principios, los gobiernos
y los organismos encargados de hacer cumplir la ley asegurarán que se establezca
un procedimiento de revisión eficaz y que autoridades administrativas o judiciales
independientes estén dotadas de competencia en circunstancias apropiadas. En
caso de muerte y lesiones graves u otras consecuencias de importancia, se
enviará rápidamente un informe detallado a las autoridades competentes para la
revisión administrativa y la supervisión judicial.

24. Las personas afectadas por el empleo de la fuerza y de armas de fuego o sus
representantes legales tendrán acceso a un proceso independiente, incluido un
proceso judicial. En caso de muerte de esas personas, esta disposición se aplicará
a sus herederos.

25. Los gobiernos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley adoptarán las
medidas necesarias para que los funcionarios superiores asuman la debida
responsabilidad cuando tengan conocimiento, o debieran haberlo tenido, de que
los funcionarios a sus órdenes recurren, o han recurrido, al uso ilícito de la fuerza y
de armas de fuego, y no adopten todas las medidas a su disposición para impedir,
eliminar o denunciar ese uso.

26. Los gobiernos y los organismos encargados de hacer cumplir la ley adoptarán las
medidas necesarias para que no se imponga ninguna sanción penal o disciplinaria
contra los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley que, en cumplimiento
del Código de conducta pertinente y de estos Principios Básicos, se nieguen a
ejecutar una orden de emplear la fuerza o armas de fuego o denuncien ese empleo
por otros funcionarios.

27. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no podrán alegar obediencia
de órdenes superiores si tenían conocimiento de que la orden de emplear la fuerza
o armas de fuego, a raíz de la cual se ha ocasionado la muerte o heridas graves a
una persona, era manifiestamente ilícita y tuvieron una oportunidad razonable de
negarse a cumplirla. De cualquier modo, también serán responsables los
superiores que dieron las órdenes ilícitas.

* De conformidad con el comentario al artículo 1 del Código de conducta para


funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, la expresión "funcionarios encargados
de hacer cumplir la ley" incluye a todos los agentes de la ley, ya sean nombrados o
elegidos, que ejercen funciones de policía, especialmente las facultades de arresto o
detención. En los países en que ejercen las funciones de policía autoridades militares,
ya sean uniformadas o no, o fuerzas de seguridad del Estado, se considerará que la

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definición de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley comprende los
funcionarios
de esos servicios.

Páá giná 24

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